En el año en que el pop «brilli brilli» ha ganado terreno con el discazo de Dua Lipa, el regreso al género de Lady Gaga, la entrega de The Weeknd y otros discos menos exitosos pero igual de dedicados como los sofisticados de Jessie Ware y Róisín Murphy, lo justo es que Little Mix vuelvan para reivindicar lo suyo con un disco llamado nada menos que ‘Confetti’. Ellas no son unas advenedizas en esto, han vendido casi 16 millones de singles y casi 3 millones de discos tan sólo en su territorio base, UK, y llegan a su 6º disco esta semana sin cambios de formación ni abandonos, con una estabilidad que los fans de las Spice Girls, aún vivos, solo pudieron soñar.
También en lo musical. La llama de Perrie Edwards, Jesy Nelson, Leigh-Anne Pinnock y Jade Thirlwall no se apaga y de hecho ofrece en ‘Confetti’ algunas de las producciones mejor perfiladas de su carrera, como prueba el trío de ases con que se abre este disco, de lo mejor que han hecho. ‘Break Up Song’, con un punto un tanto italo, se lamenta de tener que ser «otra canción de ruptura», pero lo que ha pasado es que las chicas se han apuntado otro top 10 en Reino Unido con ella. ‘Holiday’ es la típica canción que habría dado la vuelta al mundo si en lugar de Little Mix la hubieran firmado Justin Bieber o Selena Gomez. Y ‘Sweet Melody’ es una de sus canciones más eficaces, con un tarareo «doo-roo-doo-doo, doo-roo-doo-roo» que sirve de base tanto a la composición como a la historia que cuenta, la de un chico con grupo que nos la juega entonando «melodías dulces» para hacernos creer que su «amor es verdadero» cuando por supuesto no lo es.
MNEK, en racha este año tras su pelotazo junto a Joel Corry, vuelve a aparecer en los créditos de ‘Sweet Melody’ y también en otra de las composiciones fundamentales, la coral, en el sentido de chillada, ‘Not a Pop Song’. Y tiene todo el sentido que la grabación vocal tienda más en este caso al efecto riot-girl que al efecto mansa «girl group» de los 60, pues en ella se rebelan contra las «canciones de amor», contra las canciones de fiestas «sobre bebidas y drogas», y contra su ex jefe Simon Cowell («no hago lo que dice Simon»): este es su primer disco alejadas del jefazo de ‘X Factor’. Como colofón, una frase que puede resumir su carrera: «If I’m a guilty pleasure / I want this life forever».
Little Mix pueden ser un «guilty pleasure» cuando ‘If You Want My Love’, dedicada a alguien que «no nos da lo que queremos», recuerda demasiado a Jennifer Lopez (la de ‘Love Don’t Cost a Thing’, más que la de ‘If You Had My Love’), pero cuando ‘Gloves Up’ se aproxima a la escritura de Sia producida por la Katy Perry de ‘ET’ o ‘Dark Horse’, realmente se da con una grabación que podría haber aparecido en ‘Prism’ con la legitimidad de ‘Double Rainbow’.
Ligeros añadidos hip hop (‘Confetti’), UK garage (‘Happiness’) y neo-soul autotuneado (Nothing But My Feelings’) completan un álbum a medio camino entre el desamor y el empoderamiento, en el que también hay espacio limitado para las baladas, que son exactamente dos: despunta la final ‘Breathe’, una canción machacona que en su momento podría haber convertido en éxito Leona Lewis, bastante por encima de ese navideño ‘My Love Won’t Let You Down’ que quizá estén intentando colocar en un lacrimógeno especial sobre 2020 de la BBC. Ambas aparecen en una segunda mitad que encierra una pequeña sorpresa más: el mambo de ‘Rendez-vous’, en el que se ha acreditado muy adecuadamente al autor de aquella maravilla de los años 50 llamada ‘Sway’, Pablo Beltrán Ruiz. Acertado en lo clásico y en lo discotequero, ¿ha llegado el momento de que Little Mix den otro paso fuera de UK?
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Sweet Melody’, ‘Break Up Song’, ‘Holiday’, ‘Not a Pop Song’, ‘Rendezvous’
Te gustará si te gustan: Sugababes, Girls Aloud, Leona Lewis, Ava Max
Youtube: vídeo de ‘Sweet Melody’