Música

Los Mejores Discos de 2020

50
Tame Impala

En una entrevista en Londres, el propio Kevin Parker nos contaba: “en trabajos anteriores me he arrepentido de rebajar ese tono “cheesy”, de esconderme, de sonar menos revelador, menos grande… y en ‘The Slow Rush’ he querido dejar claro que ya no tengo miedo de esas cosas”. Aunque añade que aún tiene presente sonar azucarado, en ‘The Slow Rush’ no lo parece. Si el pegadizo estribillo de ‘Instant Destiny’ suena como la sintonía de un programa de televisión de los años 70, la letra no puede ser más idílica en su retrato de un amor con el que Parker se imagina viviendo «en una casa en Miami» o compartiendo un nombre tatuado. Y si la canción que abre el disco, la electrónica ‘One More Year’, que busca una apertura épica sin ser ‘Let it Happen’, habla sobre ser tan feliz con esa persona que no importa el tiempo ni lo que pase ahí afuera, ‘Tomorrow’s Dust’ suena al trabajo de un hombre que, alcanzada la treintena, acumula ya más certezas que dudas: «no sirve de nada anhelar un amor cuando estás solo, ni llorar afuera si no hay nadie en casa, ni volar a la luna si nadie te va a creer» es posiblemente uno de los pasajes mas sabios de su repertorio. Paz y felicidad que desprenden sus canciones producto del buen momento personal en que Parker, afortunadamente, se encuentra.

49
Confeti de Odio

Las letras siguen siendo el punto fuerte de Confeti de Odio y las canciones de ‘Tragedia Española’ vuelven a versar sobre existir con la angustia por las nubes, la autoestima por los suelos y una sensación de abatimiento constante ante el desamor, la tristeza y la inseguridad, todo ello expresado desde una honestidad madura y otras veces brutal, pero que nunca admite filtros ni artificios ni ocasiones para edulcorar lo vivido. Sin embargo, Lucas siempre encuentra en ellas ese pequeño rayo de luz en la oscuridad que le permite salir adelante. ‘Triste de verdad’ parece hablar en pasado de una depresión, y la importancia del amor en la vida de Confeti de Odio es subrayada en ‘Ansiedad (has vuelto a mí)’ o ‘Minuto de ruido’, en las que la angustia siempre deja paso a la esperanza: “si no hay nada feliz en tu mundo, podemos ser infelices los dos juntos» es el lema con el que termina la primera, y la segunda se supera con un subidón escalofriante que sirve al artista para clamar que no le importa «ni el arte, ni los discos ni la ropa», solo la compañía de esa persona amada.

48
Buscabulla

Beneficiado por un minutaje corto –incluso cabe cuestionar por qué no se desarrollan más los prometedores interludios ‘Fiebre’ (¿un mensaje contra la dictadura de las tendencias musicales?) y ‘Volta’–, ‘Regresa’ condensa el fuerte de Buscabulla: equilibrar sonoridades audaces y modernas –el R&B experimental de Blood Orange o Solange emerge como referente– pero con una perspectiva enraizada en lo latino tanto desde el punto de vista lingüístico –aunque a veces no consigamos captar todas sus palabras, el peculiar flow de Berrios es otro de los grandes descubrimientos de este debut– como rítmico, sin necesidad de recurrir al reggaetón para hacerlo. En ese sentido, más allá de su sonido, ‘Regresa’ es un precioso canto de amor del dúo por sus orígenes, incluso con todo en contra.

47
Biznaga

En estos tiempos turbulentos, de narcisismo e incertidumbre política y social, en los que hay gente que decide no fiarse de la verdad, y que nos pillan ahora mismos encerrados en nuestras casas por culpa de un virus que se ha convertido en pandemia global, ‘Gran Pantalla’ llega para recordarnos que el punk y la canción protesta -tome la forma que sea- siempre seguirán vigentes mientras un artista tenga algo que decir. Dentro de una obra conceptual, ‘Gran Pantalla’ es otra inteligente radiografía de la enferma sociedad actual de Biznaga que vale la pena descubrir. Un incentivo para la reflexión, de la que ya no es posible escapar.

46
Georgia

¿Cuántas letras se han hecho hablando sobre la música de baile y cuántos discos se han destinado a la pista en sí? De Kylie a Arctic Monkeys, de Chic a Stromae, son miles y diversos los artistas que se han lanzado a ella tan cargados de lentejuelas como de guitarras, de cuerdas disco o de agresivos beats. Siempre será un refugio para los males personales y del mundo y Georgia es algo que ha querido exprimir en su segundo álbum, bajo el título de ‘Seeking Thrills’. Pero a Georgia, aparte de bailar, también le gustan Kate Bush y Luther Vandross, y una vena baladista bastante onírica aparece en ‘Till I Own It’ y la preciosa ‘Ultimate Sailor’, al tiempo que algunos textos parecen retratar indirectamente la era Brexit. Esa segunda parte suena más política también cuanto más se acerca a M.I.A. (‘Feel It’ y ‘Ray Guns’), mientras la pista final ‘Honey Dripping Sky’ aúna ambas cosas: parece una dulce balada hasta que llega su final, mucho más oscuro y bailable. Al término de todo esto es inevitable contemplar la portada para comprender lo bien que representa esta obra de Georgia. Se trata de una instantánea de 1988 firmada por la americana Nancy Honey, retratando a unas jóvenes inglesas de fiesta. ‘Seeking Thrills’ es un álbum con el que evadirse entre beats y ritmos sofisticados, no importa dónde, precisamente conscientes de la excepcionalidad que supone poder olvidarse de todo durante unas horas.

45
The Killers

No sin cierto manierismo que es ya casi un sello de identidad del grupo, la energía y la capacidad de cautivar de los Killers de 2020 se muestra inconmensurable en su arranque, con ese bombazo que es ‘My Own Soul’s Warning’ –quizá una de las cuatro o cinco mejores canciones de su carrera–, seguido de ‘Blowback’ –un elogio a la fuerza interior de su mujer–, la gran ‘Dying Breed‘ –la raza que muere es, por si no se entendía, la de las parejas que resisten el paso del tiempo y las dificultades– y una ‘Caution‘ que, si ya había logrado vencer las reticencias iniciales, crece aún más en el contexto del álbum. Justo en ese momento uno empieza a pensar que está al caer la tan habitual pájara en los discos de The Killers, esa irregularidad que hace años que impide disfrutar de sus discos al completo. Pero en ese momento llega ‘Lightning Fields’, un medio tiempo exquisitamente arreglado y construido –en el que Brandon, siguiendo con la línea romántica, evoca la relación de sus padres como paradigma–, con k.d. lang –que ejerce el papel de su madre, Jean, fallecida de cáncer en 2010, apareciéndose en sueños a su progenitor– haciendo una aparición tan breve como espectacular en el puente– y la certeza de que este es un disco especial es ya palpable.

44
Arca

La trituradora de sonidos particular de Arca deja tres pepinazos en el disco como son el reggaetón desfigurado de ‘Mequetrefe’, ya icónico por su letra «ella no toma taxi, ni Uber, ni Lyft» y «mira su pasito, a ella le da igualito»; la cachonda ‘Riquiquí’, que enreda en sus ritmos frenéticos y resbaladizos frases como «mírala chupar la pepa de un mango bajito» o «te pongo la mayonesa fresca blanca en la mesa» (sic); y la fiestera ‘KLK’, que integra -o mejor dicho, desintegra- dentro de su maquinaria de ritmos industriales y a su vez inspirados en la música tradicional venezolana la voz de una Rosalía que se siente «bendecía»… pero que podría haber sido cualquier otra persona, pues su voz apenas se luce. En cuanto a las canciones melódicas, ‘Time’ recuerda a los ambientes inquietantes de Jenny Hval pero hipnotiza con sus trazos luminosos e impresionistas sin llegar a ser nunca una canción pop propiamente dicha; y la mencionada ‘Machote’ transforma el hit de Latin Dreams en una composición emotiva y anhelante que no desentonaría en el repertorio de Putochinomaricón.

43
Rina Sawayama

Si bien esta joven japonesa educada en Reino Unido sentaba ya las bases de su personalidad como artista pop en ‘RINA’, es ‘SAWAYAMA’ el que consolida su espacio propio, a base de extremar su propuesta: por un lado, ofreciendo un amplio abanico de sonidos propios del pop de radiofórmula de los años 2000 para construir su espacio musical (con la ayuda de su socio más destacado, el productor Clarence Clarity); y por otro, con un contenido lírico que exhibe sin filtros sus posicionamientos sobre medio ambiente (‘Fuck This World’), capitalismo (‘XS’), machismo (‘Comme des Garçons (Like the Boys)’, racismo (‘STFU!’), acoso escolar (‘Who’s Gonna Save U Now?’) mientras, de manera llamativa, desnuda su historia familiar: como explicó profusamente a Pitchfork, su padre las abandonó a ella y a su madre en Reino Unido, después de trasladarse allí desde Japón por el trabajo de aquel, derivando en un traumático divorcio y miseria económica para las dos. ‘SAWAYAMA’ puede ser apenas un paso de gigante para una estrella del pop del futuro, atípica y fuera de normas… a base de apropiarse de ellas.

42
Nathy Peluso

Como letrista de rap, Nathy demuestra en ‘Calambre’ ir sobrada de talento, vocabulario e ingenio. La artista puede sonar tan visceral como en ‘Llámame’, por estilo un homenaje clárisimo a D’Angelo («en las noches te pienso y empiezo a transpirar / Me invade un calor denso que no puedo calmar») o ‘AMOR SALVAJE’, que pasa de Timbaland al reggaetón; o tan folclórica como en el interludio ‘ARRORRÓ’, que hemos tenido que comprobar no fuera una versión de un tema antiguo. «Tengo el canto metío’ en mi alma, ‘Tá quietecito esperando a que salga», canta Nathy en esta composición como si fuera la mismísima Imperio Argentina. La pista final, ‘AGÁRRATE’, comienza con una dramática primera mitad de voz y acordeón que recuerda a las viejas milongas del mencionado Astor Piazolla… para evolucionar de manera inaudita hacia el «gangsta rap», y ese cambio es plasmado también en lo lírico: la canción pasa del «qué agonía este querer / qué oscuridad en este amanecer» y del «me estoy muriendo» al «tengo los ojo’ limpio’ y los otro’ do’ manchado’ / hijo de p*ta, flaco, ¿cómo sos tan despiadado?», para alcanzar su cumbre de puta locura en el verso siguiente: «Shut up your mouth and take my sugar / Yo rajé las llanta’ de tu Buga». Todo ‘Calambre’ resumido en 4 minutos.

41
Kylie Minogue

Aquí hay material suficiente para afirmar sin pestañear que estamos ante el álbum más disfrutable al completo de Minogue desde el gran ‘X’. Puede que le falte un ‘Get Outta My Way‘, pero hay varios fuertes pilares, entre los que destacan los 3 singles de adelanto, el «grower» ‘Real Groove’ y dos más: ‘Miss a Thing’ es una pequeña maravilla que parece mirar melódicamente las mieles de la chanson francesa, y ‘Celebrate You’ como cierre. Esta Kylie más tierna le da mil vueltas a la de ‘Music’s Too Sad Without You’, aquella última pista de ‘Golden’ en la que, por mucho que lo intentamos, nunca logramos entrar. Diríamos que no hay color… pero vaya si lo hay.

40
Run the Jewels

Las misivas políticas de Run the Jewels cruzan varios temas sin por supuesto olvidarse de sus autores ni de sus referencias. ‘ooh la la’, probablemente el single más inmediato de su carrera, samplea el verso de Greg Nice en un hit de 1994 de Gang Starr y su vídeo denuncia la lucha de clases e imagina un mundo ideal sin dinero ni «castas» en el que solo la «empatía» puede derribar los «discursos creados por el hombre que nos separan». La canción acredita al mismo Greg Nice y al productor de aquella canción, DJ Premier, pero tal es el respeto de Run the Jewels por quienes vinieron antes que solo en el primer verso de ‘out of sight’ con 2 Chainz mencionan explícitamente ‘Superthug’ de N.O.R.E. y ‘Miuzi Weighs a Ton’ de Public Enemy, antes de dejar a 2 Chainz presumir de su riqueza (material). Un escenario inmejorable para que entonces Run the Jewels se llamen a sí mismos el «orgullo de Brooklyn y de Grady». En la oscura ‘holy calamafuck’, Run the Jewels expresan ser los «narradores de la violencia de nuestro tiempo», se llaman a sí mismos «pirotecnócratas» por su habilidad para componer raps incendiarios, y además se superan con una producción de percusiones tremebundas e industriales que también les sirve de vehículo para nutrir sus versos de otras referencias históricas, religiosas, políticas o literarias, todo ello sin por supuesto dejar de celebrarse a sí mismos.

39
Adrianne Lenker

Es en las canciones más personales de ‘songs’ donde Lenker deja de ser la Emily Dickinson del siglo XXI capaz de percibir universos dentro de una gota de lluvia para mostrarse como una persona humana, con claroscuros. Su ruptura con la cantante Indigo Sparke inspira varias pistas del largo, como una ‘anything’ de jadeante melodía que pasa de narrar una escena pastoral a situarnos en medio de una discusión familiar, que Lenker tiene con su suegra nada menos (como nos ha indicado un lector en los comentarios, el pasaje sobre unos dientes de perro que muerden a la artista tiene más pinta de ser literal que metafórico). Y si ‘come’ es una composición contemplativa, triste, decorada con el sonido de un riachuelo, en la que Lenker se pone en la piel de una madre que pide a su hija que la «ayude a morir», siempre con unas imágenes del mar en su cabeza que no pueden sonar más liberadoras, ‘heavy focus’ consigue sonar contenta a pesar de precisamente situarnos en un cementerio, por el que Lenker y su pareja pasean recordando viejos tiempos.

38
Halsey

Halsey/Ashley impone siempre su voz e hilvana un discurso coherente (en su caos), tanto en lo estético como en lo espiritual. Y eso es porque su discurso es una verdad desnuda. Porque, llamadnos naif, pero creemos firmemente que (siendo consciente de que habrá “licencias artísticas”) nadie osaría exponer de esa manera su intimidad para mentir. ¿Quién, si no fuera cierto, hablaría de las adicciones de G-Eazy y una tendencia autodestructiva en la que se implicó de lleno como hace en ‘Graveyard’? ¿Quién le espetaría a aquel algo tan duro como «me alegro tanto de no haber tenido un bebé contigo»? ¿Quién se atrevería, como hace en ‘Ashley’, a exponer que solo la empatía de sus fans ha evitado su muerte? ¿Quién, como en ‘I Hate Everybody’, a asegurar que sus propias inseguridades son las que le llevan a odiar a los demás como método de defensa para no amar? ¿Quién a cantar sobre su trastorno bipolar como lo hace en ‘Forever… (It’s a Long Time)’? ¿Quién a cantar que un coño es como “un país de las maravillas” si no lo sintiera así? ¿Quién dedicaría una preciosidad como ‘More’ a los niños que ha perdido… y a los que vendrán en el futuro? ¿Quién rapearía sus emociones más secretas como hace en ‘929’ –su fecha de nacimiento– si no le salieran de dentro? Y lo mejor es que lo hace con un disco que, al contrario que sus explícitos textos, se va desnudando poco a poco ante nosotros. Al principio parece árido, pero pronto se impone su conjunto. En ello influye su cuidada secuencia, que a menudo funciona como un relato, con guiños de la vida real.

37
_juno

Zahara y Martí Perarnau IV, más conocido como Mucho, trabajaban el producto de _juno en secreto, sin anuncio, hype, promoción en radio ni tele, ni singles previos, corriendo el riesgo de que quede tan en familia que no llegue a ser conocido mayoritariamente por sus seguidores o incluso por fans casuales que no conecten con sus carreras por separado. Lo cual sería una pena porque la música que aquí encontramos, aunque con sus cosas en común con lo que hacían hasta ahora -el tipo de melodías y obviamente sus voces- puede llegar a quien no se había interesado antes por ellos. Los referentes, desde luego, han cambiado, la electrónica ya no le parece «un coñazo» a Zahara, y ahora les sale hablar de gente como Caribou, James Holden y Floating Points, también grupos progresivos como Pink Floyd, y pueden venir a la mente nombres como el de Leslie Feist y James Blake en ‘_A dos metros bajo tierra’. O el de Jon Hopkins, un pianista cada vez más interesado por la electrónica hasta convertirse en un gurú de la misma. No sé si veremos a _juno en el Sónar -cuando haya Sónar-, pero la primera impresión que deja el grupo, producida por el single ‘_BCN626’ es la de estar frente a un disco romántico, «de pareja», como aquel que ofrecieron Nacho Vegas y Christina Rosenvinge. Y no: aquí hay muchas más cosas. Fantasmas, entre otras.

36
Disclosure

Dicen Disclosure que no se les han escapado las malas críticas recibidas por ‘Caracal‘, un segundo disco más sereno que se quedaba lejos de repetir el hito de su debut. Con esto en mente, se han tomado un merecido descanso y se han puesto las pilas para componer un tercer trabajo bueno de verdad, sin dejarse llevar por presiones y sin pensarse las cosas demasiado. Aunque el factor sorpresa de ‘Settle‘ ya no está presente en ‘ENERGY’, quizá debido a que Disclosure, maestros del revivalismo house-pop, nunca han tenido el sonido más original de todos, aunque sí uno de los más sofisticados, el nuevo álbum de los hermanos es uno de esos capaces de re-encandilar una carrera. A partir de aquí sí es posible esperar cosas muy grandes… ¿como la constancia de Chemical Brothers?

35
Belako

Es muy significativa la casi total ausencia de canciones de amor (la inicial ‘Tie Me Up’ es bastante ambigua) en este álbum de rock ambicioso de Belako, sobre todo porque ‘Truth’ cuestiona el mal que ha hecho el amor en la sociedad. «El romance es un arma que asegura nuestra explotación» dice decididamente, lo cual tiene bastante gracia si atendemos a su tarareo final, casi propio de un «girl group» de los años 60. Teniendo en cuenta que BMG es quien publica este largo a nivel internacional, es como si Belako se hubieran propuesto derribar el sistema desde dentro. Y justo después en ‘Truce’ muestran cierta vulnerabilidad como para recordarnos que todos somos humanos, y que la contradicción forma parte de nuestra condición. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra y no se una a Belako en su canto: «We fell for a lie / We chose to get high / On empty dark nights / We drink our goodbyes…»


Algunas de las co-producciones de Kali Uchis es verdad que son de Tainy, pero o bien este se niega a acudir en modo piloto automático, o bien es Kali Uchis quien retuerce voces o altera el pitch para ofrecer cosas diferentes. Al fin y al cabo es ella sola quien escribe y produce el tema final, una fantasía vocal a medio camino entre James Blake y Arca. Con la venezolana comparte también cierto gusto telenovelero que va más allá de unas letras que nos hablan de amor, sexo y religión. Más allá de eso, Kali Uchis se adentra en sus raíces latinas pese a haber nacido en Virginia (sus padres son colombianos) para reivindicar nombres como Los Zafiros, Los Terrícolas o La Lupe, además de a Gabriel García Márquez. Uno se queda con ganas de que desarrolle lo explorado en ‘la luna enamorada’ y sobre todo su versión de ‘qué te pedí’, que termina justo cuando parece que va a aparecer la verdadera pupa. Pero son solo intro e interludio en esta historia de sensualidad en la que caben multitud de influencias y colores. Sexo sobre sábanas de seda, y después cierta resaca, melancolía, vacío. El sonido, el mundo Kali Uchis.


Yves Tumor es uno de esos artistas inclasificables que hacen de la fusión imposible de géneros su marca para convertirlos en algo único. Partiendo tanto de géneros clásicos como el rock, el R&B, el jazz o el soul como de la música de «vanguardia», el ambient, el noise o la electrónica, Tumor creaba en su anterior disco, ‘Safe in the Hands of Love‘, un mundo extraño y fascinante en el que adentrarse, lo cual a su vez era fácil de mano de singles estelares como ‘Noid’ o ‘Licking an Orchid’. En su nuevo trabajo, ‘Heaven to a Tortured Mind’, Yves Tumor se sumerge en su lado más rock y ruidoso para llevarlo hacia lugares nuevamente insospechados, sensuales y perturbados. Al margen de lo exquisita que suena la distorsión en dos joyitas del disco como son la glam ‘Super Stars’ y la pesadillesca ‘Asteroid Blues’, ‘Heaven to a Tortured Mind’ es probablemente uno de los discos de rock mejor producidos que se oirán este año por la nitidez con la que suena su densidad de elementos. Una observación reflejada en otro contraste: el del single principal del álbum y la tierna balada final ‘A Greater Love’ que lo cierra. Escuchadas una detrás de otra es posible comprender el disco casi en su totalidad.

32
A Girl Called Eddy

Más allá de la inmediatez –sin descuidar nunca lo pequeño, lo aparentemente accesorio– de ‘Jody’, ese conseguido y poderoso homenaje a Chrissie Hynde y Pretenders que es ‘Someone’s Gonna Break Your Heart‘ o una ‘Two Hearts‘ de memorable melodía que bien podría haber producido Edwyn Collins, emergen canciones menos explosivas que, a cambio, atacan despiadadamente nuestra compostura. Nos referimos a maravillas como ‘Charity Shop Window‘ (precioso ejercicio de nostalgia ejecutado con nada menos que el oscarizado actor y compositor Paul Williams) o la dupla –sin duda conectadas por el mismo protagonista masculino, que tanto daño ha hecho a Erin– que conforman ‘Finest Actor’ («Él fue el actor más dotado de su generación / A mí me engañó del todo») y la semiacústica –más Nilsson que Lou Reed– ‘NY Man’. El precioso dueto con Tashian a ritmo de vals ‘Pale Blue Moon’ es el cálido y embelesado broche final perfecto para un ‘Been Around’ simplemente perfecto para aquellos que tienen claro que valores como la genuinidad y la emoción están muy por encima de las cifras de streaming y la originalidad (a menudo solo teórica) del penúltimo hype musical.

31
Andy Shauf

No deja de ser irónico que artistas que por talento, sonido y estética podrían haber estado copando las listas de éxitos en los años 70, se vean relegados hoy a algo parecido al underground. Hablamos de nombres como Real Estate, Whitney, Tobias Jesso Jr., Bedouine… o Andy Shauf. El canadiense se ha tomado su tiempo tras el impresionante ‘The Party’ pero, cuatro años (y un disco de su proyecto paralelo Foxwarren) después, ha vuelto con un ‘The Neon Skyline’ que no se limita a cumplir las expectativas despertadas con aquel disco, sino que las supera. A medida que escuchamos las esmeradas armonías, acordes y arreglos de piano y viento (en general es más austero que ‘The Party’, pero curiosamente eso le da más lustre) que le conectan con nombres como Nick Drake, Paul Simon, Elliott Smith o Randy Newman, cada canción se va revelando imprescindible. Da igual si es por un canturreo (‘Neon Skyline’, ‘Fire Truck’), un riff (‘Thirteen Hours’, ‘Dust Kids’) o un giro melódico al final de una estrofa de apariencia inofensiva (‘Where Are You Judy’, ‘The Moon’, ‘Changer’), pero nada sobra. Y, de paso, esa atención cuidadosa nos va revelando los recovecos vitales –sus ideas sobre religión, educación, intimidad…– de los pobladores del Neon Skyline, haciéndonos empatizar inevitablemente con algunos de ellos, y sintiendo que en realidad esas pequeñas escenas de una vida podrían ser, fácilmente, de la nuestra.

30
JARV IS

Jarvis se erige en el papel a medio camino de sereno maestro de ceremonias y crooner seductor que domina y al que tan buenos réditos ha sacado y saca. Un papel de predicador del hedonismo y la sexualidad que se ve potenciado por el carácter epidérmico de la música de JARV IS…, que trasluce que su génesis está en los escenarios. Así lo evocan los crescendos y decrescendos de una vibrante ‘Must I Evolve?’ en la que conviven ecos de dub con palmas españoletas. O los arrebatos de psicodelia y free jazz de ‘Sometimes I’m Like Pharoah’, que juega con el nombre del maestro Sanders, pero en realidad ironiza sobre lo perverso de las típicas estatuas humanas en los centros turísticos de las ciudades. O ‘Children of the Echo’, una idea que acuñó Jarvis en un artículo sobre John Lennon, esgrimiendo cómo muchos (él incluido) somos un altavoz de los Beatles (y los 60) aunque no los vivimos en realidad; «pasemos página», concluía. Pero, a la vez, el tiempo ha dado a Cocker una serenidad que bien podríamos asemejar a la del tardío Leonard Cohen en la seducción solemne de ‘Swanky Modes’ y ‘Save the Whale’. Jarvis ha encontrado al fin un grupo de artistas que le llevan a rozar con los dedos –incluso por momentos a palpar con lascivia– la grandeza que alcanzó con Pulp 25 años atrás, y que se le había resistido en sus proyectos posteriores. Hasta ahora.

29
Mujeres

Nos habíamos acostumbrado tanto a grupos que irrumpen con fuerza y, en muchos casos, luego no hacen sino decaer, que ya casi parece una rareza el caso contrario. Un caso como el de Mujeres, que ha explotado comercialmente (dentro del ámbito underground o, como poco, alternativo) más de diez años después de su eclosión, con su cuarto disco ‘Un sentimiento importante‘ y, muy especialmente –nos contaban que vendieron en 24 horas de preventa lo que en dos meses con su anterior trabajo–, con su nuevo disco ‘Siento muerte’. «Poderosos golpes de afecto», como reza la reconocible imaginería de Pol en la portada, en los que, gracias a esa luminosidad musical, destaca la voluntad de extraer belleza a través de sus letras (que parecen prístinas, pero están llenas de enigmas) sobre «un mundo que se destruye», tal y como indica una pequeña etiqueta en la cubierta de la edición CD.

28
Soleá Morente

Aparte de lo divertido y emocionante que es en su globalidad, quizá el gran valor de ‘Lo que te falta’ es que Morente se consolida como una cantante capaz de hacer suya cualquier canción, sin importar quién la haya escrito ni el palo que emplee. Y el mejor ejemplo está en ‘Condiciones de luna’, isla de melancolía que cierra el disco: sobre un solemne piano, coros de su hermana Estrella (también de Ángel Valiente del grupo psico-rock Karen Coltraine) y teclados espaciales, se atreve con unos versos (“Gitanita como yo / no las vas a encontrar / así se vuelva gitana / toíta la humanidad”) de cadencia próxima al rap, a lo ‘Islamabad’ (no en vano es el otro tema del álbum que co-escribe J). Ejerce, además, de contrapunto de tristeza en un disco vibrante y emocionante que fortalece a Soleá Morente como una artista única, a la altura de su apellido.

27
Phoebe Bridgers

Cercana y sencilla, lo suficiente como para presentar una canción en la televisión americana desde una bañera y acompañada de un único instrumento, Phoebe Bridgers nos habla en ‘Punisher’ de lo que es su día a día y su visión de las cosas. ¿Que unos fanáticos mueren a las puertas de un estadio? La letra de ‘Halloween’ dice secamente: «han matado a un fan en el estadio / solo estaba de visita / lo han golpeado hasta matarlo». ¿Que no le gusta aquella canción que Eric Clapton dedicó a un hijo que murió al precipitarse desde una ventana? La letra de ‘Moon Song’ dice secamente: «Odiamos ‘Tears in Heaven’ / pero es triste que su bebé muriera / Nos peleamos hablando de John Lennon / hasta que lloré / me fui a la cama y me puse triste». Este tratamiento de temas indistintamente cotidianos o graves, livianos o trascendentales, está llamado a dividir: sin que ‘Tears in Heaven’ sea nuestra composición de cabecera, es muy obvio que Phoebe Bridgers está a años luz de hacer una canción de este tamaño que pueda trascender barreras, géneros y generaciones. Lo bueno es que tampoco es que parezca su objetivo, más bien ‘Punisher’ es una obra deliberadamente modesta, intimista y carente de grandes ambiciones, a veces para muy bien.


En los últimos años el grupo de Julie Budet y Jean-François Perrier (GrandMarnier), con la colaboración también en co-autorías de Tanguy Destable, ha publicado varios singles, como ‘Interpassion’ o ‘Romeo’, pero es el formato largo en el que se termina de entender lo en forma que está la banda. Ya no les salen canciones tan directas como la adaptación de ‘A cause des garçons’ o ‘Ce jeu’. Ahora se les da mejor amasarlas con tranquilidad, para que al final les crezcan, como sucede en este álbum por ejemplo con ‘Peine de mort’, un tema que decide levantarse hacia el final tras pasar un par de minutos haciendo cosquillas. Cosas de la madurez, supongo, algo poco deseable para un proyecto hedonista como el suyo. Por suerte, Yelle siguen siendo los mismos de siempre en todos los sentidos, por mucho que las producciones sean algo más sofisticadas y menos obvias. Sumando singles, growers y temas dignos, este puede ser su álbum más completo.

25
Waxahatchee

Tras afianzarse con discos como ‘Cerulean Salt‘, ‘Ivy Tripp‘ y ‘Out in the Storm’ como una renovadora del indie rock noventero con marcado carácter femenino y ruidoso –en la escuela de Liz Phair, Kristin Hersh, Madder Rose…–, Katie Crutchfield tuvo claro que tenía que dar un giro en su vida y su carrera. Y ese giro comenzaba por superar su adicción al alcohol, que logró de manera completamente autónoma, a base de compromiso, fuerza de voluntad y dejarse ayudar por sus seres queridos (también por su pareja, que no es otro que Kevin Morby). Curiosamente, su autoimpuesta rehabilitación comenzó durante su presencia en Barcelona para actuar en el Primavera Sound 2018, como ha explicado. De hecho ‘Oxbow’, el tema que abre su nuevo disco bajo su alias Waxahatchee, ‘Saint Cloud’, habla de forma explícita de ese momento. «Barna in white / Married the night», comienza diciendo en el tema más oscuro y sinuoso en cuanto a producción de este trabajo. ‘Saint Cloud’ es nada más y nada menos que un disco atemporal y bonito, con un trasfondo emotivo y una completa y rica colección canciones que llevan a Waxahatchee a situarse al frente entre los artistas de su generación y escena.

24
Kelly Lee Owens

El clásico disco post-ruptura se está quedando anticuado. Lorde lo dejó bien noqueado con ‘Melodrama‘, de alguna manera riéndose del concepto en su mismo título, y convirtiéndolo en un excitante viaje de superación personal más que en una recreación de despecho. ‘Inner Song’, el segundo álbum de la productora de electrónica de Gales Kelly Lee Owens, a la que hasta ahora conocíamos sobre todo por su buen debut -donde cupo una canción tan sobresaliente como ‘Lucid’- y por una lustrosa colaboración con el gran Jon Hopkins, es algo parecido. Grabado durante tan sólo un mes, recoge tres años de dolor en la vida personal de la artista y ni en la improbable versión irreconocible de Radiohead, ni a su término cuando cierra la secuencia un tema lleno de esperanza como ‘Wake-Up’ (“nunca detenerte para asimilarlo / siempre evitar tu sensación de pavor”), tenemos la certeza de estar ante un álbum post-ruptura, sino ante algo más complejo y espiritual.

23
Troye Sivan

Retando a su discográfica, sacando estas canciones más o menos cuando y como le ha dado la gana, y construyendo un discurso propio sin la ayuda de 20 manos, Troye Sivan sube al fin un gran peldaño, más cerca del prestigio de algunos de sus ídolos. Sucumbimos ante ‘Take Yourself Home’, una composición que empieza sonando chill, ambiental y sintética como un temazo de los viejos Washed Out, entre coros de reminiscencias playeras y una timidísima línea de guitarra a cargo de Görres, solo para al final ofrecer un quiebro en lo que el propio Troye ha llamado una «outro de corte housey». El house es una referencia también cuando menos te lo esperas en ‘Stud’, que tras comenzar como una «torch song» a piano influida por James Blake, revienta como una producción que podría haber pertenecido a la Róisín Murphy de ‘Overpowered’ y los singles que sucedieron a aquel álbum. Un gran EP en el que caben canciones tan importantes en su significado como ‘Stud’.

22
Joe Crepúsculo

‘Supercrepus II’ muestra a un artista libre, que madura con inteligencia y sin solemnidad, con humor pero atento al mundo que le rodea. A destacar su digna faceta de baladista. Como picado porque ‘Rosas en el mar’ no la escribió él sino su colega Aaron Rux, cierra la cara D de la edición vinilo con ‘El imperio de la realidad’ y la B con ‘Luna estúpida’, una composición que alterna acústicas y eléctricas al modo de The Sundays, y que incluye un piano que hasta nos lleva a los tiempos de La Buena Vida. Nunca habríamos esperado escribir estos nombres en una crítica de Crepus, ni mucho menos bailar con él, y hasta morir, un ska.

21
The Avalanches

‘We Will Always Love You’ es un álbum sobre el más allá del amor, pues se centra en la historia entre Ann Druyan y Carl Sagan, comunicadores de ciencia cuyos escritos y programas de televisión nos revelaron secretos de la astronomía y la astrofísica y además llevaron su romance y varias pruebas de nuestra cultura al espacio exterior, gracias al «Voyager Interstellar Message Project» en el que participaron. Ann Druyan iba a colaborar en el disco, al final no fue posible, pero sí consintió aparecer en la portada del álbum. Un disco en el que han despuntado tantísimos singles como ‘Running Red Lights’ con Rivers Cuomo y Pink Siifu, el estupendo ‘Wherever You Go‘ o la disco ‘Music Makes Me High’. Pero es que además esta apasionante amalgama de hip hop, ambient o easy listening esconde aún más gemas perdidas como ‘We Go On’, o esa maravilla en la que han juntado a MGMT con Johnny Marr y Burt Bacharach, ‘The Perfect Chord’. Un planteamiento enriquecedor y original que suma y sigue para los autores del mítico ‘Since I Left You’.

20

La versión crepuscular de Dylan se envuelve sobre todo de cierta calma placentera, como la que dice sentir observando el Pacífico desde su casa en Malibú. La apacible y sentida ‘Mother of Muses’ conecta la ‘Odisea’ de Homero –uno de sus libros de cabecera, como confesó en su discurso para su Nobel de Literatura– consigo mismo, erigiéndose en trovador que canta loas a las gestas militares de su país que «permitieron que Presley cantara, que labraron el camino de Martin Luther King». Y más entrañables aún resultan los nueves minutos de ‘Key West (Philosopher Pirate)’, una oda a la mezcla de culturas que pervive en los cayos de Florida, separados de Cuba por un centenar de kilómetros de mar. Ahí, mecido por un delicioso acordeón y unos coros femeninos preciosos (que atribuimos a Fiona Apple, acreditada en el disco), Dylan tiene el respaldo perfecto para situarse en «el lado equivocado de la vía», junto a «Ginsberg, Corso y Kerouac», y pensar en «la inmortalidad» (hace tiempo que la modestia dejó de ir con él). En este caso, los casi diez minutos arropan y emocionan. Están más que justificados y habrían de ser el perfecto broche a un ‘Rough and Rowdy Ways’. En su crepúsculo, Dylan puede ser inofensivo y por momentos incluso aburrir, pero es inútil negar una clase inconmensurable en él, que le permite contemplar al resto de artistas desde las alturas.

19
Moses Sumney

‘græ’ no es un “disco conceptual”, aunque sí pivote sobre un par de ideas. Una es la soledad, la imposibilidad de unirse románticamente a alguien (tema que ya aparecía en ‘Aromanticism’). Otra es la lucha constante contra lo binario, los roles marcados, las restricciones de género: de ahí el “grae” -gris -del título. No en vano, la imponente imagen de Moses juega ya con los prejuicios. Esta dualidad se refleja en la separación del disco en dos partes. El ‘grae 1’ es el Moses más carnal. El ‘grae 2’ es el espiritual, al menos en sonido. Las temáticas se van repitiendo, aunque enfocadas de diferentes maneras. Al final, la suma es la lucha enconada de Moses Sumney por definirse desdefiniéndose a través de unas canciones formidables; canciones que llegan mucho más allá de las ideas que contienen y abren un increíble abanico de emociones. Quizás una pequeña poda hubiera hecho de él un disco perfecto. Pero pocos peros más se le pueden poner. Una absoluta delicia “bigger than life”.

18
Taylor Swift

El último par de años ha cambiado a Taylor Swift, el documental ‘Miss Americana‘ nos ha acercado a su persona (mucho mas insegura de lo que aparenta) como nunca han hecho sus canciones, y el lavado de cara de ‘Lover’ servía también para mostrar a un artista más madura que antes sobre todo en sus cortes menos mediáticos, como ‘Soon You’ll Get Better’ o ‘It’s Nice to Have a Friend’, que parecen haber guiado vagamente la dirección del nuevo álbum de la artista publicado este viernes por sorpresa. Compuesto en aislamiento durante la cuarentena, la cantautora de Nashville se ha adelantado a Ed Sheeran y ha publicado ese disco de «indie folk» no comercial que el inglés declaró hace tiempo se encontraba preparando, pero que el mundo sigue esperando, o al menos preguntándose si es capaz de hacerlo. Irónicamente, para una artista como Taylor Swift, tan apegada al aspecto comercial de su trabajo desde siempre, las circunstancias de un confinamiento han sacado lo mejor de sí misma en un ‘folklore’ que, aún haciéndose largo, es el mejor disco que Taylor podía haber publicado en este momento de su carrera.

17

De nuevo bajo la producción de Inflo, conocido sobre todo por su trabajo para Michael Kiwanuka, ‘Untitled (Rise)’ mantiene y mejora la apuesta de este misterioso colectivo, comenzando con canciones tan ambiciosas como ‘Strong’, un tema de cuerdas soul, flautas procedentes del folk más dulce de finales de los años 60 e incluso ritmos próximos a la samba brasileña. Algo parecido a lo que después encontramos en la contestataria ‘Street Fighter’. Es una canción en varias etapas ‘I Just Want to Dance’, con el ritmo disco-funk inicial pervirtiéndose tan pronto como en el minuto 1, y más tarde otra vez; y puro nervio de finales de los 70 lo que hallamos en ‘The Beginning & The End’. Juegan a favor de SAULT unos textos directos y diáfanos acreditados en general a Dean Josiah Cover y Cleopatra Nikolic que resultan cercanos y asumibles por cualquiera, repetidos hasta la saciedad en su reivindicación del movimiento Black Lives Matter. Un gran álbum más conciso, elaborado y con mejor «flow» que el anterior, que puede gustar a los seguidores de la Motown, los años 90 y últimamente Kendrick Lamar.

16
Sondre Lerche

La mayor parte de ‘Patience’ sobrecoge por lo que Sondre ha dado en llamar «sinceridad radical», siendo más literal de lo que haya sido nunca antes en su carrera. Y confiesa, con cierto cinismo pero también con una madurez envidiable y una poesía en muchos momentos desarmante, los errores que le han hecho apartar de su lado a personas perfectas para él. Las infidelidades, los reproches, las contradicciones… quizá sean solo un reflejo de su incapacidad de amar como es debido, como si estuviera destinado inexorablemente a la soledad. Uno de los momentos más espeluznantes del disco es el verso final de ‘Are We Alone Now’, que bien podría entenderse como las dificultades de una pareja con hijos para conseguir algo de intimidad. Pero, como una bomba de relojería, canta «Es una bendición, ser traído a este mundo en soledad / amar a alguien / y morir solo». Y duele, porque es verdad.

15
Maria Rodés

Hay algo mágico en el nuevo disco de Maria Rodés, que incluso trasciende su concepto. La autora presentaba este proyecto en 2019, en principio ideado tan sólo para el directo, como una manera de desestigmatizar la palabra «bruja», para reivindicar a las mismas como algo positivo: mujeres simplemente libres que quieren ser ellas mismas en una sociedad patriarcal que las juzga por razones por las que un hombre nunca sería juzgado. Tomando el nombre del folclore judío, la primera mujer de Adán que abandona el paraíso porque no quiere someterse a él, ‘Lilith’ acoge canciones salpicadas de referencias mitológicas y lo hace con un fondo musical a veces teatral o cinético, pero siempre embriagador. Uno de esos discos disfrutables en cualquier momento, pero que a altas horas de la noche se crece, adquiriendo otra dimensión.

14
Sufjan Stevens

Hay mucha gente que no es fan de Sufjan Stevens y sí lo es de ‘Carrie & Lowell‘; gente que probablemente torcerá el gesto ante ‘The Ascension’: no hay folk, no hay delicadeza acústica ni confesiones. Aquí la electrónica domina todo. El disco con el que se más puede relacionar es ‘The Age of ADZ’, aun con matices. ‘The Ascension’ es menos barroco, más contenido y, como conjunto, resulta mucho más regular… aunque en el cómputo de canciones absolutamente-memorables está por debajo de ‘The Age of ADZ’ (no busquen equivalentes a ‘Vesuvius’ o ‘Impossible Soul’). Sufjan también ha recuperado, de manera bastante modesta, su inclinación hacia los quiebros en las canciones; ese punto en que rompe la estructura inicial del tema para convertirlo en otra cosa, característica que en ‘Carrie & Lowell’, entregado a estructuras cerradas, se había perdido. En el apartado lírico, las letras también suponen un regreso a las metáforas, a las referencias religiosas, históricas y populares. En ellas Sufjan trata de reflejar su visión sobre la deriva del mundo actual, con mucha crítica política y social camuflada entre versos crípticos.

13
Caribou

‘Suddenly’, que debe su título a la rapidez con que pueden cambiar las cosas en la vida, es otro disco igualmente adorable del autor de ‘Our Love’, que se ha enriquecido con las experiencias de Dan Snaith durante todo este tiempo: un divorcio en la familia, la muerte de nuevo acechando a algunos de sus miembros, el nacimiento de una de sus hijas en la parte trasera de un coche, el Brexit, lo tóxico que es Reino Unido como lugar de residencia… Sobre todo despuntan dos temas: la muerte y algo que podríamos considerar «feminismo», o la importancia de la figura femenina en la vida del artista y en la sociedad. Con estas descripciones, podríamos estar hablando de un disco turbulento de cantautor tipo Nick Cave, pero Caribou no ha dejado de ser un productor de electrónica, y además uno absolutamente genial, que además al mismo tiempo y aunque resulte contradictorio, cada vez se muestra más seducido por la canción pop.

12
The Weeknd

Por suerte ‘Heartless’ no era indicativa como primer single de lo que encontramos en ‘After Hours’, pues es exactamente lo que Abel Tesfaye ha dicho: un resquicio de su lanzamiento anterior. Pero este álbum abre nuevos caminos para el artista desde que ‘Too Late’ juega con el post-dubstep y el UK garage, y ‘Hardest to Love’ lo hace con el drum&bass, esta con una melodía totalmente edulcorada para bien, en tanto que el azúcar no era nada común en este género. Asimismo, la vena ochentera de ‘Starboy’ y ‘I Feel It Coming’ se asienta por la vía inesperada. ‘In Your Eyes’ incorpora y se recrea en un saxo que ayuda a ahogar nuestras penas y ‘Save Your Tears’ va más lejos aún en su aproximación italo, como rescatada del repertorio de Ricchi e Poveri. Algo que no habría sorprendido tanto si recordamos que The Weeknd llevó a la tele recientemente no su número 1 mundial ‘Blinding Lights’ (una de las mejores canciones de 2019 aunque muchos no quisieran verlo) sino un tema de este disco llamado ‘Scared to Live’ que recuerda a ‘One More Try’ de George Michael y al clásico ‘A Whiter Shade of Pale’ y que contiene elementos de ‘Your Song’ de Elton John. Tesfaye no tiene miedo a lo kitsch y ha querido desmarcarse de la moda imperante: en ‘After Hours’ no hay reggaetón, ni salsa, ni dembow, ni featuring alguno de la estrella de moda ni tampoco del rapero que lo será en los próximos meses cuando TikTok le descubra.

11

‘how i’m feeling now’ no ofrece grandes novedades respecto a los últimos pasos de Charli XCX. Estaría bueno, en una grabación de pocas semanas y para un disco improvisado en confinamiento. Lo que escuchamos aquí sigue siendo fiel al sonido PC Music, y de hecho A. G. Cook es el productor de más o menos la mitad del álbum, sumando las clásicas melodías de Charli XCX, más propias del synth-pop, el R&B o las girl-bands. Los estribillos son dulces y color chicle, pues además gran parte de las letras están dedicadas a su novio Huck Kwong, con el que está conviviendo como se ha visto en el vídeo de ‘claws’, pero los graves siguen siendo deliberadamente molestos, haciendo ruido. Solo ella podía hacer sonar frases como «estoy tan aburrida», «me he levantado tarde, como cereales», «intento lo mejor que puedo estar en forma», «me pierdo en un programa de la tele» y «mis amigos son invisibles, los echo de menos todo el rato» como una verdadera fiesta.

10
Lady Gaga

Con la salvedad de esos interludios orquestales en los que parece que en cualquier momento va a aparecer Pygar para llevarse a Gaga Barbarella en volandas, los referentes estéticos de este álbum son el house y el techno de finales de los 80 y principios de los 90, paleta que no había sido exprimida en los números más populares de la discografía de la cantante, más bien orientada al electropop. Es importante recalcar que no estamos hablando de Disclosure, Hot Chip, Róisín Murphy, Hercules & Love Affair, Bicep, The Juan Maclean ni The Factory Floor, es decir, la gente que ha depositado sus esfuerzos en renovar estos patrones estéticos en nuestro siglo, sino más bien de «one hit wonders» olvidados del siglo pasado. De alguna manera, el éxito de este álbum supone un poquito de justicia poética para The Communards, que fueron relegados de todas las listas de lo mejor de los 80; para Gala, que fue relegada de todas las listas de lo mejor de los 90; incluso para Infernal, que fueron relegados de todas las listas de lo mejor de los 2000; y un consuelo para todos los que nos quedamos planchados viendo cómo Kate Ryan ni siquiera llegaba a la final de Eurovisión después de hacer un pedazo de show. Seguro que todo este dolor en la historia del pop no tuvo lugar en el mundo paralelo de Chromatica.

9
Bad Bunny

Bad Bunny ha publicado hasta 3 discos a lo largo de este año de pandemia: con todo lo que gustan, divierten, se pegan muchas de sus nuevas canciones, lo mejor del éxito de ‘YHLQMDLG’ es la supervivencia del álbum en la llegada de la nueva década de los 20. Hace unos años parecía que el formato estaba en el lecho de muerte, con varios artistas de música urbana hablando de él con cierto desprecio, y sin duda ‘Vibras’, ‘X100 Pre’, ‘Oasis’ y en España ‘Ídolo’ y muy obviamente ‘El mal querer’ lo han resucitado. Bad Bunny sabe perfectamente cómo sacarle partido, cómo conseguir que el todo sea más que la suma de las partes. Algunas canciones contienen un guiño a la que se ha situado justo antes en la secuencia («soltera» es una palabra clave en ‘Yo perreo sola’ y luego en ‘Bichiyal’, por ejemplo), ‘YHLQMDLG’ es una frase recurrente para el artista y sus invitados y el desenlace no podía estar mejor armado: la llegada de la batería y las guitarras eléctricas a ‘Hablamos mañana’ es uno de los grandes momentos, después de que sus flautas nos hubieran embelesado. Huele a final de álbum, pero el tema va de hecho unido a la que será la última pista, una despedida en la que Benito aprovecha para agradecer a sus fans, para reafirmar que es el mejor y para asegurar que sus mejores canciones no han llegado: ¡era un «teaser» de sus últimos trabajos! ‘YHLQMDLG’ es el típico álbum de un artista pop en sus primeros años de vida, con toda la frescura y el estado de gracia que suele conllevar.

8
Fontaines DC

Todos los mensajes y sonidos de ‘A Hero’s Death’ confluyen en un álbum que busca, en definitiva, dar un poco de sentido a la vida. Gatten dice que su preocupación en los últimos años ha sido recordarse a sí mismo que está vivo a través de sus canciones, aferrarse a esa sensación de identidad que parece desvanecerse en cuanto el grupo sale de gira y solo escucha aplausos. En ‘A Hero’s Death’, el grupo ha evitado dejarse llevar por la admiración que suscita su trabajo y ha antepuesto sus deseos como banda. Así, la frase que mejor definiría el mensaje el disco aparece en la desamparada y fría balada ‘You Said’: «todo cobra sentido para las personas extrañas que se atreven a vivir la vida no como si fuera una escalera por la que trepar». Siguiendo el camino mostrado por su propia intuición y no el que los demás pueden haber querido, Fontaines D.C. han hecho uno de los discos esenciales, tanto de rock como de cualquier otro estilo, de 2020. A partir de aquí, las posibilidades son infinitas.

7

Si miramos el mundo para pensar qué ha cambiado en él durante los ocho años que han pasado desde que Fiona Apple sacó su último álbum, son muchas las cosas relacionadas con ella misma a las que ella llegó antes. Se habla más y con más naturalidad de problemas mentales, también de la manera en que afecta la depresión a las superestrellas de música pop. El surgimiento del movimiento #MeToo ha cambiado la manera en que vemos el mundo tras ser conscientes de hasta qué punto las mujeres han sufrido abusos en el mundo laboral y fuera de él. La sororidad ha pasado a un primer plano y ahora sabemos que no es justo enfrentar a unas mujeres con otras cuando rara vez hemos hecho lo mismo con los hombres. El bullying está en la mente de todos. Con unas letras directas y «crudas», lo fácil es entender ‘Fetch the Bolt Cutters’ como la visión de la nueva Fiona Apple sobre estos temas. Sin embargo, ella no caería en el cliché de hacer un disco sobre todo esto, ni aunque quisiera. Solo Fiona consigue que cada canción sea una jodida aventura en la que no sabes por dónde va a salir.


Perfume Genius llega a su quinto disco convertido en la voz de una generación que sigue luchando por derribar barreras sociales a la vez que conquistando nuevos logros, por ejemplo en cuanto a los discursos sobre identidad y/o expresión de género. En este sentido, los contrastes entre masculinidad y feminidad, agresividad y ternura o luz y oscuridad plagan su música desde hace rato, y ‘Set My Heart On Fire Immediately’ no solo no es una excepción, sino que es una nueva cumbre en su exploración de estos temas, a la vez que presenta suculentas novedades en su sonido. Como el gran ‘No Shape‘, ‘Set My Heart On Fire Immediately’ vuelve a ser un trabajo de extremos. Influido por su nueva afición a la danza interpretativa, derivada de su trabajo en la obra de teatro ‘The Sun Still Burns Here’, Mike Hadreas ha buscado hacer un disco corporal y presente que «derribara la separación entre su trabajo y el mundo» y contara experiencias reales en lugar de inventadas. Así, vuelve a mostrar a un compositor absolutamente necesario en nuestros tiempos, en su mezcla de fortaleza y vulnerabilidad, tan bien representada aquí en todos los sentidos.


El amor-odio a su propia ciudad, una tristeza inasible e inconsolable, la sensación de extrañeza junto a tu persona amada… aderezado con reflexiones sobre el desprecio que padecen por ser mujeres en el mundo de la música (algo que tratan explícitamente en ‘Man of the Magazine’, y que tiene en su título toda una declaración) subyace en la mayor parte de las canciones del álbum definitivo de HAIM. Y, a pesar de eso, estamos ante un álbum que suena fresco y divertido en su mayor parte, sin restarle un ápice de honestidad al aspecto lírico. Se nota que, como explica Danielle, es el disco con el que más han debido disfrutar en estudio, y ese disfrute nos hace cómplices a los oyentes, prácticamente de principio a fin. Lo hace cuando replican su sonido más característico, ese que te lleva a pensar en una Stevie Nicks y una Christine McVie adolescentes (aunque estas ya estén de lleno, salvo Alana, en la treintena) que hubieran mamado el hip hop y el R&B de los 00, en momentazos como ‘Don’t Wanna‘, ‘I Know Alone’ o ‘The Steps‘. Pero también, y paradójicamente, cuando se aproximan a la pureza folk rock de los propios Fleetwood Mac de los 70 o a Joni Mitchell (cuyo ‘Both Sides Now’ es mentado explícitamente en ‘I Know Alone’), como en la luminosa ‘I’ve Been Down’ –que vuelve a aludir un tanto al Lou Reed post-Velvet Underground– o en la exquisita y delicada ‘Leaning On You’.

4
Triángulo de Amor Bizarro

‘oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ’ cumple con creces la intención de erigirse en el disco pop por antonomasia que cabía esperar de Triángulo de Amor Bizarro. Que, además, no puede decepcionar a nadie. Ni a los que se identifican con su parte más rockera y apta para el pogo, ni a los que admiran sobre todo sus ganchos, ni a los que les valoran por su valentía y experimentación. En ese aspecto, la producción de este disco –firmada a medias por el cuarteto, por todo el trabajo previo en su estudio doméstico, y por el rocoso y explosivo Carlos Hernández Nombela, con el que dieron el acabado final en Estudio 1 de Madrid– es también otro apartado en el que recrearse con unos buenos auriculares. Sirva de ejemplo esa nueva cumbre con la que se cierra el disco, el baladón por la vía Cocteau Twins titulado ‘Cura mi corazón‘ que, entre referencias zoológicas y mitólogicas, parece una alusión ecologista… o catastrofista ante la emergencia climática. Su final tras su trotón curso sobre una nube eléctrica, en el que sintetizadores y latigazos de distorsión se funden mientras el feedback de lo que parece un bombo se cruza de lado a lado de cada auricular (el epílogo que han llamado ‘Los golpes olvidados’) supone un deleite glorioso para esta nueva obra maestra de, sin dudas, se ha mostrado como el mejor grupo de pop y rock español de los últimos tres lustros.

3
Róisín Murphy

Róisín Murphy no iba a sacar jamás un disco bailable que apelara a las necesidades comerciales del momento. Ni falta que hacía. En ‘Róisín Machine’, la cantante y compositora irlandesa ha optado por realizar un generoso homenaje a los orígenes de la música disco y de la música house, y junto al mítico productor de Sheffield DJ Parrot aka Crooked Man, un nombre fundamental en la creación del «sonido Warp», ha levantado un monumento a la pista de baile que lleva a los oyentes a la época en que discotecas como Paradise Garage o Studio 54 se abarrotaban de gente queer que acudía a la pista de baile para bailar, bailar, bailar… y para sudar y sumergirse en el ritmo de la noche como si no existiera el mañana. Sin canciones diseñadas para su posicionamiento en playlists o radios ni producciones diluidas para satisfacer el paladar de la generación con déficit de atención, ‘Róisín Machine’ es la mejor carta de amor posible que Róisín podía haber dedicado a la discoteca… y también a sus fans y a sí misma.

2

En este mundo de música disco sintética, escalofriantes cuerdas y sensualidad a borbotones, Ware se sirve de varios trucos conocidos de la música pop para llevarlos a su terreno. ‘Spotlight’, el single estrella del álbum, arranca como si fuera una balada dramática, a lo ‘I Will Survive’, pero después introduce una base rítmica disco-house que mete al oyente de lleno en la fantasía nocturna que el largo ofrece. El profundo suspense de ‘Spotlight’ y su liberación final en clave acid house, así como su sobrecogedor arreglo de cuerdas, dan lugar a una obra maestra de Jessie Ware ni más ni menos, que solo se engrandece dentro del contexto de este cuarto trabajo de la cantante británica. Y es que abre con tremenda declaración de intenciones: «un sueño es solo un sueño, pero yo no quiero dormir esta noche». Después, la divertidísima ‘What’s Your Pleasure?’ es una de esas canciones putifinas hechas para posar delante del espejo… a la vez que se funde en una deliciosa vorágine de sintetizadores y guitarras distorsionadas que harían a Prince mover el esqueleto desde su tumba. Al margen de las canciones individuales, ‘What’s Your Pleasure?’ es sin duda el álbum más consistente de Jessie Ware en tanto su secuencia no puede ser más coherente con el discurso musical y estético de todo el disco.

1
Dua Lipa

En este site nunca hemos sido demasiado de boutades, y en este año de mierda, menos que nunca. En el arte de hacer música pop, Dua Lipa ha destacado muy claramente como la mejor regalándolos una era perfecta con la que otras y sobre todo otros solo pueden soñar. Sólo ella ha conseguido que 2020 sea un año hasta divertido, publicando su disco cuando las tiendas de discos estaban cerradas a cal y canto, nadie sabía cuándo volverían a abrir y todo el mundo posponía sus lanzamientos sine die.

Sólo ella mantuvo vivo el álbum después con singles tan certeros como ‘Hallucinate’ y ‘Levitating’, que sucedían a otros que llegaron a sonar en los clubs antes de la pandemia, como ‘Don’t Start Now’ y ‘Physical’, y el «sleeper» en listas americanas ‘Break My Heart’. Podían haber sido un hit también ‘Love Again’, con su estupendo sample de ‘My Woman’ o, con el vídeo adecuado, ‘Cool’ y hasta ‘Pretty Please’. Sólo ella siguió trabajando después con un disco de remezclas lleno de superestrellas, que recibió solo críticas excelentes de la prensa especializada, y en el que la canción más floja del álbum, ‘Boys Will Be Boys’, se convirtió en otro bombazo. Y sólo ella nos dio un concierto online de primer nivel, en el que volvía a rodearse de más y más estrellas tamaño Kylie Minogue. Ni cuando nos aventuramos a escribir esto en abril, habríamos adivinado la fantasía que nos aguardaba mientras el mundo se caía a pedazos.

Al margen de la estrategia, Dua Lipa ha subido también de peldaño en lo artístico, pasando a la primera fila del pop internacional, con una era cuidada en la producción, actuaciones (cuando pudo haberlas) y en imaginería, que, como nos decían en un comentario… ¿cómo podrá superar? Más nostálgico que futurista, más retro que visionario, más dado a la imitación que a la transgresión, pero a la vez rabiosamente contemporáneo, ‘Future Nostalgia’ transformaba a la cantante en toda una «disco diva» del siglo XXI, trabajo para el que resulta poseer una voz perfecta, con una presencia imponente.

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