Si se vendió ‘Witness’ como un disco de madurez personal –por aquello de que Katy pretendía mostrar al mundo su conciencia y su consciencia sobre los problemas que aquejaban a la sociedad más allá de ella misma–, no lo fue en lo artístico, en tanto que se la jugó con producciones valientes que no estaban pensadas para su digestión inmediata. Maduro es lo de ‘Smile’: conocerse tan bien a sí misma para ser lo bastante consciente de sus virtudes y defectos como para sacar partido a los primeros y disimular los segundos, sin riesgos. Una madurez que, por tanto, va ligada en este caso también a cierto conservadurismo. Y si bien eso puede decepcionar a los que pidan a la música pop algo más que simplemente agradar, no sería extraño que Perry recuperara a algún fan: los primeros datos de venta de este disco son malos, pero su aceptación en radios y playlists es mejor que en la era ‘Witness’.
De hecho, el que no parecía pero es, de facto, el single estrella de este nuevo álbum, ‘Never Really Over‘, ya supera ampliamente en streamings a dos de los temas citados en el párrafo anterior y en breve lo hará también con ‘Chained to the Rhythm’. Además de ser el gran clásico que dejará en su repertorio esta era, marca también la dirección musical que sigue un ‘Smile’ bastante compacto y sin estridencias en esa parcela: no marcar el paso de las tendencias, como hiciera antaño, sino acomodar a su estilo el pop contemporáneo más aséptico y asequible, y usar su maquinaria y su imagen para potenciarlo comercialmente. A ver si no, si ya era tan buena en su día ‘Love You Like That‘, por qué no triunfó con ella Dagny.
Siendo esa la canción más inmediata del conjunto –destaca la presencia en ella de un Zedd que, pese a estar en entredicho, demuestra ser uno de los productores más empáticos con los deseos del público en los últimos años–, es también el epítome de una suerte de chainsmokerización de Katy Perry. Es decir: si algo te funciona, no lo sueltes, exprímelo al máximo. En esa línea sonora se sitúan también los dos cortes que suceden a «NRO» en el tracklist, ‘Cry About It Later‘ y ‘Teary Eyes’, certeros a todos los niveles aunque impersonales en esencia. Pero, como ya había antes dicho por aquí, si hay alguien capaz de hacer sobresalir de la media canciones así, esa es Katy Perry.
Coherente con esa táctica «amarrategui», no sorprende lo más mínimo que buena parte del resto del álbum se dedique a autorreferenciarse con guiños a «la vieja Katy», como diría su de nuevo amiga Taylor Swift. Y no le sale mal del todo, puesto que algunos de esos números están entre lo mejor de ‘Smile’. Es el caso de ‘Not the End of the World’, que recicla el trap-pop de ‘Dark Horse‘ para marcarse, gracias al atinado uso del gancho del clásico ‘Na Na Hey Hey Kiss Him Goodbye‘ de Steam, uno de los himnos más importantes del álbum –también en el aspecto lírico, donde reivindica su fortaleza para levantar el ánimo tras un fracaso profesional o personal–. Y el de la muy mona ‘Tucked‘, que remite con su fresco disco funk a la era ‘Teenage Dream’ tanto como el hip-pop –sirviéndose de un sample de ‘Jamboree‘ de Naughty by Nature– de ‘Smile’, la canción. Pero la línea entre lo divertido y el sucedáneo insípido es muy fina, y no puede evitar caer en esa categoría en una ‘Daisies‘ que remite sin rubor a la épica pop de ‘Prism’. Con todo, ya es más de lo que podemos decir de temas absolutamente inanes en lo musical como ‘Resilient‘ u ‘Only Love’, canciones completamente obviables, que difícilmente alguien recordará pasados unas horas –siendo generosos– tras su escucha.
Por suerte para todos –para ella misma la primera–, Katy no ha perdido su inteligencia y adereza ese acentuado conservadurismo con medidas gotas de variedad –’Harley in Hawaii‘, blanda como single, supone un amable oasis en la secuencia– y apenas una balada, la bastante potable tanto lírica y compositivamente como en cuanto a producción ‘What Makes a Woman‘. Gracias, Katy, tía, por librarnos de otro bodrio como ‘Never Worn White‘. Incluso se suma con bastante buen tino a la moda retro-disco-funk que han hecho explotar Dua Lipa y The Weeknd en ‘Champagne Problems’, mostrando su capacidad de adaptación.
Son, en todo caso, pequeñas muestras de heterogeneidad de un disco homogéneo y monótono, en el que las canciones que sobresalen lo hacen… pero no demasiado. Y, por más que ‘Smile’ se venda como un álbum sobre romper la dinámica de la depresión por el flop de ‘Witness’ y sobre su resiliencia –nada mejor para ello que repetir como un mantra «soy resiliente» en un tema titulado ‘Resilient’ para hacerlo notar; la sutileza nunca estuvo entre sus dones–, tampoco evita caer en tópicos líricos impersonales sobre segundas oportunidades en el amor y fantasías no cumplidas. Hasta en eso estamos ante un disco, aunque potable, tibio y facilongo que, por encima de todo, huye de los sobresaltos. *Bostezo*
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Never Really Over’, ‘Cry About It Later’, ‘Not the End of the World’, ‘Teary Eyes’, ‘Champagne Problems’
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