Aitana es la primera superestrella nacional en sumarse a la moda de las ‘listening parties’. Al menos, como lo entienden en Estados Unidos: un evento en el que un número limitado de fans son convocados para escuchar un proyecto en compañía del artista antes de su lanzamiento oficial. Algunos eligen celebrarlo de manera gratuita, mientras que otros lo ven como una oportunidad para aprovecharse de sus fans y ganar un dinero fácil. Aitana se ha decantado por un punto medio y, para sorpresa de nadie, se ha liado parda.
Según datos de la organización, 13.000 personas acudieron ayer a un reducido Movistar Arena para disfrutar en primicia del nuevo disco de Aitana, aunque debo decir que en directo no parecían tantas personas. La gran mayoría eran menores acompañados por sus padres. Cada uno de ellos había pagado 16,50 euros por una experiencia de la que solo se sabía una certeza, anotada en el pie del cartel del evento: «Esto no es un concierto, es la listening party de ‘Cuarto Azul‘». Efectivamente, Aitana no cantó en ningún momento.
La polémica está clara: ¿Es ético cobrar a tus fans por poner música en un altavoz? ¿Es lícito sacar beneficio de una estrategia de marketing encubierta? Teniendo en cuenta los datos, está claro que se han generado unos ingresos importantes a los que por supuesto hay que deducir una serie de gastos, pero lo más importante es si el precio se traduce en una experiencia a la altura.
Kanye West y Ty Dolla $ign amasaron más de 12 millones de dólares solo con las ‘listening parties’ de ‘VULTURES’, cuyas entradas de estadio se vendieron entre los 140 y los 220 dólares por cabeza. Sin embargo, la experiencia dejaba mucho que desear: escasa visibilidad del artista (que encima llevaba puesta una máscara), cero interacción con el público y ningún micrófono a la vista. Billie Eilish, por otro lado, también celebró las escuchas de ‘HIT ME HARD AND SOFT’ en grandes recintos, pero de forma totalmente gratuita. Eso sí, Eilish reproducía el disco de seguido y en cuanto terminaba se iba a su casa.

Aitana sí quiso dar algo más allá de las canciones. En total, 19. Lo primero que se veía al entrar era un apañado decorado en el centro de la pista que pretendía emular ese ‘Cuarto Azul’ de la artista. Este tipo de eventos siempre se benefician de un ambiente íntimo y ayer eso se consiguió. Podría haber sido algo todavía más exclusivo, pero los momentos de karaoke colectivo con los temas que ya habían salido no habrían sido lo mismo.
Antes y después de cada canción, Aitana se encargaba de contar cómo se había concebido, de qué hablaba, qué sentido tenía en el conjunto del disco… Y la verdad es que no se cortó ni un pelo. Antes hay que explicar que ‘Cuarto Azul’ contiene algunas de las canciones más tristes y vulnerables de la carrera de Aitana y mucho de lo que salía en su documental está plasmado directamente en el disco. Este suena constantemente a medio camino entre los ritmos de club de ‘alpha’ y los enormes sintetizadores de ‘SEGUNDO INTENTO’ o ‘6 DE FEBRERO’. Y mucha balada, claro.
La artista contó que en este LP no se ha inventado «nada»: «‘Cuarto Azul’ es conceptual por la historia que cuento. Es la vida tal cual de lo que me ha pasado», comentó al empezar el evento. Es por esto que la extriunfita acompañaba algunas canciones con documentos inéditos de su creación, como cuando mostró en su propio WhatsApp la primera versión del baladón que es la canción titular o el vídeo de su padre reaccionando entre lágrimas a ‘MÚSICA EN EL CIELO’. «Tenía claro que quería hacer una canción sobre la muerte y lo que me conecta con eso es mi abuelo», confesó.
Para estar delante de una audiencia formada principalmente por niños y niñas, Aitana compartió detalles muy adultos sobre su relación con la depresión: «Yo lloraba muchísimo por todo. Hace meses que no lloro por la medicación. Es bajita, pero las emociones están reguladas. Necesito un poco lo de llorar, porque para mí siempre ha sido importante», contó abiertamente.
La realidad de sus letras también fue evidente con ‘CUANDO HABLES CON ÉL’, una canción que Aitana dejó para el final, que adelantó como el ‘focus track’ del disco y que trata descaradamente sobre su relación con Miguel Bernardeau: «Yo sé que dejarle fue una estupidez / Cómo lo siento», canta la catalana.

La escucha fue amenizada con diferentes invitados. En primer lugar, algunos de los propios fans de la cantante, que fueron elegidos para hacerle una ronda de preguntas. Fue un momento tan divertido como tierno, especialmente por un chico que no podía parar de llorar en la presencia de Aitana. Al mismo tiempo, esta se quedó flipando cuando se fijó en que uno de sus fans llevaba su cara en el estampado de los calcetines. Ah, y en los calzoncillos.
El momentazo de la velada fue la visita de la mismísima Alaska, que acompaña a Aitana en la última canción del disco, ‘LA CHICA PERFECTA’. La admiración de Olvido, tanto por la canción como por la artista de 25 años, está clara: «Consumo tu música y estás en las playlists que nos regalamos Mario y yo en nuestro aniversario. No se me ocurriría colaborar con alguien que no escucho. Esta canción es tu declaración de principios y te doy las gracias», declaró.
Si hubiera sido una fiesta totalmente gratuita, dudo que Aitana se hubiese molestado en preparar todo este tinglado. Seguramente hubiese optado por algo parecido a lo de Billie Eilish. A cambio de 16,50 euros, una experiencia en la que tu artista favorita no para de hablar y abrirse emocionalmente durante más de dos horas, que está aderezada con invitadas de la talla de Alaska y que ofrece un vistazo único a lo que ocurre detrás de bambalinas me parece difícilmente un timo. Me quedo con lo que escuché decir a unos fans a la salida del evento: «Pues menos mal que he venido».