Suena la sintonía de ‘The Office’, llega el «ascensor» y aparecen esos cuatro chavales. Diego Ibáñez se equivoca en la primera frase de ‘Joderse La Vida’, que abre el set. Es el resultado esperable después de encontrarte de repente ante 15.000 personas. Hasta sus rivales más cercanos estuvieron ayer en el Movistar Arena. La última vez que Carolina Durante tocó en el recinto fue en 2023, delante de la mitad de asistentes. «En el primero lo mejor fue la gente, como siempre», recuerda Ibáñez.
Aquel concierto poco tuvo que ver con este. El decorado era prácticamente inexistente. Ahora, la producción es considerable. En la oficina de Carolina Durante puedes encontrar archivadores corporativos, amplificadores y aviones de papel infinitos. También te puedes subir a donde te de la gana. Obviamente, puedes tomar todo el café del mundo. Cuanto más, mejor. Hay que asegurarse de tener la energía apropiada para resistir las reacciones de un público, en su mayoría veinteañeros, que se mata y se ama en cada canción.

Porque detrás de la locura instantánea (y posibles codazos) que desata ‘Aaaaaa#$!&’, hay mucho amor. Puede que en canciones como ‘TOMÉ CAFÉ’ o ‘Monstruo’, que paró el show brevemente para dejar hueco a los pogos, no se note tanto, pero los fans de Carolina Durante en realidad son tan blandos como el turrón. La nostalgia de una adolescencia reciente, y que hay que dejar escapar, es la que los mueve. Por eso ‘El Parque De Las Balas’, rescatada exclusivamente para la ocasión junto a ‘Moreno de contrabando’, y ‘San Juan’ resultaron tan emocionantes. Todo lo que era tangana, ahora es abrazo.
Sin embargo, el proceso mental de Ibáñez parece otro. En la entrevista con JENESAISPOP, el vocalista contaba que, con este último disco, era la primera vez que se veía afectado por el contenido de las canciones encima del escenario: «Es guay que me rompa cantando la canción que he escuchado 257.000 veces». Mientras el público se vuelve loco con ‘Tempo 2’ o ‘Verdes Césped’, Diego, con su camisa blanca de volantes, está totalmente serio.
Su actitud, entre derrotada y errática a más no poder, no es nueva, pero sentir que estás en un momento clave de tu carrera seguro que le añade una capa de emoción. Así, ‘Colores’ parecía humedecerle levemente los ojos. Bueno, y a todos. Uno de los momentos más emotivos del concierto y un nuevo significado para eso de «elijo que esto no me duele».

Si el concierto de Carolina Durante fuese como el periplo del héroe, ahora llegaría el abismo. Durante el resto del set, el sonido no había sido el mejor. Costaba oír la voz de Diego, la batería se lo comía todo y se echaba mucho en falta la claridad del disco en los instrumentos. Y entonces, crisis: «Os explico lo que pasa, se nos ha roto la mesa de monitores y no oímos nada», cuenta Martín Vallhonrat. Diego entonces intenta ganar tiempo hablando con el público. Destaca un chaval que no estudió para selectividad por ir a la Wurlitzer a ver a Carolina Durante. «De la Wurli al Movistar Arena», suelta Ibáñez. Y en el mismo año.
Una chica les pide tocar ‘Necromántico’, que no estaba en el set. Deciden tocarla «por las risas», sin oírse a ellos mismos. Ole, porque además no suenan nada mal. De hecho, mejor que ayer. Después de una tensa pausa de dos minutos para resolver el embrollo técnico, ‘Elige tu propia aventura’, con violines y trompeta, fue hasta poético. Las cuerdas y vientos se quedaron para ‘La Noche de los Muertos Vivientes’, su primer lanzamiento, y ‘Probablemente Tengas Razón’, el clímax musical de la noche.

Un fallido ‘Interludio’, en el que se tenía que intuir la melodía, dio lugar al «momento montaña rusa», bautizado así por Ibáñez. Barry B y Gará Durán, sustituyendo a Amaia, intervinieron en unas disfrutonas ‘Yo pensaba que me había tocado Dios’ y ‘Perdona (Ahora sí que sí)’ antes del colofón final. Qué bonito fue cantar ‘Hamburguesas’ junto a tantos miles de personas, a las que seguro que el grupo ya considera amigos. ‘Normal’, sin «la número 1», y el dulce pogo final de ‘Las Canciones de Juanita’ terminaron la noche sin ningún tipo de bis.
Sin fallos técnicos y con un sonido más claro, este concierto habría sido la consagración final del grupo… pero a quién le importa. Consagración o no, sea lo que sea que eso signifique, Carolina Durante están bendecidos. El repertorio es tan sólido, y las emociones tan auténticas, que en sus mejores momentos es como estar viendo la revolución. El sold out de Carolina Durante ha coincidido con la alineación de los planetas del sistema solar, algo que no se volverá a repetir hasta 2040. Para entonces, todavía nos seguiremos acordando.