Bruno Mars ha arrasado en los Grammy al llevarse los 6 premios a los que aspiraba, entre ellos el de Álbum del año por ‘24K Magic’ y el de Canción del año por ‘That’s What I Like’. No hay que subestimar el éxito de Mars en 2017: su disco ha vendido de manera consistente a lo largo del año, cuenta con varios hits globales y además la gira mundial del álbum ha sido un gran éxito. Mars es un talento espectacular y merece todos los reconocimientos que consiga. Sin embargo, su éxito en los Grammy vuelve a ser reflejo de una realidad innegable, que los premios son ante todo un reconocimiento de lo clásico.
La victoria de Mars es cuestionable en muchos sentidos. En primer lugar, es absurdo que ‘That’s What I Like’ haya ganado en la categoría de Canción del año frente a ‘Despacito’. Aunque ‘That’s What I Like’ es una gran canción, y además una producción excelente que sí merece su reconocimiento a Grabación del año, nadie en su sano juicio defendería que ‘That’s What I Like’ ha sido la canción del año frente a ‘Despacito’. ¿En qué mundo vive la junta de los Grammy para haber tomado tal decisión? Parece que los Grammy han preferido premiar la canción de R&B clásico que la canción de reggaetón a pesar de que la segunda ha sido mucho más exitosa. Un triunfo del localismo, pero cero representativo de lo que ha sido 2017 también en Estados Unidos.
Por otro lado, la victoria de ‘24K Magic’ en la categoría de Álbum del año es igual de absurda. Ha sido el peor valorado por la crítica entre los nominados y no tiene ese halo de clásico que por ejemplo sí tienen ‘DAMN.’ o ‘Melodrama’, pero sobre todo no podría ser un álbum más conservador, un disco que no es sino una réplica artificial de los sonidos con los que Mars creció en los 90. Cada una de sus canciones recuerda al sonido de un artista específico. Puede que ‘DAMN.’ o ‘Melodrama’ no sean innovadores, pero la personalidad de sus autores está impresa en cada una de sus canciones. ‘24K Magic’ es un festival de la imitación.
Sobre todo, el hip-hop parece el gran perjudicado en este caso, y ya desde hace años, teniendo en cuenta que solo se reconoce de manera importante en categorías específicas, y que la última vez que un grupo de hip-hop ganó Álbum del año fue Outkast en 2004. En todo este tiempo, y desde antes, el hip-hop se ha convertido en el género musical más popular en todo el mundo, y sin embargo los Grammy parecen vivir al margen de esta realidad. Las veces que Lamar ha estado nominado a Álbum del año en los Grammy son 3/3 y nunca ha ganado. ¿A qué nivel ha de operar el rapero para que los Grammy reconozcan que un disco de hip-hop puede ser Álbum del año? ¿Al de Outkast o al de… Bruno Mars?
El problema no es la ausencia de representación no blanca. Aunque Mars es la segunda persona no blanca que gana Álbum del año en 10 años (la última fue Herbie Hancock en 2008), lo cierto es que Lamar ha arrasado en esta última edición de los Grammy y que entre varias personas en la redacción nos faltarían dedos para contar la cantidad de gramófonos que tienen Beyoncé o Kanye West. Pero tampoco hay que olvidar que, desde la victoria de Hancock, hemos visto a Kendrick perder contra Daft Punk, a Frank Ocean contra Mumford & Sons y, de manera más surrealista todavía, a Beyoncé contra Beck. Por supuesto, Adele y Taylor Swift también han ganado contra varios discos de hip-hop y R&B hechos por artistas negros, discos que además de haber vendido millones contaban con el aliciente de haber recibido grandes críticas y de haberse considerado socialmente relevantes. Que obras tan conservadoras, tan aburridamente blancas, como ‘Random Access Memories’ o ’25’ arrasaran frente a discos como ‘channel ORANGE’ o ‘Lemonade’ dice mucho del interés por los Grammy de premiar obras con algo nuevo que decir. La victoria de ‘24K Magic’ es por tanto una nueva y aburrida victoria del conservadurismo, de lo mismo de siempre.