¿Qué la pasa a Jack White? ¿Le hemos perdido? ¿Se la han subido a la cabeza los 12 premios Grammy que ha ganado en su carrera con The White Stripes, The Raconteurs y solo –llama la atención que sea lo primero que se destaca en la bio de su nuevo disco–? Sinceramente, eso es lo que uno piensa cuando escucha ‘Boarding House Reach’, su tercer largo de estudio en solitario. Y mira que ‘Connected By Love’, a pesar de no estar a la altura de ‘Lazaretto’ –la canción– como primer single, tenía su punto, con esos coros gospel y su mensaje de amor comunitario. Pero no.
El resto de este disco, o buena parte de él, está repleto de delirios de grandeza que, sí, se transforman en una ejecución espectacular (la nómina de músicos de sesión listados es ciertamente notable). Pero esa grandeza técnica no se traduce en nada (o muy poco) memorable una vez se cierra el disco con la jazzy ‘Humoresque’. Si acaso, la entrañable melodía de esta, además de lo cuasi-cómico en el espíritu operístico a medio camino de Queen y Prince de ‘Over and Over and Over’, o el bonito country-blues con trasfondo electrónico de ‘What’s Done It’s Done’, resultan de lo poco rescatable del álbum.
La mayor parte del álbum –‘Corporation’, la más resultona de este grupo, ’Hypermisophoniac’, la proto-heavy-rapera ‘Ice Station Zebra’, ‘Respect Commander’– se mueve entre riffs que conducen a jams (al parecer, parte del disco parte de las sesiones de su truncado disco con Jay-Z) con las que se ve que Jack se lo ha pasado pipa en el estudio, produciendo y grabándose a sí mismo y a otros. Cuando no en presuntuosos interludios narrativos –‘Abulia and Akrasia’, ‘Everything You’ve Ever Learned’, ‘Ezmerelda Steals The Show’, con una coartada poco clara– tras los que hay poco más que autocomplacencia. Todos esos devaneos space-synth-blues-jazz-funk esconden una cantidad de canciones inversamente proporcional a su capacidad para mirarse el ombligo o transmitir algo que no sea algún levantamiento de ceja ocasional entre bostezos. Algo que podría tener gracia si se tratara de un experimento puntual y hubiera algo detrás, en lugar de… la nada.
La impresión es que él mismo se ve como un nuevo Miles Davis y a él, por muy buen guitarrista que sea, por ocurrente que resulten algunos de sus trucos, por más pericia que tenga en el tratamiento de sonidos pretéritos, lo que le ha llevado a estar donde está han sido sus canciones. Quizá le iría bien algo más de tiempo dedicándose a producir a otros artistas aplicando esa inapelable riqueza sonora que consigue (se vanagloria de haber grabado el álbum con el mismo equipamiento que tenía cuando era adolescente). Quizá ‘Boarding House Reach’ cobre más sentido en directo como experiencia inmersiva (habrá ocasión de comprobarlo este verano de primera mano, en Mad Cool y Cruïlla), no lo sé, pero desde luego como álbum de estudio es un turrón considerable, aburrido la mayor parte del tiempo, en el que no apetece detenerse lo más mínimo. Y desde luego que, a su lado, ‘Blunderbuss’ y ‘Lazaretto’ parecen hoy obras maestras.
Calificación: 5,5/10
Lo mejor: ‘Connected By Love’, ‘Humoresque’, ‘Over and Over and Over’, ‘What’s Done Is Done’
Te gustará si te gustan: las experimentaciones blues-jazz sin ton ni son, si eres un flipado de la técnica musical.
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