¿Es posible que un grupo pierda tanto la perspectiva de su propio trabajo que escoja los adelantos equivocados? ¿Que Chvrches hayan elegido ‘Never Say Die’ y ‘Miracle’ simplemente arrastrados por la excitación de haber dado con una nueva veta en su sonido? Desde fuera y tras dos primeros singles como ‘Get Out’, que se reveló como un buen grower, y ‘My Enemy’, el taciturno pero elegante medio tiempo a dúo con Matt Berninger (The National), los avances tercero y cuarto de ‘Love Is Dead’ parecen una decisión promocional mala o muy mala, puesto que han desinflado las expectativas de muchos fans convencidos, y propiciando, presumiblemente, que algunos hayan visto el momento propicio para hacer sangre.
Quizá la elección de Greg Kurstin como productor –atinada, en cuanto a que hace brillar el lado más pop del grupo–, su esfuerzo por poner un acento social en sus letras –que, por más que les pese, vienen a ser lo de menos en este caso– y la dudosa elección de ‘Miracle’ –el único tema que no produce Kurstin sino Steve Mac y que, en medio del disco, confirma que se trata de una buena idea melódica echada a perder por un coro horrible, totalmente impropio de ellos– haya despistado más de la cuenta. Y la airada respuesta de Lauren Mayberry a la crítica de Stereogum puede ser excesiva, pero puedo entenderla cuando ella sabe bien que este es un gran disco, lleno de canciones fantásticas de pop electrónico ajeno a modas (al menos la mayor parte de él).
‘Love Is Dead’ es un huracán de buen pop como lo fueron ‘The Bones of What You Believe’ y ‘Every Open Eye’. De sonido prístino y melodías certeras, heredero de A-Ha, ABC o Depeche Mode pero perfectamente contemporáneo. Punto. Eso es lo que transmite el furioso arranque con ‘Graffiti’, refrendan poco después con euforia ‘Deliverance’, ‘Forever’ y ‘Graves’ (que equilibra maravillosamente a Kavinsky con Taylor Swift), y rematan ‘Heaven/Hell’, ‘God’s Plan’ (con Iain Cook a la voz, se aproxima a los momentos pop de Trentemøller y Moderat) y la melancólica/eufórica ‘Wonderland’ como broche final. Siempre se puede pedir más, claro, pero ¿no resulta un poco mezquino no dar las gracias por tanto?
Puede ser cierto que el llamamiento a la concienciación político-social de Lauren, Iain y Martin resulte algo naif, con frases como “vivimos en un país de las maravillas, como si no tuviéramos las manos manchadas de sangre” o “no puedo vivir siempre con mi cabeza y mi corazón en las nubes” (‘Wonderland’), como “buscamos ángeles en el cielo más oscuro, diciendo que esperábamos más” o “necesito que sepas que no estoy pidiendo un milagro, pero si el amor es suficiente ¿podrías demostrarlo?” (‘Miracle’). ¿Sería mejor que siguieran hablando de amor y desamor –como buena parte del disco, por otra parte– y nada más? ¿O preferimos que sean absolutamente intrascendentes e inofensivos? Definitivamente, ¿no estamos dando demasiada importancia a lo que nos cuentan?
Centrándonos en la música y de una manera más global, a Chvrches sólo cabe echarles en cara que hayan errado con el tratamiento de ‘Miracle’ –sorprendentemente, ‘Never Say Die’ gana insertado en el contexto del álbum– y, quizá, que su secuencia no sea la mejor posible –‘Really Gone’ hubiera sido un gran cierre melancólico, tanto que cuesta recuperar la atención para ‘Wonderland’–. Ojalá que su público se olvide de las circunstancias externas y menores (¿cómo es posible, entre 4 adelantos, no escoger ni una de las canciones más representativas del disco?) y se centre en lo importante, sus canciones, para darse cuenta de que ‘Love Is Dead’ está a la altura de los dos primeros discos de Chvrches y disfrutarlo tanto como pide.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Graves’, ‘Deliverance’, ‘Forever’, ‘Graffiti’, ‘My Enemy’, ‘Get Out’
Te gustará si: tienes playlists en las que suenen indistintamente Moderat, Taylor Swift y Kavinsky
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