LCD Soundsystem superan expectativas y Placebo decepcionan en BBK

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LCD Soundsystem superan expectativas y Placebo decepcionan en BBK

El Bilbao BBK Live puede parecer uno de los macroeventos musicales damnificados por la (sobre)oferta cultural de verano. Sucede al mismo tiempo que Mad Cool y los San Fermines; a la vez, también, que el Orgullo de Madrid, y después que multitud de festivales como el Primavera, el Sónar, el Paraíso, el Mallorca Live o el Río Babel hayan asomado la pata después de dos años de hiato, uno tras otro, y a lo largo solo del último par de meses. En Bilbao, hasta los taxistas se muestran sorprendidos por la falta de trabajo durante esta primera jornada de BBK. La gente no parece tener prisa por instalar sus tiendas en Kobetamendi.

No obstante, es jueves y el público suele reventar festivales los viernes y, sobre todo, los sábados, y no cabe duda que los dos días que quedan de BBK van a ser intensos. De hecho, el festival espera recibir a 100.000 personas durante el fin de semana.

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Hablando de públicos masivos, el de Ginebras. La propia banda mostró su sorpresa por la cantidad de gente que había congregada delante de su escenario, a eso de las 18.30. Era un público compacto, nada disperso, de unas 30 filas como mínimo, si no me fallan las cuentas. La música de Ginebras, claro, contiene un atractivo enormemente pop, y ellas lo potencian en su puesta en escena. Las cuatro integrantes aparecen en el escenario cada una vestida de un color diferente (rojo, verde, azul y rosa), como si fueran las ‘Supernenas’ configuradas en girl-group, y el escenario está decorado con un jardín de rosas. Canciones como ‘Todas mis ex tienen novio’ o ‘Vintage’ suenan diseñadas a medida para colarse en anuncios publicitarios o en la playlist de tu tienda de ropa de segunda mano favorita. Y, cuando el show termina y empieza a sonar una canción de La Oreja de Van Gogh, por un momento parece que Ginebras continúan en el escenario.

La espontaneidad es el fuerte de Stella Donnelly. Es una espontaneidad deliberadamente infantil y perversa, como la de aquella Leticia Sabater cuya deriva profesional jamás adivinamos en los 90, y que sale a relucir cuando la australiana presenta una canción “esperanzada y optimista” llamada ‘Die’ para la que ha preparado una boba coreografía que parece sacada de una actuación de fin de curso. La cantante se mueve como un cangrejo, hace el pino o imita a un árbol, con una sonrisa irónica. En un curioso momento, Donnelly interrumpe una canción para expresar su asombro tras percatarse de un pájaro (aparentemente un águila o un cuervo) que vuela delante de ella en el cielo. “¡Hostia puta! ¡Mirad ese pájaro! ¡Es enorme!”, espeta, provocando la risa de los asistentes. “Siento no ser profesional, pero tenía que comentarlo”, excusa. En ‘How Was Your Day’ involucra al público efectivamente como si de una presentadora infantil se tratase y, sin ningún prejuicio, clama: “¡gracias por ser cursis conmigo!” La música de Stella es alegre y cuqui, pero nunca deja de estar claro que es una persona adulta quien se esconde detrás de ella.

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Los horarios originales de BBK hacían coincidir de pleno los conciertos de Phoebe Bridgers y LCD Soundsystem. Afortunadamente, el festival hizo caso a las plegarias de los fans y reubicaron el show de Bridgers a una hora más agradecida. La de California y su banda -vestida con el ya clásico disfraz de esqueleto- presentaron ‘Punisher’ con cierto poso de solemnidad al principio, con una seriedad aparentemente exagerada, pero Phoebe se fue soltando poco a poco mientras tocaba escondida tras unas gafas de sol del tamaño de su cabeza. Dedicó ‘Kyoto’ a los padres presentes en el público, se ganó ovaciones solo con colgarse sobre los hombros su chulísima guitarra de color negro y, ya totalmente en su salsa, con una sonrisa de oreja a oreja, bajó del escenario para hacer una ronda de saludos. A una fan instalada en la primera fila incluso le cedió el micrófono para seguir cantando la canción y por poco no se hizo un Beyoncé. No obstante, Phoebe volvió a ponerse seria cuando dedicó unas palabras a Estados Unidos. Mientras regalaba a su país una peineta, Bridgers afirmó que “toda la historia de Estados Unidos es asquerosa, pero ahora realmente estamos retrocediendo en el tiempo con el tema de la salud pública y con la transfobia de mierda”. Como Kacey Musgraves, Bridgers celebró “estar lejos de mi país” por un momento. El público recibió su discurso con más aplausos y ovaciones.

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Fue una revelación ver a rusowsky en directo por varias razones. Pocos podían imaginar que canciones tan íntimas como ‘So So’, producidas desde la más absoluta falta de expectativas comerciales, pues algunas incluso bordean el límite de la música outsider de una Rebe o un Paco Moreno, podían conquistar a tanta gente, pero la carpa donde actuó Ruslán Mediavilla junto a su DJ estaba llena hasta los topes. Además, resulta que rusowsky existe de verdad y es una persona de carne y hueso, y no solo el nombre de un artista curtido en Spotify que hace beats y canta melodías por encima. Curiosamente, el set de rusowsky anima al público no solo por el surtido de beats de drum ’n bass, jungle y tecno que ofrece, entre otros singles conocidos por sus fans como ‘Dolores’ o ‘Mwah :3’, sino porque el propio artista -que cubre su cabeza con una babushka- bailotea estos ritmos en el escenario como si fuera un fan más. Como si siguiera creando su música desde la intimidad de su cuarto, y no para miles de personas que le siguen. El concierto de rusowsky es lo que pasa cuando el bedroom-pop sale de la habitación y se encuentra con el mundo exterior.

Sharon Lopez

Para revelación la de Ed Maverick (y punto para C. Tangana por haberle apoyado cuando no tantos le conocían). El mexicano es un cantautor con todas las letras, tan clásico que hasta su peinado y su manera de vestir evocan otro tiempo muy lejano a 2022. En concreto, los 70 de la música romántica y de protesta. Cuando Ed canta simplemente acompañado de su guitarra canciones como ‘Del río’, exhibe un talento vocal, un carisma, de esos que se ven muy pocas veces. Es imposible no quedarse prendado de él cuando saca a relucir la potencia de su robusta y dramática voz, a la que, quizá, incluso, le haya sentado bien el “jet lag” que aqueja el músico, provocado por pasar demasiadas horas sentado en un avión camino a España. En otra época y, quizás, con un repertorio más amplio y sólido, Maverick habría sido una estrella del tamaño de Mercedes Sosa o Agustín Lara. Aún tiene tiempo. Desde luego, encaminado va.

Oscar L. Tejeda

El concierto de Placebo no es todo lo excitante que podría ser simplemente porque el grupo se centra en tocar las canciones de su último disco, el regulero ‘Never Let Me Go’. Es el deber de un grupo apoyar el disco que esté presentando en ese momento, pero en el setlist de Placebo se echan en falta hits fundamentales de su carrera que el grupo no parece interesado en recuperar solo para que no eclipsen los temas de su repertorio nuevo. Brian Molko, un tanto irreconocible con pelo largo y bigote, y su banda tampoco ofrecen mucho más a lo que agarrarse cuando se limitan a tocar las canciones de manera un tanto encorsetada. Eso sí, a mi compañero Pablo Tocino puedo confirmar que el concierto de Placebo se cerró con su versión de ‘Running Up That (Hill)’ de Kate Bush, que la banda publicó en 2003. Ralentizada, a modo de los remixes “slowed and reverbed” de Youtube actuales, la versión de Placebo posa una mirada sombría sobre la original. Ni que decir que escuchar esta canción versionada en directo en el contexto actual, cuando contra todo pronóstico vuelve a ser un éxito en las listas que nadie ha podido ver venir, supone una experiencia entre emocionante y extraña.

Oscar L. Tejeda

Si el set de Placebo transmite una clara sensación de nostalgia, no necesariamente en el buen sentido, el de LCD Soundsystem continúa imaginando un maravilloso futuro. No me canso de decir a mis amigos que el directo de James Murphy y compañía es uno de los mejores que he visto en mi vida, si no el mejor, desde que me hicieron flipar en el Sónar hace unos años como pocas bandas han logrado. En BBK no solo no decepcionaron sino que superaron cualquier expectativa.

Para empezar, es impresionante ver el escenario de LCD Soundystem porque parece un estudio de grabación. Múltiples músicos e instrumentos, sintetizadores, secuenciadores y -diría que también- amplificadores ocupan absolutamente todo el escenario de manera que parece que el grupo está grabando un disco en directo en ese mismo momento. James Murphy, vestido como si fuera a recoger el periódico un sábado por la mañana, canta y recita con su habitual micrófono vintage, e irónicamente parece la persona que menos bien se lo pasa del concierto. Es una pena que él no pueda ser público de LCD Soundsystem, pero alguien tiene que hacer el trabajo.

El grupo trae un sonido inmejorable, apabullante, y sus canciones ganan triunfalmente en vivo. Gracias a su estructura tipo progresivo, las canciones de LCD Soundsystem van hirviendo poco a poco hasta que empiezan a expulsar un vapor que intoxica y te hace entrar en un trance. Muchas suenan seguidas las unas de las otras, a la manera de un DJ set, por lo que el concierto no da tregua y, aunque el grupo seguramente siempre toca lo mismo en todos los conciertos, a la vez siempre parece que está improvisando. Las baterías pisan fuerte con ritmos de música disco, las guitarras punk suenan afiladas como cuchillos y, cuando el grupo perfora el aire con sus ondas electro, ya pierdo la cordura. Me desnuco de tal manera que parezco una marioneta de aire. El poder de unas campanillas lo conoce LCD Soundsystem mejor que nadie y su show te sume en un estado de éxtasis continuo.

El BBK ha ofrecido otra oportunidad de ver a Alizzz por 8378287ª vez este verano presentando ‘Tiene que haber algo más’ en su pletórica totalidad. Cada concierto es idéntico al anterior (obviamente, nadie espera lo contrario) a tal punto que da ganas de añadir a Setlist.fm las interacciones de Cristian Quirante con el público. Así que nada nuevo bajo el sol a excepción de una novedad que nadie esperaba: Quirante estrenó en vivo su versión de ‘Un buen día’ de Los Planetas, que había ensayado «hace 20 minutos». De no anunciar que era una versión me había creído que era suya.

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