The 1975 ha protagonizado una de las sorpresas del año al triunfar con un álbum de título largo, generoso tracklist que se extiende más allá de una hora de duración y muy distintos estilos en su interior. La producción puede estar centrada en los 80, pero es que aquí hay temas que podrían ser de Prince (‘Love Me’) y otros de The Police (‘Paris’). Vale que estos artistas fueran coetáneos pero no gustaban a la misma gente precisamente. Además, al contrario de lo que sucedía con Oasis, Arctic Monkeys, Franz Ferdinand o, si lo preferís, Take That, este segundo disco no llega un año y medio después del primero, como se suele planear en las «majors», sino hasta tres añazos después. Cabía pensar que el público se hubiera olvidado de The 1975, y nada más lejos de la realidad. El grupo ya puede presumir de haber sido número 1 a la vez en las listas de álbumes de Reino Unido y Estados Unidos, que es algo de lo que ni los Gallagher, ni los de Alex Turner, ni mucho menos los de Kapranos o Gary Barlow pudieron conseguir o ya conseguirán jamás.

El carisma sobre las tablas de Matthew Healy es una de las razones del éxito de este grupo, tan apto para la portada de una Smash Hits como de una NME. Su producto gusta a los adolescentes y es más o menos vendible a las revistas de moda, pero también divierten en los festivales que mezclan underground y mainstream anglosajón. Por momentos The 1975 parecen una boyband, y por ejemplo ‘Nana’ es una cursilada que podría haber entonado el primer Justin Bieber, pero hay tal cantidad de referencias en este álbum a la locura (‘The Ballad of Me and My Brain’) y al consumo de drogas (‘UGH!‘), en concreto a la cocaína, que como producto no es nada presentable en el zapato de los Reyes Magos ni en el calcetín de Papá Noel. Al fin y al cabo el disco empieza, como el anterior, con una intro sobre sexo oral (la letra es la misma, la música no).

Además, The 1975 son inquietos musicalmente. ‘I Like It When You Sleep…’ contiene ecos de los OMD y Erasure más baladistas (‘A Change of Heart’), Sean Nicholas Savage y M83 (‘Somebody Else’), The Postal Service (en el corte titular) y hasta Sigur Rós (‘Lostmyhead’). Aunque al final el hecho de que no haya conexión estilística entre unas pistas y otras es lo de menos cuando algunos números son tan tediosos como los seis minutazos de ‘If I Believe You’, un querer y no poder en su acercamiento a Destroyer.

Sin embargo, cuando The 1975 son buenos son bastante buenos y aquí hay algunos cortes bastante brillantes, como el mencionado ‘Love Me’, que reflexiona sobre la fama y los fans; o el explosivo ‘She’s American’, que podrían haber entonado Haim o producido Ariel Rechtshaid (el disco está producido en verdad por Mike Crossey y el propio Matthew Healy junto a otro miembro de la banda, George Daniel). Dos cosas claras quedan al término de este largo disco: cuando Matthew se pone sentimental (‘She Lays Down’, sobre la depresión post-parto de su madre) se parece mucho más a un triunfito que a Nick Drake, pero cuando se acerca a los 80, como en ‘Somebody Else’, ‘This Must Be My Dream’ o ‘The Sound’, con ese final tan Daft Punk, tiene poco que envidiar al resto de la escuela post-‘Drive’. Ojo, seleccionando las 10 canciones mejores de todo esto, queda una cosa de lo más apañada.

Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Love Me’, ‘The Sound’, ‘She’s American’, ‘Somebody Else’
Te gustará si te gusta: lo mismo Sean Nicholas Savage que Zayn, INXS
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