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Taburete actúan en un avión y provocan la mejor cosecha de tuits de Semana Santa

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Aunque cada vez son más las voces que se alzan contra las redes sociales, lo cierto es que de vez en cuando siguen dando alegrías. Basta que surja la chispa adecuada, que decían Héroes, y ¡BAM! Hilazo de Twitter. Es lo que ha ocurrido este pasado domingo de resurrección, fecha que tanto ha inspirado a Justin Bieber. Ese día, un grupo de 550 estudiantes se embarcaba en un Boeing 747 con destino a la Riviera Maya mexicana, en lo que sería un viaje fin de carrera más.

Sin embargo, una agencia de viajes tuvo la ideaza, como parte de una estrategia publicitaria, de invitar a bordo al grupo Taburete, que deleitaron a, por lo visto y oído, los numerosos fans de los autores de ‘Dr. Charas’ que se encontraban a bordo. Una actuación que incluso ralentizó el despegue del avión puesto que, al parecer, el comandante de la aeronave aguardó a que el grupo de Willy Bárcenas terminara su canción para entrar en pista de despegue.

Aunque el pasaje se encontraba feliz con esta sorpresa (al parecer, la misma agencia que lo organizó financia el rodaje de un documental de Taburete en el país norteamericano), mucho más que la tripulación (la cara de una de las azafatas es un absoluto poema), Twitter vio el filón en la noticia y mostró de qué es capaz con el leit motiv apropiado. Pasad y leed:

The Libertines darán su único concierto en España de 2018 en Valladolid

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The Libertines son los nuevos cabeza de cartel del festival Conexión Valladolid, que se celebra los días 15 y 16 de junio en Antigua Hípica – Pinar de Antequera. Los de Pete Doherty y Carl Bârat presentarán un nuevo disco que publicarán este año, según nota de prensa, y en Valladolid ofrecerán su único concierto de 2018 en la Península Ibérica.

Desde sus inicios a finales de los 90, The Libertines han publicado tan solo tres discos, ‘Up the Bracket’ (2002), ‘The Libertines’ (2004) y ‘Anthems for Doomed Youth‘ (2015), dando lugar a temas tan celebrados en el rock inglés contemporáneo como ‘Can’t Stand Me Now’, ‘Don’t Look Back at the Sun’, ‘Time for Heroes’, ‘What Katie Did’ o ‘Music When the Lights Go Out’… y también revelando en Pete Doherty una polémica y carismática figura pop conocida por sus excesos y alguna que otra salida de tono.

Además de a The Libertines, Conexión Valladolid ha confirmado en su cartel también la presencia de Bunbury, LA M.O.D.A., Immaculate Fools, Corizonas, Vinila von Bismarck y Carlos Sadness. Las entradas están disponibles en los puntos de venta www.conexionvaladolid.es y www.wegow.com., si bien las primeras tres ofertas de abono ya están agotadas.

Albert Hammond Jr. / Francis Trouble

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Si algo se ha revalorizado a medida que la presencia de The Strokes se iba desvaneciendo en los últimos años, esa ha sido la figura musical de Albert Hammond Jr., uno de sus guitarristas. Su obra en solitario, cuatro álbumes desde 2006 contando el que ahora nos ocupa, ha dejado al descubierto un gran talento compositivo, un estilo instrumental reconocible (en la órbita del de su banda mater) y una significativa facilidad lírica y vocal. Pero más allá de todo eso, lo fascinante de ‘Francis Trouble’, su última entrega, es que se presenta como un ejercicio sincero de autocrítica e introspección, apoyado en una curiosa historia personal. Por lo que él mismo nos ha contado, el que tenía que ser su hermano gemelo murió durante la gestación conjunta en un parto prematuro, meses antes de que naciera el músico. Hammond siempre ha sabido este hecho, pero al parecer fue solo hace un par de años cuando una tía suya le dijo que una parte de su hermano –la uña de un pie– se había quedado con él en el útero, motivo por el cual Hammond cree que, de algún modo, su nonato hermano siempre ha formado parte de él, determinando aspectos de su vida y de su música.

Dejada ya bien atrás la época en la que se gastaba 2000$ por semana en drogas, el guitarrista neoyorquino establece en ‘Francis Trouble’ una extraña conexión con una especie de alter ego imaginario, que le permite desdoblarse sobre sí mismo para mirarse en una suerte de espejo confesionario. Mediante esa herramienta, por tanto, repasa varios asuntos más o menos tormentosos de su vida: desde un tipo de amor corrosivo y asfixiante del que debe haber sido víctima en la acogedora ‘Tea for Two’, en ‘Muted Beatings’, donde se respira cierta urgencia, y en una gamberra y destartalada ‘Screamer’, hasta un sentimiento de incomprensión y desconexión del mundo en ‘Strangers’, cuya morfología, paradójicamente, es ligera, despreocupada y en apariencia feliz.

También pasa, obviamente, por planteamientos nostálgicos para con su hermano, hablando de una complicidad que no existió en ‘DvsL’, otra pieza juvenil que recuerda poderosamente a ‘Lust for Life’ de Iggy Pop, y, especialmente, en ‘Stop and Go’ –“Wish we could have become friends / With cops smoking their cigarettes / (…) We made a plan but had no time”– y en ‘Rocky’s Late Night’, una preciosa canción con cadencia emocional y guitarras cálidas y envolventes en la que intenta poner cara a un vacío indescriptible. Pero el culmen de ese ejercicio de introspección y confesión llega en el último corte, ‘Harder, Harder, Harder’, donde se habla a sí mismo(s) abiertamente y mezclando primera y segunda persona sobre actitudes del pasado: “I watched you learn to live as I just rolled the dice / Never trying hard enough with such fear in failure / What’s funny is that I was worried about all the wrong things” o ese inequívoco verso que dice “No es fácil de explicar cuando estás atrapado en la vida / No es fácil explicar lo que tienes en mente”.

Luego, desde el punto de vista formal, las canciones de ‘Francis Trouble’ funcionan muy bien a la sombra del estilo inconfundible de The Strokes. Fogonazos de post-punk revival que se ajustan a nuestra piel con la comodidad y soltura de unas bermudas, una camiseta de tirantes y unas chanclas de verano. Canciones sencillas pero invencibles como ‘Far Away Truths’, directas y emotivas como ‘Set to Attack’, con los pellizcos de guitarra típicas como los de ‘Rocky’s Late Night’ o con la frescura de ‘Strangers’. Hammond no inventa absolutamente nada, pero consigue volver a hacer lo que ha hecho una y mil veces y que siga sonando refrescante. No vamos a entrar a valorar aquí el momento en el que se hallan The Strokes, sobre si merece más la pena que continúen sacando discos o que cada uno de sus integrantes siga por su cuenta. El caso es que Albert Hammond está haciendo valer su talento para que no echemos tanto de menos al mítico quinteto de Nueva York, que tan solo han publicado un EP en los últimos cinco años. A falta de unos The Strokes con el gancho de los ’00, nos contentamos con un Albert Hammond Jr. en plena forma.

Calificación: 7,2/10
Lo mejor: la emoción de ‘Rocky’s Late Night’, ‘Set to Attack’ o ‘Tea for Two’, la sonoridad de ‘Far Away Truths’ o ‘Muted Beatings’ y el ejercicio de sinceridad de ‘Harder, Harder, Harder’.
Te gustará si te gustan: The Strokes, obviamente, y toda aquella generación de bandas post-punk revival de los años ‘00.
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Calvin Harris recluta a Dua Lipa para su nuevo single, ‘One Kiss’

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¿Estará preocupado el escocés Calvin Harris por los resultados discretos que su álbum ‘Funk Wav Bounces Vol. 1’ y sus singles obtuvieron, pese a ser un disco estupendo para buena parte de la crítica (también para nosotros)? Quizá sí, y por eso advertía a inicios de año que dejaba atrás el sonido de ese disco y apostaba por otras sonoridades. O quizá no, puesto que ‘Nuh Ready Nuh Ready’, colaboración con Partynextdoor con aires jamaicanos no se distanciaba tanto de ese sonido post-EDM que reivindicó el pasado año.

O quizá sí, y por eso acaba de anunciar que esta misma semana publica un nuevo single titulado ‘One Kiss’ junto a la que es posiblemente la solista más exitosa del momento gracias a temas como ‘New Rules’ y ‘IDGAF’, Dua Lipa. O quizá no, puesto que sus recientes colaboraciones con artistas como Katy Perry, Ariana Grande, Pharrell Williams, Frank Ocean o Nicki Minaj han demostrado que hace falta más que grandes nombres para tener un éxito.

La gran pregunta es, lógicamente, cómo sonará este ‘One Kiss’. Si hacemos caso a lo único que conocemos de esta canción, su portada mostrada en redes sociales, cabe esperar que en realidad mantenga esa querencia por sonidos clásicos de funk, soul y R&B: se trata de una carátula de formato cassette-single, toda una rareza que ya sólo vemos en lanzamientos underground. Aunque si nos fiamos de la abstracta imagen azul, podríamos pensar que le ha dado por el ambient. Sinceramente, dudamos que sea un cambio TAN radical.

ONE KISS. THIS FRIDAY.

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Alaska, Nancys Rubias y Elvis deciden los semifinalistas de ‘Maestros de la Costura’

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El octavo programa del talent-show de RTVE ‘Maestros de la Costura’ tuvo invitados musicales: Alaska y Nancys Rubias visitaron el plató para que la primera –no terminamos de entender por qué, cuando Mario Vaquerizo no necesita más mánager que él mismo– encargó a los concursantes unos trajes para que los luzca el grupo de su marido en sus próximos conciertos. Trajes que debían estar inspirados, además, en el mono de lentejuelas y flecos que lucía Elvis Presley en su famoso directo de Las Vegas, en 1970.

La prueba decidía, además, el expulsado del programa y, también, quiénes serían los semifinalistas del concurso de costura. Jaime, el bordador valenciano, fue el que hubo de abandonar el programa por su atuendo para Juanpe, mientras que Eduardo, fan de las Nancys que diseñó un mono corto para Marta, Antonio –uno de los favoritos para ganar el concurso–, que vistió a Miguel, y Luisa, que estaba encantada de hacer el mono para Mario, se unieron a Alicia y Mahi como semifinalistas. Como colofón, Nancys Rubias interpretaron ‘Yo sí bailo’, su versión de ‘Yes, Sir, I Can Boogie’ que se incluye en su último disco ‘Marcianos Ye Yés’, con varios temas escritos y producidos por Guille Milkyway de La Casa Azul.

Quizá impulsados por la presencia de estos invitados, aunque seguro que también por el estupendo trabajo que su CM hace en Twitter, con GIFs en tiempo real de la gala y muy bien traídos (Mahi y Eduardo son unos buenos personajazos), ’Maestros de la Costura’ subió discretamente de audiencia con la emisión de anoche.

30 años de… ‘I’m Not Scared’ de Eighth Wonder, el momentazo «Pet Shop Boys» de Patsy Kensit

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«Pero si hay una parte en francés, ¡qué vergüenza!». Eso exclamó Neil Tennant tan pronto como en 1996 cuando topó con ‘I’m Not Scared’ en un viejo Top of the Pops, según indicaba en una entrevista a The Independent. La canción que Pet Shop Boys escribieron para Eighth Wonder se convertiría en el gran éxito de estos editada en 1988, y justo esta semana se cumplen 30 años de su entrada en el top 10 británico, donde finalmente escalaría hasta el puesto 7 tras haber entrado a un modesto puesto 71.

Por qué ‘I’m Not Scared’ fue escalando las listas semana tras semana suena hoy claro para nuestros oídos. Pet Shop Boys estaban en un momento comercial estupendo y la grabación tenía toda una nube de sintetizadores y samples martilleantes emulando voces capaces de clavarse fácilmente en tu cerebro. Patsy Kensit, que como actriz era conocida por decenas de pelis, por ejemplo por su papel en ‘Absolute Beginners’ (‘Principiantes’), donde había coincidido nada menos que con David Bowie, era muy admirada por Pet Shop Boys. «Patsy tenía calidad. Sentimos que merecía ser una estrella, pero no estaba haciendo el tipo de discos adecuado», indicaba Tennant, quizá refiriéndose a su dueto con Eros Ramazzotti de 1987. En este tema, ella se ve amenazada por un hombre, pero no va a dejar que «los perros» de él a los que alude la canción en la famosa frase «take these dogs away from me» puedan con ella. En otra entrevista indicaba que Patsy Kensit le parecía una persona «muy fuerte» y que «su imagen sexy» no estaba trasladando eso al público general. Y Kensit se muestra ultra sexy en su recitado en este tema, pero sí, también desafiante y fuerte.

Pet Shop Boys también indican que tomaron la línea de «los perros» de John Betjeman, fallecido en 1984, cuatro años antes de la canción, en concreto de ‘Senex’ (1940). Pero la citaron mal, pues su texto dice: «Oh whip the dogs away, my Lord» y no «Oh, take these dogs away from me». También hay quien ha visto en la letra y en el uso del francés, un guiño a las revueltas estudiantiles de París del 68. De hecho, la cara B del single era la misma canción pero en francés, ‘J’ai pas peur’ («no tengo miedo»); y en la autoversión que Pet Shop Boys grabaron enseguida para su disco posterior de aquel año, el nunca suficientemente venerado ‘Introspective’, pueden oírse sonidos extraídos de las revueltas.

El tema ha pasado a la imaginería popular, a pesar de la corta vida de Eighth Wonder, lo cual tampoco fue una sorpresa cuando averiguamos que el grupo de chicos ni siquiera participó por la grabación de ‘I’m Not Scared’. El grupo de Kensit se separó después de este único lanzamiento internacional, suponemos que espantado por el fracaso del propio ‘Fearless’, que nunca pasó del puesto 47 en álbumes pese a la aceptación de ‘I’m Not Scared’ y al top 13 en Reino Unido de otro single, ‘Cross My Heart’. ‘I’m Not Scared’ sí ha aparecido en el setlist de Pet Shop Boys en los últimos años, y en 2013 se mostraban en una entrevista con Spin especialmente orgullosos de haberla «redescubierto». La tocaban ese año por primera vez desde 1991 y lo hicieron durante la gira «Electric Tour» hasta 2015. Chanel la usaba en un desfile de la Semana de la Moda de París de 2014.

La canción fue firmemente apoyada en España por 40 Principales. Fue una de mis canciones favoritas de pequeño (gay alert!) y hoy sorprende averiguar que el tema fue un éxito mayor en nuestro país que en su propio país de origen, alcanzando el número 2 en la lista oficial de singles de Afyve. Además, fue número 1 en Italia, número 5 en Alemania (donde siempre han tenido en muy buena estima al tecno pop, como bien saben Depeche Mode o Hurts) y número 8 en Francia. Quizá el éxito obtenido en nuestro país tuvo algo que ver con el hecho de que Pilar Miró rodara con Patsy Kensit ‘Beltenebros’. Pero esa es otra historia…


La canción del día: ‘Pulled Up The Ribbon’ nos devuelve a los Okkervil River que nos enamoraron

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Hubo un momento en la historia de Okkervil River, en aquellos años en que publicaron ‘The Stand Ins’ y ‘I Am Very Far’, en que pareció que podrían llegar a competir en cuanto a éxito con otros nombres del rock basado en las raíces del folclore norteamericano, como Wilco o Ryan Adams. Sin embargo, el grupo comandado por el talento y la personalidad de Will Sheff se ha mostrado algo menos inspirado, o acertado, en sus últimas obras, ‘The Sylver Gymnasium’ y ‘Away’ –al parecer, no ha sido un periodo de tiempo especialmente bueno en lo personal y profesional–, haciendo que ese aura de grandeza se desinflara un poco.

Sin embargo, el grupo texano ha anunciado un nuevo álbum que, quién sabe, podría cambiar eso y hacerles remontar. En ‘In The Rainbow Rain’, su noveno álbum de estudio que se lanza el día 27 de abril, Sheff ha renovado completamente el grupo (en ‘Away’ se quedó solo) y, al parecer, también su ánimo. Al menos eso nos dice el sonido de sus primeros adelantos, el medio tiempo ‘Don’t Move Back To L.A.’ y, muy especialmente, ‘Pull Out The Ribbon’.

Esta última, estrenada esta semana con un vídeo bastante ambicioso e interesante en lo visual –jugando con la geometría de la naturaleza, parafernalia histórica mezclada con recursos desconcertantes, como el de la guitarra gigante–, debería suponer un renacer del interés por el grupo. Porque en ese riff de guitarra, en la voz confiada de un Will Sheff (que físicamente se asemeja al último Lennon), en el contrapunto vocal de la nueva teclista del grupo, Sarah Pedinotti, en el cambio de ritmo del estribillo y su considerablemente afilado gancho, un poco Fleetwood Mac, está todo aquello que nos enamoró de Okkervil River en discos como ‘Black Sheep Boy’ y el sobresaliente ‘The Stage Names’.

Muere Jon Zamarripa de Cancer Moon

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Jon Zamarripa (a la izquierda en esta foto) ha fallecido como consecuencia de un cáncer a los 56 años, como informa Rockdelux. Fue fundador, junto al venerado Josetxo Anitua, que se suicidó en 2008, de uno de los grupos de culto del indie español de los 90, Cancer Moon, donde ejerció de carismático guitarrista, jugando entre el noise, el garage o la psicodelia. También había formado parte de otras bandas como Los Primitivos, Los Extraños y Los Raros.

La historia de Cancer Moon y sus tres álbumes de estudio, ‘Hunted by the Snake’ (1990), ‘Flock, colibrí, oil’ (1992) y ‘Moor Room’ (1994), se ha recogido en el documental ‘Atrapados por la serpiente’ con la participación de músicos como Nacho Vegas y músicos como Julio Ruiz. Aunque de estos álbumes solo el segundo está disponible en las plataformas de streaming, el primero fue reeditado en vinilo en 2011 (termina en un bucle, por cierto) y es relativamente fácil de conseguir en tiendas especializadas. El último fue álbum del año para Mondosonoro y Rockdelux (en este último caso empatado con el álbum de Family) y fue uno de los discos destacados por NuclearSí en los especiales «20 años de indie» que publicamos en 2012.

Sus colegas Atom Rhumba han lamentado en las redes su desaparición: «Se nos va un histórico de Bilbao: Los Primitivos, Los Raros/Extraños, Cancer Moon… Soñemos en que hay algo más allá y la pueda liar parda con Jesús, Josetxo y Félix».

La Canción del Día: ‘Privilege’ es la nueva joya perdida de The Weeknd

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Hay cosas que funcionan mejor y otras que funcionan peor en el regreso a sus orígenes que supone el nuevo EP de The Weeknd. ‘Call Out My Name’ es la canción que se lo está llevando calentito pese a su conservadurismo, ‘Wasted Times’ es la que más entra por los ojos y compartíamos en nuestra playlist de novedades semanales, las colaboraciones con Gesaffelstein son una curiosidad… pero la canción que puede convertirse en un fetiche para sus fans es la última, ‘Privilege’.

Al margen de que trate sobre su ruptura con Selena Gomez de manera bastante explícita («nos hemos dicho el último adiós / así que intentemos terminar con una sonrisa») y de la aparente referencia a Matrix en la «píldora roja» (abrazar la dolorosa verdad), la canción recrea con bastante tino la tristeza de la recién encontrada soledad.

Y lo hace a través de un bonito piano que suena en bucle al inicio y al final de la canción, recordándonos, sin parecerse particularmente, que The Weeknd era un conocido seguidor de Portishead hace unos años. Si ‘Belong to the World’ era muy ‘Machine Gun’ por mucho que le pesara a los de Geoff Barrow, esta canción sería un poquito ‘Undenied’, como mínimo en cuanto a encanto: un tema que parece pequeño pero obsesiona, pasando a forma parte ya de la carrera generosa en cuanto a grandes canciones de Abel Tesfaye.

The Weeknd, top 1 global directo en Spotify con ‘Call Out My Name’

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Como era de esperar, pues viene muy reforzado de vender 3 millones de copias de cada uno de sus dos últimos discos, The Weeknd está arrasando con su nuevo EP. Se espera que ‘My Dear Melancholy,’ sea número 1 directo del Billboard 200 con lo equivalente a unas 175.000 unidades vendidas. Quizá la cifra puede parecer un poco baja para las logradas por Drake, pero en streaming las cifras sí se parecen bastante a las de Drake.

El primer tema del EP o mixtape, ‘Call Out My Name’, ha sido número 1 directo del global de Spotify en su primer día, sumando 6,5 millones de streamings solo durante las primeras 24 horas. El segundo día, ha bajado al puesto 2… solo por detrás de Drake. Especialmente buenos son los datos estadounidenses, donde ‘Call Out My Name’ lleva 3 días en el número 1 de Spotify. Además, la totalidad del EP ha pasado por el top 10 de Spotify Estados Unidos.

En Reino Unido, ‘Call Out My Name’ ha sido top 2 directo en Spotify solo por detrás de ‘God’s Plan’ de Drake, posición que ocupa aún en su tercer día. En España los resultados son más modestos, pero también positivos: tras entrar al puesto 59 durante el primer día y bajar al 85 el segundo, The Weeknd vuelve a avanzar hasta el puesto 61 en el tercer día. Seguramente su entrada en Promusicae se produzca alrededor del top 75.

De momento, ninguna pista del EP ha destacado espontáneamente en las listas, más allá de su orden de secuencia, pese al atractivo especial de ‘Wasted Times’ o ‘Privilege’.

Roberto Leal revela a un «hater» cuándo vuelve OT y le corrige una tilde

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Roberto Leal tampoco ha tenido un Domingo de Resurrección demasiado tranquilo. Las últimas horas de este domingo las ha dedicado a contestar a un «hater» en Twitter, revelando por el camino que por supuesto Operación Triunfo volverá este otoño, y que en concreto lo hará en octubre. Según Vertele, serán 14 galas.

Leal escribía en la red social: «Qué ganas de @OT_Oficial. Da igual cuando leas esto». Cuando un usuario corregía: «qué ganas de que no vuelva», Leal le respondía: «en octubre nos tienes de nuevo». El usuario añadía: «JAJAJAJA Gracias por el intento de “zasca” 😂 pero me la sudas tú y tu programa tanto, qué solo me provocas risas 😘 Un saludo para ti, y para tu club de palmeros».

Como algunos habréis notado, ese «qué» no lleva tilde y el detalle no pasaba inadvertido para Roberto, que a pesar de haber cometido una falta similar en su frase original, corregía: «Ese «qué» no lleva tilde. No es intento de zasca, es la verdad. Y si te la suda, échate un agua por Dios que eso luego es muy desagradable o tómate una de estas cada 8 horas, futuro doctor. ¡Ah! Y por mi parte, hasta aquí tus segundos de gloria tuitera».

Pero aún había más, pues el usuario contraatacaba: «Oh, gracias, no sabía que además te leyeses la RAE cada vez que te vas a dormir. Yo también he dicho mi verdad, me la sudas (bufas, pelas…) tú, tu club de fans y tú programa. Contigo mucha fama no voy a tener, presentador de mala muerte. Cuidado no te mueras en un maratón😂». Y Roberto añadía: «La RAE no se lee. Se lee el DRAE. De nada otra vez».

Era un secreto a voces que el formato volvería tras el éxito de la edición de Amaia y Alfred o Aitana War. Aunque las audiencias no han sido tan altas como a principios de siglo, lógicamente, Operación Triunfo ha sido un éxito en redes y lo es a día de hoy aún en las listas de ventas y streaming, ocupando gran parte de las listas con los distintos discos de cada gala o ahora los recopilatorios de cada artista.

Justin Bieber confirma sus fuertes creencias religiosas por Semana Santa

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A alguien le pudo parecer una broma de April Fools Day, pero no: Justin Bieber ha sido visto habitualmente en la iglesia después del éxito de ‘Purpose’. Claramente ha usado la religión para asumir esa nueva cuota de fama que han supuesto singles como ‘Love Yourself’ o ‘Sorry’ y también otros que ha lanzado de manera paralela junto a David Guetta o DJ Khaled en el último par de años.

Y este Domingo de Resurrección, Justin Bieber ha acudido a las redes sociales para confirmar sus creencias. “Jesús ha cambiado mi vida. La Semana Santa no trata sobre un conejo de Pascua. Es un recordatorio de que mi Jesús murió en la cruz por mis pecados y después resucitó de entre los muertos derrotando a la muerte! Creo que esto pasó de verdad y eso lo cambia todo. Estoy libre de ataduras y de vergüenza. Soy un hijo del Dios más grande y él me quiere exactamente por dónde estoy, cómo soy y quién soy».

Acto seguido ha bromeado subiendo fotos suyas disfrazado de conejo: “¿Recordáis cuando os he dicho que la Pascua no trata sobre conejos? Bueno, pues he mentido». Justin Bieber en concreto ha sido visto varias veces por la iglesia de Hillsong durante el último año, en alguna ocasión en compañía de Selena Gomez.

Happy easter

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Remember when i said easter isnt about bunnies… well i lied

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Nat Simons / Lights

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No puede ser casual que haya toda una generación chicas españolas que no sólo deseen emular a las grandes cantautoras norteamericanas de hoy y ayer (Emmylou Harris, Linda Rondstadt, Angel Olsen…), sino que además lo logren de forma tan rotunda, con resultados realmente impresionantes. Hablo de Joana Serrat, Nina de Juan (Morgan), Chlöe’s Clue o de Nat Simons. La madrileña debutaba en 2013 con un ‘Home On High’ que hoy suena algo discreto al lado de ‘Lights’, el álbum de excelso sonido que acaba de publicar. Y es que Simons, tras ejercer de telonera para The Jayhawks en Barcelona, captó la atención de uno de sus dos motores, Gary Louris. Él se ha encargado de producir este disco de Simons en un estudio de Durham, Carolina del Norte, contando en la grabación con reputados músicos, entre los que se cuentan el propio Louris y el conocido grupo de nueva americana Hiss Golden Messenger (M.C. Taylor pone su voz en ‘Desire’).

Huelga decir que en el plano técnico y sonoro ‘Lights’ es una maravila, con un acabado a la altura de cualquier artista del género que pongamos sobre la mesa, con un brillo y una calidez espectaculares. Y además, acompañan las canciones, o al menos la gran parte de ellas: la luminosa ‘Endless Summer Road’ y el irresistible honkytonk con un punto punk de ‘People’ conforman un arranque increíble, que luego es secundada por otros temas que, además, muestran el buen manejo de una variedad de palos destacable.

Por supuesto, los fans de The Jayhawks quedarán encantados con ‘The Way It Is’ o ‘Happiness’ –al menos con su primera parte, hasta que la canción se expande a nuevos e interesantes territorios, más épicos–. Pero Nat también causará asombro a seguidores de Alela Diane (‘Golden Feather’, ‘Into The Woods’), Laura Cantrell (en el romántico vals ‘Crazy for You’) y hasta Bonnie Raitt (‘Desire’). Sí, parece inevitable nombrar a otros artistas al enfocar ‘Lights’, y eso puede indicar que Simons, sin una voz especialmente carismática y unas letras muy bien escritas pero que a veces no pueden evitar lugares comunes, aún debe encontrar su propia identidad como compositora. Pero a la vez ‘Lights’ no deja dudas de que es un gran paso al frente y que solo le queda encontrar un espacio más personal y afianzarse en él. Uno que, curiosamente, parece emerger en dos de las composiciones más pop y convincentes del conjunto, ‘You Just Can’t Imagine’ y ‘No One Compares’. Ahí puede estar la chispa que prenda una llama que haga a Nat brillar y volar realmente alto.

Nat Simons presentará ‘Lights’ durante los próximos meses por todo el país. Las fechas más inmediatas son el viernes, 6 de abril, en The Secret Social Club de Madrid; el 13 de abril en Granada Experience 2018, en Granada; y el 4 de mayo en Sala Las Armas de Zaragoza. Consulta más fechas en su web.

Calificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘People’, ‘You Just Can’t Imagine’, ‘Endless Summer Road’, ‘No One Compares’
Te gustará si te gustan: Laura Cantrell, The Jayhawks y… Haim
Escúchalo: Spotify

Hit de ayer: ‘Egyptian Shumba’ (1964) de The Tammys, bubblegum y salvajismo vocal

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Entre los fregados en los que se metieron los protagonistas de nuestra última entrega durante la vorágine de su pelotazo estaba una extraña promoción para una marca de gafas en la que grababan esto. Una canción cuya elección resultaba tan sorprendente y cool -“es la cosa más punk que he oído nunca”, decía el cantante Owen Holmes- como fallida en su interpretación: el ‘Egyptian Shumba’ de las Tammys es un clásico -oscuro, desde luego- pero intocable e insuperable en su extraña y mágica mezcla de bubblegum y salvajismo vocal.

En 1962 las hermanas Gretchen y Cathy Owens fueron expulsadas de un restaurante de su ciudad natal por cantar mientras sonaba música en la jukebox. Tras la humillación juraron que formarían un grupo y un día sus voces estarían saliendo de esa misma jukebox. Poco después, junto a su amiga Linda Jones, montaron un trío y empezaron a cantar en fiestas de los institutos de su ciudad, Pleasantville (¿podría haber un nombre mejor?), y alrededores. Durante esa fase inicial (funcionando todavía bajo otro nombre) el cantante Lou Christie las descubrió y les consiguió un contrato con United Artists, sello para el que grabaron tres singles en plena fiebre de los “girl groups”. En ellos, Christie supervisaba y componía (junto a su colaboradora Twyla Herbert) lo que eran mayormente canciones de pop romántico de corte bastante estándar, al estilo de sus propios hits. Pero el segundo disco constituye una anomalía maravillosa, una canción cuya energía y sonido demencial sin duda se originaban no tanto en un súbito espíritu proto-punk sino más bien en un intento de lograr un hit “novelty”. Sin probablemente sospecharlo, el 1 de noviembre de 1963 grabaron en un estudio de Nueva York algo que se convertiría en un clásico underground 50 años después.

Pero antes del “flashforward”, los hechos: ‘Egyptian Shumba’ es una pieza de pop trepidante, en la tradición de canciones de los 50 y 60 con “título de baile” (al estilo de ‘The Twist’, ‘The Mashed Potato’, ‘The Locomotion’…). La “shumba” no existe, es de hecho una palabra inventada (algo lógico cuando intentas crear un baile nuevo), y la letra es tan intrascendente como requerían este tipo de temas: “Anoche soñé que estaba en el Nilo / bailando contigo al estilo egipcio / Allá en Egiptolandia (sic) / Las momias nos cogieron de la mano”. Y a partir de esa breve estrofa, la explosión de gritos del estribillo que tanto sigue impactando 55 años después:

Pero ‘Egyptian Shumba’ tiene muchísimo más. En primer lugar, las voces aúllan pero también acarician: las partes en “close harmony” son impecables, perfectas, y no extraña nada saber que Lou Christie las llamó para hacer coros en muchas de sus canciones de la época. Pero el secreto de la canción es –más allá del atractivo reclamo vocal– el arreglo enloquecido que lo sustenta todo. En primer lugar, un extraño clarinete que da el pego casi como órgano de garage-rock. Y en segundo lugar, apoyando esa batería deliciosamente troglodítica, una guitarra con toneladas de reverb haciendo un constante “bending” en una sola cuerda, sostenido durante los dos minutos y pico de la canción, y que crea una sensación de delirio inigualable. La persona detrás de todas estas ideas no era cualquiera: el arreglista Garry Sherman había participado ya en grabaciones de primer orden como ‘Up on the Roof’ de los Drifters o el gran elepé de Gene Pitney ‘Blue Gene’, y a él hay que atribuirle el mérito de estos arreglos, que resultaron el vehículo perfecto para desatar el espíritu bárbaro-adolescente de las Tammys, en una sesión que debió ser memorable.

Durante las siguientes décadas (con las Tammys ya desaparecidas tras su breve carrera) los singles del grupo interesaron sólo a los estudiosos de ese fascinante campo de la música pop que es los grupos de chicas de los 60. Sin embargo, pinchadiscos con olfato empezaron a ver el incalculable valor que la contagiosa euforia de ‘Egyptian Shumba’ tenía en la pista de baile. Una de ellas fue Sheila Burch, coleccionista, DJ, y una de las autoridades mundiales en este género, quien incluyó la canción en lo que es probablemente la mejor recopilación de “girl groups” hasta la fecha, por contenido (cuatro impecables discos con lo mejor de ambos lados del Atlántico) como por continente (una caja de sombrero con el libreto replicando un diario adolescente y cada cd imitando una caja de maquillaje con espejo y todo). La colección, recopilada y anotada por Sheila, se editó en 2005 y obtuvo hasta una nominación para los Grammy, y acabó de cimentar -junto a algunos blogs avispados- el renacimiento de la canción, que acabó siendo reseñada hasta en Pitchfork con 40 años de retraso.

Desde entonces, el culto a ‘Egyptian Shumba’ no cesa. Es probablemente una de las pocas canciones que tienen su propia página web, una bizarra y documentadísima locura con reseñas, fotos, notas de discos transcritas, y datos biográficos. Asimismo, hace pocos años el sello de reediciones Jazzman reeditó el sencillo junto con una toma alternativa en la cara B, permitiendo así a DJs de todo el mundo poder usar su magia infalible en sus sets (el single, por cierto, no se ha agotado). Y aunque no se puede deducir con objetividad la influencia de un disco tan desconocido sobre el pop de las siguientes décadas, no deja de ser fascinante trazar una línea genealógica entre esta fascinante canción y -por ejemplo- el ‘Walk Like An Egyptian’ de las Bangles o la carrera casi completa de grupos como The B52’s y, en general, cualquier grupo a partir del punk en el en el que un grupo de mujeres haya desatado parecidos gritos feroces, de las Go-Go’s a Bikini Kill pasando por las Raincoats, Sleater-Kinney o las 5678’s.

‘Egyptian Shumba’ suena en el último Popcasting de Jaime Cristóbal, ya disponible en este enlace.

Fernando Alfaro: «En directo no estás tanto tú solo con tus fantasmas del armario como en el estudio»

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Una entrevista con Fernando Alfaro es algo irrechazable, por más que se nos emplace en un bar-cafetería de la parte alta de la Diagonal barcelonesa, algo ruidoso por el horario –en torno a las 19:00h– de un miércoles en el que se percibe cierta agitación entre la gente por un Barça que se juega el pase a la siguiente fase de la Champions League. El hombre que lleva la voz cantante en Surfin’ Bichos, Chucho y, obviamente, su propio periplo en solitario acumula 30 años de carrera ininterrumpida –en la que ha vivido prácticamente de todo en el plano profesional– cuando acaba de publicar un disco, el muy recomendable ‘Sangre en los surcos‘, que es mucho más que una mera regrabación de viejas canciones y la presentación de algunas nuevas.

Sobre los múltiples vericuetos de este álbum de formato doble, su regreso a una multinacional y sus próximos y especiales conciertos en un formato que denomina «dark folk trío» (el 7 de abril en la Sala Clandestino de Albacete, el 12 de abril en la Sala 0 (Palacio de la Prensa) de Madrid, el 20 de abril en la Sala Wah Wah de Valencia y el 28 de abril en La [2] de Apolo, en Barcelona) hablamos en una larga conversación, impulsada por la falta de presión de ser la última entrevista de promo (o «plomo», como dice que las llama su amigo y batería en Surfin’ Bichos, Carlos Cuevas) del día y sus ganas de desmenuzar, con palpable ilusión, esta nueva obra.

«[A Universal] Les planteé elegir yo al productor, porque tenía la sensación de que iba a ser un reto a nivel emocional»

Desde hace unos años, entre álbumes, has ido haciendo una serie de conciertos principalmente acústicos y en solitario, adaptando a ese formato canciones de toda tu carrera. ¿Fue ese el germen de ‘Sangre en los surcos’?
Sí. Sí en el sentido en que le dio la idea de este disco a un A&R de Universal, que se llama José Antonio Afonso. Me contactó para proponerme trasladar a disco eso que él me había visto hacer en algunos conciertos. Él pensaba que era necesario. Yo no lo tenía por tal, no lo había pensado nunca. Lo que sí ocurría, en aquel momento, es que yo tenía el plan de, por las canciones que estaba componiendo entonces, y que entre otras son las 4 nuevas aquí incluidas, que mi próximo disco tuviera también ese tratamiento espartano, con pocos elementos, más bien acústico. Así que me pareció adecuado unir las dos ideas, que en el fondo es la misma: un repaso a mi trayectoria, pero mi trayectoria sigue abierta. Tenía sentido incluir temas nuevos. Les planteé esto y también les planteé elegir yo al productor, porque tenía la sensación de que iba a ser un reto a nivel emocional, estar de repente destapando canciones de tanto tiempo atrás. Porque no es lo mismo nunca el entorno de un directo con el del estudio. En el estudio te encuentras más con el punto emocional de las canciones… aunque en directo también pasa a veces. [Risas]

Es curioso, porque desde fuera puede parecer justo al contrario…
No, no, es así. En directo la sensación que tienes es menos introspectiva, por el simple hecho de que hay gente mirando. No estás tanto tú solo con tus propias sensaciones, o con tus propios… fantasmas del armario. [Risas] Previendo esto pedí trabajar con Paco Loco, en un primer término, que al final fue la mayor parte del disco, dos tercios exactos, y después el resto se ha grabado con Darío Vuelta. Curiosamente, o no tanto, ambos han sido los dos productores de mis dos discos anteriores: el mío en solitario, en el caso de Darío, y el de Chucho, en el caso de Paco.

«No quería hacer un disco muy pensado, no quería un tracklist racional (…), una colección de «hits». Bueno, «éxitos de aquella manera»»

21 canciones pueden parecer muchas, pero estoy seguro de que te habrás vuelto loco en la elección de los temas que están dentro. ¿Cuántas canciones, aproximadamente, manejabas en la selección previa?
Mogollón. Lo que hice fue hacer una especie de briefing, intentando recordar todas las canciones que había venido tocando en acústico en los últimos… ¿14 años? Y claro, me salía una lista de unas 80 canciones. Las retomé, las volvía a refrescar y me di cuenta muy pronto que no quería hacer un disco muy pensado, no quería un tracklist racional. Había tanto donde elegir que no quería que me llevara al terreno de hacer una colección de «hits», aunque sean «hits peculiares». «Éxitos de aquella manera»… [Risas] Y tampoco quería que, necesariamente, estuvieran representados todos los discos.

Bueno, al final ha sido un poco así, ¿no?
Sí, curiosamente ha salido así, pero por cuestiones random. [Risas] No quería decisiones salomónicas, quería algo que tuviera vida. El tratamiento fue el mismo que cuando hago un disco de canciones nuevas, que tuviera ese movimiento, ese discurso. Yo aún soy muy de álbumes. Entonces fui con una lista de canciones para grabar, todas las que había recordado, y fui al estudio un poco a lo loco. La canción que me pedía el cuerpo tocar en ese momento, la grabábamos. Además, como Paco Loco está encantado si no le mandas demos previas… [Risas] Yo no quería que ni él ni Darío escucharan las versiones originales [Nde: de cara a la grabación, se entiende], que no estuvieran mediatizados por eso. Para que no fuera este movimiento de hacer nuevas versiones y cambiar las canciones por la cara, sino que tuviera sentido una nueva visión de las mismas.

Decías que no querías que estuvieran necesariamente representados todos los discos… Repasando, diría que ‘Los años luz’ de Chucho es el único disco tuyo, si no me equivoco, que no está representado. ¿Por qué?
Es que es demasiado nuevo. Algunas de sus canciones sí las he tocado mucho en acústico últimamente: ‘Un inmenso placer’, ‘Oso bipolar’, ‘Flores en el estiércol’, ‘Viva Peret’, ‘Cosas hermosas’… Podían haber entrado perfectamente, pero era tan reciente… Fíjate que la parte de Paco Loco de este disco la grabamos en agosto de 2016, y el disco de Chucho lo grabamos en… diciembre de 2015 y enero de 2016. ¡No había pasado ni un año!

«[‘Sangre en los surcos’, el disco] Tiene pequeños jeroglíficos, pero no tienen mucho sentido, o un sentido que sea posible explicar»

Lo otro que me ha llamado la atención es la cantidad de canciones que has elegido de ‘Fotógrafo del cielo’…
Me di cuenta después, sí. Hay discos sobrerrepresentados, pero no por nada, como te decía. Además, es que tres [Nde: de esas canciones de ‘Fotógrafo del cielo’] están en el mismo orden que en el disco original. ‘Un alud en septiembre’ y ‘Mi refugio’ son, para mí, canciones hermanas, las hermanas de ‘El Resplandor’… [Risas] Siempre las toco juntas y en ese orden. De hecho, en los conciertos de la gira que hacemos en abril he insistido en que vayan también así. Hay ese tipo de curiosidades. Por ejemplo, hay tres canciones que están dedicadas a mi amigo Ricardo, ‘Ricardo ardiendo’, ‘Magic’ y ‘Sangre en los surcos’. Y también van seguidas. Tiene pequeños jeroglíficos, pero no tienen mucho sentido, o un sentido que sea posible explicar.

¿Hacer este disco te ha servido para redescubrir, de alguna manera, algunas canciones tuyas?
Sí, pero esto me pasó cuando empecé a retomarlas para hacerlas en directo. Es volver a enfrentarte a la misma canción, a la letra, sin el cordón de seguridad que supone la grabación estándar original o tocarla con el grupo. Como decía antes, al hacerlo en estudio te fijas mucho más, el hecho de desnudar la canción y ver, ya no solo la letra, sino también cómo funciona la melodía con los acordes… La grabación ha potenciado más ese descubrimiento de cosas en las canciones que o no sabías o las habías olvidado o han aparecido después. Son como pequeñas minas, «minas anti-persona». Ha sido difícil.

Preguntaba esto porque una de mis adaptaciones favoritas de este disco es ‘Gente abollada’, que se adapta de maravilla a ese espíritu «dark country». Al escucharla me impresionó, fue como descubrir la canción de nuevo.
Esta es la que más cambiada está, está bajada un tono, como también hicimos en ‘Mis huesos son para ti’. Aunque en este caso fue más por una cuestión de andar por casa: cuando la grabé originalmente usaba cejilla, y luego dejé de usarla, me daba problemas. Al retomarla para los acústicos la bajé un tono y descubrí que la canción ganaba en profundidad y se acercaba más al sentido original de la canción. Ese mismo proceso es el que sufrió ‘Gente abollada’, pero ya en el estudio. Y fue gracias a Paco… Iba a decir «por culpa», pero no, gracias… [Risas] Él propuso hacerlo así, ralentizar el tempo, dándole esa atmósfera a lo ‘Berlin’ de Lou Reed, también esas guitarras un poco Bowie, y el tono mucho más grave, en varios sentidos. Al dramatismo de la letra también le va bien alejarla del rock original y atraerla más a este rollo… ¿Cómo sería? Crooner-rock…

¿Country?
Crooner-rock-country-suicide. [Risas]

Hombre, un poco por ahí va la nota de prensa del disco, que dice que la inspiración para este disco son las ‘American Recordings’ de Johnny Cash, aunque el sonido de tu disco es menos parco que aquel. ¿En qué sentido te ha inspirado?
Bueno, los primeros de aquella serie de Johnny Cash son más espartanos, pero los siguientes están más instrumentados, y por ahí iba un poco. Fue un poco para entendernos con la compañía y con los productores, explicarles el tipo de disco que queríamos hacer. Que fuera un disco acústico que fuera muy espartano, y buena parte del disco es así, muchas son solo guitarra y voz y están grabadas a pelo, en una toma y palante. El origen de las ‘American Recordings’ era ese, el músico en una habitación con una guitarra. Y bueno, salvando todas las considerables distancias, porque Johnny Cash es un mito absoluto al que no me voy a aproximar en la vida, como referencia estaba bien. Lo que pasa es que luego lo han usado en la nota de prensa y lo tengo que estar aquí defendiendo… [Risas]

Siendo esto así, podríamos decir que Paco Loco ha sido tu propio Rick Rubin, ¿no?
Sí, podríamos decirlo así, que Paco Loco es mi Rick Rubin. [Risas]

«Paco Loco es muy bueno especialmente en eso, en producción musical, en encontrar arreglos insospechados que nunca hubieras imaginado»

¿Y cómo afrontaste esas sesiones con él? Porque ya me has dicho que no querías que tuviera ideas preconcebidas. Pero tú, ¿llegabas ya con alguna premisa?
Bueno, hay que tener en cuenta que los arreglos de las versiones originales ya los hacía yo, entonces, si era yo el que hacía los arreglos, sería inevitable que volvieran un poco a aquellas versiones, y era justo lo que no quería. Y Paco, Darío también, pero Paco es muy bueno especialmente en eso, en producción musical, encontrar arreglos insospechados que nunca hubieras imaginado. Es su mayor virtud. Porque además entra muy bien en el mood emocional, valga la redundancia, potencia los picos emocionales, que a veces es hacer lo contrario de lo que en teoría debería ser.

Por ejemplo, ‘Sangre en los surcos’. Tiene ese aire a lo Leonard Cohen, digamos, por la guitarra española, que fue una decisión que probamos también en ese momento en el estudio. Luego él metió esa batería a lo Velvet, o un poco Sparklehorse, más bien, con el pandero, el bajo, y adquirió un tono grave, “coheniano”. Pero de repente, se mete en sus almacenes y saca un cacharro súper raro, una cosa así con cuerdas en horizontal, algunas de ellas rotas, que se tocaba con un palo. “¿Qué cojones es esto?”, le dije. “Esto es un tremoloa y este instrumento me hace llorar cada vez que lo toco” [Risas]. Y son esos sonidos raros [Nde: los imita con onomatopeyas] que suenan en la canción. Me quedé de piedra, pero ya he aprendido a confiar en él. Y cuando oí la mezcla final pensé que justo ese contraste, ese sacarla de contexto, hace más emocionante la canción. Por eso es por lo que confiaba en él para este disco, me he dejado llevar mucho más que en otro.

En algún caso, si te dieran a elegir, ¿te quedarías más con este formato que con las grabaciones orginales?
Sí, en bastantes, pero no me preguntes cuáles. [Risas]

¿Pero es por las producciones, que puede que no hayan envejecido tan bien como las canciones?
Pero es que me pasa también con canciones recientes. No porque estén mejor, sino porque tienen un feeling diferente que, por lo menos en este momento, me parece más fiel a lo que la canción es. A lo mejor, gustándome la versión original, prefiero esta.

No sé si es solo mi caso, supongo que porque ya conocía bastante bien el resto, pero mis favoritas son los inéditos…
Eso es bueno. [Risas]

Ya me has explicado un poco antes, pero ¿cuándo surgieron estas cuatro canciones y por qué creíste que encajaban aquí?
Es un poco como todo, o todo lo que a mí me pasa: es un cúmulo de casualidades, accidentes y cosas que van creciendo, como si fuera un jardín botánico en el que unas cosas crecen muy rápido y otras no. El proceso de hacer una canción puede ser rápido o durar años. Entonces, como te decía, cuando Universal me propuso esto y yo ya andaba con una idea similar en la cabeza, yo tenía estas canciones a medio construir. En todo ese proceso de conversaciones con la compañía yo fui construyendo y terminando canciones. Por ejemplo, apareció ‘Sangre en los surcos’. Por supuesto es un guiño a ‘Blood On The Tracks’, aunque también es una frase de ‘La Marsellesa’, que dice algo así como «marchemos, marchemos, reguemos con su sangre impía nuestros surcos», algo así.

Aunque aquellos eran otros surcos…
Es que va un poco de todo. La historia original es la historia de las huellas, que incluso ha dado lugar a la idea de la portada. Es un hecho de la vida real, que me pasó. Mi amigo Ricardo [Nde: el mismo de ‘Ricardo ardiendo’], cuando nos juntábamos en mi casa a hacer maldades, cogía mis discos y los dejaba por ahí tirados, no los metía en la funda nunca, los cogía con las manos sucias… Él murió en el año 1994. 20 años después cogí un disco de Killing Joke, ‘Revelations’, y al sacarlo encontré sus huellas –solo podían ser de él, yo era mucho más cuidadoso– aún impresas en el vinilo. Ese hecho me dio la idea para la canción y también para el disco, ya que estamos recordando todo lo que… nos ha pasado.

«[El consumo de heroína] era muy habitual. (…) Parece que solo consumía gente muy marginal, pero qué va, hasta los pijos se chutaban»

‘Dominó’ es una canción que, dices, evoca la etapa de ‘Hermanos carnales’…
En cuanto a ‘Dominó‘, el planteamiento es algo parecido al de ‘Sangre en los surcos’, aunque diferente. La hice porque, cuando el año pasado rescatamos ‘Hermanos carnales‘ y a dar tumbos por ahí con él, los de Rockdelux me pidieron un artículo sobre la gestación del disco. Eso me hizo recordar por qué yo había querido hacer un disco de esas características que, por cierto, tiene cierto paralelismo con este, que originalmente estaba concebido como un disco doble; y como en este, la premisa era vaciarme, no dejar nada en el tintero. Y entonces yo quería hacer un disco así porque creía que me iba a morir, porque en aquellos momentos era cuando el sida estaba… A mi amigo Ricardo se lo llevó al otro barrio el sida. Y a otros, empezaron a caer como moscas, compañeros de conductas peligrosas, yonquis de aquellos años. [El consumo de heroína] era muy habitual. Ahora se habla de eso y parece que solo consumía gente muy marginal, pero qué va, hasta los pijos se chutaban, era todo dios. Era como tomarse unas cañas, brutal. Entonces yo me hice las pruebas y, en aquellos años, tardaban meses los resultados, y encima los míos los perdieron o hubo un error, y me los tuve que hacer otra vez. En fin, que yo estaba convencido de que me iba a morir. Y de ahí sale el inicio de la canción, y del disco: «cuando tenía 26 (años), y creía que me iba a morir…». Entonces yo me ponía en rollo peliculero, y me imaginaba que me iría allí, a pasar mis últimos días, con un bastón, mi perro que me vería morir y me lamería la oreja cuando me encontrara en el suelo muerto… [Risas] Que claro, era un perro, así que se murió él hace mogollón de tiempo.

En cambio ‘Trozos que un día’ suena muy vigente, como una mirada esperanzada desde el presente al futuro.
‘Trozos que un día’ habla del paso del tiempo, de cómo todo está fragmentado. Supongo que es algo que forma parte de la condición humana, pero yo creo que en estos tiempos [lo está] aún más. La cultura, el conocimiento, y nosotros mismos, estamos fragmentados. Siempre tenemos como la intención de darle sentido a todo algún día, que haya un discurso… Yo creo que lo había antes, la gente con un mínimo de cultura tenía una cosmovisión más articulada que la que podamos tener ahora, que somos como puzzles. Nunca hay certezas. Por ejemplo, si hablamos de amor, decir «te querré siempre»… Pues no lo sé. La única certeza es que me voy a morir, eso dice la canción. Y cuando esté muerto, a lo mejor, tendré tiempo de unir todas esas piezas… o no.

¿Y ‘Barbaridades’, ya por redondear el cuarteto de temas nuevos?
‘Barbaridades’ habla de una relación tormentosa en la que la frase clave es «aquí se dijeron barbaridades, y tan sólo estábamos tú y yo».

Vaya bomba, ¿no?
Es una canción de amor y tormentas.

«[El uso de imágenes religiosas] lo hacía como una marca personal, una muesca. Tenía sentido pero a la vez estaba provocando»

Me llama la atención que “el humo”, una figura recurrente en tu poesía, vuelve a aparecer en alguna de estas canciones, creo que en ‘Trozos que un día’. ¿Juegas con esos guiños a antiguas letras o es algo que surge de una manera espontánea y natural?
Yo no me doy cuenta de eso. Me doy cuenta luego. Y me pasa muchas veces, pero no pueden ser obsesiones, porque si así fuera tendría 200.000 obsesiones, y no estaría vivo, estaría muerto. Son historias recurrentes que descubro después. En este asunto, tengo que decir que, a lo largo de los años, sí he jugado con algunas cosas. Por ejemplo con las imágenes religiosas. Yo eso lo potenciaba al máximo, como… [Duda]

¿Una provocación?
Sí, pero lo hacía como una marca personal, una muesca. Tenía sentido pero a la vez estaba provocando. Con los perros también, era como una especie de juego. Pero en muchos otros casos es totalmente inconsciente. Por ejemplo, uno que descubrí el otro día: niños que se caen en pozos. En ‘La vida es extraña y rara‘ hay una canción que se llama ‘Hijo de perra’, que dice «somos como pozos hondos de negra ambición con un niño al fondo que un día se cayó»; y en ‘Saint-Malo‘ [Nde: en ‘La Edad Media’] digo «cuando Javi a la edad de 7 años cayó al interior de un pozo ciego».

Joder, qué fuerte…
Claro, y encima con todo esto que ha pasado… [Nde: en el momento de la entrevista, hacía un par de días que habían encontrado el cuerpo de Gabriel Cruz] [Se detiene un momento, que se hace largo] No sé. Muchas veces la realidad es mágica, en cualquier sentido.

¿Has grabado más canciones?
No. Las he metido todas. Ya sé que me he pasado, pero ya está hecho.

Bueno, aunque no te propusieras hacer un «grandes éxitos» como tal, sí que veo que has hecho un disco que tiene atractivo para tus fans o los que ya te conocen como para gente que no.
Pues me alegro mucho, porque es lo que quería la compañía. Y si ellos están contentos, yo también, porque a lo mejor me dejan grabar más. [Risas]

«[Sobre su vuelta a la etiqueta Virgin] La realidad es mágica. (…) Todo funciona más por entropía que por un plan»

Yo pienso que puede ser una buena manera de empezar a conocer tu obra. De hecho, yo veo ahí el paralelismo con las ‘American Recordings de Johnny Cash, que nos sirvió a muchos para conocerle más.
Ya te digo, eso es lo que quería la gente de la compañía. Y yo les decía «¿seguro? ¡Si es una freakada todo!» [Risas] Pero sí me han llegado comentarios por distintos canales y gente muy distinta que, sin conocer mis discos anteriores, me han dicho algo así. En los acústicos me pasaba: de repente estaba tocando en un pueblo de Extremadura, en la plaza del pueblo, y de repente me vino una pareja de señores muy mayores y decirme «nos ha encantado». O en la Fnac de Madrid, presentando ‘Saint-Malo’ así yo con la guitarra, y venirme una señora y me dice «¿y tú cómo te llamas?». «Fernando Alfaro». «Pues eres muy bueno», me dijo. El formato este acústico se presta un poco a eso, sí.

Tras años de autogestión y sellos más modestos, no solo vuelves a una multinacional sino además a Virgin, que prácticamente no existía. ¿Es una cuestión únicamente de licencias o hay una voluntad de prolongar vuestra relación?
Como te decía antes, la realidad es mágica. [Risas] Porque Virgin desapareció como sello en España y simplemente Universal, a nivel corporativo mundial, se hizo con la marca. Pero no tiene nada que ver con los discos que saqué con Chucho en Virgin. Es pura casualidad, todo funciona más por entropía que por un plan. Lo que pasa es que intentamos convencernos a nosotros mismos de que no es así, pero es todo más casual y caótico.

«[Sobre las discográficas multinacionales] su labor sigue siendo la que siempre fue: sacar discos y que sean buenos»

No deja de ser paradójico, o mágico, como dices, que artistas como tú o, por poner otro ejemplo próximo en escena, Lagartija Nick, hayáis recibido la llamada de un A&R para publicar vuestros nuevos discos, ¿no crees? ¿Crees que la industria mainstream se ha puesto las pilas después de que su estructura se haya tambaleado?
Supongo que sí. No me he planteado un poco sus motivaciones, aunque he pensado en ello. No me voy a escaquear de la pregunta. [Risas] Yo tengo la sensación de que, como se ha reducido tanto el campo que tenían, y la estructura que tenían, que era elefantiásica… Como se han reducido a estructuras manejables y pragmáticas, se han dado cuenta de que no pueden vivir toda la vida de catálogos o productos ultramainstream como los que todos sabemos. Y que su labor sigue siendo la que siempre fue: sacar discos y que sean buenos. Más allá de buscar el beneficio rápido, que evidentemente van a seguir buscando, por encima de eso está su labor como… industria discográfica. Si el mismo término ya lo dice. [Risas] No creo que sea una cuestión de apertura de miras o ganas de arriesgarse, no creo que vaya por ahí… Creo que se han convencido de que esa es su labor, que están para eso, ese es su trabajo. El mío es hacer canciones y el de ellos grabar discos, y que sean buenos discos.

En un par de semanas inicias la gira de presentación, que has llamado como «dark folk trio». Cuéntame de qué va eso…
Pues seremos un trío en el que estaré yo, claro, y me acompañará Eloy Bernal, de Neleonard e Hibernales, que su disco del año pasado me flipa. Y llegado el momento de buscar alguien que me acompañara pensé en él. Es muy bueno, toca de todo: teclados, percusiones, armónica, hace coros… Y el otro chico es Joel García, que toca con Santi Campos, con Midnight Traveller… Es muy buen guitarrista y tiene muy buen gusto. Toca guitarra eléctrica, limpia, con mucha reverb, y también teclado en algunas canciones, un bajo distorsionado, muy agudo, también hace coros. El directo sigue en la onda del disco pero es muy dinámico, vienen y van, me gusta mucho cómo está quedando.

Intentaré ir.
Yo a todo el mundo que me dice «voy a intentar ir» le digo… ¡A ver si no va a haber otra ocasión! [Risas] Es verdad, estas cosas son así. Viene un cambio de rumbo, que cada vez pasa más rápido y… El otro día me di cuenta de que del último disco de Chucho no habían pasado ni dos años. Y el anterior mío en solitario, poco más. Aunque para mí hace siglos.

«Los discos ahora tienen muy poca vida en la percepción de la gente. (…) Es una putada»

Bueno, desde que tú empiezas a gestar un disco hasta que se publica, como decías antes, pueden pasar años.
Los discos ahora tienen muy poca vida en la percepción de la gente. Enseguida parece que se ha quedado atrás. Antes los discos duraban más, se sacaban singles muchos meses después, de una manera más natural.

Es la manera de consumir todo, y también la cultura.
Es una putada, porque en contraste con eso, la gestación y la producción de un disco es mucho más larga. Va demasiado rápido. Es normal que uno, cuando termine un disco, ya empiece a pensar en el siguiente, pero si encima te están empujando a ello… Incluso el mismo entorno profesional de los grupos empuja a moverse rápido, a hacer algo nuevo constantemente. Por eso te digo que, igual el año que viene ya no puedes verme en este formato. Yo espero que dure esta gira, porque me gusta mucho.

Fischerspooner / SIR

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Fischerspooner fue uno de los grupos más importantes del electroclash a principios de siglo. Todo el mundo vibraba con ‘Emerge’, y su discurso político alimentado por colaboraciones con Susan Sontag (esta co-escribió ‘We Need a War’, uno de los temas de su segundo disco, ‘Odyssey’) les hacía parecer poco menos que los Pet Shop Boys de su género. Poco a poco, el grupo formado por Warren Fischer y Casey Spooner fue bajando de perfil, y si el dúo británico fue conocido por sacar sus primeros álbumes escandalosamente seguidos, ellos eran más de sacar disco cada 4 años, con el nuevo incluso tardando casi una década en llegar. ‘SIR’ es su primer largo desde el malogrado ‘Entertainment’, editado en 2009.

¿Qué nos han querido contar Fischerspooner después de tantísimo tiempo? ‘SIR’ oficialmente «presenta una narrativa abiertamente queer y celebratoria», una «colección de canciones cargadas de erotismo, pero profundas». Estaríamos, pues, ante una suerte de ‘Erotica’ hecho en gran parte por y para gays, también por supuesto disfrutable por su ejecución por todos aquellos seguidores de Depeche Mode (Spooner recuerda muchísimo a Dave Gahan en varios puntos del disco, por destacar uno en ‘Have Fun Tonight‘, curiosamente inspirada en ‘Into You’ de Ariana Grande) y sobre todo The Human League, a quien recuerdan y mucho justo antes del pre-estribillo de ‘TopBrazil’.

No, no es muy imaginativo llamar una canción ‘TopBrazil’ cuando estás hablando de una cita a través de una APP. Y no, no es muy imaginativo llamar al disco ‘SIR’, ni abrirlo con algo titulado ‘Stranger Strange’, donde la parte estrella de la letra es «Sir, can I call you «Sir?» / Wakey, wakey up at dawn, don’t hurt / Don’t fuck it up, fuck it up-up-up». En un mundo en el que hasta en la mojigata ’50 sombras de Grey’ vemos un par de azotes, Fischerspooner han perdido la oportunidad de hacer un disco mínimamente «sexy» y «profundo» sobre el asunto que querían tratar.

Su disco hedonista pretendía ser una respuesta a «la atmósfera actual en América» y en las entrevistas y en algunas letras del álbum hablan sobre la adicción al sexo anónimo, a la necesidad de volver a follar con otra persona en cuanto terminas de follar con una persona. Es posible que haya algún tipo de relación entre el clima político y la necesidad de refugiarse en el hedonismo, con las aplicaciones de ligoteo atestadas de gente, las saunas incluso con colas a sus puertas, las fiestas de sexo campando a sus anchas y el poliamor a debate asomando la patita. Sin embargo, Fischerspooner en verdad no han ahondado especialmente en la cuestión y ‘TopBrazil’ simplemente se pregunta de manera vaga «¿Por qué necesito más? / ¿Qué quiero de verdad? / ¿Qué dije que iba a hacer?», mientras el disco se completa con temas que se llaman cosas tan obvias como ‘Discreet’ -con mención a Madrid- (por cierto, está intercambiada con ‘Strut’ en Spotify sin que nadie se haya planteado subsanar el error).

Peor aún, ‘SIR’ no corrige los defectos del mencionado disco de Madonna y se extiende hasta las 13 canciones, cuando apenas había composiciones que merecieran la pena para un álbum de 10. El álbum está producido por Michael Stipe de R.E.M., pero parece así más por amistad y morbo que por imperativo artístico. ¿Por qué morbo? Ahora se ha sabido que Michael Stipe salió con Casey Spooner en 1988, siendo el primer novio de este cuando aún le gustaban las chicas, y de su primer encuentro habla ‘Get It On’, pero aquí la única curiosidad sonora la aporta Caroline Polachek de Chairlift llevándose totalmente a su terreno ‘Togetherness’. Por lo demás, el disco concentra sus mejores momentos en la primera mitad, destacando únicamente en la segunda ese «Pull me back, sit me up and kiss me» que supone un digno estribillo para ‘Butterscotch Goddam‘ y tímidamente ‘Try Again’ como pseudobalada que sabe crecerse. Temática y lapso daban para más… para mucho más.

Calificación: 5,5/10
Temas destacados: ‘TopBrazil’, ‘Togetherness’, ‘Butterscotch Goddam’, ‘Everything Is Just Alright’
Te gustará si te gustan: The Human League, Depeche Mode, Marc Almond, Madonna
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La canción del día: ‘Crayons’ es el pelotazo pro-LGBT de cupcakKe, una gran aliada de la causa

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La rapera de Chicago cupcakKe es basta y grosera como ella sola -y con ello nos tiene cayéndonos de la silla de la risa con sus letras-, pero también es una gran aliada de la causa LGBT, como demuestra habitualmente en las redes sociales, ha demostrado en muchas de sus canciones, entre ellas una titulada, directamente ‘LGBT’, o demuestra en una de las pistas destacadas de su último disco, ‘Crayons’, cuyo vídeo acaba de estrenarse.

Tras la publicación de ‘Ephorize’, ‘Crayons’ fue una de las canciones más celebradas del disco por su pegadizo ritmo caribeño, pero sobre todo por su letra, una defensa, como siempre afilada, de la comunidad LGBT que abarca, una por una, las cuatro letras del acrónimo, para concluir en cada estribillo: “boy on boy, girl on girl, like who the fuck you like, fuck the world”. La letra habla de sexo lésbico (“lesbian, gon’ head and eat it, get the dildo and Michael Jackson – Beat It’ (“beat it” es jerga de “masturbación”) y sexo gay (“gay guy brave takin’ anal / when it cum that’s a volcano”), pero también alega de manera directa a favor de la tolerancia y la aceptación de la bisexualidad (cupcakKe relata un episodio en un bar gay en el que se da cuenta que una mujer no es lesbiana sino bisexual, al intentar ligar ella y su pareja, y concluye “aprende a conocer a la gente, y no des cosas por hechas”), y de la transexualidad (“transgender are people, so I’ma treat ‘em equal”).

En este ritmo bailable con vientos tan carnavalesco y colorido como los lápices de colores que dan título a la canción -una referencia evidente a la bandera LGBT-, cupcakKe tiene tiempo también para hablar de la hipocresía latente en la homofobia de muchos hombres, no tan homófobos cuando se trata de dos mujeres lesbianas dándose el lote (“girl on girl, they like “yup”, but when it’s man on man they like “yuck”) y de celebrar la cultura drag (“drag shows so bomb and so lit”). En el vídeo, una pareja gay es defendida por un grupo de jóvenes LGBT de un hombre que busca intimidar a los dos chicos, y está claro que todos ellos representan la variedad de sexualidades e identidades presentes en ‘Crayons’, elevando con su fiesta callejera la canción al nivel de himno que en realidad ya se le percibía.

Julee Cruise revela que padece lupus y preocupa por su estado: “no puedo ni caminar”

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Julee Cruise, la icónica vocalista de ‘Twin Peaks’, ha revelado en un mensaje de Facebook que padece lupus, y por sus palabras se encuentra en un estado muy preocupante. Cruise asegura en su texto que abandona Facebook y acompaña su mensaje con una imagen de ella cantando en directo en el que puede apreciarse el signo “exit” (salida) en una puerta.

El mensaje de Cruise deja algunas frases ininteligibles que no nos aventuramos a traducir, pero en él la cantante asegura haber sufrido esta enfermedad “desde los veintitantos”. Escribe: “Tengo lupus. Mi doctor, una superestrella, ha hecho todo lo que ha podido. No puedo ni caminar. Y ahora mismo me es difícil mantenerme en pie. Ya no puedo pasear a Gracie. Mi columna vertebral se está desmoronando y me pincha en los nervios. Tomo opiáceos, pero el dolor es tan fuerte que me hace llorar y pegar a la gente. Es culpa de la prednisona que me recetaron a los 20 años para mantenerme viva. Me alegro de haberlo conseguido, y me lo ha pasado maravillosamente, pero ya me tengo que ir. Vosotros, mis amigos… Alguien sabio me dijo una vez que debo marchar, y ya que soy una reclusa, es el pan de cada día para mí. ¡Gracias por TODO!”

En el final de su mensaje, Cruise pide a sus seguidores que le enseñen cómo desactivar su cuenta de Facebook, y escribe: “esta es la última reverencia, gracias, gracias, gracias, ahora sí estoy un poco asustada”.

‘100 películas sin las que no podría vivir’: construyendo a Ricardo Cavolo

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Ricardo Cavolo, uno de los ilustradores más importantes del país, ha publicado recientemente un libro llamado ‘100 películas sin las que no podría vivir’ compuesto de 100 ilustraciones hechas a mano sobre los 100 films favoritos del autor, acompañados de otros tantos textos, también escritos a mano, con notas y anécdotas personales sobre esas películas. Antes, ya había editado, entre otras cosas, ‘100 artistas sin los que no podría vivir‘. La editorial Planeta presenta el proyecto como «un libro para cinéfilos», y él, más modestamente, indica desde el principio que esta «no pretende ser una guía de las mejores películas de la historia». Advierte repetidamente: «más allá de lo que suponen en la historia del cine, son importantes por lo que significan para mí» y más aún, previene: «algunas de vuestras preferidas no estarán en esta selección, y tal vez no entendáis por qué. Pero esta lista es así porque es el ADN de una sola persona: yo».

Los rasgos identificativos de los dibujos de Ricardo Cavolo son el uso de fuego («porque en la escena está sucediendo algo importante, interesante, tanto que surge fuego», decía en esta entrevista) y de muchos ojos («para animar o dar más vida a las personas o a los elementos que los rodean»). Ambos aparecen en estas 100 ilustraciones (en realidad hay alguna más). Frente al libro, es todo un divertimento mirar directamente a la página derecha para tratar de averiguar, sin el uso de las palabras, de qué mítica cinta nos habla en la página izquierda. Por un lado, las ilustraciones de ‘Grease’, ‘Batman’, ‘Sin perdón’, ‘Dracula’ o ‘Maria Antonieta’ son para enmarcar. Por otro… inmersos en las 300 series de Netflix y Movistar, y en las 100 películas modernas interesantes de Filmin, ¿qué clásico del cine de los 70 me dejé por ver y ya probablemente nunca se cruce en mi camino si no es por libros como este?

La reafirmación de las propias ideas o el descubrimiento de viejas películas son inevitables en este libro. Eso sí, pese a su supuesta falta de ambición antológica, es imposible no apuntar cuáles son las ausencias más sonadas de ‘100 películas sin las que no podría vivir’ si realmente es un «libro para cinéfilos». Si comenzamos con ‘Viaje a la Luna’, ya llama la atención la ausencia de ‘El Acorazado Potemkin’ o, décadas después, de Leni Riefenstahl. David Lynch, Pedro Almodóvar, Luis Buñuel o Luis García-Berlanga, por poner unos cuantos ejemplos, no parecen santo de su devoción, como tampoco películas de la sensibilidad de ‘Los puentes de Madison’, ‘El paciente inglés’, ‘Tomates verdes fritos’ o ‘Brokeback Mountain’. Curiosamente, pese a que la selección de ‘Drive‘ y ‘Donde viven los monstruos‘, el amor que profesa hacia Sofia Coppola y la importancia que le da a ‘Little Miss Sunshine’, parecen inclinar la balanza hacia lo que se suele maldenominar «hipster», no le gusta mucho la Nouvelle Vague (no está la obligada ‘Jules et Jim’) ni Haneke ni Lars Von Trier.

No obstante, Cavolo sí muestra sus mayores debilidades hablando de ‘La vida es bella’ («si la película me emociona, lloro, y con esta me hincho a llorar»), dejando citas muy particulares sobre ‘El apartamento’ («no se ha vuelto a crear una historia de amor tan bonita como esta»), ‘Espartaco’ («soy de izquierdas, joder, ¿cómo no voy a amar esta historia?»), ‘¿Quién engañó a Roger Rabbit?’ («aún guardo la esperanza de encontrarme por sorpresa algún dibujo animado por la calle»), ‘El tiempo de los gitanos’ («tuve una familia gitana diez años»), ‘Haz lo que debas’ («sigo queriendo ser negro») y muy especialmente distintas cintas de Wes Anderson. Cuando se aprecia claramente qué películas han ido conformando su propia estética, naíf y colorida, pero algo violenta e inquietante a la vez, es cuando la edición de este libro («to be continued?») se hace más necesaria. 7. Disponible en Amazon.

Hoy en «Yo he venido de mi casa»… la verdad sobre Austin y SXSW

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Mira todos los «Yo he venido de mi casa».
Oli + Glu son la ilustradora Oli, líder de Axolotes Mexicanos, y el músico Gonzalo R. Checa.

Mala Rodríguez y Juan Magán unen fuerzas (y estilos) en ‘Usted’, número 2 en Youtube España

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En plena Semana Santa, este viernes, para ser exactos, a Juan Magán y a Mala Rodríguez se les ha ocurrido presentar su nueva colaboración, ‘Usted’, un tema con sabor latino y flamenco (como era de esperar de la unión). El “lyric video” de ‘Usted’ es ya el segundo vídeo más visto en Youtube España (el primero es el del niño legionario). Cuenta cuenta ya casi 600.000 visualizaciones.

Por temática, ‘Usted’ es una especie de versión alternativa de ‘Chantaje’ de Shakira y Maluma en la que Juan Magán, preocupado por los devaneos de La Mala, lamenta: “Me dijeron por ahí que la volvieron a ver, la volvieron a ver, con un tipo diferente cada noche, yo confiaba en usted, y ahora ya no sé a quién creerle, a ti o al resto de la gente”. Sin embargo, La Mala, en lugar de replicarle que no “pague bola a toda esa mala propaganda”, abiertamente reconoce: “No me hable así ahora de amor, tú no ve’ lo que yo veo, y que con los ojos yo, muy loco loco lo veo, a mí me gusta rumbear, a ti te va el cacareo, dime qué hacemos papá, sí, déjate ya de rodeo”.

Nada que ver ‘Usted’ con la que hasta ahora era su última colaboración, ‘Me voy’ con las hermanas Ibeyi. Su último disco, ‘Bruja‘, se publicó en 2013. ¿Gustará ‘Usted’ a Barack Obama o él es más de las canciones antiguas de La Mala?

La canción del día: Jonathan Wilson muestra en ‘There’s A Light’ que también es capaz de hacer estribillos memorables

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Desde su estudio de grabación en el antiguo asentamiento hippie californiano de Laurel Canyon, Jonathan Wilson se labró una reputación como productor artesano, a la antigua usanza, que le llevó a dirigir las grabaciones de álbumes de Dawes y Father John Misty (su debut ‘Fear Fun’) y después, ya desde su estudio en Echo Park (Los Ángeles), de artistas como Conor Oberst. También es un reputado e imaginativo guitarrista, papel en el que ha colaborado con nombres de la talla y variedad de Erykah Badu, Jackson Browne o Roger Waters. Y además, sostiene una más que interesante carrera en solitario, en la que publicaba, pocas semanas atrás, su tercera obra, ‘Rare Birds’.

Como ya ocurriera con su muy notable debut de 2011, ‘Gentle Spirit’, y su continuación de 2013, ‘Fanfare’, se trata de un disco en el que Wilson se deleita dando forma lentamente a las canciones, con progresiones instrumentales complejas y arreglos cuidados al máximo. Sin embargo, en esta ocasión también se deja cierto espacio para que las melodías y los estribillos destaquen. Y es que, más allá de adelantos como ‘Over The Midnight’ –muy The War On Drugs– o la exótica –con esos cantos de nativos americanos– ‘Loving You’, se permite la licencia de mostrarse como un artesano de la canción pop rock más convencional y, también, comercial.

Hablo de ‘There’s A Light’, tema que recientemente era destacado con un vídeo oficial que muestra a Jonathan Wilson y su banda interpretando la canción en un (falso) estudio de una televisión asiática. El reputado Grant Singer (Camila Cabello, Lorde, Taylor Swift) dirige el clip, pero en lugar de una de sus habituales superproducciones, se trata de una sencilla filmación realizada con antiguas cámaras de la televisión nipona y con efectos psicodélicos creados analógicamente por los propios equipos.

Y la estética le viene al pelo a este temazo atemporal que tiene ciertos guiños al AOR o el yacht rock (atención a ese contrapunto vocal vocoderizado), pero que sobre todo brilla por su rica melodía vocal, cantada por Wilson con el respaldo del dúo femenino Lucius (Lana del Rey y Father John Misty tambiñen han contribuido con sus voces en el disco). Un fulgor que, sin duda, encaja a la perfección con el mensaje enardecedor de su letra, que canta a la belleza del mundo, de la paz y del amor. Razones suficientes para no caer en la depresión y simplemente ser felices. ¿Tópicos de ingenuidad hippiesca? Puede. Pero, endulzados de esta manera, yo compro.

David Byrne / American Utopia

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Hace un par de semanas David Byrne entonaba un mea culpa por la ausencia de mujeres en su nuevo disco. Un gesto que le honra, una reflexión justa, especialmente en alguien que siempre se ha significado política y éticamente que, encima, venía de compartir la autoría de un muy buen álbum con la gran St Vincent. Pero que esta pequeña polémica no empañe a ‘American Utopia’. No, por supuesto que no llega a sus cumbres con Talking Heads o Eno y pocas sorpresas encontraremos. Pero Byrne ha parido un disco muy agradable, de duración clásica (diez temas, 37 minutos), arropado por colaboradores de postín como Jack Peñate, Sampha, Oneohtrix Point Never y, sobre todo, su estimado Eno, autor principal de la música, cuya presencia se nota en todos y cada uno de los paisajes sonoros. Personalmente, por eso, lo que más me ha llamado la atención es el actual timbre de Byrne, a ratos asombrosamente parecido al de Nick Cave. ¿Cosa de la edad? Su voz se ha vuelto más áspera, algo menos versátil, pero sigue reconocible. Claro que la pulsión pop de Byrne es bastante desconocida para el australiano.

Hay aquí menos ganas de epatar que en ‘Love this Giant’. Y resulta gracioso que, ahora que LCD Soundsystem se dedican a fusilarlo sin mucha vergüenza, Byrne, sin renunciar a todo lo que es (la sombra de Talking Heads es y siempre será alargadísima), se dedique más a sus querencias de pop latino que al post punk sincopado.

Abre con una nana, ‘I Dance Like This’, que se torna en EBM ochentero en su estribillo, (Byrne en algún momento suena incluso amenazador), que resulta curiosa y atractiva. ‘Gasoline and Dirty Sheets’ es la que más se acerca a la sofisticación arty de ‘Love This Giant’, con deriva Prefab Sprout por medio incluida. ‘Every Day Is a Miracle’ es sofisticado y levemente hortera en su aroma a lo Roxy Music en el puente, aunque el estribillo se desvíe a lo latino. ‘This Is That’ es la única en que la autoría no se comparte con Eno, sino con Daniel Lopatin, aka Oneohtrix Point Never; un baladón sentido, con el que, me temo, Byrne demuestra que le sienta mejor el ímpetu que la calma. La euforia regresa en ‘It’s Not Dark Up in Here’, que recuerda enormemente a ‘Slippery People’, de ‘Speaking in Tongues’, gracias a su base rítmica post-punk tropical y esos coros taaan Talking Heads.

A pesar de los esfuerzos y del buen regusto del conjunto, hay piezas que pueden generar cierta indiferencia; ya sean ‘Bullet’ , aunque cuente con exuberancia de adornos tropicalistas, samples y alardes vocales, o ‘Doing the Right Thing’, aun así interesante por la muestra de arreglos orquestales y lujuriosos a lo BSO de film de James Bond. La forma la recobra de manera magistral en ‘Everybody’s Coming to My House’, otra pieza que le podría robar perfectamente Murphy, nuevo homenaje a Talking Heads, poseída por la fiebre rítmica, poseedora de un gran estribillo, repleta de vientos, guitarrazos y coronada por pianos casi house (cortesía del gran Sampha), en que David recupera esa forma suya de cantar deliberadamente desafinada e irritante. Definitivamente, en ‘American Utopia’, aun sin ser un álbum epatante, Byrne sigue luciendo tipo sin despeinarse.

David Byrne presentará ‘American Utopia’ en dos ocasiones: el 13 de julio actuará en Bilbao BBK Live Festival y, el mismo fin de semana, en Cruïlla Barcelona.

Calificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘Gasoline and Dirty Sheets’, ‘It’s Not Dark Up in Here’, ‘Everybody’s Coming to My House’
Te gustará si te gusta: St Vincent, Brian Eno, el Nick Cave menos fiero, Prefab Sprout
Escúchalo:

Harry Styles ya es un “showman” con las intenciones claras en Barcelona

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Alfred García está en grada. La gente se da cuenta, mira hacia su posición en Palau Sant Jordi y grita, emocionada, intentando captar la presencia del popular triunfito. El cantante se levanta, saluda a las miles de personas congregadas para ver a Harry Styles y las anima a gritar más fuerte todavía, mientras las graba en un vídeo que más tarde sube a Instagram. Por un momento parece que la estrella va a ser él y no el intérprete original de ‘Sign of the Times’. Pero solo hace falta que le dejen de seguir las luces (perdón) para centrar toda la atención en la verdadera estrella de la noche.

Harry Styles no pierde el tiempo y comanda el escenario desde el segundo cero, demostrando a lo largo de la noche que no solo se cree su papel de “showman”, sino que lo interpreta con grandes tablas. “Tengo un trabajo esta noche y es entreteneros”, expresa durante el concierto. Quizá ese sea el mayor pero de su paso por Barcelona: Styles entretiene, y además da lugar a momentos cómicos con sus fans (concretamente con los que comen bocadillos mientras él canta) pero como su nueva imagen de inspiración glam post-One Direction, su show parece guionizado y poco espontáneo. Parece un “trabajo”. En muy pocas ocasiones, Styles se suelta de verdad y encuentra ese concierto de rock ’n roll que busca (a pesar de terminar con los pantalones rotos). Esto sucede sobre todo en ‘Kiwi’… y es la canción final.

Vestido con un impoluto traje con manchas negras y lentejuelas (¿repetirá atuendo esta noche en Madrid?), y con su banda de cinco músicos tras él, tres de los cuales tocan desde tarimas (la batería toca en el podio y casi es más visible que el propio Styles), el artista aparece en el escenario de espaldas, como en la portada de su disco, y desgrana un extenso repertorio que incluye canciones propias, temas de One Direction (entre ellos el coreadísimo ‘What Makes You Beautiful’) y versiones. La ‘Angel’ inicial es arrebatadora gracias al brutal carisma de Styles, pero ‘Ever Since New York’ llena el alma del Palau con su emotiva melodía. Entre la sensualidad marca 70s (‘Woman’) y el romanticismo (‘Sweet Creature’, en el segundo escenario, tras la pasarela), Styles sorprende sobre todo con su versión llenaestadios de ‘A Little Bit of Your Heart’ de Ariana Grande, que compuso él y que bajo sus mandos parece un hit perdido de los últimos 1D, y hacia el final, con una espléndida versión de ‘The Chain’ de Fleetwood Mac en la que brilla su control vocal.

La entrega de Styles al concierto, en cualquier caso, es total, y es imposible no acordarse de sus inicios en One Direction cuando conversa con sus fans (“de dónde vienes? ¿De Alemania? ¿Cómo ha ido el viaje? ¿Qué has hecho?”) o anima al clamor popular con toda la energía que posee su cuerpo. Styles ha hecho las cosas muy bien. Ha hecho un buen disco, ha tratado a sus fans con respeto y se ha convertido en un gran aliado de la causa LGBT. De hecho, ‘Medicine’ es una de las canciones más celebradas del concierto, aunque es durante ‘Anna’ (la mejor de las inéditas, casi se puede cantar ‘Faith’ de George Michael por encima) cuando Styles se cuelga una bandera de arcoiris en el cuello, imitando a muchas de sus fans presentes, que portan la misma bandera, conscientes de que el de Styles es un espacio seguro para ellas.

En el concierto de Harry Styles, el rock de los 70 y la causa LGBT se dan la mano, y con él, Styles traslada un mensaje importante de inclusión al mainstream. Es en conciertos como el suyo donde puede haber una verdadera normalización de la diversidad sexual, y aunque no está claro que ‘Medicine’ sea realmente un himno bi o puro “queerbaiting”, el resultado final es el que importa, y es que los fans de Styles se sientan mucho más aceptados e integrados. Puede que el concierto de Harry Styles careciera de espontaneidad, pero fue mucho más que correcto, y eso es gracias a las canciones y a lo que buscó representar Styles con ellas y con un show inclusivo que pretende mostrar el “signo de los tiempos” y apuntar hacia “una dirección”… la del progreso. No es ninguna tontería.