LCD Soundsystem / American Dream

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LCD Soundsystem / American Dream

american-dreamJames Murphy y los suyos lo tenían difícil esta vez, y más después de declaraciones como aquellas de hace apenas unos días en las que el cerebro de LCD Soundsystem no tuvo pudor en disimular lo que muchos ya sospechábamos: que aquel concierto del 2 de abril de 2011 en el Madison Square Garden de Nueva York (junto al disco en directo y el documental ‘Shut Up and Play the Hits’) se vendió adrede como una falsa disolución para atraer al máximo número de fans y “despedirse” colgando el cartel de entradas agotadas. Kiss, The Who, o la propia Cher también han hecho exactamente lo mismo. No obstante, el regusto de engaño de Murphy duele más de la cuenta porque, a pesar de ser en apariencia un outsider de la industria, tenía muy interiorizada esa lección de mercadotecnia musical que apuesta por las giras de despedida no sólo como una forma de engrosar más ceros a la cuenta corriente, sino como una inversión a medio-largo plazo de cara a una hipotética vuelta. Todo estaba muy, pero que muy orquestado. Que te tomen el pelo de esa forma tan descarada nunca es del agrado de nadie, por muy fan que se sea.

Perdonarles o no es algo que depende de cada uno, faltaría más, pero sí es cierto que ‘American Dream’, el nuevo disco que Murphy ya nos prometió en enero de 2016 cuando anunció su vuelta a la carretera, hace algo más fácil el mal trago al fan. Vaya por delante que este no es ni mucho menos el mejor disco de LCD hasta la fecha, ni el más incendiario al carecer de la emergencia de temas como ‘Movement’ o singles que desde la primera escucha suenen a éxito rutilante. Decantándose en esta ocasión por una estética sonora tanto post-punk como downtempo (aunque se cuele en su hora de duración piezas electro como la ya conocida ‘Tonite’ o una ‘Other Voices’ funky marca de la casa que le sirve a Nancy Whang para cantar los únicos versos del largo), ‘American Dream’ es más un trabajo para degustar con una copa de vino en casa que para bailarlo como si no hubiera un mañana.

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Nadie que haya seguido a la banda desde sus inicios se encontrará con algo realmente novedoso en cuanto a sonido aquí, pero eso no le resta méritos a estas nuevas canciones que temáticamente, a pesar de lo crípticas que pueden parecer de primeras, le han servido a Murphy para sacar a flote muchos más fantasmas personales de lo que nos tenía acostumbrados. Los sueños, sin ir más lejos, aquí cobran un papel protagonista. Aunque lejos de ser interpretados freudianamente, Murphy nos viene a decir a lo largo del disco que los sueños, sueños son y que no hay necesidad de torturarse o darle más vueltas al asunto una vez despertamos. Ahí está ‘I Used To’ o el tema titular, en el que vuelve a hablar de lo que supone ser estadounidense en nuestros días tras haber tratado el tema, por ejemplo, en ‘North American Scum’.

‘American Dream’, la canción, también incluye otro leit motiv que con anterioridad Murphy ha explotado en piezas como ‘All My Friends’ o ‘Losing My Edge’: la edad y el paso del tiempo. En la muy Devo ‘Emotional Haircut’ habla sobre como un rockero entrado en años quiere aferrarse a lo que ya fue, incapaz de deshacerse de aquellos números de teléfono que le llenan la memoria del móvil y que siempre estarán ahí para recordarle con quién se relacionaba pretéritamente. Esa bien podría ser su historia atendiendo a que él probó las mieles del éxito no precisamente siendo un chavalín, pero la canción en concreto (y el disco en general) viene en realidad a decir que no hay que arrepentirse por nada que hayamos o no hecho, sino simplemente seguir adelante con la cabeza bien alta. ¿Entra dentro de este arrepentimiento el vociferar a los cuatro vientos y hacer caja de la falsa disolución de la banda? La respuesta, de alguna manera, la hallamos en ‘Change Yr Mind’.

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Por otro lado, si una canción realmente sorprende para bien por la mala baba y la bilis que se gasta es la imprescindible ‘How Do You Sleep?’, la más electrónicamente tétrica y épica del lote, con ese manto de sintetizadores hipnóticos que van de menos a más en sus más de nueve minutos de duración. Murphy, muy elegante él, en ningún momento se atreve a dar nombres, pero no hay que ser ninguna lumbrera para saber que la víctima de sus dardos es su antiguo amigo y co-fundador del sello DFA, Tim Goldsworthy, a quien demandó en 2013 y, por lo que parece, no quiere saber absolutamente nada de él.

Aunque hay más. Más allá de esas comparaciones que algunos trazaron entre la siempre reivindicable ‘Call the Police’ con U2 (cogido con pinzas, aunque el ramalazo ahí está), ‘American Dream’ le ha servido a Murphy para homenajear más que nunca a muchos de esos héroes de infancia que mencionó en ‘Losing My Edge’. La apertura de ‘Oh Baby’ irremediablemente nos hace vislumbrar el ‘Dream Baby Dream’ de sus admirados Suicide; la ya mencionada ‘How Do You Sleep?’ bien podría haber nacido de la mente de Joy Division, y ‘Change Yr Mind’ es puro Talking Heads aderezada con la guitarra del ’Fashion’ de David Bowie. Precisamente, el fantasma de Bowie se manifiesta en el cierre de ‘Black Screen’, una pieza en la que Murphy (sin nombrarle) recuerda cómo se sintió cuando éste le contactó para colaborar en ‘Blackstar’ y lo mucho que lamenta no haberle tratado aún más cuando estaba vivo.

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Nadie puede achacar a Murphy y a su banda que este es más que un digno sucesor de los tres discos que alimentaron su leyenda. Musicalmente podría esperarse un mayor riesgo, aunque la sustancia del álbum en realidad está en sus letras, los pequeños detalles y los homenajes que deambulan a lo largo de sus diez canciones. Hay motivos para perdonarle la farsa de hace seis años, pero por su bien (y su legado) esperamos que haya aprendido la lección y sepa mantener la boca cerrada a partir de ahora centrándose en lo que mejor sabe hacer.

Calificación: 8/10

Lo mejor: ‘Change Yr Mind’, ‘How Do You Sleep?’, ‘Call the Police’

Te gustará si te gustan: los LCD menos bailables y más post-punk, así como analizar con lupa los mensajes ocultos que se esconden en sus letras.

Escúchalo: Spotify

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