Música

Los mejores discos de 2018

Al igual que hacíamos ayer con la lista de Las mejores canciones de 2018, este martes a las 20.00 revelaremos las que han sido para la redacción los mejores discos de 2018, desvelando ya los puestos entre el 100 y el 11. Al igual que destacábamos en el apartado de singles, 2018 ha sido un año con casi tantas decepciones como alegrías en el pop internacional, pero de nuevo los artistas españoles han demostrado una realidad excitante. Una realidad que, además, está dominada por las mujeres, que como parte fundamental de grupos (Low, Hazte Lapón) y sobre todo solistas (Kacey Musgraves, SOPHIE, Soleá Morente, Zahara, US Girls, Snail Mail) copan buena parte de esta lista, de 50 posiciones. En ella hay rock (IDLES), electrónica (Jon Hopkins, Against All Logic), folk (Los Hermanos Cubero), tecnopop (Betacam) y rap (Pusha T), pero sobre todo se caracteriza por la transversalidad de géneros que caracteriza el pop actual.

50
Ariana Grande

Aunque la discutida producción de Pharrell en parte de este disco dejaba algunos de sus momentos más fallidos y también alguno de los más adictivos, una buena «clase media» de canciones y, sobre todo, tres singles como tres soles (‘No Tears Left To Cry’, ‘God Is A Woman’, ‘Breathin’) hacían que la balanza se inclinara hacia el lado positivo y que ‘Sweetener’, a las puertas de ser el mejor disco de Grande, sí sea un paso decisivo en la consolidación de la artista como uno de los nombres fundamentales de su tiempo, quizá tanto por los mensajes positivos que suele enviar como por sus méritos musicales.

49
Mariah Carey

Con el éxito actual de Ella Mai y, sobre todo, Ariana Grande , parece el momento idóneo para que vuelva Mariah Carey. ‘Caution’ es su 15º álbum y un nuevo prototipo de las muchas virtudes de Carey como compositora y visionaria del R&B, además de un rara avis en el catálogo reciente de la artista al componerse únicamente de 10 canciones, algo que no sucedía desde 1994. En ‘Caution’, el relleno es inexistente y los buenos momentos abundan. Es contemporáneo, emocionante y divertido del primer segundo al último, y contiene razones de sobra para seguir admirando a la cantante y su visión.

48
Summer Spree

Tras esta “juerga veraniega” se oculta Álvaro Muñoz (de cierta popularidad por su proyecto rockero Tarik y la Fábrica de Colores), al que ya podríamos tachar de ser el Lawrence español. Como la del ex-líder de Felt, su música está hecha a la manera de otra era y él es un artista como de otro tiempo, depositado accidentalmente en un momento en que arte se mide en likes y cifras de streaming. En ‘Sub Lumine’, más que apuntar al “ochentismo” con ese tono de ironía perversa de propuestas con vitola “cool” como las de Ariel Pink, John Maus o Sean Nicholas Savage, Álvaro muestra una vocación puramente emocional, en la misma medida que la tienen muchas canciones de Pulp, de Linda Mirada, de Betacam, de Caliza y de Bart Davenport.


No exageraban Arctic Monkeys cuando decían que ‘Tranquility Base Hotel & Casino’ requería de unas 10 escuchas para poder entrar en ese mundo. No es un disco fácil, pues ha dividido a sus fans y muchos han pasado de dedicarle más allá de dos o tres escuchas. Pero es cierto que la persistencia, en este caso, tiene premio, y va desnudando que este es un gran disco que brilla –eso sí– por cosas distintas a las que solemos valorar en el pop. Si este fuera el último disco de los Monkeys –una posibilidad con la que se viene especulando desde hace tiempo–, sin duda sería un epitafio difícilmente superable.

46
Tracey Thorn

Tracey Thorn ha logrado hacer otro disco breve y universal, en el que apenas algún número está algo por debajo de la media. Y aunque hay mucha vistosidad en los arreglos a lo Daft Punk de ‘Dancefloor’ y el soul-funk de ‘Sister’, ‘Record’, llamado así porque lo que le gusta a Thorn es “grabar”, hacer “discos” y no conciertos -de nuevo, no habrá gira-, nos regala también momentos intimistas que se crecen con el tiempo por encima del resto. Los singles bailables están bien, pero con el paso de las semanas, las canciones que hacen pupa son ‘Smoke’ y ‘Face’.

45
María Rodés

Maria Rodés es una artista que parece habitar otra dimensión, situada fuera del tiempo y las modas. ‘Eclíptica’ debe su existencia a la figura de un tío-bisabuelo astrónomo de Maria, Lluís Rodés, astrónomo reconocido internacionalmente que ocupó un observatorio estratégico durante la Guerra Civil española. El disco le homenajea sin nombrarlo -aunque sus vivencias sí aparecen de manera velada- a través de canciones en las que, aunque tocan muchos palos, prevalece un carácter mediterráneo aletargado, que nos sumerge en una atmósfera de duermevela. Canciones que más que tratar de ciencia, rebosan de la poética de la astronomía, de la fascinación que, desde tiempos remotos, hemos sentido los humanos por el cielo nocturno, las estrellas, constelaciones y sus significados.

44
Snail Mail

Lindsey Jordan es aún una adolescente que ya coquetea con cierta popularidad y que vive su sexualidad con la mayor naturalidad, apoyada al 100% por su entorno familiar. Pero nada de esto incide en su música bajo el nombre de Snail Mail por voluntad propia, lo que ya da cuenta de su sorprendente madurez. Una madurez que queda constatada también en sus composiciones, extraordinariamente sólidas y propias de una artista experimentada, que destacan por encima de la etiqueta “indie 90s” que, hoy por hoy, aplica muy bien a su sonido. ‘Lush’ es una suerte de relato de una ruptura sentimental que dota al álbum de un dramatismo que sostiene la unidad del álbum por encima del gancho de sus canciones… aunque muchas de ellas sean deslumbrantes.


El nuevo de Villagers no es un disco de folk cualquiera. Su afán experimental está presente en unas canciones que no es tan fácil adivinar hacia dónde se van a encaminar. La nota de prensa habla de este disco como «bailable» y no es una broma. El bajo, la sensualidad y las palmas de ‘A Trick of the Light’ lo ponen sobre la mesa; la segunda parte de ‘Long Time Waiting’ es bastante loca, con ciertas partes que parece haber producido alguien con un concepto de la belleza similar al de Jon Hopkins; ‘Love Came With All That It Brings’, que presenta un sample de ‘What Then’ del grupo de góspel Dixie Hummingbirds, es algo en lo que podría haber trabajado Moby hacia finales de los 90; y ‘Real Go-Getter’ tiene también su ritmo. El discurso de Conor nunca deja de ser rico e inquieto, confirmando que es una de las voces más interesantes que escuchar en el panorama actual.

42
Ferran Palau

El también miembro de Anímic dice que este es un trabajo de pop metafísico. La etiqueta en sí puede ser algo complicada de definir, pero según él viene dado por su título (blanco, en español) y su doble sentido: la inmensidad de un espacio infinito y, del mismo modo, la ausencia de todo, lo cual se traduce en unas letras que huyen de lo narrativo y apelan a la libre interpretación del oyente. Nocturno, frágil hasta el susurro, con arrebatos de experimentación, ‘Blanc’ es uno de esos álbumes que han nacido para ser escuchados en esta época del año en la soledad de casa con la calefacción hasta los topes. En él Palau vuelve a demostrar que es uno de los compositores más cautivadores y auténticos de la actual música catalana.

41
Fino Oyonarte

Atraído por un estilo alejado de sus trabajos como miembro de Los Enemigos o productor de Los Planetas y Lagartija Nick, el veterano músico sorprendía con un debut en solitario enraizado en pretéritos, con Elliott Smith o Nick Drake como exquisitos referentes. Pero ‘Sueños y tormentas’, impulsado por un grave incidente de salud, resulta del todo cautivador complementado por su aspecto lírico. Y es que lo más mágico de él es que, siendo un disco profundamente intimista y personal, muestra una lectura universal. Una lección vital que a todos nos debería servir, no para alimentar la compasión propia o ajena, sino para celebrar lo que tenemos, querernos y no perder la esperanza de que, no importa lo negra que se ponga la cosa, todo puede ir bien.

40
La Estrella de David

En su regreso en solitario tras 7 años –los transcurridos desde ‘Maracaibo’– ganan los medios tiempos en los que David Rodríguez sube pocas veces la voz, como si más bien nos susurrara sus penas y quebrantos. Medios tiempos de letras tiernas con bordes aflictivos, de melodías suaves, casi de pura de canción pop romántica, a las que se añaden sus querencias kraut, las baterías sincopadas y los bajos postpunk, mientras David pasea ese aire de tipo de-vuelta-de-todo, de perdedor cínico-romántico. Aunque mucho más romántico que cínico, recreando la derrota del tipo que va a fiestas en contra de su voluntad, pero que se acaba erigiendo en el antihéroe que siempre estará ahí, a tu lado. Aparentemente desdeñoso, pero profundamente empático y humano.

39
Kokoshca

Los navarros Kokoshca han ido labrando su personalidad tomando ideas del indie noventero nacional e internacional, el rock urbano de los 80, puntualmente los ritmos latinos de rumbas y boleros y la combinación de voces masculina y femenina de sus co-líderes Amaia Tirapu e Iñaki López. Tras ‘Hay una luz‘ y ‘Algo real‘, ‘El mal’ ahonda en esas premisas, ahora optando deliberadamente por estructuras más complejas y letras con diversas lecturas, enriqueciendo su discurso. Ellos lo consideran un álbum menos inmediato, pero no lo es necesariamente, pues el grupo no ha renunciado tampoco a su faceta más pop, entregando un par de himnos 100% Kokoshca.

38
cupcakKe

Si crees que comprendiendo el juego de palabras de su nombre ya has conocido a cupcakKe, espera a leer sus letras: “creí haberme corrido, pero me meé en su polla” es la mejor ordinariez de ‘Ephorize’, el tercer disco de la rapera, pero desde luego no la única. Pero no sería acertado afirmar que este es únicamente un disco de “dirty rap”, como sugieren las frases citadas, o siquiera un disco de hip-hop al uso. Hay momentos muy bailables y discotequeros, tropical house, future bass, dancehall y hasta salsa, estilos que siempre vienen acompañados de canciones a cada cual más carismática, de las que siempre es posible destacar una frase, un ritmo, un estribillo que hacen de ‘Ephorize’ un disco de hip-hop asequible para otros públicos no tan interesados en el género.

37
Betacam

El debut –pese a que han pasado 10 años desde la primera vez que hablábamos de él– del proyecto de Javier Carrasco evoca a épocas pretéritas, a nuestra infancia, a nuestra adolescencia, a nuestra juventud, a italodisco, a synthpop, a tecno, a electropop. A épocas en las que, como él, una sola persona con un sintetizador y una caja de ritmos eran capaces de emocionarnos, haciéndonos indistintamente bailar o llorar, y sentir que estaban hablándonos de nosotros. Él mismo cita como influencias a Jean-Michel Jarre, Franco Battiato, Parade y Javiera Mena , y podríamos añadir a Mecano, Iván/Miguel Bosé o Wham!, artistas variopintos en origen y épocas, pero unidos por una sensibilidad próxima. Todo acotado con sus letras, retratos del individuo urbanita contemporáneo, joven y culto esbozados con un reparador sentido del humor.

36
C. Tangana

Qué es una mixtape y en qué se diferencia de un disco es un debate recurrente entre los seguidores del hip hop. Y ‘Avida Dollars’ tampoco nos lo aclaró. ¿De verdad no había muchas “pretensiones”, como decía su nota de prensa? Pues menos mal, porque aquí es verdad que caben algunas canciones más anecdóticas y algún interludio irrelevante, pero la primera sensación de que esto era una colección de canciones de 2 minutos inacabadas se va diluyendo para dejar que muchas de esas pistas brillen con luz propia y todas funcionen, como decía, como un todo que escuchar en bucle. Empiezas preguntándote qué es este disco solo 6 meses después de ‘Ídolo’ y terminas deseando que todo “ídolo” lance su mixtape 6 meses después de su “disco” para contar en ella cómo le ha ido… Debería ser obligatorio. ¿No tienen todos los artistas esa necesidad de expresarse?

35
Ezra Furman

Si en su anterior disco, ‘Perpetual Motion People’, Ezra jugaba a ser una estrella del pop fastuoso de los 60, esta vez lleva el foco a los años 80 y 90, eleva un poco el histrionismo, desata la imaginería queer y se catapulta al Paraíso. ‘Transangelic Exodus’ es infinitamente mejor que su predecesor. Como si de una road movie se tratara (¿acaso la portada no parece un cartel de película?), Ezra narra la huida con su amante de un entorno hostil. El álbum está dedicado a los inmigrantes, a los refugiados, a los encerrados a la fuerza en los armarios; a todos esos seres vulnerables, heridos y perseguidos por la sociedad y que buscan un mundo mejor. Pero el contenido no sirve de mucho si el continente no te sacude. Y el continente es abrumador: pop melodramático con poco drama y sí con mucha euforia contagiosa. La que emana Ezra, con su voz poderosa, elástica, ligeramente nasal, levemente rasposa, dominando todo.

34
Pusha T

De entre todos los discos de 7 pistas cada uno que ha producido Kanye West este año, ‘DAYTONA’ de Pusha T es el mejor de todos. El álbum llegaba a la calle acompañado de polémica debido a su portada, una imagen del baño lleno de drogas de Whitney Houston que se publicó en los medios en 2006. Y aunque ‘DAYTONA’ habla, sobre todo, y como es habitual en el trabajo de Pusha T, sobre drogas, por lo menos su contenido es de mejor gusto: ‘DAYTONA’ suena clásico, pero a su vez nuevo, y aunque Pusha T y Kanye West parecen existir en mundos totalmente opuestos en estos momentos, ambos hallan en el álbum un asombroso punto común en el que street rap y la suprema musicalidad y elegancia de hip-hop clásico dan con un sonido magnético y fresco.


Chenta Tsai, Putochinomaricón, se ha revelado como uno de los grandes personajes de la primera generación de artistas españoles que no conocen un mundo (o ya no lo recuerdan) sin Internet, WiFi y teléfonos móviles. Su música parece consecuencia directa del bombardeo directo y masivo de información, sea de la calidad, el signo o la intención que sea. Chenta actúa como un filtro que deglute una amalgama que atraviesa nuestro cerebro dejando restos de colores ácidos, luces LED, estética glam, hip hop, raver y kitsch, una masa resplandeciente que podíamos acercarnos a definir como una molécula palpitante en la que La Casa Azul, Pet Shop Boys, Charli XCX, Eiffel 65, A.G. Cook, Unicorn Kid, Bom Bom Chip, Lil Yachty, Perfume, La Prohibida e Hidrogenesse permanecen en perfecto equilibrio.

32
Parcels

Muchos conocerían a Parcels a través de una canción co-escrita junto a Daft Punk, pero nada más ver la portada del disco homónimo de los australianos afincados en Berlín te das cuenta de que el producto va a ser muy diferente al perpetrado con el dúo francés. Aquí no hay lugar para robots, sino más bien para el mundo viejuno. Evidentemente hay puntos en común, como los ritmos funky, los desarrollos largos y ese poso de soft rock que había en particular en ‘Random Access Memories‘, pero en general, el resultado es diferente hasta el punto de que puede que te gusten Daft Punk y no te gusten nada Parcels. La suya es un aura de encantadora decadencia retro pero apta para el público de hoy, que sirve para envolver unas canciones que pueden partir de cierto parecido a sus compatriotas Tame Impala… solo para viajar a diferentes lugares.

31
La Plata

¿En qué momento se asumió que los jóvenes españoles solo escuchaban trap, reggaetón o a Pablo Alborán? La existencia de bandas como La Plata es la prueba viviente de la vigencia del formato clásico de guitarra, bajo y batería, en su caso añadiendo teclados, y la obligada dosis de crisis existencial. Desde Valencia y con una media de 25 años, La Plata tienen algunas canciones que hablan de desencanto social y desarraigo, como ‘Esta ciudad’, ‘Me voy’ o el pelotazo ‘Miedo’. La voz de Diego Escriche, cantante del grupo, además tiene un poso triste y melancólico idóneo para transmitir la desesperanza de la vida cotidiana; una voz modesta pero con el poder de meterte en su canción en un segundo: todos somos él cuando canta “ya no estoy contento, paso de esperar / solamente pienso en mi cama y en follar”.

30
Yung Beef

PXXR GVNG fueron el primer guantazo del trap a la escena española, y hay quien dice que el mérito de Yung Beef está en haber abierto el camino para gente como Kinder Malo, Cecilio G, Pimp Flaco, MON DVY o Hwoarang, pero que él ya quedó atrás, que ahora la escena la dominan otros. A eso el granadino responde “no tienes tú fe ni na” en este disco que acoge el hit ‘Me perdí en Madrid’ y otros grandes temas como ‘Rosas Azules’, ‘Cold Turkey X Te Dejé Caer’ o ‘Brazy’. Un disco en el que sobre todo domina la verdad de Yung Beef: cualquiera puede soltar cuatro frases sobre meterse de todo y sobre metérsela a todos, cualquiera puede escribir tres versos ñoños… pero lo que sale de la boca del rapero sigue sonando real.

29
Hazte Lapón

‘Tú siempre ganas’ es el tercer y definitivo álbum de Hazte Lapón, que el grupo ha ido revelando a lo largo del año, primero con un volumen inicial de 10 canciones bajo el subtítulo de “La vida adulta (instrucciones de uso)”, ampliado luego con un interludio de dos canciones de temática estival; y después con otros 10 temas inéditos, coincidiendo con la publicación del disco en formato físico, bajo el título “Tú y yo (y todos los demás)”. primera parte de la despedida de Hazte Lapón se vuelve a centrar en las relaciones de pareja, pero de una forma diferente a ‘No son tu marido’, mucho más atormentada y melancólica. La segundaba usaba referencias a Andy Warhol y The Velvet Underground, Leopold y Molly Bloom, Wes Craven y Werner Heisenberg o William Masters y Virginia Johnson para para crear pequeños relatos y paradojas que en realidad reflexionan sobre su propia relación con Saray, sobre su hijo, sobre la muerte, sobre la creación artística en estricta oposición a una vida normal, el ego, el sexo… Cuestiones filosóficas que, convertidas en cuidadas piezas de pop atemporal, ayudan a tragar la píldora e invitan a tomar nuestra propia posición.

28
Tove Styrke

Autora de temazos pop como como ‘Number One’, ‘Borderline’ o ‘Ego’, nunca ha estado claro qué podía aportar Tove Styrke en un panorama saturado por artistas en principio con más personalidad que ella. La sueca ha encontrado su línea claramente en un ‘Sway’ que no podría haber publicado otra persona, un disco de producción sutil, pulida y fresca como la menta, además de exquisita, a través de la Styrke comparte un buen puñado de tiros electropop, como los singles ‘Say My Name’ y ‘Mistakes’ o las también destacables ‘On a Level’, ‘On the Low’ o ‘I Lied’. Un disco de 26 minutillos cuya brevedad no hacía sino resaltar la complejidad musical y emocional de las canciones incluidas, dando lugar a una escucha que, como expresa el dicho, por breve es dos veces buena.

27
U.S. Girls

Meg Remy de U.S. Girls está hasta el coño de la guerra, la violencia doméstica, el patriarcado, el machismo y la violación. Y en ‘In a Poem Unlimited’ ha encontrado la manera más directa de contarlo. Empleando formas disco, R&B y funk en singles tan certeros como ‘M.A.H.’, ‘Velvet 4 Rope’, ‘Rosenbud’ o ‘Pearly Gates’, Remy y su experta banda suman una riqueza instrumental inédita hasta entonces en su discografía. Es una suerte tener a artistas como U.S. Girls que nos animen a acelerar el proceso para que las cosas cambien a mejor, y que hagan posible que la lucha feminista, no solo se pueda defender y sufrir, sino también bailar.

26
Jon Hopkins

Tras la extensa gira de ‘Inmunity’, Hopkins decidió dar un paso atrás, interesándose por la meditación trascendental y algunas prácticas alternativas de yoga. El viaje que el artista plantea a lo largo de este disco es apasionante incluso a pesar de los nubarrones que le amenazan en el camino, retratando a Hopkins casi al borde del precipicio o la inquietud y la sensación de irrealidad que merodeaban por su cabeza por aquel entonces. En ciertas composiciones a la suavidad le sigue una tremenda agresividad, y algunas bases suenan deliberadamente cortadas, como si Jon Hopkins fuese buscando a través de ellas un despertar. ‘Singularity’ es un disco de electrónica que cualquiera puede disfrutar como ha sucedido en otros momentos de la historia con la música de Wim Mertens o Michael Nyman. Hay un carácter inequívocamente cinético en esta música y… ¿no es la banda sonora uno de los géneros favoritos del público generalista?

25
Los Hermanos Cubero

En ‘Quique dibuja la tristeza’ ya no hay versiones de cantos antiguos, referencias a la tierra ni puyas laborales. Este es un autorretrato íntimo de Enrique Cubero en un momento terrible, un monumento a la memoria de Olga, su esposa, fallecida a causa de un cáncer. Y de todo esa aflicción surge un diálogo continúo de Quique con su mujer. Casi todas las canciones se las canta, se las cuenta a ella, tratando de exorcizar el dolor, de entender la pérdida, de sobrellevar la pena insondable por su partida, por ese amor que no desaparece, pero cuyo objeto ya no está. También es un homenaje, de manera implícita, a la música como asidero y refugio en los momentos más duros.

24
J Balvin

’Vibras’ ha reforzado la figura de J Balvin como el artista más dispuesto a derribar prejuicios y barreras comerciales para el reggaetón, propiciando que este frecuentemente denostado género deje de ser marginado para integrarse en la cultura popular y alcanzar a cada vez más gente. El disco se vertebra alrededor de ‘Mi gente’, que no ha perdido un ápice de atractivo más de un año después y se ha convertido en lo que es por ese inapelable riff de voces distorsionadas y por su letra sana y limpia, que incita a bailar sin discriminar. Es un mensaje potente y
necesario para un género estigmatizado por su sexismo, y se percibe que J Balvin se ha esmerado en ‘Vibras’ en aportar letras que, aun persistiendo en la temática emocional/sexual, sean respetuosas con la mujer, como en los temazos ‘Ambiente’, ‘Ahora’, ‘Cuando tú quieras’ o ‘Noches pasadas’.

23

MGMT parecen haber encontrado en ‘Little Dark Age’ todo un universo de inspiración transformándose en una especie de falsa banda tributo a un artista/grupo maldito de los 80. Como si, en el fondo, ellos mismos se vieran a sí mismos como un grupo que triunfó de manera casual y que, tras una travesía por el desierto, vuelve a reclamar su cetro. Solo que todo suena deliberadamente demodé y decadente, como una gran burla, una broma con la que se les desencaja la mandíbula. Sin embargo, nada en este trabajo está dispuesto a la ligera. Todo encaja y, además, coincide con un reactivado interés por el gancho melódico de MGMT, confirmando su regreso, probablemente incidental, al pop en temas enormes, entre la psicodelia marca Bowie y el synth-pop, como ‘When You Die’, ‘Me and Michael’ o ‘Hand it Over’.


IDLES han irrumpido como un elefante en la cacharrería del rock con vena punk no sólo británico sino mundial gracias a dos discos fantásticos que perfilan su carácter: rock agresivo pero con un punto amable, políticamente posicionado (en la izquierda) y empeñado en derribar clichés tanto musicales como líricos. En ‘Joy as an Act of Resistance’ muestran una entidad totalmente consolidada, con una manera transversal de entender el hardcore, presentando ritmos que se inspiran en el techno o el jungle, equilibrando violencia y amabilidad y ofreciendo un discurso combativo pero positivo y divertido. Las referencias, de Iceage a Killing Joke pasando por Pixies o Protomartyr, no dejan de sucederse en casi tres cuartos de hora de rock que pasan en un suspiro, con contundencia, audacia y gancho.

21
Zahara

En la coartada de la astronomía, la ufología y la ciencia espacial que en este caso envuelve el cuarto álbum de Zahara, la artista encuentra una metáfora para hablar de su maternidad, pero también de otras cosas, y ‘Astronauta’ vuelve a a presentarla como una fantástica retratista de las relaciones humanas, sentimentales y sexuales. Descartando que ‘Astronauta’ sea un “disco sobre la maternidad” –el potente single ‘Hoy la bestia cena en casa’ sí trata el tema, pero como un combativo posicionamiento en contra de la gestación subrogada-, ‘Astronauta’ contiene en buena medida el pop rock con gran poso electrónico/sintético que la caracteriza, dejando temas tan potentes como “La bestia”, ‘Guerra y paz’ o ‘El fango’.

20
Nacho Vegas

Tras el aparentemente ligero ‘La zona sucia’ y el político ‘Resituación’, el ambicioso ‘Violética’ viene a ser una especie de consecuencia de sus dos trabajos previos, puliendo aristas, evolucionando en buena dirección las ideas esbozadas en aquellos. Y lo que más destaca de este álbum doble, de 90 minutazos de duración (Nacho parece ir siempre a contracorriente), es que no lo parece y pasa volando, algo que ya tiene un mérito supino. Cada una de las 18 canciones ofrece algo singular y memorable, que cuando no es un gancho pegadizo es una interpretación destacable, un arreglo sorprendente o una letra fantástica.

19
Spiritualized

Pierce no tenía presupuesto para hacer el disco que quería, una grabación con el sonido de estudios históricos como los de Columbia o los de Capitol pero que aparentara ser emitida desde un satélite orbitando desde el espacio. Así que se compró un portátil y trató de reproducir en su dormitorio prácticamente cada sonido excepto los de instrumentos que no cabían allí, como timbales o un contrabajo. Este proceso artesanal de literalmente años por poco llevó a Pierce a la locura, pero lo que reina sobre todo en ‘And Nothing Hurt’, que Pierce dedica a su madre, fallecida el pasado año, es un sentimiento de ternura inconmensurable, aderezada aquí con toques de autocompasión y sarcasmo en grandes canciones como I’m Your Man’, ‘Let’s Dance’, ‘The Morning After’ que nos hablan de la muerte y del amor.

18
Soleá Morente

Gestado por Soléa junto a Alonso Díaz de Napoleón Solo y Lorena Álvarez, ‘Ole Lorelei’ se aleja del “ambiente indie” que sugieren esos nombres y toma de todo tipo de palos del pasado y del presente con total naturalidad para acotar un espacio genuino y propio. Un espacio artístico en el que el pop convive con el flamenco más reconocible y canónico con un pop aflamencado o un flamenco popizado o… algo que en realidad no requiere de etiquetas. Como inspira su desarmante verso final (“deseo que pase algo, algo gordo de verdad, y me da igual bueno o malo, puede que esté pasando ya”), ‘Ole Lorelei’ es muy “gordo” y la emancipación artística de Soleá está pasando ya. Un disco, en sus propias palabras, “a favor de la evolución, de la traducción de la tradición, de la libertad” y en contra del “corrosivo anquilosamiento que no nos lleva a nada”. “Ábranse las puertas de la percepción”.

17

Sin aportar un sonido claramente propio –quizá la estupenda ‘I Like It’, sacando a relucir sus orígenes dominicanos y tirando apropiadamente del hilo de lo latino, sea lo más genuino del conjunto–, la personalidad de Belcalis Almanzar se infiltra tanto y tan bien en estos 13 números de rap contemporáneo, muy escorado al trap, que el estilo es casi lo de menos. Sin caer nunca en la patochada o el circo, ‘Invasion of Privacy’ resulta lo bastante variado como para gustar a públicos diversos, mientras Cardi B llega a destacar también por su lírica, absolutamente noqueante en muchas ocasiones. Al fin y al cabo, estamos ante un personaje universal: narcisismo, ambición, celos, lujuria, violencia… ¿De verdad dista esto tanto de la temática de la obra de Shakespeare? El valor como documento cultural y social del hoy y el ahora de ‘Invasion of Privacy’ es certero, crudo y, sobre todo, muy divertido. Y eso tiene un grandísimo valor.

16
Bad Gyal

“Soy la más regalá / pa ganar no tengo que pelear” comenzaba diciendo Bad Gyal en ‘Intro’, presentando una primera parte de ‘Worldwide Angel’ que no daba tregua, con dos temazos como son ‘Internationally’ y ‘Tra’. Reuniéndose con productores como Jam City, Dubbel Dutch o Fakeguido, la artista catalana desplegaba en su mixtape muchas razones por las que se ha convertido en una de nuestras artistas más internacionales, dancehall mediante: ‘Candela’ o ‘Yo sigo iual’ eran hits claros llenos de ritmos sugerentes y frases para enmarcar y las palmas a lo ‘Pon de Replay’ de ‘Blink’ se instalaban en tu cerebro conscientes de que habían llegado para quedarse. Como su autora.


Sería de necios no reconocer que NME tenía parte de razón en llamar ‘A Brief Inquiry into Online Relationships’, el nuevo álbum de The 1975, el “OK Computer de los millennials”. Algunas comparaciones con el clásico de 1997 de Radiohead las da en bandeja el propio grupo no solo centrándose -también en su tercer disco, tras el exitoso “I Like It When You Sleep…”- en letras que hablan sobre la vida moderna, drogas o las redes sociales, sino incluyendo varias canciones que recuerdan muy claramente al grupo de Thom Yorke. En un sentido global, ‘A Brief Inquiry into Online Relationships’ es un trabajo millennial porque los sonidos de los que se nutre sin ningún tipo de rubor son muchos, pero sería injusto detenerse simplemente en las influencias de un disco que durando una hora nunca se hace pesado y en el que hay tantas buenas canciones que es difícil escoger una favorita.

14
Kacey Musgraves

‘Golden Hour’ ha sido el paso definitivo de Kacey a un country más abierto, experimental y pop. Un trabajo hermoso por su mimada y cristalina producción en la que los instrumentos, más que sonar, flotan en el océano y en el espacio, y también por sus melodías y letras, llenas del amor que Musgraves profesa a su marido. Un disco de canciones sencillas, dulces y emotivas, como ‘Slow Burn’, ‘Butterflies’ o ‘Space Cowboy’, en las que el costumbrismo de antaño no se echa de menos, ya que Musgraves nunca incurre en cursiladas de todo a cien, ni siquiera cuando en la deslumbrante ‘Happy & Sad’ la artista se muestra “colocada” de amor. Pero además esta transmite una sinceridad que incluso en pasajes tan manidos como en los del tema titular emociona: su “todo saldrá bien” es, en voz de Musgraves, una de las frases más reconfortantes que se han oído este año.

13
Against All Logic

Nicolas Jaar ha roto todas las reglas de la industria musical lanzando al mercado nuevo material sin previo aviso, sin explicación alguna mediante y con otro nombre. ‘2012–2017’ es una auténtica obra de arte de la electrónica y se erige sobre tres pilares básicos: el techno, el house y el soul setentero, segregando un magnetismo instantáneo tan fuerte que te entran ganas de llevártelo a la cama. Por su versatilidad, por su clase y su buen gusto inconmensurables, por lo extraordinariamente sexy que es, ‘2012-2017’ es uno de los mejores discos del año desde su misma publicación, un trabajo 100% bailable, pero desde infinidad de ángulos distintos, que despliega toda una orgía de samples, beats, soul y electrónica de club a altas temperaturas frente al minimalismo arquitectónico de antaño.


¿Qué dices si te preguntan cuál es el nexo entre Madonna y ‘Ghost In The Shell’? Tras escuchar ‘Oil of Every Pearl’s Un-insides’, se te puede ocurrir una respuesta: SOPHIE. En contraste con ‘Product’, una colección de singles potentísimos y otros no tanto, “Oil” es una representación más cercana de hasta qué nivel llega lo que nos quiere ofrecer la productora. Está su faceta más brutal y también su obsesión por lo fluctuante, reflejada en la estructura del disco, y que busca dar un portazo a lo binario, a lo establecido. “Oil” es mucho más que una introducción al bubblegum bass, es directamente un viaje por el mundo paralelo de SOPHIE, en el que la productora da con una propuesta arriesgada, posiblemente incomprendida y, aunque esto sea tópico, adelantada a su tiempo. Si mañana SOPHIE confiesa que es una robot, nos lo creeríamos, pero mucho menos que en la época de ‘Product’, porque dentro de toda la artificialidad buscada de este álbum, hay una capa de humanidad. Aunque sea una humanidad inmaterial.

11
Kali Uchis

En el álbum de Kali Uchis caben referencias en castellano a la droga (“Me llamo Perico pero no me gusta coca”, dice su invitada BIA), al pop francés (“All we ever do is French like Brigitte Bardot”), aparecen interludios que desearas duraran toda la vida (‘Gotta Get Up’) y alegatos feministas (‘Coming Home’). Entre unos y otros, entre la perversión y la delicadeza, el ayer y el futuro, está claro que ha nacido una estrella con las ideas claras: “¿pero por qué iba yo a ser Kim, si podría ser Kanye?”, se pregunta decidida en ‘Miami’. Pues eso…

10
Janelle Monáe

En ‘Dirty Computer’ Janelle Monáe vuelve a profetizar un futuro, aún más próximo que en sus discos anteriores, en el que los humanos cuya manera de pensar, aspecto físico, raza o condición sexual difieren de lo que una élite considera la norma, son etiquetados como “ordenadores sucios”, como CPUs que tienen un bug o un virus y deben ser reseteados, transformados para conseguir que encajen en la sociedad. Es el leitmotiv de un álbum en el que, aunque referentes como inspiración Stevie Wonder tienen una importancia manifiesta, es patente que la muerte de Prince, amigo y mentor de la artista que en el momento de su muerte colaboraba con Janelle en la creación de este disco, ha marcado drásticamente su vida y esta obra que funciona a menudo como un homenaje a su figura. Más allá de esa ‘Kiss 2.0’ que es ‘Make Me Feel’, la influencia del llorado genio de Paisley Park se filtra en prácticamente todo el álbum, incluso en los pasajes más acústicos (‘Dirty Computer’), reposados (‘Don’t Judge Me’) y psicodélicos (‘So Afraid’). Sin embargo, no sería justo menospreciar por eso la personalidad interpretativa de Monáe, que la sitúa sin peros entre los grandes nombres del R&B contemporáneo.

9
Mitski

Mitski recuerda a veces a Lorde, al igual que podemos mencionar la clara influencia de St Vincent, o de la delicadeza de Sufjan, de la honestidad intensa de Tove Lo, la simplicidad de Belle & Sebastian, el dramatismo de Lykke Li y hasta la épica liberadora de Florence. Porque en ‘Be The Cowboy’, producido junto a su amigo y colaborador habitual Patrick Hyland, cabe todo. Y toda esa mezcla de influencias, estilos y detalles está aderezada con la visión personal de la japonesa, que se traduce en capas que se descubren poco a poco. “Sé el cowboy que quieres ver en el mundo”, comenta Mitski parafraseando la cita atribuida a Gandhi. “Cada vez que me encontraba a mí misma haciendo exactamente lo que el mundo espera de mí como mujer asiática, me decía “¿y qué haría un cowboy al respecto?””. Tanto ella como su público pueden plantearse ser sus propios cowboys.

8
Christine and the Queens

‘Chris’ se abre con una ‘Comme si’ que definitivamente nos pone en situación. Una insinuación sexual explícita y descarada que establece una complicidad entre el oyente y el artista que, pretende, se prolongue durante todo el disco con el explícito y hermoso “es como si nos amáramos / cuando me escuchas alto / es como si nos amáramos / cuando me pones rápidamente / Concéntrate en mi voz y déjate llevar”. Con ese poderoso preámbulo es difícil resistirse a lo que Héloïse Lettisier nos ofrece en flor en este disco, un tránsito por el deseo sexual de una mujer y su consecución, con sus luces y sus sombras. Y nos conduce por él en un austero pero seductor vehículo de retrofunk, que se mira tanto en Prince y Michael Jackson como en Arthur Russell o el g-funk.

7
Let’s Eat Grandma

‘Hot Pink’, el primer single extraído de este ‘I’m All Ears’, transmitía las sensaciones experimentadas al encontrarse por primera vez con nombres como The xx, James Blake o Lana del Rey, a esa excitación de sentir que alguien, en este caso Let’s Eat Grandma, irrumpía para redefinir los patrones del pop pasado, presente y futuro. Y el segundo disco del jovencísimo dúo británico confirma esas buenas sensaciones, destacando su autenticidad, esa pureza extraña que desprenden propia del talento en su forma más primigenia. Ese sentir la música casi como un juego, remitiéndonos a aquella Lorde que con apenas 16 años lanzaba ‘Tennis Court’ o a la Björk que refulgía entre los Sugarcubes. Valiéndonos de esta analogía, podríamos decir que ‘I’m All Ears’ es su ‘Debut’ particular.

6
Robyn

El camino hacia ‘Honey’ ha sido arduo. Robyn entró en una depresión tras la muerte de su amigo y productor Christian Falk en 2014, y la sueca explica en las entrevistas que tras este periodo de duelo dejó de ser la Robyn que era antes. En ‘Honey’ queda claro que ella ha cambiado y también su aproximación a la canción pop, en este caso más elegante, sutil y madura que antes. Por manido que suene decirlo, ‘Honey’ es la suma de sus partes, y a esta apreciación contribuye enormemente su cuidada secuencia, que además de seguir el orden en el que las canciones fueron escritas, presenta un claro desarrollo conceptual en el que el duelo (‘Missing U’) da paso a varios estados de euforia y serenidad (‘Honey’) y termina en algo parecido a la esperanza (‘Ever Again’). Robyn siempre ha sido más que un tipo de canción, y ‘Honey’ demuestra que puede seguir siendo muchas más cosas.

5
Christina Rosenvinge

“Ser hombre es llevar un corsé que aprieta tanto como el de las mujeres” era el interesante titular que Christina Rosenvinge nos dejaba durante la promoción de su disco anterior, ‘Lo nuestro’. Inspirada por su padre, la artista ha escrito ahora un álbum de título masculino, ‘Un hombre rubio’, escrito desde “un yo masculino indefinido”, sobre “la cárcel” que puede suponer también la masculinidad al no permitir, por ejemplo, la muestra de sensibilidad, sentimientos o debilidades. Al posicionarse finalmente en el lugar de la persona que le ha dado tan reconocible primer apellido, Christina abre en ‘Romance de la plata’ la veda de la derriba de géneros, pues que esta canción sea el punto de partida de todo el disco sirve a la artista para entregar un álbum que reflexiona sobre los roles paternales y patriarcales en nuestra sociedad actual, dejando un discurso más rico y lleno de aristas que en el caso de que simplemente se añorara o se reflexionara sobre un familiar perdido o un antepasado. Además, en un mundo en el que incluso a nivel internacional podemos contar a las productoras femeninas que han decidido producir 100% solas, con los dedos de las manos, Rosenvinge ha producido el álbum sola, inspirada por el último Bowie aunque situándose más bien en los crudos terrenos de la primera PJ Harvey, sin renunciar a elementos embellecedores propios de nuestro folclore.

4
Beach House

‘7’ es, a la vez, familiar y desconocido, como alguien querido con quien te reencuentras tras años sin verle. La oscuridad y la candidez, el misterio y la luminosidad, lo dulce y lo perverso vuelven a darse la mano en otra fantástica colección de canciones. Canciones preciosas en su capacidad evocadora y su poesía que, aseguran, nos habla esta vez de “la empatía y el amor que emergen tras un trauma colectivo” y “el retorcido doble filo del glamour”. Letras, como siempre, muy simbólicas y abstractas que vuelan libres en un conjunto sin apenas tacha, que cautiva de inmediato y brilla tanto en su faceta más reconocible como en la más sorprendente. Beach House han atinado a renovarse lo suficiente como para no sonar caducos sin perder un ápice de su carácter y, de paso, entregar su enésimo disco claramente notable. Algo legendario, a la altura de muy pocos grupos de la historia del pop, en activo o no.


Es realmente significativo que Low no celebren sus 25 años de carrera con un facilón grandes éxitos, o una sempiterna vuelta a los orígenes o la onomástica reedición de alguno (o varios) de sus primeros discos, sino publicando su álbum más incómodo, desafiante y exigente de su historia, un disco que, si no estás sobre aviso, te hará preguntarte si se te acaban de estropear justo en ese instante los auriculares o altavoces con los que estés escuchando. Pese a que algunas críticas insisten en ver en ‘Double Negative’ una respuesta a la era Trump, los textos de Alan y Mimi son lo bastante abstractos y difusos como para hacer pensar que estamos ante un disco que no sólo resistirá el paso del tiempo sino que hará de él su mejor aliado. Una obra de una densidad y una emotividad tal que no duelen prendas en decir que podría ser el ‘Disintegration’ de nuestra era o, como mínimo, de Low.


‘Antología del cante flamenco heterodoxo’ es una obra que oculta tantos significados como las decenas y decenas de artistas en ella referenciados, maravillosa sobre todo cuando las mejores composiciones coinciden con las historias más apasionantes que ocultan. El disco muestra que los caminos del flamenco han sido, son y serán insondables. ¿En serio puede dar pereza un disco que empieza hablando del derecho a la pereza? ¿En serio un disco tan presto a ser puntuado con un 0 o con un 10 incluye unas ‘Seguiriyas del silogismo’ en reivindicación del “término medio” por la vía de Tomás de Aquino? Hay que tener valor, pero no importa. Lo que importa es que esta o cualquier otra crítica de este álbum está inacabada. Durante los próximos semanas, meses o años tendremos aquí un disco con el que ahondar no solo en la historia del flamenco, sino en la de España, Europa o América, incluso destapando errores, incongruencias, nuevos sentidos enriquecedores o “paradojas” en su ejecución. Esa y no decidir la valía de este disco en cinco segundos antes de pasar corriendo al siguiente habría de ser nuestra labor.

1
Rosalía

Quizá la mayor sorpresa que ha dado Rosalía con ‘El mal querer’ es que este es un álbum mucho más tradicional de lo que auguraban sus singles. Reflejo de una artista entregada de lleno a ofrecer una obra compleja y fascinante, que no se consuma con ligereza, la mayor parte del disco indaga en la equidistancia entre lo contemporáneo y la visión orgánica y personal del flamenco que ya mostró en ‘Los ángeles’. El flamenco, con tangos (‘Di mi nombre’), bulerías (‘Que no salga la luna’), pregones (‘Reniego’) y fandangos (‘De aquí no sales’), sigue nutriendo el universo de Rosalía Vila, fiel a su esencia, pero ella, implicada al máximo en la producción dirigida por El Guincho, se esmera por “traducir” esos palos a una visión formalmente moderna y nada ortodoxa.

Inspirado en la novela ‘Flamenca’, de autor anónimo, la potente carga inspiradora que ‘El mal querer’ puede suponer para un público potencial femenino muy joven un enorme valor social, que ejemplifica hasta qué punto la cultura puede y debe influir en la vida diaria de todas y todos. Pero ese carácter está inducido en esta obra con sutileza, siempre con la música y el arte como vehículo y fin, respectivamente. Siendo ‘Los ángeles’ un gran debut, ’El mal querer’ muestra a una Rosalía cada vez más consciente de sus capacidades y de su figura poderosa: con vocación popular pero inconformista, complaciente pero desafiante, es una obra irrefutable en lo artístico, destinada a marcar una época en el pop, sin ninguna otra etiqueta que lo reprima.

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