Giorgio Moroder la lía pinchando ‘Despacito’, EDM y autotroleándose un poco

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Giorgio Moroder la lía pinchando ‘Despacito’, EDM y autotroleándose un poco

Giorgio Moroder era anoche la gran estrella invitada de las Noches del Botánico en Madrid, precedido de la actuación del dúo Delaporte, que se mostró encantado de telonear al gran icono de la música disco. Formado por la española Sandra Delaporte y el italiano Sergio Salvi, el dúo desplegó un repertorio compuesto por ritmos R&B, dubstep y otras cuasi modernidades electrónicas que en ocasiones es un shock escuchar en castellano. En muchos sentidos parecen una versión actualizada e hispanoitaliana de los primeros Hooverphonic o Kemopetrol. Les acompañó sobre el escenario una piña que forma parte de su iconografía. Su único single en Spotify, ‘Juice’, está en inglés, y su primer EP sale el 22 de septiembre. El 21 de octubre vuelven a tocar en la Sala Arena como parte del ciclo Mad Town.

Pero la estrella de la noche era Giorgio Moroder y el productor la lio prácticamente nada más salir. La cosa ya prometía cuando fue él mismo quien salió junto a su esposa para conectar las proyecciones de su MacBook con la pantalla tras de sí. Al parecer, nadie podía encargarse de tan poco glamouroso cometido de una manera más discreta, o quiso hacerlo él por ahorrarse unos euros. Pinchó «pantalla completa», le dio al «play», desapareció con su mujer y volvió a salir ya él solo para pinchar la primera canción, ‘Love To Love You’, uno de los clásicos que co-escribió junto a Donna Summer y Pete Bellotte. Las proyecciones se componían básicamente de su figura vestida de italo disco y lyric videos para poder corear las canciones. ¡Bien! Sin embargo, la segunda canción que aguardaba era nada menos que una remezcla de la controvertida ‘Despacito’.

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El productor ya había avanzado durante una entrevista con JENESAISPOP el día anterior que iba a pinchar el hit de Luis Fonsi y Daddy Yankee, aunque atribuyéndoselo sólo a Justin Bieber. Hubo abucheos, nada realmente escandaloso, pero sí lo suficiente para que Moroder llegase a hacer una pose desafiante o de extrañeza -no sabría decir- con las manos. Tampoco fueron muy bien recibidas las múltiples canciones de Calvin Harris seleccionadas para su sesión: ‘This Is What You Came For’ con Rihanna o ‘How Deep Is Your Love’ con Disciples. Hubo quien optó por sentarse a modo de protesta y quien gritó abiertamente «¡No quiero esto!». De manera paralela a esta performance a mi lado, también hubo quien bailó, pero el ambiente verbenero ya era inevitable. No creo que Moroder pinchara ni una sola mala canción anoche, pero es cierto que quien hubiera acudido esperando una sesión de refinada disco music, solo conocería el agrio camino de la decepción.

Aunque hubo muchos momentos de celebración. Fueron, claro, cuando sonaron sus producciones. ‘Hot Stuff’, ‘Flashdance… What a Feeling’, ‘Scarface (Push It To The Limit)’, ‘The NeverEnding Story’, ‘On the Radio’, ‘Take My Breath Away’… su colección de hitazos es de órdago y especialmente cuando Donna Summer aparecía en las pantallas o se recuperaban imágenes de las bandas sonoras de sus películas, el público se venía muy arriba. A juzgar por la buena reacción cuando seleccionaba alguna producción ajena de los años 70, como fue el caso de la seminal ‘Le Freak’ de Chic, mi sensación es que Giorgio Moroder habría dejado un sabor de boca mucho mejor si hubiera pinchado una selección únicamente de música disco.

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Sin embargo, hay que recordar que Moroder manejó siempre cifras millonarias. Lo suyo iba de colocar temas en el top 10 del Billboard Hot 100, vender millones de 12″, producir millones de ingresos en dólares y ganar Oscars así en plural (en serio). Aunque sus producciones fueran vanguardistas e inusualmente avanzadas, no fue una prioridad para él rebuscar en el underground y quizá es más normal que de pinchar algo del siglo XXI eso sea Calvin Harris -un productor muy infravalorado por la crítica, por otra parte- y no un productor nuevo que solo conozca Annie Mac (además, el hip-hop le gusta lo justo). Es curioso que un día tituláramos, medio en broma, que Giorgio Moroder fue el David Guetta de su generación. Enfadamos a unos cuantos lectores, pero ni nosotros vaticinamos cuán en serio íbamos: Moroder pinchó anoche ‘Dangerous’.

Con tiros propios como ’74 is the New 24′ o una ‘I Feel Love’ acortada, como tantas otras, en lo que casi parecía otro ejercicio de autotroleo (¡pero si lo que molaba era que era eterna!), la noche fue llegando a su fin, dejando dos anécdotas más para la historia: la presentación de su colaboración con Daft Punk (contó en perfecto castellano que le llamaron «desde Marte»), «My name is Giovanni Giorgio, but everybody calls me Giorgio», y la final ‘Call Me’, que decidió repetir a modo de bis, con el consentimiento de su mujer, que volvió a salir a escena. Uno más -el hit con Blondie- de los momentos en que Moroder decidió usar el micrófono para entonar temas con su propia voz. Una noche con sus más y sus menos, pero muy divertida, desarrollada en un «marco incomparable» (el Jardín Botánico de la Complu), y en la que si algo no moló, no pasa nada. Él mismo, a sus 77 años, reconoce por ejemplo que su último álbum no estaba a la altura. Ya quisieran muchos su capacidad autocrítica y su legado, que bien le sirve para hacer lo que le dé la real gana. 6.

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