Cine

Las mejores películas de 2018

1.-The Florida Project, Sean Baker

Aunque se estrenó hace casi un año, ‘The Florida Project’ es de esas películas que se te pegan al corazón como una calcomanía al brazo de un niño. Solo por el antológico final, sin duda uno de los grandes momentos cinematográficos del año, merece encabezar este top. Sean Baker, autor de la también estupenda ‘Tangerine’, nos muestra lo que no suele mostrar Hollywood: la América pobre y desarraigada que (sobre)vive en las cunetas de la opulencia estadounidense. Un mundo miserable y degradado que permanece a la sombra del resplandeciente castillo de Disney. Pero Baker no sermonea ni lloriquea repantigado en la silla de director, sino que se tira al suelo y pone la cámara a la altura de los niños protagonistas para extraer toda la verdad, toda la emoción y toda la belleza que permanecen ocultas entre las paredes color violeta de un motel de extrarradio. Una maravilla.

2.-Roma, Alfonso Cuarón

No podía faltar. ‘Roma’ es el peliculón con el que Netflix pretende poner patas arriba la industria del cine. Alfonso Cuarón ha realizado un ‘Amarcord’ para el siglo XXI; una síntesis perfecta entre cine de autor y mainstream, virtuosismo técnico y sensibilidad dramática, exuberancia formal y narración íntima, y entre la Historia con mayúsculas (México durante las revueltas estudiantiles de principios de los setenta) y las pequeñas historias cotidianas de amistad, (des)amor, conflictos domésticos y diferencias sociales. Una película de exquisita caligrafía visual, con unos encuadres amplísimos y una enorme profundidad de campo, que alcanza la perfección en dos secuencias inolvidables: la manifestación y posterior visita al hospital, de una potencia expresiva y emotiva insuperable, y el travelling lateral, que entra y sale del mar, en la fabulosa secuencia de la playa. Obra maestra.

3.-Call Me By Your Name, Luca Guadagnino

La gran película romántica estrenada en 2018. Un prodigio de sensibilidad expresiva y contención narrativa que tiene en la interpretación de Timothée Chalamet uno de sus puntos fuertes. Lo de este joven actor es brutal. Y es brutal no solo en esos maravillosos veinte minutos finales. Lo es también cuando expresa la introversión de su personaje y lo poco adaptado que se ve entre sus iguales. Lo es cuando expresa con su actuación el proceso de enamoramiento que en el libro se narra, y que parecía imposible de trasladar a la pantalla. Lo es cuando finge un torpe desinterés para que Oliver no perciba lo mucho que se está abriendo y lo vulnerable que se siente en ciertas conversaciones. Lo es en el comentadísimo momento melocotón. Y lo es, por supuesto, en ese plano final que por sí solo ya le haría merecedor de todos los galardones del año.

4.-El hilo invisible, Paul Thomas Anderson

Tras la controvertida ‘Puro vicio’, que polarizó a crítica y público, Paul Thomas Anderson abandona el estilo rocambolesco de su anterior filme para abordar de forma más “clásica” la historia de Reynolds Woodcock, un diseñador londinense que durante los años 50 era de los más prestigiosos de la ciudad. Cuando el señor Woodcock conoce a Alma, una camarera extranjera, no tarda en convertirse en su modelo, musa y amante. Anderson crea un detallado y retorcido estudio de la relación de pareja, analizando casi de manera psicológica cada gesto o cada movimiento de sus personajes. Si en ‘The Master’ el telón de fondo era el mundo de las sectas, en esta es el mundo de la moda, pero ambas tienen en común que lo que verdaderamente importa: los “hilos invisibles” y poderosos que nos unen a otras personas. Y esos hilos no son siempre comprensibles, ni siquiera racionales.

5.-120 pulsaciones por minuto, Robin Campillo

El desprecio o el rechazo que podía causar que en los 90 un colectivo de personas LGTB enfermas trataran de rebelarse contra el sistema y hacerse visibles, está plasmado en la película de Robin Campillo con pequeñas pinceladas. Pero ‘120 pulsaciones por minuto’ no trata sobre ese rechazo, sino sobre la voluntad de seguir adelante. El filme es un homenaje a todos aquellos que lucharon para que no se perdieran más vidas, para que se regulara un sistema de cuidados a los afectados, y por concienciar sobre el sexo con protección, entre otras cosas. Una labor de auténtica filantropía, ya que estaban trágicamente destinados a una muerte casi segura, y aun así, siguieron luchando sin dejar que nunca se apagaran sus voces. El trabajo de estos activistas es de una heroicidad inmensa, y Campillo regala un emocionante y sentido testimonio fílmico de agradecimiento y de amor a todos ellos.

6.-Burning, Lee Chang-Dong

‘Burning’ es la adaptación de ‘Quemar graneros’, uno de los relatos que componen el volumen ‘El elefante desaparece’, escrito por Haruki Murakami. El cuento, inspirado en el famoso ‘Incendiar establos’ de William Faulkner, tiene apenas una decena de páginas, pero Lee Chang-Dong lo ha convertido en una película de dos horas y media. El director ha cogido una historia melodramática como las que surcan toda su filmografía, y la ha incendiado con un mechero utilizando elementos de thriller como combustible. El resultado de este incendio es una cautivadora película de misterio, lucha de clases y ardor romántico. Como es habitual en el cine del cineasta coreano, su atmósfera y narrativa, llena de sugerentes elipsis, nos va atrapando hasta conseguir que los 150 minutos que dura la película nos parezcan tan cortos como el cuento de Murakami.

7.-The Rider, Chloé Zhao

La idea de ‘The Rider’ se le ocurrió a Chloé Zhao tras conocer a Brady Jandreau, un joven jinete que se había partido el cráneo al caerse en un rodeo y que, por culpa de las secuelas, ya no podía hacer lo único que le gustaba y sabía hacer bien: montar a caballo. De ese conflicto, de ese trauma físico y emocional, nace esta película. La directora narra la peripecia vital de este jinete sin caballo mezclando constantemente la realidad con la ficción, la imagen documental con su reconstrucción dramática, las personas con los personajes. La película está interpretada por los propios protagonistas de la historia: Brady Jandreau, su familia (su padre y su hermana con síndrome de Asperger) y sus amigos, incluido Lane Scott, otro jinete accidentado que terminó en una silla de ruedas y casi sin capacidad de habla a causa de una gravísima lesión cerebral.

8.-Quién te cantará, Carlos Vermut

‘Quién te cantará’ es una gran película porque sabe darnos lo que Almodóvar no termina de redondear desde hace casi una década. Carlos Vermut no adopta particularmente su estética ni mucho menos su sentido del humor o de la cotidianeidad, pero sí algunos de sus trucos: Eva Amaral canta las inmensas escenas musicales de Eva Llorach recordándonos al juego entre Luz Casal y Miguel Bosé en ‘Tacones lejanos’ (la escena de ‘Procuro olvidarte’ de Manuel Alejandro, y la recuperación de dos temas inesperados de Najwa son muy grandes); desde luego esta cinta vuelve a ser eminentemente femenina, con un reparto en el que destaca también Carme Elías; tiene música de Alberto Iglesias; y sobre todo recurre a algunos de los mejores trucos estructurales de ‘Volver’ o ‘Todo sobre mi madre’ para conectar personajes y diferentes generaciones en busca de justicia poética… o de un dramatismo que realce traumas, sacando a la luz toda nuestra mediocridad.

9.-Lázaro feliz, Alice Rohrwacher

La película que ha consagrado a Alice Rohrwacher: premio en el festival de Cannes (Mejor guión, escrito por la propia Alice) y triunfo en el de Sitges (Premio especial del jurado, Premio de la crítica y Mejor película del jurado joven). ‘Lazzaro feliz’ es un filme felizmente a contracorriente. En tiempos donde es más fácil hablar desde una (cómoda) postura nihilista, airada o derrotista, viendo a tu prójimo como un enemigo a batir, expulsar o destruir, la directora resucita, como el Lázaro bíblico, conceptos que parecen muertos, como la empatía y la ternura. Un combativo discurso que aparece encarnado en un personaje inolvidable: Lazzaro, un santo laico (interpretado por el actor no profesional Adriano Tardiolo, afectado con síndrome de Asperger), que observa todo con ojos inocentes y candorosos. Y es que, en mundo cínico y egoísta, la bondad es el mayor gesto revolucionario.

10.-Cold War, Pawel Pawlikowski

Hace ya cinco años desde que Pawel Pawlikowski deslumbrara a la cinefilia mundial con ‘Ida’ –su primera película en polaco (y en blanco y negro)-, una auténtica proeza fílmica que le llevó a conseguir merecidamente el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Con ‘Cold War’ repite estética y vuelve al pasado de su país natal, esta vez una década antes que su anterior obra, ya que transcurre en su mayor parte en los años 50, durante la Guerra Fría. En ella, plasma el apasionado e imposible romance entre un director de casting de un programa de bailes y cantos regionales y una joven aspirante a cantante. Pawlikowski filma en 1.37:1 (un formato ligeramente más ancho que un cuadrado), y recupera la estética del cine clásico. Pero el verdadero mérito de esta película es que nunca se siente como antigua o pasada de moda, sino que mantiene el encanto de las producciones de antaño siempre con un pie en el presente. Quizá ‘Cold War’ no llegue al nivel de ‘Ida’, pero se trata de otra preciosidad a reivindicar. La mejor película musical estrenada en España este año.

11.-Hereditary, Ari Aster

La ópera prima de Ari Aster es de esas películas que parecen destinadas a ser de culto, y no porque ese sea el principal objetivo de su director, sino porque realmente, sin pretenderlo, lo tiene todo para conseguirlo. El género de terror es uno de los más difíciles a la hora de explorar nuevos terrenos narrativos, y desgraciadamente, la mayoría de cintas están repletas de lugares comunes y funcionan –si es que lo hacen- como un mero entretenimiento, sin ir mucho más allá. ‘Hereditary’ es como una mezcla explosiva entre el James Wan de ‘Expediente Warren’; algunos de los temas claves de ‘Babadook’ como la maternidad o la pérdida; y la atmósfera densa y pausada de ‘La bruja’. Todo ello siendo algo único y original. El resultado es una película de terror de autor que merece ser experimentada y que pide a gritos un segundo visionado.

12.-Un asunto de familia, Hirokazu Koreeda

La flamante Palma de Oro de este año es una de esas obras que definen una carrera. Hirokazu Koreeda parte de un tema que lleva obsesionándole durante toda su filmografía, y desde el principio se puede percibir el sello del autor en plena forma. Cada plano desborda humanidad y una sensibilidad muy especial, marca de la casa. Las situaciones dramáticas se combinan con toques humorísticos y profundamente tiernos. ‘Un asunto de familia’, al igual que la mayoría de películas de su autor, es como asomarse por una ventana y ver la intimidad de una familia. Koreeda hace poesía de lo cotidiano mediante su ritmo pausado y su absoluta empatía a sus personajes. Es uno de los trabajos más logrados de un autor que no deja de sorprender –y conmover- en cada película con su humanismo y ternura. Incluso si lo que cuenta es dramático, el cine de Koreeda tiene siempre esa rara cualidad de reconciliarnos un poco con el mundo.

13.-Yo, Tonya, Craig Gillespie

Craig Gillespie comienza su biopic sobre la vilipendiada patinadora Tonya Harding con un aviso que es toda una declaración de intenciones. En vez del típico “Basada en hechos reales”, ‘Yo, Tonya’ está basada en los testimonios “extremadamente contradictorios” de la patinadora y su marido. Sobre esa capa de fina ironía, el director se calza los patines y comienza a deslizarse haciendo “axel triples” uno tras otro: pasos en forma de falso documental, giros llenos de humor negro, saltos y caídas típicos de dramón familiar, codazos de sátira social, pausas para dirigirse al público y virtuosas piruetas de película deportiva. El número es el de siempre: ascenso, caída y redención. Pero está ejecutado con un gran sentido del ritmo (el montaje es fabuloso), una enorme inventiva estilística y un buen equilibrio entre la ponderación del personaje y su reprobación. Todo un mérito en un subgénero con reglas demasiado fijas y márgenes de innovación muy estrechos.

14.-Custodia compartida, Xavier Legrand

El debut en el largometraje del francés Xavier Legrand es una de las películas más terroríficas del año aunque no sea de género de terror, un intenso drama familiar que se transforma en una estremecedora historia de terror con ecos de ‘El resplandor’. El director consigue sortear las trampas sentimentales de los temas de “candente actualidad” empuñando la sutileza como potente arma expresiva. Una mirada de soslayo en una reunión familiar, una inquietante llamada de madrugada o un aparente gesto de cariño (nunca un abrazo ha resultado tan violento e incómodo como en esta película), son más elocuentes y dicen más sobre una trágica realidad doméstica que cientos de dramas de denuncia con discursos llenos de lugares comunes pero vacíos de contenido. El director maneja con sabiduría la tensión narrativa consiguiendo un crescendo dramático que explota en un final angustioso de los de meterte debajo de la manta.

15.-Tres anuncios en las afueras, Martin McDonagh

Solo por la oscarizada interpretación de Frances McDormand, que borda su papel de airada madre en busca de justicia/venganza, merece la pena ver ‘Tres anuncios en las afueras’. Pero no hay que olvidar a los secundarios, todos magníficos: el también oscarizado Sam Rockwell, Woody Harrelson, Peter Dinklage, Caleb Landry Jones…; el portentoso guión de Martin McDonagh, plagado de giros inesperados, estimulantes cambios de tono, diálogos ágiles y unos personajes llenos de complejidad psicológica y matices dramáticos; y la fabulosa banda sonora de Carter Burwell, compositor habitual de Todd Haynes y los hermanos Coen, que consigue que secuencias como la del inicio, cuando McDormand llega a cámara lenta a la agencia de publicidad, tenga tanta fuerza e intensidad dramática como un forastero entrando en un salón de un pueblo del Oeste.

16.-Lean on Pete, Andrew Haigh

Hay directores que con cada película construyen un pequeño universo que dialoga perfectamente con sus trabajos anteriores. Es el caso del británico Andrew Haigh, director de las aclamadas ’45 años’ y ‘Weekend‘. La sensibilidad y el talento demostrados con estas dos obras no tardaron en impulsarle hacia un más que merecido reconocimiento mundial. Con ‘Lean on Pete’, su último largometraje, viaja a Oregón para adaptar la novela homónima de Willy Vlautin en la que Charley, un adolescente, debe ganarse la vida como puede para sobrevivir. El filme es uno de los “coming of age” más duros y brillantes que se han podido ver en mucho tiempo. Una mirada a la adolescencia en una situación extrema. Todas las debilidades, las dudas, las inseguridades y los miedos propios de esta etapa mezclados con una voluntad férrea por vivir dignamente, por seguir adelante y por buscar a alguien que te ofrezca cariño y estabilidad, están plasmado a la perfección con la habitual sensibilidad desbordante de Haigh.

17.-Isla de perros, Wes Anderson

Lo que hace grande a ‘Isla de perros’ es que siempre aporta mucho más de lo que a simple vista pueda parecer. Evidentemente no es la típica película infantil, pero tampoco está dirigida en exclusiva a una audiencia adulta. Hay un punto intermedio que la hará accesible a ambas partes, ya que sabe ofrecer lo necesario para satisfacer a todo tipo de público. Visualmente es un prodigio, como ya es habitual en todas sus películas. Ya no es solo que demuestre un dominio total de la técnica del stop-motion, sino que logra una expresividad rara vez alcanzada en el cine de animación. La paleta de colores escogida es otro de los grandes aciertos que ayudan a ello junto con otra excelente banda sonora de Alexandre Desplat. ‘Isla de perros’ se corona como uno de los trabajos más inspirados, divertidos y completos que nos ha dado Wes Anderson (y su dream team) hasta la fecha. Una suerte de fábula política rebosante de la característica gracia y sensibilidad marca de la casa.

18.-El reino, Rodrigo Sorogoyen

La confirmación del talentazo de Rodrigo Sorogoyen. El director de ‘Que Dios nos perdone’, declarado admirador de Martin Scorsese y Paul Thomas Anderson, ha hecho en el comienzo de ‘El reino’ su particular homenaje a los dos célebres planos secuencia de ‘Uno de los nuestros’ y ‘Boogie Nights’. Manuel López-Vidal, el político que interpreta de forma sensacional Antonio de la Torre (a quien después de seis nominaciones este año no creo que se le escape el Goya a mejor actor principal), entra en un restaurante de playa por la cocina, coge una bandeja de carabineros como si estuviera en su casa y se reúne con sus colegas de partido en la mesa donde están comiendo. El virtuosismo de la puesta en escena junto a la música techno de Olivier Arson (ex McEnroe), que acompaña toda la película de forma estudiadamente machacona, crea un contraste muy sugerente con ese costumbrismo casposo de comilonas de políticos autonómicos pagadas con tarjetas black.

19.-Clímax, Gaspar Noé

Pocos directores son capaces de convertir cada película que hacen en una obra de culto. Uno de ellos es Gaspar Noé, cuyo estilo, siempre con vocación de transgredir, ha maravillado a muchos y horrorizado a otros tantos desde que saltara a la fama con ‘Solo contra todos’. Con ‘Clímax’, su último experimento, se inspira en un hecho ocurrido en los años 90 en París en un local en el que una compañía de bailarines ensaya para un concurso. Durante la fiesta de después, todos beben sangría, hasta que se dan cuenta de que alguien les ha echado algo en la bebida. Desde los primeros títulos de crédito, el sello de Noé es inconfundible: empieza con los que habitualmente serían los finales. Y a partir de ahí usará todo tipo de recursos posmodernos, durante toda la película, para romper con las convenciones narrativas. Aunque dista mucho de ser una película perfecta, ‘Clímax’ es completamente única e inolvidable. Una experiencia cinematográfica que merece la pena vivir.

20.-Brawl in Cell Block 99, S. Craig Zahler

Con solo dos películas, S. Craig Zahler se ha convertido en la gran esperanza del cine de la serie B contemporánea. El director debutó con ‘Bone Tomahawk’, una sorprendente mezcla de western clásico y terror con caníbales que hizo aullar de satisfacción al público de Sitges hace tres años (ganó el premio al Mejor director). ‘Brawl in Cell Block 99’ es un thriller carcelario apabullante, la mejor cinta de acción ultraviolenta que verás en muchos años. Zahler coge por las solapas al espectador y lo lleva, junto al antihéroe protagonista (un brutal y estoico Vince Vaughn, muy alejado de sus papeles cómicos), directo a un viacrucis carcelario hecho de alcaides sádicos (un recuperado Don Johnson), villanos siniestros (el veterano Udo Kier, nada menos), cráneos partidos a pisotones y un sentido del humor tan oscuro como la mierda que escupe el váter de las celdas.

21.-Los archivos del Pentágono, Steven Spielberg

¿Cuánto tiempo hacía que no veíamos una película así, contada con esta precisión narrativa y este clasicismo que, por infrecuente, comienza a ser un nuevo radicalismo? ¿Desde la infravalorada ‘Sully’ (2016)? ¿Desde ‘Spotlight’ (2015), con quien ‘Los archivos del Pentágono’ comparte guionista? Este tipo de dramas adultos, sin servidumbres narrativas y estilísticas diseñadas para llevar de la manita a espectadores con déficit de atención, están cada vez más alejados de las carteras de proyectos de Hollywood. Por eso, cuando se estrena uno, y uno tan bueno como este, es como para aplaudir encima de la butaca dando saltos. La capacidad del director para, a través de la puesta en escena, el montaje y la música (de John Williams), inyectar dinamismo y emoción a las imágenes, es prodigiosa. Basta fijarse en la secuencia de la conversación telefónica cruzada, donde los participantes discuten contrarreloj si publicar o no los archivos, para ver el dominio del lenguaje cinematográfico que tiene Spielberg.

22.-Aniquilación, Alex Garland

El director de la celebrada ‘Ex Machina’ consigue lo que hacía muy bien Kubrick y ahora hace (también muy bien) Denis Villeneuve: que ‘Aniquilación’ funcione en varios niveles. Su premisa argumental -la expedición de cinco científicas a una “zona” controlada por una fuerza alienígena capaz de alterar las leyes biológicas del territorio que invade- es tan atractiva y sugerente, tan entretenida, como abierta a interpretaciones filosóficas y discursos metafóricos. La “resplandeciente” Zona X puede ser hermosa y aterradora, el sueño de una botánica o la pesadilla de una zoóloga. Y en esta dualidad se mueve la película: dos tiempos narrativos, dos mundos visualmente diferentes, lo terrenal y lo mental, acción y reflexión, ciencia ficción y terror, poesía y gore, canciones folk y música atmosférica, y un final que ahonda en esta dualidad y se abre paso, como un tumor, hacia jugosas dobles lecturas.

23.-El reverendo, Paul Schrader

Paul Schrader, guionista de ‘Taxi Driver’ y ‘Toro salvaje’, y director de películas tan aclamadas como ‘Mishima’, ‘Posibilidad de escape’ o ‘Aflicción’, llevaba años artísticamente poco inspirado. Desde el Festival de Venecia del año pasado, ya llegaban rumores de que esa mala racha se había roto con ‘El reverendo’, película sobre un pastor evangélico en una pequeña iglesia de Nueva York sumido en una especie de crisis espiritual y marcado por el dolor de la pérdida de su hijo en la Guerra de Irak. Y así ha sido. El filme sorprende por sus largos planos y un ritmo decididamente pausado en el que nos encontramos con diálogos espléndidos que aguardan reflexiones muy profundas sobre la fe. No es una película fácil, pues exige al espectador una implicación total para apreciar la evolución del fascinante protagonista y para no pasar por alto todos los temas tan diversos que Schrader pone sobre la mesa más allá de la evidente crítica a las religiones, como la radicalización, el terrorismo, la represión, la muerte…

24.-Thelma, Joachim Trier

‘Thelma’ utiliza el género fantástico como base estilística sobre la que construir un relato acerca del despertar sexual y emocional de una tímida adolescente, una universitaria que ha sido educada por un padre sobreprotector en una represora fe cristiana. A partir de un inquietante prólogo capaz de clavarte en la butaca como a Cristo en la cruz, el director despliega una narración elegante y pausada que va revelando, poco a poco, por medio de varios flashbacks, un sugerente misterio. Por medio de una sabia dosificación de la información y un uso muy eficaz de los sueños y las alucinaciones, Joachim Trier mantiene al espectador en una nebulosa de duda e incertidumbre. Las preguntas se agolpan en nuestra cabeza al ritmo de las convulsiones que sufre la protagonista durante sus ataques ¿epilépticos, místicos? Esta ambigüedad se va perdiendo progresivamente hasta llegar a un final no del todo logrado pero de gran riqueza metafórica: la represión (homo)sexual y moral crea monstruos.

25.-Tu hijo, Miguel Ángel Vivas

“¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por tu hijo?” es la pregunta que nos lanza el eslogan de ‘Tu Hijo’… pero realmente ésa no es la pregunta que nos hace la nueva película de Miguel Ángel Vivas. O, al menos, no la única. Es una pena que la saga de ‘Venganza’ venga (jé) a la mente de muchos cuando lean la sinopsis o vean el trailer, porque no tienen nada que ver, y probablemente eso espante a más de uno: si es tu caso, te recomiendo que entres a ver esta historia sin prejuicios (y que evites a toda costa los spoilers como si esto fuese ‘Perdida‘), porque te vas a sorprender mucho. Y para bien. Vivas ya demostró su habilidad para mantenernos en tensión con ‘Secuestrados‘, pero aquí se supera, entregando una película que evidentemente no es perfecta (un ejemplo es el tema del acento neutro en plena Sevilla, no ya con la familia de Coronado, sino con muchos otros personajes, que te acaba sacando de la escena), pero que resulta su mejor película, y una de las mejores propuestas nacionales del año.

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JNSP