Era evidente que en una escena saturada por el reggaetón, el trap y diversas formas de música urbana y latina adaptables a TikTok y «Today’s Top Hits», quien apostara decididamente por el disco, el house y/o el electropop, se lo iba a llevar bien calentito. Dua Lipa lo ha hecho muy bien en ‘Future Nostalgia’ y Lady Gaga, que ha ido grabando su álbum a la vez, pero lo saca más tarde por cosas de la vida, se anota el tanto de haber hecho algo sui generis y diferenciado.
Que la banda sonora de ‘Ha nacido una estrella’ arrasara estuvo muy bien para quitarse los sinsabores que, en general, habían dejado en las listas los singles de ‘ARTPOP’ y ‘Joanne’, pero nadie parecía desear que Lady Gaga siguiera los pasos de Barbra Streisand ni a los 34 años ni a los 100. Eso sí, si la gente quería un nuevo ‘Bad Romance’ o un nuevo ‘Telephone’, Stefani ha decidido no darlo. Su fanatismo por gente como Metallica y Iron Maiden no era cosa de una declaración y de una colaboración, sino que impregna su sonido especialmente en la era ‘Born This Way’. En el acabado de ‘Chromatica’, sin ser nada guitarrero, sigue habiendo algo deliberadamente macarra, hasta el punto de que a duras penas merece la pena mencionar a los productores del álbum. ¿Exactamente qué habrá hecho en él BloodPop? Este no es un disco de rock, pero sí visceral y no se ha querido pulirlo ni refinarlo: la artista nos está llevando a un «país de las maravillas» imaginario en el que desmadrarse y olvidarse de todo, como invita el estupendo corte ‘Alice’ en la apertura. Un lugar donde hay igualdad, reina la paz y las coreografías no son una dictadura sino freestyle.
Con la salvedad de esos interludios orquestales en los que parece que en cualquier momento va a aparecer Pygar para llevarse a Gaga Barbarella en volandas, los referentes estéticos del álbum son el house y el techno de finales de los 80 y principios de los 90, paleta que no había sido exprimida en los números más populares de su discografía, más bien orientada al electropop. Es importante recalcar que no estamos hablando de Disclosure, Hot Chip, Róisín Murphy, Hercules & Love Affair, Bicep, The Juan Maclean ni The Factory Floor, es decir, la gente que ha depositado sus esfuerzos en renovar estos patrones estéticos en nuestro siglo, sino más bien de «one hit wonders» olvidados del siglo pasado. Aquella canción de Eiffel 65 que te gustó siempre, aquel tema que nunca supiste que era de alguien llamado ATB, el de Double You que estás aburrido de tararear sin tener ni idea de quién lo cantaba, el de Rozalla aunque no aciertes a pronunciar el nombre de esta persona de Zimbabue, el hit de la Robin que no era Robyn, la adaptación de Jimmy Sommerville que mereció la misma atención que la de ‘Don’t Leave Me This Way’ pero no la consiguió o, por qué no, aquellas canciones que Bélgica y Rumanía llevaron a Eurovisión sin éxito en 2003 y te alegraron el verano aunque no te las pincharan en ningún lado.
Algunas de estas canciones eran de artistas italianos, como la familia Germanotta o la base del «grower» ‘Stupid Love’ y ‘Plastic Doll’, un tema que rehúye de artificios y operaciones; otras, no. Lo que tienen en común todas es que ni la más agridulce de ellas dejaba poso alguno de pena, porque es la música que ha hecho durante décadas al mundo, especialmente a la comunidad gay, sumergirse en la pista de baile para evadirse y dejar en un rincón los lastres de entresemana. Igualmente, en Chromatica, Lady Gaga no sufre fibromialgia, ni las pastillas que necesita le producen brotes psicóticos, ni se siente «una víctima tras haber sufrido una violación, sino una persona libre», como ha declarado a raíz de ‘Free Woman’, que incluye la frase «esta es la pista de baile por la que he luchado».
En la robotizada ‘911’, la artista reconoce en sí misma a su peor enemigo como causante de su malestar, y la eurovisiva ‘Fun Tonight’ sigue una línea similar cuando habla de la adicción a la fama, que en 2013 especialmente le provocó una depresión, con guiños a su carrera: «You love the paparazzi, love the fame / Even though you know it causes me pain». En ‘Replay’ vuelve a introducir la palabra «monster» cuando dice que «vuestros monstruos me torturan» o «sois lo mejor y lo peor que me ha pasado», paradójicamente ofreciendo a los «little monsters» más y más alpiste. Pese a algún momento vocal excesivo, como ‘Enigma’, Lady Gaga tiene por supuesto una voz idónea para todo este exorcismo. En la mencionada ‘Free Woman’ o en el desenlace de ‘Babylon’, con su pequeño góspel, al fin notamos que es tan fan de Whitney Houston -la más dance- como decía.
Con todo el disco botando a 120 BPM’s a razón de 3 minutos por canción, Lady Gaga a veces no baila sola. Si bien, a diferencia de lo que opinan algunos de mis compañeros y media humanidad, no termino de oír en ‘Rain on Me’ con Ariana Grande más que un número dance justito -como lo fue ‘One Kiss’ por mucho que haya triunfado-, el «buzz single» con Blackpink ‘Sour Candy’ me tiene encandilado por el modo en que cambia y sostiene un acorde, un truco que se repite cíclicamente en la producción y que no, no estaba ni en ‘Swish Swish’ ni en ‘What They Say’ de Maya Jane Coles. Y la gran sorpresa la da el dúo con Elton John, pues ‘Sine from Above’ utiliza su delirante paso del trance al drum&bass para expiar males. Es realmente emocionante escuchar a ambos, sobre todo a él, que se va a retirar, pero realmente a los dos, cantar: «cuando era joven, me sentía inmortal / y no hubo un día que no fuera una lucha / viví mis días solo de noche / me perdí entre las luces».
Pese a que ‘Chromatica’ no es ese disco tipo ‘Lemonade’ que puedes pasar a ese amigo escéptico para que se abra al fin a la artista, sí representa algo muy poco visto antes en formato largo. De alguna manera, el éxito de este álbum supone un poquito de justicia poética para The Communards, que fueron relegados de todas las listas de lo mejor de los 80; para Gala, que fue relegada de todas las listas de lo mejor de los 90; para Infernal, que fueron relegados de todas las listas de lo mejor de los 2000; y un consuelo para todos los que nos quedamos planchados viendo cómo Kate Ryan ni siquiera llegaba a la final de Eurovisión después de hacer un pedazo de show. Seguro que todo este dolor en la historia del pop no tuvo lugar en el mundo paralelo de Chromatica.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Stupid Love’, ‘Alice’, ‘Sine from Above’, ‘Sour Candy’
Te gustará si te gusta: Jimmy Sommerville, Kylie, ‘Máquina Total 4’, Eurovisión
Youtube: ‘Sine from Above’