Alanis Morissette es una de esas artistas que no han sabido, o no han querido, renovarse de cara a las nuevas generaciones, optando por mantener un perfil mucho más discreto del que conocía en los 90 cuando ‘Jagged Little Pill‘ vendía más de 30 millones de copias, convirtiendo a su autora en un fenómeno de la época. La popularidad de Alanis no ha hecho más que menguar desde entonces para su alivio, y la cantante canadiense cuenta en la entrevistas de promoción de ‘Such Pretty Forks in the Road’, su nuevo disco, que la fama no es una «circunstancia que le haya interesado mantener», aunque su vida en los últimos años tampoco ha sido nada fácil: la artista ha sufrido un aborto, varios episodios de depresión post-parto y ha descubierto que su antiguo mánager le ha robado millones de dólares. De todos estos temas habla en un nuevo largo que difícilmente la hará captar nuevos seguidores, para bien o para mal.
La autora de ‘Thank You’ llega a su noveno disco a tiempo de que la gente que criticó sus letras en los 90 por «pretenciosas» e histéricas porque atacaban a hombres que habían abusado de ella, tenga que replantearse su misma existencia. El mal está hecho, sin embargo, y el corte de presentación de ‘Such Pretty Forks in the Road’ se titula ‘Reasons I Drink‘ y habla sobre la experiencia traumática de Alanis en la industria de la música. Es un animado single de sonido beatlesco pero fallido en su intención comercial, que ni es tan pegadizo ni se encuentra entre lo mejor del disco, que son algunas de sus baladas.
Si por algo está siendo muy bien valorado ‘Such Pretty Forks in the Road’, por ejemplo en nuestros foros, es por la voz de Alanis, que suena madura y en plena forma. En este sentido, ‘Diagnosis’ es la mejor canción del disco. La presencia vocal de Alanis y la crudeza de su voz en este corte, que habla sobre la depresión, puede llegar a poner los pelos de punta, y es una pena que el disco no haya tirado por un sonido más incómodo y visceral, que capturase la confusión, desamparo y apatía que puede llegar a sentirse en ese estado. En este tema casi se puede visualizar a Alanis abriéndose el pecho en canal como hacía Björk en la portada de ‘Vulnicura‘, pero el disco opta por ir hacia otros lugares con mejores y peores resultados.
Entre los cortes más interesantes del álbum se encuentra ‘Smiling’, una balada dramática en la que Alanis narra el inicio de su caída a los infiernos: «este es el recuerdo vago de una caída, apenas recuerdo a quién he fallado, solo intentaba mantenerme en mi sitio», canta antes de dejarnos una de esas frases rebuscadas de las suyas: «Me, the notorious bottom dweller / me, the ceiling-less brave explorer, lured to the ends of overwhelm». Más ñoña, aunque no por ello menos tierna, es ‘Ablaze’, una carta dedicada a sus hijos, a los que intenta preparar para los males del mundo, tanto de los externos como de los que plagarán su cabeza tarde o temprano con inseguridades impuestas por ellos mismos o por los demás.
El problema principal de ‘Such Pretty Forks in the Road’ es que rara vez llega a emocionar como pretende, y en algunos casos se queda en un ejercicio de dramatismo vacío, como en la plana ‘Losing the Plot’ o en el decepcionante final de ‘Nemesis’. Las letras no pueden ser más propias de Alanis en sus descripciones confesionales, propias de un diario, de los abusos sufridos por la artista o de su espiritualidad (‘Her’), pero de nuevo muchas melodías suenan poco inspiradas, exhaustas y escritas con el único objetivo de transmitir las letras sin más. La alegre ‘Sandbox Love’ destaca entre la lugubridad de la música, pero tampoco es especialmente memorable, y en ese punto intermedio ha vuelto a quedarse la canadiense… un poco lo que ya se esperaba.
Calificación: 4/10
Lo mejor: ‘Diagnosis’, ‘Ablaze’
Te gustará si: ya te gustaba Alanis
Youtube: vídeo de ‘Reasons I Drink’