‘Don’t Tap the Glass’, es decir, «No golpee el cristal», es la señalización que se ha tenido que poner en zoológicos y acuarios para que gente que considera su propia visita a estos lugares muy especial, deje de molestar a los animales. En su 9º álbum, Tyler the Creator utiliza esta expresión como desafío a sus «haters»: si golpeas el cristal, saldrá el monstruo, advierte en un tema que también presume de «23 centímetros de larga, si me gustas».
La parte rapera de ‘DON’T TAP THE GLASS’ es tan ostentosa como la grotesca cadena que vemos en la portada del disco. El primer tema, con sample de un tema de 2002 de Busta Rhymes y Pharrell, nos presenta a uno de sus habituales personajes, «Big Poe», que es quien nos da unas normas para disfrutar del álbum, como dejar las mochilas en casa o abandonar los móviles. No será necesario por mucho tiempo de todas formas, pues el proyecto dura media hora escasa, resultando uno de los más livianos de este verano.
Sobre todo por la ligereza con que hilvana unas pistas y otras, casi sin que ni te des cuenta. Como es habitual, Tyler the Creator pulula entre el rap, el funk o el soul, con la naturalidad con que antes lo hicieron Janelle Monáe, Outkast o el Stevie Wonder más pionero. El paso de ‘Sugar on my Tongue’ a ‘Sucka Free’ es puro divertimento, como en septiembre de 1976 lo fue la parte más disfrutona de ‘Songs in the Key of Life‘, mucho antes de que Daft Punk convirtieran el vocoder en su seña de identidad.
Esa parte más colorida es muy Outkast, aunque en ‘Sucka Free’ Tyler se presenta como «chico para todo» y el resto de la secuencia tiene el encargo de demostrarlo. ‘Mommanem’ es una producción más experimental en la que un punteo sintetizado martillea, y termina llevando a la ametralladora ‘Stop Playing With Me’. «Deja de jugar conmigo, no estoy para coñas», planea en el momento más «Yeezus» de este álbum.
La segunda parte del álbum, pese a contener el tema titular, una de las típicas canciones de Tyler the Creator que se divide en dos partes, en este caso del hip hop al synth-pop, es claramente la más espiritual o sentida. ‘Ring Ring Ring‘ parece el single claro, a falta de lo que digan los mandamases de Today’s Top Hits, y revisita el sonido Motown en un tema que no deja de telefonear a alguien que ya no quiere cogernos el teléfono.
El artista busca el amor y el apoyo, bien sea el marital o el familiar, en temas con tanto «vibe» soul como ‘Don’t You Worry Baby’ con la cantante de Brooklyn Madison McFerrin. E inmediatamente después, en ‘I’ll Take Care of You’, que parece la mera continuación de la anterior, para bien. Tras ella, el álbum se despide con un tema que no es un trip hop ni un góspel pero parece ambas cosas, y que viene a resumir que ni el dinero ni los centímetros de grosor de cadenas de oro y otras cosas dan la felicidad: «mamá, soy millonario, pero me siento un vagabundo / puedo comprarme una galaxia, pero no puedo permitirme buscar el amor. ¿Dónde está el mapa? No lo sé. ¿Hay camino hacia mi alma? Necesito respuestas». ¿Un cliché? Es posible. Por suerte, la música de Tyler the Creator todavía no lo es tanto.