No lo digo yo. Lo dice Neil Hannon en una entrevista publicada por Rockdelux este mes de febrero. Hablando de la falta de interés del público joven hacia el indie y sobre la línea editorial de los macrofestivales en su consecuencia, el entrevistador pregunta por los nuevos artistas de referencia. El líder de The Divine Comedy responde: «Aquí es donde no debería contestar. Solo podría decir que Arcade Fire es el mejor grupo de lo que llevamos de siglo».
¿Es una ida de olla temporal o una boutade? No: lleva tiempo rumiándola. En abril de 2007 Neil Hannon escribió un artículo sobre ‘No Cars Go’, sobre la primera vez que la escuchó en un atasco en Dublín (habla hasta de cómo un aroma a flores inundó su coche al viajar con la ventanilla bajada) y sus palabras son emocionadas: «Me llevó mucho tiempo valorar a Arcade Fire en su plenitud. Al final cedí y permití que su primer disco, ‘Funeral’, entrase en mi iPod y en mi conciencia. Entonces se negó obstinadamente a irse hasta que yo admitiera que era el mejor disco que había oído en años. He estado escuchando tanto su brillante sucesor, ‘Neon Bible’, que esto es insalubre. De adolescente, podía sumergirme en una banda hasta el punto de que no me importaba ni comer. Este grupo me ha abierto una ventana a ese estado adolescente idealista. Quizá no es un mal lugar después de todo». Hannon lo tiene claro, ¿pero tiene razón? Y si no es Arcade Fire ese grupo capaz de convertirnos en adolescentes, ¿quién lo es? Repasamos los pros y contras de algunos de sus «competidores».
Arcade Fire
A favor: Neil Hannon hablaba hace 10 años de los dos primeros discos de Arcade Fire, pero lo que vino después fue mejor. Los canadienses renovaron su sonido, moderaron la épica y la intensidad en el sobresaliente y conceptual ‘The Suburbs‘ e incluso se acercaron al disco y la pista de baile, siempre sin traicionarse del todo a sí mismos, en ‘Reflektor’. En su último álbum hasta contaron con los coros de David Bowie. Si eso no es estar en el Olimpo del pop, no sé qué podrá ser.
En contra: El grupo tiene que mejorar su directo. De momento les he visto solamente dos conciertos de ecualización completamente nefasta, uno en un recinto tan controvertido en sonido como el Palacio de Deportes de Madrid, y otro en un lugar tan poco controvertido en cuanto a sonido como el FIB. Esto nos comentaba un usuario, Risingson, muy acertadamente, en una de esas dos crónicas: «quien diga que oía los violines, directamente, miente. Como quien diga que se oía el bombo en ‘Wake Up’. Ellos son estupendos, el setlist era excelente, pero el técnico que se han llevado de gira (porque no es el primer concierto donde sólo se oye el bajo entre el innegable virtuosismo musical de Arcade Fire) ha tenido elecciones muy discutibles». ¿Habrán solucionado estos 4 años lo de su técnico de sonido?
Daft Punk
A favor: Daft Punk comenzaron a mediados de los 90 y en aquella década se editaba el que ha sido uno de los discos clave de la electrónica, su debut. Pero el dúo ha sabido mantenerse, definiendo lo que iba a ser el siglo XXI con ‘One More Time’; entregando temas que servirían de base a uno de los personajes clave del siglo, Kanye West; y publicando un cuarto disco que, aunque muchos no lo vimos venir, ha terminado siendo histórico al margen del pelotazo de ‘Get Lucky’. Sobre todo en cuanto a masterización, el final de ‘Giorgio by Moroder’, en un equipo de alta fidelidad y a todo volumen, es una de las pocas grabaciones recientes que recuerda a los tiempos en que la música se componía de superproducciones multimillonarias. Y no me refiero solo a las vistosas cuerdas: las baterías parecen estar vivas en el salón de tu casa.
En contra: ¿Puede ser el mejor grupo un dúo? ¿Puede serlo un dúo de electrónica? ¿Pensamos en The Chemical Brothers como uno de los mejores «grupos» de los 90 o lo suyo lo consideramos una cosa aparte? ¿Seguimos siendo tan anticuados y conservadores como para pensar en el mejor grupo como en cuatro tíos tocando guitarra, batería y bajo? Y sobre todo, ¿puede el mejor grupo sacar álbumes cada 8 años? ¿Consideramos entonces a Portishead?
The xx
A favor: El trío británico es uno de esos poquísimos grupos en los que identificamos a todos los integrantes, en los que no hay líder definido. Romy Madley Croft y Oliver Sim a las voces, y Jamie Smith a la producción, hacían historia con su debut, le daban una buena continuación y este año acaban de terminar de renovar su sonido abriéndose a los ritmos ochenteros (‘I Dare You’) o a beats noventeros (‘Dangerous’), siempre sin perder su dulce esencia minimalista.
En contra: Como Arcade Fire, tienen que mejorar mucho sus directos y hacer algo para que su tercer disco no caiga demasiado pronto en el olvido de la imaginería popular. No, con hacer una gira por algunos países y venir al Primavera Sound no vale. ¿Os acordáis de cuando Radiohead hicieron el vídeo de ‘Karma Police’ y luego el de ‘No Surprises’? ¿Os acordáis de cuando The xx hicieron el vídeo de ‘Islands’? Pues algo así.
Arctic Monkeys
A favor: Los directos son, en cambio, el punto fuerte de Arctic Monkeys. Atenderlos es un subidón de adrenalina solo superado, en cuanto a grupos de rock hoy en día, por la apisonadora de sonido que suelen representar en vivo Queens of the Stone Age. Alex Turner es un vocalista excelente, con un tono tan apto para lo macarra como para las canciones de amor, y lo que es más, el grupo también ha renovado su sonido en su 5º álbum. Mientras los artistas de su generación, como The Strokes, Franz Ferdinand y Bloc Party, siguen apegados tristemente a su debut, ‘AM‘ se ha convertido en una pieza fundamental para crítica y público, que ya hubieran querido para sí Oasis como 5º disco.
En contra: Les falta el reconocimiento de Pitchfork. Llenando estadios de capacidad media-alta en todo el mundo y con 3 nominaciones al Mercury, de las cuales ganaron la primera, con su debut, no creo que les importe, pero ahí queda el dato: no han estado en la lista de mejores álbumes del año para el medio más influyente del mundo ni una sola vez.
Vampire Weekend
A favor: Ellos sí, apoyados por Pitchfork a muerte, han entregado tres grandes álbumes como tres soles, conformando una trilogía envidiable para cualquier grupo primerizo. Si el tercer disco suele ser el de decadencia, ellos lo usaron para terminar de dejar atrás su asociación con el afro-indie, entregándose al maravilloso mundo de las voces tratadas, años antes de que estas lo inundaran todo.
En contra: El grupo tiene que demostrar su valía tras la marcha del co-productor Rostam, que ya colaborará con ellos solo puntualmente, y ha preferido centrarse en los trabajos para otros. Por otro lado, Vampire Weekend son algo más famosos en su país, Estados Unidos, donde cada álbum ha sido disco de oro, que en Europa.
Radiohead
A favor: Dejando de lado el debate de que el siglo XXI empieza en 2001 (‘Amnesiac’) y no en el año 2000 (el fundamental ‘Kid A’), ya desde ‘OK Computer’ (1997) se decía que Radiohead sonaban a futuro. No estuvo nada desencaminada la crítica que así lo afirmaba en la época. No hay grupo alternativo, medio o comentarista que se atreva -sin salir apaleado- a cuestionar el legado de Radiohead, últimamente reavivado gracias al éxito comercial y de crítica de su último largo, ‘A Moon Shaped Pool‘. Hasta Rockdelux, reticente a reconocer ‘OK Computer’ como un disco tan bueno y relevante, ha rectificado al respecto en los últimos años.
En contra: Por más álbumes que editen en el siglo XXI, algunos tan buenos como ‘In Rainbows‘, no sé si alguna vez Radiohead podrán quitarse el sambenito de «grupo de los 90». ‘The Bends’ (1995) era demasiado bueno… y da un poco de pena comprobar que su canción más escuchada en Spotify, y por tantísima diferencia, es ‘Creep’ (1992).
Coldplay
A favor: Sin que ningún crítico musical se dé cuenta, Coldplay están conectando de manera decisiva y brutal con las nuevas generaciones. Un single brasileño, un tema con Avicii, un dúo con Beyoncé, ahora otro con Chainsmokers… Chris Martin parece haber dejado atrás los días en que un suspenso en el New York Times le quitaba el sueño. Todo, comercialmente, repito, TODO les sale bien, y por alguna razón el público generalista, el que llena estadios tamaño olímpico, no les cuestiona como en su momento sí cuestionó el paso a la electrónica de U2. Aunque igual solo hay que ver el final del vídeo bajo estas líneas para entenderlo todo.
En contra: Se supone que ‘A Head Full of Dreams‘ va a ser su último disco. No hay quien se lo crea, pero si lo es, triste será el sabor que deje a la larga: las críticas fueron muy merecidamente nefastas. Aunque cueste creerlo mirando las listas de ventas, quizá lo que están haciendo ahora mismo dentro de 10 años sea tan poco recordado como hoy ‘Lost’ con Jay Z.
Animal Collective
A favor: Si algo ha definido el siglo XXI es la fusión de géneros. Casi ninguno de los grupos de esta lista se ciñe exclusivamente al pop, al rock o al dance, sino que en distintos momentos ha sabido adaptar su sonido a otra cosa. Y pocos grupos tienen tanto que decir en cuanto a fusión de géneros como Animal Collective, pues han tomado el legado de Beach Boys únicamente para construir una cosa totalmente diferente, en la que han tenido cabida el noise, la psicodelia, los ritmos tropicales o la world music. Hasta son fans del new-age. Con Animal Collective se termina antes diciendo qué NO han hecho, y ‘Merriweather Post Pavillion‘ es uno de los discos fundamentales de nuestros tiempos.
En contra: Al margen de que sólo se dan baños de masas en festivales… ¿’Painting With’, su disco del año pasado, estuvo en alguna lista de lo mejor de 2016? ¿Se ha apagado la luz de Animal Collective?
LCD Soundsystem
A favor: Quizá cuando hayáis leído lo de «tres discos como tres soles» un poco más arriba, algunos y algunas hayáis pensado instantáneamente en LCD Soundystem. Su estilo disco-funk con retazos de soul, punk y canción clásica es de lo mejor que has oído en esta década y media: uno de esos proyectos que, sin inventar nada, han logrado un sonido y lugar propios en la historia del pop.
En contra: Su separación, rentabilizada durante un lustro, ha terminado siendo el timo de la década. Ya puede ser bueno lo que traigan bajo el brazo: llevamos más de un año esperando.
The Black Keys
A favor: La carrera del dúo de blues-rock de tintes soul es de las bonitas. Después de unos inicios en los que no tenían dinero ni para girar, los carismáticos Dan Auerbach y Patrick Carney continuaron insistiendo hasta llegar a donde White Stripes no quisieron o no pudieron. Su quinto álbum ‘Attack & Release’ fue el pelotazo, y ‘Brothers’ y ‘El Camino‘ supieron llevar su éxito un paso más allá.
En contra: ‘Turn Blue‘ no fue del todo un pinchazo, pero sí deja abierta la pregunta sobre si el dúo ya ha dejado atrás la cima de su carrera.
Gorillaz
A favor: No puede faltar alguna banda relacionada con el mundo hip-hop. Teniendo en cuenta que el ego del rap americano solo se desarrolla en solitario o, a lo sumo, en colectivos sin tanta entidad como unos Public Enemy o unos Beastie Boys; y a falta de comprobar cómo evolucionan Migos, si lo hacen, apostemos por la banda «paralela» y blanca -glups- de Damon Albarn. Gorillaz vendieron con sus dos primeros discos mucho más que cualquier álbum de Blur. El concepto de banda animada, con personajes al frente, no puede resultar más moderno, y la música está a la altura. ‘Plastic Beach‘, su álbum menos popular, ha envejecido muy bien, y su colección de singles es tan hábil que ha dado lugar a un recopilatorio a pesar de que solo tienen tres discos y medio.
En contra: A Damon Albarn le falta un poquito de decisión para aclarar si Gorillaz vuelven o no, si para él son un proyecto primordial o no. Hace 7 años ya del último disco y todo lo que tenemos es un single que no sabemos cuánto tiene de «buzz».
Los reconocidos por la crítica pero no tanto por el público
Presuponemos que el título de «mejor grupo del siglo XXI» aúna crítica y público como lo consiguieron los Beatles. Si damos prioridad a lo primero, porque pueda marcar el futuro de artistas venideros, se podría hablar de Bon Iver, The National o Tame Impala, que podrían dar el gran salto con su siguiente disco si es que les apetece. En muchos de los casos surgidos del underground, cabe preguntarse directamente si ellos mismos quieren ser el mejor grupo del siglo XXI. No parece estar entre las aspiraciones de, por ejemplo, Chromatics, Haim, Beach House, Goldfrapp, Hot Chip, Camera Obscura, Triángulo de amor bizarro o «introduzca aquí a su banda alternativa favorita».
Los llenaestadios sin apoyo de la crítica
Muse, Mumford & Sons y The Killers tienen la vida resuelta gracias a esos discos que han conquistado a diferentes generaciones, como ‘Absolution’, ‘Babel’ o ‘Hot Fuss’. Hagan lo que hagan llenarán con sus visitas a estadios de todo el mundo. Sin embargo, todos ellos han de inventarse algo para terminar de convencer a los profesionales y también al público más exigente. Muse son, con diferencia, los más populares, pero su discografía, por puntos, en Metacritic, parece más bien la de alguien con el perfil irregular de Rihanna.



Parte de la redacción evalúa el single conjunto de Kygo y Selena Gomez.
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«Nada que justificar, lo peor es lo mejor y lo mejor es lo peor», dice una de las frases de ‘Lo peor es lo mejor’, una de las nuevas canciones de Fangoria. «La censura está aquí, se presenta para defender los prejuicios que te volverán correcto e hipócrita», anuncia otra. Son Alaska y Nacho volviendo a armar un muro, como han hecho en tantas letras de su carrera, que no consienta el filtro de la crítica, del qué dirán, y que asiente aún más los cimientos de sus patrones estéticos. Al margen de modas, el dúo ha logrado triunfar en la última década, creando un estilo propio entre la electrónica rudimentaria y el show de variedades, que ha dejado satisfechos a miles de fans fatales. 
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Esta noche en Nueva Zelanda se ha emitido un nuevo anuncio de Lorde que culmina con una fecha, 3 de marzo de 2017, esto es, este viernes. El anuncio presenta a la autora de ‘Royals’ en el asiento trasero de un coche picando y vestida para una ocasión especial. ¿A dónde se dirige Lorde? ¿A ‘Saturday Night Live’, donde actúa el 11 de marzo?
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La polémica por la victoria de Manel Navarro en la final del concurso Objetivo Eurovisión sigue dando que hablar. Tras una rueda de prensa que levantó aún más suspicacias, RTVE ha buscado zanjar el asunto con un comunicado en el que da respuesta a una queja firmada por 600 personas y trasladada a través del Defensor del Espectador del ente público, Ángel Nogal. Básicamente, justifican que el jurado tenía el voto de calidad asignado previamente y que no hay reclamación posible. Por tanto, Manel Navarro y su ‘Do It For Your Lover’ seguirán siendo representantes oficial es de nuestro país en Eurovisión 2017. Este es el comunicado íntegro.
Javier Bilbao lleva varios años sonando desde diferentes proyectos de música urbana underground, a veces más rap, como Infinitum, a veces más R&B, como su alias en solitario 
«¿Puede ‘Moonlight’ arrebatar el Oscar a ‘
Por si 
No es la primera vez que un director cae en la tentación de hacer una secuela tardía de una de sus películas más emblemáticas. Ni tampoco es la primera vez que se la podría haber ahorrado. ‘La última película’ / ‘Texasville’, ‘Wall Street’ / ‘Wall Street: El dinero nunca duerme’, ‘Dos tontos muy tontos’ / ‘Dos tontos todavía más tontos’, ‘Independence Day’ / ‘
Aunque ‘Los impunes’ (Richard Price) es más sólida, ‘Hermano de hielo’ (Alicia Kopf) más sorprendente y ‘Tú no eres como otras madres’ (Angelika Schrobsdorff) más conmovedora (cualquiera de las tres pueden encabezar esta lista), el debut literario de Emma Cline es la novela que más me ha cautivado de 2016, la que me volvería a leer ahora mismo si no tuviera una montaña de novedades en la mesa a punto de derrumbarse como un alud. Cline escribe con una precisión y un desparpajo admirables. Su estilo está cargado de expresividad y sensualidad. ‘Las chicas’ huele a sexo, a sangre, a marihuana, a ropa sudada y a basura descompuesta. La autora atrapa la atención del lector como si fuera Manson con sus acólitos, embaucándole a través de una cautivadora narración situada en dos espacios temporales: el pasado, el verano de 1969, y el presente. Utiliza dos voces femeninas, la de la narradora durante la adolescencia y cuando es una mujer madura. Y lo hace con gran eficacia, demostrando su enorme habilidad para meterse en la cabeza (está narrada en primera persona) de una chica de catorce años de los sesenta y en la de una mujer de sesenta del presente.
El título original del libro, ‘The Whites’, hace referencia, por un lado, a la gran ballena blanca Moby Dick y, por otro, a “los blancos”, aquellos criminales que no pudieron ser arponeados por la justicia y quedaron impunes. Y de eso trata esta excelente novela, de un grupo de policías neoyorquinos que una noche ven cómo uno de sus “impunes” es asesinado en el metro. Cualquier novelista se conformaría con tirar del hilo de este argumento. Price no. Price amplía el campo de batalla e introduce una trama paralela tan (in)tensa y absorbente como la principal. Cualquier novelista se conformaría con tricotar estas dos tramas sin que se le deshilachen. Price no. Price hace punto de cruz. Cada jornada laboral del policía protagonista es una crónica de sucesos diferente, un crudo relato del día a día (en este caso, noche a noche) de un policía en la ciudad de Nueva York. Cualquier novelista se conformaría con escribir una buena novela policíaca. Price no. Price ha escrito un novelón.
Lo más sorprendente de la primera novela de Alicia Kopf, ganadora del Premio Documenta 2015, es su riqueza metafórica. Kopf escribe con un picahielo. Va rompiendo capítulos hasta quitar toda la capa congelada que la recubre. La capacidad de la autora para exprimir narrativamente las posibilidades metafóricas del agua congelada es impresionante. El hielo le sirve para reflexionar sobre el arte y los artistas, hablar sobre las relaciones familiares y poner imágenes evocadoras y llenas de lirismo a sus sentimientos: “He puesto el pie sobre hielo muy fino. Primero he resbalado. Ahora me hundo”.
La alemana Angelika Schrobsdorff, quien se hizo famosa en los sesenta por novelas de alto contenido sexual para la época como ‘Die Herren’, narra en este “relato real” la vida de su madre, Else Schrobsdorff. Por medio de las cartas que dejó escritas, los testimonios de amigos y familiares, y sus propios recuerdos, la autora reconstruye la existencia de una “mujer apasionada”, como reza el subtítulo del libro, que vivió intensamente y sin prejuicios la bohemia del Berlín de entreguerras, se casó tres veces, tuvo un hijo con cada marido y, dado su origen judío, tuvo que huir de su amada ciudad cuando los nazis llegaron al poder.
Los relatos de Berlín son terapéuticos. Están situados en lugares sórdidos, tristes, dolorosos: hospitales, prisiones, lavanderías, centros de desintoxicación… Están protagonizados por alcohólicos, inadaptados, fracasados, enfermos… Y hablan de adicciones, de problemas de salud, económicos, sentimentales, de infancias tristes. Sin embargo, están envueltos en una extraña alegría, en una ternura tan paradójica como vivificante. Y muy divertidos. Berlin demuestra tener un sentido del humor admirable. Sus relatos están atravesados por una luminosa y fina ironía en la que no cabe el cinismo (en esto se diferencia de Raymond Carver, con quien ha sido comparada).
El gran Michel Faber (‘Bajo la piel‘, ‘Pétalo carmesí, flor blanca’) vuelve con una ambiciosa historia de ciencia ficción “realista” a medio camino entre Stanislaw Lem (‘Solaris’, ‘Ciberíada’) y Douglas Adams (‘Guía del autoestopista galáctico’). ‘El libro de las cosas nunca vistas’ (Anagrama) se puede leer de dos maneras: como la apasionante odisea espacial y lingüística de un misionero intentando llevar la palabra de Dios a los habitantes de un planeta que está siendo colonizado por una gran corporación terrestre, y como la dolorosa historia de amor, epistolar e interplanetaria, entre un hombre y una mujer separados por una distancia sideral.
Podríamos definir ‘Tan poca vida’ como un cruce entre ‘
La segunda novela de Jenny Offill narra, desde el punto de vista de la mujer protagonista, la vida de una pareja en 46 pequeños capítulos: desde que se conocieron en Nueva York y “especulaban” sobre cómo sería su futuro, hasta que se casaron, tuvieron un hijo y el futuro les atropelló. Y lo hace sin estridencias, sin dramas; con una precisión, una ternura y un lirismo conmovedores. Offill estructura su delicado y minimalista relato a base de fogonazos, de parpadeos elípticos a través de los cuales la narradora desliza una impresión, describe un sentimiento, transcribe una cita o susurra una reflexión.
El autor demuestra su enorme pericia para combinar lo particular y lo general, el retrato psicológico del atormentado niño (Lemaitre juega con maestría con el punto de vista, con su percepción de la realidad) y la pintura de toda una comunidad, de un pequeño pueblo francés cuya aparente tranquilidad se verá alterada por un suceso terrible. ‘Tres días y una vida’ es una novela que se lee en tres días (son poco más de 200 páginas) pero que permanece en el recuerdo, quizá no toda una vida, como le ocurre al protagonista, pero sí lo suficiente para esperar con ansias la siguiente obra de este autor.
Siguiendo a su compatriota Patrick Deville, y por supuesto, al pionero de la novela de no ficción (que además aparece como un personaje en el libro), Truman Capote, Beigbeder construye un sugestivo, mitómano y muy, muy ameno biopic sobre el autor de ‘El guardián entre el centeno’ y la que fue su amor de juventud, Oona O’Neill (luego esposa de Chaplin y fuente de inspiración para ‘Desayuno en Tiffanys’). El autor mezcla con gran pericia realidad y ficción, documentación y fabulación, para crear una emotiva argamasa dramática con la que rellenar los huecos de la historia de (des)amor entre estas dos celebrities del siglo XX.
Anoche se celebró la última semifinal nacional sueca, conocida como Melodifestivalen. Loreen, ganadora en 2012 con ‘Euphoria’, era una de las últimas 7 aspirantes y presentó un tema oscurete llamado ‘Statements’ con una sombría pero lucida puesta en escena, en su línea. La canción, cuya letra tiene algo más que una doble lectura política, se representó con una bandera blanca, si bien lo más llamativo fue