40 años con Madonna: ¿ha perdido el tren ella… o más bien sus fans?

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40 años con Madonna: ¿ha perdido el tren ella… o más bien sus fans?

Hoy se cumplen 40 años del lanzamiento de ‘Everybody’, el primer single de Madonna. No fue un éxito en las listas, sino algo más excitante: la primera piedra de un camino con más curvas y pendientes que la Kingda Ka. Se espera algún tipo de comunicado sobre las reediciones de Warner anunciadas hace un año, incluso se rumorea que podría haber una gira… y no se rumorea nada sobre la película sobre su vida a la que se lleva dando vueltas 2 años, y cada vez parece más lejana, en lugar de al revés.

Pero sus seguidores y sus «haters» no conocen el aburrimiento gracias al eterno teaser en que se ha convertido su Instagram. Nada que decir sobre un legado casi impecable -también existió ‘Hey You’- ante el que se ha rendido hasta el peor de sus enemigos. No hay cantante que se atreva a cuestionarla: desde Ariana Grande a Dua Lipa pasando por artistas tan diferentes como Taylor Swift, Adele, Charli XCX o Rosalía, todas han reconocido su influencia. Lady Gaga también, desde que hacía playlists metiendo cosas como ‘Celebration’ hasta que se mostró visiblemente traumatizada por su beef en el documental de Netflix. Beyoncé acaba de hacer un remix de ‘Vogue’ que es pura devoción. «Queen Mother Madonna, I love you», rapea sin que sean amigas en absoluto, ni hubiera realmente necesidad.

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Pitchfork, el medio que peor puntúa cada disco que saca Madonna, ahora la utiliza como reclamo en las redes sociales día sí, día también. El portal que no reconoció ‘Vogue’ ni ninguna canción de la artista entre lo mejor de los 90 en 2003, ahora dice que ‘Vogue’ sí es una de las mejores canciones de los 90, y que ‘Ray of Light’ es todavía mejor. ¿Al fin algo de sensatez o alguien en Conde Nast se dio cuenta de que Madonna genera mucho trafiquito?

Con este clima de opinión sobre su pasado, la revisión de los discos en Warner debería ser un jardín de rosas: el momento de reivindicar álbumes que jamás aparecieron entre lo mejor del año para los medios ni recibieron nominaciones al Grammy, como ‘Like a Prayer’ o el debut ‘Madonna’, el que más ha influido en la generación de Carly Rae Jepsen y Sky Ferreira. También de reivindicar lo vanguardistas que fueron los incomprendidos ‘American Life’ y ‘Erotica’. E incluso -sí- de poner en valor sus últimas piezas en Universal. Warner podrá licenciar sus últimos 3 discos a partir de 2025 y muchos sobreentendemos que será entonces cuando ‘Rebel Heart’ tome la forma de álbum doble que siempre necesitó, pero nunca pudo a causa de las filtraciones.

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Hablar de la gloria del pasado de Madonna, en resumen, es una aburrida evidencia. En realidad, es mucho más divertido aquello que conlleva dolor: su presente y su futuro. Quizá para 2025 parte de sus fans habrán comprendido al fin que ‘Madame X’ fue un disco adelantado a su tiempo, con elementos de folclore y de la antiguamente llamada «world music», mezclada con diferentes formas de electrónica. Ni más ni menos que el sonido que está marcando esta década, la menos anglosajona de la historia, como anticipó Mirwais. Por desgracia tampoco han pasado de moda sus temas: el auge de la ultraderecha (‘God Control’, «Killers»), el estigma del VIH y otros estigmas de las redes sociales (‘Dark Ballet’), el cambio climático (‘Future’) o el pollaviejismo en su peor expresión (‘Batuka’).

Tras varios discos devaneando entre lo incomprendido y lo ciertamente imperfecto -ninguno ha estado realmente bien cerrado desde «Confessions» en 2006-, Madonna luce a veces perdida en Instagram y en la vida en general. Si quiere hacer una gira mundial, va a tener que ponerse mucho las pilas sobre sus posibilidades escénicas tras la espantaja exhibida junto a Maluma en Colombia esta primavera. Para «eye rolling» del mundo, ahora está grabando algo con Sickick, probablemente a la caza de una décima parte de los streamings conseguidos por el remix de ‘Frozen’ que se viralizó en TikTok. Como si tal remix hubiera tenido mérito artístico alguno.

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En la otra cara de la moneda, son sus propios fans los más exigentes con ella misma. Fans de otros están dispuestos a comerse cualquier cosa, como los fans de Coldplay, los de U2, los de Bruce Springsteen, los de Robbie Williams y hasta los de Rick Astley, que -quién lo diría- vende ya en UK mucho más que Madonna. Pero los de ella no. Tras haber sobrevivido a los fans de Whitney en 1995, a los de Cher en 2000, a los de Mariah Carey en 2005, y por supuesto a los little monsters en 2010, ya superada toda aquella tontería en pos de la sororidad, muchos han empezado a darle la espalda ahora.

Que Madonna se ha puesto muy pesada con los remixes de ‘Frozen’ lo sabemos todos. Que todos sus últimos pasos sean horribles no lo dice ni el crítico musical más amargado que yo haya leído. Es curioso cómo en los últimos tiempos, mientras la crítica adula muchos de sus nuevos discos (esta reseña de El País es una obra maestra, pero hubo muchos más reconocimientos a ‘Madame X’), sus seguidores expresan en redes y foros una permanente insatisfacción.

Madonna, desde incluso antes de ser una cuarentona (tenía 35 con su primer titular «retírese, abuela»), está en la disyuntiva de hacer discos de música «adulta» como Robbie Williams, Rick Astley, Annie Lennox y Cyndi Lauper; o tratar de adaptarse a los nuevos tiempos, lo cual en el caso de David Bowie se consideró un grave error durante casi todos los años 80, todos los años 90 y parte de los 2000. También está la opción de no hacer absolutamente nada como Grace Jones y vivir de una imagen pasada, aunque esta imagen ya no exista ni aporte nada a ningún nivel. Pero parece que, al menos de momento, ni hacer discos de versiones con orquesta, ni retirarse del foco son una opción.

Lo más extraño de todo es que el olfato de Madonna le ha fallado mucho menos de lo que recuerdas: trabajó con SOPHIE y con Blood Pop en 2014, lo hizo con Swae Lee en 2019 y este año se ha fijado en alguien tan interesante como 070 Shake. La lista de la gente de la que se rodea hoy en día en Instagram es más inquieta que la de, digamos, Harry Styles u Olivia Rodrigo, por mencionar un par. Sabemos que ha intentado actuar con Shygirl, la vemos reunida con Arca, su hija trabaja con Eartheater, que acaba de hacer esta maravilla, y todavía vamos diciendo por ahí que Madonna está mal asesorada y rodeada. Ella, que quiso hacerse amiga de Rosalía, antes de ‘El mal querer’. Extraño concepto de «decadencia».

Este verano conocí a un italiano de vacaciones, que resultó ser fan. Me empezó a explicar por qué esta artista era tan importante para los gays y las mujeres, y cuando yo me apresuraba a decir «¿pero tú sabes con quién estás hablando?», me contó que no le había gustado el remix de ‘Material Gworl‘. Le respondí: «¿pero no es maravilloso que sea hyperpop, que es el género que parodia el capitalismo, que es de lo que iba el tema original?». Entonces me preguntó: «¿qué es el hyperpop?». Este chico -encantador y guapísimo, no vaya a leerme-, estaba tan perdido como esos comentaristas que no han comprendido todavía que Maluma es un hacha tirando ganchos, y Tokischa, la revelación que todo el mundo irá a ver en Primavera Sound 2023, Coachella, o similar.

La opinión que queda ahí fuera es que Madonna está desesperada por abrirse a nuevas generaciones. Como si David Guetta no estuviera ahora mismo en la cima de las listas con una verdadera chusta de producción que samplea a Eiffel 65, y canta Bebe Rexha, más de 20 años más joven que él. Poco se habla de eso o de que hay fans muy poco dispuestos a escuchar música realmente nueva. Los foros de la artista se han convertido en una batalla campal: hay que estar de un humor estupendo para afrontar según qué circunloquios que ocultan cosas muy poco diferentes a «señora, retírese o por lo menos tápese» o, mejor aún, «muérase y haga de usted un mito». Como si no fuera un mito desde más o menos ‘Blonde Ambition Tour’.

Entre filtros imposibles de Instagram, idas de olla etílicas de TikTok y vídeos ciertamente «subdirigidos» más que dirigidos, Madonna pone las cosas cada vez más difíciles. Somos cada vez menos los que preferimos algo diferente, aunque implique todo tipo de tropiezos -algunos literales-. Y mayoría los que quieren que viva de su catálogo, de hacer otro ‘Hung Up’ pero que no sea un remix, de hacer otro ‘Ray of Light’ pero en plan «granny», de hacer otro «blah blah blah». De una imagen pasada que ya no existe ni podrá volver a ser.

El recopilatorio de remixes ‘Finally Enough Love‘ -con una Madonna joven en su portada- ya ha durado más tiempo en las listas británicas que ‘Madame X’, y todavía no han llegado ni los descuentos ni la Navidad. Pregunta a un fan con quién quieres que trabaje Madonna y te dirá los nombres de siempre: Stuart Price, Nile Rodgers, Patrick Leonard… El puro día de la marmota. A lo sumo alguien mencionará a Röyksopp, más o menos un híbrido entre William Orbit y Mirwais, quienes a su vez tampoco es que hayan desarrollado ninguna carrera sin ella.

De un lado, cabe preguntarse si la guerra de Madonna contra el edadismo y su liberación sexual -de lo mejor que ha hecho- durará todos los años que pueda vivir. Si 7 años después de ‘Bitch I’m Madonna’ y de su icónico discurso «lo más controvertido que he hecho ha sido no morirme» no habrá otra posición que tomar. Pero también cabe preguntarse si sus seguidores están preparados para acarrear ciertos riesgos en el «camino menos transitado», o si vivirán para siempre atrapados en el pasado, convencidísimos ellos de que ‘I’ll Remember’ fue una gran canción. Muchísimo mejor que ‘Crave’ o ‘Crazy’, dónde va a parar.

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