Parte de la redacción evalúa ‘Bobby, Don’t You Think They Know?’, single del nuevo álbum de Morrissey.
«Morrissey ha dado razones más que sobradas en los últimos tiempos para tenerle como un bocazas inoportuno, incapaz de hacer una promoción en condiciones sin liarla con polémicas que nadie –especialmente él– necesita. Y el problema aquí es, sobre todo, que sus últimos trabajos tampoco son como para tapar la boca de ninguno de sus detractores, haciendo de su defensa una heroicidad. Pero a la espera de que, quizá henchido de alegría por la ya irrevocable consecución de su ansiado Brexit –dudamos que el estratosférico coste que se le atribuye ahora le haga cambiar de idea–, vuelva a cagarla, no queda otra que rendirse a la excelencia de ‘Bobby, Don’t You Think They Know?’. Quizá animado por ‘California Son‘, Mozz recurre a complementar su voz con la de la soul woman Thelma Houston, aportando un contrapunto que redimensiona no ya la canción sino también las perspectivas ante ‘I Am Not a Dog On a Chain’. Pero más allá de la aportación de Houston, «Bobby» es una gran canción, con un buen gancho –aunque no con un estribillo claro–, que se crece en esa suerte de jam de saxo y órgano que remite tanto a los Bad Seeds de los primeros 90 como al último Bowie. Quién sabe si esta vez, como ese Bobby de la canción que finge que los demás no conocen su secreto, Morrissey nos traerá de vuelta el «placer cada vez que nos canta»». Raúl Guillén.
«Si te anuncian un disco como “demasiado bueno para ser verdad, demasiado verdadero para ser considerado bueno”, pues una se crea unas expectativas… Vale, no demasiadas: el estatus de cantamañanas de Morrissey es catedralicio, así que tampoco le doy mucho crédito a su autobombo. Entonces, ¿es ‘Bobby, Don’t You Think They Know’? demasiado buena? No. Pero tampoco es mala, en absoluto. En contra juega una duración algo excesiva y la manera de cantar de Mozz, engolada, pastosa. A favor, toda esa amalgama de rock sesentas en la estela de los Animals, ese derroche de órganos tipo Hammond, los redobles de batería en el estribillo, guitarras eléctricas, saxos… y la voz de Thelma Houston, un contrapunto imprescindible, que otorga un brío que, de otra manera, no tendría. Y la voz de Mozz mejora hacia el final, cuando más desatada es la canción. También ayuda una letra en que Morrissey parece referirse a sí mismo. “Bobby don’t you think they know?/Aren’t you tired of pretending?/(…)/But, ah the pleasure you bring for us/Ah whenever you sing for us/(…)You ain’t fooling nobody’ (“Bobby, ¿crees que lo saben?/¿No estás cansado de fingir?/(…) pero, ah, el placer que nos das/cada vez que cantas para nosotros”/(…) No engañas a nadie”. Antes de que el personaje odioso que ha creado lo devore del todo, siempre hay algún motivo para mantener una mínima fe en Morrissey». Mireia Pería.
«Abordo la nueva canción de Morrissey sin tener en cuenta el despropósito de sus declaraciones recientes sobre tantos temas. En principio suena a algo nuevo para el británico: musicalmente es una canción cargada, una pieza de electro-rock sombrío enriquecida por el sonido de instrumentos como el clavecín, un órgano electrónico que suena como tocado por Abdou el Omari (que en paz descanse) y un sucio saxofón final, y melódicamente no está mal. La colaboración de la leyenda de la Motown Thelma Houston –que ha salido a aclarar que ella no cree que Morrissey sea «racista»– es un acierto. Dado que la primera canción que grabaron juntos Morrissey y Johnny Marr fue una versión de ‘I Just Want a Boy for My Birthday’ de las Cookies porque ambos eran fans de las girl groups de los 60, la presencia de Houston en la canción le añade una bonita capa de significado aunque no sea de manera intencionada. Sin embargo, me da la impresión de que Morrissey ha intentado hacer una canción lo más épica y dramática posible pero que se ha quedado a medio gas, porque ni es tan emocionante ni su desarrollo termina por elevarla de ninguna manera, haciendo que sus 6 minutos de duración estén poco justificados. ‘Bobby, Don’t You Think They Know?’ es otra nueva canción de Morrissey que mañana ya habré olvidado». Jordi Bardají