«Lo siento, la vieja Taylor no puede ponerse al teléfono porque está muerta». Es una de las frases de ‘Look What You Made Me Do’, el single de presentación de ‘reputation’, sexto disco de estudio de Taylor Swift, la cantante estadounidense que se diera a conocer como ídolo adolescente con sonoridades de country pop, y desde su disco ‘Red’ se entregara poco a poco a los beneficios del pop, pasando de ser una estrella local a una global. Y sin embargo, aquel anuncio no ha resultado ser representativo de lo que era el álbum, pues en una generosa mitad de este la vieja Taylor sigue vivita y coleando.
En los últimos años Taylor Swift se ha ganado una mala «reputación» en la industria debido a sus enfrentamientos con otros famosos. El caso de los bailarines robados frente a Katy Perry, las contradicciones en cuanto a sororidad del vídeo de ‘Bad Blood’, el beef con Kanye West iniciado en unos premios MTV y culminado en una letra de este tan repugnante como desorientada («I made that bitch famous») y finalmente la ruptura con Calvin Harris. Por si hubiera poco drama en ser famoso y romper con Taylor Swift porque a todas luces vas a terminar saliendo en una canción suya, y no necesariamente bien parado, Harris se atrevía a tuitear tras la ruptura algo así como: «no dejaré que me entierres como hiciste con Katy Perry». Con este panorama, Taylor Swift ha decidido coger el toro por los cuernos, dejando atrás el modo «víctima» para presentarse abiertamente como la mala de la película, con una canción y un vídeo en el que reparte contra todo aquel que se ha atravesado en su camino, haciendo de una serpiente uno de los iconos clave de esta era. Taylor, la víbora, se reafirmaba a sí misma.
Si hacía bien o mal pasando del buenismo en el mundo del pop es una decisión ética, pero desde el punto de vista artístico hay dos cosas ahora mismo ya bastante claras: 1) la salida del vídeo de ‘Look What You Made Me Do’ es el momento más importante del año en el mundo del pop, y como tal batió todos los récords que se podían batir en 24 horas en Youtube; y 2) como canción era bastante justita, y como tal ha sido un éxito bastante fugaz en las listas pese a su sobreexposición. Tanto es verdad que fue su primer número 1 en Reino Unido como que es insólito que un single de Taylor y además top 1 haya desaparecido de todo el top 100 en poco más de 2 meses justo ahora que los macrohits duran medio año en las listas por obra y gracia de Spotify. En un momento dado se vio a su equipo bastante nervioso, desperdiciando por completo el potencial del segundo single ‘Ready for It?’ al lanzarlo de manera inexplicable tan solo 10 días después de ‘Look What You Made Me Do’, sin vídeo y a mitad de semana, pero por suerte sus fans no tienen nada que temer, pues ‘reputation’ sí es un buen disco de pop que puede dar mucho que hablar en 2018 a poco que juegue bien sus cartas.
El primer triunfo de ‘reputation’ es, en contra de las apariencias, la naturalidad con la que conviven la vieja y la nueva Taylor Swift. Las primeras escuchas ponen sobre la mesa que la primera mitad del álbum representa a la nueva Taylor, más influida por los ritmos urban y el trap, con unas canciones en general hechas mano a mano con Max Martin y Shellback; y la segunda a la vieja Taylor, más dedicada al amor y a las melodías dulces, con unas canciones en general hechas mano a mano con Jack Antonoff. De hecho se escuchan voces decantándose muy claramente por una u otra mitad: los que llamaban a la cantante Taylor Swizzzzzz ahora pueden disfrutar de su «maldad», y los seguidores de la old Taylor también tienen material que degustar hacia el final del disco. Pero lo bueno de verdad es que esta disposición es engañosa. La primera impresión es que Taylor Swift ha confundido ser malota y hacer urban con hacer canciones raras, carentes de gancho, y ese puede ser un problema en ‘Endgame’, que con Future y Ed Sheeran ya debería estar confirmada como single, y sin embargo está «dividiendo» entre otras cosas porque parece durar 2 minutos más de lo que dura. Pero desde luego no hay problema alguno en ‘Ready for It?’, todo un grower gracias a los contrastes entre sus estrofas oscuras, el estribillo luminoso y finalmente ese breve post-estribillo casi instrumental. Y tampoco hay problema en ‘I Did Something Bad’, otra canción muy Britney llena de tiros que podría ejercer de buen tercer single si se decide seguir la línea artística de los dos primeros. En ella puedes pensar que se te está yendo la olla si un teclado te parece una posible referencia a ‘Roar’ de Katy Perry… y de repente, ahí está, después de los «pitchforks», un «receipts» que solo puede ser un guiño al «she keeps receipts» de ‘Swish Swish’ de Katy, dedicada a Taylor.
Pero la noticia es que también encajarían como sencillos tras ‘Look What You Made Me Do’ y ‘Ready for It?’ algunos temas de esa segunda mitad que suenan más amables, pero que de amables no tienen nada. ‘Getaway Car‘, claramente ahijada del sonido ‘1989‘, cuenta con un apoteósico medio minuto final más grande que la vida, pero en realidad está narrando la huida primero de dos delincuentes, y luego de Swift ya en solitario. ‘Dancing With Our Hands Tied’ habla de disfrutar un amor secreto, probablemente a espaldas de Calvin Harris, por lo que tiene bastante gracia y mala baba que su estribillo replique el sonido de este. Y ‘This Is Why We Can’t Have Nice Things’ suena feliz como lo que es, una canción de fun./Bleachers, pero en realidad viene a ser toda una puya a Kanye West, a quien dice que nunca conseguirá tener amigos de verdad.
Son tres ejemplos de convivencia de la vieja y la nueva Taylor, pero el segundo gran triunfo de ‘reputation’ es el recordatorio de que se puede ser mala y amar (sufrir) a la vez. Si nadie cuestiona que en los discos de Drake, The Weeknd, Bruno Mars o Ed Sheeran convivan los pseudorrapeos de malote con momentos de debilidad, nadie debería cuestionar aquí la cabida de temas como el synthpopero ‘Gorgeous‘ (y yo sí compro la sufrida rima «I can’t say anything to your face / cause look at your face»), el bonito ‘Call It What You Want’, el espléndido ‘Dress’ (que deja la frase «me he comprado este vestido solo para que me lo quites») o el desnudo ‘Delicate’, que aúna y resume todo el álbum con la frase «mi reputación nunca ha sido peor, así que tengo que gustarte por mí misma».
Después, están los detalles que impiden que este sea el disco que definitivamente convenza a los que pensamos que Taylor Swift no merecía ni remotamente más Grammys a Álbum del Año que Beyoncé o Kendrick Lamar (van 2 a 0, nada menos). ‘Don’t Blame Me’, cuyo estribillo tiene una melodía de soul jazzy muy atractiva, queda algo deslucida por esa manía de autodoblar coros hasta el infinito: parece que todas las Taylors del vídeo de «Look» se han reunido para recordarnos… que mucho color su voz no tiene. La misma «Look» pega un buen susto en la secuencia apareciendo detrás de ‘Delicate’; la falta de rima o melodía o algo en los «body and soul, ooh whoa» afea el estribillo de la correcta ‘King of My Heart’; sobre ‘New Year’s Day‘, se han escrito mejores baladas al piano sobre dos extraños más que van quedándose detrás; y ‘So It Goes…’ solo sirve para recordar cuánto se parecen en realidad Taylor Swift y Katy Perry, al fin y al cabo dos cantantes de unos 30 años hablando de la fama y sus ex famosos, buscando alejarse de su pasada ñoñez country por los caminos del urban y la electrónica. Este tema de relleno parece un tema de relleno de ‘Witness’, lo cual no es nada descabellado porque está firmado por Max Martin y Shellback, que son los mismos que han escrito medio ‘reputation’ (la misma ‘I Did Something Bad’), un par de temas de ‘Witness’, y a su vez los mismos que hicieron ‘Bad Blood’ y a su vez casi los mismos que se implicaron en la autoría de ‘Teenage Dream’. Ya veis, los fans pasando una mala tarde por un beef tras otro mientras algunos se echan unas cuantas risas, del estudio de una al banco, y del banco al estudio de la otra.
Esa dependencia de ya conocidos por todos hacedores de hits (no, no ha rescatado a nadie del underground) es en cierta medida una decepción. Hay un momento en este disco en que te lo estás pasando tan bien que te preguntas por qué habías infravalorado a fun. y a Bleachers en lugar de por qué habías infravalorado a Taylor Swift, ya que la suma de un par de ritmos negros a la escritura que define a Antonoff no podía dar lugar a una reinvención tan lustrosa como la de ‘Beyoncé’ o ‘Lemonade’. Sin embargo, tampoco le podemos decir que haya errado el tiro: tal cantidad de buenos terceros, cuartos, quintos y sextos singles no está al alcance de todos, y mucho menos de fun.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Ready for It?’, ‘Getaway Car’, ‘This Is Why We Can’t Have Nice Things’, ‘Dancing With Our Heads Tied’, ‘I Did Something Bad’
Te gustará si te gustan: Bleachers, Britney Spears, the old Taylor y (redoble de tambores) ‘Witness’