El lanzamiento del segundo disco de Delafé bajo ese único apelativo ha sido un poco raro, desperdigando seis cortes del mismo en el último año, sin dejar claro hasta hace más bien poco que esas canciones formaban parte de ‘Hay un lugar’. Ahora eso se aclara explicando que el sucesor de ‘La fuerza irresistible’ es algo así como un recopilatorio de singles, lo cual tiene bastante sentido: su conjunto resulta algo deslavazado, siguiendo direcciones muy distintas a lo largo del mismo, pero con momentos bastante destacables incluso dentro de la ya dilatada carrera del (de un tiempo a esta parte) dúo.
En todo caso, estos Delafé no renuncian a resultar reconocibles, para lo bueno y lo malo: la íntima ‘La gran ola‘ muestra que sigue funcionando de maravilla el espíritu de ‘Enero en la playa’, canción a la que referencia explícita la también «old-school» ‘Estamosbailando’; mientras que ‘Patria mía’, pese a contar con Soleá Morente como «flor azul», es harto predecible.
Sin embargo, destaca sobre todo una orientación más electrónica y menos hip hop, que hace que las nuevas producciones de Daniel Acedo –con la mano amiga de Dan Hammond– resulten más luminosas y frescas. En un punto medio de ambos mundos se sitúa el ya conocido arrebato melancólico de Óscar D’Aniello, ‘Mixtape‘, uno de los momentos culminantes del disco, con La Bien Querida –que ya participó en el anterior trabajó de los catalanes– sirviendo su buen gancho melódico. Pero ‘Adrenalina‘, bailable colaboración con Sandra Delaporte, y la apacible y seductora ‘Hay un lugar’ con Carlos Sadness –dado lo mucho que este debía a Delafé, es un bonito «ajuste de cuentas»– marcan una sana y atinada aspiración a conectar con nuevas generaciones del pop.
No es la única deriva más o menos nueva en ‘Hay un lugar’, porque también se sazona con una interesante interpretación del electro-noir de Kavinsky en la final ‘Menos cabeza más corazón‘. Y, sobre todo, en la fantástica aportación de Maria Rodés en el papel de un inquietante ‘Robot’ que aspira, con sintética precisión, a sentir la Humanidad, con sus glorias y (numerosas y terribles) miserias. Eso revela cómo la variedad no sólo afecta a lo musical en ‘Hay un lugar’: también sus letras son un considerable cajón de sastre que, pasando por reflexiones más generales de las dos canciones citadas en este párrafo, van de las confesiones personales a la espiritualidad que, tras su apariencia intrascendente, esconde el tema que da nombre al disco y que no habla de otra cosa que la misma muerte y lo que viene después de ella.
Lo cierto es que esta riqueza de palos viene a reforzar el proyecto de cara al futuro. En este trabajo hay palpables y más o menos prescindibles rellenos, como ese reprise de ‘Hay un lugar’ que, bajo el nombre de ‘Estonosetermina’ pone de relieve más claramente su carácter oscuro, combinado con un literal ‘Minuto de silencio’. O la versión de ‘Si está bien’ de Los Planetas, que deja de tener el sentido que tenía como cara B de ‘Mixtape’ –tal vez un guiño a modo de outro hubiera sido más digerible–. Pero en conjunto ‘Hay un lugar’ es un buen trabajo que seguro reconciliará con el proyecto a fans de los inicios de Delafé, a la vez que puede servir para descubrir el grupo a seguidores de los propios Sadness o Delaporte, nombres importantes del nuevo pop español. Bien jugado.
Calificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘Mixtape’, ‘Robot’, ‘Adrenalina’, ‘La gran ola’
Te gustará si te gustan: los primeros trabajos con Facto y Flores Azules, o si eres un oyente casual, fan de Delaporte o Carlos Sadness.
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