Desde que se consolidó el actual modelo de exhibición en la industria del cine, el mediometraje de ficción se convirtió en el patito feo de los formatos cinematográficos. Demasiado largo para ponerlo antes de un largometraje y demasiado corto para exhibirlo solo. O se estrenaba junto a otros tres, como “película de episodios”, o quedaba relegado a los festivales de cine. Si eran documentales, lo tenían algo más fácil, ya que solían programarse en televisión (en programas tipo ‘La noche temática’ o ‘Documentos TV’).
Ante estos condicionantes, el equivalente cinematográfico de la novela corta se convirtió en cosa de “excéntricos”, “experimentales” o primerizos (es el caso del sueco David Sandberg y su divertidísimo homenaje ochentero ‘Kung Fury’). Pocos cineastas consagrados se atrevían a filmar una película de 30 o 40 minutos que no iba a poder ver casi nadie. Solo autores “muy autores” como Tsai Ming-liang (‘Journey to the West’), Apichatpong Weerasethakul (‘Mekong Hotel’) o Bertrand Mandico (‘Ultra pulpe’) eran capaces de ajustar la duración de su película a la historia que querían contar, y no al revés.
Hubo excepciones, claro. Casi todas relacionadas con la música. Spike Jonze realizó junto a Arcade Fire y Greig Fraser (el premiadísimo director de fotografía de ‘Dune’ o ‘La noche más oscura’) ‘Scenes from the Suburbs’ (2011), un melancólico “coming of age” con conflicto armado de fondo. El propio Jonze dirigió, bajo el patrocinio de Absolut Vodka, ‘I’m Here’ (2010), una tierna historia de amor entre robots con canciones de Sleigh Bells que se puede ver como un borrador de su extraordinaria ‘Her’ (2013). Y, más recientemente, Mike Mills (‘Beginners’, ‘Mujeres del siglo XX’) realizó junto a The National la emotiva ‘I Am Easy To Find’ (2019), una especie de ‘Boyhood’ femenino con una estelar Alicia Vikander.
Pero en los últimos años esos rígidos corsés comerciales parece que se están deshilachando. En 2019, dos grandes nombres del cine europeo sorprendían con el estreno de dos mediometrajes: Luca Guadagnino con la irregular ‘The Staggering Girl’ (MUBI), un drama de narrativa dislocada a mayor gloria de Julianne Moore, y Gaspar Noé con la sugestiva ‘Lux Æterna’ (Filmin), un aquelarre metafílmico con un uso de las herramientas formales (encuadres, pantallas partidas, luz estroboscópica) enormemente estimulante. Las dos películas tenían dos poderosas firmas de moda detrás: Valentino y Saint Laurent.
A partir de ahí, los estrenos de mediometrajes se han ido sucediendo. Almodóvar ha estrenado sin problemas en todo el mundo, tanto en cines como en plataformas, ‘La voz humana’ (2020) y -también con Saint Laurent en la producción- ‘Extraña forma de vida’ (2023) (las dos disponibles en Movistar+). Y dos gigantes como Disney y Netflix han decido apostar por este formato. El primero presentó el año pasado dos mediometrajes: la encantadora ‘Le pupille’ (2022), un precioso cuento de Navidad producido por Alfonso Cuarón y rodado (en 16mm) por la gran Alice Rohrwacher (‘Lazzaro feliz’, ‘El país de las maravillas’), y ‘La maldición del Hombre Lobo’ (2022), rara avis de Marvel dirigida por el galardonado músico de Pixar Michael Giacchino, que funciona mejor desde un punto de vista estético que dramático.
Netflix, por su parte, acaba de estrenar lo último de Wes Anderson, una nueva adaptación de Roald Dahl tras la estupenda ‘Fantastic Mr. Fox’. ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’ (2023) hace honor a su título: 40 maravillosos minutos de filigrana estilística, con un deslumbrante juego de decorados y movimientos de cámara, que ilustran una narración del cuento de Dahl casi literal, ya que los actores (estupendos Ralph Fiennes, Benedict Cumberbatch, Dev Patel, Ben Kingsley…) no solo interpretan a sus personajes sino que recitan las palabras de Dahl dirigiéndose al público. Un experimento que, por su repercusión y buen recibimiento, promete marcar un punto y aparte en la exhibición de este formato.