Tras las distintas marejadas que han convulsionado la última década del festival de cine de Xixón (FICX) -la política, que supuso la destitución de José Luis Cienfuegos como director; la logística, motivada por el cierre de los cines Centro; y la sanitaria, que obligó a celebrar online la edición anterior (este año se ha conservado la exhibición en Filmin de una parte de las películas)- el certamen asturiano parece recuperar la estabilidad, la identidad y el lustre en la programación de antaño. La “marexada” de esta 59 edición ha sido exclusivamente de cine. Aunque también ha habido música, ya que en paralelo se ha celebrado el Gijón Sound, donde se han podido ver conciertos de Christian Löffler, Depedro, Silvia Pérez Cruz o Maika Makovski.
Es cierto que a la hora de crear ambiente festivalero, al FICX le sigue pesando la lejanía de una de sus sedes principales, situada en unos multicines de las afueras. Sin embargo, la reciente inauguración de unas nuevas salas más cercanas al centro, y la futura apertura del centro cultural Tabacalera, en Cimavilla, donde se va a construir un auditorio de 400 butacas, permite vislumbrar un futuro con un festival mucho más cohesionado espacial y socialmente.
Como ya se hizo el año pasado, la programación del FICX se divide en dos secciones principales: Retueyos (“brotes” en asturiano), dedicada a cineastas emergentes, a nuevos valores (es la apuesta fuerte del festival, la que más premios reparte); y Albar, con películas de autores consagrados que aun no tienen distribución asegurada en España. Luego están otras secciones dedicadas al cine latinoamericano o a estrenos de filmes vistos en otros festivales, como Sitges o San Sebastián.
Es una programación variada, transversal y bastante abarcable (aunque es de lamentar que algunas películas como ‘Vortex’, ‘Belle’ o ‘Earwig’ solo hayan tenido un pase, cuando la mayoría ha tenido dos o tres), que invita al descubrimiento más que al reconocimiento, a dejarse sorprender por títulos desconocidos o incómodos para la distribución comercial más que asistir a un desfile de preestrenos.
‘Rien a foutre’: a Adele Exarchopoulos le importa todo una mierda
Los directores reflejan muy bien el hastío vital del personaje. Apenas hay explicaciones, juicios, ni conflictos dramáticos. La película avanza como en una cinta transportadora de aeropuerto: de forma mecánica, apática. El problema es que a veces esa falta de interés por la vida de la protagonista se contagia al propio filme, algo que se hace muy patente en el anodino bloque dedicado al regreso de la azafata a su casa familiar. Afortunadamente la película vuelve a remontar el vuelo al final, en un epílogo en Dubái donde confluyen dos pandemias: el covid y el capitalismo extremo. 6,5
‘El planeta’: Jarmusch y Almodóvar en Gijón
Para reflejar esta realidad, la directora opta por un enfoque bastante heterodoxo: la comedia picaresca con toques de irreverencia y petardeo verbal a lo Almodóvar (la primera escena, protagonizada por Nacho Vigalondo, parece un homenaje a la “lluvia dorada” de ‘Pepi, Luci, Bom’), y un estilo –expresivo, narrativo, interpretativo – que recuerda a las primeras películas de Jim Jarmusch o al mumblecore de principios de siglo. Un filme verdaderamente indie, que se ha colado por sorpresa entre las nominaciones a los premios Gotham: Mejor guión e Intérprete revelación. 7,9
‘Ninjababy’: contra los clichés de la maternidad
La directora dibuja el conflicto de esta joven embarazada a través de varios elementos: un guión muy medido, que se mueve con mucha soltura entre la comedia desenfadada y el drama íntimo; una puesta en escena ágil y juguetona, que incluye escenas de animación (el filme está basado en la novela gráfica ‘Fallteknikk’ de Inga H Sætre); una atractiva selección de canciones de la escena indie noruega (Pom Poko, Hajk, Anne Lise Frøkedal); y la fabulosa interpretación de la actriz Kristine Kujath Thorp, en su primer papel de importancia en el cine. 7,5
‘Un polvo desafortunado o porno loco’: hipocresía y porno casero
La película empieza sin filtros: un vídeo sexual explícito de una profesora de instituto que se convertirá en el eje argumental del filme. A partir de ese prólogo, la película avanza con una enorme libertad narrativa. Dividida en tres partes, la primera sigue a la protagonista por las calles de Bucarest. Un retrato inclemente de la capital rumana, llena de ruido, sordidez y decadencia. La segunda es un ensayo visual en forma de diccionario, un estimulante collage de ideas con mucho humor irreverente. Y la tercera es la representación de un juicio público a la profesora. Una sátira donde la sociedad –la comunidad educativa, los padres de los alumnos- arremete contra el individuo armada con todos sus prejuicios, hipocresías y superioridad moral. Sin duda, una de las películas más audaces del año. 8,5
‘Mass’: lucimiento actoral
‘Mass’ un filme modesto en medios (está rodada prácticamente en una habitación), pero ambicioso en intenciones. Un desgarrador relato sobre la culpa y el perdón, protagonizado por dos parejas marcadas por una enorme tragedia en común. Gracias a su inteligente guión, que va administrando poco a poco la información al espectador; a la labor de los actores, todos soberbios; y a una eficaz puesta en escena, donde los cambios de formato (de cuadrado a apaisado) y caligrafía visual (de encuadres estáticos a inestables) funcionan como reflejo del estado de ánimo de los protagonistas, el director consigue elaborar un (in)tenso y doloroso drama capaz de generar jugosos debates políticos, sociales y morales. 8
‘Quien lo impide’: himno generacional
‘Quien lo impide’, título que hace referencia a una canción de Rafael Berrio, destaca por su enorme libertad creativa. Es una obra abierta, rodada sin rumbo fijo ni ideas preconcebidas, por donde se cuela la vida en forma de testimonios imprevistos, golpes de humor sorprendentes, rimas visuales inesperadas o acontecimientos imprevisibles como la propia pandemia. Una mirada a la adolescencia vista no desde arriba, sino desde al lado. No desde una atalaya de condescendencia y superioridad moral, sino desde un banco en el parque haciendo botellón. 8,5
‘C’mon C’mon. Siempre adelante’: Joaquin Phoenix
Filmada en un melancólico blanco y negro, y con una estupenda banda sonora firmada por los gemelos Dessner, de The National, ‘C’mon C’mon. Siempre adelante’ funciona bastante bien en dos niveles: como retrato documental de la infancia (las entrevistas son reales) y como road movie con niño al estilo ‘El verano de Kikujiro’ (1999), ‘Alicia en las ciudades’ (1974) o ‘Un mundo perfecto’ (1993). Un viaje iluminador, transformador para los dos personajes, que el director expresa con enorme sensibilidad y sutileza, aunque también de forma algo reiterativa en su tramo central. Phoenix está nuevamente de Oscar, pero las interpretaciones naturalistas no suelen cotizar demasiado alto en los premios. 7,6
‘La fracture’: comedia con chaleco amarillo
La película, ambientada en el área de urgencias de un hospital parisino durante una protesta de “chalecos amarillos”, está protagonizada por dos pacientes: un manifestante herido por las cargas policiales y una dibujante con problemas sentimentales. El caos en el que se convierte el escenario ante la masiva llegada de heridos está reflejado por la directora por medio de una puesta en escena muy enérgica, con muchos planos largos cámara en mano; una estructura cada vez más coral, con una variada panoplia de personajes (cada uno mostrando un pequeño drama de gran calado social); y la divertidísima interpretación de Valeria Bruni Tedeschi, la reina absoluta de la función, protagonista de gags memorables. 8,3
‘We’re All Going to the World’s Fair’: más allá del terror indie
‘We’re All Going to the World’s Fair’, que tendrá su estreno comercial en HBO (también se ha podido ver en Filmin en el marco del festival), es una incursión en el mundillo creepypasta a medio camino entre el relato de terror y el drama adolescente. Con las melancólicas canciones de Alex G como perfecto acompañamiento musical y atmosférico, la película narra la historia de una chica solitaria, una Billie Eilish de pueblo, que contactará con un enigmático personaje después de aceptar participar en un siniestro MMORPG (rol multijugador online). Aunque aquejada por algunos bajones de ritmo, el filme consigue trascender con mucho estilo el simple cuento de terror indie youtubero, para convertirse en un tierno y perturbador relato sobre la soledad del mundo contemporáneo. 7
‘Palestra’: la comedia más “irritante” del festival
‘Palestra’ es una película construida alrededor de una olla llena de cera hirviendo para depilar. Entre tirón y tirón de los pelos de la “concha” (rodados en primerísimos planos), se desarrolla un combate verbal entre tres amigas y un fotógrafo dispuesto a sacar rédito artístico y crematístico de esta tortura genital. Escrita con gran brillantez, incorporando textos basados en la obra de Mariana Enríquez y Juan José Becerra, el filme funciona muy bien como comedia irreverente. Una mezcla muy equilibrada y burbujeante entre el humor negro, la sátira feminista, el posthumor y las situaciones chorra. 7