Después de reseñar las películas que nos han parecido más interesantes de la Sección Oficial del festival de Filmin, hacemos una selección con seis de los títulos más destacados del resto de secciones.
Flux Gourmet (Peter Strickland)
Strickland no decepciona. Tras darse a conocer con la fascinante ‘Berberian Sound Studio’ (2012), con banda sonora de Broadcast; maravillar con la hipnótica ‘The Duke of Burgundy’ (2014), con música de Cat’s Eyes; y descolocar (para bien) con la sorprendente ‘In Fabric’ (2018), musicada por Cavern of Anti-Matter (el grupo de Tim Gane de Stereolab); presenta en Filmin (no se va a estrenar en cines, como tampoco lo hizo ‘In Fabric’) otra nueva muestra de su heterodoxo estilo y personalísimo universo.
En ‘Flux Gourmet’, con música de la propia banda del director, The Sonic Catering Band, Strickland abraza directamente la comedia. La película es la crónica de los problemas digestivos, de flatulencias, de un humilde periodista que trabaja documentando la labor de un colectivo artístico dedicado a experimentar sobre el concepto de “cocina sónica”. Humor negro y grotesco, sátira a lo Ruben Östlund en ‘The Square’ (2017), escatología, exploración de las dinámicas de poder, filosofía griega… Todo ello articulado a través de una estilizada puesta en escena y un sensacional diseño de sonido y vestuario. Lo dicho: Strickland no decepciona. 8.
Beautiful Beings (Guðmundur Arnar Guðmundsson)
El islandés Arnar Guðmundsson ya demostró en su aplaudido debut ‘Heartstone, corazones de piedra’ (2016) su enorme capacidad para dirigir actores jóvenes y para capturar los sentimientos y emociones asociados al universo adolescente. ‘Beautiful Beings’ se podría ver casi como su secuela (hasta el cartel se parece). De nuevo, cuenta una historia de iniciación y amistad entre varios chicos marcada por el difícil entorno familiar en el que vive cada uno. Un clima de violencia doméstica y desamparo extremos reflejado por el director –quien se ha basado en sus propias experiencias de joven en los 90- con gran fuerza dramática.
Rodada con cámara en mano, nerviosa y cercana, buscando la fisicidad de los personajes, ‘Beautiful Beings’ explora las relaciones entre un grupo de adolescentes poniendo el acento en la amistad que se crea entre ellos. Un sentimiento de fraternidad, de férrea hermandad, que les sirve como refugio, como lugar donde sentirse seguros y acompañados. Aunque el filme está narrado con un naturalismo crudo y brutal, Guðmundsson lo rompe de vez en cuando incorporando elementos oníricos que funcionan como la visualización de los temores de uno de los protagonistas. Una característica que la emparenta con otro notable “coming of age” visto en la Sección Oficial: ‘Falcon Lake’. 8,2.
Vera (Tizza Covi, Rainer Frimmel)
Vera Gemma es una especie de Belén Esteban a la italiana. Una estrella del salseo y la telerrealidad, de llamativa presencia y rostro deformado por el bisturí, famosa por ser hija del sex symbol e icono del spaghetti western Giuliano Gemma. “Pobrecita, con lo guapo que era su padre”, cuenta Vera que ha escuchado miles de veces en su vida. Crecer a la sombra de un progenitor bello, famoso y talentoso es uno de los temas que explora este interesantísimo híbrido entre ficción, autoficción y documental, realizado por el matrimonio de cineastas italo-austriaco Tizza Covi y Rainer Frimmel.
El otro tema, desarrollado en una trama de ficción, nos habla también de relaciones paternofiliales, pero esta vez marcadas por la pobreza, la desestructuración familiar y la pequeña delincuencia. El chófer de Vera atropella a un niño pequeño, hijo de una familia humilde, y la celebrity decide ocuparse de él. Estas dos líneas argumentales y formales se mezclan y confunden hasta dar forma al retrato de Vera. Un retrato en el que intuimos, más que descubrimos, a la persona que se esconde tras el personaje. ‘Vera’ es un ejemplo de que puede haber más verdad en la ficción que en la realidad impostada del famoseo. 7,9.
Disturbios (Cyril Schäublin)
Estrenada de tapadillo en cines a principios de año, ‘Disturbios’ es una de las grandes sorpresas de este año. La película del suizo Cyril Schäublin es una fascinante reflexión sobre la concepción capitalista del tiempo y el trabajo a través de la recreación del viaje de Kropotkin a un pueblo relojero de Suiza en 1877. El lugar donde, según sus memorias, decidió ser anarquista. El director, procedente de una familia de obreras relojeras, plasma la energía intelectual y emocional del movimiento anarcosindicalista como respuesta a los crecientes abusos de los patronos de las fábricas de relojes.
El director se aleja de los tópicos del anarquismo en el cine (aquí no hay barbudos lanzando bombas ni proclamas autoindulgentes) para ofrecer un fascinante ensayo histórico, formalmente muy estimulante (la mayoría son planos estáticos con los personajes situados en los márgenes del encuadre), acerca de las transformaciones sociales de finales del siglo XIX asociadas al impacto de la tecnología. 8,3.
Morir en Ibiza (M. Eustachon, L. Couture, A. Balekdjian)
La seminal ‘Pauline en la playa’ (1983) ha dado lugar a una fértil tradición de películas con romances playeros tan ligeros y evocadores como la brisa marina al atardecer. Hijos e hijas de Eric Rohmer como Guillaume Brac, Mia Hansen-Løve, Emmanuel Mouret, Hong Sang-soo, Jonás Trueba… A quienes hay que unir ahora a este trío de directores y su rohmeriana hasta la médula ‘Morir en Ibiza’.
Rodada con dos duros, con actores noveles y durante tres veranos –en la “romana” y pictórica Arlés, la normanda Étretat y sus famosos acantilados, y en la costa ibicenca-, ‘Morir en Ibiza’ es cine de guerrilla donde la improvisación, las buenas ideas narrativas y la seductora inmediatez de su dispositivo formal destacan por encima de la evidente falta de medios. La película es un romántico cuento de verano(s), refrescante como un chapuzón en el mar y melancólico como el último día de vacaciones. Una historia de amor y amistad salpicada por momentos musicales que otorgan al filme un encanto muy especial. Todo un descubrimiento. 7,9.
Pink Moon (Floor van der Meulen)
Eutanasia y relaciones paternofiliales. Esta combinación podría haber sido una bomba melodramática. Sin embargo, en manos de la debutante en la ficción Floor van der Meulen (ha realizado varios documentales), se convierte en una estupenda tragicomedia sobre la decisión de morir (de un padre de familia de 74 años y buena salud) y la aceptación de los deseos de los demás, por mucho que duelan (la hija, quien hará todo lo posible por evitarlo).
La directora holandesa pone sobre la mesa temas de gran calado emocional utilizando un tono ligero, como de comedia de treintañeras inmaduras. Este contraste funciona de maravilla, aportando un gran equilibrio entre lo cómico y lo trágico, entre el lado más funcional de la vida y el más trascendental. Decir que el título de la película hace referencia a la célebre canción de Nick Drake, perteneciente a su último álbum antes de suicidarse. 7,5.