Katy Perry debe ser la artista pop más feliz del mundo en estos momentos, al ver cómo su pequeña Margarita Paloma Florece (traducción literal del nombre real de la pequeña, Daisy Dove Bloom) ha nacido prácticamente a la vez que llegaba a nuestros oídos su nuevo álbum, ‘Smile‘. Un disco de lanzamiento algo atípico… y no, esta vez va más allá del tema del coronavirus: ‘Never Really Over‘ y ‘Harleys in Hawaii‘, dos de sus canciones (tres, si contamos ‘Small Talk‘, relegada a una edición para fans pese a no estar nada mal), eran lanzadas como singles hace más de un año, sin que se intuyera plan alguno de dar continuidad al discutido ‘Witness’. Por eso la impresión de que este álbum ha surgido de forma medio improvisada, sin planificación (¿era este «el plan»?), es notable. Y eso ya se desliza en el hecho de que no haya ningún tipo de conexión ni coherencia en los múltiples vídeos –quizá por eso, las antes citadas acaban de ser objeto de nuevos clips, esta vez animados, para la ocasión– que se han lanzado con la estética payasil de la era, entre lo sublime y el cringe total.
Curiosamente, no parece afectar tanto en el plano musical, puesto que el conjunto de sus doce canciones es bastante cohesionado y dejan clara una idea: rebotada de la experimentación de su anterior álbum que fue recibida más mal que bien, esta vez Katy apuesta no arriesga lo más mínimo y apuesta por el pop en los cánones, sin estridencias, con productores (Stargate, The Monsters & Strangerz, Ian Kirkpatrick…) y compositores (Noonie Bao, Starrah, Sasha Sloan, Charlie Puth, Madison Love…) del ramo. No hay featurings de raperos –lo cual, llamativamente, no sucedía desde su primer disco como Katy Perry ‘One of the Boys’– y el disco, de unos ajustados 36 minutos, coquetea notablemente con la pista de baile retro –al estilo ‘Future Nostalgia’ y ‘After Hours’: la Perry puede ser muchas cosas, pero no boba– con contados momentos para los medios tiempos (‘Daisies’, ‘Resilient’, ‘Only Love’) y apenas una balada (el ya conocido himno feminista ‘What Makes a Woman‘).
La recepción entre el fandom medio es muy bueno. Más allá de los tuits por parte de los kittycats que empujan para que el disco llegue al número 1 como ‘folklore’ –parece difícil: veremos si puede con los remixes estelares de Dua Lipa–, en el foro de Popjustice se está celebrando como un gran disco pop, en el que se destaca sobre todo su arranque con ‘Cry About It later’ (por ahí anda el mentado Oscar Holter, co-autor y co-productor de los momentos más estelares del último disco de The Weeknd) y ‘Teary Eyes’ (obra de FRND –blackbear, Demi Lovato– y OzGo –’reputation‘–). También se celebra particularmente la dramática, bastante cercana a ‘Dark Horse‘, ‘Not the End of the World’ (se sirve de una llamativa interpolación del célebre hit de Steam en los 60 ‘Na Na Hey Hey Kiss Him Goodbye‘) y ‘Tucked’, cuyas guitarras remiten directamente a la era ‘Teenage Dream‘.
Uno de los foreros de Popjustice bromea con el nacimiento de Daisy Dove: «Honestamente, ¿hay mejor promoción que un bebé?» Cómica y sardónicamente responde otro «¿un hit?» –»¿Con esta economía?, responde el primero; «¿En una pandemia!?», sube el envite otro más—. Coñas aparte, no le falta razón. Quizá la ausencia de una canción que despunte en listas –ha dejado de ser una promesa que no lo haya hecho ‘Smile‘ ni mucho menos ‘Daisies‘– es lo que explica que, por ejemplo, en el foro de Jenesaispop este disco haya despertado sobre todo desidia. Entre los pocos que confiesan haberlo hecho, Victornoe dice que «está mejor de lo que esperaba», algo en lo que coincide molinero. Pero efrenrodhr abre el melón de la negatividad: el disco le parece «meeeeeh. Y lo poquito salvable no lo ha hecho single. Congrats Katy».
Esta opinión se acerca un poco a la de la crítica que, de forma generalizada, está recibiendo ‘Smile’ con tibieza, siendo generosos. Si observamos Metacritic –donde la media queda en un 5,9–, solo la valoración de Entertainment Weekly se aproxima a lo notable con un 6,7. Los rotativos The New York Times, The Telegraph y The Independent le otorgan un «bien» (un 6, vaya), mientras que NME lo despacha con dos estrellas de cinco, un suspenso. «Lejanas quedan las coplillas concisas y los ganchos más-pegajosos-que-un-sarpullido, sustituidos por imitaciones delucidas», dice una de las frases más cruentas de la redactora Hannah Mylrea. Curiosamente, dos de los medios alternativos más importantes del mundo, Pitchfork y Stereogum, se han dado también prisa en evaluar este lanzamiento, coincidiendo bastante en fondo y forma.
El primero, tuiteaba su reseña con el mensaje «La pregunta no respondida de ‘Smile’: ¿por qué ahora?», desatando la ira de los fans (uno apoda al medio «Bitchfork»). Y eso que su valoración global no está tan mal: un 5,7 sobre 10. Y su sumario destaca que, aunque lleno de clichés’, ‘Smile’ muestra la «maestría (de Perry) para ejecutar fórmulas que copan las listas» (¿qué listas? Pregunto). Sin embargo, y de forma algo confusa, alude a que este disco parece demasiado ligero para «una vida en pandemia». Katy, a contracorriente: parece ser que el momento de ‘Witness‘ era AHORA. Y esa misma idea es la que lanza el columnista Chris DeVille en Stereogum: aunque reconoce el encanto de sus canciones, dice que, con la excepción de ‘Never Really Over’, este «material se mueve entre lo olvidable y lo deplorable», si bien es su titular demoledor el que mejor resume la idea: «Katy Perry pivota hacia lo aburrido». Como ya augura con su portada y alguna (fantástica) foto promocional, ‘Smile’ más que sonrisas parece despertar bostezos y alguna que otra lágrima… ¿por un pasado mejor?