Charlie Puth finalmente ha anunciado que su disco, ‘Voicenotes’, sale el 11 de mayo. El sucesor de ‘One Track Mind‘ -ese disco del que Puth no quiere saber nada– tenía que haber salido el año pasado y, de hecho, este sábado 21 de abril se ha cumplido 1 año del lanzamiento de su primer sencillo, ‘Attention’. Pero Puth consideraba que no estaba terminado. Dice que ya sí.
A esta novedad hay que sumar el videoclip que ha presentado Puth esta semana para su reciente single, ‘Done for Me’, que comparte con Kehlani (por cierto, presente también en el disco de Cardi B). Un vídeo de estética retro, muy 80s, como la canción y que, como esta, cuesta la historia de una infidelidad. En el vídeo, la chica de Puth le abandona para irse con Kehlani, y Puth ha hablado en tu Twitter de su intención por que el vídeo fuera inclusivo para la comunidad LGBT. “Quería hacer un vídeo que representara cuánto hemos avanzado como sociedad. El amor es amor”.
Tan pronto como prepara la gira de presentación de su último disco, ‘Now’, el primero que publica en 15 años, Shania Twain ha concedido una interesante entrevista a The Guardian en la que ha recordado sus años de mayor fama -suyo es el disco de una mujer más vendido de la historia, ‘Come on Over’- y en la que ha hablado sobre su durísima infancia. Twain, que jamás conoció a su padre biológico, creció en el seno de una familia extremadamente violenta -el padrastro de Twain maltrataba a su madre y llegó a intentar matarla con ella delante cuando era niña- y tanto su madre como su padrastro murieron en un accidente de coche cuando Twain tenía solo 22 años, 6 años antes de que ella publicara su primer disco.
En la entrevista, Twain ha compartido un dato sobre su infancia que no incluyó en su autobiografía de 2011, ‘From This Moment On’. La cantante canadiense ha revelado que su padrastro abusó sexualmente de ella cuando era pequeña. Aunque no ha querido entrar en detalles, Twain ha descrito que Jerry -así se llamaba su padrastro- abusó de ella psicológica y sexualmente cuando ella tenía unos 10 años, y ha dicho que no le importa compartir esta información con el mundo porque cree que “es importante que la gente sepa que puedes sobrevivir estas cosas”. Sí ha añadido: “el abuso sexual va de la mano del abuso psicológico cuando se trata de alguien que conoces”. “Las personas que abusan sexualmente de niños necesitan manipularte, aunque sea antes o después”, ha apuntado. “Yo me dije, vale, esta persona no está bien, y aprendí a no pensar en ello”.
En otro punto de la entrevista, Twain habla sobre la “necesidad” innata que ha tenido siempre de mantener a su familia unida a pesar de las adversidades -no quiso ir a hogares de acogida para no quebrar el núcleo familiar a pesar que sus padres eran violentos, también su madre; intentó mantener a flote su matrimonio con Robert “Mutt” Lange, pese a que él le había sido infiel con su mejor amiga-, y The Guardian apunta que ese lado “conservador” de la cantante se percibe también en sus predilecciones políticas. Concretamente, Twain -quien, por cierto, reside en Suiza- revela al periódico británico que, de ser estadounidense, habría votado por Donald Trump porque “aunque era ofensivo, parecía honesto”. Y añade: “¿Prefieres a alguien directo o amable? No digo que no se puedan tener ambas cosas… Pero si yo votara, me dejaría de sandeces. Habría votado por algo que me parece transparente. Y la política no tiene fama de serlo”.
Twain se ha disculpado en Twitter por sus declaraciones sobre Trump, explicando que la pregunta de The Guardian le “pilló desprevenida”. Apunta: “Estoy totalmente en contra de cualquier tipo de discriminación y espero que quede claro por las decisiones que he tomado, y por la gente a la que apoyo, que no comparto convicciones morales con el presidente actual. Intentaba explicar, en respuesta a una pregunta sobre las elecciones, que mi entendimiento limitado era que el presidente hablaba a una porción de Estados Unidos como lo haría cualquier persona de a pie con la que se sentirían identificadas, porque él NO es político. Mi respuesta no debería entenderse como si fueran representativas de mis valores ni significan que le avalo. Hago música para unir a la gente. Mi camino siempre será el de la inclusividad, como mi historia muestra”.
I would like to apologise to anybody I have offended in a recent interview with the Guardian relating to the American President. The question caught me off guard. As a Canadian, I regret answering this unexpected question without giving my response more context (1/4)
I am passionately against discrimination of any kind and hope it’s clear from the choices I have made, and the people I stand with, that I do not hold any common moral beliefs with the current President (2/4)
I was trying to explain, in response to a question about the election, that my limited understanding was that the President talked to a portion of America like an accessible person they could relate to, as he was NOT a politician (3/4)
My answer was awkward, but certainly should not be taken as representative of my values nor does it mean I endorse him. I make music to bring people together. My path will always be one of inclusivity, as my history shows. (4/4)
Parte de la redacción evalúa la remezcla del nuevo single de Kylie.
«Prácticamente cualquier estrella del pop que se precie tiene (y más en la actualidad) un porcentaje alto de gente que no la soporta, por lo general fans de otras artistas femeninas (remarco esto porque no es casualidad). Y el «prácticamente» está ahí porque Kylie Minogue está ahí: creo que es la única, o de las únicas, que no tiene haters, ¿conocéis a alguien que diga «qué mal me cae Kylie»? Esa capacidad de la australiana para caer bien hasta a Walt Kowalski hace también que todos, incluso aquellos a los que su último disco nos parece muy del montón, nos alegremos del éxito que parece estar teniendo con ‘Golden’, y del probable éxito que pueda tener con este remix que sí, es simpático, es alegre… pero es, como le pasaba a ‘Dancing’, también bastante random. La aportación de Gente de Zona no molesta, tiene su gracia oír a la autora de ‘Light Years’ chapurrear español y, como decíamos con la canción de La Mala y Juan Magán, seguramente funcione cubata en mano… pero se queda más cerca de un filler cualquiera que de ser un gran tema pop como los que Kylie sabe hacer». Pablo N. Tocino.
«Poco remix veo yo aquí respecto a la original. Bueno, si ‘Stop Me from Falling’ ya era decididamente hortera (y que nadie se tome esto como un apelativo peyorativo. En mi mundo, ser hortera es algo a lo que aspirar siempre), la participación de Gente de Zona la convierte en una horterada ab-so-lu-ta. Es tan poca la vergüenza, que aún no sé si me espanta o me encanta oír el típico featuring de Enrique Iglesias en la reencarnación “country” de Kylie. Y el resultado está tan descaradamente orientado a ser el hit del verano, que sólo puedo decir que, decididamente, se merece el título de “Guilty Pleasure” del año». Mireia Pería.
«‘Dancing’ no era lo que esperaba de Kylie, pero me conquistó desde el principio por su acertada mezcla de electro y country, pese a una pésima masterización que trágicamente ha afeado todo el resultado final de ‘Golden’. Sin embargo, ‘Stop Me From Falling’ era una canción que no lograba comprender. Y ha sido ver su vídeo nuevo y caer rendido. ¿Por qué, por la adición de Gente de Zona y sus «voces»? No: son irrelevantes. Lo que es una verdadera gozada es ver a Minogue pegándose este fiestón de cumpleaños prematuro -da igual de qué edad- transmitiendo únicamente «joie de vivre». Kylie, me has convencido. Ya teníamos ‘The One’, ‘Les Sex’, ‘Sexercize’, ‘Nu-di-ty’ y mil intentos electrónicos más. No hay más que verte para saber que sí, que esto era exactamente lo que tocaba hacer. ¿Cuándo es la gira?». Sebas E. Alonso.
Betacam, el proyecto de synth-pop de Javier Carrasco (Templeton, Rusos Blancos), ha vuelto este mes de abril con un nuevo disco de material inédito titulado ‘Mítico’. Si el nombre del álbum ya mola, su contenido no decepciona, y de su enmarque ochentero salen temas tan certeros y pegadizos como ‘Chacal’, ‘La discusión’ o este ‘Extraterrestre’.
‘Extraterrestre’ cuenta la historia de una invasión extraterrestre… nada menos que en Madrid. En la canción, Carrasco -quien, por cierto, ya tenía un tema titulado ‘Cuarto Milenio’– percibe que algo raro sucede en la ciudad, abre la puerta de su casa y descubre que no hay nadie en la calle. La radio anuncia que “Madrid entera va a estallar”, y Carrasco se sume poco a poco en la desesperación, temiendo que una “invasión extraterrestre” o “algún comando de la muerte” está a punto de colonizar Madrid, preguntándose “¿qué han hecho con toda esa gente?” y rogando después que se acabe la “broma”. “Salid de donde os escondáis”, suplica. Sin embargo, Betacam termina aceptando que se ha quedado solo en el mundo, y del terror pasa a la euforia en un final que, no por simpático, suena menos delirado: “si soy el último habitante, voy a intentar pasarlo en grande, voy a hacer todo lo que quiera, hasta el momento en que me muera”, canta Carrasco, concluyendo con unos “la la las” que acrecientan esa sensación de locura ante el fin del mundo.
La presencia de los aliens en ‘Extraterrestre’ nunca termina de materializarse -siempre es una amenaza- y precisamente esa incertidumbre es lo que hace interesante esta canción, también en una producción intrigante y expansiva que aúna ritmos new wave con ambientaciones de clara intención cósmica y “new age”, capturando con elegancia ese vaivén de emociones narrado en la letra. Unas palmas hacia la mitad del tema aportan una riqueza muy bienvenida, conformando una experta producción que invita a las repetidas escuchas, y de las que, por cierto, hay varias en el mencionado ‘Mítico’. Pero ‘Extraterrestre’ es, sin duda, la más misteriosa de todas.
Comparar puede resultar feo… pero es que Kim Deal le ha pasado la mano por la cara a Black Francis. Y que conste que soy más de Pixies que de The Breeders (y de las que echan de menos a Deal en la banda). Pero ella está feliz y se muestra infinitamente más creativa en su propio barco. Aquí es la capitana y no debe andar recibiendo órdenes. ‘All Nerve’ patea en el culo a los dos últimos discos de Pixies porque, básicamente, suena tremendamente sincero y genuino; a Breeders y no a cualquier otra cosa como ‘Indie Cindy’ o ‘Head Carrier’. Las hermanas Deal se dedican a revisar su obra anterior sin nostalgia, como si no hubieran pasado 28 años desde ‘Pod’, en un álbum de logrado sonido noventas (Steve Albini, entre otros, es uno de los encargados de la mezcla y la masterización), de producción austera (prácticamente todo es batería, bajo, guitarras y voces), pero limpia y extrañamente acogedora, nada tosca o seca, más tersa que tensa. El anterior ‘Mountain Battles’, era más elaborado, menos crudo y… más aburrido. Este ‘All Nerve’ no engaña en su título. La garra está ahí. Y una férrea voluntad de permanecer, de parir una obra perdurable y con sustancia. Lo único que falla es la portada. Demasiado fea para ser suya.
La primera canción, ‘Nervous Mary’, es un tiro. Un caramelo pop coronado con las armonías vocales de las hermanas Deal, de suave melodía pero contundente arrojo; arrojo que se prolonga y acrecienta en ‘Wait in the Car’. El entusiasta “Good morning!” con el que empieza resucitaría a un muerto para, a continuación, hacerle bailar con su alegre furia guitarrera. Luego hay un aparente respiro en ‘All Nerve’, que se volatiliza en un ruidoso estribillo. Los Pixies asoman la cabeza en ‘MetaGoth’ (ay, ¿no asemejan esos guitarrazos los de Joey Santiago?). ‘Howl at the Summit’ es la más Beatle, con un camuflado homenaje a ‘A Day in the Life’ en versión ligeramente bruta. Aunque las mejores canciones son las más calmadas. ‘Walking with a Killer’ está construida con una preciosa melodía, guitarras y juegos de voces narcóticos. Ya autoeditada por la propia Kim en 2013, parece relatar un asesinato narrado por la víctima. Pero realmente la canción tiene un trasfondo antimachista, porque resulta ser la fantasía macabra de una adolescente asustada por la amenaza constante de los hombres. Kim explicaba en NME: “ [‘Walking with a Killer] viene de estar en el instituto y caminar de mi casa a la tienda y que hubiera unos putos gilipollas gritando desde la ventana “¡Víctima de violación”. Era jodidamente chungo estar por allí. Creo que era porque estaba la base áerea militar de Wright-Patterson (…). Lo que más odiaba era: “¡Sonríe! ¡SONRÍE!”. Esos putos tíos pidiéndome una puta sonrisa. Putos gilipollas. Como si yo tuviera que tener un buen día para poner una pequeña luz en sus vidas. “Venga, chica. ¡Dame una sonrisa!”. ¡Que os follen!”.
Tan hermosa como esa, encantadora y con un punto hechizante, es ‘Dawn: Making an Effort’, con emocionante crescendo protagonizado por los platillos y el órgano Farfisa, mientras las guitarras crean trenzados casi hawaianos y las voces juegan etéreas, casi religiosas. ‘Blues at the Acropolis’ es un número juguetón y nervudo para cerrar, con final apasionado, en que Kim narra la depresión que le produce llegar al eterno monumento griego y tropezar con despojos humanos (“Drunks take a piss where heroes once bled out”), que podría haber formado parte de cualquiera de sus dos discos clásicos. De hecho, ‘All Nerve’ es casi tan bueno como ‘Pod’ o ‘Last Splash’, aunque corra el riesgo de quedar como un hito fuera del tiempo solo apto para los que vivieron la adolescencia entre 1988 y 1995. Claro que, ahora que emergen bandas que reivindican la sonoridades crujientes del rock alternativo de los 90 (a bote pronto, se me ocurren las Mourn), puede llegar a tener una brillante autoridad entre las nuevas generaciones.
Calificación: 7,8/10 Lo mejor: ‘Wait in the Car’, ‘All Nerve’, ‘Walking with a Killer’, ‘Dawn: Making an Effort’ Te gustará si te gusta: El rock alternativo americano de finales de los 80-principios de los 90, especialmente la escudería de 4AD (Pixies, Throwing Muses y, por supuesto, The Breeders) Escúchalo:Spotify
Lo de anoche de Arcade Fire en el Sant Jordi fue una pura verbena rock. Y lo de verbena va sin ánimo peyorativo. Los de Win Butler y Regine Chassagne son perfectamente capaces de hacer de todo una fiesta cargada de energía, hasta de los momentos más íntimos. A título personal me llegó menos el concierto de ayer que el del pasado Primavera Sound, pero ahí jugaron otros motivos subjetivos. Comparaciones aparte, por enésima vez volvieron a demostrar que, actualmente, son el mejor grupo de estadios que puedes llegar a ver.
Lo primero que sorprendía era el escenario. Una ingeniosa tarima cuadrada, simulando un cuadrilátero y coronada por pantallas que iba siguiendo al grupo, permitía una visión de 180 grados, lo que facilitaba enormemente el disfrute del espectáculo desde cualquier punto. Lo segundo, la cantidad de huecos en el recinto. Había gran cantidad de asientos vacíos y la pista presentaba un aspecto holgadísimo. Paradójicamente, fue esta falta de asistencia lo que permitió una mayor cercanía y conexión con el público. La entrada de la banda, divertida y espectacular, nos los mostró como púgiles a punto de salir a boxear, mientras una locución en catalán y en castellano los presentaba imitando a un locutor deportivo: “Desde Canadá, Estados Unidos y Haití y con 900 kilos de peso, ¡Arcade Fire!”. Lo de los kilos no es baladí; calculando unos 70 kilos por persona, arrojaba la nada desdeñable cifra de doce músicos en el escenario, aunque no los pude contar, porque parecía que había cada vez más gente.
La energía, una de las grandes virtudes de la banda, no tenía fin. No hubo tregua entre tema y tema, Win y Régine no pararon de dar vueltas toda la noche, animando, interactuando, para que pudiéramos gozarlos bien desde todas las esquinas y el resto de los miembros no pararon ni un segundo (especialmente el siempre animado Will). Gracias a eso, felizmente, te colocaras donde te colocaras, ibas a acertar la ubicación. Si estabas en grada, porque apreciabas el show en todo su magnitud. Y si estabas en pista, por el factor de integrarte de lleno con el brío del grupo.
El público se entregó al jolgorio desde el minuto cero. Nada más abrir con ‘Everything Now’, ya reventaron los la-la-las por doquier. El sonido fue algo variable dependiendo de la zona; por un lado los instrumentos se distinguían con nitidez (a Dios gracias, nada de engrudo sónico) y la ejecución rozó la perfección. Por otro, me sonó un poco a lata y algo falto de potencia, aunque me consta que en otras ubicaciones se escuchó mucho mejor. Y durante las dos primeras canciones, la voz de Win sonaba floja. De hecho, prácticamente lo tuve que adivinar en ‘Rebellion (Lies)’, que cayó la segunda. A la gente no pareció importarle, las palmas y los “Lies! Lies!” se corearon con ardor igualmente. Y la jarana se exacerbó con un ‘Here Comes the Night Time’ juguetón, en que no parecía que llegara nunca su orgásmico final. Pero para punto culminante, la colosal ‘No Cars Go’, tan épica y emocionante como debe, con todos esos “Let’s go!” y “ohhh” atronadores, aunque personalmente eché de menos algo de volumen. En comparación, ‘Electric Blue’ y la fantástica ‘Put Your Money on Me’ tuvieron una acogida más tibia.
Sin duda, las canciones de ‘Funeral’ y ‘Neon Bible’ fueron las más aclamadas, a ‘Neighborhood #1 (Tunnels)’ me remito, aunque la fantástica ‘My Body Is a Cage’ acabó pasando (injustamente) desapercibida. ‘The Suburbs’, probablemente mi tema favorito, me la reventó el imbécil que tenía detrás, que decidió que ese era un buen momento para ponerse a hablar a grito pelado. Suerte que esa apisonadora que es ‘Ready to Start’ se llevó por delante cualquier conversación y la cumbia y cencerros con la que abrieron ‘Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)’, con Régine, enfundada en un espectacular mono acharolado, ejerciendo de absoluta estrella, acabaron sepultando cualquier conato de charla. Pero, personalmente, el momento más emocionante fue ‘Afterlife’; por si no fuera ya lo suficientemente conmovedora, la cerraron con ‘Temptation’ de New Order y ahí casi se me paró el corazón. Se acercaron al final con un ‘Creature Comfort’ cegador literalmente; el efecto niebla ocultó la visión del escenario durante un buen rato. Sin embargo, no resultó todo lo aplastante que debiera. Nada que no solventara la desatadísima ‘Neighborhood #3 (Power Out)’, culminada con un estupendo ‘I Give You Power’.
Los bises abrieron con una maravillosa y melancólica ‘We Don’t Deserve Love’ coronada por el ‘Bird on the Wire’ de Cohen, pero muy perjudicada por el cotorreo del respetable; lamentablemente, escuchar canciones íntimas o desnudas en estos recintos siempre es un drama. Así que para compensar, subieron los teloneros, Preservation Jazz Hall Band, a acompañarlos en el reprise de ‘Everything Now’ y, claro está, el colofón a la fiesta mayor, ‘Wake Up’, pura epifanía pop. Y así se marcharon Arcade Fire, poco a poco, desfilando, mientras se desgranan alegremente las melodías de los dos últimos temas en versión fanfarria, entre la alegría del público. Alegría genuina; veinte minutos después de acabado el concierto, la gente aún pululaba por el exterior del Sant Jordi entonando lo-lo-los a pleno pulmón.
Perapertú han editado este 2018 ‘Miramar’, un estupendo disco de música pop evocadora y, a la vez de fuerte personalidad. Yago García, su teclista (segundo por la izquierda), habla en nuestra sección «Meister of the Week» largo y tendido acerca de Arthur Russell. Genio inquieto, compositor, chelista e ilustre miembro del underground neoyorquino de los setenta y ochenta entre muchísimas cosas, Russell dejó un repertorio inabarcable de música disco, New Wave y vanguardia que pasó desapercibido en su momento. Su figura se empezó a reivindicar tras su muerte en 1992, con apenas 40 años. Hoy emerge como músico de culto, autor de una obra en la que vale mucho la pena bucear a fondo. Foto: Alexis García.
¿Cómo conociste a Arthur Russell y empezó tu fascinación por él?
La primera vez que me enteré de que existía Arthur Russell fue en una crítica en una Rock de Lux en el noventa y poco. Reseñaban el ‘Another Thought’, que fue uno de los primeros discos que se publicaron después de su muerte, cuando se empezó a hablar un poco más de él. Me llamó muchísimo la atención la portada, esa en la que aparece con la cabeza cubierta por una especie de sombrero de papel enorme; también me llamó muchísimo la atención lo que explicaban de él en la reseña. Hablaban de un tío que se había movido en los márgenes de la vanguardia de Nueva York, de la escena nuevaolera, que venía de la música clásica, que se había movido en la música disco además… Me parece que en aquel entonces algo también se emitió en Radio 3. Con el tiempo se rompieron las fronteras, ya no hacía tanta falta encontrar el disco físico. Lo primero que encontré fue el recopilatorio ‘The World of Arthur Russell’, aunque la primera canción que escuché fue ‘Let’s Go Swimming’, una de las siete mil millones de mezclas distintas que hay. Me quedé completamente pasmado. Eso era muy difícil de asociar con prácticamente nada que sonara en ese momento.
Luego ya conseguí el recopilatorio de ‘The World of Arthur Russell’ y ahí ya mi fascinación absoluta llega con una canción que es ‘In the Light of the Miracle’, que es otra de esas canciones que tienen siete millones de mezclas distintas. En la biografía que me leí hace poco, ‘Hold On to Your Dreams’ [NdE: escrita por Tim Lawrence] lo cuentan. La imagen de un hombre que se subía al ferry de Staten Island llevando un walkman y una bolsa llena de cintas con mezclas de una sola canción. Era muy indeciso en el estudio y se dedicaba todo el trayecto en el ferry –que es bastante largo- a oír una y otra vez la misma canción. Lo que me dejó muy, muy fascinado, aparte de las melodías, que son maravillosas, y los arreglos, que son increíbles, es que tiene el tono este en que por un lado es música disco, por otro lado es nueva ola y por otro no es ninguna de las dos cosas. Pero, sobre todo, lo que más me llama la atención, es que es una canción -como muchas otras de Russell, sobre todo las más discotequeras-, en que parece que las cosas surgen dentro de la estructura de la canción, no por encima. Los ritmos de la canción parecen surgir aleatoriamente.
Si te metes en foros de música electrónica, por ejemplo, en el EDM Production de Reddit, sucede una cosa fascinante; los que postean ahí son chavales norteamericanos muy jóvenes que han nacido después de Skrillex, David Guetta y deadmau5 y su intención, en el último extremo, es petarlo a lo grande. Han nacido ya con la idea que un artista de techno, de house, de música de baile, puede llegar a llenar estadios. En las conversaciones que mantienen, una cosa que tienen marcada a fuego, es el tema de las estructuras de las canciones; tiene que haber X compases de intro, X compases de estrofa, X de estribillo y repetimos X veces, X veces de “break”, luego volvemos a la línea principal. Y en esto [Russell] es todo lo contrario. Supongo que Russell podría haberlo explicado por sus intereses en la filosofía, en la música india, en su formación clásica… pero son canciones en que las cosas aparecen “a ver qué”. Pero es que detrás de eso hay un rigor y un método tremendo. Las cosas surgen de una forma casi aleatoria. Prácticamente no puedes esperar el momento en que va a aparecer una cosa o la otra. No son nada previsibles. Y eso es algo que me fascina, porque hay que ser un músico como la copa de un pino para conseguir un efecto tan fresco. Es la clase de frescura, de sensación como de improvisación, que requiere de toda una vida dedicada a la música. Y luego hay una estrofa de la canción que la canta en un español absolutamente macarrónico que tiene muchísimo encanto. “La luss del milagro”. Es muy, muy bonito.
No he leído la biografía, pero sí un artículo en The Guardian, en que hablaban con gente que le conoció y comentaban que, en vez de centrarse en triunfar, Russell era tan inquieto, que iba cambiando de…
Sí, saltaba de una cosa a otra con una facilidad pasmosa. De hecho, creo que Arthur Russell en la era de las redes sociales, hubiera fracasado miserablemente. Estaba acomplejado por su físico –era un chico bastante guapo, pero había tenido un caso de acné brutal en la adolescencia y le había dejado la cara llena de cicatrices-. Aparte, tenía un carácter bastante duro, era un tío con una mala hostia tremenda, era súper tímido. Ahora que prácticamente en cualquier aspecto de la vida estamos cada vez más obligados por el escaparate de internet a convertirnos en un producto y autopromocionarnos a nosotros mismos, la necesidad de hacer un marketing constante de nosotros mismos, creo que un tío así, que no le gustaba estar en primer plano en ningún momento, que siempre se escondía detrás de seudónimos, de otra gente, hoy en día sería un ilustre desconocido, moviéndose por la parte menos concurrida de soundcloud. Prefería ser el hombre en la sombra, organizando y animando a otra gente a que creara o creando proyectos fuera del primer plano.
A pesar de que se codeó con la flor y nata de la New Wave, en vida tampoco fue conocido. Había tocado el chelo en ‘Psycho Killer’ (en la versión alternativa)…
Hay una historia, que no está confirmada, que dice que estuvo a punto de ser guitarrista en Talking Heads, antes de que entrara Jerry Harrison. Russell había conocido a los Talking Heads porque él era el vecino de arriba de la oficina de Tina. En concreto, el vecino que se tira tocando el chelo hasta las cinco de la mañana y no deja dormir. La forma de conocerlo fue un poco rocosa y accidentada. Luego ya les montó conciertos. Les metió en The Kitchen –el espacio súper mítico de la vanguardia de Nueva York, donde estaban Steve Reich, Chatham, etc-. Pero claro, un tipo con todas esos rasgos de personalidad que te he explicado, se encuentra con David Byrne, que es un diplomático nato, que le gusta ser el perejil de todas las salsas, que tiene mucho encanto personal y lo explota mucho; un tipo que siempre ha ido a triunfar y ser lo más de lo más –pero sin perder nunca el aura intelectual… ¡eso nunca, por Dios! Aquello fue un choque de trenes. No sólo no llegó a entrar en el grupo, sino que, además, la letra de ‘Life During Wartime’ (“This ain’t no party, this ain’t no disco, This ain’t no fooling around”), la escribieron para meterse con él.
Volviendo a la pregunta… Russell murió siendo un gran desconocido, no fue hasta poco después de su muerte que se empieza a reeditar el material –las recopilaciones de las que hablabas-. Yo misma lo desconocía hasta hace relativamente poco. ¿Por qué crees que no tuvo reconocimiento en vida?
The Necessaries [ndr: la banda new wave de Arthur Russell], que llegaron a grabar dos pedazo de discos [ndr. En 1981 y 1982], pues es normal que pasaran un poco desapercibidos, porque en aquel entonces, en Nueva York y en Estados Unidos en general, le dabas a una piedra y te salía un grupo de Nueva Ola, pero podrían haber sido algo. La coña es que él mismo se fue de The Necessaries. Por lo visto, después de un concierto, decidió que aquello no iba nada, no se sentía cómodo tocando en un grupo, no se llevaba bien con alguno de los compañeros. Estaban en la furgoneta parados en un atasco, cogió el chelo, se bajó y volvió a Nueva York a pie.
Él quería triunfar. Una de las cosas en que se insiste en la biografía es que era una decepción para la familia. Había tenido una adolescencia de bandarra, de drogata. Te escapas de casa, te vas a California, tu padre tiene que sacarte de la trena porque te han pillado trapicheando con marihuana, luego te apuntas a la escuela de música india, te pagamos los estudios de conservatorio, Charles Wuorinen te echa del conservatorio… Wuorinen fue el compositor al que el Teatro Real le encargó la ópera de ‘Brokeback Mountain’-, un compositor americano muy importante, que ha destacado por ser de la generación americana de los cincuenta que llevaban el serialismo, vía Schönberg y Boulez, en el corazón y que, como toda la gente de esa escuela y generación, sentía un desprecio absoluto por la música pop. Russell se matriculó en sus clases en parte porque quería aprender de alguien con un punto de vista absolutamente diferente al suyo… pero también quería tocar un poco los huevos. Le desafiaba componiendo cosas que iban completamente en contra de sus postulados. En cierta ocasión, Russell le presentó una composición muy repetitiva –algo muy de la época- y Wuorinen le dijo que aquello era la cosa más fea que había escuchado en su vida. Y terminó pirándose de sus clases –medio se fue, medio le echó-.
Pues eso, él se veía un poco como una decepción para la familia, aparte de por temas de sexualidad, también porque en su familia le habían perdonado muchas cosas. Su padre era el alcalde de su pueblo, era una familia con mucho dinero y lo habían estado manteniendo, pagándole los estudios de música… y estamos hablando de alguien que, durante mucho tiempo, estuvo trabajando de mozo en una empresa de mensajería. Mientras escribía y grababa música maravillosa, estaba ahí currando. Anotaba los puestos de sus canciones en las listas de música indie o las listas regionales de Nueva York y escribía a los padres diciendo que estaba jodido, porque a lo mejor uno de los maxis de música disco “importantes” como el ‘Go Bang’ o el ‘Is It All Over My Face’ no había subido tanto como quería. Lo puedes incluso comparar con Carlos Berlanga: Russell quería tener éxito –en el sentido de que quería producir y quería montar grupos que tuvieran éxito-, pero no tenía interés en ser popular, promocionarse o hacerse notar.
Un poco contradictorio, ¿no? Ser muy trabajador pero, a la vez, carecer del instinto de saber venderse.
Él sabía moverse y dar la campanada. Cuando lo ponen de director musical en The Kitchen… The Kitchen era un sitio donde iban a tocar los músicos clásicos entre comillas que no les dejaban tocar en el Madison Square Garden. Steve Reich, cuando hizo los ‘Four Organs’, no lo pudo presentar ni en el Carnegie Hall ni en ninguna otra sala de prestigio. ¡Lo habían echado de allí! ¡Había sido un escándalo terrible! Entonces iban a The Kitchen. No caían bien entre la academia, no caían bien entre los círculos de música más respetable, no se planteaban vivir de lo que hacen hoy en día la mayoría de compositores: de pillar una plaza en la universidad. Entonces tocaban en galerías de arte, en salas de conciertos… Y a Russell, cuando lo nombran director de The Kitchen, lo primero que hace es montar un concierto de los Modern Lovers y después otro de los Talking Heads, que es algo que a toda la gente de ahí la dejó completamente escandalizada y aterrorizada… pero que luego, además, les voló la cabeza. “¡Coño! ¡Todos estos iletrados que no saben ni leer partituras ni lo que es el sistema serial están haciendo cosas que molan!”
¿Qué vertiente prefieres de Arthur Russell? ¿O entiendes todas las manifestaciones de su música como parte de un todo?
Por un lado, lo entiendo como un todo. Pero si tengo que elegir, me quedo con la parte discotequera a muerte. Tiene canciones como ‘A Little Lost’ o ‘This Is How We Walk on the Moon’, que son canciones pop perfectas, súper tristes y súper dulces. Te llevas una sorpresa cuando ves que era un tipo con tan mal carácter y tan cerrado y que tiene esas melodías que son pura luz. No hay un ápice de ironía ahí, lo cual es algo que creo que hoy en día le hubiera sentado muy mal. Ahora, que casi a cualquier proyecto de música pop se le exige, antes que las canciones, mucha ironía y autoconciencia, eso de hacer una cosa tan sencilla y tan pura le hubiese perjudicado. La facilidad y la soltura que tenía para hacer música de baile de una forma muy nueva, muy experimental y muy original, me deja pasmado y apabullado.
De la biografía de Tim Lawrence, ¿qué es lo que más te ha conmovido o lo que más te ha sorprendido?
Ufff… en general, todo. Era un tío complicado de aguantar y de trabajar con él, aunque la gente que trabajó con él habla de él con muchísimo cariño. Otra cosa que me llama la atención es que vive en la época digamos más fuerte del movimiento gay -según dicen en la biografía, probablemente era más bisexual que homosexual-. Pero eso debió sucederle en la adolescencia, porque cuando llega a Nueva York y conoce el mundo del fornicio y de las discotecas gay como Paradise Garage, no parece que tuviera ningún tipo de sentimiento de culpa. Lawrence en la biografía identifica en las letras de las canciones, sobre todo en las más disco, un código bastante trasparente, eran canciones hablando de experiencias gay. Él vivía sus experiencias gay… no voy a decir con ánimo reivindicativo, porque ya hacer canciones con ese tema en esa época ya era reivindicar de por sí. Pero sin ningún tipo de tormento ni de esteticismo. En Pet Shop Boys incluso está este poso de amargura, de mala hostia, en un grupo además con mucho concepto -que me encantan, es uno de mis grupos favoritos de toda la vida- pero esa soltura, esa forma de contar las cosas tal y como son, sin llevarse las manos a la cabeza de Russell, me parece encomiable.
Leí en el artículo que te comentaba antes que, cuando se marchó de Iowa por primera vez, en 1968, a San Francisco, conoció a Allen Ginsberg y habían tenido una relación.
Eso era algo de lo que alardeaba Ginsberg, pero es que era un tipo de moral y costumbres muy cuestionables. Personalmente, su obra como poeta tampoco me interesa demasiado y como personaje me da bastante grima. Russell colaboró con Ginsberg musicalmente durante bastante tiempo, por lo visto tuvieron un escarceo, pero ninguna relación. Pero a Ginsberg le faltó tiempo para decírselo a todo el mundo. Cada vez que se enrollaba con un jovencito guapo, le faltaba tiempo para poner un anuncio en el periódico.
¿Qué recomendarías para iniciarse en Arthur Russell a una persona que no lo conoce? Lo comento porque si te pones a indagar por streaming o Youtube te puedes volver un poco loco.
Tiene un montón de archivos, de cosas sin terminar y claro… Igual que el p2p y la música digital han terminado por ser una bendición para muchos artistas del pasado, sobre todo si están muertos –que reivindicar a los muertos siempre queda bien-, ha terminado desembocando en el pánico del archivo. Tienes un montón de obra inédita, que por supuesto, en cuanto vuelve a hacerse célebre, resurge. Se supone que también hay aún más obra inédita de él por sacar… Personalmente, para alguien que no lo ha oído, comenzaría por el ‘The World of Arthur Russell’ [NdE: no está en Spotify, pero sí en Youtube] si se encuentra por ahí, es una buena forma de empezar. Tiene las canciones más pegadizas: ‘Let’s Go Swimming’, ‘In The Light Of The Miracle’… Y luego queda su faceta como compositor clásico; ‘Tower of Meaning’ [NdE: tampoco en streaming, pero sí en Youtube]. Si aguantas cinco minutos, entonces ya estás enganchado.
Querría animar mucho a la gente a que lo escuche, porque no sólo es un músico importante, sino que es también un músico muy divertido. La verdad es que no me gustaría demasiado que se “gentrificara”, que se convirtiera en un símbolo de tontuneo y estar a la última, aunque me parece que en algunos países y algunas escenas ya está siendo así. Y luego hay una historia de alguien que trabajó con él, de Rhys Chatham, el compositor. Era un tío de la misma edad que Russell, que tenía incluso mayor currículum en música clásica que él. Había trabajado con Glenn Gould. ¡Era el tío que le afinaba el piano a Glenn Gould! (risas) Era un guitarrista clásico que podía tocar partituras de Boulez a primera vista. Él contaba que, después del concierto de los Modern Lovers que montó Russell en The Kitchen, se había quedado completamente pasmado y empezó a tocar ‘Pablo Picasso’ en su casa a la guitarra, que debería ser algo sencillísimo. ¿Cuántos acordes debe tener? Tres como demasiado. Y, para su gran consternación, este chico, que iba para respetado guitarrista clásico, se da cuenta de que no le sale. “¡Estoy tocando tal como se supone! ¡Pero no me sale igual!” No tenía espontaneidad ninguna. Esa historia siempre me ha parecido muy entrañable.
O sea, que mejor empezar por el recopilatorio y luego que cada uno bucee a su ritmo. Yo por ejemplo, me puse el álbum de Dinosaur L, ‘24→24 Music’, una de sus obras “disco” y…
Pero el disco de Dinosaur L tampoco lo recomendaría, porque es una cosa caótica, punkarra, un álbum de música disco muy muy loco que te puede echar hacia atrás si no sabes dónde te vas a meter.
¿Qué tendrían en común Perapertú con Arthur Russell? ¿En qué os ha influido?
No podría hablar de influir, porque en Perapertú cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre musicalmente –Gracias a Dios-. Ahmed, el cantante, guitarrista, teclados y compositor de la mayoría de las canciones, ha viajado mucho a África y te puede dar un cursillo acelerado de música de distintos países africanos. Él también es muy fan de Tuxedomoon, aunque tenemos una influencia ambos en común que es Talk Talk. Juanma es la persona que conozco que más sabe de música pop española. Es muy fan de los Coyotes (un grupo que nos parece admirable por valientes y eclécticos). A Marcos le gustan cosas más duras y rockeras. Y luego, el fan de Arthur Russell soy yo. Así pues, no creo que nos parezcamos, pero sí que tenemos algo en común, que es el ser nosotros mismos. En tanto que las canciones más minimalistas de Russell, a chelo y voz, como las más disco, siempre tienen algo en común, como por ejemplo, el talento para las melodías y son muy personales, pues así me gustaría que sonáramos Perapertú: personales. No encajar en clichés, no ser intercambiables con otros grupos.
¿Sabes de un músico del que hablamos muy a menudo, que también es un mediano referente para nosotros? Bambino. De hecho, hay una cita de él en ‘Mito de Andrade’. Bambino es otro personaje al que se le ha relegado al “Almodovarismo”, para así decirlo; ahí está la imagen de Poch con la camiseta anudada en el ombligo, haciendo play-back de ‘Voy’ en ‘Tráiler para Amantes de lo prohibido’, que es maravillosa. Que ahí sacamos otra conexión, que es la de Derribos Arias. ¡A ver si va a ser emparentable con Arthur Russell de verdad! Un tipo que viene del flamenco, pero que tiende un puente a la música pop a partir del flamenco, es un tío que es gay o bisexual y lo vive sin ningún tipo de complejo, sin usar más eufemismos de los necesarios para que no le rompieran las piernas –aunque alguna vez se las partieron-, un tío que no llegó a tener nunca el reconocimiento a gran escala que hubiese merecido. ¡Me pregunto cómo hubiera sonado un disco de Bambino producido por Arthur Russell! ¡Hubiera sido la hostia! (risas).
Entiendo que una de las cosa que también más te atraen de Russell es que es alguien que destila una pasión por la música genuina. Alguien que vive por y para la música, no de la música.
Es posible. A eso podemos también unirle que era alguien que había estudiado mucha filosofía, filosofía oriental, que era budista, y quizás pensaba que la música era su dharma. Respecto a todo esto, hay un término que inventó Ahmed, y que a mí me gusta mucho, que es el “culturetariado”. Perapertú nos podemos identificar como miembros del “culturetariado”. En una época en que es imposible, ya no vivir de la música, sino cubrir gastos, a no ser que hayas dado la campanada a pequeña o gran escala, está todo tan fragmentado y segmentado y se obtiene tan poquísima pasta con lo que se hace, no hay manera de cubrir gastos. Aparte, apenas hay apoyo institucional. Lo que unos músicos tienen que hacer para cobrar un concierto es absolutamente brutal. Nosotros hemos tenido historias delirantes incluso en administraciones públicas, que son quienes tendrían que echar una mano. La música, cada vez más, y con la crisis, por esta sensación general de precariedad en la que vivimos, se tiene el concepto que es un complemento, un artículo de lujo. Pues hombre: o devoción o nada.
Verne Troyer, el actor que interpretó a Mini-Yo en la saga ‘Austin Powers’, ha muerto este sábado a los 49 años. Troyer llevaba ingresado en un hospital desde el pasado 4 de abril por intoxicación etílica, y se encontraba conectado a un soporte vital, informa TMZ. El actor fue trasladado al hospital después de que una persona conocida llamara a la policía relatando que Troyer se encontraba “extremadamente alterado, ebrio y con pensamientos suicidas”.
Debido a su acondroplasia, Troyer tenía enanismo, del que sacó provecho en el cine, interpretando varios personajes secundarios en ‘Men in Black’ o ‘Miedo y asco en Las Vegas’ muy recordados por el público, antes de llegar a su personaje definitivo, y por el que siempre será recordado, Mini-Yo, el clon diminuto de Dr. Maligno, el antagonista de Austin Powers, que apareció en las partes 2 y 3 de la saga. Troyer inició su carrera en 1994 y continuó rodando películas hasta bien entrada la década actual, arrastrando consigo severos problemas con el alcohol que le llevaron a ingresar a un centro de desintoxicación en varias ocasiones a lo largo de su carrera. Su última película fue ‘Gnome Alone’, de 2015. También apareció en varios realities.
La familia de Troyer ha compartido la noticia en Facebook, recordando al actor en un bonito texto: “Troyer inspiró a gente en todo el mundo con su energía, determinación y actitud. Aunque su estatura era baja y sus padres con frecuencia se preguntaban si alguna vez podría levantarse y abrir las puertas por sí solo, al final abrió más puertas para él y para otros de las que nadie hubiera imaginado. Verne también era un luchador en cuanto a sus propias batallas. A lo largo de los años luchó y venció, luchó y venció, y luchó más, pero lamentablemente esta vez ha sido demasiado”.
Fiona Apple es una de las artistas involucradas en ‘Hopes and Dreams’, el nuevo recopilatorio de nanas originales que Carnegie Hall publica desde 2011 como parte de su programa Lullaby Project, y que une a mujeres embarazadas o primerizas con compositores profesionales para componer una canción para sus bebés, que luego interpretan artistas de renombre. El proyecto busca resaltar la importancia de la salud maternal y la ayuda al desarrollo infantil y fomentar el vínculo entre mujeres e hijos en zonas marginales de Nueva York. En el disco están también Angélique Kidjo, Catherine Zeta-Jones o Patti LuPone, entre otras.
Apple interpreta en ‘Hopes and Dreams’ una tierna nana compuesta por la madre embarazada Solangie Jimenez con la ayuda del compositor Thomas Cabaniss. En ella, Apple canta a un futuro bebé que sabe le hará muy feliz: “qué ganas tengo de conocerte, no sé qué haré el día que eso ocurra, lloraré y reiré y te besaré, yo te tendré, tú me tendrás, el mundo será diferente y nuevo, espero que hagas más cosas de las que yo he hecho, espero que puedas seguir tus sueños”.
Tinashe no ha conseguido el éxito que esperaba en sus propios términos, así que en ‘Joyride‘ lo ha buscado en los sonidos de moda, y ha adelantado el disco publicando tres singles, ‘No Drama’, ‘Faded Love’ y ‘Me So Bad’, que han ahondado en ritmos trap y tropicaloides, por suerte de manera digna y sin reducir la personalidad de Tinashe al de una cantante cualquiera.
Puede que la “moda tropical” nos sea ya demasiado familiar, pero no es impedimento para que sigan saliendo buenas canciones en torno a este sonido. De la misma manera que, hasta no hace tanto, parecía que el pop bailable con vocecitas distorsionadas estaba muerto hasta que salió ‘Anywhere’ de Rita Ora, ‘Me So Bad’ demuestra que un sonido de moda puede seguir sonando vigente si la composición a la que acompañan es buena, y ‘Me So Bad’ lo es. La canción deja claro su innegable gancho desde que empieza con su sonora frase “I know you want my free time, I normally don’t play that, that, that, that”, que te arrastra de lleno a su exploración de la sensualidad, a la que también se suman Ty Dolla $ign y French Montana aportando sus versos.
Los translúcidos sintetizadores que arropan este ritmo jamaicano remiten a varios temas recientes de sonido similar, como ‘Send Me a Picture’ de Gwen Stefani, ‘No More Sad Songs’ de Little Mix o, por supuesto, ‘Cheap Thrills’ de Sia. Pero ‘Me So Bad’ se diferencia de ellas en que su actitud es mucho más descarada y sexy, y también en que su estribillo es un “belting” y por tanto aporta un dramatismo a la canción que no tiene ninguno de los temas mencionados. Así, Tinashe ha adaptado a su estilo un sonido que en principio no tiene nada que ver con ella, dando lugar a su propia canción del verano.
Parte de la redacción evalúa ‘No Tears Left to Cry’, el single de regreso de Ariana Grande.
«‘No Tears Left to Cry’ merece ser un éxito global; ha de ser una de esas maravillas del pop comercial que hacen que hasta los críticos más ceñudos acaben claudicando, como ‘Work’ (por poner el primer ejemplo que me viene a la cabeza). Una producción preciosa y precisa, que aprovecha a la perfección sonidos de los noventa, sin caer en el mero revival; algo de trance, reminiscencias a la Madonna de ‘Ray of Light’, R’n’B… En mi cabeza, la emparento con el ‘Anna Wintour’ de Azealia Banks. Porque, como esta, es una joya que en otras manos habría sonado retro, pero Ariana logra que suene absolutamente contemporánea. ¡Y qué bonito canta ella! ¡Y qué introducción tan hermosa, prácticamente con su voz! Y cómo me emociona oírle cantar que ya no le quedan más lágrimas que llorar. Ariana no se abate, ella sabe que está en el camino correcto; el del pop, el de la alegría. El de la vida». Mireia Pería.
«Ariana Grande estaba en una posición difícil con su regreso, y no solo por las posibilidades de éxito, sino también por las implicaciones éticas: tras lo ocurrido en el atentado del pasado año, muchos consideraban que volver con un rompepistas a lo ‘Into You’ mostraría poco tacto respeto a sus fans fallecidos, y que debería dedicarles una balada como primer single… posible movimiento que otros criticaban por ser una forma de aprovecharse de la tragedia. ¿Y qué ha hecho Ariana? Ni una ni otra: ha vuelto con un medio tiempo más cercano al bop que a la balada y con un mensaje que, si bien no está explícitamente dirigido a los supervivientes y familiares de fallecidos, puede entenderse como tal, y desde luego como mensaje de superación al margen de lo que sucedió en Manchester. Lo extramusical es de evidente importancia en este contexto, pero es que lo musical no se queda atrás: la autora de ‘Dangerous Woman’ presenta un estribillo que es a la vez melancólico y alegre, y un postestribillo con gancho inmediato, todo envuelto en ese sonido noventero que parece estar de vuelta». Pablo N. Tocino.
“En papel, ‘No Tears Left to Cry’ debería ser una de las mejores canciones de Ariana Grande. La melodía principal busca el himno, el breakbeat no es tan habitual en lo que suele exportar Estados Unidos y su letra sobre superar los baches de la vida y sobre no aceptar más “odio”, que no puede entenderse del todo sin el contexto que proporciona a la canción la tragedia de Manchester, se traslada en una estructura que hace al tema literalmente caerse (la intro), levantarse (“picking it up”) y finalmente echar el vuelo a los cielos (ese estribillo final) como si de un ‘I Will Survive’ se tratara. Sin embargo, no termino de entender la emoción que está suscitando la canción. ‘No Tears Left to Cry’ está bien, pero donde muchos ven una obra maestra, yo solo veo un buen single de Emeli Sandé. No es para tanto”.Jordi Bardají
«Inteligente paso el de Ariana Grande el de no optar ni por la balada lacrimógena ni por el rompepistas en su single de regreso tras los atentados de Manchester. Pero ojo, también es noticia que en sus créditos figure Max Martin. El mismo Max Martin que le dijo a Lorde que algo fallaba o faltaba en ‘Green Light’ participa de una canción que suena igual de rara, al alternar un estribillo absolutamente glorioso y celestial con un gancho más molesto que una mosca cojonera». Sebas E. Alonso.
Afrontamos el Día del Libro y Sant Jordi con dos informes abrumadores de mano de La Asociación Cultural Tebeosfera. Uno de ellos hace referencia a que en 2017 se han publicado quinientos cómics más en España que en el año anterior, superando los 3.500 títulos. Una excelente noticia que, más allá del titular, esconde un mayor crecimiento de obras procedentes de Estados Unidos y Japón, en detrimento de la producción nacional, que ronda el 11% de total. En el segundo informe, emitido con motivo del Día Internacional de la Mujer, las cifras de la presencia femenina en los cómics del 2017 son insultantes. El balance de autoras no pasa del centenar y su participación en los tres últimos años apenas llega al 4%, con una raquítica bonanza en el 2017 del 4,72%. Un debate que ya abrimos en su día, tras las polémicas nominaciones en El Festival de Angulema, y que seguimos abordando al reivindicar trabajos como el de estas cuatro obras firmadas por mujeres, y que deberían llamar la atención del público.
Camille Vannier / Poulou y el resto de mi familia
La parisina Camille Vannier, afincada en Barcelona y fan declarada de las Kardashian, nos presenta en esta obra a sus antepasados -con árbol genealógico incluido para guía del lector- haciendo hincapié en su abuelo, Poulou (1916-1998). Un personaje real que podemos relacionar con infinidad de personajes salidos de una película francesa. Los menos cinéfilos y más interesados en historia, sobre todo de nuestro país vecino, encontrarán aquí un recorrido por gran parte del siglo XX, desde los periodos de entreguerras y las posguerras a la bonanza económica de los 80 y el declive de los 90 pasando por mayo del 68. Un retrato social adictivo de una familia burguesa que pasa por altibajos sentimentales, económicos y sociales. Situaciones que suponemos no tan cómicas en su día como se reflejan en las viñetas, un tanto caóticas en los trazos de lápiz con los tres colores de la bandera francesa. Vannier nos brinda, gracias a la curiosidad que sintió al descubrir una caja de galletas llena de fotos y cartas de sus abuelos, un legado que no dejará indiferente a sus descendientes. 7,5. Disponible en Amazon.
Liv Strömquist / El fruto prohibido
En esta contienda de género, ¿cómo no hablar de genitales?… La historietista sueca Liv Strömquist, con cierto punto feminista, nos sirve en bandeja una realidad tan apabullante que cualquier lector con un mínimo de sensibilidad quedará noqueado desde las primeras páginas, un arranque que nos propone llamar a los genitales femeninos por su nombre, y el uso de «vulva» en lugar de «vagina». El lenguaje gráfico, a pesar del abuso de textos de documentación, es tan directo como en el mundo de la publicidad.
Este acercamiento genital, haciendo referencias impagables al sistema religioso y científico, apela a denunciar y suprimir comportamientos que, bien avanzado el siglo XXI, aún impone al hombre sobre la mujer. A veces es evidente que el dibujo no es el plato fuerte de ‘El fruto prohibido’, pero la fuerza en cuanto a documentación histórica y a concienciación inunda un relato necesario. La ejecución bascula entre lo didáctico, lo emocionante por su sensibilidad, y un encuadre atestado de notas de humor que diluyen la densidad e intensidad que el tema conlleva. 7,8. Disponible en Amazon.
Kyo Maclear / Júlia Sardá / Los Liszt
Que a la escritora canadiense de origen japonés Kyo Maclear, junto a la ilustradora barcelonesa Júlia Sardá, las releguen por ‘Los Liszt’ a literatura infantil sería quitarle mérito por holgazanería, devaluar toda su intriga, uno de sus puntos fuertes, y no ahondar en el torrente visual que ambas autoras han despachado en este trabajo a cuatro manos, un mosaico construido bajo la aureola sobria de todos y cada uno de sus personajes. Dibujos con destellos de colores vivos con el negro como común denominador, y trazos bien definidos que sirven para reconocer un universo que hará las delicias de los fans de Wes Anderson, que acaba de estrenar ‘Isla de perros‘.
Más allá del gran misterio, ‘Los Liszt’ están rodeados de sinsentidos, de intrigas alocadas mientras escuchan a Bowie, hacen listas de enfermedades horribles o de tareas que poco les agradan. Una puesta en escena, lamentablemente demasiado breve, pero sí juguetona e ingeniosa para disfrutar a solas o en compañía de los «menos pequeños». 7. Disponible en Amazon.
Xiomara Correa / Mi novio Caballo
Aun siendo una de las firmes promesas del cómic alternativo nacional, la gallega Xiomara Correa ya ha sorteado unos cuantos adjetivos del calibre de zoofílica y yonqui por ‘Mi novio Caballo’. Todo por tratar una historia de amor estable. Es cierto que el protagonista es un caballo, pero ¿cómo no verlo por el lado cómico? Las situaciones más normales en una relación, el día a día, pero visto con semejante galán equino, deberían ser suficiente para asegurar las risas a carcajadas. No falta la vena punk que su autora sabe explotar, incluso apelando a ella en entrevistas. Y es cierto que no es para todos los públicos, a pesar del dibujo naif, colorista y de líneas sencillas, pero al final prevalece el sentido cotidiano de cualquier pareja treintañera, sin menospreciar pasajes en torno al sexo que es mejor no desvelar al lector. 7,8. Disponible en Amazon.
Zola Jesus se puso muy intensa hace apenas unos meses con el lanzamiento de ‘Okovi’, un álbum donde volvía a dejarse querer por la oscuridad sonora de sus inicios y en el que la muerte sobrevolaba como principal influencia en sus letras. Aunque eso sí, la estadounidense se guardaba un as en la manga tras sus productivas sesiones de grabación: este ‘Okovi: Additions’ que ahora nos ocupa y que, en realidad, es un EP con cuatro temas descartados del álbum original acompañado de cuatro remixes de lo más resultones a cargo de Johnny Jewel, Katie Gately, la banda de black metal Wolves in the Throne Room y Joanne Pollock.
Las nuevas cuatro canciones muy probablemente no entraron definitivamente en ‘Okovi’ porque transpiran un aura algo más experimental. Ahí está ‘Vacant’, por ejemplo, una pieza que arranca con una intro atmosférica y que habla de ese momento en la vida en el que te das cuenta que todo va cuesta abajo y sin frenos. ‘Bound’, por su parte, resulta la más accesible del lote por su toque industrial y su poderoso estribillo, mientras que ‘Pilot Light’ sigue la senda de ‘Witness’ (sustituyendo los arreglos de cuerda por el mero acompañamiento de un piano y unos coros) y ‘Bitten Wool’ bien podría funcionar como una balada funeraria aderezada con psicofonías.
En cuanto a los remixes hay de todo para todos. El trabajo que han hecho Wolves in the Throne Room con ‘Exhumed’ suena la mar de interesante porque es como si la banda hubiese invitado a Zola al estudio. Aunque parezca mentira, ella podría colar como vocalista de una formación de black metal, sin duda. Johnny Jewel, el cerebro detrás de Chromatics, Glass Candy y el sello Italians Do It Better, se decanta por arrebatar el cello a ‘Ash to Bone’ y sustituirlo por una base algo más marcada que la que escuchamos hace meses en la pieza original. Aunque no, no es un remix para bailar al igual que los que firman Katie Gately y Joanne Pollock. La primera ha decidido dejar prácticamente irreconocible ‘Siphon’, dotándole de un punto catártico que va de menos a más a medida que avanza, mientras que en el caso de Pollock ésta desnuda la siempre a reivindicar ‘Soak’ extirpándole todas las florituras instrumentales posibles.
Este EP debe tomarse como lo que es: un pequeño regalo para los fans que hace algo más llevadera la espera de su próximo LP. Si sigue la senda de estas canciones lo próximo podría ser su álbum más experimental hasta la fecha, pero para salir de dudas habrá que esperar hasta que ella misma lo decida.
Calificación: 7/10 Lo mejor: ‘Bound’, ‘Pilot Light’ y el remix de Wolves in the Throne Room de ‘Exhumed’ Te gustará si te gusta: ante todo ‘Okovi’ y si te quedaste con ganas de más hace unos meses cuando escuchaste el disco Escúchalo:Spotify
«No, la verdad es que no he vuelto a ir a ningún concierto. Todavía estoy traumatizado. Pero seguro que lo haré. He sido capaz de volver a escuchar música de nuevo, a volver a ver un poco de diversión en ello». Son declaraciones de Avicii del pasado otoño, un año después de su retirada de los escenarios, para Rolling Stone. El DJ y productor sueco ha fallecido a los 28 años sin que nadie lo viera venir, por mucho que hubiera hablado en repetidas ocasiones de sus problemas de salud. Avicii tenía que pasar por el quirófano para que le retiraran el apéndice y la vesícula biliar, esto último en 2014 en la cumbre de su carrera, siendo uno de los DJ’s mejor pagados del mundo, mientras los promotores le decían, literalmente, que se levantara de la cama por su propio bien. «No sé por qué no me he bajado antes del barco», decía en la citada entrevista de 2017.
En otra conversación de 2013 con la revista Time reconocía haber sufrido un ataque de pancreatitis aguda como consecuencia del consumo de alcohol, cuando tan solo tenía 21 años, obligándole a dejar de beber primero y llevándole a presumir en las entrevistas de sus 5 meses sobrio incluso antes de que saliera ‘True‘. Son significativas sus declaraciones en tono jocoso tras actuar en el Ultra Festival en 2015: «he vuelto a Ultra, y no me he puesto malo. No he terminado en el hospital. Ha sido increíble».
«Vivimos en una generación de bullying en internet, es fácil decir algo cuando se es anónimo y parece que nadie lo ve y no se dan cuenta de que lo estás leyendo»
Avicii no tenía exactamente un problema con la fama. Decía disfrutar de la música y de los conciertos. Muy evidentemente le interesaba el mundo de los videoclips y muchos de los suyos permanecen infravalorados, siendo superproducciones en ocasiones desconocidas para el gran público (‘Pure Grinding‘) o con un fortísimo componente social y de denuncia (‘For a Better Day‘). Decía soportar bien las críticas que situaban la EDM como el peor mal de la electrónica o las que simplemente le llamaban exactamente «feo». Pero llevaba mal la parte de la fama que podía involucrar a sus amigos o a su familia, la que podía afectarle a él en lo personal y en lo más cercano. «Me he vuelto más impermeable y ya no me duelen tanto las cosas que dicen, pero todavía soy humano. Así que sí, por supuesto todavía me duele que la gente diga cosas. Vivimos en una generación de bullying en internet, es fácil decir algo cuando se es anónimo y parece que nadie lo ve y no se dan cuenta de que lo estás leyendo», decía en Askmen. Y, por otro lado, algo claramente dentro de su cuerpo no respondió a lo que son las exigencias de la vida de DJ: viajes, fiesta continua, desórdenes alimenticios, la tentación 24/7 del alcohol y las drogas, la vida en un perpetuo fin de semana, los compromisos con las marcas, su labor humanitaria, la inexistencia de tiempo para descansar en tu casa y de verdad. No hay más que recordar que Avicii aparece como paradigma de la mala vida en la letra de su amigo Mike Posner ‘I Took A Pill In Ibiza’: «me tomé una pastilla en Ibiza para demostrar a Avicii que yo era cool».
Cuando alguien muere a los 28 años es inevitable hacer un retrato de su vida trágico. Su familia no va a revelar las causas de su muerte y hay que respetar su privacidad, por lo que hoy quizá nos deberíamos concentrar en recordar que a Avicii le encantaba actuar, sudar la camiseta frente a decenas y decenas de miles de personas y hablaba con entusiasmo y detalle -a diferencia de David Guetta- de cómo preparaba las sesiones, de qué llevaba mezclado y muy meditado con anterioridad («necesito estar 100% seguro de qué va a funcionar»), de qué mezclaba en vivo, de cómo había aprendido en 6 meses a mezclar mucho más rápido, de cómo le gustaba añadir «efectos y cosas» y de qué preparación previa podía permitirle saltar o relacionarse con el público en vivo. En cierta ocasión se equivocó y pinchó una demo de una canción con Sia en lugar de la que quería. Aunque fuera un artista de singles antes que de discos, aunque sus producciones fueran burdas, hay que romper una lanza a favor de la música ideada para hacérnoslo pasar bien sin más pretensiones, la hecha para evadirnos, hacernos sentir vivos y optimistas, realzar nuestras sensaciones de euforia, levantarnos de la silla y hacernos correr más rápido en esta vida en sentido literal y figurado. La música de Avicii puede ser lo que la generación internet quiera o lo que los críticos dijéramos, pero tenía este valor bien agarrado en mano. Su vídeo escrito por Lena Dunham para los Youtube Music Awards de Spike Jonze, por ejemplo, fue increíblemente divertido (no se puede insertar, pero se puede ver aquí), así que hoy toca decir «gracias».
Cuando la EDM se fue a Nashville y Mac Davis (‘In the Ghetto’) tocó para Avicii
Curiosamente, pese a que en numerosas ocasiones el productor indicaba que siempre había oído «todo tipo de música», no creció escuchando música house, género al que se le vinculaba sobre todo cuando no se manejaban conceptos como la EDM, término que a veces le parecía impreciso para su música pero otras reivindicaba, pues últimamente decía que no se había agotado aún. «Sólo empecé a escuchar house cuando empecé a hacerlo yo mismo. Me enganché a hacer música y al house a la vez». Que su padre fuera un gran fan de Ray Charles, que su mánager le pusiera mucho a Mumford & Sons, que le entusiasmaran los instrumentos orgánicos a diferencia de a otros productores de electrónica fueron cosas que marcaron su camino artístico, propiciando que el locutor Pete Tong dijera que «la EDM se iba a Nashville».
Como así fue. ‘Wake Me Up’ y ‘Hey Brother’ fueron pelotazos que en dos segundos superaron el éxito de ‘Levels’, dejando en medio un temazo tan infravalorado como ‘You Make Me’. Avicii no inventó la mezcla de guitarras folk (él no quería llamarlo «country») y electro, pero negar su influencia en el sonido de la primera mitad de los ’10 no es una posibilidad. Y hay quien le dio un valor desde el principio. Recordemos que Mac Davis, el co-autor de ‘In the Ghetto’ y otras canciones popularizadas por Elvis Presley, aparecía en los créditos y llegó a tocar la guitarra con 71 años en otro de los grandes éxitos de Avicii, ‘Addicted to You’. Tras el éxito de estas canciones, la radio primero y las playlists de Spotify después, se inundaron de canciones que alternaban el bombo con una línea de guitarra.
El camino a la mejor canción de Avicii
Y sin embargo, era la melodía lo más importante para Avicii. Puede que sus producciones no hilaran nada fino, y que el productor no supiera renovarse como sí lo ha logrado Calvin Harris, que ayer mismo se sumaba otro número 1, o incluso David Guetta, que nos daba una pequeña sorpresa con ‘Dangerous’. Muchas de las canciones de Avicii desde su segundo disco ‘Stories’ parecían no funcionar en las listas de entrada, pero terminaban arrasando en streamings a la larga. Es extraño recordar que la divertida ‘Waiting For Love’, el ‘Friday I’m In Love’ del género, o ‘Lonely Together’ con Rita Ora, no hayan sido número 1 en Reino Unido o ni siquiera top 100 en Estados Unidos, porque sin duda forman parte de la imaginería popular.
Su éxito de largo recorrido ha de tener algo que ver con su sangre sueca y con su sentido de la composición. Avicii reconocía necesitar co-autores para escribir letras, pero se jactaba de tener un don para las melodías: sus canciones resistían la reducción a piano y guitarra por la sencilla razón de que las escribía en el piano y a la guitarra y no con las bases, que venían después. Madonna, en contra de lo que se cree, antes muy clásica para las melodías que una moderna de la vida, vio aquí un filón y todos los que hemos escuchado sus maquetas juntos -aún un debate recurrente, ora cansino, ora apasionante, 3 años después- sabemos que están entre lo mejor que ambos han hecho, terminaran con un buen acabado (‘Devil Pray’) o no (‘Rebel Heart’, ‘Messiah’, ‘Addicted’, ‘Washed All Over Me’). El año pasado, el productor se disculpaba por no haber tenido tiempo suficiente para trabajar con ella, y esperaba poder volver a hacerlo en el futuro. Todos sabíamos que no iba a pasar, aunque desde luego no esperáramos esto.
Mejor salió su colaboración con Coldplay: en su mejor momento de fama, Avicii dio alas e introdujo a Coldplay a la generación streaming, poniendo un granito de arena para que estos dejaran de ser un grupo llenaestadios para treintañeros y algunos adolescentes se sumaran a sus filas de fans también. Evidentemente el grupo de Chris Martin nunca ha conocido horas realmente bajas en popularidad, pero lo cierto es que ‘A Sky Full of Stars’ superó muy holgadamente la fama de los singles del disco anterior de Coldplay ‘Mylo Xyloto’ (‘Every Teardrop Is A Waterfall’, ‘Princess of China’ con Rihanna e incluso la exitosa ‘Paradise’), abriendo el camino para que después terminaran de arrasar junto a The Chainsmokers. Y al margen de los resultados, ‘A Sky Full of Stars’ sigue siendo una preciosa vuelta a la vida, una salida del pozo en medio de un disco maravilloso de desamor como fue ‘Ghost Stories‘, que lograba transmitir toda la euforia que Chris Martin o cualquiera que haya pasado por una ruptura, necesitaba en aquel momento. Seguramente, la mejor canción de Avicii.
«La escena no era para mí (…) Soy una persona introvertida en general (…) Pero ha sido el mejor viaje de mi vida»
Avicii se ha quedado sin colaborar con Adele, que era su sueño, según contaba cuando no era tan famoso, en 2011. Como tantas cosas que le han quedado por hacer. Hoy su carta de despedida de los escenarios de hace dos años, aquella en la que daba su teléfono, es una despedida para sus fans, y también suena a despedida casi cada una de las frases de la entrevista de Billboard de aquel 2016, en la que se refería a su retirada como «la decisión más difícil de su vida». «La escena no era para mí (…) Soy una persona introvertida en general. Fue muy duro para mí, llevaba abordo demasiada energía negativa», decía, hablando del «viaje tan loco» que había emprendido produciendo cuando tenía 16 años y haciendo giras desde los 18. «Cuando miro atrás, pienso: «joder, ¿he hecho esto? Ha sido lo mejor de mi vida en cierto sentido. Pero pagué un precio. Un montón de estrés y ansiedad. Pero fue el mejor viaje de mi vida». Avicii, que parecía entonces ser feliz, y preparaba un disco nuevo, no descartaba volver a actuar tras ser informado de que LCD Soundsystem habían vuelto. «Puedo imaginar un regreso, quizá dentro de 60 años», era la triste frase final de aquel artículo, e insospechadamente también el punto y final de esta historia.
El productor sueco Tim Bergling, más conocido como Avicii, autor de éxitos como ‘Wake Me Up’ y ‘Hey Brother’, ha sido hallado muerto en Muscat, Omán, durante la tarde del viernes, ha confirmado su publicista, Diana Baron. Tenía 28 años. Baron ha informado en un comunicado que la familia del músico está “devastada” y ha pedido que se respete su “necesidad de privacidad en estos difíciles momentos”.
Avicii era autor de dos discos, ‘True‘ y ‘Stories‘, y recientemente del éxito ‘Lonely Together’ junto a Rita Ora. Las cifras del sueco en streaming se cuentan por los cientos y cientos de millones y canciones como las mencionadas ‘Wake Me Up’ y ‘Hey Brother’ han sido muy influyentes en la deriva country-dance que ha tenido lugar en la radiofórmula en los últimos tiempos, sin ir más lejos, en el último disco de Kylie. Era casi obligado decir que una canción que fusionaba banjos o country con ritmos dance, sonaba a Avicii.
Bergling nació en 1990 en Estocolmo, y empezó a producir música electrónica a principios de la década pasada, firmando su primer contrato discográfico en 2007, a través del cuál publicó, en 2010, su segundo single ‘Seek Bromance’, que fue un éxito en varios territorios europeos. El sueco posteriormente adoptó su nombre artístico del término que, en el hinduismo, designa el “nivel más bajo del infierno budista”, y en 2011 publicó ‘Levels’, el éxito que le convertiría en uno de los productores más codiciados de la actualidad. El resto es historia y ‘Wake Me Up’ ya se cuenta como uno de los mayores clásicos dance de la década.
En 2016, Bergling anunció su retirada de los escenarios para recuperarse de sus problemas de salud, relacionados con su sistema digestivo. El productor llegó a padecer pancreatitis aguda en parte debida, según él, al “excesivo consumo de alcohol”, y en 2014 se sometió a una operación para que le fueran extirpadas la vesícula biliar y el apéndice. Con su retirada, Avicii buscaba también centrarse en su trabajo como productor en el estudio.
El éxito de Bergling en las listas de éxito, también gracias a éxitos como ‘Waiting for Love’ y ‘Levels’, le habían llevado a colaborar con artistas como Coldplay (‘A Sky Full of Stars’, ‘Hymn for the Weekend’) o Madonna (‘Devil Pray’), y su último EP, publicado en 2017, contenía colaboraciones con AlunaGeorge o la mencionada Rita Ora.
La unión de Calvin Harris y Dua Lipa en ‘One Kiss’ es oficialmente número uno en Reino Unido. ‘One Kiss’ sube del top 3 al top 1 esta semana en la tabla de singles británica, sumando 70.000 unidades entre streamings (7,1 millones) y descargas (22.000 descargas). Es el número uno más exitoso de 2018 en Reino Unido, apunta UK Official Charts.
Con este número uno, Harris suma ya nueve “chart toppers” en Reino Unido -el último de los cuales fue ‘Feels’ junto a Katy Perry, Pharrell Williams y Big Sean- y se convierte en el undécimo artista que logra 9 o más números uno en el país, acompañando a ABBA, Rihanna o Spice Girls. Por supuesto, ‘We Found Love’ con Rihanna es su mayor éxito. Para Lipa es el segundo número uno de su carrera, naturalmente tras ‘New Rules’. Y ahora que empieza el calor, se augura un buen recorrido en listas para ‘One Kiss’, aunque el tema ya apuntaba maneras gracias a su sonido Ibiza-House circa 2000.
Tops 1 de Calvin Harris:
2008 01 Dance Wiv Me (Dizzee Rascal feat. Calvin Harris & Chrome)
2009 01 I’m Not Alone
2011 01 We Found Love (Rihanna feat. Calvin Harris)
2012 01 Sweet Nothing (Calvin Harris feat. Florence Welch)
2013 01 Under Control (Calvin Harris & Alesso feat. Hurts) -1-
2014 01 Summer -2-
2014 01 Blame (Calvin Harris feat. John Newman)
2017 01 Feels (Calvin Harris feat. Katy Perry, Pharrell Williams, Big Sean)
2018 01 One Kiss (Calvin Harris feat. Dua Lipa)
Cada semana los lectores tenéis oportunidad de decirnos no solo lo que no os gusta, sino de hecho lo que SÍ os gusta votando por vuestras canciones favoritas en nuestra encuesta. Esta semana es noticia porque la canción que más tiempo ha aguantado en nuestro top 40 de la historia nos abandona. Copiando una norma de Billboard Hot 100 que expulsa a las canciones más longevas que están en la mitad baja de la tabla, es el turno de despedirnos de ‘On Hold’, que por primera vez ha quedado fuera del top 20 en 75 semanas. El primer single del tercer disco de The xx ha sobrevivido a temas de otros favoritos del público como Lana del Rey, Lorde, Dua Lipa, Arcade Fire o Lady Gaga, y de hecho también al resto de singles de The xx. Igualmente nos despedimos de ‘Blink’ de Bad Gyal y ‘Get Out’ de Chvrches al cumplir su 10ª-11ª semana.
Centrándonos en lo que sí permanece con nosotros, Azealia Banks sigue en el puesto 1 con ‘Anna Wintour’, Dua Lipa y Calvin Harris suben con la que va a ser una de las canciones del verano y re-entra ‘After the Storm’ de Kali Uchis, un tema que ya os propusimos a principios de año pero que entonces no pasaba del puesto 34, aguantando solo 3 semanas en lista. Logran llegar al top 40 ‘PYNK’ de Janelle Monáe y, por la zona baja de la tabla, ‘Barbie Tingz’ de Nicki Minaj, ‘The Club’ de Hinds y ‘Night Time’ de Superorganism. Ya podéis escuchar nuestra nueva lista de novedades y votar por todas vuestras canciones favoritas aquí.
Mientras llega ‘Ha nacido una estrella’, la película que Lady Gaga protagoniza junto a Bradley Cooper, la cantante trabaja en nuevo material y ha sido vista, por ejemplo, en el estudio junto a BloodPop, que pese a ser conocido por temas muy electrónicos y bailables como ‘Friends’ con Justin Bieber o ‘Capital Letters’ con Hailee Stanfield, no imprimió tanto este estilo en su trabajo en ‘Joanne‘, mucho más AOR e incluso folk.
Sin embargo, parece que Gaga busca esta vez un sonido algo más electrónico. Lleva a esta conclusión el hecho que Boys Noize, el proyecto del productor alemán Alexander Ridha, ha insinuado en Twitter que está trabajando con Lady Gaga, quien de hecho le ha contestado de manera similarmente críptica. Ridha ha afirmado que “Lady Gaga ha derramado agua en mi modulador”, a lo que Gaga ha replicado: “pero lo resucité con un secador de pelo, fue un bautizo”. Ridha de hecho se encuentra ahora mismo en Los Ángeles. Parece que ambos se han reunido en el estudio y Gaga podría haber estado a punto de desgraciar la máquina de Ridha.
Hemos hablado de Boys Noize en varias ocasiones en este site. El alemán ha trabajado recientemente en el último disco de Jean-Michel Jarre, y este año ha publicado un nuevo álbum de sonido muy industrial titulado ‘Strictly Raw, Vol. 2’. Conocido por sus remixes, Boys Noize practica habitualmente un sonido cercano el electro-disco afiladísimo de Justice, con un punto a ZEDD que nos remitiría a ‘ARTPOP’. Es muy pronto para hablar de disco electro ya que el sucesor de ‘Joanne’ se encuentra todavía gestándose, pero… ¿alguien cree que se avecina otro ‘Joanne’?
Miriam Rodríguez, la leona de Operación Triunfo 2017, como la llaman sus fans, ha estrenado hoy viernes 20 de abril su primer single oficial, ‘Hay algo en mí’, compuesto para la tercera temporada de ‘Vis a vis’, que llega la semana que viene, pero también para un supuesto “próximo disco” de la cantante que, sin embargo, no está del todo claro vaya a salir, como ha reconocido ella en una entrevista. Rodríguez dice que el plan es que haya disco, pero que todavía no ha firmado nada.
De momento, ‘Hay algo en mí’, compuesta totalmente por Rodríguez y producida por Luis Cebrián, tiene ese punto de pop-rock dramático un tanto Malú, un tanto P!nk, con el que ya identificábamos a la gallega durante su paso por Operación Triunfo. El tema busca defender la fuerza de la mujer y es abiertamente feminista, pero adolece de una producción un tanto pobre. Eso sí, el tema es ya un éxito en Youtube y es de hecho el tercer videoclip más visto actualmente en España, solo por detrás de los de Dani Martín y C. Tangana. ¿Habrá buena posición en las listas de venta la semana que viene? ¿Es este el comienzo de la carrera más improbable de OT2017? Por cierto, sí: ¡papel para Miriam en ‘Vis a vis’!
La cantautora galesa afincada en Los Ángeles Cate Le Bon, autora en 2016 del recomendable ‘Crab Day‘, publica hoy su nuevo disco con Tim Presley de White Fence, ‘Hippo Lite’. Ambos se hacen llamar DRINKS, ya publicaron un disco en 2015, ‘Hermits on Holiday’, y practican una fusión de post-punk y pop experimental con enjundia que remite claramente al art-rock de los 70, con su punto kraut, su punto free jazz y su punto ida de olla total. Entre estos tres espectros se mueve el single de ‘Hippo Lite’ para el que DRINKS presentan ahora videoclip, ‘Corner Shops’. Un vídeo lleno de animalitos y tan extraño como la propia canción.
Por otro lado, Cate Le Bon está ocupada actualmente produciendo el próximo disco de Deerhunter. Bradford Cox ha realizado una entrevista para VOGUE en la que ha confirmado esta información, aunque Le Bon ya se había dejado ver en el estudio con el grupo en unos stories de Instagram, y en la que ha hablado sobre el proceso de grabación de este trabajo, que se está llevando a cabo en Marfas, Texas. El disco lleva el título provisional -pero ciertamente atractivo- de ‘Why Hasn’t Everything Already Disappeared’ y Cox dice que absorberá el “ambiente” del desierto de Texas. ¿Sonará remotamente parecido al bizarro pop de DRINKS?
La primera incursión en el cine de terror del cómico John Krasinski se ha convertido en uno de los mayores éxitos comerciales del género de todos los tiempos. Las excelentes críticas recibidas en el SXSW y su atractiva premisa, han conseguido atraer a todo tipo de espectadores a las salas. La película nos presenta un mundo que ha sido invadido por unos extraterrestres que atacan reaccionando a los sonidos, por ello los supervivientes deben permanecer en silencio. ‘Un lugar tranquilo’ sigue a una familia (un matrimonio con tres hijos pequeños) que tratan de sobrevivir como pueden y no ser cazados. Krasinski propone un potentísimo high-concept y no lo enrevesa con tramas irrelevantes. Lo que cuenta su película podría caber en una servilleta y, sin embargo, todo funciona como un tiro, ya que aprovecha al máximo sus recursos. El sugerente trabajo de fotografía de Charlotte Bruus Christensen representando un mundo gris y desesperanzado, una labor más que interesante diseño de sonido, y la bonita partitura de Marco Beltrami logran crear una atmósfera de lo más desasosegante.
Ante todo, y más que una película de terror –que lo es-, es un brutal ejercicio de tensión. Pocas películas tienen la capacidad de atraparte desde el primer fotograma como lo hace esta. Además, los giros de guion y las decisiones de dirección son siempre mucho más inteligentes que lo que estamos acostumbrados a ver en el género. No está exenta de defectos, como un exceso melodramático en ciertos momentos, o el uso de algunos tópicos, pero ofrece lo suficiente como para perdonárselos y celebrar de lleno una propuesta tan arriesgada y conseguida como esta.
Krasinski realiza un filme íntimo, dedicado a sus hijos, y protagonizado por él mismo y su esposa en la realidad, Emily Blunt. Encarnan a los niños los prometedores Millicent Simmonds (a quien pudimos ver recientemente en ‘El museo de las maravillas’), Noah Jupe (‘Wonder’) y Cade Woodard. Todos cumplen con creces, pero sin duda, la dueña de la función es Blunt en un papel merecedor de reconocimientos y uno de los más inspirados de toda su carrera. Muchas de las mejores secuencias suceden cuando ella está en pantalla, no solo porque resulta una presencia poderosa, sino porque con muy poco construye un personaje fascinante.
El satisfactorio recorrido comercial que está teniendo ‘Un lugar tranquilo’ recuerda, salvando las distancias, al que tuvo ‘Get Out’ el año pasado. Habrá que ver si llega tan lejos como para irrumpir en la temporada de premios, pero desde luego, sería una gran noticia para el cine de terror, y otra muestra más de que la Academia está cambiando. Krasinski ha alcanzado un nivel altísimo con su tercer largometraje, que es ya un nuevo referente para el género. Una aventura trepidante, terrorífica y entretenidísima a la cual es difícil resistirse. 7,5.
También es una semana interesante para las novedades nacionales, pues hay nuevo single, muy político, de Dorian; nuevo tema de Carolina Durante, escuchamos la primera canción post-‘Lo malo’ de Brisa Fenoy, Los Planetas cantan por primera vez una composición en solitario de La Bien Querida, North State han hecho una versión de Kanye West y además hay que sumar los temas de C. Tangana, Soledad Vélez (con El Último Vecino) o PUTOCHINOMARICÓN de sus discos que salen hoy, así como un tema de Cooper que conocimos hace unos días y más pistas para la reedición de Punsetes. Hoy se produce el regreso de Dani Martín y también el de Barei. En el mundo latino J Balvin saca tema con Poo Bear y otro con Liam Payne, y Becky G con Natti Natasha, “sin pijama”.
En la playlist encontraréis también algunos de los temas que hemos disfrutado durante los últimos días de Mazzy Star, Lykke Li, Janelle Monáe, Aurora, Natalie Prass, Miles Kane, Father John Misty o la excitante revelación de Let’s Eat Grandma, perfecta para los decepcionados con los singles de Chvrches. Añadimos lo nuevo de The Coral, Leon Bridges, Courtney Barnett, Okkervil River, Anne-Marie, The Chainsmokers, Scarlett Johansson con Pete Yorn de nuevo, o Deafheaven, que han compartido single de 11 minutos. Hoy llega asimismo el disco en solitario de Alexis Taylor, el de Kimbra o el de J. Cole que se anunciaba hace unos días.
Entre las curiosidades, el tema de Taylor Swift para Sugarland (hace coros), el ‘Nadie te va a amar como yo’ de Band of Horses, Maluma con Burns y Rae Sremmurd, Khalid con 6LACK y Ty Dolla Sign. Completamos con lanzamientos de Enter Shikari, las revelaciones Folly Rae y Mahalia y los remixes de Blossoms (un cañón) o Halsey con Calvin Harris, entre otros.
Por último, una joya, se ha podido recuperar la grabación original de Prince cantando ‘Nothing Compares 2-U’.
Lana Del Rey da por concluida su gira ‘LA To the Moon’ esta semana en España, y por tanto una etapa histórica para su carrera en la que se ha consolidado como una de las grandes. Hoy 20 de abril, la cantante neoyorquina toca en el Palacio Vistalegre de Madrid y anoche lo hizo en el Palau Sant Jordi de Barcelona, donde ofreció un concierto fascinante y extraño que os resumimos en 4 puntos +1.
La telonera, Cat Power
Los fans de Lana sabrán que Cat Power es una de sus mayores influencias, y es un gusto que Lana haya decidido reconocer su “deuda” con ella trayéndosela de gira, y posiblemente presentándosela a miles de fans que hasta anoche nunca habían oído una canción suya. Chan Marshall no presentó sus grandes clásicos, ni mucho menos rindió homenaje a ese ‘Moon Pix’ que en 2018 cumple 20 años, pero sí dio un mini set cálido y acogedor en el que se mostró bastante segura de su repertorio, y en el que demostró que su voz ha madurado como el vino, en canciones como ‘Good Woman’ o ‘Song to Bobby’.
El extraño setlist
Como los de sus amigos Radiohead, los setlist de Lana Del Rey nunca son el mismo en cada concierto, aunque los cambios a los que lo somete sean ínfimos. Sin embargo, hay que resaltar el ninguneo del setlist al último disco de la cantante, ‘Lust for Life’, del que apenas rescata cuatro canciones -depende del concierto- pese a ser el disco que supuestamente está presentando por todo el mundo. La intro de Mancini mola, las conmovedoras interpretaciones de ‘Terrence Loves You’ y, sobre todo, ‘Yayo’, una canción que nunca será lo suficientemente reconocida, valen oro; Lana agradeciendo a sus fans por disfrutar de su “periodo triste”, también, pero el final con ‘Off to the Races’ directamente no tiene sentido.
El dinamismo del set
El escenario de Lana replica una piscina exterior. Hay plantas, rocas, arbustos, un piano de oro, por supuesto proyecciones de agua en el suelo, una tumbona, columpios… Y Lana Del Rey le saca provecho a todo. Porque la música de Lana no da lugar a parafernalias, pero en su concierto siempre pasa algo, u ocurre algún cambio que evita que todo parezca lo mismo. Cuando Lana no canta de pie, lo hace en el suelo o sentada en las escaleras y cuando no, tumbada en una tumbona o encima de un piano, y mientras ella canta, la actividad no cesa: las bailarinas aparecen, se van, luego vuelven con unas sombrillas, y mientras ellas bailan emergen dos columpios del cielo, en uno de los cuales se balancea Lana después para cantar una canción (‘Video Games’). Y cuando Lana se aburre del escenario se sienta en las escaleras o baja a las primeras filas a saludar a sus fans… He visto conciertos con grandes alardes técnicos mucho menos dinámicos, quizás por ser también menos espontáneos.
El “y ahora qué canto” del tramo final
Resulta cuanto menos surrealista atender a una artista del nivel de Lana Del Rey, instalada en un pabellón como el Sant Jordi, tocar delante de decenas de miles de fans y consultarles qué canción quieren oír como si estuviera en el último bar del barrio de Gràcia. Hubo al menos cuatro peticiones de sus seguidores satisfechas, entre ellas ‘Carmen’, una canción “difícil” de tocar, como indicó Lana en español, y sobre todo una especial ‘Old Money’ que Lana ha vuelto a recuperar en Barcelona, cinco años después de interprearla, de nuevo a petición de los fans, y a capella, en el festival VIDA, cuando presentaba ‘Ultraviolence’. Parece que la experiencia le marcó, y de nuevo la canción le quedó totalmente preciosa. Sin embargo, cabe preguntarse si vale la pena, por ejemplo, rescatar ‘Gods and Monsters’ cuando ‘Love’ queda fuera.
La conexión espiritual con sus fans
Hubo momentos en que Lana no parecía totalmente comprometida con el concierto. Se le olvidó parte de ‘Lust for Life’ y pasaba de disimular los pregrabados o directamente de cantar versos enteros. Parecía cansada y es normal, la gira termina y Lana lleva cuatro meses de viaje por todo el mundo, ha de estar exhausta. Pero de lo que no está cansada es de sus fans. Lana parecía ansiosa de acercarse a ellos durante todo el concierto, y durante el momento álgido de ‘West Coast’, bajó al escenario para saludarles, firmarles discos y hacerse fotos con ellos. La sinergia entre la parte final de la canción y el contacto apasionado con sus fans fue brutal. Con los ojos cerrados, Lana se acostaba suavemente en los brazos de sus seguidores, derritiéndose en su calor, y escuchaba atentamente todo lo que tenían que decirle. Se produjo entre Lana y sus fans una verdadera conexión espiritual y fue hipnótico atenderla desde las gradas, mientras sonaba una música inquietante de fondo (ya hacía rato que ‘West Coast’ había terminado). Antes de irse, agradeció a sus fans por inspirarle con su “energía”.