2015. La industria despertaba a los nuevos hábitos de consumo del público más joven, que cada vez más se inclina por consumir playlists y canciones sueltas en streaming o Youtube (lo de la venta física y digital directamente parece no existir), y de repente las estrellas del pop parecían no precisar de un álbum como elemento en torno al cual giraría toda su maquinaria, permitiéndose programar giras completas sin necesidad de lanzar un disco, ni siquiera un EP. Sirvan J Balvin o Bad Bunny, estrellas del neo-reggaeton, como buenos ejemplos. 2018. Un día J Balvin publica ‘Vibras’, un disco exitoso en streamings y repercusión, que además es muy bien recibido por la crítica. Bad Bunny, otro icono de ese corte de público, publica en Navidad ‘X 100PRE’, un disco que también es bien recibido por prensa y público (ambos actuarán en Coachella). Y, ya en 2019, vemos cómo Luis Fonsi, que vivió el pelotazo de su carrera con ‘Despacito’, publica ‘Vida’, Natti Natasha lanza ‘ilumiNATTI’, el primer disco largo de su carrera… ¿Qué está ocurriendo? ¿De repente los álbumes vuelven a ser relevantes?
En el caso de estos artistas masivos –especialmente en el mercado latinoamericano– todo apunta a que sí, que estos trabajos funcionan a varios niveles. Y no se puede decir que lo hagan como simples contenedores de esas canciones que sus intérpretes principales han ido dispersando a lo largo del tiempo: en casi todos ellos, sus mayores hits figuran como temas extras, dando protagonismo a otros temas compuestos dentro del mood de ese trabajo, con una coherencia estética. Esto indica que hay una madurez del actual mercado para esos artistas, y por eso resulta inevitable pensar en otros nombres que han experimentado un vuelco en su popularidad reciente gracias al interés por el pop de origen hispanoamericano que se ha hecho ya mundial. Y no, no hablo de Jennifer Lopez, que por más que se esmera en publicar temas disfrutones no termina de pitar con ninguno de ellos y su teórico disco íntegramente cantado en español parece dilatarse ad-aeternum. Sino, precisamente, de una de sus herederas, “Becky from the block”. Es decir, Becky G.
Tras sus inicios como estrella adolescente bajo el ala de Dr. Luke (el EP ‘Play It Again’, publicado en su sello Kemosabe en 2013, sigue siendo a día de hoy es su único trabajo de media o larga duración) en un pop con ecos de hip hop y EDM bastante del montón, todo cambió para ella cuando en 2016 comenzó a cantar en español (¿quizá inspirada por la colaboración que realizó con J Balvin en el remix reggaetonero de ‘Can’t Stop Dancin´’ en 2015?) en la sucesión de singles ‘Sola’, ‘Mangú’ y ‘Todo cambió’. No cabe duda que “todo cambió” para la californiana Rebecca Gomez (de abuelos migrantes mexicanos) después de aquello, aunque sin duda fue ‘Mayores’, su monster hit junto a Bad Bunny, el que le mostró el camino al estrellato.
Ya en co-edición con Sony, el año pasado intensificaba su presencia estelar en singles propios, como el rotundo hitazo ‘Sin pijama’, además de ‘Cuando te besé’ (con Paulo Londra) y ‘Booty’ (con C. Tangana). Pero también ajenos, como ‘Mad Love’ de David Guetta con Sean Paul, ‘Bubalu’ de DJ Luan & Mambo Kingz o el remix de ‘Mala mía’ de Maluma con la colaboración de Karol G (otro gran nombre del nuevo pop latino que también publicó disco, después de todo). Pero, tras esa omnipresencia, este 2019 apenas ha reaparecido con un sorprendente single, ‘LBD’, con el que volvía al inglés y cuyo tono trap no encajaba con el perfil que había venido mostrando y que no parece especialmente orientado hacia el público de Sudamérica, donde está de gira estos días.
Sin duda todo esto ha situado a Becky G en una posición fantástica para convertirse en la estrella del pop que puede triunfar por igual entre el público hispanohablante y el anglosajón –algo que no han conseguido del todo ni Demi Lovato ni Selena Gomez, dos referentes femeninos claros del pop norteamericano reciente–. Pero la “faena” parece estar a medio rematar y la respuesta no parece ser seguir lanzando singles sin ton ni son. Porque ¿quién es capaz de retener todas las canciones en las que ha participado Gomez en los dos últimos años, por ejemplo? Parece que para consolidar este nuevo estatus se impone que Becky G también se una a la corriente y publique un álbum que dé consistencia a su presencia en la industria y que, con apenas 22 años, siente las bases de una carrera de largo recorrido. Diría también que en él podría dar coherencia a su propuesta artística, pero tampoco parece mala idea que incluso se anime a poner en él de todo, incluso corridos, como los de ese medley de ‘Por un amor’ y ‘Cucurrucucú Paloma’ que presentó hace unos meses.