En 2013, Britney Spears mató al EDM (música electrónica de baile). O, mejor dicho, mató su idilio con la radiofórmula, ese que durante tantos años invadió la emisoras de todo el mundo, con ‘Work Bitch’. Y lo hizo a lo grande. Tras años de EDM en radios impulsado por el despegue comercial de David Guetta, la consolidación de Lady Gaga y el gran éxito de ‘I Gotta Feeling’ de Black Eyed Peas, entre otras cosas, entonces el EDM ya empezaba a apestar y le había dado tiempo de triunfar imponentemente (‘Born this Way’ de Lady Gaga, ‘Starships’ de Nicki Minaj, cualquier éxito de David Guetta y Calvin Harris), cristalizarse en una obra maestra para los anales (‘Break Free’ de Ariana Grande) y autoparodiarse (‘Gagnam Style’ de PSY). No se podía estirar más el chicle y la mitad de ‘Britney Jean‘ era un compendio de canciones en ese estilo que no podían sonar más anticuadas. Lógicamente, el disco fue un fracaso comercial y de crítica.
Pero ‘Work Bitch’ era otra cosa. Esa canción, más que canción un himno, mató al EDM porque llegó en un momento en que el EDM en el pop estaba moribundo y, en lugar de lanzar una canción pop influida por el EDM como otra más, que hubiera sido lo natural, Britney se arriesgó y sacó una imponente bestia dance para los clubs que, prácticamente, era como la remezcla de una remezcla, una canción cuyo gancho principal era recitado, no cantado, sin apenas melodía, con una estructura extraña sin estribillo, imposible de radiar por sonido y título y solo apta para pinchar en discotecas y sudar en el gimnasio. ¿Cómo iba esto a triunfar en radios y streaming? Britney mató el idilio del EDM con el pop sacando un single que era más EDM que pop. El golpe en la mesa definitivo.
Hoy, tres años después, el nuevo single de Britney, ‘Make Me…’ con G-Eazy, refleja un claro cambio de tendencia hacia otros sonidos. Como esperamos de una artista comercial de su estilo, Britney vuelve a encarnar en su single el sonido de moda del momento y este sonido no podría tener menos que ver con el EDM que tanto abrazó el pop años atrás. El nuevo sonido de la radiofórmula baja los BPM, propone producciones más detalladas y atmosféricas y actuaciones vocales más sutiles y con más espacio para brillar. Es el momento de que la sensualidad y los ritmos pausados ocupen su espacio en las ondas. Pero esto no es gracias a Spears.
De manera bastante obvia, se han erigido como capitanes de esta transformación en el sonido del pop comercial dos hombres que adivinarás al instante, Diplo y Justin Bieber. Desde Major Lazer, el primero obró en ‘Lean On’ junto a DJ Snake y MØ una canción histórica que ha dado lugar a más copias en los últimos meses de las que podamos digerir (entre ellas ‘Kamikaze’ de la misma MØ) y el segundo es, gracias a hits tamaño ‘What Do You Mean?’ y ‘Sorry’ hoy uno de los artistas pop más influyentes del momento. Esta transformación ha tocado cumbre en la colaboración de ambos, ‘Cold Water’ junto a MØ, una desvergonzada copia de ‘Lean On’ cuyo éxito no está tan claro: es posible que la fórmula no se haya agotado todavía, pero también es posible que sí.
Puede que algunos de los mayores éxitos de la actualidad sean notablemente electrónicos y bailables, pero la vulgaridad del EDM se ha disipado en el pop de manera muy definitiva, en parte gracias también a éxitos de Kygo como ‘Firestone’ o, en menor medida, al de Milky Chance con ‘Stolen Dance’. Como apunta The Guardian en su reflexión sobre este cambio de tendencia, el éxito más reciente de Calvin Harris con Rihanna, ‘This Is What You Came For’, no es exactamente ‘We Found Love’. Los ritmos pseudo tropicales marca Kygo tan de moda en los últimos años también le han influido a él y su estribillo es un cortapega de monosílabos que cabalgan sobre un sereno ritmo house precedido por un subidón que nunca llega a su cumbre. Lo «nunca» visto en Harris.
Mientras, en cuanto a pop comercial clásico, los ídolos pop han empezado a interesarse por lo que se ha ido cociendo en el R&B alternativo de Frank Ocean, Jessie Ware, Miguel, Drake, Tinashe y, por supuesto, la última Beyoncé, cuyo último disco es uno de los más vendidos del año. El mismo Drake ha guiado este cambio de tendencia global con éxitos como ‘Hotline Bling’, ‘Too Good’ con Rihanna o el actual top 1 en USA, ‘One Dance’, que también ha llegado a España. La misma Rihanna ha devuelto el dancehall a las radios de todo el mundo con ‘Work’, mientras el R&B espeso de ‘Needed Me’ saluda desde el top 7 norteamericano. No hace falta decir que su último álbum, al contrario que el anterior, no contiene una sola concesión dance. Sin Drake y Rihanna, posiblemente ‘Ain’t Your Mama’ de Jennifer Lopez no sería hoy el éxito que es en nuestro país. ¿Y qué decir del últimos single de Alicia Keys?
Desde la periferia, sin embargo, han sido los mencionados Ocean, Ware y compañía y no otros los que han manipulado la radiofórmula posiblemente sin saberlo siquiera. Ahí está ‘Good for You’ de Selena Gomez, una «slow jam» en la onda de Tinashe o Janet Jackson que nadie esperaba y terminó logrando un top 5 en USA, o los éxitos recientes de Nick Jonas, ‘Jealous’ o ‘Closer’ con Tove Lo. ¿Ha sido ‘Good for You’ el impulsor definitivo del regreso del R&B al pop? Desde luego, parece una influencia clara en ‘Make Me…’ de Britney, que también recuerda al trabajo de Bieber en ‘Purpose’, así como en el nuevo tema de Demi Lovato, ‘Body Say’ (que, recordemos, venía de emular a Katy Perry). Si repasamos el top 100 de éxitos en todo el mundo en Spotify, no tardan en aparecer hits tan compuestos como el hitazo ‘Cheap Trills’ de Sia, ‘Don’t Mind’ de Kent Jonas o ‘Don’t Let Me Down’ de The Chainsmokers.
Como siempre, hay excepciones, y no me refiero a que David Guetta siga produciendo hits como su más reciente con Zara Larsson. Es curioso atender al éxito de ‘Into You’ de Ariana Grande, una canción puramente dance, cuando Grande es y ha sido siempre principalmente una artista R&B. Pero ella también refleja el cambio de modas en su música: desde el R&B con tintes rockeros de Lenny Kravitz en ‘Dangerous Woman’ hasta el colorido tropical house-pop de ‘Be Alright’, obviamente inspirado en Mura Masa, los éxitos de Grande prácticamente resumen lo que ha sido (y está siendo) 2016 en cuanto a pop comercial. Sí, Justin Timberlake tiene un hit disco, pero es que él lo vende todo. Lo que cuenta es que la radio ya no es puro estruendo EDM sino algo más sutil y bonito. Por mí, que sea así por mucho tiempo.