“Rota” tras romper, a finales de 2016, con su prometido Joshua Sasse, Kylie Minogue se encontró incapaz de escribir una sola canción para su nuevo disco hasta que su equipo le propuso experimentar con el country y viajar a Nashville. En un viaje de dos semanas a la capital de la música country durante el verano de 2017, Kylie consiguió escribir tres canciones, se enamoró de las calles y bares míticos de la ciudad y terminó grabando allí la mayoría de este ‘Golden’ que llega a las calles hoy 6 de abril, 4 años después de su última entrega, ‘Kiss Me Once’.
Es fácil menospreciar ‘Golden’ arguyendo que se suma a la moda country actual en el pop, ya que llega en un momento en que casi todo el mundo -desde Kesha a Justin Timberlake pasando por Miley Cyrus y Lady Gaga– está reclamando parte de esta estética para vender algún tipo de autenticidad. Pero afortunadamente, Kylie no ha querido aburrirnos disfrazándose de artista seria y ha buscado hacer un disco bailable, con alguna balada, que sonara “como Dolly Parton en una discoteca”. El primer single ‘Dancing’ no ha calado comercialmente (tampoco es ‘Baby I’m Burnin’’), pero se ha revelado como un “grower” gracias a un estribillo eufórico y alegre que podría aludir a la muerte en su letra “cuando me vaya, me quiero ir bailando”. El resto de canciones de ‘Golden’ se basa en esa unión entre baile y melancolía, por ejemplo el acertado segundo single, ‘Stop Me from Falling’, o la agridulce ‘A Lifetime to Repair’, en la que Minogue lamenta que “Cupido ya no me ama como antes” y que “si me vuelven a hacer daño, necesitaré una vida para recuperarme”.
De ‘Golden’ hay que celebrar que Minogue haya hecho un álbum homogéneo, basado en un solo estilo, como ‘Fever’ y ‘Aphrodite’, aunque en este caso más Avicii que Taylor Swift circa 2012; que la australiana sea co-autora de todas las canciones, algo que no pasaba desde ‘Impossible Princess’, en lugar de haber aceptado descartes que llevaban años metidos en un cajón de la “songwriting camp” de turno, y que en su decimocuarto trabajo se haya centrado en las melodías, al publicar un disco de canciones clásicas que funcionarían en cualquier estilo, desde el acústico hasta el ochentero, como demuestra el curioso remix de Initial Talk de ‘Dancing’, que parece un hit perdido de Stock, Aitken & Waterman (autores de los clásicos de Kylie de los 80).
Pero ‘Golden’ no está exento de defectos. El principal es la producción. Minogue ha trabajado en ‘Golden’ con Nathan Chapman, productor de Taylor Swift, pero también con profesionales del EDM como Sky Adams y Jesse Frasure (que ha trabajado con numerosos artistas country, como Florida Georgia Line y Luke Bryan), entre otros productores asociados al pop (Samuel Dixon, Eg White). Y sin embargo, el acabado del disco podría haber sido muchísimo mejor. La voz de Kylie y los instrumentos suenan sucios y estridentes, las bases electrónicas, no demasiado sofisticadas, y ninguno de los dos elementos parece integrarse demasiado el uno con el otro. ¿Dónde está el alma de Nashville en una balada tan emotiva como ‘Radio On’? Es una pena que esta y la lúgubre ‘Music’s Too Sad without You’ con Jack Savoretti (¿no está Nick Cave por aquí metido?), dos de las mejores canciones del disco, sencillamente suenen tan mal. De hecho, Kylie reconoce que se grabaron pocas tomas vocales para el disco: “nos gustó la imperfección, la calidad humana de las canciones”. Pero la imperfección puede sonar bien y no es el caso.
Aunque las mejores canciones de ‘Golden’ se salvan a pesar de la producción, no es el caso de temas menos inspirados como ‘L.O.V.E.’ o ‘Live a Little’, que carecen de un estribillo potente (el segundo, además, suena mal producido), y aunque el “honky tonk” meets baile de ‘One Last Kiss’ y la balada para sus fans ‘Sincerely Yours’ están bien, el nivel al que operan es discreto. Especialmente extraño es el caso de ‘Golden’, la canción titular, el tema con guiño a Morricone que ha abierto los recientes directos íntimos de Kylie por Europa (con exitosa parada en Barcelona) y que en vivo sonaba emocionante y a clásico, pero que en disco se pierde en su producción electrónica llena de palmas, castañuelas, chasquidos y guitarras western que no suena rica sino espesa. La concesión disco del álbum, ‘Raining Glitter’, ofrece un respiro al estilo que impera en el álbum y es pegadiza, pero esos hórridos “whoop!” intermitentes que suenan grabados con un teléfono no le hacen ningún favor.
En la edición deluxe de ‘Golden’ encontramos algún buen tema como ‘Lost without You’, pero nada especialmente memorable, y es ese el mayor problema del disco, que en demasiadas ocasiones se queda en un punto intermedio entre ser muy bueno y muy malo. A pesar del riesgo que ha tomado Kylie apropiándose del sonido de Nashville y llevándolo a su estilo de baile despreocupado, una gran parte de ‘Golden’ pasa sin pena ni gloria por nuestros oídos, conformando uno de los trabajos más coherentes de la carrera de Kylie, pero también uno de los menos pegadizos o impactantes, y sin duda también uno de los peor producidos. En busca de oro, en ‘Golden’, Minogue sobre todo ha encontrado bronce.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Dancing’, ‘Stop Me from Falling’, ‘Radio On’, ‘A Lifetime to Repair’, ‘Raining Glitter’, ‘Music’s Too Sad without You’
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