El festival Monkey Week celebra este año su undécima edición, cuarta desde que se mudaran a Sevilla desde El Puerto de Santa María. En esta ocasión el cartel era especialmente llamativo por tres razones: el tirón de bandas que de emergentes tienen ya bien poco, como Los Punsetes o Carolina Durante, lo especial que sería el concierto de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba como cierre de un año que ha sido espectacular para ellos, y, por supuesto, la cantidad de nombres que aún se están abriendo paso en nuestra industria y que merecen una escucha –o varias. Evidentemente no hemos podido asistir a todos los conciertos, pero sí hemos querido reseñar algunos de los que se repartían en distintos puntos de la ciudad, siempre alrededor de la Alameda (con la excepción de las tres salas de madrugada). El Monkey está claramente diferenciado entre su programación de tarde, la de noche y la de madrugada, así que en esta ocasión hemos querido seguir ese esquema para que sea más fácil localizar a tu grupo preferido. Fotos: Javier Rosa, excepto Le Parody, por Pablo Tocino.
Tardes:
Empezamos fuerte con el que probablemente fue el mejor concierto del jueves (para quien esto escribe), el de All La Glory. A la lista de influencias que nombraba mi compañero Sebas E. Alonso en su reseña de ‘Disco Fantasma’, yo añadiría la de Tahúres Zurdos: es imposible no acordarse de Aurora Beltrán y su banda, no tanto por el timbre, sino por las imágenes que transmite su música, aquí con mayor dosis de teclados y electrónica (¡y qué electrónica!). En el Espacio Santa Clara, y bajo una carpa a prueba de lluvia, Juano Azagra, Pilar G. Angulo y el resto de la banda defendieron con un muy potente directo el mencionado ‘Disco Fantasma’, pero también se acordaron de anteriores temas como ‘Looking for a Thrill’, a la postre su canción más escuchada en Spotify. Al terminar, en el escenario Jägermusic veríamos a Kindata. El dúo formado por Berni Ruiz y Tero Heikkinen publicó EP el año pasado, ‘We the Transmitter’, tras varios singles sueltos, a los que se añadía el estupendo ‘Zen’ el mismo día de inicio del festival. Con un directo bastante cuidado defendieron éste y el resto de sus temas, frente a los que ‘Zen’ supone un cambio de rumbo.
La tarde del viernes nos permitía asistir en el Santa Clara al espectáculo que es María Guadaña. Herminia presentaba en el Escenario SGAE su EP de debut ‘Remedios Paganos’, lluvia mediante. Y la verdad es que, si tuviésemos que juzgar por el directo, ni de coña diríamos que es el EP de debut. Habrá que seguir atentos a ella. Por otro lado, en ese escenario tendríamos al día siguiente a Texxcoco. Adriana Moscoso y compañía no decepcionaron y su garage-rock fue muy agradecido para levantar el ánimo a media tarde. La banda canaria presentaba el que es ya su segundo largo, ‘Side Effects of Proximity Pt. 1’, lanzado el mismo día, circunstancia que se repite con otros invitados al festival, como iremos viendo. Más tarde, doblete en el Escenario Alameda con una desconocida que promete mucho y otros que de desconocidos tienen ya bien poco, pero que siguen superándose con sus canciones. En el segundo caso nos referimos a Monterrosa, que a lo largo de este año han perfeccionado lo que daban a conocer en el recomendable ‘Latencia’: a la bakala ‘Prácticamente magia’ y la versión de ‘Más fuerte’ se unía esta misma semana ‘Flores en el párking’, con un peligroso puente muy bien defendido en el directo, o un tema inédito sobre Grindr (“creo que el 60% de los aquí presentes entenderá esta canción”, ironizaba Enrique). Cerraron como es costumbre con su particular homenaje a Shakira, aunque los cables no dejaron a una entregada Rocío cantarla entre el público como pretendía. Y la promesa de la que hablábamos es Manola. Teresa Ríos es la voz tras este proyecto en el que también están los ex Bittersweet Álex Fernández y Fran Montaño, y cuando decimos “la voz” no es en vano: siempre inseparable de su piano, la gaditana cautivó a los allí presentes con el soul de su debut homónimo, se marcó una deliciosa versión de ‘Ain’t No Sunshine’ y demostró su versatilidad mostrando lo bien que se adapta su timbre a ‘La noche me eleva’. La canción es el último lanzamiento hasta el momento de la banda, y supone un cambio radical en la producción: si ‘Al Revés’ se construye casi que solo con voz y piano, aquí experimentan con la electrónica, la psicodelia, unas guitarras mucho más duras y hasta funky. Un auténtico temazo que augura grandes noticias para esta banda.
Y al mismo escenario llegaría después MAVICA, murciana residente en Londres cuyo ‘Fire’ es un temazo que deberíais escuchar si os quedasteis con las ganas de una continuación de ‘Agent Cooper‘ (‘Karaoke’ nunca ocurrió). Nos presentó ‘Gone’, su primer EP tras los temas sueltos que sacó el año pasado, dejando a los allí presentes alucinando con su voz. Y, horas antes, el turno de Uniforms. Las descubrí en este mismo festival el año pasado, luego las vi en el BBK y, de nuevo, fue un gustazo reencontrarse con ellas, esta vez en el Escenario Jägermusic. El dreampop con letras reivindicativas de las jiennenses fue protagonista de los llamados “coches de choque” a los que se iban acercando curiosos, atraídos por el buen hacer de Annie y compañía. De estar programadas en una sala en la edición anterior han pasado a este escenario, así que ya se han ganado con creces su puesto en el escenario principal para la siguiente. ¡Que vuelvan en 2020!
Noches:
Los cabezas de cartel del festival se reservaban para la noche, y para muestra un botón: el mismo día de inaguración, teníamos el Teatro Alameda petadísimo por la actuación de Carolina Durante, banda a la que, como ironizaban en este tuit, se le va quedando pequeño todo. Como curiosidad, el grupo actuó en Sevilla hace menos de un mes junto a Love of Lesbian, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba y Viva Suecia dentro de la MTV Music Week (organizada a cuenta de los EMAs), pero dio igual: hasta las trancas. La banda añadió el reciente ‘No tan jóvenes’ a su tradicional combinación de sus interesantes EPs con su exitoso disco de debut, con esa traca final de ‘Cayetano’, ‘Perdona (ahora sí que sí)’ y ‘Joder, no sé’, tres megahits que hacen complicado creer que su éxito comenzara hace prácticamente un año. De telonero tuvieron a Juan Wauters que, aunque no es muy conocido en nuestro país, va ya por su cuarto álbum (los dos primeros hace unos años, y los dos segundos este 2019). El uruguayo ofreció una propuesta radicalmente distinta a los Carolina, quizás lastrada por un comienzo poco accesible, aunque luego levantase los ánimos al coger la guitarra. En cualquier caso, pudo aprovechar su condición de telonero del grupo con más poder de convocatoria del festival para, además de ganarse a los que habían ido a verle expresamente a él, encandilar al público ocasional que se amontonaba para conseguir las primeras filas en el siguiente concierto.
Pero, aunque el chute de testosterona de los Carolina fuesen el principal cabeza de cartel, la noche del sábado era mucho más jugosa, con Los Punsetes y Le Parody seguidos. No sé si la segunda ofreció el mejor show del festival (yo diría que sí), pero desde luego fue único. El universo que presenta en el excelente ‘Porvenir’ puede interesarte o no, pero, si conectas, conectas de lleno… y lo mismo pasa en el directo. Entras en trance y canciones nada breves como ‘La Puerta’ -casi siete minutos- se hacen cortísimas, igual que un largo viaje en tren se te pasa en un pispás cuando recuestas la cabeza en la ventana, miras el paisaje y te imaginas mil historias. Ayuda que Sole sea conductora pero también pasajera en su propio viaje, abandonando la mesa y danzando de vez en cuando, además de interactuar con el público. Nos habló, claro, del porvenir, pero también de encontrar caminos y de “nuestra decrépita y vieja Europa”. Salvo por algún acompañamiento puntual como el de Eli de Ruiseñora (que a su vez presentaron la noche anterior en la Sala Even su nuevo trabajo, ‘Relente’), la autora de ‘Hondo’ se bastó sola para contentar a sus fans y para que cayesen embrujados quienes aún no conocían su particularísimo sonido. Antes, Los Punsetes nos daban uno de sus vibrantes directos, sin descanso como es marca de la casa: aquí sí que no hay interacciones con el público, y un tema va detrás del otro casi como si fuese una sesión de DJ. La banda presentaba el reciente ‘Aniquilación‘, del que sonarían ‘Oro’ o ‘Miguel de Molinos’, además de por supuesto los singles ‘Idiota’, ‘Vas hablando mal de mí’ y ‘Una persona sospechosa’, pero también hubo espacio para clásicos como ‘Opinión de mierda’, ‘Alférez provisional’ o la más reciente ‘Mabuse’.
Por último, la noche del sábado comenzaba con Yamila. La violonchelista era una de las “gemas a descubrir” que proponía mi compañero Raúl Guillén, pero terminó de llamar mi atención cuando, al buscar información sobre ella, me la encontré diciendo en una entrevista “a veces pienso cómo sería tocarse los intestinos” para describir la relación entre la música y las emociones. Al asistir a su directo en la Sala FunClub, uno entiende a qué se refería con eso, y cómo sus canciones -presentaba el debut de este año ‘Iras Fajro’- eran capaces de traspasar cualquier barrera corporal. Algo similar ocurre con I AM DIVE. La banda sevillana formada por Esteban Ruiz y José A. Pérez, que está a punto de cumplir una década, también ha sacado material nuevo este año, el estupendo ‘Kriegszeit’ que adelantaban con un reivindicativo videoclip para ‘The Fog’. Y en plena noche esa electrónica donde se mezclan nostalgia, ilusión y oscuridad parecía el plan perfecto para el Escenario Alameda. Los sonidos de su último EP, más cercanos a IAMX o Death Cab que a Bon Iver (que es con quien les suelen comparar), junto a canciones de sus anteriores trabajos, convencieron al numeroso público allí congregado. Quentin Gas era el puente hacia la medianoche, y menudo puente. En el Escenario Jägermusic, Quentin dio un nuevo significado a gran parte de su repertorio, con la ayuda del DJ Enzo Leep, con el que lleva ya trabajando en varios bolos como parte del nuevo concepto que se traen entre manos, según nos contaron después, y ante el que el público parecía responder de maravilla. Quintín Vargas se dio un baño de masas literalmente: acabó a hombros de miembros del público.
Madrugadas:
Y llegamos a la madrugada. La del jueves nos brindaba, entre otros, a los ya mencionados Ruiseñora (en la Sala Even) y a Núria Graham en la Sala X, con un horario de lo más esperpéntico teniendo en cuenta la música de la catalana (aunque no impidió que la sala se petase), pero sobre todo la protagonista fue Girl Ultra: si nos quedaban fuerzas tras el concierto de Carolina Durante, teníamos en la Sala La Calle a la mexicana, cuya popularidad se ha disparado en los dos últimos años. Nan de Miguel ofrecía un show para el que los astros parecían alinearse, pues, como en el caso de otros artistas, su nuevo disco, ‘Nuevos Aires’, salía coincidiendo con el festival. En el concierto pudo presentar por tanto -aunque con ciertas dificultades acústicas- sus nuevos temas, y también repasar los del anterior ‘Adiós’.
El viernes tocaba comprobar si la creciente popularidad de Colectivo Da Silva era tanta como parecía, y el lugar destinado para ello fue la Sala Holiday. Lo cierto es que los chicos esa noche no estuvieron especialmente finos tocando, pero el público estaba igualmente entregado, bailando con prácticamente todos los temas, sobre todo con el que es ya el hit de la banda, ‘Marina D’Or’. De ahí fuimos a la Sala La Calle, donde era el turno de Megansito El Guapo. Pudimos ver con él en el escenario a Rocío de Monterrosa que, como parte de Ground Control, le hacía algún que otro vídeo, para luego bajarse a disfrutar del concierto como los demás. Y es que los asistentes estaban entregados: con mucha más soltura de la que -confieso- imaginé cuando vi sus videoclips en nuestra sección Revelación o Timo, está claro que el autor de ‘Mentiroso’ se crece en directo, y sus canciones también. El ambiente cargado de la sala venía que ni pintado a la decadencia y, a la vez, inocencia presentes en unos temas que Megansito defendió con solvencia junto a DJ Hater.
Y para terminar, el plato fuerte de las madrugadas: el que era el concierto estrella del sábado no empezaba hasta las doce y media de la noche, pero cualquiera que haya visto a Derby Motoreta’s Burrito Kachimba en directo sabía que merecía la pena esperar. La banda cerraba un ciclo con este concierto: aunque habían actuado en el Monkey Weekend, fue en el Monkey Week del año pasado donde empezaron a llamar la atención de más y más medios y promotores nacionales. Mirando la reseña que hice del Monkey el año pasado, da hasta ternurica leer eso de “una banda muy recomendable” que escribí como si fuesen unos desconocidos… hasta que te das cuenta de que, aunque sea flipante porque solo ha pasado un año, realmente eran unos desconocidos. Not anymore: si en noviembre de 2018 actuaban en el Escenario Alameda con su nombre mezclado entre el resto de promesas que traía el festival, en este noviembre de 2019 eran cabezas de cartel y actuaban en el Teatro Alameda, de nuevo hasta los topes. Ellos entregadísimos como siempre, y con una especial ilusión por el simbolismo que había tras este concierto, un simbolismo cuya mejor prueba es que el concierto fue el sábado noche y apenas unas horas después, mientras escribo estas líneas, veo que comparten en su Instagram una foto con la Dinoseta caballeriense de Vigo, donde tocaban ni 24 horas más tarde en la Sala Iguana. Justo antes pudimos ver el inicio de Jessiquoi, que presentaba las dos partes de su ‘Glitch Trigger’ en Kafka. Lo poco que nos dio tiempo a ver nos convenció, y nos quedamos con ganas de ver más del proyecto electrónico de la australiana, pero la kinkidelia llamaba. Y tanto la noche como el festival terminaron en las salas: en Sala X los Camellos inspiraron tantos pogos que al final acabaron viéndose envueltos en uno, y la siempre eficaz Restinga DJ puso el broche de oro al festival con su mezcla de afrobeat, dembow y funk.