Que la gira de presentación de ‘WE’ de Arcade Fire se está desarrollando con normalidad lo sabemos por la ausencia de anécdotas al respecto. El tour ha pasado por una decena de ciudades tan importantes como Londres, París o Milán y la noticia es que no hay noticia. Así que no cabía esperar de su presentación en Madrid comentario alguno por parte de la banda respecto a la polémica que ha envuelto a Win Butler en las últimas semanas: una acusación de acoso y abusos por parte de 4 personas -3 mujeres y una no binaria- que el portal musical Pitchfork mantiene en portada un mes después.
Win y su esposa Régine, co-líder de Arcade Fire-, respondieron de manera inmediata a las acusaciones, indicando que tales relaciones fueron consentidas y, aunque no pudieron evitar la marcha de la telonera de lujo de la gira, Feist, parece que ahí se ha quedado todo. Arcade Fire salieron tranquilamente al WiZink Center -incluso se permitieron 20 minutos de retraso- a presentar unas nuevas canciones que hablan de la pertenencia a una comunidad, de educación, de migración, de amor por el prójimo y de nuestros valores como sociedad. Y se dieron tremendo baño de masas.
No estuvo el WiZink Center en su momento mayor de popularidad, tampoco lucía vacío o con calvas significativas más allá de algún graderío suelto. Se debieron de rondar las 15.000 asistencias en un recinto al que se le puede apretar un pelín más. El DJ telonero mostró tremenda improbable fiesta de perreo urbano, sucediéndole una playlist de jazz y música clásica en la que el piano situado en el escenario central se tocaba solo. Después, por alguna razón se programó el Bolero de Ravel a toda pastilla, con todo el volumen que permitía la mesa de mezclas. Se vio a gente tapándose las orejas. La sensación era siniestra, onda ‘La naranja mecánica’; parecía que cualquier cosa mala podía pasar. Y entonces salieron Arcade Fire.
La banda apareció entre el público por el lateral derecho, donde siempre se sienta a la prensa, estrategia -la de mezclarse con el respetable- que repetirían varias veces a lo largo del show. El grupo canadiense mantiene esa estética de comuna que le hemos conocido siempre: son una decena de multiinstrumentistas intercambiables entre sí liderados por Régine, que tan pronto puede agarrar el micro como bailar o tocar la batería -algo que vemos ya en ‘Ready to Start’, segunda del repertorio-, si bien sigue siendo Win quien se sitúa en primer plano desde la inicial ‘Age of Anxiety I’.
Tanto ‘Ready to Start’ como ‘Neighborhood #1 (Tunnels)’ son las primeras canciones coreadas por el público hasta la extenuación, después irán apareciendo otras composiciones celebradísimas como ‘Rebellion (Lies)’, ‘Everything Now’ como falso final y, al término del bis, ‘Wake Up’. Las canciones de Arcade Fire, sobre todo las de los dos primeros discos, están hechas para la comunión colectiva, y parece que la necesidad de la misma después de 2 años de pandemia es lo que ha salvado la gira de Arcade Fire. En pleno debate sobre la cancelación -y hay quien ha decidido no acudir al concierto, aguardad a la opinión de Zahara, por ejemplo, en nuestro podcast de la semana que viene-, es como si hubiéramos antepuesto nuestros propios intereses, nuestra propia necesidad de reencontrarnos con otros fans y nuestros amigos en un concierto de estas características, por puro egoísmo, a las posibles dudas.
Win Butler, que podía haberse ocultado en un segundo plano aprovechando que en el grupo hay un coliderazgo, da un paso al frente, y tan pronto como en la 5ª canción del set, ‘Afterlife’, abandona el escenario principal para encaminarse al pequeño situado en un espacio central del estadio. Y lo hace con personal de seguridad, sí, pero mezclado entre el público y al alcance de todo tipo de manos, brazos, vasos. Una vez en el centro se sube a un piano y recibe una ovación bajo una bola de espejos. Suena justo entonces ‘Reflektor’ y se cae el estadio. Régine repetirá el mismo proceso durante ‘Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)’. Los globos hinchables de ‘Here Comes the Night Time’ entusiasman a la gente, un variadísimo público formado por alternativos de los 2000, ayusers con banderas de España y mujeres, muchísimas mujeres, una de las cuales está a punto de ser expulsada del recinto por acercarse demasiado, cerveza en mano, tanto a Win como Régine, visiblemente sobreexcitada.
En cuanto a la música, que es a lo que íbamos, Arcade Fire han mejorado considerablemente su sonido respecto a la visita anterior al mismo recinto. Las letras continúan siendo un pequeño batiburrillo en la lejanía, no se oye nada procedente del acordeón de Régine, pero las condiciones son soportables, casi disfrutables, sobre todo en los pasajes instrumentales. Así, las canciones nuevas pudieron equipararse a los clásicos del grupo, lo cual parece el objetivo claro de toda presentación de un disco. En «Rabbit Hole» el grupo hizo agacharse al WiZink Center, ‘Unconditional I (Lookout Kid)’ lució como una verdadera cucada justo antes de ‘Everything Now’, y el paso de ‘The Lightning I’ a ‘The Lightning II’ fue uno de los «highlights» del show.
Durante las próximas semanas continuaremos manteniendo este sano y necesario debate sobre la cultura de cancelación, por ejemplo cuando veamos ‘WE’ en las listas de lo mejor del año. Anoche parecía una declaración de intenciones no solo el acto de asistir al concierto, sino el hecho de compartirlo en las redes sociales. Hubo quien no se enteró, quien no se quiso enterar, quien no le dio importancia y quien concedió el beneficio de la duda, pero el éxito de convocatoria y la reacción positiva del público ante el show fue la noticia de la noche. Win Butler, deshecho en elogios hacia Madrid y hacia sus museos y pinturas («puto amamos girar por España»), regaló una versión de ‘Spanish Bombs’ de The Clash en el bis que no suelen hacer, y no dejó de pronunciar mensajes como «no olvides decir a tus amigos que les quieres», entre los vítores del público, que terminó coreando «OE-OE-OE». «Cuidaos los unos a los otros» fueron, de hecho, sus últimas palabras antes de desaparecer por una puerta lateral junto a su esposa y compañeros.