‘Parásitos», ‘Erase una vez en… Hollywood’ de Tarantino o en España ‘Dolor y gloria’ han certificado un año estupendo para el cine. En este artículo, JENESAISPOP repasa cuáles han sido las 20 mejores películas de 2019, al tiempo que os invita a repasar los especiales de años anteriores:
1.- Parásitos, Bong Joon-ho
Desde su estreno en Cannes, donde se llevó la Palma de Oro, no ha parado de ganar premios (el último, el Globo de Oro), vender entradas (va camino de convertirse en la tercera película de habla no inglesa más taquillera de la historia tras ‘La vida es bella’ y ‘Tigre y Dragón’) y recibir elogios (rara es la lista del año donde no salga). Nosotros no vamos a ser una excepción. ‘Parásitos’ es la mejor película estrenada en 2019. ¿Cómo describirla? ¿Es una comedia de enredos para toda la familia? A nadie en su sano juicio se le ocurriría decir eso tras verla, pero es cierto que, por momentos, podría decirse que lo es. ¿Es una comedia negra? Se acerca más, pero no. ¿Es un drama? ¿Es un thriller? ¿Es una radiografía social? ¿Es terror? ¿Es sátira política? ¡¿Es un slasher?! La respuesta a todas estas preguntas es “sí” y “no” a la vez. No es que ‘Parásitos’ sea “una mezcla de géneros”, es que juega con ellos como si fuese el muñeco de Flubber, pero presentando no un ser deforme y viscoso, sino un perfecto puzzle. Uno de esos que dan envidia de lo bien hechos que están.
2.- Érase una vez en… Hollywood, Quentin Tarantino
La mejor película de Tarantino en mucho tiempo también llegó directamente desde Cannes (menudo año ha tenido el festival). ‘Érase una vez en… Hollywood’ es una celebración del cine y de su cine; un viaje por el Hollywood de la época, en donde no faltan las largas escenas con diálogos ingeniosos y brillantes marca de la casa, pero también reside en ella una sensibilidad pocas veces contemplada en el cine de Tarantino, y que le sienta de maravilla. Es la primera película en la que está tan presente el amor que siente hacia sus personajes. El resultado es un auténtico disfrute de película que nos recuerda por qué es uno de los cineastas americanos más importantes en la cultura pop desde hace más de dos décadas. Esperemos que cambie de opinión y su carrera no termine con su –próxima– décima película.
3.- Dolor y gloria, Pedro Almodóvar
Pues sí, otra de Cannes. Y si no llega a ser por las dos anteriores, la última de Almodóvar podría ser considerada la mejor película de 2019. Para aquellos que llevamos toda la vida creciendo con su cine, esta cinta es un verdadero regalo. Primero porque durante todo el metraje aparecen temas, personajes y frases que conectan con su filmografía sin que sientas que ya te lo han contado. Y, segundo porque, junto a ‘Hable con ella’, esta la historia más virtuosa narrativamente que jamás ha contado Pedro. Una donde conviven sin necesidad de sus clásicos carteles explicativos distintos espacios temporales y distintos planos de realidad y ficción. Que todos estos capítulos parezcan el mismo demuestra un dominio de la narración al alcance de muy pocos. Que lo consiga desde la sinceridad total, con Almodóvar atreviéndose incluso a mostrar la dirección real en la que vive actualmente en Madrid, ya es un verdadero milagro.
4.- Joker, Todd Phillips
‘Joker’ es uno de los grandes títulos de 2019, y lo es no solo por su calidad como película, sino por todo lo que significa. Por todas las cosas que puede significar, por todas las reacciones que va a despertar y por todo lo que es capaz de representar, sea o no intencionado. Y, por supuesto, por el duelo interpretativo entre Joaquin Phoenix y Robert de Niro, que nos da una de las mejores secuencias del año. Es una cinta que hay que ver, aunque luego te encante o te horrorice. Pero también avisamos: se ve venir de lejos que es esa película con la que sus mayores defensores, o parte de ellos (“not all men”) va a ser insufrible. Y vais a escuchar eso de “si no te gusta, es que no la has entendido”. Aunque les reconozco que aquí tiene sentido. You wouldn’t get it.
5.- Historia de un matrimonio, Noah Baumbach
La mejor película de Netlix de 2019 es también el mejor trabajo en la carrera de Noah Baumbach. El director se apoya en su excelente reparto, donde no sólo brillan Driver y Johansson, sino también todos los secundarios, especialmente una grandiosa Laura Dern que además cuenta con uno de los mejores momentos de la película: un hilarante monólogo sobre la Virgen María. Sus más de dos horas transcurren con ligereza pese a su intensidad; es una obra hecha en estado de gracia, de esas en la que todo fluye, de las que camuflan su complejidad con simpleza. ‘Historia de un matrimonio’ no es una historia sobre el desamor. Es una historia de amor entre dos personas que ya no quieren estar juntas: de lo que fue y de lo que queda. Su final, tan agridulce como lleno de ternura, supone el broche perfecto a dos personajes que perdurarán en la memoria cinéfila.
6.- Lo que arde, Oliver Laxe
El tercer largometraje de Oliver Laxe, un drama intimista ambientado en la Galicia rural sobre un hombre que sale de la cárcel tras cumplir condena por haber incendiado el bosque cercano a su aldea, confirma al director gallego como un cineasta imprescindible en el cine español. La película es una muestra excelente de slow cinema –un término que algunos teóricos han utilizado para referirse a cierto cine de planos largos y tramas mínimas–, un filme que se apoya casi al completo en lo meramente visual logrando crear imágenes que trascienden mucho más allá de lo estético. En Cannes le han programado (y premiado) las tres veces en secciones paralelas. Su salto a la sección oficial de este o cualquier festival de renombre debería llegar a la próxima, pues con su escueta filmografía ya ha dejado evidencia de sobra de su tremendo talento.
7.- La favorita, Yorgos Lanthimos
Entre la masturbación que abre la película y la que la cierra, Lanthimos narra la historia de un triángulo sentimental formado por dos consejeras reales, las “favoritas” de la reina (estupendas Rachel Weisz y Emma Stone), que se disputan con uñas y dientes el favor de la monarca británica (fabulosa Olivia Colman). El resultado de esta pelea es una irresistible tragicomedia sobre los rituales de sumisión y dominación, filmada por medio de recursos estilísticos sorprendentes –lentes deformadas, grandes angulares–, la inclusión de música y bailes anacrónicos, y la utilización de (viperinos) diálogos llenos de modismos actuales (“fuck, fuck, fuck”). A través de esta mirada contemporánea, el director retuerce los rígidos códigos genéricos del cine histórico para crear una obra que deforma el pasado para dialogar con el presente.
8.- Ad Astra, James Gray
‘Ad Astra’ puede entenderse como una especie de mosaico en el que su autor explora con minuciosidad cada detalle de un guion ambiciosísimo a niveles temáticos; fiel a sus tiempos y sin intención de ser un mero pasatiempo para un espectador pasivo. Es una obra exigente y difícil pero en la que, a menudo, es sencillo perderse gracias a una dirección sobresaliente que saca el máximo partido posible al impresionante apartado visual –la fotografía de Hoyte Van Hoytema merece, como mínimo, una nominación al Oscar–, y también al sonoro, con un uso modélico de la preciosa partitura de Max Richter. Por otro lado, Brad Pitt, en una interpretación muy contenida, pocas veces ha estado tan expresivo. En sus ojos están la esperanza y la desesperanza del mundo cada vez más deshumanizado en el que vive su personaje.
9.- Retrato de una mujer en llamas, Céline Sciamma
Una de las mayores sensaciones de la sección oficial de Cannes de este año fue la última película de la interesante directora francesa Céline Sciamma, quien acabó llevándose el premio al mejor guion. Con ella, aporta un nuevo capítulo en su ecléctica obra siempre interesada en explorar la feminidad desde distintos puntos de vista. El agradable viaje amoroso y el juego de espejos y miradas que propone Sciamma con su visionado, compensa las deficiencias que pueda tener. Por aquí preferimos los diamantes en bruto y con todas sus asperezas como lo era ‘Bande de filles’ a la búsqueda de la perfección académica, pero ‘Retrato de una mujer en llamas’ es otra obra interesante de una cineasta que se niega a encasillarse y cuya sensibilidad está siempre impresa en cada plano de cada una de sus películas, por diferentes que sean entre sí.
10.- Midsommar, Ari Aster
Con apenas dos películas, Aster ha logrado crear un estilo claramente identificable, tratando temas que parecen obsesionarle como lo son la familia como entidad vulnerable y la pérdida de seres queridos desde una perspectiva cruda y siniestra. Esta nueva obra se distancia en muchos aspectos de la oscura ‘Hereditary’, aquí todo es luz y colores vivos pero sin embargo comparten ese componente macabro que lentamente se va gestando a lo largo de ambas cintas. A primera vista, lo que más llama la atención en ‘Midsommar’ es que todo sucede a plena luz del día. Pero el corazón de la película no puede ser más lúgubre. Aster ha confesado que fue una ruptura amorosa lo que le llevó a escribir este guion, y es que en el fondo el filme nos habla de la horrible sensación que deja un desengaño amoroso; de cómo pensamos que no va a haber nada más después y nunca podremos superarlo.
11.- El irlandés, Martin Scorsese
Es prácticamente imposible decir algo malo de ‘El irlandés’. Es sin lugar a dudas la obra de un maestro. Técnicamente es espectacular. Scorsese dirige con una precisión y un dominio de los espacios y de los tempos narrativos admirables. Lleva años haciéndolo, y en esta ocasión cuenta con un guion muy potente (y denso: lleno de detalles y subtramas sobre la mafia en las que es fácil perderse). Y en el aspecto visual la cuidadísima fotografía de Rodrigo Prieto destaca –tanto en digital como en 35mm– retratando las texturas de ese mundo turbio en el que se mueven sus personajes. Todo resulta épico y clásico. Y eso que la película no escatima en utilizar recursos narrativos postmodernos. Lo más interesante es la visión crepuscular de su autor expuesta en sus últimos minutos, donde realmente se ve la reflexión que busca y la profundidad de la película.
12.- Nación salvaje, Sam Levinson
‘Nación salvaje’ está llena de ira y de odio, y quizá por eso, es una de las radiografías más certeras sobre nuestra sociedad que se han visto en tiempo. Es una cinta que narra desde la perspectiva de una generación que se ha criado con las redes sociales. Y plasma de maravilla ese contraste que se genera entre lo positivo que es tener toda la información a tu alcance, que deriva en una mayor conciencia de movimientos como el feminismo, en ser más tolerantes con lo diferente o en tuitear sin pensarse dos veces que “los hombres que no comen coño hoy en día son unos sociópatas”; y el riesgo que conlleva estar expuesto continuamente, que tus datos lleguen a la persona equivocada o lo peligroso que es que las fotos que ves de cuerpos “perfectos” en Instagram sean tu modelo a seguir. Una de esas películas que generarán amores y odios a partes iguales, pero desde aquí reivindicamos esta caza de brujas contemporánea como una de esas experiencias cinematográficas que, por única, merece la pena vivir.
13.- Sauvage, Camille Vidal-Naquet
‘Sauvage’ fue una de las revelaciones del año pasado en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes (de hecho, este año el poster de esta sección era una fotografía de su protagonista) y, quizá, uno de los debuts franceses más interesantes de los últimos años. La ópera prima de Camille Vidal-Naquet se adentra en el mundo de la prostitución masculina a través de la piel de Léo, un chico de veintidós años que se gana la vida vendiendo su cuerpo en las calles. La cámara se mueve nerviosa en las escenas en exteriores, como en un intento de arrojar al espectador a la extrema realidad de su antihéroe, del que no se despega ni un segundo. Hay una sensación de inmediatez en la manera en la que está rodada que favorece a ofrecer esa crónica descarnada de la prostitución callejera que quiere ser, y que recuerda al arrebato con el que filmaba el primer Gus Van Sant.
14.- La casa de Jack, Lars von Trier
Lars von Trier consigue muchas cosas con esta historia de un asesino en serie contada en primera persona. A estas alturas muchas de ellas no haría falta mencionarlas en una reseña si se conoce bien su trayectoria, como la capacidad para conseguir que 100 personas se piren en mitad de la película en Cannes… pero aquí llegan a su punto máximo. Está claro que una película de von Trier no es precisamente la que llevarías a alguien a ver en una primera cita (o sí), pero las bestialidades de ‘La casa de Jack’ llegan a superar a las de ‘Anticristo’ –y si no lo hacen será solo por unas proporciones de humor negro ausentes en aquella–, y desde luego el horror y el mal cuerpo alcanza con cierta escena, el “Tercer Incidente”, el nivel del final de ‘Bailar en la oscuridad’. Solo que en el film de Björk aquello era al final, y aquí dicha escena se ubica hacia la mitad del metraje, de forma que el perverso danés juega un rato más con las mentes de sus espectadores.
15.- La hija de un ladrón, Belén Funes
Muchas críticas describen ‘La hija de un ladrón’ como “una historia de superación”, pero NO es una historia de superación; en todo caso, es la historia de alguien que se ve superada. Sara se ve superada por las circunstancias, y se ve superada porque toda su vida en sí sean las circunstancias. El “nadie va a quitarme esta pena” que canta Albany en una de las escenas iniciales es premonitorio del resto de lo que veremos, y el toque dardenniano de la película ayuda a sentirnos allí y a sentir el desasosiego de Sara. Domina el naturalismo, y no hay secuencias dramáticas sino drama en todas las secuencias. Esto no es un juego de palabras: la mirada de Funes intenta ser lo más neutra posible, casi rayando el documental, para mostrarnos a esa “persona normal” que Sara dice ser (y esa “familia normal” que anhela tener).
16.- Vivir deprisa amar despacio, Christophe Honoré
Cuando todo parecía indicar que Honoré se iba a convertir en algo así como el Julio Medem del cine francés, el año pasado regresó al festival de Cannes por la puerta grande. ‘Vivir deprisa, amar despacio’, cursilona traducción del original ‘Plaire, aimer et courir vite’ (cuyo título internacional es ‘Sorry Angel’, como la canción de Gainsbourg), compitió en la sección oficial. La película, ambientada en los primeros noventa, sigue la estela de títulos recientes como ‘Theo y Hugo: París 5:59’ (2015) o ‘120 pulsaciones por minuto’ (2017). De hecho, se podría ver como el reverso íntimo, poético y libertario de esta última, con toques de ‘Call Me by Your Name’ (2017). El director, que era un veinteañero en esa época, parte de sus propios recuerdos para construir una historia de amor marcada por la distancia –geográfica, generacional, emocional-, la fatalidad y la urgencia.
17.- Los hermanos Sisters, Jacques Audiard
Joaquin Phoenix no solo ha realizado una interpretación de Oscar en un filme estrenado en 2019, sino dos. La otra es la de Charlie Sisters, uno de los dos hermanos (el otro, John C. Reilly, también está de Oscar) que protagonizan esta fabulosa adaptación de la también excelente novela de Patrick deWitt (publicada en Anagrama). ‘Los hermanos Sisters’, primera película dirigida en inglés por el francés Jacques Audiard (‘Un profeta’, ‘De óxido y hueso’, ‘Dheepan’), es un western violento y melancólico, que respeta (con cariño, no con veneración) los códigos estéticos y narrativos del género, a la vez que juega con sus arquetipos y se aleja de la mitología asociada a él. Un relato sobre el salvaje oeste ambientado en plena fiebre del oro, que se transforma en una hermosa y emotiva historia de amor fraterno.
18.- La trinchera infinita, Jon Garaño, Aitor Arregui, José Mari Goenaga
Higinio y Rosa son un matrimonio de un pueblo andaluz cuya relación, como las de tantas otras parejas, se rompió por la Guerra Civil. Solo que, en este caso, el motivo no es que ejecuten o hagan prisionero a uno de los dos… o, en cierto modo, sí: uno de los dos se convierte en prisionero en su propia casa. Los directores debieron pensar en todo el potencial que escondían las historias de los llamados “topos” de la posguerra de cara a su nuevo proyecto tras los éxitos con ‘Loreak‘ y ‘Handia‘. Así, ‘La Trinchera Infinita’ nos presenta primero cómo el estallido de la guerra sorprende a la pareja, con una especie de prólogo en el que Higinio intenta escapar para, finalmente, volver a su casa y esconderse “temporalmente” bajo el suelo de ella, hasta que se calmen las aguas. Lo que ni él ni ella saben es que las aguas no se van a calmar y que ese “temporalmente” va a durar más de 30 años.
19.- ¿Podrás perdonarme algún día?, Marielle Heller
‘¿Podrás perdonarme algún día?’ continúa esa tradición tan estadounidense de los retratos de perdedores. El personaje que interpreta McCarthy no estaría muy lejos de otros fracasados célebres como el Ray Milland de ‘Días sin huella’, el Stacy Keach de ‘Fat City, ciudad dorada’ o el Nicolas Cage de ‘Leaving Las Vegas’. Aunque en este caso, la directora no se olvida de subrayar un importante matiz: Lee Israel era un mujer, y su amigo, el también nominado Richard E. Grant, un hombre homosexual en el Nueva York asolado por el sida de los noventa. La relación de amistad entre estos dos losers es la base dramática en la que se sustenta una estimulante trama delictiva que es presentada como una melancólica reflexión sobre la soledad, el miedo al fracaso y, en un giro de lo más revelador, como una versión esquinada del “sueño americano”. Ya lo dice la propia protagonista en el juicio: sus años como delincuente fueron los más felices y exitosos de su vida.
20.- La virgen de agosto, Jonás Trueba
Madrid en agosto puede verse desde dos perspectivas: como un lugar difícil de soportar debido al calor que hace o como una manera distinta de disfrutar de la ciudad, sin tantas aglomeraciones de gente y a un ritmo menos acelerado que el de costumbre. La mirada de Jonás Trueba sin duda recae en la segunda opción. La película narra la vida de una treintañera madrileña buscándose a sí misma durante la primera quincena de este mes. La acompañamos durante todo el metraje mediante episodios en los que se reencontrará con antiguos amigos y amores frustrados, y también conocerá a nuevos que marcarán su verano. Jonás Trueba es fiel a su estilo y continúa haciendo un cine intrínsecamente madrileño, con diálogos tan intelectuales como elevados, pero esta vez deja la grata sensación de que detrás de todo esto hay un cineasta valioso al que tener en cuenta.