‘If You Asked for a Picture‘ es uno de los discos de indie-rock que descubrir en 2025… y que seguir degustando durante el resto del año. Su autora, la neoyorquina afincada en Los Ángeles Sabrina Teitelbaum, más conocida como Blondshell, ha cuidado especialmente los tonos de guitarra eléctrica y las capas armónicas en este segundo trabajo que temáticamente sigue explorando temas como el desamor o el trauma familiar. Canciones como ’23’s a Baby’ o la preciosa ‘Two Times’ deberían gustar a fans tanto de Phoebe Bridgers como de esos R.E.M. que tanto han influido en su sonido. Hablamos vía Zoom con Sabrina sobre su álbum, su pasado artístico o el motivo por el que no puede escribir para otros artistas.
¿Cómo vives estos días entre el lanzamiento de tu disco y el inicio de tu gira? (NdE: la entrevista se realizó antes del inicio de la gira).
Es la mejor época, porque estoy ocupada pero no a lo loco. Estoy tranquila en casa, en California. Me voy de gira en una semana y estoy aprovechando el tiempo para ensayar y prepararme.
¿Has tenido ocasión ya de tocar alguno de estos temas en vivo?
Todos los singles los he estado tocando en directo. Y cuando salió el disco, hice una presentación en Los Ángeles y otra en una tienda de discos.
¿Qué tema que no ha sido single esperas que el público reciba con mayor entusiasmo?
‘Arms’ y ‘Change’. Es subjetivo, porque son mis dos canciones favoritas del disco, pero veo muchas reacciones en internet a ambas canciones. Y ‘Change’ es una canción, digamos, grande.
Has dicho que escuchaste mucha música de R.E.M. durante la composición del disco. ¿Cuál es tu disco favorito y cuál crees que está infravalorado?
No sé muy bien cuáles son los discos más y menos exitosos de R.E.M., pero mi favorito sin duda es ‘Automatic for the People’ (1992), y fue el disco que escuché sin parar mientras escribía el mío.
Cuando eras adolescente escuchabas música para evadirte. Ahora que la música es tu trabajo y tus canciones son autobiográficas, ¿cómo navegas esta dinámica?
La música sigue siendo mi evasión. Creo que la mayoría de los músicos sabemos separar lo que es trabajo (promo, ensayos) de lo que es escribir música, que para mí sigue siendo una afición.
¿Tocar las canciones en directo lo ves como un trabajo también?
Cuando estás de gira, la mayor parte del tiempo es trabajo, porque pasas horas viajando en coche o ensayando. Pero cuando tocas en directo, eso no parece trabajo, porque estás presentando tu arte y conectando con la gente.
Tuviste otro proyecto en el pasado, BAUM, más enfocado en el pop. ¿Cómo ves ahora este cambio de dirección en tu carrera?
Creo que no son proyectos tan diferentes. Simplemente ahora escribo mejor música porque llevo más tiempo haciéndolo. En ese momento era más joven, y la música no era tan sólida como ahora. Pero no los veo como proyectos realmente distintos. Solo que antes hacía lo mismo, pero no sabía cómo hacerlo.
¿La diferencia, quizá, es que te sientes más segura de tus propias composiciones?
Sí. Durante el proceso de composición de ‘If You Asked for a Picture’ dudé mucho menos de mí misma que en el pasado. He seguido mis instintos y me he sentido más confiada.
¿En qué aspectos del álbum se nota?
Principalmente en las canciones. Antes, cuando escribía, no editaba nada porque no quería cagarla. Ahora me siento lo suficientemente segura como para retomar una canción y editarla si hace falta. Esa seguridad también se nota en el estudio.
«Hay ciertos sonidos que se esperan de las mujeres y otros de los hombres. Por eso me propuse hacer el disco más duro que pudiera»
Has dicho que en ‘If You Asked for a Picture’ profundizas en elementos que introdujiste en tu álbum debut, especialmente en los tonos de guitarra. ¿Puedes contarme más?
En el primer álbum, el proceso fue más pequeño: teníamos menos tiempo para hacer todo. Grabamos el disco en cuatro días y no teníamos músicos que volvieran al estudio una y otra vez para seguir grabando. En este disco, el proceso ha sido más grande y más largo. Hemos contado con instrumentistas que podían volver al estudio para añadir capas. Incluso mis tomas vocales las pude repetir o seguir añadiendo capas y armonías todas las veces que quisiera.
¿Alguna canción específica?
Literalmente todas y cada una, pero te diría que ‘Change’ es la que más armonías vocales tiene.
Has dicho que en el disco estás explorando decisiones estéticas que históricamente han estado muy disponibles para los hombres, pero no tanto para las mujeres, y que tu confianza en el estudio la has construido en torno a estas decisiones.
Es subjetivo. Lo que yo considero un sonido masculino puede no ser lo mismo para otra persona. En mi opinión, hay ciertos sonidos -la pesadez de la producción de bajos y baterías, esa densidad en las frecuencias graves que suena muy potente- que yo solo había escuchado en bandas compuestas solo por hombres. Así que, en mi mente, hice esa conexión: hay ciertos sonidos que se esperan de las mujeres y otros de los hombres. Por eso me propuse hacer el disco más duro que pudiera. Pero está equilibrado, porque también hay temas que me parecen muy femeninos, como ‘Two Times’, que es una canción acústica.
¿Alguna vez has pensado escribir para otros artistas? ¿Te ves en la posición de escribir ficción para otras personas?
Lo he intentado, pero hay dos problemas. Uno: no soy buena, así que no puedo hacerlo. Creo que es una habilidad completamente diferente. Los compositores que se dedican a ello son capaces de escuchar tu historia, procesarla, sintetizarla y escribir una canción contigo. Para mí, escribir no es un ejercicio, es una necesidad. Lo hago porque tengo que hacerlo. El segundo problema es que, si escribo una canción buena para otra persona, me la voy a quedar.
¿Puede ser que los compositores que «procesan sentimientos» de tantos artistas diferentes acaben componiendo canciones genéricas?
Hay distintas formas de ser compositor para otros: algunos escriben canciones que pueden encajar con muchos artistas (pitch writers), y otros hablan directamente con el artista y escriben a partir de lo que han escuchado. Yo lo veo como un trabajo completamente diferente.