Manuel Turizo nos ha mentido: una y dos veces ha declarado que su nuevo disco saldría en enero, pero no ha sido así. La fecha de lanzamiento de ‘2000’ sigue por determinar, por tanto, mientras ‘La Bachata’ sigue triunfando a un nivel que nadie, ni siquiera el propio Turizo, habría adivinado. De hecho, el éxito de ‘La Bachata’ puede haber retrasado el lanzamiento del álbum: casi nadie parece recordar que el colombiano publicó un single después, ‘Éxtasis’ con María Becerra, que ha pasado más desapercibido… ¿qué single no lo haría frente a uno que supera los 800 millones de reproducciones solo en Spotify? No correrá la misma suerte ‘Copa vacía’, la inminente colaboración de Shakira con Turizo.
«Te bloqueé de Insta / pero por otra cuenta veo tus historias» es uno de los inicios de canción icónicos que dejó 2022. ‘La Bachata’ llegaba en mayo de aquel año plantando su bandera en medio de la moda bachatera del momento, entre singles similares de Rosalía (‘LA FAMA‘), C. Tangana y Nathy Peluso (‘Ateo‘) o Davilés de Novelda (‘Flamenco y Bachata’). Como consciente de que ‘La Bachata’ era «la bachata» definitiva, Turizo le dejaba ese título simple pero directo, pues la letra ni siquiera menciona una «bachata» explícitamente: trata una ruptura y es una letra de desamor clásica, aunque adaptada a los tiempos de hoy.
El tiempo ha demostrado que ‘La Bachata’ sí era la mejor bachata. Al menos, sí es una de las más longevas y de las que mayor impacto han logrado, pues la escuchamos por primera vez hace siete meses, y siete meses lleva en los primeros puestos de las canciones más escuchadas en las listas no solo de España, sino también del mundo (actualmente en el puesto 15 de Mediatraffic). En España ‘La Bachata’ se disputaba el número 1 contra ‘DESPECHÁ‘ de Rosalía y la sesión 52 de Bizarrap y Quevedo durante aquel verano: le costaba meses llegar al número 1 en medio de semejante duelo de titanes, pero lo lograba finalmente en octubre. ‘La Bachata’ también fue una de las canciones del verano 2022, y su mecha sigue sin apagarse.
Lo que se «esconde» tras el éxito de ‘La Bachata’ no es otra cosa que una melodía espectacular, «clásica y atemporal» como nos gusta tanto decir… y, en realidad, también, preciosa (ese «te diría que volvieras pero eso no se pide»), elevada además por la voz de barítono de Turizo, al que habría que seguir más de cerca como vocalista. ‘La Bachata’ da ganas de escucharle en contextos más clásicos y orgánicos, más Juan Luis Guerra, aunque su carrera hasta ahora haya apuntado hacia otra dirección. De hecho, ya es el tercero de sus singles que llega al número 1 de la lista de singles española, después de dos colaboraciones, ‘La Nota‘ con Myke Towers y Rauw Alejandro y ‘Una Vaina Loca’ con Ozuna.
Poseedor de una voz robusta y corpulenta, pero melódica (canta igual que habla, la verdad), Turizo ha dedicado su trayectoria musical a los ritmos de la música urbana, a un reggaetón romanticón, facilón, de radiofórmula, como el exhibido en el que hasta hace poco era su hit más emblemático. ‘Una lady como tú’ era solo de unos varios macrohits (en streaming) que lograba Turizo con su primer disco, entre los cuales hay que contar también ‘Culpables’, ‘Esclavo de tus besos’ con Ozuna o ese atmosférico ‘Amor en coma’ cantado con Maluma. El disco, ‘ADN‘, era correcto en lo suyo, aunque en 2019, en plena eclosión de J Balvin y Bad Bunny, quizá empezábamos a pedir algo un poco más visionario.
Lo mismo se podía decir de ‘Dopamina‘, el segundo disco largo de Turizo. Las canciones continuaban por el camino de un reggaetón agradable e inofensivo, si no fuera por la personal voz de Turizo, indistinguible de la masa reggatonera que escuchamos cada día en las listas de éxito. Solo el reggae de ‘Quiéreme mientras se pueda’, uno de los hits estrella del disco, o la colaboración de will.I.am., ‘Caliente’, destacan a duras penas entre producciones basicotas pero efectivas como ‘Tiempo’ o ‘Mala costumbre’ con Wisin & Yandel, esta última, llena de buen rollito. La mezcla de reggaetón y guitarras acústicas interesa especialmente a Turizo: su reciente éxito con Piso 21, ‘Los Cachos’, va por ahí.
Puede que no sea el papel de Turizo de repente reinventar la rueda. No todos los artistas tienen que hacerlo. Y tampoco es la producción musical de ‘La Bachata’ la más moderna del lugar: más bien es graciosa, funcional sin más. La canción cumple su, ejem, función de devolver la bachata al contexto de hoy. A falta de las sorpresas que pueda traer su disco, titulado ‘2000’ porque es el año en que Manuel nació y porque se inspira en la música con la que se ha criado, resulta que ‘Éxtasis’ sí representaba una ligera evolución de ese reggaetón que venía haciendo, aunque el éxito de ‘La Bachata’ se la haya merendado con patatas.










La nueva novela de Sara Mesa se compone de un conjunto de relatos que articulan una narración coral, poliédrica. La historia de una familia –llamada El Proyecto por el padre, como si fuera una secta– que le sirve a la autora para cuestionar la propia idea de familia. Aunque esta estructura coral es una novedad en la obra de Mesa, ‘La familia’ es plenamente reconocible para cualquiera que haya leído una novela suya. Con su prosa magnética y cristalina, tan precisa que es fácil leer sus libros de una tacada (aunque luego permanezcan durante días en la memoria), la escritora vuelve a demostrar su extraordinaria habilidad para describir ambientes opresivos, construir personajes de una enorme riqueza psicológica (es todo un acierto que el padre sea una suerte de dictador progresista) e imaginar situaciones donde la tensión es tan intensa que el lector se puede cortar al pasar las páginas.
El célebre autor de ‘Muerte en Venecia’ es retratado por Colm Toibin a través de una biografía novelada que se adentra con mano maestra en la intimidad del escritor. ‘El mago’ hace un recorrido por la vida pública de Mann –su éxito literario (ganó el Nobel en 1929), su oposición al nazismo, sus años en el exilio- pero también por la privada. A través de sus diarios publicados póstumamente, Toibin recrea la esfera íntima del escritor, marcada por la ocultación de su orientación sexual y su intensa vida familiar (se casó con una rica heredera y tuvo seis hijos). Un ámbito doméstico donde abundan los conflictos (con su hermano, el también escritor Heinrich Mann), las tragedias (con varios suicidios) y el salseo, ya que sus hijos mayores, Erika y Klaus, fueron los reyes de la cabaretera Alemania de Weimar. Sin duda, uno de los libros del año.
La coreana Keum Suk Gendry-Kim llega a nuestro país con el aval que supone la infinidad de premios que ha recibido y el favor de la crítica especializada. Trae bajo el brazo una obra basada en hechos históricos en la misma línea que ‘Persépolis’ o ‘Maus’, con el inconveniente de que su éxito llega aquí algo tarde, pues se editó originalmente en 2017. Con una gran claridad narrativa, una composición espontánea de viñetas y un estilo propio de dibujo que no pierde de vista al lector de manga, ‘Hierba’ destapa cómo el ejército japonés, durante la Segunda Guerra Mundial, tejió un entramado de esclavas sexuales coreanas obligadas a complacer a las milicias niponas, bajo el sobrenombre nauseabundo de “mujer de consuelo”, constituyen un perfil tan sobrio como la propia supervivencia en el infierno de Lee Ok-Sun.
La novela ‘El señor Wilder y yo’ está ambientada durante el rodaje de ‘Fedora’ en Corfú. A través del protagonismo de una intérprete griega, el británico Jonathan Coe (‘¡Menudo reparto!’, ‘Expo 58’) retrata, con gran ingenio y encanto, la decadencia del genial director Billy Wilder, su complicidad con el no menos genial guionista I. A. L. Diamond (autor de ‘Con faldas y a lo loco’, ‘El apartamento’ o la propia ‘Fedora’), y los profundos cambios que se estaban produciendo en Hollywood durante esos años con la irrupción de la “panda de la barba”: Spielberg, Scorsese, Coppola… Un homenaje cinéfilo teñido de melancolía que incluye un episodio fabuloso: la evocación de la huida de Wilder de la Alemania nazi contada en forma de guión cinematográfico.
Menudo debut. La estadounidense Emily Ruskovich ha entrado por la puerta grande en el panorama literario anglosajón. ‘Idaho’, un drama criminal ambientado en las montañas de Idaho, donde creció la autora, no ha parado de recibir halagos y premios. Ruskovich narra una historia terrible en cuyo núcleo hay un misterio, un hecho trágico ocurrido en una familia, tan atroz que resulta inexplicable, impensable. Alrededor de ese suceso nunca relevado del todo, de su reconstrucción años después por un personaje que quiere saber (y entender) qué ocurrió, gira toda la novela. Por medio de una compleja estructura temporal -con muchos saltos y puntos de vista diferentes- y una prosa exquisita y delicadísima, la autora teje un intrigante y emocionante relato sobre la memoria, la culpa y la capacidad de redención.
Tras su celebrado debut con ‘Casas vacías’, la mexicana Brenda Navarro regresa con otra novela estupenda. ‘Ceniza en la boca’ comienza con una canción y un suicidio. La canción es ‘Sympathy’, de Vampire Weekend. Y el suicidio es de Diego García, el hermano de la protagonista, fan de la banda neoyorquina y cuyo nombre coincide con el del atolón que se nombra en la canción y que funciona muy bien como metáfora. A partir de ese suceso traumático –Diego se lanza desde un quinto piso en el madrileño barrio del Pilar-, acompañada por el eco del sonido del cuerpo estrellándose contra el suelo, su hermana cuenta la historia de su familia. Un viaje físico e iniciático marcado por el desarraigo, la xenofobia y la precariedad laboral. Una interrupción forzosa de la adolescencia llena de heridas, fracturas y amputaciones emocionales.
‘Una historia ridícula’ también podría llamarse ‘Delirante monólogo de un acomplejado’. El autor de ‘
Otro debut magnífico. ‘Facendera’ (término asturleonés que significa trabajo comunitario) narra una historia ambientada en la cuenca minera leonesa contada desde un after en un piso de Madrid. Como una suerte de ‘Las mil y una noches’, el narrador le cuenta a una chica cuentos sobre su pueblo –sobre coches tuneados, cierres de minas, tráfico de ansiolíticos, sexo en descampados, desindustrialización, desempleo, desesperanza- mientras ella le va interrumpiendo haciéndole preguntas que ayudan a completar el relato. Óscar García Sierra muestra sus extraordinarias dotes como narrador, manejando las distintas voces y líneas narrativas con enorme soltura. ‘Facendera’ es una novela sobre gente que se encierra en el baño con la tapa del váter bajada, que dice más sobre la despoblación y la desigualdad territorial que toda esa avalancha de discursos paternalistas y nostálgicos sobre “la España vaciada”.
Racismo, clasismo, violencia sexual, misoginia, homofobia, pederastia, control de armas… Todos estos temas aparecen en Babysitter perfectamente integrados en la trama. A través del extraordinario dibujo psicológico de su protagonista (una mujer víctima de la violencia y el poder masculino que la emparenta con la Marilyn de ‘Blonde’), Oates compone un retrato feroz de la sociedad estadounidense de los setenta. Una visión que resulta aun más terrible si tenemos en cuenta que muchos de esos problemas aún siguen vigentes. En cuanto a la narración, Oates demuestra un control absoluto del tiempo. Manipula la línea temporal, dilatándola de tal manera que la acción se transforma en pensamiento. Puede dedicar cinco o seis páginas a lo que pueden ser dos o tres minutos de experiencia real. Eso la da a la prosa una densidad hipnótica, de una subjetividad casi onírica, pesadillesca. Y funciona de maravilla.













