Con qué disco se presentará al público un artista que ha ganado o simplemente ha triunfado en un «talent show» ha sido uno de los mayores entretenimientos de la música pop en el siglo XXI. La sensación generalizada es que la mayoría de las estrellas se fueron desvaneciendo por una cuestión de prisas, mala gestión o mala suerte, de Rosa a Nicola Roberts. Pero también es cierto que de donde menos lo esperabas surgieron nombres que han sido decisivos como mínimo en cuanto a cifras, desde David Bisbal a su amiga Camila Cabello.
El caso de Amaia es tan ajeno a los cantantes mencionados que quizá algún día tengamos que frotarnos los ojos recordando su paso por Operación Triunfo, no porque el programa haya sido malo o le haya hecho mal. Al contrario, hemos avanzado mucho desde los tiempos en que para los españoles Busta no era Busta Rhymes ni mucho menos Julio Bustamante. Sino por el desarrollo que ha ido siguiendo su carrera. En el programa Amaia versionó a David Bowie y a Florence + the Machine, al salir consolidó su aceptación en el entorno festivalero antes de tener nada grabado (y comenzando la casa por el tejado, nada menos que por el Primavera Sound), anunció que publicaría disco producido junto a Refree, después abortó misión, y al final se fue a Argentina a producir su debut con el líder de un grupo de nombre en su momento censurado… Todo ello para terminar sonando a los 60 de Marisol, al Donosti de La Buena Vida que tan a tiro de piedra le queda de Pamplona, y al pop setentero de Estados Unidos. Entre otras cosas.
En principio no se entendió muy bien por qué Refree no es el productor de ‘Pero no pasa nada’. Si bien lo de Florence y Bowie fue muy guay, el timbre de Amaia era más idóneo para otra cosa más próxima al folclore, en concreto para trabajar con Raül, el productor de Sílvia Pérez Cruz. Amaia hablaba con entusiasmo de sus sesiones conjuntas; ‘Al cantar’, escrita por Rozalén, podía también encajar por ahí; y el tema que se estrenaba la pasada Navidad compuesto mano a mano por Amaia y Raül, ‘Un nuevo lugar’, era una absoluta preciosidad a medio camino entre Sufjan Stevens y Portishead, pero con el sello personal de Romero. Pocas canciones de minuto y medio han estado tan cargadas de simbología, al menos fuera de un entorno punk… aunque la pregunta es si Amaia no es un poco punk en realidad. La cantante ha colaborado de manera reiterada con Carolina Durante, ha llevado esa composición de Marcelo Criminal a la tele, se ha codeado con Axolotes Mexicanos y ha hablado de cantar con diarrea en un programa de máxima audiencia. Por lo que… ¿queríamos de verdad un disco fino próximo al folclore?
Una vez escuchado ‘Pero no pasa nada’ se entiende por qué el productor del disco no es Refree, que solo mantiene un crédito como coautor en ‘Nuevo verano’. Amaia ha esquivado por completo los parecidos que le aguardaban con Sílvia Pérez Cruz, optando en su lugar por un disco de pop-rock clásico, con base de guitarra, bajo y batería, con momentos al piano como los que le vimos en el programa, pero sin renunciar a sintetizadores. Y lo mejor es que lo ha escrito ella y se nota: aparecen co-autores de confianza, como es el caso de Núria Graham (que sí ha escrito ‘Porque apareciste’ ella sola) o Santi Motorizado, pero en general las canciones son de Amaia en solitario.
Pese a lo que nos había avanzado, quizá por lo que se ha demorado y evolucionado por el camino, el debut de Amaia es un disco de amor y desamor. Incluso un tema que habla del paso del tiempo como ‘Un día perdido’ concluye «la verdad es que no entiendo por qué me quieres». ‘Nuevo verano’ contiene frases muy teenager como «me gusta el mundo pero tú un poco más» o «sigo temblando al ver que llega un mensaje tuyo». Del «Quiero imprimir todas tus fotos» a «quiero imprimirte a ti y que estés aquí» de la country pop ‘Todos estos años’. Las melodías brillan ciertamente como en una canción de Marisol o Carole King (‘Nadie podría hacerlo’), pero el detalle es ligeramente underground, como el final mínimamente ruidoso de ‘Un día perdido’. De alguna manera aquí se confirma que la trágica brecha abierta en los 90 entre indie y mainstream en España era una cuestión de producción: las canciones de Amaia pueden ser tan bonitas como las de Nosoträsh o de Ella Baila Sola. El piano de ‘El relámpago’ es muy La Buena Vida, pero la épica final es tan desgarrada como parodiable por excesiva. Rocío Quillahuaman hacía este desternillante gag con ella… y Amaia por supuesto le daba que «like».
Y es que justo ese carácter naíf que unía algunas composiciones de las artistas de los 90 mencionadas no está aquí exento de un humor 100% Amaia: el álbum empieza con un tema de un minuto cuya única letra es: «El avión se va a caer / Tú serás mi última vez». Después, un silbido casi alegre, desde luego resignado. En el estribillo de ‘Quiero que vengas’, la introducción de la alternativa «o voy yo, ya voy yo» es exactamente el mismo tipo de frase que nos hacía reír en las canciones más intensas de ‘Gran fuerza’ de Astrud. El humor desmonta el drama en más ocasiones: el nombre del disco es ‘Pero no pasa nada’ y esa manera de quitar hierro a un amor que se nos va es lo más bonito del estupendo single principal. ¿Ya no me quieres? Bueno… «Voy a cantarte esta canción / que irá directa al corazón / Pero no te asustes, por favor / Porque sé que al final todo pasa y morirá / Quedará en nuestra mente y ya está».
Y ya está (!).
Amaia no es la compositora más compleja, y habría tenido guasa que lo fuera a la primera de cambio. Sin embargo, su desinterés y falta de práctica en torno a las estructuras pop convencionales –ella misma ha hablado de ello– ha dado lugar a un álbum personal en el que oímos sus posibles referentes pero también a ella misma. Y tras ese alegato de culpabilidad que dedica a una amiga o familiar querida, o incluso quizá a sí misma (‘Cuando estés triste’, un tanto blues, un tanto Bacharach, un tanto destartalada también, propone «por favor que haya paz entre nosotras»), llega la última sorpresa del álbum. La trémula ‘Porque apareciste’, el tema de Graham que Romero ha hecho totalmente suyo, parece que va a ser su canción más folclórica, su canción más Leonard Cohen, quizá más Sabina, quizá un vals, quizá una ranchera, pero queda claro que no es exactamente nada de eso cuando emerge esa mandolina tras el que podría ser su principal reto personal y único, privado, psicoanalítico, meta: «quiero entenderte, tú estás en mis letras». Habrá quien considere todo esto demasiado adolescente, pero qué pena por aquel que no sienta nada escuchando una voz tan expresiva y a la vez comedida como la de Amaia cantar simplemente «nunca amaré tanto a un hombre».
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Quiero que vengas’, ‘Quedará en nuestra mente’, ‘Porque apareciste’, ‘El relámpago’
Te gustará si: te da rabia que los grupos de canción melódica tipo Corazón hayan tenido que separarse por falta de público
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