Against All Logic / 2012-2017
Lo que más asusta del álbum que Nicolas Jaar ha firmado como A.A.L. con temas grabados durante los últimos 5 años es que parece haber abandonado definitivamente el terreno de la promesa para convertirse en el nuevo Dios de la electrónica. Si ya sentó cátedra con ‘Sirens’, un disco elegante, rico y comprometido, con ‘2012–2017’ ha creado para su figura musical un nuevo molde con el que ha desbordado cualquier expectativa. “Come on, you make my spirit start living / Come on, you got the power to do it, do it”, se oye en la increíble ‘Know You’, y así nos hace sentir él con su música.
Fernando Alfaro / Sangre en los surcos
Los temas más conocidos e imprescindibles –‘Gente abollada’ (¡qué versionaza!), ‘Fuerte!’, ’Magic’ o ‘Camisa hawaiana de fuerza’– de Fernando Alfaro son tan grandes que no necesitan más coartada que esa para estar en este «no recopilatorio». Pero ‘Sangre en los surcos’ ofrece además la oportunidad de redescubrir canciones menos obvias, casi perdidas en su vasta discografía –‘Su mano sobre la mía’, ‘El último día que me verás’–, y “redisfrutar” las inventivas recreaciones de otras: los espíritus que se hacen presentes en ‘¿Qué clase de animal?’ o ‘Mi anestasia’; el banjo de ‘Saariselkå Stroll’; las alegres palmas en ‘Ricardo ardiendo’; o el formato dark country –aquí es muy ‘American Recordings’– de ‘Qué condenadamente negra’ o ‘Mis huesos son para ti’ justifican la existencia de este disco. Pero, además, se percibe también en el carácter de glosario de este largo una vocación tanto didáctica como reivindicativa hacia nuevas generaciones, que no conocieron los discos de Alfaro en su momento y necesitan –aunque no lo sepan– un punto de partida, un volumen de “1º de Alfarismo” para poder empezar a tirar del hilo.
Bad Gyal / Worldwide Angel
Bad Gyal no tiene un pelo de tonta, y sí muchas razones para estar en el BBK y en muchos otros festivales. Y su última mixtape, ‘Worldwide Angel’ (masterizada por Vlado Maller), contiene varias de estas razones. “Soy la más regalá / pa ganar no tengo que pelear” comienza diciendo en esa ‘Intro’ que ojalá durase más, pero que afortunadamente viene a presentar una primera parte que no da tregua, con dos temazos como son ‘Internationally’ y ‘Tra’. En la producción de ‘Internationally’ tenemos a Jam City y Dubbel Dutch, y lo que resulta de esto es probablemente el corte mejor producido de la mixtape: una celebración de su éxito y de su salto internacional (obvio) que se pega cosa mala. Como ‘Candela’ o ‘Blink’, su primera colaboración con DJ Florentino, y ya otro hit con esas palmas a lo ‘Pon De Replay’ que son un acierto, pero para nada el único punto fuerte de esta canción: el outro quita el hipo y, ya desde la primera escucha, los “darte, desmayarte” del estribillo se ponen cómodos en tu cerebro, porque saben que de ahí no se van a mover en una temporada: han llegado para quedarse. Como su autora. Y esto último es algo realmente positivo para la música urbana española, que tiene en el talento de Bad Gyal una baza más que interesante.
Beach House / 7
Quizá conscientes de que la fórmula de perfeccionamiento de su sonido alcanzada en ‘Bloom’ tocaba techo en ‘Depression Cherry’, Beach House parecían intentar sacudirse de un posible adocenamiento en su otro disco de 2015, ‘Thank Your Lucky Stars’. En él, buscaban frescura regresando a los sonidos más orgánicos de sus inicios, pero ahora parece que no era, exactamente, lo que necesitaban. En la bio de su nuevo disco ‘7’ –sí, lo habéis adivinado, es el séptimo de su carrera, aunque también una cifra cargada de simbolismo místico–, Victoria Legrand y Alex Scally parecen tener muy claro qué era lo que necesitaban para renovarse: “queríamos repensar viejos métodos y desechar algunas limitaciones autoimpuestas”, dicen. Unas limitaciones que afectarían a su método de composición, acostumbrados a crear canciones que pudieran ser interpretadas en directo de manera fiel a como se ejecutaban en el estudio. ‘7’ es, a la vez, familiar y desconocido, como alguien querido con quien te reencuentras tras años sin verle. La oscuridad y la candidez, el misterio y la luminosidad, lo dulce y lo perverso vuelven a darse la mano en otra fantástica colección de canciones. Canciones preciosas en su capacidad evocadora y su poesía que, aseguran, nos habla esta vez de “la empatía y el amor que emergen tras un trauma colectivo” y “el retorcido doble filo del glamour”.
Betacam / Mítico
Escuchar el debut de Betacam -después de casi 10 años funcionando como artista en solitario- es darte cuenta de que es como si lleváramos toda la vida con él. Porque estas canciones evocan a épocas pretéritas, a nuestra infancia, a nuestra adolescencia, a nuestra juventud, a italodisco, a synthpop, a tecno, a electropop. A épocas en las que, como él, una sola persona con un sintetizador y una caja de ritmos eran capaces de emocionarnos, haciéndonos indistintamente bailar o llorar (“una noche más, llorando en la discoteca”, canta en ‘Cospedal’), y sentir que estaban hablándonos de nosotros. Él mismo cita a Jean-Michel Jarre (que emerge en los sintes de ‘Rey Sol’, antes de su giro eurodisco), Franco Battiato, Parade (una referencia muy clara en ‘Extraterrestre’, y en varios sentidos) y Javiera Mena (‘Cospedal’), y podríamos añadir a Mecano (‘Canoe’), Iván/Miguel Bosé (‘Ave rapaz’), Wham! (‘Otras chavalas’)… Artistas variopintos en origen y épocas, pero unidos por una sensibilidad próxima, que termina de refulgir en la encantadora combinación de intelectualidad y cotidianidad de estas historias.
Leon Bridges / Good Thing
En su segundo disco, Leon Bridges busca conjugar el romanticismo old school con el top 40 americano, y en las entrevistas reconoce abiertamente que pretende jugar en la misma liga de Bruno Mars, Anderson .Paak o Usher (uno de sus mayores ídolos). Aunque ‘Good Thing’ lo sitúa más en el equipo de Aloe Blacc o John Legend (Bridges no es tan moderno), no se puede negar que las incursiones bailables del disco son muy buenas: ‘Bad Bad News’ es irresistible, ‘If It Feels Good (It Must Be)’ crea efectivamente una atmósfera “más caliente que Texas” y ‘You Don’t Know’ se sumerge de lleno, y con éxito, en las pistas de baile de los ochenta, haciendo a Bridges adelantarse varias décadas respecto al sonido de su primer disco. Era el paso necesario, pero Bridges, al contrario que, ejem, Duffy, ha salido de él totalmente airoso, y con ‘Good Thing’ tiene ante él un abanico de posibilidades con el que sorprendernos en el futuro. No cabe duda de que lo logrará.
Cardi B / Invasion of Privacy
Cardi B parece una hábil ejecutiva musical, y su debut, sin caer nunca en la patochada o el circo, resulta lo bastante variado como para gustar a públicos diversos. Los seguidores del hip hop más colorista y luminoso, tienen su dosis con la exuberante ‘Best Life’ junto a Chance The Rapper; los fans de la escuela Jay-Z pueden quedar boquiabiertos con la espectacular obertura ‘Get Up 10’; el R&B contemporáneo está estupendamente representado no sólo por dos de sus grandes estandartes, Kehlani y SZA (‘Ring’ y ‘I Do’, respectivamente), sino que la propia Cardi se muestra como una cantante solvente en el estribillo de ‘Thru Your Phone’; exactamente igual que en el seductor rap-pop a lo Drake de ‘Be Careful’. En este abanico de sonidos urbanos contemporáneos, asumido el olfato del que presume Cardi B para rodearse de los artistas adecuados sin que en ningún caso ella se amilane -más bien al contrario, se crece tanto sola como en compañía–, también destaca su lírica, absolutamente noqueante en muchas ocasiones. Más que de una pluma afilada, sus versos nacen de una bola de demolición que convierten en realidad la auto-acuñada etiqueta “gangsta bitch”.
Los Hermanos Cubero / Quique busca la tristeza
Escuchar este disco inspirado en la muerte de la esposa de Quique Cubero como consecuencia de un cáncer es un continuo intento de contener (inútilmente) las lágrimas. Porque ‘Un suspiro y un beso’ es un vals tristísimo. ‘Quisiera poder rezar’ llega a los mismos territorios que R.E.M. alcanzaron en ‘Automatic for the People’. Pop enorme sobre el duelo y el pesar, quizás la única pieza en que Quique se deja llevar (sus “ohhh” se clavan en el corazón), coronado por los majestuosos arreglos de violines. ‘Tenerte a mi lado’ es la pieza más devastadora, donde Quique salta del pasado (la foto que se hizo con Olga en París) al presente, con una confesión que pone la piel de gallina: “Ya hace un año desde partiste / Me iría contigo, si no fuera por Abril / Dentro de muy poco ella habrá crecido / y nada necesitará de mí”. ‘Quique dibuja la tristeza’ apela demasiado a algo muy profundo. Porque este álbum procede del interior del alma. Porque se escucha con un permanente nudo en la garganta. Porque es imposible no sentirse identificado (todos tenemos a alguien que se nos fue demasiado pronto). Porque es una obra de arte. Y porque, sinceramente, jode que exista. Ojalá no hubieran tenido que sacarlo nunca.
Jon Hopkins / Singularity
Jon Hopkins indica en una entrevista con Billboard que se siente muy agradecido por tener «el mejor trabajo del mundo», pero está claro que hubo un momento durante la gira de ‘Immunity’ en que, después de 160 conciertos, el asunto se le fue de las manos. Hopkins decidió dar un paso atrás, interesándose por la meditación trascendental y algunas prácticas alternativas de yoga, para recordar dónde estaba y también para explorar rincones de su mente que desconocía que existían. El viaje que el artista plantea a lo largo de este disco es apasionante incluso a pesar de los nubarrones que le amenazan en el camino. De hecho, sobre todo revuelve al oyente en los momentos en que adivinamos a Jon Hopkins al borde del precipicio, retratando la inquietud y la sensación de irrealidad que merodeaban por su cabeza por aquel entonces. No cabe duda cuando abre el álbum con el tema titular de que en ese momento Hopkins no se encuentra en ningún lugar feliz, pues pese a la suavidad de un sintetizador que va emergiendo y podríamos vincular con Jarre o Moroder, la deriva de la canción es tremendamente agresiva, pasando de los bosques que nadie pisaría de noche de ‘Twin Peaks’ del arranque a terminar en el peor de los antros a lo ‘Asylum’. Comparando el primer minuto de esta canción con el último, es obvio que la composición sí ha cambiado de sitio, y lo mismo va sucediendo con el tracklist completo de ‘Singularity’, ideado para escuchar como un todo. Son muchos los puntos, como sucede en la pista 3 ‘Neon Pattern Drum’, en que las bases suenan deliberadamente cortadas, como si Jon Hopkins fuese buscando a través de ellas un despertar que va asomándose a veces en estos 62 minutos, pero que sólo termina de suceder al final, el término de la pesadilla tras varias luchas por alcanzar ese amanecer.
MGMT / Little Dark Age
MGMT parecen haber encontrado todo un universo de inspiración transformándose en una especie de falsa banda tributo a un artista/grupo maldito de los 80 que se basa en la obra de Daryl Hall y John Oates (‘Me and Michael’, que en su loco vídeo post-vaporwave ya etiquetan como su nuevo hit/no-hit), ABC (‘One Thing Left To Try’) o el yacht rock –en ‘She Works Out Too Much’ se perciben guiños al trabajo reciente de Thundercat–. Como si, en el fondo, ellos mismos se vieran a sí mismos como un grupo que triunfó de manera casual y que, tras una travesía por el desierto, vuelve a reclamar su cetro. Solo que todo suena deliberadamente demodé y decadente, como una gran burla, una broma con la que se les desencaja la mandíbula. Nada en este ‘Little Dark Age’ está dispuesto a la ligera. Todo encaja y, además, coincide con un reactivado interés por el gancho melódico, confirmando el regreso, probablemente incidental, de MGMT al pop.
Janelle Monáe / Dirty Computer
Debido a su arduo trabajo de estudio y a la desnudez emocional que, pese a la coartada conceptual, presenta, estamos claramente ante el álbum más personal y por ello más poderoso de Janelle Monáe. Un discurso tan potente y la riqueza de sus letras (en las que merece la pena bucear, entre referencias literarias y culturales, guiños a su propia carrera…) dejan –al menos en un principio– un poco atrás el plano musical del álbum, sin canciones que parezcan potenciales hits (pese a que los destacados como single van desplegando su influjo lentamente). Pero ‘Dirty Computer’ va revelando poco a poco sus destellos, una compacta obra de R&B atemporal –suena contemporáneo, pero también reminiscente del pop de los 80– que se escucha como un todo, que va cautivando con su inicio, su nudo (la poderosa secuencia desde ‘Screwed’ –con un verso de Zoë, la hija de Lenny Kravitz– hasta ‘Make Me Feel’) y su melodramático desenlace, que remonta en los “títulos de crédito” (‘Americans’). Una medida pero sustanciosa pieza de poco más de 45 minutos en la que sólo cabe poner en duda la necesidad de ‘I Got The Juice’, la flojilla colaboración con Pharrell Williams. Pero incluso esta parece una mácula necesaria para manifestar el adiós a aquel personaje robótico, Cindy Mayweather, y poner por delante la imperfección humana de Janelle Monáe Robinson y su discurso inspirador y poderoso, heredera directa de una manera de entender la música, el arte, como vehículo de expresión cultural y sociopolítica.
Soleá Morente / Ole Lorelei
‘Ole Lorelei’ es muy distinto al primer disco de Soleá, puesto que es ella la que indiscutiblemente impone su sello a todo el conjunto de canciones que, aun tratadas de maneras muy atrevidas, suenan mucho más cohesionadas que en su primer álbum en solitario. Buena parte de la culpa es que han sido gestadas por el mismo equipo creativo, un triunvirato formado por Morente, Alonso Díaz de Napoleón Solo (que produce, arregla y comanda la dirección musical) y Lorena Álvarez (con su carrera en un aparente stand-by, aquí co-escribe varias letras, hace coros y palmas al alimón con toda la familia Morente). Así, estamos ante un disco que se aleja del “ambiente indie”, por decirlo de alguna manera, y toma de todo tipo de palos del pasado y del presente con total naturalidad para acotar un espacio genuino y propio.
Kacey Musgraves / Golden Hour
La sencillez de las letras de Musgraves no incurre en cursiladas de todo a cien, ni siquiera cuando en la deslumbrante ‘Happy & Sad’ la artista se muestra “colocada” de amor, pero además esta transmite una sinceridad que incluso en pasajes tan manidos como en los del tema titular emociona: su “todo saldrá bien” es, en voz de Musgraves, una de las frases más reconfortantes que se oirán este año. Y cuando en ‘Golden Hour’ hay humor, su presencia siempre es natural, nada forzada, como en el híbrido country-disco-pop ‘High Horse’ y su gran frase contra el machito arrogante del viejo Oeste “¿por qué no haces “arre, arre” y te piras de la ciudad?” que con tanta gracia parece cuestionar la tradicional figura masculina del “John Wayne” normalizada por el patriarcado. ‘High Horse’ es, de hecho, el gran puente entre la antigua y la nueva Kacey, la prueba irrefutable de que el country también puede ser amigo de la modernidad, a pesar de que la radio se vaya a negar a pincharla. ¿Pero quién necesita a la radio teniendo estas maravillosas canciones?
Niño de Elche / Antología del cante flamenco heterodoxo
Como su propio nombre evidencia, esto no es un disco, sino una «antología». Niño de Elche dice que puede pinchar durante un par de horas música referenciada en este largo -tanto tiempo como dura-, pero sus tentáculos han ido mucho más allá, llegando a otras artes como la literatura o incluso la pintura, y por supuesto también a lo socio-político. ‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ ha implicado antes que nada un arduo trabajo de documentación que lo convierte, más que en un disco, en una biblioteca, o más bien en una instalación multidisciplinar no exenta de performance que, quién sabe, quizá algún día pueda tener lugar en un museo a lo grande (ya hubo una presentación en CaixaForum, de hecho). Es una obra que oculta tantos significados como las decenas y decenas de artistas en ella referenciados y sirve para hacernos reflexionar sobre las prisas con que en 2018 decidimos cuánto mola un disco, cuán coñazo es o cuál es su valor. ‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ no es una de esas obras maestras que comprar obligatoriamente para acumular polvo en una estantería, tras haber afirmado «qué buena es», sino una obra de riqueza cuyos múltiples significados tan solo hemos comenzado ahora a descubrir.
La Plata / Desorden
¿En qué momento se asumió que los jóvenes españoles solo escuchaban trap, reggaetón o a Pablo Alborán? Es cierto que da pena comprobar los escasísimos grupos de rock, punk, etcétera, que encontramos entre lo más escuchado de nuestros días. O peor aún, las escasísimas bandas guitarreras que aparecen en las listas de lo mejor del último par de años en cualquier publicación que no sea Metal Hammer. Sin embargo, la existencia de bandas como La Plata es la prueba viviente de la vigencia del formato clásico de guitarra, bajo y batería, en su caso añadiendo teclados, y la obligada dosis de crisis existencial. Su debut es un constante «hit after hit» que viene a demostrar la vigencia de cualquier género mientras haya grandes composiciones.
Pusha T / Daytona
De entre todos los discos de 7 pistas cada uno que ha producido Kanye West este año, ‘DAYTONA’ de Pusha T es el mejor de todos, gracias o a pesar de esa intervención de West que le puede quitar un poquito de personalidad. Desde su debut en solitario en 2013, ‘My Name is My Name’, Pusha T, ex integrante junto a su hermano de Clipse, uno de los proyectos asociados a The Neptunes a principios de la pasada década, ha conseguido reinventarse ante una nueva generación de fans del hip-hop gracias a sus afilados raps, atractiva voz y sobre todo a unas producciones que han sido y siguen siendo pura artesanía musical, de las mejores y más creativas que se pueden escuchar en el hip-hop ahora mismo (‘Got ‘Em Covered’ de su anterior disco, ‘Darkest Before Dawn’, es un buen ejemplo). Así, Pusha T ha pasado a formar parte de una lista de grandes raperos actuales que incluye a Kendrick Lamar, A$AP Rocky y J. Cole, teniendo el doble de experiencia en la industria que ellos, lo cual tiene un gran mérito y de lo cual Pusha T por supuesto habla en ‘DAYTONA’, en uno de los mejores versos del disco, en ‘Come Back Baby’: “cocaine concierge, longest runnin’ trapper of the year, stood the test of time like Dapper Dan”. ‘DAYTONA’ suena clásico, pero a su vez nuevo, y aunque Pusha T y Kanye West parecen existir en mundos totalmente opuestos en estos momentos, como demuestra el verso de Kanye sobre su gorra MAGA en ‘What Would Meek Do?’, ambos hallan en el álbum un asombroso punto común en el que “street rap” y la suprema musicalidad y elegancia de hip-hop clásico dan con un sonido magnético y fresco. Es la reinvención definitiva de Pusha T, que seguro dará para más de 7 canciones en su siguiente proyecto, con o sin Kanye.
PUTOCHINOMARICÓN / Corazón de cerdo con ginseng al vapor
Chenta Tsai, Putochinomaricón, se ha revelado como uno de los grandes personajes de la primera generación de artistas españoles que no conocen un mundo (o ya no lo recuerdan) sin Internet, WiFi y teléfonos móviles. Su música parece consecuencia directa del bombardeo directo y masivo de información, sea de la calidad, el signo o la intención que sea. Chenta actúa como un filtro que deglute una amalgama que atraviesa nuestro cerebro dejando restos de colores ácidos, luces LED, estética glam, hip hop, raver y kitsch, una masa resplandeciente que podíamos acercarnos a definir como una molécula palpitante en la que La Casa Azul, Pet Shop Boys, Charli XCX, Eiffel 65, A.G. Cook, Unicorn Kid, Bom Bom Chip, Lil Yachty, Perfume, La Prohibida e Hidrogenesse permanecen en perfecto equilibrio. Pero hay más: crítica al capitalismo (al “rosa”, en torno a la perversión del Orgullo LGTBIQ+, y al otro), al feminismo impostado o inexistente de las revistas de tendencias y series como ‘Friends’ o ‘Sexo en Nueva York’, al hedonismo sin sentido, al activismo de postal, a la esclavitud de la tecnología y las redes sociales, al pensamiento único… Pocos artistas se han atrevido a (o han podido) condensar tanta crítica ácida, con una visión rabiosamente contemporánea y fresca, y de una manera tan atractiva en un solo disco ¡de 18 minutos!
Christina Rosenvinge / Un hombre rubio
«Ser hombre es llevar un corsé que aprieta tanto como el de las mujeres» era el interesante titular que Christina Rosenvinge nos dejaba durante la promoción de su disco anterior, ‘Lo nuestro‘. Inspirada por su padre, la artista ha escrito ahora un álbum de título masculino, ‘Un hombre rubio’, escrito desde «un yo masculino indefinido», sobre «la cárcel» que puede suponer también la masculinidad al no permitir, por ejemplo, la muestra de sensibilidad, sentimientos o debilidades. El planteamiento está lleno de detalles enriquecedores, pero es una pena que Christina Rosenvinge tenga esa imagen de artista intensa para mal. Este álbum es cierto que contiene un fuerte contenido social, reforzado por ‘El pretendiente’, sobre un joven africano que emigra a Europa y topa con las cuatro reinas de la baraja española y con un «puente de agua»; y por ‘Berta’, un tema dedicado a una activista del medio ambiente hondureña, asesinada en 2016 por sus ideas. Sin embargo, ambos cortes evitan lugares comunes y además el humor aparece de manera intermitente desde la misma portada con las palabras «Un hombre rubio» acompañadas de una estupenda foto del habitual Pablo Zamora, hasta las entrevistas promocionales (esa referencia a la «bollera potencial que llevo dentro»), pasando por lo que más nos interesa, los textos. Y es que solo ella podía incluir en un disco como este una canción sobre El Cordobés, hijo…
SOPHIE / Oil of Every Pearl
Mucho más cohesivo que ‘Product’, «Oil» es mucho más que una introducción al bubblegum bass: es directamente un viaje por el mundo paralelo de SOPHIE, que parece vivir varios siglos por delante. Un viaje que es una auténtica montaña rusa donde la escocesa nos da una cálida bienvenida (‘It’s Okay to Cry’), nos lleva poco poco a la cúspide (‘Ponyboy’ y ‘Faceshopping’), nos da un poco de calma (‘Is It Cold in the Water?’, ‘Infatuation’), otra subida (‘Not Okay’), y nos “cuida” usando un ambient de casi seis minutos (‘Pretending’) a la espera de que asistamos al que parece ser su himno (‘Immaterial’). El objetivo final de este viaje es descarrilarnos en el último tema, que lleva el vagón a un viaje mucho más abstracto. Podemos compararlo con ‘Interstellar’, pero realmente sería más el viaje espaciotemporal de ‘2001: Una odisea en el espacio’: psicodélicamente maravilloso para algunos, inaguantable para otros. La propuesta de SOPHIE es por momentos muy arriesgada, posiblemente incomprendida y, aunque esto sea tópico, adelantada a su tiempo. Si mañana SOPHIE confiesa que es una robot, nos lo creeríamos, pero mucho menos que en la época de ‘Product’, porque dentro de toda la artificialidad buscada de este álbum, hay una capa de humanidad. Aunque sea una humanidad inmaterial.
Tove Styrke / Sway
Tove Styrke está ganando fans con este disco. Y se comprende: si ya se había apreciado una evolución en el paso de su genérico -pero llamativo- debut homónimo hacia ‘Kiddo’, aquí vuelve a pulirse el sonido, con una producción mucho más sutil, a cargo de gente como Joe Janiak (que curiosamente está detrás del ‘cycles’ de Tove Lo), Elof Loelv (involucrado en dos canciones tan distintas como ‘Stay’ de Rihanna y ‘All Night’ de Icona Pop) o el menos conocido Gustav Nystrom (Katapult, SIRÉN). Todo este cambio ha dado como resultado un lugar en el que Styrke se encuentra más cómoda y que también le permite seguir dando temazos, y no solo por la citada ‘Say My Name‘ o por la otra gran conocida del disco, ‘Mistakes’: se suman otras que no se conocían o no habían estado tan expuestas. El punto irónico de las letras, los ligeros subidones dentro de la sutil producción, marca de la casa, o la sensualidad de ‘On a Level’ y ‘Sway’, esta última con un puente especialmente destacable, juegan a su favor. El minimalismo no es, por supuesto, siempre sinónimo de calidad, pero la autora de ‘Ain’t Got No…’ sabe cómo usarlo, y la mayor prueba de ello es la deliciosa y sincera ‘On the Low’.
Tracey Thorn / Record
Tracey Thorn ha logrado hacer otro disco breve y universal, en el que apenas algún número como ‘Go’ está algo por debajo de la media. Y aunque hay mucha vistosidad en los arreglos a lo Daft Punk de ‘Dancefloor’ y el soul-funk de ‘Sister’, ‘Record’, llamado así porque lo que le gusta a Thorn es «grabar», hacer «discos» y no conciertos -de nuevo, no habrá gira-, nos regala también momentos intimistas que se crecen con el tiempo por encima del resto. Los singles bailables están bien, pero con el paso de las semanas, las canciones que hacen pupa son ‘Smoke’ y ‘Face’. Un álbum, pues, totalmente 2018, con el que reflexionar sobre temas actuales como la Marcha de la Mujer o el dolor que generan las redes sociales.
Kali Uchis / Isolation
Respecto al mar de influencias que inunda el disco, es lógico que Kali Uchis quiera marcar su propio territorio. Por eso quizá abre con un tema que ejerce de «intro», pero que es mucho más que eso. Es una llamada expresa al «lenguaje corporal» porque «está harta de hablar», y es toda una declaración de intenciones: la imagen de Kali Uchis no se olvida y con ella va también su impronta, aquí empapada de espíritu latino por la vía de Astrud Gilberto. Es un nombre que no vuelve a salir en el resto del álbum, y es una pena, pero también lo son otras citas o referencias aisladas -divertidas y/o interesantes-, que Uchis no usa sino para ir formando su discurso. Aquí caben referencias en castellano a la droga («Me llamo Perico pero no me gusta coca», dice su invitada BIA), al pop francés («All we ever do is French like Brigitte Bardot»), aparecen interludios que deseas duraran toda la vida (‘Gotta Get Up’) y alegatos feministas (‘Coming Home’). Entre unos y otros, entre la perversión y la delicadeza, el ayer y el futuro, está claro que ha nacido una estrella con las ideas claras: «¿pero por qué iba yo a ser Kim, si podría ser Kanye?», se pregunta decidida en ‘Miami’. Pues eso…
US Girls / In a Poem Unlimited
La accesibilidad de las canciones de US Girls se potencia, por supuesto, gracias a un trabajo musical experto por parte de la banda de U.S. Girls, que suma una riqueza instrumental inédita hasta entonces en su discografía. Solo en este disco podría haber tenido cabida un delirio funk de 8 minutos como el de ‘Time’, que parece inspirado en Curtis Mayfield. La canción parece querer decirnos que para dirigirnos hacia “algún lado” de verdad, para cambiar las cosas, queda muy poco tiempo, y es una suerte tener a artistas como U.S. Girls para animarnos a acelerar el proceso y a hacer posible que la lucha feminista, no solo se pueda defender y sufrir, sino que también se pueda bailar.
Nacho Vegas / Violética
Es prácticamente inherente a una obra tan ambiciosa –lo es también en su formato, un doble CD con bonito encarte diseñado y creado por Miguel Brieva, triple en su edición vinilo– y vasta, tan llena de recovecos, que permanezca viva en el tiempo y cambie nuestra visión de ella. Iremos encontrando nuevas gemas que pasaron por alto en acercamientos primerizos –‘Ser árbol’ e ‘Ideología’ crecen con las escuchas e integrados en los discos, y algo similar ocurre con la bonita ‘Los sabios idiotas’– del mismo modo que veremos decaer nuestro entusiasmo cuando el factor sorpresa inicial se pierde (algo que juega en contra, por ejemplo, del vals ‘A ver la ballena’). Si uno se para a pensarlo, y aunque nunca deja de ser reconocible, el Nacho Vegas de ‘Violética’ parece un artista distinto al que era, tan alejado de su propio mito ligado a lo sórdido y lo emocionalmente devastador que parece otro. Tan firme que no teme abrumar con un sonido quizá demasiado natural de la grabación de Paco Loco, que a menudo truena (Abraham Boba –León Benavente–, Joseba Irazoki, Edu Baos y compañía continúan dando lustre musical), evocando el carácter comunal que proyectan sus letras. Tan confiado que no teme imitarse a sí mismo –nos encontraremos varias veces buscando a qué otra canción suya nos recuerda tal o cual giro melódico–. Un Nacho Vegas inspiradísimo, claro, pero que también se ha esmerado, a todas luces, por cuidar y trabajar esta obra al detalle, alcanzando su total madurez artística.
Yung Beef / ADROMICFMS 4
“Cada vez que saco mi mixtape / tol mundo se pone triste”. En una interesante entrevista con Ernesto Castro, Yung Beef contaba cómo de pequeño le decían que no tenía voz, ni físico ni, en definitiva, capacidad para hacer música. A pesar de todos los temas que lleva publicados, muchos probablemente sigan pensando que no hace música y, en general, que el trap no es música. Les preguntaríamos que, si él no tiene capacidad para hacer música, cómo es posible que haya gente que con algunas de sus canciones llega a llorar o, al menos, a recibir un mazazo emocional curioso, como él mismo referencia en esa frase de ‘Rosas Azules‘– incluida junto a otras ¡16! canciones en este ‘ADROMICFMS 4‘, de cuya producción se encargan Steve Lean y Lowlight, pero también Los del control, Kiid Favelas, 808 Mafia o PD Beats. Desgarrador cuando Fernando se abre en canal, es una suerte que en el álbum no se ciña a esa faceta para contentar al público, sino que siga expresando lo que va sintiendo, a veces un lado, a veces el otro, a veces los dos. Porque su verdad es su punto fuerte: cualquiera puede soltar cuatro frases sobre meterse de todo y sobre metérsela a todos, cualquiera puede escribir tres versos ñoños; en cambio, lo que sale de su boca sigue sonando real. ‘ADROMICFMS 4’ solo confirma que Yung Beef es un artista. Una frase ésta que, no cabe duda, provocará la risa en más de uno… pero que, dentro de unos años, estará donde tiene que estar.