
Adam Green es un personaje insólito y, en mi breve carrera periodística, uno de los artistas más difíciles de entrevistar. Admirado por crítica y público, vende miles de discos en países tan dispares como Japón, Alemania y Estados Unidos. Consciente de su genialidad, no hace jamás concesiones y es sobre el escenario cuando realmente se ilumina su auténtica naturaleza.
Si ‘Gemstones’ (2005) decepcionó a muchos (no es mi caso), ‘Jacket Full Of Danger’, su cuarto álbum, no sólo no defrauda sino que puede considerarse su trabajo musicalmente más interesante. En mi opinión, iguala en categoría a su segundo disco, ‘Friends of Mine’ (2003), ya que aúna la afilada instrumentación de sus inicios con una atrevida gama melódica en la que mezcla variados estilos. Mis favoritas: ‘Hollywood Bowl’, ‘Novotel’, ‘Nat King Cole’ y ‘Drugs’.
Un disco ecléctico, ingenioso, bailable y para escuchar repetidas veces (apenas supera la media hora de duración). Su voz suena aún más grave (por momentos evoca al Jim Morrison) y sus letras vuelven a ser involuntariamente provocadoras y ácidas. La lista de artistas con la que le comparan es interminable (Elvis, Johnny Cash, Frank Sinatra, Leornard Cohen, Roy Orbison, Elliot Smith…), pero Adam prefiere seguir siendo único y auténtico. 8,5.




















Si esta Semana Santa tienes un rato libre, te apetece visitar una exposición y te gusta Cortázar, te recomendamos que te pases por el Museo de la Ciudad (Príncipe de Vergara, 140). La primera planta de la pinacoteca madrileña acoge, hasta el 23 de abril, la muestra ‘Presencias’, que recorre la trayectoria vital del autor de ‘Rayuela’. Una inmersión en el mundo cortazariano a través de documentos inéditos, citas de su obra, entrevistas, objetos personales, ejemplares de primeras ediciones de sus libros y cuatro proyecciones.
Si te gustaron ‘Alta Fidelidad’ o ’31 Canciones’ de Nick Hornby, es más que probable que te guste este libro de no ficción. A mí me divierte más el estilo de Chuck Klosterman (Reservoir Books), más ácido, ingenioso y nada pretencioso. El editor de la revista Spin, a bordo de un coche de alquiler y con la imprescindible compañía de 600 discos, se chupó más de 10.000 kilómetros en apenas 20 días siguiendo la pista de historias de estrellas del rock fallecidas trágicamente.






Una de las cosas malas de que te gusten artistas de otras épocas, aparte de no tener la suerte de verles en la plenitud de su juventud y su éxito, es que cualquier día te enteras de que padecen una grave enfermedad (por desgracia, esto no es algo exclusivo de los artistas veteranos) o que simplemente les ha llegado su hora. 
