Es muy bonito cuando tu primer disco vende bien pero el segundo vende el doble y el tercero ídem como le pasó a Madonna, o cuando llegas a tu quinto disco habiendo vendido la suma de lo que vendieron tus tres discos anteriores, como le ha pasado a Taylor Swift. Pero también es muy difícil. En España, si para algo le ha servido a Vetusta Morla conseguir un disco de platino por su primer disco es para que el resto de sus trabajos sigan vendiéndose casi igual de bien (‘La deriva’ lleva un año y medio en listas). Pierden un pelín de ventas pero ganan estabilidad gracias a una fiel base de seguidores que ya llena estadios: ¿el trato perfecto?
Y es que existen dos tipos de músico: el que lo vende todo con el primer disco y el que no. Con suerte, eres Adele y lo petas con el segundo pero, por lo general, suele ocurrir más bien lo que a Alanis Morissette, que vendió más de 30 millones de copias de ‘Jagged Little Pill’ para pasar a vender 9 millones con su continuación, ‘Supposed Former Infatuation Junkie’ (y de ahí para abajo). ¿Se debería a su espantoso título? ¿A la pereza que da tragarse 17 canciones del tirón? ¿A una pérdida de calidad? ¿A todo a la vez?
Aunque el ejemplo de Alanis no es del todo acertado porque ‘Jagged Little Pill’ más que un disco fue un fenómeno de masas, lo cierto es que esto de que la gente empiece a pasar de ti con tu segundo álbum es más común de lo que debería. Normalmente, sin embargo, la diferencia negativa en ventas se explica con que el segundo disco resulta peor que el primero y ya está, como Scissor Sisters, Franz Ferdinand o los Strokes sabrán muy bien: tres grupos que continúan activos pero cuyo perfil decayó tan pronto como en su segundo disco por culpa de un álbum decepcionante o bueno pero a todas luces peor, menos impactante, que el primero.
El ejemplo más reciente en este aspecto es ‘Caracal‘, el nuevo álbum de Disclosure. El disco ha sido, como era de esperar, top 1 en Reino Unido y la crítica lo está tratando bastante bien. Sin embargo, el álbum carece claramente de ideas y de frescura y encuentra a los hermanos Lawrence acomodados a su propio sonido e incapaces de ofrecer algo verdaderamente interesante, que es lo que consiguieron con su primer disco, ‘Settle‘, y el motivo por el que son famosos: haber logrado renovar el manido ámbito del house vocal y el UK garage desde un ángulo de modernidad con respeto al pasado gracias a canciones tan espectaculares como ‘Latch’ con Sam Smith o ‘White Noise’ con AlunaGeorge. En su lugar, ‘Caracal’ es un refrito de ‘Settle’ sin demasiado impacto que demuestra que Disclosure parece haber agotado sus mejores ideas tan pronto como en su primer disco.
Luego tenemos a Hurts: lejos quedan los tiempos en que el dúo de Theo Hutchcraft y Adam Anderson vendía un millón de copias de su álbum debut, el excelente ‘Happiness‘. En ese momento, celebrábamos que Hurts se hubieran atrevido a recuperar aquel electropop romántico de los 80 que parecía perdido entre tanto revivalismo discotequero, pero para cuando su segundo álbum, ‘Exile‘, llegó a las tiendas, poco había que celebrar: el nuevo material del grupo era mediocre y su producción a la moda del momento, nada inspirada. ‘Surrender‘ está un poco mejor, pero no hay que ser un lince para darse cuenta de que ya no tanta gente acudirá a las tiendas a hacerse con él. El primero, sin duda, era mejor.
La frugalidad de la carrera comercial de algunos artistas es un absoluto misterio. Debutan con un single espléndido, histórico, como hizo Sam Sparro con ese ‘Black & Gold’ que aún recordamos, y después ya no vuelve a saberse de ellos hasta un segundo disco que les encuentra más bien operando desde la periferia de ese pop que un día parecía iba a dominar el mundo pero que al final no. ¿Alguien recuerda los días en que Little Boots sonaba en Los 40 Principales? Para regresar, varios años después, con un ‘Nocturnes‘ que, totalmente despreocupado por trabajar el potencial comercial de su autora, prefería justo lo contrario, un disco no falto de temazos y clase pero sin el elemento «radio-friendly» necesario para triunfar de verdad en las listas, que es lo que parecía que querían singles como ‘Stuck On Repeat’ o ‘Remedy’. ¿Y alguien recuerda ya a Frankmusik? ¿Qué pasará con Rudimental?
A menudo, ciertos artistas terminan fracasando en sus carreras porque tardan demasiado en dar continuación a un primer disco de éxito. Como ha demostrado el pop en tantas ocasiones, cuanto antes saques tu segundo disco, mejor, y si tardas, más te vale asegurarte de que sea bueno o, como mínimo, de que sea lo suficientemente continuista como para que la gente no termine confundiéndote con otra cosa. Por ejemplo, La Roux, que, cinco años después de ‘Bulletproof’, de ‘In For the Kill’ y de su álbum debut ganador de un Grammy
, se sacó de la manga un disco más bien poco parecido al anterior al que no le salió un solo éxito y que la mayor parte del público ya ha olvidado. La misma Elly Jackson lamentaba en una entrevista el poco apoyo a ‘Trouble In Paradise‘ por parte de su sello; sin embargo, ¿qué hit podía haber salido de ahí? Más bien uno de esos álbumes para escuchar enteros, el fenómeno La Roux definitivamente se extinguió en el primer disco.Tampoco conocemos a The Ting Tings por un solo hit; de ellos recordamos tres temazos de su primer disco, ‘We Started Nothing‘, que han pasado a la historia, estos son, ‘Great DJ’, ‘That’s Not My Name’ y ‘Shut Up and Let Me Go’. Sin embargo, su segundo álbum, ‘Sounds from Nowheresville’, aparte de tener un título imposible de recordar y una portada espantosa, llegó demasiado tarde y mal, sin un solo hit bajo el brazo y con una colección de canciones de calidad cuestionable que cuesta imaginar alguien prefiera a la del primero. Como es natural, de la existencia de ‘Super Critical‘ no se enteró casi nadie.
La gran perdedora de los últimos años en este sentido ha sido Duffy. Nadie se acuerda ya de cuando se barajaba ‘Rockferry‘ como el disco más vendido de 2008 en todo el mundo. Al final fue el cuarto superado por Coldplay, Amy Winehouse y AC/DC, pero las cifras eran imponentes igualmente: 6 millones de copias convirtieron naturalmente al álbum en el más vendido de Reino Unido y en uno de los más vendidos en todo el mundo. Dos años después Duffy se había quedado sin singles (y eso que ‘Well Well Well‘ molaba) o el público había perdido el interés porque su segundo disco, ‘Endlessly‘, fue un sonado fracaso a pesar de la calidad de sus baladas. Con su nuevo single, ‘Whole Lot of Love‘, tampoco ha pasado absolutamente nada. ¡Cuánto echamos de menos una actuación histórica de Duffy como la de los BRIT!
Cuando sacas un single que se convierte no solo en un éxito comercial sino directamente en un fenómeno de masas, es muy difícil, por no decir imposible, que el mismo público que lo ha apoyado se interese en tu disco. Porque puede que Carly Rae Jepsen haya hecho uno de los mejores álbumes de pop del año, pero si después de ‘Call Me Maybe’ nadie compró ‘Kiss‘, qué esperar de este ‘E•MO•TION‘ cuyo mayor hit, ‘I Really Like You’, ha terminado vendiendo tres veces menos.
Por su parte, Of Monsters and Men no han sabido manejar el éxito de ‘Little Talks’ sacando un segundo disco bueno. Al contrario, ‘Beneath the Skin‘ suena caricaturesco y derivativo, como el disco de un grupo tratando de agarrarse sin éxito a la fórmula que sabe les funciona, pero sin canciones en las que apoyarse. ‘Crystallize’ era una canción estupenda, sí, pero de este disco no ha salido nada que haya logrado repetir el éxito de ‘Little Talks’, que le pesará a Of Monsters and Men probablemente toda su carrera.
Evidentemente, estos éxitos «one-hit-wonder» suelen perjudicar al artista en lugar de beneficiarlo. ¿Cuánta gente compró en su momento el álbum debut de Toploader (¿quién?) por ‘Dancing In the Moonlight’ y después pasó de comprarse el segundo? ¿Cuánta gente sabe que Vanessa Cartlon ha seguido sacando discos después de ‘A Thousand Miles’? ¿Y que el último de Foster the People no estaba nada mal? ¿No es injusto el impacto negativo que han acabado ejerciendo ‘Time to Pretend’ y ‘Kids’ de MGMT sobre su segundo álbum, el notable ‘Congratulations‘?
Al final, lo que nos ha enseñado y nos sigue enseñando la historia es que los grandes mitos de la música nunca han sacado un primer disco mejor que el segundo. Hoy, ‘The Piper at the Gates of Dawn’ de Pink Floyd, ‘The Soulful Moods’ de Marvin Gaye, ‘For You’ de Prince, ‘Boy’ de U2, ‘Murmur’ de R.E.M. o los álbumes debut homónimos de Kraftwerk y David Bowie son prácticamente rarezas frente a sus verdaderas obras maestras, mientras los primeros discos de Carole King, Radiohead, The Smiths o Amy Winehouse, si bien muy bien considerados, nada tienen que hacer contra sus sucesores. No en vano, cabe recordar que Fleetwood Mac tardaron 11 discos (y varias formaciones) en editar ‘Rumors’, Kylie 8 en editar ‘Fever‘ y Kate Bush 5 en editar ‘Hounds of Love’, por no hablar de la diferencia de ventas entre ‘Frank‘ y ‘Back to Black’ de Amy (el segundo disco más vendido del siglo por detrás de ‘21‘ de Adele) o entre ‘Off the Wall’ de Michael Jackson en solitario y su sucesor, ‘Thriller’. Un segundo disco es el disco más vendido de todos los tiempos: señal inequívoca de que, para hacer historia en la industria, es necesario trascender el «one-hit-wonder»… a menos, claro, que seas Lauryn Hill o Jeff Buckley, pero esa ya es otra historia.