1. Annette (Leos Carax)
Excesiva, desequilibrada, larga, excéntrica… Pero también sorprendente, fascinante, exuberante y de una libertad creativa avasalladora y absolutamente deslumbrante. ¿Qué es preferible, un musical redondo, donde todo está en su sitio y funciona como una obra de ingeniería, tipo ‘West Side Story’? ¿O este salto al vacío de Leos Carax y Sparks, osado y romántico, que no tiene miedo a pegársela, a hacer el ridículo, porque es la única manera de alcanzar la genialidad?
La búsqueda de la perfección es algo que jamás ha interesado al cineasta, que siempre ha realizado películas que ponen al espectador en el filo de la butaca, viajes cinematográficos extremos que provocan reacciones dispares y exaltadas. Lo que consigue siempre es que cada una de ellas sean experiencias inolvidables, ya sea amor u odio lo que despierte. Y eso no deja de ser una hazaña admirable. El cine de Carax es siempre radical, innovador y controvertido, y ‘Annette’ no es ninguna excepción.
La reacción del público dependerá de si entra en la propuesta desde el principio o no, de si es capaz de tolerar su extravagancia o si le resulta insoportable. Pero eso sí, sus hallazgos visuales y sus audaces ideas narrativas resultan incontestables. La primera media hora de ‘Annette’ está a años luz de todo lo que se ha filmado el año pasado. Crítica completa.
2. El poder del perro (Jane Campion)
Adaptación de la novela de Thomas Savage (reeditada este año por Alianza), ‘El poder del perro’ supone el regreso al cine de Jane Campion tras 12 años de ausencia, desde ‘Bright Star’ (2009). La película es un western sin pistolas, un (in)tenso drama sobre la represión de los sentimientos y el daño que esa ocultación/contención genera, tanto para uno mismo como para los demás. Una reflexión sobre la masculinidad hegemónica y la virilidad (auto)destructiva, sustentada por un extraordinario duelo actoral: Cumberbatch, como el rudo, violento y amargado macho alfa (su nombre suena ya como favorito para los Oscar), contra la provocadora y censurada nueva masculinidad de Smit-McPhee. Una relación llena de complejidad emocional, de deseos ocultos y venenosos juegos de poder, tan tóxica y potente como el ántrax. Crítica completa.
3. Una joven prometedora (Emerald Fennell)
El debut en la dirección de la prometedora Emerald Fennell es una película (gozosamente) desconcertante. Nunca sabes por dónde va a salir ni el tono que va a emplear. Por un lado, es una ingeniosa reformulación en clave feminista del subgénero “rape and revenge”. Una adaptación a los tiempos del MeToo de esa vertiente riot grrrl del cine de explotación que empezaría con el clásico de culto ‘Ángel de venganza’ (1981) y acabaría con las recientes ‘Revenge’ (2017), ‘M.F.A.’ (2017) o ‘Amulet’ (2020). Por otro lado, es una estilosa comedia negra que parodia y retuerce, con el puño violeta bien apretado, las comedias románticas indies y las de despedidas de soltero. Y, por último, la película es un vigoroso y punzante drama sobre la violencia de género. ¿Funciona esta combinación tan heterogénea y arriesgada? Ya lo creo. Crítica completa.
4. Titane (Julia Ducournau)
Al igual que ‘Annette’, una de las películas más controvertidas del año pasado. La flamante Palma de Oro en Cannes no deja indiferente nadie. Julia Ducournau utiliza referentes como el David Cronenberg de ‘Videodrome’ y ‘Crash’, el Quentin Tarantino de ‘Kill Bill’ y el John Carpenter de ‘Christine’ para elaborar una fantasía metálica en la que caben asesinos en serie, niños desaparecidos, incesto y otras formas de dolor físico y psíquico, soledad y crueldad desconcertantes. Todo ello con una banda sonora de enorme protagonismo, en la que se saca especial brillo a canciones de Future Islands o The Zombies. Por momentos delirante -lo que incluye un gag con la ‘Macarena’ de Los del Río-, y no tan gore como apunta en un principio, ‘Titane’ es una película de pequeños detalles, desde el simbolismo de la lucha de Alexia hasta su icónico plano final. Crítica completa.
5. La ruleta de la fortuna y la fantasía (Ryûsuke Hamaguchi)
2021 ha sido un año importante para Hamaguchi. Los celebrados estrenos de ‘La ruleta de la fortuna y la fantasía’ en Berlín (Gran Premio del Jurado) y ‘Drive my Car’ en Cannes (Mejor Guion y FIPRESCI) han elevado al japonés de promesa a uno de los nombres más atractivos del panorama cinematográfico actual. En la primera de ellas, narra tres historias centrándose en diferentes personajes femeninos. Aunque no todas estén al mismo nivel, son lo suficientemente buenas como para que el ritmo nunca decaiga. Y su mayor acierto es que están ordenadas de manera estratégica, siendo la primera la menos memorable (y aun así llena de hallazgos) y la tercera la mejor de todas, logrando que sus dos horas de metraje fluyan con soltura y dejando en el espectador la sensación de haber asistido a una colección de viñetas bellísima. Es un tipo de cine que te llena el alma, que te hace sentir un poco menos solo. Crítica completa.
6. Espíritu sagrado (Chema García Ibarra)
La gran sorpresa del cine español en 2021. Chema García Ibarra, premiado director de cortos (Sundance, Berlín, Cannes), llega al largometraje sin renunciar a sus principios: rodar con actores no profesionales, a las que graba en toda su particularidad, la indefinición de géneros pululando entre la comedia y el drama, y cierto gusto por el costumbrismo español. Lo cercano de sus personajes le podría entroncar con Pedro Almodóvar, Paco León o Muchachada Nuí, sólo que le atrae tanto el cine fantástico que habría que situarle más bien en la escuela de Carlos Vermut. La película nos sitúa en Elche, la ciudad del director, centrándose en la vida de 5 miembros de una asociación ufológica llamada Ovni-Levante. Al mismo tiempo nos cuenta la desaparición de una niña, cuya hermana gemela se está utilizando para realizar su búsqueda. A partir de ahí, ‘Espíritu Sagrado’ consigue dejarte con la boca abierta, entre el delirio y el desconcierto total. Crítica completa.
7. Nomadland (Chloé Zhao)
La película más premiada del año pasado (Oscar incluido). ‘Nomadland’ fue la confirmación del talento Chloé Zhao y una nueva demostración del de Frances McDormand, quien ganó su tercera estatuilla. El filme es una combinación enormemente armónica entre la denuncia política (los devastadores efectos de la crisis de 2008 y la erosión del estado del bienestar rooseveltiano por las políticas neoliberales) y el drama intimista (las heridas emocionales que arrastran muchos de estos “nómadas”), entre el viaje exterior (con ecos del western, el trascendentalismo thoreauiano y la contracultura beatnik) y el interior (el camino vital del duelo y la sanación espiritual), entre la evocación del espíritu de los colonos del salvaje oeste y la constatación del desamparo de las víctimas del capitalismo salvaje. Crítica completa.
8. Otra ronda (Thomas Vinterberg)
‘Otra ronda’ comienza casi como una comedia. La premisa argumental de la que parte podría ser la de un filme tipo ‘Resacón en Las Vegas’. Cuatro profes cuarentones en plena crisis de la mediana edad deciden poner en práctica un experimento “sociológico”: pasar la jornada laboral manteniendo un nivel constante de intoxicación etílica. Sin embargo, conforme las borracheras empiezan a ser menos divertidas, menos relajantes, menos estimulantes para la creatividad y menos facilitadoras de la sociabilidad, ‘Otra ronda’ empieza a hacer eses por la calle del drama. Afortunadamente, el director apenas cae en el dramón aleccionador. De hecho, cuanto más moralista es su discurso, peor es la película. Y cuanto más nihilista, más existencialista, más interrogativo, mucho mejor: ¿Se puede mantener un nivel óptimo de embriaguez? ¿Se vive más feliz, más tranquilo, más lúcido, bebiendo? ¿Merece la pena la vida sin chuzarte…? Crítica completa.
9. Petite maman (Céline Sciamma)
‘Retrato de una mujer en llamas’ es una de las mejores películas europeas de los últimos años, y la que hizo que definitivamente le prestásemos atención a Céline Sciamma. Menos de dos años después, la francesa está de vuelta, y que no os confunda la duración (poco más de una hora): ‘Petite Maman’ no es una “película menor” dentro de la filmografía de su directora, sino una obra mágica (en todos los sentidos) y una prueba más del talento de la directora para narrar la intimidad. A partir de un elemento más de realismo mágico que de sci-fi, Sciamma vuelve a contarnos una historia donde el afecto y la ternura son lo más importante. La directora construye un relato de cotidianeidad y emotividad de manera excelente, llegando a un pequeño (gran) clímax final en el que las gemelas Joséphine y Gabrielle Sanz os tocarán el corazoncito a más de uno. Crítica completa.
10. Days (Tsai Ming-Liang)
‘Days’ narra la vida de un hombre de unos cincuenta años que vive solo en una casa grande y de un joven que vive en un pequeño apartamento en Taipei. La soledad, la incomprensión y la incapacidad de conectar con el mundo -temas recurrentes en su autor- están representadas aquí también a través de los larguísimos planos que componen la película. Tsai deja que los actores se pierdan en sus propios cuerpos, que sus acciones mundanas no parezcan parte de una ficción, sino de una realidad a la que se nos da acceso. ‘Days’ es, probablemente, la obra más emocionante de Tsai Ming-liang, y lo es desde la más aparente sencillez, sin necesidad de que ninguno de sus personajes diga una palabra. Es un trabajo de madurez, que también puede verse como la culminación de un estilo y como otra cumbre en la extraordinaria carrera de uno de los cineastas más apasionantes del cine contemporáneo. Crítica completa.
11. El buen patrón (Fernando León)
La gran favorita para los Goya de este año. ‘El buen patrón’ comparte con ‘Los lunes al sol’ la crítica a la patronal además de su protagonista, Javier Bardem, pero León de Aranoa apuesta aquí por un tono radicalmente distinto. Cargado de un humor en ocasiones negrísimo, en ocasiones slapstick, en ocasiones hasta meta (lo de las subvenciones al cine, dicho por quien lo dice, es icónico), y, sí, en ocasiones un tanto cuñao, la película es bastante más sutil de lo que podríamos pensar. Tanto que, si más de uno de los que no traga a Bardem (por razones extra-cinematográficas) y que pide comedias en el cine español en lugar de “tostones políticos”, se sentase a verla, probablemente se sorprendería disfrutándola bastante. No en vano, ‘El buen patrón’ es una de las películas españolas más divertidas de los últimos años. Crítica completa.
12. Benedetta (Paul Verhoeven)
Verhoeven ha adaptado la vida de la religiosa Benedetta Carlini mezclando referentes de todo tipo, del más elevado al más prosaico. Desde la iconografía blasfema de Buñuel (las sacrílegas visiones místicas de Benedetta), el marxismo cristiano de Pasolini (el levantamiento revolucionario que protagoniza la monja) o el discurso lesbofeminista, hasta el melodrama religioso -tipo ‘La religiosa’ (1966) o ‘Agnes de Dios’ (1985)-, el esteticismo de ‘Narciso negro’ (1947), o el subgénero de la nunsploitation. ‘Benedetta’ es una gamberrada erótica y escatológica, una fábula sobre el deseo y la corrupción (moral y carnal), una fantasía pegajosa y hortera que está muy cerca temática y espiritualmente de una de las películas más infravaloradas del director: la “pestilente” ‘Los señores del acero’ (1985). Una visión terrenal, irreverente y kitsch de la vida de la mística Benedetta Carlini, que bordea gustosamente el ridículo y se acerca por momentos a lo sublime. Crítica completa.
13. Madres paralelas (Almodóvar)
Pedro Almodóvar ha sido muy odiado por la derecha sin que su cine sea el más político que nos puede venir a la cabeza. Sin embargo, ‘Madres paralelas’ es una tocada de huevos en toda regla: es la peli más política de Almodóvar. Ya no es que su crítica a Mariano Rajoy por jactarse de destinar “cero euros” a la ley de memoria histórica sea explícita nada más comenzar la película. Es que está subrayada con rotulador flúor: la camiseta “todas las mujeres debemos ser feministas”, la referencia constante a Janis Joplin, la mención al izquierdismo de la mayoría de los actores… Pero sobre todo ‘Madres paralelas’ reincide en la verdadera maestría de Almodóvar: su búsqueda de sentido y de justicia poética para la historia de varias generaciones, presente en sus mayores obras maestras, como en ‘Todo sobre mi madre’ con el bebé que “sustituye” al hijo perdido; o de manera muy clara en todo el desarrollo de ‘Volver’. Crítica completa.
14. No mires arriba (Adam McKay)
La nueva película de Adam McKay no nos habla de ningún virus -si no es el de la idiotez humana, altamente contagioso-, pero sí ofrece dos cosas que guardan cierta relación: por un lado ejerce de sátira política de los gobernantes del mundo en el último lustro, y por otro como retrato lamentable de la distorsión de la realidad que encontramos en las redes sociales. Además, y lo que es más importante, es una comedia escapista con la que echar un par de horas cuando no tienes nada mejor que hacer que taparte con una manta y dormitar. Con referencias tan dispares como ‘Teléfono rojo, volando hacia Moscú’, ‘Mars Attacks!’ y ‘Deep Impact’, a la que recuerda en parte de su final -uno de ellos-, ‘No mires atrás’ seguro que no ocupará una página decisiva en la historia del cine, pero es lo que necesitábamos ahora mismo para reírnos de 2021, como ‘Death to 2020’ lo fue a finales de 2020. Crítica completa.
15. El contador de cartas (Paul Schrader)
Paul Schrader, director de films de culto como ‘Mishima’ y guionista de la icónica película de Scorsese ‘Taxi Driver’, resucitó su carrera hace cuatro años con ‘El reverendo’ tras más de una década de fracasos comerciales y críticos. ‘El contador de cartas’ confirma que el estadounidense, a sus 75 años, se encuentra en uno de sus momentos más artísticamente inspirados. Aunque no genere el entusiasmo de ‘El reverendo’, es una película personal, solemne e inquietante, y sigue habiendo mucho que admirar en ella, especialmente en su nulo compromiso con los dramas adultos del Hollywood más académico, ya que Schrader firma una película que no responde a intereses comerciales ni busca desesperadamente ganar premios. El director entrega un ejercicio de cine meticuloso, rodado y narrado con la experiencia de alguien que lleva toda la vida en la industria y cuyas incursiones en el cine comercial nunca fueron tan satisfactorias como sus propuestas autorales. Crítica completa.
16. First Cow (Kelly Reichardt)
La nueva película de Kelly Reichardt es un western heterodoxo y a contracorriente. El paisaje no es amplio, seco y filmado en panorámico, sino estrecho y húmedo como un bosque y filmado en 4:3. Los protagonistas no son duros cowboys, sino hombres tiernos y delicados que cocinan buñuelos en vez de marcar reses, y se mantiene al margen en las peleas de bar. No hay épica ni trascendentalismo crepuscular, sino intimismo y cotidianidad. No hay grandes acciones, sino pequeños gestos. ‘First Cow’ es la confirmación (si es que hacía falta) de que Reichardt es una cineasta vocacionalmente independiente. Una autora irredenta e insobornable, con discurso y mirada propia, que no utiliza el “indie” como trampolín para dar el salto a Hollywood y rodar una de superhéroes (como la oscarizada Chloé Zhao), sino como espacio de libertad creativa. No es una cuestión de romanticismo, sino de coherencia moral y artística. Crítica completa.
17. La mujer que escapó (Hong Sang-soo)
El cine de Hong Sang-soo ha ido depurándose tanto que sus trabajos a menudo pueden ser vistos como obras menores dado a su, por lo general, escasa duración (aquí no llega a los 80 minutos), y sobre todo por su sencillez, tanto en una puesta en escena minimalista como en unos guiones que apuestan por capturar de la forma más mundana posible pequeños problemas que se les plantean a sus protagonistas. Pero detrás de sus diálogos se esconden reflexiones interesantes y profundas sobre las relaciones de pareja, la amistad o el aprender a vivir a gusto con uno mismo. Se dice que lo más aparentemente sencillo es a veces lo más difícil de hacer. El cine de Hong es una clara muestra de ello, pues podría parecer que cualquiera puede rodar una película como ‘La mujer que escapó’, pero llegar a ese dominio del lenguaje cinematográfico con esa ligereza y falta de pretensiones realmente está al alcance de muy pocos cineastas. Crítica completa.
18. Dune (Denis Villeneuve)
Ver ‘Dune’ en una buena sala de cine es una experiencia sensorial y estética que por sí sola merece el precio de la entrada. La recreación que ha realizado Denis Villeneuve del universo de Herbert es una maravilla. El diseño de producción es fabuloso. El director ha conseguido que el simple hecho de ver y escuchar despegar una nave -¡qué gran hallazgo las naves-libélula!- se convierta en un espectáculo audiovisual de primer orden. Punto y aparte es la composición de los escenarios. ‘Dune’ está plagado de planos generales con un extraordinario poder expresivo. Villeneuve utiliza los ambientes naturales y los fenómenos meteorológicos –lluvia, niebla, tormentas de arena- con la fuerza épica y poética de un Kurosawa. Punto y aparte merece la recreación de Arrakis. No habíamos visto una visión del desierto tan espectacular, bella y sugerente desde ‘Lawrence de Arabia’. Crítica completa.
19. Fragmentos de una mujer (Kornél Mundruczó)
‘Fragmentos de una mujer’ es su primera obra de Mundruczó rodada fuera de Hungría y en inglés. Mejor no saber nada del argumento ni de su impactante primera secuencia, rodada en una sola toma coreografiada con enorme virtuosismo. Pero sí decir que la película es un drama sobre la maternidad muy estilizado, doloroso e intenso como un parto, con una banda sonora fabulosa a cargo del maestro Howard Shore (hay una secuencia entera en la que su música es protagonista), y con un duelo de actrices superlativo entre la sorprendente Vanessa Kirby (ganadora en el festival de Venecia y nominada a todos los premios importantes del año) y la veterana Ellen Burstyn (‘El exorcista’, ‘Réquiem por un sueño’), injustamente olvidada en los premios. Aunque las metáforas demasiado obvias que utiliza el director desluzcan un poco el resultado final, ‘Fragmentos de una mujer’ es uno de los grandes dramones del año. Crítica completa.
20. The Velvet Underground (Todd Haynes)
El documental de Todd Haynes explica de forma extraordinaria cuál fue el magma creativo –las experimentaciones sonoras de John Cage y La Monte Young, la poesía beatnik, el cine de Jonas Mekas, la Factory de Andy Warhol-, social –los bajos fondos neoyorquinos, la homosexualidad clandestina, la experimentación con las drogas-, y personal –las complicadas infancias de John Cale y, sobre todo, de Lou Reed- del que surgió The Velvet Underground. Formalmente es un fascinante collage de imágenes, sonidos y voces que cumple una triple función: sirve como homenaje al cine experimental americano de los 60, de apoyo para la contextualización histórica del filme, y como metáfora sobre la propia banda, capaces de unir lo popular con lo experimental. No se puede decir que Haynes haya reinventado el subgénero de los rockumentaries, pero sí que ha hecho uno de los mejores de los últimos años. Crítica completa.