Cuenta Foxes en las redes sociales que el confinamiento ha sido tan fructífero para ella que ha decidido publicar dos cosas en vez de una. Su tercer disco, del que se presentó la arrolladora ‘Love Not Loving You’ como primer sencillo el año pasado, sigue previsto para 2021, pero esta semana ha decidido sacarse de la manga un EP en el que ha incluido tanto esta canción como otras que hemos ido conociendo en los últimos tiempos, como es el caso de ‘Kathleen’, cercana a los territorios de Adele o Emeli Sandé.
A falta de conocer exactamente qué traerá el nuevo álbum de la autora de ‘Glorious’ y ‘All I Need’, lo cierto es que el EP que os hemos presentado esta semana en “Ready for the Weekend” trae canciones inéditas que merece la pena conocer por su propia cuenta. Es el caso de ‘Dance’, nuestra “Canción del Día” de hoy.
Si en ‘Love Not Loving You’, Foxes sonaba como una mezcla entre Haim y La Roux, lo cual solo puede ser dicho para bien; y últimamente suponíamos a la artista más cómoda en territorio baladesco, en ‘Dance’ exprime de nuevo su faceta bailable. ‘Dance’, una canción refugio en la que el “baile” sirve para hacernos olvidar (“¿cuál es la diferencia entre el amor y el dolor? Es una locura que las dos cosas te vuelvan loca”), cuya producción es cercana al italo disco. No es tan lejana al entorno Chromatics, si bien la melodía es más clásica en el sentido Stevie Nicks de la palabra. Está en la estela de esa gente que vive de recuperar a Fleetwood Mac, como Lissie, lo que es lo mismo que decir que llenaría estadios en manos de los Killers.
Un mes más, os convocamos a una cita con canciones fabulosas, unas más nuevas que otras pero todas de actualidad, que pueden haber pasado por alto en el marasmo de novedades de la música pop y debacles varias. Para eso, principalmente, nació Flores en el estiércol. En la nueva selección musical que sumamos a nuestra playlist, por cierto, tiene cabida el single debut de una de las hijas de Fernando Alfaro, quien acuñó la canción que inspira el título de esta sección.
Hablo de Lea Leone, proyecto musical de Natalia Alfaro, y una ‘Oxígeno’ que, a ritmo de vals, posee cierto eco melódico que no podemos evitar ligar al estilo de su progenitor. Ella no es la única novel de nuestra playlist, ni mucho menos. Ahí están Nueve Desconocidos, cautivador proyecto de Ares Negrete –si te lo preguntas, sí: su linaje proviene del mítico artista mexicano Jorge Negrete- y su deslumbrante ‘Todos mis cristales’; y Lewis OfMan, músico y productor francés que acaba de estrenar un ‘Dancy Party’ muy conectado con nuestra lengua y cultura: al margen del seductor ‘Las bañistas’ que incluimos aquí, en su primer EP destaca un tema con Alicia te quiero, más conocida como bajista y cantante de Cariño y El Buen Hijo.
No es esta la única conexión internacional de nuestra escena que tiene cabida en la revisión de marzo de “Flores”: el dúo nipón Still Dreams, editado por Elefant Records, se sitúa con modestia entre New Order y Stock, Aitken & Waterman en la magnética ‘Last True Love’. Y otra gran promesa que ocupa un lugar protagonista es Duchess, una artista londinense que, al margen de referencias a Jill Scott y Minnie Ripperton, a quien recuerda en la vibrante ‘Ever Ever’ es a Ms. Lauryn Hill.
No debutan exactamente Painted Shrines, pese a que ‘Heaven and Holy’ es el primer disco de este trío, ya que lo integran Jeremy Earl de Woods y Glenn Donaldson de The Reds, Pinks & Purples. Junto a este, hay muchos otros discos interesantes publicados en las últimas semanas que encuentran cobijo en la playlist: nuevos EPs de artistas tan dispares Josef Salvat –demostrando una vez más su puntería pop con dianas como ‘Peaches’- y Real Estate –‘Half a Human’ es un prístino epílogo a ‘The Main Thing’, su álbum del pasado año- conviven con largos que acaban de editar la inclasificable Valerie June, Ben Howard –producido por un últimamente omnipresente Aaron Dessner, de The National-, el francés de adopción británica François And The Atlas Mountains y, sobre todo, el regreso por todo lo alto de Arab Strap.
Algo menos conocidos pero igualmente cautivadores son los nuevos trabajos de los franceses L’Impèratrice, la interesante cantautora Alice Phoebe Lou, el combo indie (en el sentido clásico del concepto) The Death of Pop. Y, ya en nuestro país, han destacado los lanzamientos de Muerdo –Lido Pimienta y Niño de Elche destacan en el nuevo álbum del murciano Paskual Kantero- y Evripidis And His Tragedies: el griego afincado en Barcelona cuenta en ‘Neos Kosmos’ con invitados destacados como Francina de Doble Pletina, The Ballet o los británicos Flowers.
Obviamente, la tercera renovación de Flores en el estiércol incluye no pocos adelantos de álbumes de inminente o recientísima publicación. Tal es el caso de los fantásticos temas de los galos La Femme –‘Paradigmes’, su tercer álbum, acaba de publicarse este viernes 2 de abril- Lord Huron –los californianos publican su cuarto largo ‘Long Lost’ el 21 de mayo-, los suecos Iceage –inusitadamente poseídos por el espíritu de Primal Scream en ‘Vendetta-, Mother Mother, el rocker/soulman de deliciosas maneras clásicas Nick Waterhouse, el maño Calavera –colaboraciones con Amaral al margen, su segundo disco pinta muy bien gracias a temas como ‘Secretos’ y este ‘Sayonara’- y los ya tan veteranos como infalibles The Coral.
Para terminar de poner coto a este nuevo ramillete de “Flores”, señalamos las oportunas reapariciones de artistas femeninas tan distintas como Jorja Smith –‘Addicted’ es ya su tercer single post-‘Lost & Found’, sin terminar de estar claro que pertenezcan a un nuevo álbum- y Lucy Dacus: va tocando dar continuidad a ‘Historian’ y si ‘Thumbs’ es una muestra de lo que viene, pinta de maravilla. Y, sin disco a la vista (el plan sigue siendo editar canciones sueltas), La Habitación Roja lanzaban hace unas semanas la candorosa ‘1986’, que incluye un emotivo guiño a The Smiths como epítome de quiénes y cómo eran hace 35 años. Junto a estas, destaco también tres temas de grupos que, pese a lanzar álbum hace pocos meses, demuestran que lo mejor de ellos puede estar por llegar: Los Telepáticos, Mariallüisa y los británicos Franc Moody.
En 2021 el sonido PC Music continúa vigente aunque ya sea fuera de PC Music para el que fue uno de sus artífices, Danny L Harle. El artista ha decidido fichar por Mad Decent, el sello de Diplo, y allí desarrollar el que se considera su disco de debut una década después de haberse dejado ver por la industria musical. Colaboraciones con Carly Rae Jepsen, con Caroline Polachek, Hannah Diamond o Tkay Maidza aparecen en su portfolio, así como sus sesiones en innumerables lugares, como el Paraíso Festival de Madrid, donde centenares de fans de sus características producciones lo dimos todo cuando se pudo.
Danny L había publicado EP’s y se había involucrado en diversos lanzamientos, pero parece que para el disco largo ha querido esperar a tener algo que decir. ‘Harlecore’ es un disco conceptual inspirado en un espacio digital llamado Club Harlecore en el que los usuarios pueden experimentar la euforia de diferentes maneras. Para ello, cada género musical es representado por «un DJ residente fantástico»: «DJ Danny» nos trae el hardcore edificante, «MC Boing» el rap (se trata de Danny L Harle con Lil Data), «DJ Ocean» el ambient (se trata de Danny L Harle con Caroline Polachek) y «DJ Mayhem» (Danny L Harle con Hudson Mohawke) «lidera un rastro de destrucción con la banda sonora de un charlatán en confrontación».
Toda esta sensación de «euforia» supuestamente integrada, no dividida en «salas» o «dj’s residentes», no es en verdad tan ajena a lo que esperamos de Danny L Harle. En muchos de los casos lo que escuchamos son beats noventeros pasados por los habituales filtros de PC Music: ritmos aceleradísimos, voces agudísimas, beats machacones, tremenda sensación de desenfreno. Los beats pueden ser tan próximos al drum&bass o al jungle que parece que va a aparecer por la puerta del club en cualquier momento un grupo revival tipo Rudimental, por ejemplo en ‘Where Are You Now’. Pero al final los parámetros estéticos que ya hemos asumido por parte de Danny L Harle se imponen.
Como DJ Danny nos entrega los temas con mayor potencial del disco, como el mencionado ‘Where Are You Now’, que abre la secuencia o el single principal, ‘On a Mountain’, un tema de piano cristalino, beats borricos y sintes trance que nunca deja de sonar celestial, místico. La joven Georgia Twinn, que entona dicho tema, repite en una canción de vocación parecida, la espídica ‘Do You Remember’; y tanto ‘Take My Heart Away’ como la final ‘Ti amo’ deben su inmediatez a su asociación con «DJ Danny». Otra cosa es lo accesible que pueda ser una canción en italiano en la que se repite «te amo, heroína» unas 30 veces, y nada más.
Luego, el disco ofrece otras caras: la parte de «confrontación» no lo es tanto pues ya estamos acostumbrados a cosas como ‘Interlocked’, y ‘Shining Stars’ directamente parece una remezcla de Vengaboys (para bien). Lo que podemos llamar «MC Boing» es sobre todo una nota de humor de vocación rapera, como se aprecia en las bobas ‘Car Song’ y ‘Piano Song’, que parece una producción de Fatboy Slim o de piano house pasada de anfetaminas; mientras la euforia a través de la espiritualidad pertenece a los balbuceos aportados por la citada ex cantante de Chairlift. ‘Ocean’s Theme’ es un «océano» en el que parecen convivir los pianos y los pajarillos de Enya con los efectos vocales de Caroline Polachek, que ha venido a colaborar en este álbum tan sólo para estos pequeños cánticos y luego los de ‘For So Long’, más de lo mismo.
Al final el Club Harlecore no es tanto una discoteca de euforia muy bien diseñada, pues cada pequeña sala va un poco demasiado a lo suyo, como sí un paradigma de la diversidad que cabe en el corazón de todos los que compusieron PC Music.
El Hormiguero anunciaba hace unos días en Twitter que Ella Baila Sola serían las invitadas al programa el próximo jueves 8 de abril. Y no se refiere a la formación de Marta Botía y Virginia Mos con la que se editaba un nuevo álbum de Ella Baila Sola en el año 2019 llamado ‘Imanes en la nevera’, ni por supuesto tampoco a la formación previa de Marta Botía y Rocío Pavón que estuvo en activo desde el año 2009 al 2013 (las fechas lo dicen todo). La formación de Ella Baila Sola que se reunirá en el plató de El Hormiguero este jueves es la original, la de Marilia A. Casares y Botía.
Ahora se confirma que Ella Baila Sola se reunirán de nuevo sobre un mismo escenario para reencontrarse con su público y celebrar su 25 aniversario, pues efectivamente su debut salía en 1996. El primer festival en confirmarlas es el Starlite Catalana Occidente, el viernes 18 de junio, y las entradas salen a la venta este mismo martes 6 de abril. Este año en Starlite también actuarán Lionel Richie, Tom Jones, Nile Rodgers & CHIC, Simple Minds, La Oreja de Van Gogh, Miguel Bosé, Nathy Peluso, Bonnie Tyler, Taburete, Estopa, Ozuna, José Luis Perales, Rosario, Alan Parsons Live Project, Raphael y Omar Montes, entre muchos otros.
En los últimos años, las dos integrantes originales de Ella Baila Sola han continuado desarrollando sus propias carreras en solitario: Marilia, con la que tuvimos ocasión de hablar hace unos años, editó en 2017 el álbum de versiones ‘Infinito’ y a finales de 2020 lanzó un único single llamado ‘Hay un ángel en mi habitación’ compuesto durante el confinamiento. Por su parte, Marta sacó en 2015 el disco ‘Martamente’ y también en 2020 editó el single ‘De lejos’. Además, es integrante de la banda Blank Canvas.
Como cualquier aficionado al pop que haya crecido durante los 90 sabrá, Ella Baila Sola fueron uno de los grupos más exitosos de la época en España gracias sobre todo a la repercusión de sus dos primeros discos y al de singles como ‘Lo echamos a suertes’, ‘Amores de barra’ o ‘Cuando lo sapos bailen flamenco’. La formación original de Ella Baila Sola editó tres álbumes de estudio entre 1996 y 2001 antes de disolverse oficialmente por sonadísimas diferencias artísticas.
Godspeed You! Black Emperor han vuelto esta semana con un nuevo álbum que sucede a ‘Luciferian Towers‘ y no va a defraudar a sus seguidores. ‘G_d’s Pee AT STATE’S END!’, que fue escrito en la carretera y grabado durante la segunda ola de la pandemia, es otro álbum de post-rock marca de la casa, que será durante los próximos 7 días nuestro «Disco de la Semana».
El álbum incluye las «suites» habituales, con varias de las pistas formando conglomerados junto a otras sin las cuales no pueden terminar de entenderse. En la cara A, encandila especialmente el paso de ‘Job’s Lament’ a ‘First of the Last Glaciers’, y seleccionamos la primera como nuestra «Canción del Día» para este lunes por lo que tiene representativo sobre el sentido último de esta obra.
Si por título, ‘Job’s Lament’ puede apelar a los derechos laborales, la misma línea siguen las palabras del grupo cuando presentaba el disco, palabras indudablemente procedentes de la era Trump, pero aplicables también al capitalismo feroz que es el presente en Occidente:
«quítale el poder a la policía y dáselo a los vecinos a los que aterrorizan.
termina con las guerras interminables y los demás tipos de imperialismo.
pon impuestos a los ricos hasta que se empobrezcan».
Estructuralmente, ‘Job’s Lament’ es la típica grabación de Godspeed You! Black Emperor que empieza tranquila, pero en la que las cuerdas se van tensando poco a poco, hasta que en un momento al final del tema, la presión es insoportable. Puede ser una manifestación inminente de «antifas» a la que alude la nota de prensa, puede ser el daño que hagan las «armas» para enfrentarse a ella. Simplemente sabrás que el mundo no es el mismo después de esta nueva apisonadora de baterías, guitarras, pedales y arreglos de Godspeed, el grupo que mejor retrató el fin del mundo antes de que lo planteáramos de hecho.
No contento con haber situado su nuevo disco ‘Justice’ y su single ‘Peaches’ en el número 1 de discos y sencillos en Estados Unidos, y con mantenerse en el puesto 2 de las listas británicas con el álbum en su segunda semana; no contento con haber sorprendido con la edición de unas canciones extra de ‘Justice’ hace tan sólo unos días; Justin Bieber publica más nueva música todavía, tan sólo 15 días después de ‘Justice’.
Con motivo de la Semana Santa, y en concreto con motivo del Domingo de Resurrección, ha aparecido en las plataformas de streaming un EP de 6 canciones llamado ‘Freedom.’, cuya portada da buena cuenta de hasta qué punto y a qué horas del día se ha improvisado. ‘Freedom.’ no se compone de descartes de ‘Justice’ sino de unas canciones que se han trabajado estos días y que Justin Bieber ha querido compartir con el mundo. Y sorprendentemente, son relevantes.
Una de las críticas más recurrentes que está recibiendo ‘Justice’, pese a su evidente éxito comercial, es que no contiene nada de «justicia», salvo un interludio con Martin Luther King que suena tan desubicado en la secuencia que ha tenido que ser explicado; y casi nada espiritual, pues lo que ocupa el disco es casi siempre el encuentro con el amor de Justin Bieber. Así que ‘Freedom.’ parece una respuesta a todas esas críticas.
‘Freedom.’ nos llega embadurnado de una mayor influencia gospel y jazz, es decir, ligeramente más cercano al entorno sonoro de Kendrick Lamar y el último Kanye West, en ambos casos, salvando las distancias, pues realmente es muy evidente que se han improvisado estas grabaciones de 20 minutillos de grabación. ‘Freedom.’ no será mejor que ‘Justice’ ni mucho menos alcanzará su impacto comercial. Y sin embargo, hay más chicha en muchos de sus textos que en todos los de ‘Changes’ y ‘Justice’. Las melodías son más sentidas y espontáneas, como sucede en ‘Where Do I Fit In’, con las bonitas voces de Chandler Moore y Tori Kelly acompañando; y los textos no dejan lugar a error: la Semana Santa ha inspirado a Bieber su disco definitivamente espiritual y religioso.
La canción titular, ‘Freedom’, nos habla sobre «ver al Mesías», en ‘All She Wrote’ Brandon Love nos habla de «los besos de Judas», de «perdón», del «sistema penitenciario», de «rezar por Dios y de rezar por lo que deseamos». Y ‘We’re In This Together’ es una de las canciones más confesionales que jamás haya grabado Justin Bieber: «no fue fácil, a los 17 las mujeres se me lanzaban a los brazos, lo que provocó que me volviera imbécil. En la superficie, me sentía como un hombre, pero por dentro me sentía como una lata vacía (…) Hacía cosas estúpidas para gustar a la gente».
Por si no estuviera claro que estamos ante un disco de redención y misericordia, Justin Bieber cierra todo esto con una canción llamada ‘Afraid to Say’ a la guitarra en la que canta emocionado contra la cultura de la cancelación, sobre el derecho a cometer errores: «¿Qué hemos hecho con la sociedad? ¿Por qué todo el mundo está siendo cancelado? ¿No puede haber espacio para la madurez? Dar por perdida a la gente no es la respuesta». Aderezado con discursos leídos, de nuevo, el EP puede que no sea mucho mejor que ‘Justice’ y desde luego nada aquí va a interrumpir el espectacular curso comercial del single ‘Peaches’; pero desde luego en este disco sí prima esa sensación de «JUSTICIA» que en absoluto contenía, en ningún momento, el disco original.
Espanto son el nuevo número 1 de JENESAISPOP con ‘Fotos con las autoridades’, el segundo adelanto del disco que el dúo logroñés publicará esta primavera en Austrohúngaro. Es el segundo top 1 para Espanto en nuestro top tras ‘El último día de las vacaciones’ (2009). Lana del Rey entra poco más abajo con ‘White Dress’, que es número 3. También destacada es la entrada de ‘Streets’ de Doja Cat, mientras Sen Senra y Glüme aparecen en las últimas posiciones. Esta semana ha sido eliminada ‘Physical’ de Dua Lipa, pero ‘Levitating’ continúa en el top 40. Recordad que podéis escuchar la playlist con las 40 canciones del top y las 10 candidatas a entrar de cada semana, así como por supuesto votar por vuestras canciones favoritas, aquí. Los votos son sometidos a una fórmula matemática que beneficia a las novedades y perjudica a las canciones a medida que pasan las semanas.
Entre las joyas descubiertas en la playlist “Flores en el estiércol” de nuestro compañero Raúl Guillén (a punto de renovarse), el nuevo disco de The Lodger. La banda de indie pop, conocida entre los aficionados a este estilo por sus trabajos de los últimos 2000, vuelve después de una década de descanso.
El cantante, guitarrista y compositor principal Ben Sidall presenta un álbum fiel al estilo llamado ‘Cul-De-Sac Of Love’, del que se acaba de estrenar un vídeo para ‘I Don’t Wanna Be It’. En el álbum encontramos canciones de vocación sintética como ‘Stop that Girl!’ e incluso algún ramalazo country como el de la final ‘My Poor Mind’, pero es ‘Dual Lives’ la que sigue siendo nuestra favorita, y por tanto «Canción del Día» para este domingo.
En España el álbum aparece editado bajo el paraguas de Pretty Olivia Records, lo cual dice mucho de su publicación en los márgenes del éxito y la industria: la mencionada playlist de nuestro site es la que más «plays» aporta a The Lodger de todo el globo terráqueo (el vinilo está agotado, eso sí) y no es porque el tema no tenga su potencial.
‘Dual Lives’ apela al pop independiente de los años 80, de los Smiths a Orange Juice, aunque aquí la visión es más arty y actualizada, recordando a otros proyectos infravalorados tipo Field Music. La canción no renuncia a su contagioso estribillo, repetido con dos letras diferentes, si bien manteniendo cierto gusto por lo abstracto en su letra, en torno a una indecisión relacionada con dos maneras diferentes de vivir. La calidez de la voz de Ben Sidall junto al juego acuoso de guitarras y lo que aporta un sintetizador convierten ‘Dual Lives’ en una de las grabaciones más inmediatas del grupo por mucho que solo unos pocos afortunados se hayan enterado.
En ATRESplayer Premium se puede encontrar un programa llamado «Pongamos que hablo de…», en el que se ha analizado la trayectoria de gente como Joaquín Sabina, Pedro Almodóvar, Mecano, Penélope Cruz y Julio Iglesias. El nuevo programa ya disponible está dedicado a Camela y consta de tres episodios conducidos por Iñaki López y dirigidos por Alberto del Pozo.
El primer capítulo se llama «Sueños inalcanzables» y se dedica a los orígenes del grupo y a recordar la historia «a lo Romeo y Julieta» de Dioni y la hermana de Ángeles, Lucía. En este episodio aparecen Cristina Pedroche hablando de su fanatismo por el grupo, y por primera vez la madre de Ángeles. El segundo capítulo se llama «Camelamanía», aparece Alaska y se analiza cómo Juan Antonio Bayona cambió el curso de Camela al dirigir sus videoclips. Y el tercero, «Rebobinando», muestra cómo son Dioni y Ángeles cuando no están en el escenario (por si no os quedó claro viendo ‘Banana Split’), al tiempo que celebra hitos como su actuación en el Sonorama.
Entre las escenas que más han gustado a la audiencia, la versión que Amaia ha realizado ad hoc para este programa de ‘Cuando zarpa el amor’, el que es el mayor éxito de Camela. Pese a lo minoritario de la plataforma, no ha faltado quien la ha compartido en sus redes sociales, mostrando que Amaia se ha llevado este tema totalmente a su terreno. Ahora es una balada a piano como las que le vimos en las galas de OT o presenciamos en sus conciertos, pues ha desprovisto la grabación original de sus arreglos más kitsch. El resultado es espectacular.
Raúl Bernarte parecía que tenía aparcados a Nuevos Hobbies. Ya habían pasado dos años tras su participación en ‘Largos agotadores‘ de El Palacio de Linares, donde ha sido voz principal, y más de tres de ‘Palmeras‘, cuando, al fin, se anunció este ‘Monstruoso’, editado en vinilo entre los sellos Discos de Kirlian y Hurrah! Música. Esta vez, Raúl está acompañado por Borja Alcate, autor también de la música, Alberto de Ema, Xabi Jareño y Javi Induráin.
El título y su enigmática portada, una foto de una escultura de José Castiella, pueden confundir sobre el contenido. Pero Bernarte se mantiene fiel a su línea y nos regala otra colección de canciones bañadas en el jangle, las guitarras y el pop clásico de los 60 y los 80. ‘Monstruoso’ se grabó «entre el verano de 2019 y el inicio de 2020, justo al borde del confinamiento», relatan en su bandcamp. Por esos sus temas aún tienen el brillo de la ingenuidad, de los que esperan que todo mañana vaya mejor.
A primera escucha, parecería que el cómputo de canciones gloriosas se lo lleva ‘Palmeras’. Pero ‘Monstruoso’ contiene pequeños clásicos, de puro brillo pop, construidos con cariño y una claridad y sencillez desarmantes. Es fácil ver a los Beatles o a los Brincos entre sus surcos o ese amor absoluto por los Go Betweens y a los cultivadores del pop de guitarras cristalino. La voz de Raúl es de las que te arropan, aunque sus canciones tengan algún punto ácido; pero siempre gana la bondad y cierta inocencia. El arranque delicioso de ‘No puedo esperar’ es de un precioso clasicismo, pero con esa magia que tan bien sabe sacar a relucir Bernarte. Ahora, esa letra tan ingenua, en que habla sobre nuevos propósitos, se convierte en canto de esperanza post-pandémica. Desarma la melodía tan clara y pegadiza de ‘Monstruoso’, la canción, aunque trae ciertos ecos de desesperanza, a pesar de su alegría sonora y su romanticismo: «me voy a perder en ti aún más, aunque el mundo se vaya a la mierda». Bernarte hace relucir su habilidad para las letras domésticas y que tocan la fibra en ‘Cuando quieras’, junto la voz de Sandra Roncal, nos ofrece invitación al amor reposado, con su deje psicodélico, sus juegos de voces y su emoción trepando: «Los años que pasamos juntos, los tengo grabados a fuego».
Toda esa fe en una manera de entender el pop, nostálgica pero también saltarina, brilla en ‘Cara limpia’, una declaración de amor tan límpida como su título. El tema dedicado a Bob Dylan, ‘Vive Bob’, en que Raúl pide al cantautor que, por favor, nunca se muera, entre guiños a sus letras y a su armónica. También hay reflejos de los Smiths, incluso Prefab Sprout, en ‘Sentado en la esquina de tu cama’. O las estupendas querencias por los Kinks en ‘De mayor’, compuesta por Alberto de Ema; sus inflexiones de voz, cómo fuerza Raúl la letra para encajarla en el estribillo, son una pequeña maravilla. O el ruidoso final de feliz psicodelia con que cierra el disco en la broma-proclama ‘La canción ha muerto’.
‘Monstruoso’ es un disco refugio, de apenas 29 minutos, anclado en un pop clásico y precioso, sin más intención que ofrecernos un ramillete de canciones hermosas. Y como pide Raúl a Dylan, yo también pido que estos grupos y estos discos, por favor que no se acaben nunca.
Semi-hit de los primeros 2000 y a la vez canción de culto adorada en la redacción de JNSP, ‘Ese pedazo de onda’ es una rara isla desierta que refulge solitaria en la historia de la música independiente española. Su aparición en 2000 fue una bofetada de aire fresco en la escena del pop, una canción básicamente de rap pero cantada por un grupo que no venía de la escena del hip hop, sino que nacía bajo el ala iconoclasta del universo Austrohúngaro. Una incursión aislada, con deliciosos tintes surrealistas y que no tendría más continuidad que este EP, aunque derivaría en el proyecto Feria. Desde entonces no ha habido nada parecido en la escena del pop nacional, y eso hace que Les Biscuits Salés resulten, en la distancia, algo cada vez más singular.
Para los versados en los proyectos de Manolo y Genís, Les Biscuits Salés no eran novedad cuando apareció ‘Ese pedazo de onda’: el recopilatorio ‘Lujo y Miseria’ de 1997 ya incluía dos canciones de la banda, que apuntaban claramente a los dos ejes que sostendrían sus futuras creaciones: pop melódico y sofisticado (‘Recuerdos de Suiza’) y descaro un poco rap-pop, un poco punk electrónico (‘No sé’). El grupo lo habían formado hacia 1996 cuatro amigas de Barcelona, (Marta, Helena, Elisa y Araceli), que empezaron a juntarse en un local para hacer música. Mientras aprendían, se dedicaban a cambiarle la letra a canciones que les gustaban, añadiéndoles los temas que les interesaban a ellas, y pasando de lo que decían originalmente. Poco tiempo después conocen a Genís Segarra (Astrud, Hidrogenesse), quien les echa una mano para plasmar ese torrente de ideas que tenían.
Para su vertiente interesada en crear cosas bonitas y refinadas Genís pide a Manolo (Astrud) que se invente melodías exquisitas, y para su faceta más insolente y directa empiezan a crear bases tipo hip hop. El primer disco de 7 Notas 7 Colores acababa de salir y les encantaba tanto a la banda como a sus mentores. A las cuatro amigas les gustaba mucho también bailar en las discotecas música de baile chillando rimas que se inventaban, estribillos estupendos para canciones techno, y frases sueltas que acabarían siendo letras de canciones como ‘No sé’.
Después de su debut en ‘Lujo y Miseria’ el sello madrileño de hip hop SuperEgo/Yo Gano (que había sacado ‘Hecho, es simple’ de los 7 Notas) les propone grabar un single o un disco, y crea un subsello llamado Piérdete para sacarlo. La banda decide de momento hacer un CD-single de tres temas que con medios muy rudimentarios graban directamente en el disco duro de un ordenador en la habitación de Genís. Así se gestan estas tres históricas piezas, para las que mantienen el modus operandi de ‘Lujo y Miseria’: una canción bonita con melodía de Manolo (‘Me parece muy bien’), una canción descarada (‘Ese pedazo de onda’), y además una versión de ‘Into the Groove’ de Madonna que ellas cantaban con otra letra, dando un repaso a sus manías y sus ocurrencias.
‘Ese pedazo de onda’ sería la elegida como estandarte del EP. Algo entendible al escuchar la canción, una sucesión de hilarantes observaciones ácidas, costumbrismo del mundo veinteañero de cambio de milenio, frases surrealistas y metarreferencias a sus propias canciones, despachado todo ello con un afiladísimo tono insolente -propio de una canción de hip hop- sobre una base tremendamente original. A lo largo de la canción la frases que rajan (“La gente se ríe de tu aspecto de muñeca rota y tonta, estás RIDÍCULA / Nada que ver con mis horquillas heredadas y bambas que brillan, ese es mi estilo, LUJO DEPORTIVO”) evolucionan en una evidente burla de la estética tontipop (“¿se os cae la baba con una niña de esas que bailan como retrasadas mentales y cuando hablan son peor? / ¿Te haces pajas con alguien que se viste de Heidi?”) para finalmente vacilar al oyente masculino con ese legendario “¿qué pasa, no te gusta cómo hablo, lo que digo? / ¿Te gustaría más suave, más despacio, más así, como si te estuviera comiendo la polla? (…) No me pongas tu capullo delante porque te lo arranco, CAPULLO, con los dientes / No soy tan fácil”. Versos brutalmente inéditos en los medios y canales en los que aquel lejano año 2000 sonó la canción.
En esos 3 minutos 54 segundos que dura ‘Ese pedazo de onda’ Les Biscuits Salés ponían sobre la mesa la promesa de algo nuevo, tan fascinante como -desgraciadamente- sin continuación, porque el esperable álbum que debería haber seguido a este adelanto nunca llegó. Habría sido histórico un disco entero de hip hop bizarro, con costumbrismo pero el de otro tipo de fauna completamente distinta: música urbana, pero de la urbe indie, de la gente que compra en Zara y que se emborracha en las discotecas cada fin de semana y se lo pasa genial hablando de sus odios y sus intereses. Lo heterogéneo y original de las bases también prometía mucho a nivel estilístico: hay quien hasta ha visto en ‘Ese pedazo de onda’ una especie de precursor del electroclash que poco tiempo después se haría ubicuo.
La propuesta tenía potencial. Comenta Genís que el tema “tuvo un impacto que no esperábamos”. Al haber sido publicado por un sello potente con buena distribución sonó y se coló en lugares insospechados. “Recuerdo que alguien nos dijo que sonaba en el hilo musical de una zapatería de Paseo de Gracia. ¿Eso era el mainstream? Nos sorprendió el impacto porque lo habíamos hecho todo tan precario… pero la verdad es que sabíamos que no había nada igual y esperábamos que, en cuanto saliera, la gente diría ‘¡Qué?’”.
Por desgracia la cosa acabó ahí, aunque en 2005 la aparición del disco de Feria (las Biscuits Salés menos Araceli) fue una gran alegría para los fans. La banda ya era una cosa diferente, pero su punto ácido y las divertidísimas observaciones se mantenían intactas, y el lado sofisticado del proyecto claramente había crecido (algunos de los arreglos eran realmente exquisitos). Incluso los atisbos de su lado más desvergonzado, aunque más contados, eran especialmente deliciosos y surreales (“¡aborto sí, tempura ya!”), siendo su versión del ‘No Comment’ de Gainsbourg quizá lo que más recordaba al proyecto original.
Las menos de 2000 vistas de un vídeo que lleva en Youtube siete años parece prueba inequívoca de que toca reivindicar ‘Ese pedazo de onda’, a las propias Biscuits Salés, y que se hable de ellas de una vez en JNSP. Lo merecen.
‘Ese pedazo de onda’ suena en Popcasting #379 de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.
Tras su estreno el año pasado en el canal TNT, donde pasó un poco desapercibida, HBO España reestrena ‘Raised by Wolves’. La serie, que ya tiene confirmada la segunda temporada, está creada por Aaron Guzikowski, conocido por el guión de ‘Prisioneros’ y la serie ‘The Red Road’, musicada por Ben Frost, y producida por Ridley Scott, quien además dirige los dos primeros episodios, y cuya influencia en la serie, sobre todo visualmente, es enorme. Además, el hijo de Ridley, Luke Scott, dirige otros tres, por lo que todo queda en casa.
Lo mejor de ‘Raised by Wolves’
El magnífico episodio piloto resume todas las virtudes de esta serie. Una de ellas es el espectacular diseño de producción. La historia se desarrolla en el futuro y en otro planeta (el exoplaneta real Kepler-22b, descubierto en 2011), por lo que se han recreado, con una mezcla muy armónica de clasicismo y modernidad, multitud de escenarios, tecnologías y personajes. Unos motivos visuales muy atractivos y muy bien utilizados dramáticamente, en los que se puede rastrear la influencia de clásicos como ‘Dune’, ‘Zardoz’ y de gran parte de la obra de ciencia ficción de Ridley Scott. El más evidente, que es casi un guiño a ‘Alien’, es la sangre blanca de los androides.
Estos androides, “Madre” y “Padre”, son otro de los puntos fuertes de la serie. Sobre todo Madre (todo un descubrimiento la actriz danesa Amanda Collin). Una especie de Eva futura (según la novela de Villiers de l’Isle-Adam), con aspecto de Ziggy Stardust, que protagoniza las mejores secuencias de la serie. Tanto las de acción (atención al final del primer episodio) como las dramáticas (los encuentros con su creador, sus experiencias con la maternidad…). Un personaje complejo, lleno de matices, que articula toda la historia y nos hace preguntarnos aquello de: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”.
El tercer punto destacado de ‘Raised by Wolves’ es la cantidad de ideas sugerentes que son enunciadas: el conflicto entre la religión y el ateísmo, los límites de la inteligencia artificial, el futuro (posapocalíptico) de la humanidad, la colonización de otros planetas, la supervivencia en un entorno hostil, la crianza de los hijos… Otra cuestión es cómo están desarrolladas esas ideas.
Lo peor de ‘Raised by Wolves’
Tras los dos primeros capítulos, la serie empieza a flojear. La trama comienza a perder interés; las ideas, cada vez menos atractivas (hay mucho refrito bíblico y mitológico), no terminan de conectarse adecuadamente; la evolución y motivaciones de algunos personajes resultan artificiales, en particular el de Marcus (encarnado por un histriónico Travis Fimmel, el protagonista de ‘Vikingos’); los niños, que ya eran un poquito molestos, empiezan a resultar insufribles; los androides “sienten” más de la cuenta (la discusión por “los celos” se la podían haber ahorrado)…
Aunque sigue teniendo buenos momentos –la visualización de los recuerdos de Madre, su embarazo a lo Cronenberg-, la serie está a punto de caerse por uno de esos agujeros que atraviesan todo el planeta. El problema es que cuando la estructura narrativa de un relato no es capaz de sostener la atención del espectador, este empieza a perder la suspensión de la incredulidad y a hacerse preguntas incómodas para el guionista: ¿por qué no usan el lander desde el principio? ¿Por qué los mitraicos no se llevaron a algún necromancer? ¿Cómo se alimenta el violador con ese casco? ¿Cómo es posible que un androide reprogramado se acuerde de su propia reprogramación? ¿Por qué el planeta parece muy extenso cuando van volando y como el parque de mi barrio cuando van andando? ¿Por qué el lander parece el silbato de un árbitro y los mitraicos abertzales?
C. Tangana no lanzó edición física de ‘Ídolo‘, su primer disco, quizá para mandar un mensaje sobre la contemporaneidad de su proyecto, nacido a mediados de la década pasada y curtido en la moda trap y urbana del momento, y dirigido a una generación que ya no recuerda qué es un CD (un saludo a David Broncano). Esto significa que nadie en España posee ‘Mala mujer’ en una edición física que poder reproducir en un equipo de música. Solo existe en la nube. Toda una inversión de cara a futuras reediciones. ¿Nos vemos en 2027?
‘El Madrileño‘ es otra cosa. Un disco basado en la tradición, en el folclore, en la nostalgia por la España inmediatamente previa a la globalización y la consolidación de internet, para la que sí se ha editado un CD porque la ocasión lo vale. La estética que ha inspirado a Pucho es la española de los bares de pueblo, y por ejemplo el merchandising de esta era incluye camisetas con el tracklist apuntado en la espalda como si fuera una servilleta. La música apunta a la tradición flamenca y latinoamericana, pero también al pop-rock y al flamenquito de Los 40 Latino, de Joaquín Sabina a la colaboradora La Húngara. Escuchas ‘Muriendo de envidia’ y vuelves al año 2002. Casi le ha faltado sacar una «edición pirata».
A espera de que ‘El Madrileño’ vea la luz en vinilo (sale el viernes 16 de abril según indican las webs de Fnac y La Casa Del Disco, donde aparece ya listado a un precio de 20,99 euros), el CD representa una digna compra con la que tener en manos el disco más vendido del país. Se trata de un suculento «digipack» que se despliega en cinco mitades: el anverso presenta portada, contraportada y las tres pinturas que Ivan Floro ha realizado para las cubiertas de ‘Demasiadas mujeres’, ‘Tú me dejaste de querer’ y ‘Comerte entera’, y el reverso despliega a lo grande el logo de ‘El Madrileño’ y la secuencia de temas y colaboradores. El diseño gráfico ha sido ideado por Realmente Bravo.
En cuanto al libreto, este se compone de un póster rectangular del retrato de C. Tangana que aparece en la portada en la parte de delante (¿alguien llega a colgar este tipo de pósters?), y en la de atrás se han dispuesto sin más misterio letras y créditos. Nada interesante que contar que no se sepa ya: ‘Cuándo olvidaré’ lista a Dios y la madre porque aparte de utilizar un fragmento de una entrevista que Pepe Blanco concedió a RTVE en 1978, samplea ‘Slide’ de H.E.R, una canción que cuenta con numerosos co-autores. Curiosamente, el libro no incluye texto de agradecimientos.
La edición en CD de ‘El Madrileño’ suena maravillosamente bien en un buen equipo: en cuanto a producción es un disco de su tiempo, y por ejemplo los beats no suenan igual en un equipo que en Spotify, sino mucho mejor; pero es que las palmas de ‘Ingobernable’ son una verdadera fiesta escuchadas como merecen. Desde luego, la escucha de ‘El Madrileño’ es más enriquecedora que su sencilla edición, donde lo mejor son las pinturas, pero no está mal que Pucho haya pasado de editarlo mediante la típica caja de plástico barata de turno. Un «digipack» es más elegante y, tal y como ha salido al mercado, el CD casi parece una edición deluxe.
Masked Wolf es otro de esos artistas noveles que han sido agraciados por un tema viral. El rapero australiano lanzó ‘Astronaut in the Ocean’ en 2019, pero es en los primeros meses de 2021 cuando se ha terminado de convertir en uno de los mayores éxitos de pop en todo el mundo: actualmente es número 3 en la lista global de Spotify solo por detrás de ‘Peaches‘ de Justin Bieber con Daniel Caesar y Giveon y ‘MONTERO (Call Me By Your Name)‘ de Lil Nas X, y número 10 en Mediatraffic, que contabiliza no solo reproducciones por streaming sino también ventas digitales y rotación en radios.
‘Astronaut in the Ocean’ es un tema de trap-pop ligerito que empieza y acaba con el estribillo, enganchando desde el segundo cero y dejando con ganas de más. En medio, Harry Michael (así se llama en realidad Masked Wolf) se queda a gusto soltando barras por las que puede ser comparado con Eminem por su rapidez. El sonido global de ‘Astronaut in the Ocean’ es oscuro, pues el tema incorpora el sonido de unas guitarras y efectos electrónicos que parecen buscar un efecto «nu-metal» (como también su single ‘Speed Racer’), y la temática de la letra también lo es, ya que habla sobre la depresión, en concreto sobre un periodo en la vida de Michael en que este se sentía «estancado en un lugar de ansiedad y de sentirme muy bajo». De ahí, la metáfora del título.
Como es obvio, la extraña estructura de ‘Astronaut in the Ocean’ (estribillo-verso-estribillo) está perfectamente diseñada para viralizarse, pues el tema dura exactamente 2 minutos y 12 segundos. Tampoco necesita nada más ni parece incompleto. Sí acusa cierta artificialidad en su composición, como si buscara ser el nuevo ‘Old Town Road’ o sobre todo el nuevo ‘ROXANNE’, ese éxito de Arizona Zervas que arrasó el pasado año y del que ya nadie parece acordarse. El rapero posee un «flow» demasiado bueno como para quedarse en un «one-hit-wonder», pero ‘Astronaut in the Ocean’ no logra desprenderse de cierto tufo a «hecho en un laboratorio».
Bree Runway es una cantante y rapera británica que te sonará si has visitado nuestros foros en alguna ocasión de los últimos meses, ya que la artista no solo ha sido propuesta en JNSP Song Contest por los foreros que participan, sino que además cuenta con su propio hilo. Así es el «hype» que está generando Bree entre nuestros lectores (y entre el público, Bree cuenta con más de 500.000 oyentes mensuales en Spotify) gracias no solo a la pegada de singles como ‘All Night’, ‘LITTLE NOKIA’ o ‘ATM’ con Missy Eliott, sino también a la espectacularidad de sus videoclips, de elevado presupuesto.
La artista huye de etiquetas, pero cita abiertamente entre sus influencias tanto a Lil’ Kim como a Britney Spears, tanto a los Neptunes como a Lady Gaga, tanto a Kelis como a Madonna, tanto a Queen como a la mencionada Missy Elliott. Y aunque Brenda Wireko Mensah también ha lanzado algún single de trap o de hiperpop (ha trabajado con EasyFun o Brooke Candy), o ha estado en el estudio con MNEK u Olly Alexander de Years & Years, se nota que sobre todo está obsesionada con el pop, el R&B y el hip-hop de los años 2000 o con aquellos hits que fusionaban todos estos estilos: su mixtape de debut se titula ‘2000AND4EVA’, su mayor éxito ‘All Night’ parece de Ne-Yo o de la primera Rihanna y su nuevo single samplea un tema de Busta Rhymes de 2006. Es hoy la «Canción Del Día».
‘HOT HOT’ basa su contundente base rítmica en la de ‘Touch It’ de Busta Rhymes, un tema de hip-hop y de la Costa Este que a su vez samplea ‘Touch It’ de Daft Punk. Lo que hace Bree Runway con él es transformarlo en un pepino de R&B-pop de lo más adictivo por la pegada de su estribillo «ride that boy face like a Yamaha / ride it real fast like a foreign car / I’m a big deal, he like «Oh my god»» que podrían haber interpretado su admirada Kelis o incluso las Pussycat Dolls. Entre menciones a Kate Moss o a Trey Songz, lo que ofrece Bree es un himno para el autoestima en tiempos de confinamiento.
Explica Bree: «La pandemia no ha sido buena para cabeza, pasar tiempo dentro de casa, todo el día en chánda… ha sido complicado sentir que estás buena. ¡Espero que este tema ayude! Normalmente para mí, (lanzar este tipo de temas) significa reafirmar mi poder y creer en mí porque nunca lo vas a poder hacer como yo. Quiero que mis fans nunca tengan miedo de potenciarse a sí mismos, ellos son la hostia y no necesitan esperar a que nadie se lo diga».
El videoclip de ‘HOT HOT’ vuelve a presumir de «budget» para situarse en los mundos futuristas y coreografiados de TLC, Christina Millan (con referencia explícita al vídeo de ‘Dip it Low’), Lady Gaga, Beyoncé o Jessica Simspon.
Si estuviésemos jugando al Trivial, “cantante israelí con un hit llamado ‘Toy’” sería una buena forma de despistar al otro. Pero Netta y Noga Erez no pueden ser más distintas, tanto en su música como en sus ideas políticas; es imposible hablar de Noga Erez sin hablar de sus opiniones porque tiñen gran parte de sus canciones. Y aún más en este segundo álbum, que llega cuatro años después de ‘Off the Radar‘, y cuyos temas van de la pérdida de seres queridos a la ambición, pasando por la pandemia, y evidentemente el conflicto entre Israel y Palestina, pero sobre todo el hartazgo generacional de los “kids” del título. “Realmente va de una generación pasando algo a la siguiente, de la responsabilidad que nos da eso como seres humanos”, cuenta Erez a PAPER.
De nuevo en el sello City Slang, y de nuevo con Ori Rousso -pareja tanto artística como sentimental- en la producción, la artista cita como influencias para ‘Kids’ a Radiohead, Kendrick Lamar, PJ Harvey, Gorillaz, Missy Elliot, Lauryn Hill o Blur. Casi nada. Hace bien en mencionarlas porque en varias ocasiones ese peso se hace muy obvio: ‘VIEWS’, la colaboración con Reo Dragun sobre el postureo en redes sociales, recuerda claramente a Gorillaz, la cercana al spoken word y con toques de psicodelia ‘Candyman’ a Radiohead, y ‘NO news on TV’ directamente hace una referencia al ‘Alright’ de Kendrick, por citar algunos ejemplos. Son parecidos que se le pueden sacar aparte del constante que hay con M.I.A. (es la comparación que siempre se le hace a la pobre Noga), aparte de otros que no están entre esos nombres y que resultan curiosos: por ejemplo, en varios temas hay pinceladas de pop rock dosmilero y hasta de Lily Allen (‘Cipi’ o la mencionada ‘NO News on TV’).
Casi la mitad del disco ya la conocíamos por singles, y es algo que no ayuda mucho a un álbum que peca un poco de irregular. Noga y Rousso (que esta vez también interviene vocalmente en ‘VIEWS’, ‘Story’ y ‘NO News on TV’) mantienen una producción por lo general feísta, como es el caso de ‘Knockout’ -que, si no me equivoco, cuenta hasta con castañuelas-, a veces más simplona como es el caso de ‘End of the Road’ (donde, curiosidad, tenemos un sample con la madre de Noga), y a veces más certera como en ‘Swith me Off’, donde la electrónica minimalista de las estrofas contrasta con la distorsión de sus estribillos: ésta es la canción de 007 que esperábamos de Billie Eilish y no una versión descafeinada de Lana del Rey (‘no time to die’). También son un acierto ‘Story’, con uno de los mejores estribillos (y pre-estribillos) del disco, o dos de los temas más políticos: ‘KIDS’ y ‘Fire Kites’. “Peace is dead, now rest in peace” canta en la amarga ‘KIDS’ junto a Blimes Brixton, donde hace además referencias a la situación de Israel, a las protestas contra Netanyahu e incluso a la Guerra de los Seis Días.
Por su parte, ‘Fire Kites’ vuelve a ambientarse en el conflicto con Palestina con Noga intentando ponerse en la piel de chicas de Gaza que viven su adolescencia como pueden y que además lanzan esas cometas, con la intención de mostrar lo descompensado de esa guerra. En general, ‘KIDS’ es un paso firme en la carrera de Noga Erez, similar a la calidad de su debut, pero sin llegar a destacar del todo. Quizás cambios en la producción de cara al siguiente álbum redondeen el talento que desde luego tiene la israelí para expresar con honestidad sus preocupaciones y los sentimientos de buena parte de su generación.
Este viernes 2 de abril se estrenan en Movistar+ los primeros episodios de la segunda temporada de ‘Merlí. Sapere Aude’, el spin-off de la exitosa serie catalana que se viralizaba fuera de la TV3 a lo largo de sus 3 temporadas, y con buenos motivos. Centrada ya en el personaje de Pol Rubio, y en concreto en sus años universitarios como estudiante de Filosofía, la serie acusaba cierto desgaste, algo normal teniendo en cuenta que estábamos ante el 4º año en total de lo que podríamos considerar una serie de autor (Héctor Lozano), si bien conservando algunas de sus bazas, que es más o menos lo mismo que podemos decir de esta «5ª temporada». Analizamos los pros y los contras de estos 8 capítulos, que serán los últimos, sin «spoilers».
Contras:
1.-La filosofía ya no importa: Las clases de filosofía de un instituto sirvieron originariamente de base para el éxito de esta serie. Como en ‘El club de los poetas muertos’, un profesor conseguía motivar a una generación de jóvenes con sus conocimientos y un poco de psicología inversa. Los estudios de Pol Rubio tienen lugar en la Facultad de Filosofía, el personaje de la Bolaño (María Pujalte) promete… pero como en la temporada anterior, no terminan de saltar las chispas. Como si el creador de la serie no hubiera querido ahondar en otros pensadores o como si estuviera cansado de todo esto, los dilemas éticos han pasado a ser superfluos y residuales. El clímax de la serie en ese sentido no termina de llegar, aunque prometiera.
2.-La conciencia social tampoco: Movistar+ ha venido promocionando la segunda temporada de ‘Merlí. Sapere aude’ llamando la atención sobre el «plot twist» que se nos presenta en el primero de estos nuevos capítulos. Por momentos parecemos estar ante la temporada de mayor conciencia social de «Merlí», un giro que mantiene al espectador enganchado a lo largo de estos 8 últimos capítulos (sobre todo los primeros)… pero que al final tampoco aparece especialmente bien desarrollado. La atención del espectador irá decayendo un poquito, por eso.
3.-Ni los novios de Pol Rubio: Mediante un flashforward de ‘Merlí’, un buen día llegamos a averiguar qué futuro aguardaba a todos los personajes que nos importan de la serie, incluido el de Bruno, que ya se informó de que no aparecería esta temporada. De esta manera, todo lo que rodea a la vida amorosa de Pol Rubio resulta algo anticlimático.
A esto no contribuye que la gran baza de la temporada sea la incorporación de un carpintero interpretado por Jordi Coll: parece que se ha destinado más tiempo a la peluquería de su melena y a su vestuario supuestamente desgarbado y salvaje que a desarrollar algo más de un par de líneas de su vida.
Pros:
1.-Los secundarios más veteranos: Si algo se mantiene en ‘Merlí’ es el cuidado de algunos de sus secundarios. Hay algo desaprovechado en el personaje de Eusebio Poncela, y le vemos en escenas desiguales (esa actuación) y poco creíbles (su amistad con la Bolaño), pero sólo por las posibilidades que encierra su local, por el uso del verbo «llorir», y por contraponer a generaciones tan distintas como la suya y la del Pol Rubio, su incorporación es un sí. Mención aparte para la inexplicable sitcom que lía el guión entre Carmen Conesa y Boris Ruiz. ¿Creo que funciona?
2.-El uso contenido de la música: Por lo que coquetea, sobre todo últimamente, con ser una serie adolescente más, una telenovela tipo ‘Élite’, se agradece que la banda sonora de ‘Merlí’ no sea una playlist de aspiraciones millonarias con el indie, el trap y el reggaetón de moda, todo mezclado a la vez. La música de ‘Merlí’ puede ser un poco relamida, pero se agradece la contención cuando se trata de música pop. Adivinamos que a Héctor Lozano le gusta mucho La Casa Azul. Le gusta mucho, quizá incluso demasiado. Pero eso es todo.
3.-El final definitivo: El creador de la serie ha informado de que no habrá continuación para ‘Merlí. Sapere Aude 2’, pues considera que aquí ha de acabar un «viaje que ha durado muchos años». El capítulo final, bastante fantasioso, y el WTF de la última escena, no son el mejor punto y final que me puede venir a la mente; pero hay que reconocer que esta última temporada de la serie logra enganchar y dejar un agridulce sabor de boca, igual que las demás, sin necesidad de grandes aspavientos, trucos ni dramáticos cliffhangers.
Con toda la calma del mundo asistimos en su día al crecimiento de un grupo de adolescentes en el instituto, a las muertes de algunos personajes que parecían fundamentales en sus vidas, y de la misma manera ahora contemplamos cómo desarrollan sus vidas acercándose a la vida adulta, como todos hicimos, ya junto a otras personas. Es un acierto que ahora se ponga el punto y final aquí: sin pensar mucho vienen a la mente mil y una maneras de exprimir esto un par de años más hasta llegar a ese futuro que ya conocimos. Pero no las habrá. La serie sabe cerrarse así, no en lo más alto, pero sí con resquicios de lo grande que fue y de todo lo bueno que nos dio.
Paul Simon ha vendido su repertorio a la editorial Sony Music Publishing por una cifra que no ha sido desvelada, pero que por supuesto se estima multimillonaria, en torno a los nueve dígitos. El integrante de Simon & Garfunkel y estrella por cuenta propia de los años 60 y 70 sigue los pasos de multitud de artistas veteranos como Bob Dylan, Neil Young, Stevie Nicks (que ha cedido el 80% de su cancionero), Blondie, Shakira o incluso Imagine Dragons, los cuales también han vendido recientemente sus catálogos a fondos de inversión.
El repertorio de Simon es otra mina de oro para las editoriales musicales pues incluye clásicos del tamaño de ‘The Sound of Silence’, ‘Bridge Over Troubled Water’, ‘The Boxer’ o ‘Mrs. Robinson’, así como ‘Homeward Bound’, ‘I Am A Rock’, ‘Me and Julio Down by the Schoolyard’, ’50 Ways To Leave Your Lover’, ‘Still Crazy After All These Years’, ‘You Can Call Me Al’, ‘Graceland’, ‘Diamonds on the Soles of Her Shoes’, ‘Kodachrome’ o ‘Late in the Evening’. De los primeros trabajos de Simon & Garfunkel hasta el último álbum en solitario de Simon, ‘In the Blue Light’, editado hace tan poco como en el año 2018.
Existen diversas razones por las que este tipo de artistas -con décadas de trabajo a sus espaldas, a excepción de algún grupo contado- está vendiendo todas y cada una de sus canciones a las editoriales. Según Billboard, la consolidación de la música reproducida por streaming ha provocado un «auge en las valuaciones de la música grabada y las de sus derechos», en parte debido a la pandemia, pero también porque la música grabada es considerada un tipo de acción impermeable a las recesiones, «como el alcohol», por lo que invertir en ella suele ser una apuesta segura.
A partir de que una editorial se hace con los derechos de publicación de un repertorio, puede sacarle provecho de diversas maneras, como licenciar canciones para anuncios o películas, o incluso producir sus propios espectáculos en los que dichas canciones serán utilizadas. Y como muchos de estos repertorios son clásicos, de nuevo, el riesgo es menor para las dos partes. He aquí la diferencia con el 99% de la industria musical: el resto aún depende de los conciertos para subsistir ya que la música grabada ya no produce ingresos significativos y no lo ha hecho desde hace mucho tiempo. Este tipo de decisiones afectan solo a los más privilegiados.
Por otro lado, no se puede pasar por alto que la mayoría de artistas que se están sumando a esta práctica cuentan edades ya avanzadas, de modo que estarían facilitando un futuro proceso de gestión de sus herencias. De hecho, Dolly Parton ha asegurado que está considerando vender su catálogo por motivos de «negocios, planificación patrimonial y asuntos familiares», y David Crosby también ha sido muy franco al respecto: «No puedo trabajar, el streaming me ha robado el dinero que obtengo de las grabaciones, y tengo una familia a la que cuidar y una hipoteca que pagar, de modo que es mi única opción».
Lil Mariko es una artista inclasificable que se dio a conocer junto al productor Full Tac con los singles ‘Where’s My Juul?’ y ‘Don’t Touch’, este último formando parte de
su disco debut homónimo junto a otras 6 canciones nuevas, todas ellas sexualmente muy explícitas y con unas letras divertidísimas. Su música mezcla sonidos característicos del trap, el techno, el hiperpop y hasta el metal.
Una combinación imposible pero que funciona gracias a su carisma y a la desvergüenza con la que canta todo tipo de burradas a lo CupcakKe, pero mientras que la autora de ‘Deepthroat’ combina temas sexuales con otros más sociales, Lil Mariko nunca parece tomarse su música en serio. Y ese es precisamente su punto fuerte.
En ‘Catboys’ es una dominatrix que fantasea con sodomizar a chicos vestidos de gato. Tal cual suena. “A esta zorra le encantan los catboys / enséñame ese culo, chico” es la primera lindeza que escuchamos y que sirve como estribillo. “Tengo juguetes para mis gatitos”, “Me pongo el traje de sirvienta/ penetro a un simp con una pistola” o “No, no puedes fertilizar este óvulo, date la vuelta y sé penetrado” son algunas de las hilarantes frases que se pueden escuchar a lo largo de la canción.
El único objetivo de esto es pasárselo bien, pero Lil Mariko demuestra no solo ser una rapera muy ingeniosa y capaz sino que también encuentra sonidos muy interesantes como ese beat oscuro al estilo drill que aporta un magnetismo inmediato. La canción está en un continuo crescendo hasta llegar a un desquiciado y sorprendente último estribillo cantado con gritos tipo “screamo”. El contraste entre la agresividad de su voz y lo que está diciendo es sencillamente delirante y genial. ‘Catboys’ es una absoluta bizarrada muy adictiva con la que Lil Mariko no nos da otra opción que no sea someterse a ella. La generación Tik Tok viene fuerte.
Demi Lovato publica hoy viernes su nuevo disco, ‘Dancing with the Devil… the Art of Starting Over’, muy esperado por sus fans por lo que supone que la cantante haya podido volver después de lo duros que han sido sus últimos años. El vídeo de ‘Dancing with the Devil’, un tema muy James Bond pero no para demasiado bien, ha sido estrenado a la vez que el disco y representa el ingreso hospitalario de la cantante, a la que puede verse entubada en una cama de hospital.
El trauma de Demi y su recuperación han inspirado las letras de ‘Dancing with the Devil… the Art of Starting Over’, pero en lo musical, el disco ofrece una diversidad interesante. El tema con Ariana Grande, ‘Met Him Last Night’, no es un bombazo ni mucho menos, pero no está mal: su mezcla de ritmos de trap, violines plañideros y sintetizadores retro sienta bien a ambas. Podrá ser un hit debido a su posicionamiento en las playlists pertinentes, pero lo mejor de ‘Dancing with the Devil… the Art of Starting Over’ es que se adentra en estilos un poco menos obvios.
Versión de ‘Mad World’ de Tears for Fears aparte, en clave lacrimógena, el disco de Demi coquetea con el sonido indie de los 90 (‘Carefully’), el bedroom-pop (‘The Kind of Lover That I Am’) o el country-pop a lo Kacey Musgraves (‘The Way You Don’t Look at Me’). Uno de los temas más esperados, ‘Melon Cake’, sobre los «pasteles» de melón que Demi solía comer por su cumpleaños porque su familia quería que perdiera peso, tiene un punto a ‘Cool’ de Gwen Stefani y, por tanto, a The Go-Go’s, y ‘Lonely People’ remite al synth-pop llenaestadios tipo fun. o Bleachers.
Las primeras reacciones a ‘Dancing with the Devil… the Art of Starting Over’ son mayormente positivas pero con algún que otro pero: la voz de Demi seguirá siendo escalofriante para algunos e indigesta para otros, sobre todo al escuchar baladones como ‘Anyone’, que abre la secuencia a pesar de que el disco incluye una «intro» que ha sido colocada en la pista 4 (?). En este disco de 19 canciones, Demi no parece haber logrado una trabajo unificado, pero quizá lo mejor es que no hay «skips» demasiado obvios esta vez: no hay singles históricos pero tampoco grandes despropósitos.
¿Su mejor disco? ¿Era muy difícil? En los foros de pop así lo consideran algunos, mientras otros apuntan para mal su «inflada» secuencia, la ausencia de ‘Sober’ o la calidad inferior de un puñado de cortes. Entre lo mejor, aparte de las influencias, que las composiciones suenan especialmente maduras, la voz de Demi más controlada, e incluso ciertos arreglos como el de ‘Easy’ o la versión de ‘Mad World’ son destacados para muy bien. En próximos días, nuestra valoración del disco.
Este viernes 2 de abril se edita el nuevo álbum de Demi Lovato, ‘Dancing With The Devil… The Art Of Starting Over’ (con colaboración de Ariana Grande), y otro lanzamiento importante de la semana es el nuevo trabajo de los veteranos Godspeed You! Black Emperor, ‘G_d’s Pee AT STATES END’. También es posible escuchar desde este viernes los nuevos discos de The Fratellis, Flock of Dimes, Dry Cleaning, Bryce Dessner (un directo), Funzo y Baby Loud, Lil Tjay o el nuevo EP de Foxes.
Entre los estrenos destacados de la semana, el nuevo single de Olivia Rodrigo, que no es el rompepistas que algunos esperaban después del baladón, sino un tema de corte alternativo. Junto a este, destacamos especialmente las nuevas entregas de Los Vinagres, Poté con Damon Albarn, The Crab Apples, Ruiseñora con Le Parody, Marcos y Molduras, Tommy Cash, Dayglow, Waxahatchee o The Voidz.
A lo largo de la semana hemos podido catar el regreso de Garbage, hoy jueves ha lanzado Robe de Extremoduro el primer adelanto de su próximo disco en solitario, y también ha sido posible escuchar el primer avance del disco conjunto que Jehnny Beth de Savages y Bobby Gillespie de Primal Scream publicarán en julio, así como el popero nuevo single de Wavves. Mejor aún, My Bloody Valentine han vuelto a las plataformas de streaming e incluso han hablado de nueva música.
Desde hoy viernes puedes escuchar también lo nuevo de Iggy Azalea (single doble, entre ellos un «Kream 2.0.» que puede ser «grower»), Dinosaur Jr., Pond, la revelación CHAI, Half Waif, Sons of Kemet, una versión de Sharon van Etten por Courtney Barnett y Vagabon o Bree Runway, además de las nuevas propuestas de Lola Indigo, RVFV, Ovy on the Drums (productor de Karol G), Ruggero, Susana Cala, Sara Socas o David Rees o un curioso remix de Danny Elfman por Zach Hill de Death Grips.
Evanescence han firmado algunas de las mejores canciones de rock de los últimos 20 años. El problema es que la mayoría, por no decir todas, están contenidas en su álbum de debut, un ‘Fallen‘ que no por nada vendió 17 millones de copias a nivel mundial (3 más que ‘Back to Black’): es uno de los discos más vendidos del siglo XXI. ‘Bring Me to Life’, la escalofriante ‘My Immortal’, ‘Going Under’ y ‘Everybody’s Fools’ conforman una fantástica sucesión de singles de rock comercial que Evanescence no han vuelto a repetir, a pesar de que los de ‘The Open Door‘ no estaban mal y ‘Lithium’ fue un hit. Es una pena que a Amy Lee, una persona que ha sido capaz de escribir una balada tan sobrecogedora como ‘Hello’, se le haya apagado la llama tan rápido: en 2011, el grupo publicó tan solo su tercer disco, que era regular y pasó completamente desapercibido, y han tenido que pasar 10 añazos para que vea la luz el siguiente, un ‘The Bitter Truth’ que no es muchísimo mejor.
Cuenta Amy Lee que una sucesión de tragedias, incluida la muerte de su hermano en el año 2018, con tan solo 24 años (sufría epilepsia severa), y la de un niño perteneciente a la familia de su bajista, Tim McCord, ha inspirado la creación de ‘The Bitter Truth’, a las que luego se ha sumado la llegada de la pandemia, que fue «como si el mundo entero estuviera viviendo las mismas pérdidas que nosotros: sentíamos que había llegado el fin del mundo, y de repente nos pareció que la música era más importante que nunca». Sin embargo, las letras suenan vagas e impersonales, incluso cuando hablan sobre depresión y ansiedad (‘The Game is Over’), el machismo sufrido por Amy Lee en la industria de la música (‘Better without You’) o sobre superar las adversidades («seré más que mis supervivencias», canta en ‘Part of Me’). No hay personalidad, solo lugares comunes.
Hay varios momentos que sorprenden en ‘The Bitter Truth’: el inicio ambiental de ‘Artifact/The Turn’ recuerda que Amy Lee es fan de Björk o Portishead, y los ritmos electro-glam del inicio de ‘Yeah Right’ de manera improbable a los Goldfrapp de ‘Strict Machine‘. Estos sugieren que Evanescence pueden haber evolucionado hacia algún lugar o abierto su paleta de colores a nuevos sonidos con los que experimentar, pero son solo una falsa alarma: el rock y nu-metal de siempre termina campando a sus anchas en un disco en el que no hay ni rastro de progreso o ideas nuevas a las que agarrarse. La sensación generalizada que deja el álbum es que Evanescence han buscado hacer un disco que gustase a sus fans y ya está. Pero cuando el grupo ha dejado a tantísimos seguidores atrás… ¿no era más bien momento de reinventarse?
Entre los temas que se salvan de ‘The Bitter Truth’ se encuentra el potente último single ‘Broken Pieces Shine’, que habla sobre aceptar los complejos y convertirlos en una fortaleza y gana con las escuchas; o el pegadizo nu-metal de ‘Use My Voice’, inspirado en el testimonio de Chanel Miller, la «víctima de la violación más mediática de EE.UU». El baladón ‘Wasted on You’, primer single oficial, y ‘The Game is Over’, otro de los singles, este en una línea mucho más agresiva, bordeando el heavy-metal, pueden funcionar para los fans de Evanescence, el primero sobre todo podría ser un digno cuarto single del grupo, pero ninguno de ellos van a hacerles recuperar los millones de fans que se han dejado por el camino.
Después hay que esforzarse mucho para encontrar una melodía memorable en ‘The Bitter Truth’: apenas ‘Far from Heaven’ destaca por su dramatismo orquestal tipo banda sonora y ‘Blind Belief’ termina dejando buen sabor de boca con un estribillo lleno de luz y esperanza. Podríamos detenernos en lo añejas que suenan guitarras y baterías en el disco, o en por qué nunca pedimos que el rock sea moderno o futurista cuando lo hacemos constantemente con la música pop, pero lo peor es que las melodías del álbum denotan una falta de inspiración considerable. No esperábamos clásicos tamaño ‘Bring Me to Life’ ni baladas tan buenas como ‘Good Enough’ a estas alturas, pero quizá ese es el problema.
Olivia Rodrigo no puede pasar página exactamente de ‘drivers license’ ni aunque quiera porque esta se mantiene entre las tres canciones más exitosas a nivel global. El tema ha arrasado en los primeros días de 2021 de manera completamente inaudita al tratarse del primer single de una artista novel antes prácticamente desconocida por el público generalista, y actualmente se aproxima a los 600 millones de reproducciones solo en Spotify. Mientras tanto, la joven cantante y compositora californiana le da continuación con un nuevo tema llamado ‘deja vu’ que ya puede escucharse. Puedes comentarlo en nuestros foros.
‘deja vu’ ha sido escrito por los responsables de ‘drivers license’, es decir, Daniel Nigro y la misma Olivia Rodrigo, y producido por el primero, y parte a todas luces de lo presentado en aquel tema incluso en lo melódico (misma sucesión de acordes, casi puede cantarse ‘drivers license’ por encima), pero solo para evolucionar hacia otros lugares.
Si ‘drivers license’ traía a la mente a Lorde, ‘deja vu’ sustituye el drama por la euforia y se atreve a sonar más alternativo todavía: el tema parece inspirado en el sonido de Clairo, el protagonismo de sus baterías remite al excelente nuevo disco de Haim o a cualquier cosa producida por Rostam Batmanglij, y si nos ponemos a rizar el rizo, el combo de baterías y sintetizadores distorsionados incluso parecen mirar al cancionero de Deerhunter, circa ‘Microcastle‘.
Los gritos de «cheerleader» del estribillo de ‘deja vu’ acercan al tema definitivamente a la comercialidad de Taylor Swift, artista favorita de Olivia Rodrigo, como también su dinámica composición tanto melódica como lírica. El tema, que será un éxito de entrada, vuelve a estar dedicado a un triángulo amoroso, en el que Olivia es de nuevo la persona que ha quedado apartada: «¿cuándo le vas a contar que todo eso ya lo hemos hecho nosotros? Ella cree que es especial, pero es todo reciclado / ese programa es el que habíamos comentado, y yo ya te había tocado las canciones que ella está cantando, cuando está contigo».
El vídeo de ‘deja vu’ transcurre en Malibú, ciudad que es mencionada en la letra, y el protagonismo de sus televisores parece buscar el componente nostálgico y 90s. El disco de Olivia, que contendrá 11 canciones, sale el 21 de mayo.
Sen Senra es protagonista de nuestro «Disco de la Semana» gracias a un ‘Corazón cromado‘ que a buen seguro veremos la semana que viene situado entre los discos más populares del país. La popularidad del gallego Christian Senra no ha hecho sino crecer desde que publicara el disco ‘Sensaciones’ a finales de 2019 y las canciones sueltas que hemos ido conociendo desde entonces han contribuido a ello.
Con un aspecto más casual que en esas fotos promocionales que siempre le muestran impecable e impoluto, como recién salido de un vídeo de CANADA (durante esta charla, melena desaliñada y no engominada, por ejemplo), Sen Senra responde de nuevo a las cuestiones de nuestro medio. Es tímido, bastante callado y hombre de pocas palabras. Hay que subirle a un escenario para entender a Sen Senra en toda su plenitud, pero su humildad, sin duda, también forma parte del fenómeno. Foto: Alex Cascallana.
¿Qué representa para ti ‘Corazón cromado’?
Es un pasito más en mi carrera. Me involucré en la producción para seguir aprendiendo, experimentar, explorar lo que me pedía el cuerpo. Buscar nuevos colores que me llamaran la atención. Teníamos ‘Sensaciones’, con el que íbamos a girar, era la prioridad, y como hubo que parar todo por la pandemia… Entonces hice esta colección de 7 canciones. Algunas ya las tenía en versión demo, como ‘Perfecto’ o ‘Tumbado en el jardín’, las recuperé, y sumé un par más para el EP.
‘Tumbado en el jardín viendo atardecer’ tiene una estructura muy peculiar. ¿Cómo surge?
La melodía (tararea el sintetizador que sirve de leit motiv) nació en una jam con colegas tocando congas, baterías… tocando como Santana en Woodstock: todo pa’ fuera. Yo estaba con las teclas, salió esa melodía, saqué el teléfono y lo puse a grabar. Me quedé con la copla y 2 o 3 meses, y después lo recuperé y creé la canción con esa melodía que no se me iba de la cabeza. La otra parte surgió de manera muy natural, era lo que me estaba pidiendo. Era un viaje que me hacía sentir, e igual podía hacer a la gente sentir algo parecido.
¿De qué va esta canción? Hay frases muy potentes, pero no muy claras.
Es un proceso de sanación personal. Y luego de decir «hostia», de cagarte en… Eran barras que me iban saliendo. No seguí un guión de que todo tuviese sentido de principio a fin. Eran como mensajes sueltos que me entraban.
¿Por qué ‘Nada y nadie’ no está en este EP?
Si te soy sincero, no me cuadró. Me pareció guay soltarla por ahí, que estuviera más suelta. Seguramente porque ya la tenía de antes, y quería meter lo que estoy haciendo ahora. Podía haber entrado porque tampoco quería conceptualizarlo demasiado, pero no sé…
Has dicho que la pandemia cambió tus planes, pero tengo la impresión de que no ibas a hacer tantísimos festivales el año pasado, de que querías hacer salas pequeñas, más bien, por un comentario que me hicieron de tu sello.
Teníamos cerrados varios festivales, iba a tocar fuera… a mí el directo me encanta, vengo de eso. Me mola darle un cariño al show: que haya posibilidades de diseñar una escenografía, que haya ahí un extra.
¿Crees que se ha entendido el disco de ‘Sensaciones’ sin su correspondiente gira de presentación? Tiene muy buenos números, pero igual hay gente a la que no ha llegado al no presentarse en directo.
Yo estoy muy contento con el feedback de ‘Sensaciones’. La pandemia a nivel conciertos pudo evitar que se alcanzase más público, pero no creo que haya afectado al disco mucho: llegó donde tuvo que llegar y sigue llegando.
«Había cierta inocencia en ‘Sensaciones’, muy pocos medios. Sabía que iba a marcar mi carrera, pero tampoco pensé que iba a ser lo más»
C. Tangana ha dicho que ‘El Madrileño‘ es el mejor disco de su carrera, ¿tú viste así ‘Sensaciones’?
No. Cuando yo estaba en ‘Sensaciones’ había cierta inocencia en ese trabajo, muy pocos medios. Fue un trabajo de 2 años, de darle mucho cariño, de llegar a sitios donde no podía llegar porque no sabía. Aprendí mucho y ahora llego a sitios mucho más fácil. Estoy súper contento, me encanta cómo quedó. Sabía que era un disco que iba a marcar mucho mi carrera, que era una propuesta fuerte que lanzaba con mi nombre; pero tampoco pensaba que iba a ser lo más.
Y este nuevo EP es como una transición.
Sí. Este EP ahora necesita espacio, pero tengo mucha más música en la recámara. Ahora tiene que pasar un tiempo, pero sigo haciendo música. Nunca paré. Sigo haciendo música y seguiré haciendo y seguiré lanzando. Me apetece seguir sacando cosas.
«Ahora tiene que pasar un tiempo, pero tengo mucha, mucha música en la recámara»
¿Pero este EP tiene tus mejores canciones ahora mismo o te has guardado cosas por la pandemia, como casi todo el mundo?
Tengo, tengo, tengo mucha música en la recámara. Y también fue un ejercicio reunir estas 7: he dado cariño a lo visual, mientras por detrás sigo haciendo más música y seguiré haciendo eso. No paro de hacer música.
¿Cuál es la canción de este EP que te apetecerá tocar para siempre?
No sé, en ‘Perfecto’ fue muy guay el feedback de la gente en directo. «Tumbado en el jardín» cuadró cuando aún no había salido, la gente se quedó pillada en el directo y fue muy guay ese feeling. Un poco todas, yo creo.
No tocaste ‘RRIINNGG’ en el concierto que te vi en Madrid, a pesar de ser de tus canciones más animadas. ¿Y eso? ¿Ya no te gusta?
No, no, me encanta (se ríe). No está en el set por ajustes con la banda: no la pudimos colocar. No acabamos de encajarla bien. Hubo una pelea interna por no estar a la altura en directo. No quería dispararla y cantarla yo, quería que la tocáramos todos. Nos peleamos mucho con ella y no sabemos por qué, pero no acababa de entrar. Son los mejores músicos que hay y son mis amigos de aquí, pero no le acabamos de pillar el color. Tuvimos que preparar algo muy rápido, en una semana teníamos que preparar y tocar y decidimos prescindir de ella, pero en los siguientes directos, con más tiempo, seguramente esté.
¿Por qué es tan importante el elemento orgánico para ti? Antes has mencionado a Santana.
Desde chiquito vengo de ahí. De los locales de ensayo, poner el amplificador al 8, reventarte los oídos, girar la cabeza y ver a alguien tocando contigo… No es lo mismo que lanzar una pista y cantar.
Pero mucho de tu público ya está habituado a eso de las pistas pregrabadas. ¿A ti no te gustan esos otros shows?
A mí me flipa eso, pero lo que más me mola a mí es ir con banda. Hay cierto público que intuía esa parte de mí, pero hay otra que dice: «¿qué hace este tío con la guitarra?». Hay un mix curioso.
En estos últimos meses y años, hay muchos grupos de ritmos funky, fraseos raperos, guitarras indies… Hay playlists y playlists sobre esto. ¿Te sientes un tanto pionero? ¿Percibes que hay algún tipo de movimiento o no sabes ni de lo que hablo?
(Resopla) No me siento pionero. Cuando hago música, me guío por mi intuición, no tengo las claves de un movimiento nuevo, hay mucha música que se sale por ahí. Cada uno hace lo suyo. Eso que lo diga alguien, no voy a decir yo si soy un pionero de algo.
¿Qué estás escuchando?
Estoy en un periodo de no escuchar mucha música. El último de Tame Impala, slowthai, 070 Shake me mola bastante, Kali Uchis me parece guay. Es lo primero que me sale.
Kali Uchis acaba de pegar un petardazo en TikTok, antes su disco estaba haciendo números como de artista español. No sé si estás al tanto de lo que ocurre en TikTok.
¿Sí? No tenía ni idea, tío.
«El riesgo es ser muy libre a la hora de crear, no pensar en fórmulas»
En ‘Me valdrá la pena’ hablas de animar a la gente a tomar un riesgo, ¿cuál ha sido tu mayor riesgo?
Muchos, seguramente. A nivel musical, confiar en lo que me nace a sabiendas de que pueda funcionar o no, pero que yo me siento orgulloso, pase lo que pase. Que yo esté tranquilo con lo que estoy enseñando. Eso a nivel musical. Y a nivel personal, riesgos también que hay que tomar que no te puedo decir (risas). En esa canción hablo de que la vida no es tan «easy», de que hay que tomar riesgos, enfrentarlos, y para mí esto es ser muy libre a la hora de crear, no pensar en fórmulas. Y quien empatice con mi música será una maravilla. Y quien no, pues bien también. El riesgo de ser libre.
Háblame de la frase «en un pulso me ganas, pero en sangre no». Me llama la atención, no sé por qué. No digo que no tengas mucha sangre, pero no sé. ¿Tú te ves con muchísima sangre?
(risas) Hay cierta diversión en esa frase, no me creo el más duro. Esa frase viene de familia, de una cosa que decimos en casa. Que igual físicamente no tal, pero que la sangre nos hierve. No sé explicarlo…
Te preguntaba por el juego de autoestima, a veces te pones en una posición de poder, y a veces muestras cierta vulnerabilidad, como en esa frase de «no me defienden mis espinas, me defiende mi fragancia».
Son barras en las que yo me siento identificado y mucha gente las pilla para llevárselas a su ser. No necesito sacar las espinas y pelearme con todo Dios. Nadie me va a decir cómo soy, yo funciono así. Me flipa que la gente sienta eso, se cante eso y diga «es verdad, es así».
En una entrevista anterior Jordi Bardají te preguntaba por Frank Ocean y tú respondías más bien sobre Stevie Wonder. ¿Te gustan discos concretos de este como de los 70 o le oyes en modo playlist?
De nombres soy malísimos, pero me mola mucho él, no voy a saber decir títulos, porque tengo una memoria de mierda. Frank Ocean también me flipa. Me encanta el vinilo como tal pero sí que es cierto que no compro muchos vinilos. Aunque si me cuadra algo, me lo pillo.
Háblame del tema con C. Tangana, primero parece como jamaicano pero luego para nada. Es una canción divertida, tú sueles hacer más drama. ¿Cómo surgió?
El tema nace de estar súper natural, de ir a un estudio Pucho, Alizzz, yo y Anxo, entrar en cabina y estar allí con guitarra y teclas. No hubo demo o versión anterior. Fue desde cero. Con cero pretensión, echando la tarde, echar así ruedas… salió muy natural la canción.
Y es feat C. Tangana, no El Madrileño. Como ahora quiere que le llamen El Madrileño…
Creo que sí. C. Tangana, sí.
Te vi en directo y flipé más viendo a la gente flipada viéndote que viéndote a ti. Me dio la sensación a veces de que la gente se iba a desmayar. No entendía muy bien, ¿cómo llevas este tema a nivel personal? ¿En qué momento todo esto ha empezado a pasar? ¡Eres casi como un ídolo teenager!
No te puedo decir que sí porque no me veo así. Sí he notado mucho cariño de la gente, que estaba a gusto, pero tampoco ese feeling de ídolo teenager (risas). Como llevo desde los 15 años tocando y proyectando mi carrera, no ha sido de un día para otro. Es un proceso lento, continuo. Con estos últimos singles, desde ‘Perfecto’, sí veo un ruido alrededor que ruge más, ese feeling de que algo está pasando. No sé muy bien qué, pero algo.
Tú no eres mucho de redes, ¿no?
No mucho.
Quizá por eso no lo has notado tanto: en la pandemia la gente no puede cogerte para hacerse un selfie, pero yo en tu directo he visto algún momento de locura. Quizá fue también, aparte de por lo que han crecido tus números, por las ganas de fiesta de la gente…
Yo estaba detrás antes de tocar y hay un micro de ambiente. En un momento se abrió el telón, que suena un interludio y sí me dije: «hostia, ¿qué pasa ahí?». Fue en Madrid donde flipé. El último bolo que había dado era hacía 2 años, un acústico para 200 personas y el siguiente estímulo que tengo fue ese, de «HOSTIA». Qué sensación más increíble, qué energía… Estoy deseando que se pueda hacer mirando la cara a la gente.
¿Alguna anécdota de tu participación en COLORS?
Nos contrataron, nos lo propusieron, nos llamaron ellos y fuimos a Berlín. Fue muy exprés, ir y volver.