Kehlani ha estado muy presente en el radar de los amantes de la música pop y del hip-hop gracias a sus diversas colaboraciones con artistas como Justin Bieber, Cardi B, Zayn, Post Malone, Charlie Puth, Zedd o Megan Thee Stallion. Sin embargo, la cantante de Oakland a quien ha crecido escuchando es a Lauryn Hill, Mariah Carey, Jill Scott o Erykah Badu y su carrera, que ya cuenta con varias nominaciones a los premios Grammy, ha estado siempre orientada hacia el R&B, aunque su anterior trabajo, explica la artista, contuviera «un montón de canciones pop».
En respuesta a aquel ‘SweetSexySavage’ –con la playlist ‘While We Wait‘ de por medio– que en 2018 obtenía la certificación de Disco de Oro en Estados Unidos, en ‘It Was Good Until It Wasn’t’, el nuevo trabajo de Kehlani, la cantante ha buscado hacer un álbum que estuviera exento de canciones «uptempo» y existiera en «un único mundo». Y el mundo de ‘It Was Good Until It Wasn’t’ navega a través de un tipo de R&B ralentizado y melancólico que sirve a la artista para regodearse vocalmente en sus historias autobiográficas sobre el desamor, la fama o el deseo… y también en su afición por las armonías marca Brandy, quien a menudo parece la mayor influencia de Kehlani en el plano vocal: ambas son también dadas al melisma sin frenos, a veces demasiado.
La gran curiosidad de ‘It Was Good Until It Wasn’t’ es la colaboración de James Blake en ‘Grieving’. La producción es en realidad de Boi-1da, entre otros, pero el fondo de piano y las texturas electrónicas de la canción recuerdan al trabajo del cantante y productor británico, hasta el punto que esta no desentonaría tantísimo en ‘Assume Form‘. Sin embargo, esta no es una de las mejores canciones del nuevo álbum de Kehlani.
El espíritu de ‘It Was Good Until It Wasn’t’ es de introspección, pero también de exoneración. ‘Toxic’ habla de una relación tóxica, de una «polla que siempre ha sido problemática», pero su nebulosa base no inspira tensión sino alivio. En ‘Hate the Club’ con Mesego, que incorpora unos preciosos pianos de tonos jazzy, Kehlani cuenta la historia (real) de una noche que se presentó a una discoteca aunque las odia, solo para encontrarse con una chica que sabía que iba a estar allí. Y ‘Everybody Business’, una co-autoría de Pharrell Williams, se sirve de las bonitas melodías de una guitarra acústica para ahuyentar los comentarios de los «haters».
En estos temas, Kehlani está tan en su salsa como en los más sensuales, entre los que hay que destacar su re-interpretación de una canción no tan conocida de Aaliyah en ‘Can I’ con Tory Lanez, una «slow jam» de las buenas. La «seducción astrológica» de la burbujeante ‘Water’ y las armonías de la final ‘Open (Passionate)’ también brillan dentro de un conjunto que, si bien no tiene pinta que vaya a salir de su propio círculo como sí lograba el debut de SZA hace unos años, equilibra elegancia y honestidad con una buena dosis de personalidad.
Calificación: 7,1/10
Lo mejor: ‘Toxic’, ‘Can I’, ‘Everybody Business’, ‘Hate the Club’
Te gustará si te gusta: SZA, Brandy, Sabrina Claudio
Youtube: vídeo de ‘Everybody Business’