El mundo musical nacional –la escena– es muy diferente a aquel 2009 en que La Bien Querida debutaba con ‘Romancero‘. En aquellos tiempos en que perdíamos el tiempo decidiendo si la versión final de ‘9.6’ era mejor que la maqueta o «demasiado electrónica» (esto existió, lo juro), habríamos flipado si supiéramos que Ana Fernández-Villaverde iba a hacer un disco en el que cabría como influencia lo mismo Manuel Alejandro que My Bloody Valentine, lo mismo Shakira que Broadcast, lo mismo Lana del Rey que Miguel Bosé, lo mismo unos Cigarettes After Sex que un grupo de Eurovisión que nadie recordaría, The Common Linnets.
Con lo fácil que hubiera sido citar en su lugar a alguien anterior a estos últimos, como Nancy & Lee o She & Him, habrá alguien lo suficientemente retorcido como para pensar que La Bien Querida está pasando el rato de boutade en boutade. Pero lo cierto es que en 2019 hay artistas haciendo carrera de su transversalidad, como es el caso de Cupido. Si ahora no nos sorprende tanto que Vetusta Morla haga un popurrí en sus conciertos en festivales con hits de artistas que tocan en el mismo lugar, lo cual puede incluir a Fangoria o a Carolina Durante, a Cupido o a Miss Caffeina; seguro que La Bien Querida ha puesto un granito de arena. La artista le ha pegado a lo largo de todos estos años al kraut, a los pasos de Semana Santa, al synth-pop, al dub, a la canción melódica española o a la canción italiana de Franco Battiato, además haciendo todo esto suyo.
La gran pega que podemos ponerle a ‘Brujería’ es que después de haber pasado por todo eso, no es una gran sorpresa en ese sentido. Los géneros que hacer tuyos se terminan acabando y por ejemplo, es una gran incógnita imaginar a qué habría acabado sonando en un sexto álbum el grupo versátil del pop independiente español por excelencia, Klaus&Kinski. La Bien Querida es una solista y no puede separarse, así que su manera de seguir adelante ha sido reincidir en su fórmula sonora y melódica, ahora con la producción de René de Axolotes Mexicanos, y darle un trasfondo conceptual. En concreto, un disco-hechizo en el que cada canción se corresponde con un hechizo, influido por las prácticas ocultistas que realizaba su padre cuando era pequeña.
El álbum se abre con un espeluznante ‘Hechizo protector’ que, inspirado en la banda sonora de Broadcast para una peli de Peter Strickland, nos pone en situación; las campanas de ‘Te quiero’ tienen su lugar en toda esta imaginería espiritual y ‘Déjame entrar’, cantada a dúo con su ex pareja y ex productor, aún compañero de banda, David Rodríguez, es un dúo más o menos folk tipo Nancy & Lee, pero al que se ha añadido un fondo de terror que casa mejor en este contexto. En otras ocasiones el concepto queda más diluido, como en ‘Nubes negras’, más próxima a ‘To Make You Feel My Love’; o en el propio single ‘¿Qué?’ con Diego Ibáñez de Carolina Durante, un viaje al pasado entre el triste galopar psicodélico de ‘Déjame entrar’ y el fondo cinético de ‘Miedo’.
La artista tenía ya dos canciones llamadas ‘Hechicera’ y ‘Poderes extraños’ y hay cosas que resultan muy familiares: ‘La verdad’ tiene unos arreglos preciosos que pueden producir que sea la nueva ‘Dinamita’, ‘Me envenenas‘ es su típica composición oscura dando pie a una producción inquieta y movediza, hay dos temas de nuevo con coros de Jota y ‘¿Qué?’ no deja de ser otro fusilamiento de New Order, ahora también con un homenaje explícito al confuso y ambiguo, ya mítico «¿qué?» de ‘Chantaje’ de Shakira y Maluma. Y otro quizá involuntario a ‘La chispa adecuada’ de Héroes del Silencio. No sé si lo de «no distingo lo complicado de lo simple» es un accidente o un guiño inconsciente, pero bienvenido.
Donde realmente el concepto queda mucho mejor definido es en la cuidada edición física del disco. La portada de Pablo Zamora y el diseño de Mario Rivière con las directrices de La Bien Querida convierten ‘Brujería’ en uno de los discos más regalables del Q4 que esta semana arranca. Porque al margen de que hay una ilustración por canción, siempre al servicio de su imaginería, los hechizos impresos al final de cada letra suman mucho más que un comentario en Genius. ‘Morderte’ no es un homenaje a My Bloody Valentine sino un hechizo contra la rutina sexual que Kevin Shields nunca habría escrito. La un tanto R&B ‘Domingo escarlata’ con los coros de Jota, tristísima desde su comienzo («si no te vuelvo a ver no entenderé, por qué la vida me mostró que tú existías»), ofrece en contraste un larguísimo hechizo para el que necesitarás canela en polvo u orégano dependiendo de si quieres volver a ver a un amor o amigo/a o familiar. Y «Necesitarás una rama de olivo con la que limpiarás toda tu casa (…) Pon la canción mientras haces el rito», es por ejemplo la invitación de ‘Miedo’, un tema que se crece tanto como «crece» el «miedo» del que habla la letra. Solo visualizar a sus fans escuchando esta canción y siguiendo esta sugerencia da para un capítulo de ‘Paquita Salas‘. Y sé de alguno y alguna que va a probarlo.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘La verdad’, ‘Déjame entrar’, ‘Me envenenas’, ‘Te quiero’, ‘Miedo’
Te gustará si te gustan: ¿la santería, Broadcast y Carolina Durante? No. Básicamente los anteriores
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