‘Not’ es una canción monumental. Un número de rock tenso y deslavazado que late y vibra con cierta contención durante buena parte de sus hipnóticos 6 minutos, que bien podrían dilatarse hasta los 10. Solo hacia el final, justo cuando se apagan su guitarra y la de Buck Meek, la tan tímida como carismática Adrienne Lenker libera un punto más de energía y rabia en su letanía de “cosas que no” –una negación que en realidad no hace sino afirmar–. Cuando termina el recitado, un torrente de electricidad al más puro estilo del Caballo Loco de Neil Young posee la canción hasta su final que incluso antes de editarse se había hecho memorable en sus directos.
No solo es el cenit de ‘Two Hands’, el segundo disco que Big Thief publican este año, sino también –al menos para mí– el de la carrera del cuarteto de Brooklyn liderado por la singular Lenker. Tras tres álbumes caracterizados por un folk íntimo –si bien el celebrado ‘U.F.O.F.’ tenía un punto más cósmico–, este álbum hermano del que está siendo destacado en varias listas que resumen lo mejor del año supone una palpable –que no radical– variación de su discurso artístico.
Grabado en el sofocante verano de inmediatamente a continuación de ‘U.F.O.F.’ con el mismo equipo (el productor Andrew Sarlo) pero en un estudio diferente (el célebre Sonic Ranch, a las afueras de El Paso, Texas), un rock más afilado y eléctrico invade buena parte de sus canciones. Y no ocurre solo en temas acerados, que evocan vagamente a Kurt Vile o a los últimos Wilco, como ’Forgotten Eyes’ –un emotivo alegato en favor de las personas sin hogar, entre las que durante algún tiempo se incluyó una todavía niña Adrienne, cuando sus padres abandonaron la secta religiosa en la que cohabitaban–. O ‘Shoulders’, una antigua canción recuperada ahora con estremecedoras referencias a violencia machista intrafamiliar (“y la sangre del hombre / que mató a mi madre con sus manos / corre por mis venas”, canta explícitamente) entre ecos de rock alternativo noventero.
Porque ese carácter crudo y físico también emerge en composiciones más tranquilas rítmicamente, como el encantador vals ‘Rock and Sing’ que abre el disco. O en una ‘The Toy’ que, poéticamente, pone el foco en las numerosas muertes por armas de fuego en Estados Unidos. O en el luminoso corte que da nombre al disco, en el que la voz de Lenker evoca a la de Elizabeth Fraser sobre primorosos arreglos de guitarras eléctricas.
Obviamente, ese punto de folk hippie de los “viejos” Big Thief no se esfuma: la preciosa ‘Wolf’ –con Adrienne literalmente aullando– y la más discreta ‘Cut My Hair’ encajarían a la perfección en ‘U.F.O.F.’. Incluso la musculosa balada ‘Those Girls’ lo haría. Pero en este ‘Two Hands’ el grupo de Adrienne Lenker toma una dirección nueva, excitante, que en mi particular opinión está un peldaño por encima de sus anteriores obras –incluido su alabado predecesor–. Y que, de ser perseguida, puede propulsarles a nuevos espacios creativos. Y de paso, a nuevos públicos. Cabe celebrarlo, aunque quizá lo mejor de Big Thief esté aún por llegar.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Not’, ‘Forgotten Eyes’, ‘Shoulders’, ‘Two Hands’, ‘The Toy’
Te gustará si te gusta: Kurt Vile, Wilco, Aldous Harding, la Marissa Nadler más eléctrica.
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