El mayor éxito de C. Tangana parecía que iba a ser ‘Mala mujer‘… pero no. Se llamaba ‘Booty‘. La colaboración con Becky G ponía a Puchito a otro nivel en el plano internacional latino, pero el alcance de los siguientes singles le decepcionaron sobremanera. ‘No te debí besar’ con Paloma Mami sí fue un hit, pero en general, en la decena de singles que sacó en 2019, se le veía un poco perdido. Un poco como en los últimos meses esa Rosalía que va de remix en «colabo» sin convencer al 200% como ella sabe.
Cuenta C. Tangana, a partir de ahora «El Madrileño», que esperaba mucho más de su colaboración con Natti Natasha, y yo voy a romper una lanza a favor de ‘Picaflor‘ con Lao Ra, pero en general, estaba repitiéndose a sí mismo. Lo sabíamos nosotros y lo sabía él, que empezó a sentirse incómodo en la posición que se había marcado, probablemente ser la versión española de Bad Bunny, J Balvin o, como mínimo, Maluma, que acaba de pegar el petardazo de su vida con ‘Hawái’, un top 2 a nivel global. Puchito no podía llegar tan arriba, o quizá pueda lograrlo eventualmente, pero de momento ha decidido pulsar el botón de reinicio, olvidarse de la esclavitud de las leyes del mercado, y probar otra cosa.
Ahora es fácil decirlo, después de que hayan sido número 1, pero ninguno de los primeros singles de ‘El madrileño’ se caracterizaron por seguir los parámetros estéticos de «Today’s Top Hits», esa playlist que tiene la creatividad artística secuestrada y el mercado absolutamente alelado. ‘Nunca estoy‘ es una canción en la que se escuchan de fondo grabaciones en un contestador. ‘Demasiadas mujeres‘ samplea a Joselito. ‘Un veneno‘ ni siquiera se consideró un sencillo fundamental en la carrera del artista cuando se editó en 2018. Cuesta imaginar a los fans de Khalid o Post Malone hypeados por la colaboración de Puchito con Toquinho… el que sepa escribir el nombre de este, claro. Y la única que parece una jugada medio calculada es la de ‘Tú me dejaste de querer’, la que se anunciaba como «la canción más importante de su vida».
Como muchas veces pasa con C. Tangana, al principio costaba entender lo que quería decirnos exactamente con ella. Menos experimental que ‘Demasiadas mujeres’, su producción como siempre de mano de su «hermano» Alizzz se anticipaba mucho más tradicional. Nuestra compañera Mireia Pería al reseñarla anticipaba las razones de su éxito, vinculándola con el sonido de extrarradio, polígonos, cassettes, una fiesta con música de nuestros padres (o abuelos) cuando éramos pequeños. Las voces de La Húngara y Niño de Elche llamaban a transcender estilos y generaciones, de Vallecas a Las Tres Mil Viviendas y colándose en el Barrio Salamanca, como en los 90 la música de Ketama. Cada vez que Niño de Elche entra para repetir en solitario el título de la canción, hasta los pelos de los brazos te indican que esta es la canción más transversal de Antón Álvarez Alfaro.
Es también la canción más importante de la carrera de El Madrileño, o al menos de este disco, porque es la que mejor lo representa. Este álbum no suena tan vanguardista como sugería ‘Demasiadas mujeres’, en la que no se sabe si es más rupturista la suma de trance y pasodoble o el modo abrupto en que acaba la canción, lanzándote a devorarla en bucle; ni tan desconcertante como lo era en primera escucha ‘Nunca estoy’. En general, el álbum se compone de canciones arraigadas en la tradición española y latina -pues su concepto es un avión partiendo de viaje de Madrid hacia Latinoamérica-, que han sido manipuladas tímidamente por C. Tangana, Alizzz y un tercer productor, Víctor Martínez.
Así, ‘El Madrileño’ no incorpora un «squad» a su paleta sonora. Y #SorryNotSorry por la referencia a ‘De aquí no sales’, pues el cantante sí ha pasado página en su vida personal. Quizá soy de los que ven a Rosalía hasta en el gotelé, pero lo cierto es que Puchito tiene unos cuantiosos créditos por determinar en ‘El mal querer‘, y aquí perviven algunas referencias a la cantante. ‘Párteme la cara’ tiene unos coros femeninos que recuerdan en estilo a ‘Barefoot in the Park‘ de James Blake y para colmo en un momento dado de ‘Comerte entera’ aparecen de manera subrepticia unos coros de Puchito susurrando «tra-tra-tra» que, si no quería comparaciones, se podía haber ahorrado porque nadie los habría reclamado.
En todo caso, las comparaciones no son odiosas, sino sanas cuando sirven para encumbrar a dos de los artistas más importantes de la historia de nuestro país, ambos pasándose por el arco de triunfo las fronteras entre indie y mainstream, entre vanguardia y tradición; ambos a un nivel de frotarse los ojos. ‘El mal querer’ era un disco más Sónar Festival, y ‘El madrileño’ es un disco más Primavera Sound, pero también más pop: no hay que dar por sentada la enorme cantidad de hits que se suman a los 5 (¡CINCO!) singles que ya conocíamos con antelación. ‘Ingobernable‘ es una rumba turbia pero irresistible, para la que se ha contado con los Gipsy Kings, en la que El Madrileño adopta un papel más posesivo, frente a una mujer que no se deja dominar. ‘Los tontos’ es la otra cara de la moneda, un tema festivo, divertidísimo, en el que Kiko Veneno y Puchito se proponen huir de su condición de «losers». Sabe Dios el algoritmo qué sucederá con ‘Párteme la cara’, el focus track en España de hoy, y con ‘Te olvidaste’, el tema mitad corrido mitad R&B junto a Omar Apollo que ha sido seleccionado por el mayor «New Music Friday» internacional. Pero mi debilidad es ‘Cuándo olvidaré’, una canción acústica preciosa, de sabor cubano, el de Buena Vista Social Club, en la que emergen voces robóticas… y después Pepe Blanco para decirnos que Frank Sinatra jamás podrá cantar como él, pero al revés, sí. Cuenta con créditos de 20 personas, Jay Z y H.E.R. incluidos (!), siempre sin abandonar su intimismo.
Pueden parecer más modestas ‘CAMBIA!’ y ‘Muriendo de envidia’, pero esta última va a dar a conocer a millones de personas a Eliades Ochoa, y ambas nos dejan algunas de las sentencias más importantes del disco, las que nos recuerdan quién es el artista que estamos escuchando. Porque perviven la chulería y la obsesión del éxito de C. Tangana en ‘El Madrileño’, aunque él crea que no. Y ahí quedan frases como «me hicieron pensar que si cada noche, no salía vestido en Gucci, yo no era más que un don nadie y ahora sobran ceros en el banco». Si bien «si un día, Dios no lo quiera, pierdo los cuartos de mi talento / le juro a todos los presentes que voy a morirme igual de contento» nos muestra definitivamente a una persona más asentada y romántica, celebrando el amor que ha encontrado.
La repetitiva ‘Nominao’ con Jorge Drexler está en el lado más blando de este álbum, sobre todo porque Drexler sabe hacer cosas más arriesgadas -como Kiko Veneno, que viene de editar ‘Sombrero roto’, nada menos- pero sí rompo una lanza en favor de ese cierre con Calamaro, en horas bajísimas de popularidad, que tan comentado está siendo para bien y para mal. Parece que El Madrileño ha decidido terminar de esta manera el disco de su vida porque es más adicto a generar controversia que Madonna, y eso es lo que ha provocado este vídeo en el que vemos a Andrés cogerse los huevos, a ambos apelar al perico, celebrar que tienen «una geisha en Japón» en 2021. Pero también es verdad que es un gran cierre, épico, guitarrero, para un álbum que se estaba quedando a las puertas de pecar de llorica. Un suma y sigue en una secuencia enorme en la que hay que recordar que encontramos a Alejandro Sanz y Rosario acreditados por haber consentido que se utilicen a las dos niñas de sus ojos: ‘Corazón partío’ y ‘Cómo quieres que te quiera’. Hay quien se preguntó en qué estaba pensando «C. Tangana» cuando referenciaba dos temas en las antípodas de lo «cool». Ahora entendemos perfectamente dónde apuntaba su visión.