Bunbury / Posible

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Bunbury / Posible

«Cuántos años tiene realmente Bunbury» es una pregunta que viene varias veces a la cabeza escuchando su nuevo disco ‘Posible’. Su apariencia es de alguien joven, pero frases como «no me voy a quedar por aquí demasiado tiempo», «nadie cree ya en mí» o «me haré mayor de lo que esperaba» nos llevan a los discos contemplativos que Bowie entregó a partir de los 66 años y Leonard Cohen a partir de los 71. Enrique tiene tan sólo 52, más o menos los mismos que Alejandro Sanz, y algunos menos que Alaska o Ana Torroja. Sorprende por tanto escuchar que está «preparándose psicológicamente para hacer algunas cosas por última vez», a 15 años de tener edad de jubilarse, en caso de que los artistas decidan hacerlo: en Madrid se ha visto a Burt Bacharach dar un buen recital con 81 años.

A falta de que alguien más audiovisual tipo Maika Makovski pueda repreguntar a Bunbury a qué se refiere (nuestra entrevista la respondió vía mail), ‘Posible’ suena en muchos sentidos como una despedida de los escenarios que podríamos imaginar ahora mismo en boca de Sabina, tras los sustos que este ha dado en directo a sus seguidores. El electrobolero ‘Deseos de usar y tirar’ suena muy atormentado sin que su letra termine de explicar por qué, pues de hecho hasta contiene un momento sexy; y cuesta comprender por qué el álbum encuentra a Bunbury algo derrotado, en la frase final «tumbado en un parque con la sensación de que no se está perdiendo ya nada», cuando sus cifras incluso en la era streaming continúan siendo de lo más saludable. Cuando hay muchísimas personas a las que le preocupan mucho más sus pasos que ese Instagram que critica con rabia en ‘Como un millón de dólares’.

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Hay varias reacciones ante lo que nos plantea ‘Posible’: a menudo dan ganas de dar ánimo al artista, de recordarle la gente que se ha quedado por el camino, de decirle que los 50 son los nuevos 40 y que en la vejez no nos aguarda un mundo de luto eterno y rosarios en la mano como el que recordamos de nuestros abuelos. Pero también se puede entender que Bunbury se dispone a retirarse, a vivir la vida artística de otra manera, o a envejecer con la dignidad que tiende a esperar una parte del público, pues además la producción del álbum, de nuevo a cargo del propio artista en compañía de Ramón Gacias, es sobria y oscura. Busca un tipo de electrónica asimilada por la vía de Depeche Mode, atemporal. En cualquiera de los casos, lo seguro es que como «disco personal», ‘Posible’ es todo un éxito, pues independientemente de lo que extraigas de ellas, nos muestra las inquietudes de Enrique Bunbury, sin filtros, tal cual son.

‘Deseos de usar y tirar’, un electrobolero al modo de los muchos que han hecho Fangoria (‘A fuerza de vivir’, ‘Nada más que añadir’, su versión de Los Panchos…), es una de las mejores composiciones que jamás haya hecho Bunbury. Una canción que «danza sin necesidad de melodía» y flota como aquel vídeo de Christine and the Queens, dejando frases ambiguas sobre su sentido final, como el soplo «tú no eres tu pasado», a cargo nada menos que de Nick Cave, o «Yo que tantos hombres quise ser, ¿qué podré hacer después de tenerte junto a mí?». Su vídeo, con la actriz que interpretaba a Audrey, no es la única conexión con ‘Twin Peaks‘, pues en ‘Los términos de mi rendición’ hay una caída de piano que no puede ser más Angelo Badalamenti. Pero en general, ‘Posible’ se deja llevar por esa apelada electrónica oscura y madura de los de Dave Gahan y Martin L. Gore, muy perceptible cuando ‘Arte de vanguardia’ se aproxima ligeramente a ‘Policy of Truth’.

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Esta canción arranca con una de las frases más vagas, «todo es irreal y escurridizo / la gente es como es y no se hable más», pero después logra remontar con su carácter confesional: “quizás no haya vivido como debiera, quizás haya bebido de más”, con un “tengo solo ya la urgencia de librarme y vivir tan al margen de todo como pueda” que parece transformarse, por mucho que el libreto diga lo contrario, en «tengo la urgencia de librarme y beber tan al margen de todo como pueda». No logran levantarse, en cambio, esa canción sobre un «Mariachi sin cabeza, pero con harto corazón», ni una ‘Como un millón de dólares’, que deja muchas ganas de reescuchar ‘Porque te vas’ de Jeanette. Aunque líricamente, la segunda parte del álbum es una chuchería para sus fans del tamaño de los textos de ‘Rebel Heart’ para los fans de Madonna, es la primera la que concentra los mejores logros musicales. ‘Las palabras’ es el momento más pop del disco, con unos “auh” que ni ‘Lobo hombre en París’; ‘Hombre de acción’ es un entretenido guiño a LCD Soundsystem y, curiosamente, el sentido del álbum sería muy diferente si la última canción de la secuencia fuera la medio luminosa ‘Mis posibilidades’, en la que Bunbury dice: “aunque me vaya, siempre vuelvo y mi consejo es dejar la luz encendida”. Ese ha de ser el caso de un artista aún inquieto, ahora enganchado a Fiona Apple y al nuevo de Triángulo de Amor Bizarro, con muchas cosas que decir.

Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘Deseos de usar y tirar’, ‘Cualquiera en su sano juicio’, ‘Las palabras’, ‘Los términos de mi rendición’
Te gustará si te gusta: Depeche Mode, Fangoria, el Bowie de ‘Lazarus’
Youtube: vídeo del single principal

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