sombr, el artista neoyorquino, recientemente número 1 global de singles en Spotify con ‘back to friends‘, ha anunciado que su gira The Late Nights & Young Romance Tour pasará por primera vez por España en 2026. sombr actuará el 24 de febrero en La Riviera de Madrid y el 25 de febrero en la sala Razzmatazz 1 de Barcelona. *Debido a la alta demanda, este último show ha pasado al Sant Jordi Club.
Las entradas para el evento salen en diferentes fases. La preventa, el jueves 17 de julio a las 10.00 horas a través de Live Nation – S.SMusic y Live Nation. Posteriormente, la venta general se abre el viernes 18 de julio a las 10.00 horas y se podrán adquirir entradas a través de Livenation.es y Ticketmaster. Los precios parten desde 35 euros + gastos de distribución.
sombr -alias de Shane Michael Boose- se ha convertido en la nueva superestrella de la balada trágica anglosajona. Debutó en 2021, a raíz de la pandemia y, desde entonces, ha publicado varios epés y no ha parado de sumar oyentes. Sus mayores éxitos, ‘undressed’ y el mencionado ‘back to friends’, siguen posicionados entre los más escuchados a nivel global.
Isabella Lovestory es una de las innovadoras del reggaeton actual. Si el top 50 de éxitos de España se pareciera un poco a su música, sería mucho menos soporífero. ¿Por qué ‘Fresa Metal’ aún no es un hitazo en España? Esta producción «sticky como la fresa» pero dura como el «metal» debería estar sonando en todas partes.
‘Fresa Metal’ es uno de los cortes destacados de ‘Vanity’, el nuevo álbum de la artista hondureña radicada en Montreal. El disco se basa en un personaje ficticio, Vanity, que personaliza la propia «vanidad» de la cantante. Isabella cuenta que, cuando cumplió 30 años, sufrió un brote de acné quístico y se hizo una «permanente horrible», y explica que ambas experiencias le llevaron a «obsesionarse con controlar» su imagen. Para Isabella «hay un lado oscuro en la belleza que literalmente puede matarte como mujer artista: la presión de ser hermosa, de ser perfecta, aunque nadie sepa qué demonios significa eso».
Isabella se ha inspirado en Lizzy McGuire para la creación de su personaje, aunque la música de ‘Vanity’ se parece más a la de Ivy Queen, La Zowi o la Kali Uchis más reggaetonera. Su objetivo es crear un tipo de reggaeton «hiperfemenino», y no solo porque su música, como la de su anterior álbum, ‘Amor Hardcore‘ (2022), fusione ritmos boricuas y sonidos de hyperpop. El divertido perreo de ‘Telenovela’ habla de «malas perras como Barbarella», y club tracks como ‘V.I.P’ («very important pussy») o ‘Putita Boutique’ están cargadas de sexualidad y descaro femeninos.
Las producciones, además, con creatividad emplean sonidos del electro de los 80, un préstamo evidente en la intro o en el chulo neoperreo de ‘Puchica’. Isabella dice que ‘Vanity’ suena como un «funeral robótico» y lo describe como una mezcla de «‘Ghost in the Shell’, punk-pop y reggaeton con un lado ultrafemenino». Ahí se sitúan el electro-trap de ‘Eurotrash’ o la bomba de cierre ‘Perfecta’.
Por el camino quedan pistas que revelan una gran curiosidad musical y que se empapan de post-punk y new wave en ‘Vanity’, R&B dosmilero en ‘Gorgeous’ o reggaeton y vocoder en ‘Bling’. Mi favorita personal es ‘Pill’, que parece una canción de Doja Cat producida por Jimmy Jam & Terry Lewis. Solo un dato: Death Grips quieren colaborar con ella. Isabella Lovestory debería ser Isabella Superstar.
Si has ido a un concierto en los últimos meses es muy probable que hayas escuchado el ya omnipresente cántico: «¡Y guapa y guapa, y reina y reina!» Ahora mismo es imposible de escapar. En los últimos meses se han viralizado vídeos de conciertos de Sabrina Carpenter, Billie Eilish, Tate McRae o Dua Lipa en los que las cantantes reciben este cántico confundidas, al no entender qué les está gritando el público. Solo la argentina Emilia se entera, al compartir idioma. Bueno, y Sabrina Carpenter, porque se lo traducen. Y contesta: «Eso es mucha responsabilidad». «No sé lo que estáis diciendo, pero yo también os quiero», responde Eilish desconcertada. Como ella, todas. Porque, sí, las destinatarias de este canto suelen ser mujeres. «Y guapo y guapo, y rey y rey» no suena ni fluye igual de bien.
El origen de este grito se encuentra en los vítores populares que la gente lanza durante las procesiones a la Virgen en Andalucía, aunque seguramente la forma actual del cántico sea una evolución espontánea de uno anterior. Probablemente, un «y guapa y guapa» simple y sencillo.
La popularidad del grito por supuesto es anterior a la era de internet y las plataformas de streaming. El ya mítico vídeo viral de la «Virgen de Almatosa», en el que un devoto grita con fervor “¡y guapa y guapa, y reina y reina!”, además de otros alaridos geniales (el público aún duda si es una parodia o no), se subió a Youtube hace 18 años, en 2006 o 2007. Es decir, en los inicios de Youtube. Pero que ese canto llegara a internet en esa época no significa que no existiera desde mucho antes.
Las nuevas plataformas, por supuesto, han revitalizado el grito y lo han popularizado para una nueva generación. Uno de los ejemplos más virales es el vídeo de un joven, visiblemente emocionado, gritando “¡y guapa y guapa, y reina y reina!” durante la procesión de la Virgen de la Asunción en Cantillana, Sevilla. El vídeo circula por internet desde 2017. Otro vídeo viral, de 2023, es el de una chica vitoreando desde el balcón a la Asunción Gloriosa, durante la Semana Santa de Sevilla.
Kylie Minogue ha sido la última superestrella en recibir el clásico «Y guapa y guapa, y reina y reina» durante su concierto en el Bilbao BBK Live de este sábado. «Sois increíbles», responde la australiana. Una persona en los comentarios del perfil de Instagram de JENESAISPOP bromea con que el popular grito, adaptado al contexto de los conciertos, representa una forma de «apropiación cultural». Y, en cierto modo, no le falta razón, porque de las procesiones el público se lo ha llevado a los conciertos. ¿Pero qué son los conciertos si no rituales devocionales hacia una imagen, un icono?
Aunque el origen de la frase es religioso, es evidente que su uso en conciertos de música responde a una necesidad compartida, entre devotos y fans, de expresar admiración, devoción y pertenencia colectiva. En su traslado a los conciertos, la frase pierde parte de su carga religiosa y se convierte en una expresión divertida, lúdica, de admiración hacia el artista pop. Lo que no cambia es esa necesidad de devoción. Las fans adolescentes de Gracie Abrams la ven como a una Diosa en la tierra y lloran ante su presencia. Es un comportamiento ancestral, pero ahora canalizado en una expresión que se ha puesto de moda.
Entre las novedades de la semana se encuentra el nuevo single de Sigrid, ‘Jellyfish’, el primero de la artista noruega en dos años. De su último disco largo, ‘How to Let Go‘ (2022), se cumplen tres temporadas.
‘Jellyfish’ representa un cambio de dirección musical para Sigrid, ya que el tema deja de lado los beats electropop y abraza un sonido más minimalista e indie-pop. El groove de batería, bajo y maracas de ‘Jellyfish’ recuerda enormemente al de ‘Young Folks’, el éxito de Peter Bjorn & John de 2006.
La reinvención sienta de lujo a Sigrid, que en ‘Jellyfish’ vuelve a firmar una melodía pop maravillosa de mano de su colaborador habitual, Askjell Solstrand. El concepto, para Sigrid, ha sido escribir un tema que sonara «libre y alegre» como el «verano escandinavo». Y desde luego lo consigue, gracias a la melodía de «ah ah ahs» y ese mágico glissando de piano que recorren la canción, casi paralelamente.
‘Jellyfish’ habla sobre el coqueteo entre dos personas que se atraen a pesar de sus peculiaridades, o gracias a ellas. El escenario de ‘Jellyfish’ es una fiesta llena de gente en la que Sigrid y la persona que le interesa bailan torpemente, como dos «medusas» perdidas en una discoteca. Para Sigrid, la «química» entre ambos está por las nubes. «Si tú bailas, yo también, si tú eres un loser, yo soy igual que tú», canta, cómplice.
Lorde mantiene el número 1 de JENESAISPOP, muy cómodamente, al haber obtenido más del 40% de los votos en la final de las Stories de Instagram, frente al 28% de Hidrogenesse, que ojo, alcanzan el top 2 con ‘Imaginado es todo’. La entrada más fuerte es la de Zara Larsson.
The Knocks y Dragonette, Wet Leg, Nourished by Time, Kate Nash y underscores quedan en la parte baja de la tabla.
Monkey Week SON Estrella Galicia ha compartido la primera tanda de confirmaciones de su 17ª edición, que contará con Destroyer, Dame Area o Teo Planell, entre otros. El festival se celebra del 20 al 22 de noviembre en El Puerto de Santa María, en Cádiz.
Aiko el grupo, Le Parody, trashi o la revelación tiktokera L0rna se encuentran también entre los nombres confirmados, junto a Dharmacide, Dalila, nusar3000, Dulzaro, Sofia Gabanna y Rizha.
Monkey Week SON Estrella Galicia volverá a contar un año más con una programación de interesantes showcases con sus habituales jornadas profesionales: conferencias, mesas redondas, talleres, sesiones de networking, encuentros y otras actividades destinadas a los agentes del sector.
Ya están disponibles a precio promocional de lanzamiento los primeros abonos para público general, que permiten el acceso a conciertos y showcases, y los primeros abonos profesionales, que facilitan también el acceso a las jornadas Monkey PRO.
Kanye West -o Ye- ha ofrecido un concierto en el estadio Shanghái, China, que ha estado marcado por varios contratiempos, entre ellos problemas técnicos, mal tiempo y su habitual impuntualidad. El espectáculo ha comenzado con 40 minutos de retraso respecto a la hora prevista, según The Hollywood Reporter.
Con el público en el estadio exigiendo reembolsos, Kanye ha logrado completar el que ha sido su primer concierto desde diciembre de 2023, cuando actuó en Miami Beach, como se puede comprobar en Setlist.fm. Durante 2024, Kanye celebró varias sesiones de escucha pública de su álbum ‘Vultures 2’ en China -la última en septiembre de ese año-, pero esos eventos no fueron conciertos convencionales.
Las crónicas describen una actuación por parte de Kanye que ha oscilado entre la energía desbordada en ‘On Sight’ y una actitud aparentemente abatida en ‘Losing Your Mind’, uno de los varios temas inéditos presentados en directo por primera vez. Junto a este, sonaron también ‘Preacher Man’, ‘Damn’, ‘Alive’ o ‘WW3’, todos agolpados al final del set.
El concierto de Kanye West en China es atípico, ya que el rapero apenas se presenta en directo ya, debido a su dificultad para encontrar patrocinadores que se asocien con él, como relata The Hollywood Reporter. De hecho, el festival Rubicon de Bratislava, Eslovaquia, en el que Kanye era cabeza de cartel, ha tenido que ser cancelado por las críticas. Las continuas controversias de West relacionadas con el nazismo, el racismo y otros temas polémicos le han convertido en un paria de la industria musical. Su anunciado nuevo disco, ‘Bully‘, sigue inédito.
Este domingo 13 de julio se ha celebrado en el MetLife Stadium de Nueva Jersey la final de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, que se ha saldado con la victoria del Chelsea frente al Paris Saint-Germain por 3-0.
El evento ha contado con varias actuaciones musicales. La principal ha sido la que ha unido a J Balvin, Tems y Doja Cat para inaugurar el primer «Half Time Show» de la historia de la FIFA, en un intento por recrear el enorme éxito musical de la Super Bowl sobre césped futbolero. Coldplay ha aparecido por sorpresa para cantar ‘A Sky Full of Stars’ junto a Emmanuel Kelly.
Antes del pitazo inicial de la final en el MetLife Stadium, Laura Pausini se ha unido a Robbie Williams para interpretar en directo ‘Desire’, el nuevo himno oficial de la FIFA, durante la ceremonia previa al partido.
El sábado fue el día de mayor afluencia en Bilbao BBK Live 2025 y se debió en gran medida a Kylie Minogue. Si no fue el concierto más multitudinario del festival, se quedó cerca. Durante esa hora y media, la artista australiana demostró de lo que es capaz una verdadera reina del pop a través de un recorrido por sus 40 años de carrera que terminó siendo, en esencia, una celebración del amor.
La primera vez de Kylie en Bilbao comenzó con unos potentes láseres y terminó de la misma forma. Entremedias, un espectáculo de absoluta superestrella con diferentes sets, outfits (siete, para ser exactos), temáticas y coreografías, pero con todo el foco puesto en apilar la mayor cantidad de bangers posible. Cuando los bailarines toman el protagonismo, llenan el escenario por la artista. Todo está medido y estudiado, pero Minogue se muestra suelta y disfrutona en todo momento. Después de devorar ‘Get Outta My Way’, se le ve realmente emocionada con la recepción de su Tension Tour en Kobetamendi.
El concierto se presta al baile en todo momento, pero la variedad dentro de este enfoque es abrumadora. Después de un «reina y guapa» masivo, llega el momento country de la noche con ‘Dancing’, que parece inundarlo todo de alegría. Poco después, toca la espectacular sección ochentera del set con ‘The Loco-Motion’ a la vez que Minogue suelta una verdad como un templo: «Muchos no sabéis cuándo nació mi viaje». ‘Say Something’ es el único instante acústico de la noche, pero enseguida se presta a otra sesión más de baile, con bola de espejos y todo.
Las transiciones entre las diferentes partes del set también son de un nivelazo. La que precede a ‘Slow’ es un vídeo de Minogue en el papel de una detective de cine noir. «¿Sintiéndote solo en Bilbao?», se lee en un cartel. El dramatismo es fuerte en esta parte, hasta que la artista se desprende de su vestido negro y desvela las lentejuelas rosas en el clímax de la canción. Icónica. Tanto como el finalazo del show: la inmortal ‘Can’t Get You Out Of My Head’, con todo el mundo botando por su vida, y la emocionante ‘All The Lovers’. Abrazos, besos, pompas de jabón… Y un concierto involvidable que llega a su fin. Si no fuera por ‘Padam Padam’ y ‘Love at First Sight’ en el bis, claro.
Sara Irazabal
Nathy Peluso fue la otra gran diva de la jornada. La argentina presentó un espectáculo con temática mafiosa, que ya sabemos que le encanta, y dividido en tres partes diferenciadas musicalmente en salsa, hip hop y… ¿romantiqueo? La «trama», desarrollada en vídeo, gira en torno a un maletín y es presentada como «La verdad de la milanesa». Al llegar al final del show, se revela que lo que hay dentro es un bote con el logo de ‘GRASA’. Peluso entonces toma una cucharada y lo esparce sobre una milanesa. Es una sustancia blanca. ¿Eso significa que su disco se podría haber llamado ‘MAYONESA’?
La argentina también se come el escenario, sobrada de carisma y actitud, con ‘APRENDER A AMARTE’ y ‘LEGENDARIO’. No le hace falta nadie más. Tampoco tarda en deslumbrar con su vozarrón en ‘ATEO’ y, sobre todo, ‘ENVIDIA’. Cada «grrr», «prrr» y «rrra» dejan claro que estamos viendo a Nathy Peluso. Es su marca y es parte de lo que le hace tan especial. La primera parte del concierto termina con ‘MAFIOSA’, en la que asesina metafóricamente a un bailarín, y ‘LA PRESA’, en la que llama a la policía, hiladas de forma magistral.
La parte de hip hop aumenta las revoluciones del concierto. ‘TODO ROTO’, con unos hilarantes visuales que imaginan a Paco Amoroso y Ca7riel con gráficos de Playstation 2 y culos descomunales, es el principio de una sección en la que también suenan la sesión de Bizarrap de la argentina, con un nuevo toque de G-funk, y ‘MENINA’, con una breve e intensa aparición de Lua de Santana.
Sergio Albert
‘BUENOS AIRES’ y la impecable versión de ‘VIVIR ASÍ ES MORIR DE AMOR’ despiden el concierto de Nathy Peluso. Quien también murió de amor, pero en otro sentido, fue Damiano David. Que en el mismo set estén dos canciones tituladas ‘Nothing Breaks Like a Heart’ y ‘Born With a Broken Heart’, la estrella del show, debería ser prueba suficiente de que el vocalista de Måneskin va en serio con su transición al pop. El final de ‘Tango’, sin embargo, con ese «shubidubidu», deja dudas sobre si ha sido una buena decisión. Una de cal y otra de arena, porque la versión de ‘Too Sweet’, el último hit mundial de Hozier, sí le sienta realmente bien. Lo mismo con ‘Angel’, elevada totalmente por sus coristas.
No elevados, pero sí flotando nos quedamos con el tierno concierto de Alice Phoebe Lou, que demostró que con poca cosa se puede conseguir algo muy mágico. No era la primera vez de la artista sudafricana en Bilbao. El año pasado colgaba el cartel de sold out como parte del festival Art & Music en el Guggenheim, pero en aquella ocasión se presentó por su cuenta. Para el BBK Live, se aseguró de traerse a la banda.
Es la prueba de que en los festivales también hay hueco para artista más tranquilos, como fue el caso de Jessica Pratt. Todo es cuestión de quién esté escuchando. “Sé que esto es un festival, pero vamos a tocar una suave”, justifica Lou. Al público, desde luego, no le molestaron los temas más calmados. Así se sucedieron ‘Open My Door’ y ‘Dusk’, con los presentes inmersos en el reverb y la atmósfera onírica de lo que estaba sonando.
Sergio Albert
El ritmo empezó a subir con ‘Only When I’ y ‘Lose My Head’, totalmente juguetona. Cuando no está tocando la guitarra, la artista resulta magnética, gracias a sus movimientos y apasionada interpretación. Antes de terminar con ‘Dirty Mouth’ y ‘Witches’, con la que sí se bailó, Lou dio un gran consejo a los festivaleros que comenzaban la jornada: “Echad un ojo a vuestros amigos y cuidaos”, soltó con una sonrisa.
La paz que se respiraba en el recinto al principio de la tarde no tenía nada que ver con lo ocurrido el día anterior. El desastre de barro había sido tapado con kilos y kilos de paja, como si nada hubiera pasado. No sé cómo habría quedado la cosa después del concierto de Carolina Durante, claro. El grupo madrileño gozó de una gran anticipación, con un mar de gente esperándoles con paciencia. Con Sparks no ocurrió lo mismo, pero quien estaba ahí no quería estar en otro lugar en el mundo que no fuese ese.
Los hermanos Mael fueron recibidos como un grupo de culto. Lo que son, básicamente. Son como el día y la noche. Mientras que Russell va con un colorido traje adornado con un estampado de flores y se encarga de conversar con el público, Ron se presenta entero de negro y con cara de pocos amigos. Esta le cambia al escuchar las guitarras de ‘So May We Start’, la perfecta introducción.
Russell se pasó todo el set pidiendo las palmas del público y saltando en los drops de batería. No solo por esto, pero parece mentira que tenga 76 años y más de 50 años de carrera a sus espaldas. Se nota (en el caso de Ron, no tanto) que mantienen la ilusión del primer día. Pocos grupos pueden decir esto que suelta Russell al poco de comenzar: “Hace tiempo hicimos un disco que estaba producido por Giorgio Moroder”, contó antes de ’Beat The Clock’.
Sara Irazabal
‘Running Up a Tab at the Hotel for the Fab’ y ‘Drowned In A Sea Of Tears’, ambas de su último disco, se sucedieron antes de la parte clásica del set. ‘The Number One Song in Heaven’ hizo que el público se volviese completamente loco y que se mantuviera así hasta el final de la cita. Todo por el momentazo de Ron Mael, capaz de mantenerse serio durante todo el concierto para dinamitar el personaje colocándose su boina favorita y dedicando un desinhibido baile a los presentes. Justo después, estos le dedican varias reverencias. Por otro lado, Russell demostró que su falsetto sigue fuerte con ‘This Town Ain’t Big Enough for Both Of Us’. Este mismo dejó claro que la última canción no la suelen hacer en su gira mundial, pero que era necesara: “Queríamos terminar con esta porque creemos que es apropiada para los tiempos que vivimos”, cuenta antes de ‘Please Don’t Fuck Up My World’. Se explica por sí sola.
La organización del festival asegura que más de 115.000 personas disfrutaron de la programación de estos tres días, en los que ha habido de todo. Clásicos en plena forma como Pulp, tormentones capaces de convertir el recinto en un barrizal y divas del pop han sido parte de otra edición de Bilbao BBK Live que ha funcionado a la perfección.
Más de 50.000 personas pasaron por Mad Cool 2025 en cada uno de sus tres días. Todo un éxito, ya que, pese a los fallos de sonido del primer día, el festival celebró la que es su mejor edición hasta la fecha en cuanto a experiencia festivalera se refiere. Una gran organización hizo que el recinto resultara comodísimo para ver cualquier concierto, y haciendo que la vuelta a casa (o al menos, al centro de la ciudad) no fuese una gran odisea como suele ser habitual en este tipo de eventos.
El gran concierto de la jornada del sábado, fue sin lugar a duda el de Olivia Rodrigo. Una enorme marea de asistentes (sobre todo adolescentes, y particularmente chicas) cubría el recinto a ambos lados del escenario. Antes de empezar ya se palpaba el nerviosismo. Varios asistentes tuvieron que ser atendidos por mareos, mientras que a otros se les entregaron botellas de agua para evitar desfallecimientos. Estábamos ante el gran fenómeno fan del festival. Ainhoa Laucirica
La pantalla central proyectaba a Olivia Rodrigo caminando sobre una cuerda. Tras unos segundos, perdía el equilibrio y se precipitaba lentamente hacia el vacío. El escenario rugía cuando salían las integrantes de su banda formada completamente por mujeres, y cuando lo hizo Olivia, parecía que se fuese a caer. La artista comienza con ‘Obsessed’, una “bonus track” de la versión deluxe de ‘Guts’, que se celebró como si fuese su canción más popular. En realidad, todas lo parecían. La versión en directo de ‘Vampire’ consolidó su posición en la parte alta de su discografía. Su estribillo parece estar diseñado para desgañitarse hasta quedarse sin voz, y hay algo muy satisfactorio en gritar junto a miles de personas “bloodsucker, fame-fucker, bleeding me dry like a goddamn vampire!!!!”.
Tras ella, la cantante se dirige al público y saluda con un enérgico “¿Qué pasa, Madrid?”. Agradece el amor incondicional de sus fans y se ríe con las pancartas que muchos levantan. La respuesta de ellos no es otra que un coreado “Y guapa y guapa y guapa, y reina y reina”… La artista se empapa de todo ese cariño mientras se sienta al piano para interpretar ‘drivers license’, el que fue su primer gran éxito, y que sigue coronándose como un enorme himno sobre el final del primer amor adolescente. En consecuencia, las cámaras enfocaron a las primeras filas, repletas de chicas jovencísimas llorando mientras cantaban cada palabra a pleno pulmón.
La artista no solo va sobrada de voz, sino que su carisma en el escenario es arrollador. Pese a su corta carrera, es ya toda una superestella, con una presencia que recuerda a grandes iconos de otros tiempos. En parte se debe a que en tan solo dos discos ha recopilado un arsenal de temazos que resuenan en todo tipo de público. Sus letras son muy adolescentes, pero están llenas de verdad, de sentimientos tan sinceros que por muy lejos que te encuentres de esas primeras experiencias amorosas, te recuerdan vívidamente lo que sentiste en aquellos momentos. Baladas despechadas como ’traitor’, ‘enough for you’ o ‘happier’ (acompañada de linternas arriba y brazos zarandeándose en el aire) funcionan mejor en directo que en la grabación de estudio. Y si lo hacen es precisamente porque sus versos tienen una capacidad para conectar con la audiencia que transciende de las experiencias de la propia artista.
Aunque Olivia encadenó quizá demasiadas baladas, la fuerza y pasión con la que las interpretaba (y con la que la gente respondía a ellas) hizo que el espectáculo nunca llegase a decaer. Una de ellas fue ‘All I Want’, una canción de su época en High School Musical que no había cantado hasta ahora en su gira por festivales.
‘Deja Vu’ fue la última que sonó antes de irse del escenario. Poco después, regresaba para la parte final, que comenzaba con la intro de ‘brutal’ y con una proyección de la cantante rodeada de un círculo de fuego. Para el final de ‘all american bitch’, pedía al público que pensasen en alguien a quien odiaran para gritar con ella. En esa misma línea de teen-angst llegaba ‘good 4 u’, ya convertida en todo un himno y en una de las mejores canciones del revival pop-punk contemporáneo. Como era de esperar, no quedó ni un alma que no la cantase con ella a viva voz. Para rematar, Olivia se subió a un andamio, cogió un megáfono e interpretó ‘get him back!’, cerrando su gran show con confeti y luces doradas.
Ainhoa Laucirica
Mucho antes, a las 19:35, Finneas salía a uno de los escenarios principales con una camisa de leopardo y luciendo una media melena. Rodeado de una banda formada por teclado, batería y guitarra (la misma con la que grabó su último disco ‘For Cryin’ Out Loud’), ofreció un concierto, a menudo con cierto aire setentero, muy disfrutable. El sonido era impecable y su voz siempre estuvo a la altura, tanto en canciones más animadas como ‘Sweet Cherries’, como en las baladas. En este segundo grupo, sonó especialmente conmovedora ‘Angel’, que el artista interpretó sentado al teclado mientras la gente levantaba los brazos y los zarandeaba de un lado a otro.
Otro gran momento vino de la mano de ‘What’s It Gonna Take to Break Your Heart’, donde le acompañó la voz femenina de la teclista haciendo los coros. Finneas sacó el móvil para grabarse con el público durante ‘2001’, y señaló estar muy contento con estar de vuelta en Madrid, ciudad a la que no volvía desde la gira de su hermana Billie Eillish en 2019.
Ainhoa Laucirica
En el escenario Ouigo, St. Vincent apareció moviéndose con extrañeza, interpretando un papel de mujer misteriosa ideado para esta gira. ‘Broken Men’ hizo los honores inaugurando el set, donde la artista cantaba retorciendo su cuerpo con cada golpe de batería. A las 20:15h el sol todavía no había caído y le deslumbraba al cantar. «¡Odio el sol! ¡Deberíamos ser todos vampiros!», exclamó. Poco después alguien de su equipo le dio una gorra, que posteriormente cambiaría por unas gafas de sol.
La mayoría del set estuvo dedicado a su último disco, ‘All Born Screaming’ (nos olvidamos de su versión en español, de la que solo canta algún verso suelto en alguna canción), pero no se olvidó de éxitos de la era de ‘Masseduction’ como ‘Los Ageless’ o ‘New York’. Esta última la describía como «una canción sobre una canción sobre una ciudad sobre un amor». Fue uno de los grandes momentos del concierto. Annie Clark, sin salirse del todo de su personaje, se bajó a interactuar con el público, hablando con ellos, llamándoles «my love» y cosas similares mientras la interpretaba.
Su show fue totalmente de menos a más, y no porque empezase mal, sino porque terminó por todo lo alto. Clark dio toda una lección de presencia y experiencia sobre los escenarios. Lo suyo es profesionalidad máxima sin olvidarse nunca del puro espectáculo.
Al ver el set completo de St. Vincent, hubo que sacrificar parte del de 30 Seconds to Mars, aunque llegamos para las últimas cinco canciones. El concierto, al parecer, comenzó unos veinte minutos tarde. Cuenta la banda que para ir desde Barcelona a Madrid les cancelaron tres vuelos diferentes debido a fuertes tormentas. Tras ello, fueron a la estación a coger un tren que también acabaron cancelando. Volvieron al aeropuerto y su nuevo vuelo iba con retraso, así que llegaron con el tiempo justo para hacer acto de presencia en el festival y no decepcionar del todo a sus fans.
Cuando llegamos al escenario principal, los de Jared Leto lanzaban globos negros y llamaradas por doquier dando paso a ‘This Is War’. El líder de la banda dejaba que el público cantase la mitad del estribillo y parecía bastante cansado a nivel vocal en ese punto del show. Los temas más antiguos como ese han envejecido mal, o seguramente nunca fueron demasiado buenos, pero respondían a la moda emo de su tiempo. Aun así, son mucho mejores que otros más recientes como esa horterada histórica llamada ‘Stuck’, cuya presencia en el set es difícil comprender (o más bien su mera existencia). Cerraron su espectáculo como siempre lo hacen, invitando a sus fans a subir al escenario con ellos mientras tocaban ‘Closer to the Edge’.
Ainhoa Laucirica
Por otro lado, los ingleses Glass Animals se vieron algo perjudicados por el sonido deficiente del escenario (a la altura de la torre de sonido, donde nos encontrábamos, se escuchaba bajo y enmarañado), pero supieron aportar ligereza a la jornada con su música festiva. Abrieron con la simpática ‘Life Itself’, con la que pronto se metieron al público en el bolsillo. La banda llevaba dos sintetizadores, guitarra eléctrica y percusión, y su líder se movía con gracia sobre el escenario. Canciones como ‘The Other Side of Paradise’ o ‘Space Ghost Coast to Coast’ aportaron frescura a un set entretenido que culminó, como no podía ser de otra manera, con el gran éxito del grupo: ‘Heat Waves’.
Cerraron el festival el dúo francés Justice, muy asiduos a los festivales de nuestro país. Esta vez presentaban su más reciente álbum de estudio, ‘Hyperdrama’. Como siempre, el sonido de sus beats y sus sintetizadores futuristas se te meten dentro la piel, como si te estuvieran poseyendo. Ocultos en su habitual oscuridad, relegados a simples siluetas, ofrecieron un espectáculo de luces y láseres que acompañaban satisfactoriamente a sus ritmos dance y electro. Nada particularmente nuevo, pero no puede negarse que los parisinos han encontrado una fórmula efectiva que no deja nunca a nadie sin bailar.
Una alerta meteorológica enviada a teléfonos móviles de toda Cataluña pasadas las 14:00 alteró significativamente el desarrollo de la jornada del sábado de Cruïlla. El aviso recomendaba evitar desplazamientos hasta las 21:00 de la noche, aunque un segundo aviso enviado a las 19:30 desactivó la alerta inicial; de manera que Cruïlla se vio forzado a posponer la apertura de sus puertas hasta esa hora y a retrasar el inicio de sus conciertos.
Los horarios actualizados revelaron cancelaciones dramáticas como las de Hermanos Gutiérrez -que tocaban esa misma noche en Casa Montjuïc; en Cruïlla estaban programados a las 18:30- y uno de los platos fuertes, Kaiser Chiefs. Finalmente, los británicos pudieron actuar a las 4:30.
En Instagram, muchos lamentaban la falta de información llegadas las 21:00 de la noche, mientras otros pedían masivamente el reembolso de sus entradas, o incluso la cancelación del evento (!!), al no poder desplazarse desde fuera de Barcelona debido a la suspensión del servicio de trenes, que se prolongó durante tres horas. No es fácil reprogramar una jornada entera de festival en horas, y estoy seguro de que Cruïlla hizo todo lo que pudo en tiempo récord.
A pesar de los contratiempos, los datos finales hablan de éxito: 82.000 personas han asistido a los cuatro días de Cruïlla, 25.000 a su última jornada, encabezada por los conciertos de Alanis Morissette y Love of Lesbian + Amics.
Xavi Torrent
El Parc del Fòrum estaba visiblemente más lleno que los tres días anteriores las 21:30 de la noche. León Benavente presentaron su ‘Nueva sinfonía sobre el caos‘ en un escenario Occident abarrotado que recibía con entusiasmo sus canciones llenas de energía eléctrica y letras existencialistas. Abraham Boba, arreglado para el apocalipsis, clamaba ‘Qué cruel’ ante el micrófono como si fuera su última oportunidad, se arrodillaba en el suelo o se fundía con el público en ‘Ayer salí’, y siempre era imposible retirarle la mirada. ‘Ser Brigada’ fue uno de los temas más coreados.
Xavi Torrent
El plato fuerte de toda la edición de Cruïlla 2025 se llama Alanis Morissette. Ella mantuvo su horario original -las 23:00- aunque el concierto empezó cinco minutos antes para que se proyectara en pantalla ese vídeo de homenaje a sí misma que describe mi compañero Fernando García en su crónica de Mad Cool. Un vídeo que parece subido por un fan en YouTube con el título «Alanis Being Iconic for 5 Minutes» o que parece un tributo de la MTV. ¿Su único sentido? Recordar a la juventud de Cruïlla que, antes de Olivia Rodrigo y Taylor Swift (que salen en el vídeo), estuvo Alanis.
Alanis empezó a cantar ‘Hand in My Pocket’ desde fuera del escenario y, cuando emergió, fue como presenciar a Dios en la Tierra. Junto a su banda, Morissette cantó sin descanso, enlazando una canción con otra instrumentalmente o a través de fragmentos de otras canciones (¿en serio recuperó ‘A Man’, aunque fuera brevemente?) e interactuó con el público lo justo para expresar que estaba encantada de volver a Barcelona o para devolver a los fans los «te quieros» que le enviaban desde el escenario.
Alanis transmitió una energía desbordante durante todo el set, física y vocal. Física porque correteaba de un extremo a otro del escenario, daba vueltas sobre sí misma como una centrifugadora o se postraba en el suelo, dependiendo de la canción. Ya fuera al principio con ‘Hands Clean’ o después con ‘Ironic’, la energía de Alanis reflejaba la de sus inicios en los 90. Sin embargo, también hablaba de hoy: Alanis cantó con una camiseta que llevaba impresa la palabra «Perimenopausal».
Pero la potencia vocal de Alanis me dejó realmente boquiabierto. Durante todo su set me pregunté cómo era capaz de mantener ese nivel vocal durante tanto rato. Ella es una atleta vocal y lo demostró en la parte acústica del set, mi favorita por la manera en que dejó lucir su voz en toda su potencia. Deslumbró cantando al piano la jazzy ‘Rest’ y en ‘Mary Jane’ dejó salir a la bestia vocal que lleva dentro, sosteniendo una nota alta durante largos segundos. Seguro que soy de los pocos que prefieren esta Alanis a la guitarrera. Por eso, eché de menos que interpretara ‘That I Would Be Good’. Otra vez será.
El concierto continuó con ‘All I Really Want’, con Alanis entregada soplando la armónica, y con ‘You Oughta Know’ llegó el siguiente punto álgido. Sobre todo ‘Jagged Little Pill’, pero en menor parte también ‘Supposed Former Infatuation Junkie’ (1998) y ‘Under Rug Swept’ (2002), formaron la base de un set nostálgico, noventero hasta la médula, pero que aún incluyó algún que otro —y merecido— capricho. ‘Thank You’ cerró acompañada de imágenes y tuits expresando gratitud por diversos motivos.
Victor Parreño
El escenario de Viva Suecia estaba asombrosamente lleno, tanto como el de Alanis o más. El tipo de concierto de rock llenaestadios de Viva Suecia, sostenido por una escenografía compuesta por bloques lumínicos y coloridos visuales, simplemente conecta con un público que se siente atraído por la épica bonita que transmiten sus canciones.
El grupo murciano, que más tarde participará en el concierto especial de Love of Lesbian, ofrece en Cruïlla la dosis de pop-rock heroico esperada, incluyendo algún que otro acento synth-pop o de saxofón ochentero. El repertorio recorre todos sus éxitos, com ‘El bien’, ‘El rey desnudo’ o ‘Todo lo que importa’ (ELLYELLA también salvarán su set en Cruïlla después de la cancelación inicial) y la reciente ‘Sangre’ suena como una canción destinada a permanecer en su setlist durante mucho tiempo.
Xavi Torrent
Muchos se siguen preguntando por qué Love of Lesbian han tocado dos veces seguidas en el Cruïlla. La razón es que Cruïlla ha querido darse un homenaje por su 15 aniversario, poniendo en valor a una de las bandas barcelonesas más populares a nivel estatal, una banda que ha crecido paralelamente al festival. La pregunta era si el concepto de concierto con amigos se traduciría en un show digno de ver o si, simplemente, sería un desfile de artistas sin mucho sentido.
Teniendo en cuenta lo complicado que tuvo que ser organizar un concierto especial con invitados procedentes de diversos puntos de España, en una jornada marcada por la alerta temporal, el concierto de Love of Lesbian fue un éxito. Maika Makovski no pudo cantar ‘Tesis’ con ellos (el de Maika fue uno de los pases cancelados), pero la mayoría de los artistas confirmados sí pudieron participar. Marc Dorian salió en ‘Cuando no me ves’, Valeria Castro en ‘Allí donde solíamos gritar’ y Alizzz en ‘Club de fans de John Boy’.
Las mejores versiones se ajustaron al estilo de los artistas invitados, simplemente por aportar algo diferente a las composiciones ya conocidas. Maria Hein se lució vocalmente en ‘Lucha de gigantes’, aunque pareció algo nerviosa sobre el escenario; Cala Vento tradujeron ‘La niña imantada’ a su estilo punk-rock y Maruja Limón convirtieron ‘Incendios de nieve’ en una divertida fiesta de flamenco rumba.
Otras actuaciones no convencieron tanto, como la de Valeria Castro en ‘Allí donde solíamos gritar’, quizá porque su trémula voz, tan apta para el folk, no acaba de casar con el tipo de canción de Love of Lesbian. Alizzz, escondido detrás de sus gafas de sol, defendió ‘Club de fans de John Boy’ todo lo bien que pudo, pero dio la impresión de que no es un tipo de canción en la que se sienta vocalmente cómodo.
La entrada en el escenario de una enorme tarta amarilla por el 15 aniversario de Cruïlla marcó el final de un show que volvió a ser una lección de euforia, solo que, esta vez, la euforia parecía un pelín más apagada de lo habitual debido a las circunstancias. Balmes, que explicó que el grupo había pasado todo el día en el recinto, tuvo palabras de apoyo para el Cruïlla por su excelente organización de una crisis inédita en su historia. También celebró haber evitado un «Mazón 2». Seguro que las 28.000 personas que asistieron al festival este sábado, concuerdan.
Solo una cosa impide que el colectivo Rusia IDK sea el más guay del país: les falta una chica. Lo más parecido que les podemos asociar sería algo tan lejano como Rosalía por su colaboración, amistad y parecido con Ralphie Choo. Jamás será precisamente un miembro. El proyecto de la veinteañera Marina Montesano Castellanos bien podría haber solucionado esa falta, pues es muy próximo en estilo, por ejemplo, al de rusowsky, como ya se vio en su debut ‘PURGATORIO’, que fue uno de los mejores discos de 2023.
Su sucesor, ‘HABLANDO EN PLATA’, con un marcado reconocimiento en los créditos a curtice en la producción, es continuista, si bien ya exento de hyper pop. Las canciones prefieren devanear entre los beats del reggaeton y el trap, solo que sorteadas de pianos y guitarras acústicas.
«En mi mente pasan muchas cosas» es una frase del tema llamado ‘5+’ que, si bien está hablando de amor y desamor, los temas favoritos de Espineli, resume todo su concepto musical. En este corte de poco más de 1 minuto de duración cabe un piano de intenciones jazz lo mismo que un beat roto, mientras Espineli nos habla sobre tener «en la tripa mariposas».
Todas las canciones son mutantes: ‘DRiP DONA’ incluye más beats reggaeton, pero con palmas flamencas, guitarras y ambientación trap. En el sencillo principal, ‘PENROSE’, «todo se transforma», a merced de una letra que nos dice que «todo era tangible y se disipó, se derrumbaron las fichas del dominó». El folclore da color a un par de temas también, en concreto a ‘SHiBARiii’ -con la voz invitada de d.dramático-, y a ‘SMINT’ -con las voces invitadas de Korashe y Kfé’-.
Los géneros, pues, también se «derrumban» en este mini álbum de 17 minutos, empapado de la sensibilidad de una Judeline (‘MUDA’, por ejemplo), y en el que se habla con devoción de la chica soñada. «Cuando ella pasa, ha iluminado toda la avenida», dice ‘DRiP DONA’. «Ella es la Capilla Sixtina de Miguel Ángel», continúa ‘PENROSE’; mientras la acústica ‘cuando vienes tú’, una de las canciones más narrativas, es puro costumbrismo desde el encanto y la intimidad de una habitación. «Mi cuarto ahora tiene otro color cuando vienes tú», asegura.
‘cAARE’ cierra, primero autodestruyéndose en producción, luego volviendo al redil acústico. Es paradójico que algo llamado ‘HABLANDO EN PLATA’ suene más tristón que algo que se tituló ‘PURGATORIO’. Un tiro como ‘VENIER’ le habría venido tan bien como un single más decidido. Quizá por eso Marina está explicando que necesitaba cambiar: “Tener autenticidad no significa quedarse quieta. Cambiar no es traicionarse, es crecer. Mi música evoluciona porque yo también lo hago».
Sobre todo desde ‘Marchita‘ (2022), Silvana Estrada se ha convertido en una de las voces indispensables del nuevo folk iberoamericano. Unos cuantos años después de cautivar al público con su voz y sus letras, y canciones como ‘Te guardo’ o ‘Sabré olvidar’, un nuevo disco de Estrada llega este año, en octubre.
Los detalles aún se mantienen en secreto, pero dos adelantos de ese disco ya están disponibles. ‘Como un pájaro’ y ‘Lila Alelí’ son dos suaves golpes de brisa folk como solo Estrada los sabe hacer.
‘Lila Alelí’, el segundo adelanto, convierte el desamor en alegría y es la Canción Del Día de este domingo. Sirviéndose de un inventario de guitarra acústica, piano, percusiones y trompetas, ‘Lila Alelí’ narra el «momento en el que te das cuenta de que esa persona que quieres tanto no te quiere de vuelta». «La reciprocidad es una suerte muy grande, por eso el espacio que queda en la soledad de un amor no correspondido siempre es hermoso de explorar», comenta Estrada. «Lila Alelí es justo el final de ese momento de idealización y por eso es casi un alivio».
Para contar esta historia, Estrada utiliza la imagen de la lila alelí, una flor silvestre imaginaria «capaz de darle fuerza a quién sueñe con ella».
‘Lila Alelí’ marcha con el ánimo de las palabras no dichas, las flores no dadas, las miradas no devueltas… El amor no consumado, en definitiva. Pero marcha con el corazón contento de la que sabe que, por fin, puede seguir adelante. «Baila un suspiro en mi pecho», canta la artista mexicana en este agridulce poema. Por eso, al final, las felices trompetas acompañan a Estrada en su camino de «la la las» particular.
Justin Bieber ha sorprendido con los excelentes datos de streaming de su disco sorpresa, el extraño ‘SWAG’, que ha contado con colaboradores como Dijon o nada menos que Mk.gee. Rolling Stone asegura que este es el trabajo que Bieber quería realizar, tras romper con su mánager Scooter Braun. Se ha anunciado que su «verdadero álbum de pop» saldrá a finales de año o principios de 2026, pero este ha sido igualmente acogido por sus seguidores.
La totalidad de las 21 canciones del álbum aparece entre las 120 más escuchadas del mundo en Spotify. Además, el single ‘DAISIES’ ha superado por más de un millón de streams ‘Jump’ de Blackpink, que ha de conformarse con entrar en el top 2 del Global de Spotify.
Justin Bieber ha sumado 8,3 millones de streams en solo un día en Spotify, y ‘Jump’ de BLACKPINK ha logrado 7 millones. Estamos hablando del 2º mejor debut de todo 2025 en Spotify, tan solo por detrás de ‘Evil Jordan’ de Playboi Carti, que llegó a los 9,5 millones de plays.
Además, otro tema de Justin Bieber les pisa los talones: ‘ALL I CAN TAKE’, con 6,6 millones, en el puesto 3. A falta de comprobar cómo evoluciona este disco más «experimental», de momento Bieber ha ganado la batalla. Así ha quedado el disco en el top 200 Global:
1.-DAISIES
3.-ALL I CAN TAKE
6.-GO BABY
7.-YUKON
9.-THINGS YOU DO
11.-BUTTERFLIES
12.-WAY IT IS
19.-WALKING AWAY
22.-FIRST PLACE
26.-DEVOTION
30.-SOULFUL
33.-SWAG
35.-SWEET SPOT
39.-DADZ LOVE
42.-GLORY VOICE MEMO
53.-405
56.-STANDING ON BUSINESS
57.-THERAPY SESSION
58.-TOO LONG
76.-ZUMA HOUSE
120.-FORGIVENESS
Ciñéndonos a España, ‘DAISIES’ de Bieber también ha ganado a ‘Jump’ de Blackpink por la mínima, al aparecer en el puesto 52, frente al top 53 de la banda surcoreana en Spotify España. Ambas canciones pelearán por llegar oficialmente al top 100 de Promusicae.
Cuando me levanté ayer y leí la predicción de «tormenta severa» para la segunda jornada de Bilbao BBK Live, no le di mucha importancia. Unas horas más tarde, después de la cancelación de Amaia, me reía viendo los rayos golpear el cielo de Kobetamendi. Fue una jornada de fallos técnicos, barrizales y chubasqueros, pero también de conciertos espectaculares. Al final, mereció la pena.
La experiencia de ver a Jessica Pratt y a KNEECAP seguidos es totalmente extrema. El concierto de la cantautora norteamericana desprende paz y serenidad. Su mágica voz es lo más llamativo de un set que no pretende ser espectacular, sino reconfortante. Acompañada de tres músicos (teclado, bajo, saxofón) y un percusionista que habría hecho sonreír al mismísimo Brian Wilson, Pratt se mostró con una calma contagiosa, como si estuviese tocando en el porche de su casa. Si escuchaba con la suficiente atención, podía notar como mi pulso se ralentizaba. Sus acompañantes, igual de relajados.
La preciosísima ‘The Last Year’, con los instrumentos uniéndose poco a poco a la mezcla, provocó que los pocos que estábamos allí explotásemos en aplausos y vítores. Realmente este fue el caso con cada canción, pero con esta nos lucimos. Mientras que el público se deshacía en elogios hacia Pratt, como «¡Brava!» o «¡Reina!», ella se limitaba a dar las gracias de forma tímida. Y por eso la queremos. Por eso, y por ‘Life Is’. Con esta armonía interior fui a ver a KNEECAP. Poco me duró. Podría describir el concierto en dos palabras: hype merecido.
Sergio Albert
El grupo irlandés llegaba a Bilbao después de que uno de sus miembros, Mo Chara, fuese acusado de terrorismo tras presuntamente exhibir una bandera de Hezbolá durante un concierto en Londres y de que el primer ministro británico calificase su actuación en Glastonbury como «inapropiada». Las polémicas, sin duda, dieron sus frutos. Los rayos ya se vislumbraban en el horizonte, por lo que el set prometía ser un épico concierto bajo la lluvia. El primero de la jornada, pero no el último, gracias a RAYE.
Antes de salir al escenario, la denuncia al genocidio en Gaza ya está servida en las pantallas y entre el público, con decenas de banderas palestinas. DJ Próvai es el primero en aparecer, con la bandera de Euskal Herria por delante y la de Irlanda en el pasamontañas. Una imagen que vale más que mil palabras. De hecho, abordaron el tema más avanzado el set: «Crecimos aprendiendo sobre la lucha vasca y el reto de salvar el euskera. Siempre nos hemos sentido identificados. Por eso en Irlanda y Euskal Herria apoyamos a Palestina», denunció Móglaí Bap en un discurso en el que también se mencionó el catalán. Mo Chara sube la apuesta: «Sabemos lo que es estar en manos del colonialismo y aun así ser los malos en los medios de comunicación». No dejaron títere con cabeza, dirigiéndose también a aquellos que les critican por supuestamente aprovecharse del genocidio palestino para ganar fama: «La historia no es KNEECAP, sino Gaza. El resto es una distracción».
KNEECAP debe ser el grupo actual más volcado con la causa palestina, remitiéndose a los valores originales del rap. Al poco de comenzar, pararon el show e invitaron a tres personas nacidas en Gaza para que hablasen (y cantasen) por sí mismas. Un momento necesario en un set que fue, en esencia, diversión del más alto nivel. Es convertir la rabia existencial en pogos enormes. Tampoco es común ver a raperos tan jóvenes prescindir de hypeman y resulta una refrescante sorpresa. No se saltan una palabra.
Sergio Albert
‘Sick In The Head’ y ‘I’m Flush’ fueron el calentamiento. Mo Chara y Móglaí Bap no tardaron en señalar los lugares de la pista en los que faltaban pogos. ‘Fine Art’ y ‘Rhino Ket’, que provocó uno de los moshpits más grande que yo haya visto, lo remediaron enseguida. Era algo totalmente inescapable, con todos los círculos que se habían formado en el centro de la pista juntándose en uno solo. Es un concierto agresivo, por la propia naturaleza de la música, pero está lejos de ser algo destructivo. Móglaí Bap se preocupa de recordar a la gente que si alguien se cae, hay que levantarlo. Es gracioso que poco después el mismo exclame la frase «¡Que le jodan a seguridad!» al pedirle al público que se suban a los hombros de sus colegas para ‘Get Your Brits Out’.
Adrenalina, activismo y hermandad fueron los ingredientes principales de un concierto totalmente necesario. Hoy en día, más que nunca. Dicho esto, lo que necesitaba después era un respiro. De momento, la jornada se sentía como un viaje en el tiempo constante, pasando de los cantautores de los 60 al rap más actual y de vuelta a la década de los 70 con el dulce soul de Jalen Ngonda. Viendo cómo se desenvolvía el artista de Maryland en el escenario, unido a lo atemporal de su voz, lo único que se me venía a la cabeza eran los grandes: Marvin, Stevie, Mayfield… Sé que son palabras mayores, pero había que estar allí. ‘Anyone In Love’ y ‘Come Around and Love Me’ se sucedieron ante el disfrute absoluto y visible de una audiencia que demostró tener groove de sobra. Pocas veces un público mayoritariamente blanco ha acertado con tanto éxito dónde van las palmas sin que se lo indiquen. Eso sí que es conexión.
Al otro lado del recinto, Amyl and the Sniffers estaban dando caña para los que se habían quedado con ganas de más después de KNEECAP. Amy Taylor es el alma y el foco de atención indiscutible de una banda que coquetea con el punk y el hard rock, pero que tampoco descuida una melodía pegadiza. Bajo la lluvia todo cobra un aura especial, y esto mismo ocurrió en los momentos finales del concierto, con ‘Hertz’ o ‘U Should Not Be Doing That’. Puede que le metiesen demasiado caña, porque desataron una durísima tormenta que afectó especialmente a los sets de Amaia y RAYE.
Sara Irazabal
La lluvia pegaba fuerte en Kobetamendi, pero los fans de la pamplonesa no la iban a dejar colgada. Con rayos y diluvio, su público era enorme. Yo me animé a bajar a la pista, pero me arrepentí después de unos pocos minutos. El retumbar de los truenos se escuchaba más que el propio concierto. Amaia no perdió su humor en ningún momento: «Mal día para alisarme el pelo». Pasados los 15 minutos, el viento se levantó y la situación se volvió impracticable. La programación se detuvo hasta nuevo aviso. ¿Dónde va la gente que no tiene acceso VIP en esta situación? Donde pillen. El escenario Johnnie Walker era claramente el refugio más cotizado, al combinar techo y música.
Más de una hora después, el viento se había relajado, pero la lluvía seguía cayendo con fuerza. Muchos fans de Amaia se habían quedado todo este tiempo bajo las horribles condiciones metereológicas esperando el regreso de la cantante, que nunca llegó. En su lugar, y sin previo aviso, RAYE dio comienzo a su set 10 minutos después de la hora programada. Esperanza. El escenario era una fantasía sacada de la época dorada de Hollywood, emulando las cortinas rojas de un lujoso teatro y con el nombre de la cantante plasmado en unas resplandecientes y enormes letras. Toda la banda, que bien podría ser una orquesta, vestida de traje fue el toque perfecto.
Maitane Campos
Desde el primer momento y todavía jarreando, la artista británica se muestra tan carismática como elocuente, adelantando un largo set que finalmente no se pudo dar: «Soy una drama queen y, musicalmente, amo el drama», suelta. Lo demuestra luciendo su perfecta voz en cualquier oportunidad posible. En una de estas, en pleno a cappella, se da cuenta de que algo está saliendo mal, pero sigue devorando: «Hay algo raro con mi auricular, no puedo escuchar la puta canción», improvisa de forma impresionante e hilarante a la vez. Quería drama y lo tuvo. Avisaron de que el concierto tenía que pararse 5 minutos por un fallo en el equipamiento. Más de 15 minutos después, empezaba el espectáculo de verdad.
RAYE dio una increíble lección de profesionalidad, talento y resistencia ante la adversidad. Después de agradecer a los presentes de corazón que no se fuesen, la británica nos regaló el momento más peliculero que yo haya vivido en un concierto. «Voy abrazar esto», dijo antes de dejarse empapar por la lluvia. A continuación, la interpretación más épica posible de ‘I Know You’re Hurting’. RAYE se convirtió, literalmente, en la gata bajo la lluvia. Los que sufrieron su cancelación en el diluvio de Kalorama el año pasado estarán dándose de cabezazos ahora mismo.
Sergio Albert
Después de este momentazo, el público no podía defraudar, desprendiendo una energía pasmosa hasta el final del set. Por supuesto, todo gracias a la apasionada naturalidad de RAYE: «Esto empezó como un desastre, pero se está convirtiendo en algo realmente precioso», exclamó mientras el rímel caía por sus mejillas. Yo no lo podría haber dicho mejor. El resto del concierto asentó la idea de que se trataba de algo digno de tener grabado para revisitarlo una y otra vez. Nunca me habían hecho spoiler de un clímax musical de forma tan explícita («Dentro de 10 segundos va a ocurrir») y es una sensación increíble.
RAYE desafió a la tormenta y ganó, enamorando y asombrando a la vez a todos los que tuvimos la gran idea de acercarnos al encharcado barrizal que antes llamábamos escenario principal. También demostró tener un corazón enorme: «Cuando me ofrecieron ser cabeza de cartel, no estaba segura de si iba a conectar con el público», admitió. ¿Habría estado bien experimentar el concierto completo sin alteraciones? Sí. ¿Lo hubiera preferido? No, porque lo de ayer es irrepetible.
Sergio Albert
Bad Gyal salió al escenario 20 minutos más tarde de lo previsto, aunque la lluvia ya había parado hace rato. Todos teníamos la esperanza de que un buen perreo del infierno nos quitara los males del resto de la jornada, pero lo que recibimos fue un poco cuadro. Los días de tirar hacia delante con un micrófono y algunos bailarines se quedaron muy atrás. En su lugar, Alba Farelo presenta un show de superestrella, con set pieces, grandes coreografías y mucha preparación. De hecho, puede que esté demasiado medido. Da la sensación de estar viendo un concierto por fascículos, con mini pausas cada 2 o 3 canciones. Al mismo tiempo, hay un total de cero espontaneidad.
La primera parte está centrada en la faceta dancehall de la artista y, aunque parezca sarcasmo, se nota que Bad Gyal ha mejorado vocalmente. El icónico autotune sigue ahí, pero es muchísimo más sutil que en el pasado. Por otro lado, la segunda mitad saca a relucir los temazos de reggaetón de la catalana, que no son precisamente pocos. Una pena que esta empiece de forma atropellada, con el micrófono pillándose por momentos durante ‘Flow 2000’. Ayer nadie podía tener el día tranquilo, al parecer. Antes de terminar, Farelo protagonizó un momento extraño: «Durante el concierto me he dado cuenta de que tengo una pierna un poco rara y no me he movido como me gustaría», admitió. Yo no había notado nada. Lo mejor del concierto fue ‘Fiebre’, y no hizo falta ni bailarines ni nada. Solo Bad Gyal y su poderío natural.
De nuevo más de 49.000 personas asistieron a Mad Cool este viernes ya sin incidentes técnicos, en una jornada a la que solo se le pudo poner una pega: las largas colas en todos los puestos de comida en el largo lapso entre el fin de Alanis Morissette (21.30 horas) y el principio de Nine Inch Nails (0.25 h). Todo lo demás funcionó a pedir de boca: barras, baños, carpas con actuaciones tan pintorescas como la de los metaleros Battlesnake… El recinto es muy práctico, pues al ser cuadrado, todos los escenarios quedan cerca; y a su vez el centro de la ciudad no dista muchísimo más de media hora, aunque estemos hablando de Villaverde Alto. Mad Cool ha costeado que el Metro abra hasta las 3 de la madrugada, parando solo en Legazpi y Sol, y la organización a las puertas y andenes fue excelente.
Artísticamente, contar con dos cabezas de cartel como Nine Inch Nails y Alanis Morissette fue todo un viaje a, pongamos, 1998, el año en el que ya habían salido los dos primeros álbumes internacionales de la artista, en los que se centró casi de forma exclusiva. Y también una fecha en la que ya conocíamos muchas de las que siguen siendo las canciones de NiN más coreadas: ‘Head Like a Hole’, ‘Closer’ o ‘The Perfect Drug’, el tema de ‘Carretera perdida’ que sigue entusiasmando al respetable, ahora más que nunca.
Si preguntas a un asistente habitual a Mad Cool cuál ha sido el mejor concierto de su historia, seguramente muchos responderán que el ofrecido por Nine Inch Nails en 2018, cuando el festival aún tenía lugar en Valdebebas. Esta vez no se repitió tal apisonadora de sonido -aunque fue excelente- y se perdió algo de factor sorpresa, pues la filosofía del set fue muy parecida, pero sigue siendo uno de los más currados del mundo.
Una cámara sigue a Trent Reznor y los suyos por el escenario, a modo de plano secuencia, y la proyección de sus imágenes en blanco y negro inquieta como una película de terror. Una parecida a las bandas sonoras que han escrito estos últimos años de manera paralela y la misma a la que apelan los clásicos industriales y tremendos de la banda. Canciones que dicen cosas como «I want to fuck you like an animal» o «You let me violate you, You let me desecrate you». Sí, el grupo se ha hartado de explicar que ‘Closer’ es un tema de autodesprecio dedicado a uno mismo, jamás sobre lujuria. Sí, sigue impresionando.
Reznor mantiene una actitud y voz impecables, ha ensayado su pose al micro agarrado como los artistas más carismáticos, y la fuerza que desprende la banda durante cosas como ‘March of the Pigs’ es incuestionable. Es verdad que los conciertos de Nine Inch Nails se siguen cerrando de idéntica forma: el hit ‘The Hand that Feeds’, seguido de mi favorita ‘Head Like a Hole’, y para terminar un ‘Hurt’ minimalista, de menos a más, en el que la mayoría guarda silencio. Pero por el camino quedan varios momentos mágicos, como los teclados de ‘Find My Way’, la batería de ‘The Perfect Drug’ o esas frases tan sencillas y sonoras, repetidas hasta hacer cicatriz, como «I don’t feel anything» al término de ‘1,000,000’. Entre las proyecciones en formato vertical, y la actitud, Nine Inch Nails volvieron a hipnotizar. Sebas E. Alonso. Mad Cool
Alanis Morissette era uno de los grandes reclamos del cartel. Su música, sobre todo sus mayores éxitos, tiene un espacio privilegiado en el imaginario popular de varias generaciones. ¿Quién no ha berreado alguna vez el estribillo de ‘Ironic’? Muy consciente de su estatus ya casi de culto, Alanis, antes de aparecer en el escenario con su banda, comenzó su concierto con una proyección de varios vídeos de y sobre ella a lo largo de los años: entrevistas suyas, late night shows donde apareció, o declaraciones de famosos (como Olivia Rodrigo) hablando de la importancia de su legado. Es una introducción bonita, que mezcla la nostalgia de lo vivido con la épica de haber conseguido llegar tan lejos, pero también un poco osada de más. Quizá no hace falta decirte a ti misma que eres un icono cuando ya tienes a miles de personas celebrándote a casi 6.000 kilómetros de donde has nacido. Se lo perdonamos, en cualquier caso.
Ya en el escenario con sus músicos, la canadiense comenzó con uno de los platos fuertes de su repertorio, ‘Hand In My Pocket’. Durante la siguiente, ‘Right Through You’, aparecieron en pantalla varios datos sobre la discriminación y la violencia a la que se siguen enfrentando las mujeres en todo el mundo. Y terminaba con una pregunta: ¿por qué tenemos miedo de la divinidad femenina?
Alanis no volvió a insistir en este tema, sino que a lo largo del show, las proyecciones que se veían en pantalla eran de lo más variadas, desde animaciones psicodélicas, hasta conciertos suyos en los 90. Es precisamente esta década la más protagonista de su set, dedicando 7 canciones a su disco de 1995 ‘Jagged Little Pill’, y 5 de ‘Supposed Former Infatuation Junkie’ de 1998. No todas ellas las cantó enteras, pero dadas las limitaciones que imponen los horarios de los festivales, fue un acierto que repasase aunque fuera brevemente varias de las favoritas de sus fans, como ‘Are You Still Mad?’, en lugar de tener que recortar algunas de ellas al completo. Además, la artista interpretó todas ellas con mucho sentimiento, haciendo gala de su buena voz e imprimiendo una gran energía rockera de principio a fin. Hay momentos en los que daba vueltas sobre sí misma, como al final de ‘Smiling’; o donde se tiraba al suelo y cantaba de rodillas, como en la muy sentida ‘I Remain’.
El público estaba encantado con cada uno de sus movimientos, y la cantante se mostraba -no tanto verbalmente, sino que se le veía en la cara- entusiasmada de estar allí. Previsiblemente, en ‘Ironic’ casi no le hacía falta ni cantar, ya que no quedó nadie que no la corease. A lo largo de la canción, aparecían detrás de ella fotos suyas con diferentes artistas como Taylor Swift, Avril Lavigne o Demi Lovato. Por supuesto, ‘You Oughta Know’ también despertó el furor entre los asistentes.
Para terminar, la canadiense optó por un recurso precioso. En la pantalla, aparecían tuits en diferentes idiomas sobre algo de lo que sus fans estaban agradecidos de tener en sus vidas. Fue al ritmo de ‘Thank You’, una canción que se eleva inmensamente en directo y que, mientras el sol caía, puso el broche de oro a una velada empapada de nostalgia y donde la cantante nos abrió la puerta a su mundo artístico. Gracias a ti, Alanis.
Ainhoa Laucirica
En torno a las 7 de la tarde, miles de personas se acercaban al recinto para ver a otro de los cabezas de cartel, Benson Boone. El joven estadounidense ha experimentado un ascenso meteórico a la fama pese a no llevar demasiado tiempo en el ojo público, siendo capaz de congregar a un abundante número de asistentes en pleno calor de verano madrileño. Sus canciones ya pueblan las listas de éxitos y hacen números espectaculares allá donde va.
Hablando en ocasiones en un español macarrónico, el artista se mostró muy charlatán y simpático con el público desde el comienzo de su espectáculo. En una de sus primeras interacciones, para animar el ambiente, Boone gritaba cosas como “Heeeelloooo”, “How’re you dooooooing”, “Hoooooooooula”… y animaba a la gente a repetirlas después de él. Una gran manera de llevar a números rojos todos los niveles de “cringe”. Aunque tras observar entre sus fans, uno se da cuenta de que un gran porcentaje de ellos son niños de aproximadamente diez años. Tiene sentido.
Boone tiene una gran voz y una digna presencia en el escenario, pero lo que falla -y estrepitosamente- son las canciones. Por mucho que el cantante intente tirar de carisma y se esfuerce en entretener al personal con piruetas y volteretas varias, es incapaz de defenderlas (nadie podría). Una de ellas, ‘The Momma Song’ se la dedicó a sus padres, que estaban entre el público; otra, ‘Mr. Electric Blue’, solo a su padre, su gran ídolo e inspiración. Más tarde, presentó la que es su canción favorita de todo su repertorio, ‘In the Stars’, que escribió tras el fallecimiento de un ser querido. En sus palabras, le encanta porque todo el mundo puede empatizar con este tema sin importar fronteras culturales. Boone invitó al público a guardar los móviles en el bolsillo y conectar directamente con él, pero ni siquiera el sentimentalismo facilón de esa balada consiguió aportar una emoción genuina. Para terminar, “la canción que cambió su vida”. El recinto rugía y varias personas se acercaban desde detrás corriendo para cantar con él ese gran fenómeno de masas que es ‘Beautiful Things’, una firme candidata a peor canción de la década para quien escribe esto.
Ainhoa Laucirica
También, a lo largo del día, nos dio tiempo de pasarnos brevemente por la carpa The Loop, dedicada a la electrónica, para escuchar a la productora británica TSHA, dueña de varias canciones pop muy frescas y veraniegas. Sin embargo, lo que pudimos ver de su set, fue atmosférico y rítmico, dando mucho protagonismo a las repeticiones y evitando grandes drops que desataran la euforia. Al mismo tiempo que ella, tocaba la banda de rock australiana Jet, de la que pudimos ver una pequeña parte. Sonaron solventes con su sonido de rock clásico, recordando por momentos a ACDC, a quienes versionaron con ‘Long Way to the Top’, una canción que dedicaron a sus fans australianos.
Ainhoa Laucirica
En el escenario Ouigo, el tercero en importancia, aparecieron Kaiser Chiefs, quienes están totalmente estancados, sin ningún complejo, en 2005. De hecho, su set estuvo dedicado principalmente a su disco ‘Employment’ de ese mismo año, como bien indicaba la gran oficina de empleo que se proyectaba detrás de ellos. El concierto formaba parte de la gira por el vigésimo aniversario de ese álbum que los consagró, por lo que no faltaron ninguno de sus grandes éxitos como ‘Everyday I Love You Less And Less’, ‘I Predict A Riot’, ‘Modern Way’ o ‘Na Na Na Na Naa’. El sonido desde lejos, dejaba un poco que desear, aunque era más culpa del espacio que de los británicos, que sonaron tan efectivos como siempre e hicieron las delicias -también como siempre- del público guiri. Fernando García.
La primera de las dos presentaciones de Love of Lesbian en Cruïlla por el 15º aniversario del festival -la segunda hoy incluirá la participación de amigos de la industria como Viva Suecia, Alizzz o Valeria Castro- fue el ritual de comunión esperado. Acaso se hizo más corto de lo habitual. Santi Balmes, como frontman tan cercano y carismático, llevó al público de la mano a través de los épicos viajes de sus canciones, que, desde la inicial ‘Ejército de salvación‘, pasando por ‘1999’, ‘Allí donde solíamos gritar’ o la odisea de ‘Bajo el volcán’, cumplieron su cometido de poner el espíritu bien arriba. Más o menos por las nubes y más allá: todo el concierto fue un ejercicio de euforia sostenida.
Rigoberta Bandini «apareció» en pantalla para interpretar junto a Balmes ‘Contradicción’. En principio no será una de las estrellas invitadas de esta noche, pero quién sabe: la gira de ‘Jesucrista Superstar‘ tiene varios huecos libres entre hoy y el próximo concierto, el 16 de julio en Madrid. Me imagino que Rigoberta los pasará de merecidas vacaciones.
Xavi Torrent
Balmes recordó a Toni Cruz, miembro de La Trinca, fallecido el viernes, pero, sobre todo, aprovechó su plataforma para protestar por el auge del fascismo y llamar algún que otro improperio a Netanyahu. Recordó una frase supuestamente firmada por el escritor Antonio Tabucchi en algún momento del siglo pasado: «Hay tres cosas que son incompatibles entre sí: la inteligencia, la decencia y el fascismo». Después, bromeó con la participación en Cruïlla de de Thirty Seconds to Mars. «¿Qué tiene Jared Leto que no tenga yo?», expresó Balmes, antes de cerrar, como ha empezado y seguido, por todo lo alto, con ‘Club de fans de John Boy’. Lo averiguaremos más adelante.
Christian Bertrand
Ver a Leon Bridges en acción se parece a asistir durante los 70 a un concierto de Donny Hathaway. Él y su banda -que incluye dos pianos, además de guitarra acústica, teclado, bongos o coristas- proponen un concierto retro que atraviesa distintas épocas del siglo pasado: los 50, los 60 y sobre todo los 70 que evocan los efluvios country de ‘Leon‘, el disco que presenta durante esta jornada.
Birdges, escondido bajo su ajustado beanie, y vestido de tejano, como pide su actual etapa musical, no duda en marcarse algún bailecito tímido que otro si la canción lo requiere, pero encandila por su formalidad, por la manera en que deja que baladas como ‘When a Man Cries’ o esa brisa en la ola de calor que es ‘Panther City’ hablen por sí mismas.
Lamentablemente me tengo que ir al concierto de Thirty Seconds to Mars (lamentablemente, me refiero, por tener que abandonar a Bridges, ejem), pero volveré al set de Bridges para escuchar la pedazo de jam con ‘Smooth Sailin’ y, sobre todo, su mayor éxito, ‘Beyond’, que el público corea ilusionado (y alguna pareja la baila entusiasmada). No tengo pruebas pero tampoco dudas de que esta canción está casando a medio mundo. Curiosamente, será Jared Leto el que case a una pareja durante su show.
Victor Parreño
Volviendo a la pregunta de Santi Balmes, ¿qué tiene Jared Leto que no tenga él? De pronto: una pistola lanzallamas. Una antorcha. Chorros de fuego. Fuego. Y explosiones de confetti (en la segunda canción; si Love of Lesbian se vienen arriba desde el principio, Thirty Seconds to Mars revientan el termómetro). Globos negros. En definitiva, Thirty Seconds to Mars van con todo. El problema es que la abundancia de recursos no garantiza un show tan entretenido y divertido como esperas.
Puede que la energía mesiánica de la música de Thirty Seconds to Mars no sea para todo el mundo, pero desde luego Leto y sus compañeros de banda, incluido el batería, su hermano Shannen, que lo peta- se entregan al papel. Sobre todo Leto, que horas antes había jugado al anonimato durante su estancia en Barcelona. Disfruto de la épica de ‘Walk on Water’, de lo bien que suenan en vivo los beats electrónicos de ‘Hurricane’ y de la titánica ‘Closer to the Edge’, que me hace volver a la adolescencia.
Sin embargo, algunas decisiones lastran el ritmo del show. Es lícito que Leto saque a fans al escenario -entre los afortunados, el barcelonés Joan-, pero el grupo recurre al mismo truco al final del set, esta vez invitando a un ejército de seguidores entre las primeras filas. Entre ellos, una pareja que se pide la mano. Felicidades a los enamorados, pero la escena luce demasiado preparada. Antes, como para tomarse un respiro del océano de «ooh ooh oohs» que inunda el show de Thirty Seconds to Mars (en eso sí que se parecen a Love of Lesbian), a Leto se le ocurre pedir silencio para «llamar» a un amigo por teléfono. Se graba en vídeo con el móvil, pero no se escucha absolutamente nada. Durante al menos un par de minutos, el público queda completamente fuera del ritmo del concierto.
Entonces, ¿qué tiene Leto que no tenga Balmes? Pues muchas cosas (sobre todo cosas con fuego), pero me quedo con la capacidad de Balmes para conectar con el público desde la complicidad y la emoción, sin recurrir a un despliegue de artificios que ni siquiera se traducen en ideas originales. Me quedo, también, con la iniciativa de Balmes de pronunciarse políticamente. No es que nadie esté obligado a hablar sobre nada, pero es agradecido cuando un artista demuestra públicamente que no vive de espaldas a la realidad.
Otra artista que no necesita absolutamente nada más que su gracia, humor y talante para interactuar con el público, para construir un show entretenido, agradecido y memorable, es Sharleen Spiteri, líder de Texas. El grupo escocés, además, juega con la desventaja de salir tarde, casi a la una de la noche. Spiteri recurre a los trucos habituales -nos pregunta si estamos bien, si nos gusta bailar, nos hace cantar o gritar lo que ella quiere- pero funciona porque sabe cómo meterse al público en el bolsillo. Cuando expresa que «si queréis solo escuchar música, escuchad los discos; esto tiene que ver con nosotros y vosotros», sabes que lo dice muy en serio.
Spiteri está tan en su salsa que un momento de complicidad con el guitarrista Tony McGovern pilla al músico desprevenido. Él le mira sonriente, de reojo, y pregunta «What?». La comunión colectiva está asegurada desde el primer instante con ‘I Don’t Want a Lover’, alcanza un pico en ‘Summer Son’ -que llega, por sorpresa, en el ecuador- y desarma en los varios lucimientos vocales de Spiteri, sobre todo cuando se sienta al piano para cantar ‘Tired of Being Alone’ de Al Green. La voz robusta y poderosa de Spiteri sigue en plena forma.
El concierto siguió arriba con las vibras sesenteras de ‘When We Are Together’ -que a Spiteri siempre han sentado tan bien, ¿soy el único que recuerda su disco en solitario de 2008?-, pero en ‘In Demand’ la lluvia, por fin, alcanzó el Parc del Fòrum. Cayó de forma ligera pero constante -y cada vez con mayor intensidad- y, en ese momento, decidí emprender un viaje épico hacia mi casa.
Remy Bond es una cantante de Nueva York entregada a retorcer la nostalgia estadounidense de los años 50 y 60. ¿Como Lana Del Rey en la época de ‘Born to Die‘? Sí, exactamente. De hecho, sus canciones ‘Summer Song’ y, sobre todo, ‘Simple Girl’, suenan inequívocamente influidas por la estética musical y visual de aquel multimillonario disco de 2012.
Quizá la vuelta es que Lana nunca había sonado tan rematadamente 60s -su single ‘Star-Shaped Baby’ parece de las Ronettes- ni mucho menos sus visuales habían sido tan pop y pastel. Bond es como Lana Del Rey perdida en el mundo de ‘Barbie’.
Bond, que tiene 20 años -nació en 2004- se dio a conocer en el mundo de la interpretación, encarnando el papel de la hija de Tina Fey en la serie de NBC ’30 Rock’. Para su carrera musical ha unido fuerzas principalmente con dos compositores ingleses, Jules Apollinaire (ex integrante de TTRRUUCES) y Natalie Findlay, conocida por su proyecto Findlay. De la mano de Warner Records, Bond lanzó su primer single, ‘End of the World’, en 2023 (no era una versión de Skeeter Davis).
El universo de Remy Bond, como el de la primera Lana, está igualmente lleno de sexo, drogas, banderas americanas y una peligrosa atracción a los chicos mayores que ella. En ‘Simple Girl’, que canta con un deje arrastrado 100% Lana, proclama: «Soy una chica sencilla, me gustan la jardinería y las drogas». Y en ‘Summer Song’, Bond escapa de la policía con su «Valentín» y escucha a Lou Reed en la «gramola» junto a sus amigos «los raros».
‘Don’t Go Back to Paris’ diversifica las referencias: si la canción evoca a Mazzy Star, el videoclip se articula en torno a recreaciones de escenas famosas de películas clásicas como ‘Buffalo 66’.
‘Moviestar’, nuestra Canción del Día hoy, acaba de quedar en 2º lugar en la última edición del JNSP Song Contest de nuestros foros, presentada por el usuario Axwell. En este caso, la inspiración es descaradamente la estética de ABBA de los años 70.
No es casualidad que Bad Bunny estrenara el videoclip ‘NUEVAYoL’ el “Ey, ey, ey, 4 de julio, Fourth of July”. Esta fecha tan simbólica le ha servido al cantante boricua para lanzar un clip reivindicativo contra las políticas antiinmigración del hijo de inmigrantes escoceses y alemanes, y casado con una inmigrante eslovena, Donald Trump. “¿Y este frío, cuándo se acaba?”, se pregunta Benito, en clara referencia a las redadas del ICE.
Tampoco es casual que el vídeo haya sido dirigido por la fotógrafa dominicana-estadounidense Renell Medrano, criada en el Bronx, cuya obra gira en torno a la representación y reivindicación de su herencia cultural. De hecho, toda la parte final de ‘NUEVAYoL’, con un estilo documental, conecta directamente con el universo artístico de Medrano.
Articulado narrativamente a través de una tradicional fiesta de quinceañera, el clip es tanto una celebración de la cultura y la identidad de la comunidad “nuyorriqueña” como una defensa de la inmigración que históricamente ha dado forma a Estados Unidos. Varias secuencias destacan por su fuerte carga simbólica y satírica.
La primera es la Estatua de la Libertad con la bandera de Puerto Rico en la frente. Un homenaje explícito a dos hechos históricos: la protesta en 1977 de un grupo de activistas del Comité Nacional para la Descolonización de Puerto Rico, que ocuparon el emblemático monumento neoyorquino para exigir la liberación de cuatro nacionalistas encarcelados desde 1954; y la acción del activista ambiental Tito Kayak, que en el año 2000 colocó la bandera puertorriqueña en la corona de la estatua.
La segunda escena es pura sátira, algo tan improbable como ver un mensaje amable y respetuoso en X: cuatro puertorriqueños escuchando por la radio un discurso de Trump arrepentido por sus políticas de deportación. “Cometí un error. Quiero pedir disculpas a los inmigrantes en América… quiero decir, en Estados Unidos. Sé que América es todo el continente”.
La gira de Sex Pistols junto a su nuevo vocalista, Frank Carter, transcurre desde agosto del año pasado, pero Carter es consciente de su posición -literalmente la de John Lydon- y presenta a Sex Pistols en tercera persona durante el concierto del grupo en el festival Cruïlla de Barcelona este jueves: «Estáis viendo a la mejor banda de punk de la historia», proclama, como si él no formara parte de ella.
Quizá no necesite integrarse plenamente a la formación de Sex Pistols cuando él ya lidera sus propias bandas, en plural. Sin embargo, Carter resulta un vocalista sensacional para transmitir la fuerza punk de las canciones de Sex Pistols: su voz ronca y potente, que suena fiera en ‘Problems’, mantiene el nivel de los clásicos pero, a su vez, los acerca a una sensibilidad actual.
Carter ejerce, además, de entregado maestro de ceremonias, mientras los integrantes originales de Sex Pistols, Steve Jones, Paul Cook y Glen Matlock, lucen concentrados tocando sus instrumentos. Incluso baja al público en un punto del show e interpreta ‘Bodies’ en medio de un remolino de gente: por un momento temo por su integridad física, pero Carter regresa al escenario sin ningún problema.
El último concierto de la jornada ofrece un banquete de puro punk-rock en torno al material de ‘Never Mind the Bollocks‘, que enloquece a la audiencia en cuanto llegan ‘God Save the Queen’ y ‘Anarchy in the UK’, y que revela una sorpresa en forma de versión de ‘My Way’ de Frank Sinatra.
Si la jornada del miércoles en Cruïlla estuvo orientada al público adolescente y juvenil, a raíz de las actuaciones de artistas como girl in red o Gracie Abrams (lo dice la propia organización), la del jueves se centró en los «clásicos» (con Sex Pistols y Fermín Muguruza a la cabeza) y los ritmos populares de reggae, ska, punk o rumba que han definido la línea editorial de Cruïlla desde su inicio.
Xavi Torrent
Abundaron las percusiones de samba en la presentación de Seu Jorge, renovador del género con biografía digna de biopic. El brasileño, vestido con una camiseta verde con la palabra «samba» impresa en medio, desgranó sus éxitos acompañado por una banda que, además de guitarra y batería, incluyó vientos y percusiones de distintos tipos. Seu Jorge construyó una atmósfera alegre y distendida gracias a los ritmos de samba de ‘Gente boa se atrai’ o ‘Carolina’, que llevaron al público suavemente hacia las últimas horas de la tarde.
Los mensajes políticos estuvieron a la orden del día, especialmente en las presentaciones de Dr. Kilombo, que animaron las primeras horas de la tarde con sus alegres ritmos de rumba y jazz gitano, y, sobre todo, Fermín Muguruza, que repartió centenares de carteles al público con la bandera de Palestina en una cara y la del Líbano en la otra, para que las alzaran al final del show. Antes, señaló a «los negacionistas del cambio climático» por los incendios que asuelan estos días el Baix Ebre.
Muguruza, que actuó junto a una numerosa banda que incluía tres trompetas, un acordeón y una MC que animaba el cotarro como en los shows de reggae o dancehall, repasó el extenso material de su trayectoria en Kortatu y en solitario, en el marco de su gira de 40 aniversario, mientras ocasionalmente se dirigía al público en un catalán perfecto.
Los recuerdos a figuras como Nelson Mandela y Aitor Zabaleta, así como a las luchas de los pueblos vasco y kurdo, se entrelazaron en un festivo y combativo set de ska, reggae y punk, que también incluyó una pertinente reivindicación del barrio barcelonés de Vallcarca, actualmente amenazado por los desalojos.
Xavi Torrent
St. Vincent se doblegó a su papel de rockera desquiciada en Cruïlla, en la presentación de su disco ‘All Born Screaming‘. A Annie Clark se le caía el micrófono, o se caía ella, o lanzaba su guitarra eléctrica furiosamente contra el suelo, antes de irse a las bambalinas, en una clara presentación de índole performática que el público recibía con fascinación y desconcierto. Un técnico de monitores intervenía continuamente para ajustar a Clark su petaca, mientras ella seguía a lo suyo.
Bien porque las canciones de St. Vincent no son tan conocidas fuera de Estados Unidos, bien porque su humor no termina de entenderse, en la presentación abundaron los silencios incómodos. Daba la impresión de que la calidad del sonido de St. Vincent generaba respeto: verla junto a su banda destripar su guitarra eléctrica en ‘Broken Man’ o ‘Birth in Reverse’ dejaba con la boca abierta.
El papel de rockera demente llevó a St. Vincent a encaramarse al público durante su interpretación de ‘New York’, y a hacer todo tipo de cucamonas que provocaban auténticas carcajadas. Sin embargo, su humor no siempre traspasaba al otro lado. Por ejemplo, durante su presentación de ‘Violent Times’, se disculpó por haber grabado un disco en español, pero a la mayor parte del público se le escapó la broma porque desconoce que tal disco existe.
¿Qué es Pulp para un chaval de 25 años? Mejor dicho, ¿qué puede ser? Una banda pasada de moda, los de ‘Common People’… O una adolescencia entera. Mi yo de 17 años siempre fantaseó con vivir en primera persona la era dorada del britpop y, con el regreso de grupos como Oasis o Blur, ese sueño nunca había estado tan cerca de cumplirse. Puede que nunca más lo esté. No sé si lo que vi ayer en la primera jornada de Bilbao BBK Live es realmente comparable a lo que era Pulp en los 90, pero no puede estar demasiado lejos.
Jarvis Cocker emerge entre las icónicas siluetas de sus compañeros de grupo al son de ‘Spike Island’ y desde esos primeros momentos uno no puede evitar preguntarse si este se ha criogenizado a lo Walt Disney o si ha vendido su alma al diablo como Bart Simpson. Si no fuera por su canosa barba, diría que el tiempo no ha pasado por él. Su voz sigue intacta, al igual que su presencia escénica, las peculiaridades que la acompañan y su infinita energía. Él es la estrella del concierto y una absoluta fuerza de la naturaleza. Es el que se recorre el escenario de arriba abajo, el que tiene un repertorio inacabable de movimientos y el que se atreve a hablar en euskera de vez en cuando. “¿Queréis venir a la disco con nosotros?”, pronuncia Cocker en euskera, a duras penas.
Los mejores momentos extramusicales del show son todos protagonizados por él. En un momento dado, Cocker pregunta quién está a dieta. Acto seguido, le vemos tirando uvas a los presentes. Lo mismo, pero al revés. “¿Quién NO está a dieta?”, suelta de repente, pero esta vez lo que lanza son bombones. De alguna manera había que llenar las casi dos horas de concierto. Es tan random como la performática intro de ‘This Is Hardcore’, que por otro lado nunca ha sonado mejor. Los visuales, psicodélicos y con un punto diabólico gracias a un rojo que tiñe el escenario por completo.
Sergio Albert
La primera sonrisa de mi yo de 17 años llegó con ‘Sorted for E’s & Wizz’ y ‘Disco 2000’, interpretadas una detrás de otra. En la primera, unas brillantes luces de colores buscaban emular el viaje de speed y éxtasis del que habla la canción. La segunda desembocó en una celebración colectiva. Es sin duda una de las canciones más queridas de Pulp y ayer se demostró en vivo.
‘Do You Remember The First Time?’ y ‘Babies’ protagonizaron algunos de los momentos más eufóricos del set. Por alguna razón, a nivel personal, las canciones de ‘His ‘n’ Hers’ me transmiten un sentimiento nostálgico mucho más intenso que el resto de sus discos. Me sorprendió de grata forma la reacción del público a la primera de estas, ya que no la consideraba tan amada. Cocker también aprovechó para aclarar que se trataba de la primera vez del grupo en BBK. Seguro que no nos olvidaremos de ella.
La fiesta final con ‘Common People’ definió la totalidad del concierto, siendo uno centrado en convertir el pop en espectáculo y resultando totalmente exitoso en ese sentido (y todos). La imagen de Cocker cantando delante de un amanecer artificial en ‘Sunrise’ no se irá fácilmente de mi cabeza. Igual que tampoco olvidaré fácilmente el precioso ‘sing-along’ con ‘Love & Hate’ al terminar el concierto de Michael Kiwanuka. Por un momento, solo importó la música.
Este concierto resultó muy diferente al de Pulp. Fue un espectáculo en sus propios términos, sí, pero lo de Kiwanuka se planteaba desde el principio como una experiencia espiritual. La banda, formada por 11 personas vestidas de blanco, incluía un dúo de cuerdas, piano, teclas, bajo, guitarras y tres increíbles coristas. El escenario estaba iluminado de manera elegante, a la vez que podía ser la casa de alguien que sufre de cleptomanía: lámparas varias, una estatua de Buda… Y, por supuesto, tampoco faltaba el incienso quemándose.
Sergio Albert
‘Place I Belong’ y ‘One More Night’ mostraron los dos registros sobre los que el músico londinenses iría basculando durante el set. Kiwanuka se movió constantemente entre la emoción, con temas como ‘Floating Parade’ o ‘Solid Ground’, y la pasión, con el rock lisérgico de piezas como ‘You Ain’t The Problem’ o ‘Rolling’. Se trata de un concierto sólido como pocos. En la cabeza de los músicos no hay otra cosa que lo que tienen que tocar. De esta forma, hay momentos de verdadera dicha musical.
La épica progresión de ‘Black Man In a White World’ lo acaba convirtiendo en un tema monumental, mientras que ‘Home Again’, con toda la banda dejando el escenario a excepción de las cuerdas y el teclado, derritió los corazones del público. «Os dedico esta canción por ser tan amables con nosotros esta noche», confesó un tímido Kiwanuka que se ganó totalmente el favor de los presentes. Eso de dejar cantar al público alguna sección o de involucrarlos de cierta manera, como suele pasar en los festivales, no existió en el set de Kiwanuka. Tampoco lo echamos de menos. Cuánto más hubiese de la reconfortante voz del artista londinense, mejor.
En cuestión de virtuosismo, Ca7riel y Paco Amoroso eran los únicos que podían hacer frente a la solidez absoluta de Kiwanuka. El dulce momento que está viviendo el dúo argentino parece no tener fin, viniendo de anunciarse como teloneros de la gira latinoamericana de Kendrick Lamar. El hecho de que ‘#TETAS’ y ‘Not Like Us’ hayan acabado formando parte del mismo concierto es digno de estudio.
El espectacular Movistar Arena de los argentinos era ellos en su máximo esplendor y utilizando todos los medios a los que podían acceder. En su versión para festivales no hay hinchables con su cara ni nada remontamente parecido a una ‘pit crew’, pero sí se mantiene todo lo demás. Siguen teniendo una actitud magnética y un sentido de la moda único: Paco se presenta con un traje morado y el pecho al aire, mientras que Ca7riel va todo de negro, con una (especie de?) boina como detallito.
Sergio Albert
Su concierto es un testimonio de su estatus como ídolos. Todo el recinto, abarrotado, se saben los estribillos de ‘DUMBAI’ o ‘BABY GANGSTA’, por no hablar de la parte de Paquito en ‘LA QUE PUEDE, PUEDE’, que siempre se roba el foco. Anoche, la parte más reconocible de ‘EL ÚNICO’ resonó en todo Kobetamendi. Junto con el de Pulp, se trató del concierto más coreado de la noche. Ca7riel y Paco ya son obligatorios de cualquier festival.
En otro orden de cosas, el concierto de pablopablo se vio beneficiado por la cancelación en el último minuto de Wunderhorse, que obligó a la organización a hacer un reajuste de horarios. Así, Raya Diplomática entró en la programación principal después de haber actuado en los conciertos urbanos, Hinds pasaron al escenario más grande y pablopablo retrasó su actuación hasta las 19:15. El concierto del artista madrileño se podía medir en cuántas veces sentías los pelos de punta.
No estoy acostumbrado a ver a Pablo en escenarios tan grandes, siendo el segundo mayor del festival, y lo llena con creces pese a la intimidad de muchos de sus temas. ‘Dónde Estás’ y ‘Otra Vida’, dos de sus mejores canciones, presentan un set en el que ‘Canciones En Mi’ es protagonista absoluto. El público ya conoce la magia de ‘Vida Nueva’ y así lo hace saber. Por otro lado, ‘Todavía’ y ‘De Vez En Cuando’ son los instantes más sensibles del concierto, con Pablo casi entrando en trance durante esta última. Y no le culpo.
Sergio Albert
El aura ensoñador del concierto de pablopablo continuó durante el set de Japanese Breakfast. Inmediatamente, entramos en un universo de dream pop, disco y reverb. La voz de la cantante Michelle Zauner está empapada de esto último y su interpretación a menudo es todo lo contrario que la música. Es decir, dramática e intensa. Costó, pero el público se fue animando a medida que avanzaba el set gracias a canciones como ‘Picture Window’, con outro de violín, o ‘My Baby (Got Nothing at All)’. Hacia el final del concierto, este ya se había convertido en toda una fiesta. Y todavía les quedaban ganas de más: «Nos vemos esta noche en la pista con Pulp».
‘Jump’ es el primer single en dos años de Blackpink. El regreso del girl group más poderoso del K-pop apela al que fue el gran regreso del grupo de chicas más famoso de los 90, Spice Girls. Tras el éxito de ‘Spice’, su debut, las chicas, aún con Geri, presentaron una canción de autorreferencia, medio latina por alguna razón, titulada ‘Spice Up Your Life’. Blackpink se refieren a ella en la frase «That Prima donna spice up your life».
Sin embargo, ‘Jump’, nuestra Canción del Día hoy, contiene créditos de Teddy y 24, y también de Diplo. No es una samba. Es una canción con tantas influencias del techno y la rave de los 90 que hay quienes en redes y foros están oyendo en ella un sample de ‘meet her at the Loveparade‘, el éxito de 1997 de Da Hool.
En cualquier caso, la inspiración ravera es tan clara que este tipo de fiesta aparece homenajeada en un momento del videoclip. Saludos a ‘Sirat‘.
Dave Meyers, responsable en su momento de ‘Work It’ de Missy Elliot, más recientemente de ‘Humble.’ de Kendrick Lamar, así como de vídeos tan populares como ‘Firework’ de Katy Perry y pequeñas joyas audiovisuales como ‘No Tears Left to Cry’ de Ariana Grande, dirige esta nueva fantasía.
En ella, si bien Blackpink no realizan una coreografía significativa, sí la llevan a cabo los extras: ese momento de gente dándose cabezazos contra un cristal parece representar las cualidades de una canción machacona, muy poco fina, probablemente lo que necesitaba un verano demasiado tranquilo que, salvo un par de excepciones, necesitaba nuevos hits para renovar las listas de éxitos. ¿No es insólito que sombr y Alex Warren, y no Lorde, estén liderando las listas globales?
La primera jornada de Mad Cool 2025, con más de 49.000 asistentes, no estuvo exenta de drama. Tanto el concierto de Gracie Abrams como el de Iggy Pop se vieron afectados por un problema técnico que desató la intranquilidad y la frustración entre los asistentes. Especialmente para los muchos que atrajo la autora de ‘The Secret of Us’, quien tuvo que interrumpir su set durante más de media hora. Para intentar compensar de alguna manera a sus fans, la cantante se bajó al foso e interpretó algunas canciones con su guitarra acústica.
Algo menos accidentado fue lo de Iggy Pop, ya que el set del veterano solo se vio afectado antes de que realmente llegase a comenzar. Con mucho desparpajo, el rockero animaba al público como podía mientras se intentaba solucionar el percance con el sonido. Con aproximadamente 25 minutos de retraso, el concierto empezó definitivamente y ya sí que no hubo más incidencias. A sus 78 años, Iggy se movía -sin camiseta, por supuesto- como pez en el agua y como si su aguda cojera no le supusiera ningún impedimento para recorrer el escenario de un lado al otro con una vitalidad pasmosa.
Con la piel arrugadísima y colgante y su característico pelo largo, Iggy se empeñó en demostrar al público que los viejos rockeros nunca mueren. Y si lo hacen, va a ser ahí mismo, desgañitándose enfrente de miles de personas. Es lo que lleva más de cinco décadas haciendo y se nota: su presencia es eléctrica.
En la estupenda banda que le acompañaba en este concierto -con gran presencia de trompetas-, había mucha juventud y diversidad. Pareciera que el artista nos quisiese transmitir el mensaje de que la música es para todos y que está en buenas manos. Su set estuvo dedicado principalmente a su época con The Stooges y a sus primeros álbumes en solitario de los años 70. No faltaron grandes clásicos suyos como ‘I Wanna Be Your Dog’, ‘Gimme Danger’ o ‘Raw Power’. Y fue particularmente bonito ver al cantante interpretar ‘Lust for Life’… ¡una canción que le representa tan bien! Tras tantos años sobre el escenario, tanto vivido y tanto cantado, escuchar a Iggy entonar “I got a lust for life!” es impagable. Y es de verdad. El tío sigue teniendo una energía arrolladora: se baja al foso a interactuar con sus fans, se echa agua por la cabeza y hace cortes de mangas a diestro y siniestro. Grande.
Ainhoa Laucirica
Justo después llegó la hora de Muse, quizá los cabezas de cartel más populares de la jornada. Estaban allí en sustitución de Kings of Leon, que tuvieron que cancelar su gira. Los ingleses, tan dados a escenografías artificiosas, dieron su show en un espacio protagonizado por varios cubículos móviles que proyectaban diferentes patrones y luces. Un recurso efectivo y resultón para acompañar la épica futurista que caracteriza a la banda. Momentos como la voz en off de ‘Simulation Theory Teheme’, una canción de Matt Bellamy en solitario que aquí funciona más o menos a modo de interludio, reforzaban ese mundo de ciencia ficción que llevan años construyendo.
El grupo comenzó con una novedad, su tema recién estrenado ‘Unravelling’. A partir de ahí sacaron todo su arsenal de viejos y nuevos éxitos para el deleite del gran público. Sus fans, entregadísimos, las cantaban y las vivían todas con enorme intensidad. Para los que somos algo menos entusiastas, el espectáculo, aunque siempre correcto, resultó excesivamente familiar. Da la sensación de que los británicos llevan demasiado tiempo ofreciendo lo mismo, no ya en sus canciones, sino en sus directos, y no les vendría nada mal un cambio de aires. Aun así, es justo reconocer que en muchas ocasiones la fórmula funciona bien, sobre todo porque canciones como ‘Supermassive Black Hole’ o ‘Time Is Running Out’ son himnos bastante consolidados para cualquier tipo de público. También porque Muse suelen tener siempre un buen sonido, y en esta edición de Mad Cool, volvieron a demostrar sus más que competentes habilidades como músicos de masas y “entertainers”. No faltaron ni los láseres, ni las llamaradas, ni los fuegos artificiales, que aparecieron al final de ‘Starlight’, la canción con la que cerraron su hora y media de set.
A nivel vocal, Bellamy comenzó bien, pero a medida que el concierto avanzaba se percibió cierto desgaste. Se notó especialmente en ‘Undisclosed Desires’, una canción pegadiza y digna de cantar a gritos rodeado de gente que sonó bastante decepcionante y descafeinada, en la que el cantante parecía ahogarse para poder llegar a las notas. Pero más allá de algún detalle de ese estilo, Muse fueron Muse: solventes, profesionales, entretenidos.
Mad Cool
El último concierto del día vino firmado por Weezer. Arrancaron muy enérgicos con ‘Hash Pipe’, de su disco verde. Detrás de ellos se proyectaban diferentes paisajes galácticos y semi-apocalípticos, pero más que misterio, la banda liderada por Rivers Cuomo transmitió mucho buen rollo desde el principio. Repasaron sus grandes éxitos, principalmente los de su álbum azul como ‘Undone’, ‘Say Ain’t So’ o ‘My Name Is Jonas’ ante un público que coreaba y bailaba todas las canciones. Tampoco faltó ‘Island in the Sun’, una de las más celebradas y su canción más popular. Fue un concierto animado y divertido, donde los californianos combatieron el cansancio de los asistentes -el mío incluido- con su saber hacer. Pusieron el broche final con uno de sus grandes temazos: ‘Buddy Holly’.
Mucho antes, a las 19:00, con el sol abrasador abofeteando sin piedad la explanada de Villaverde y a todos los que allí nos encontrábamos, Leon Bridges presentó su agradable espectáculo. Sin duda, se vio perjudicado por la meteorología, ya que se hace difícil disfrutar plenamente del bonito R&B relajado del artista en esas condiciones. Pero es lo que había, y poco le importó al artista, que incluso hizo que algunos de los privilegiados refugiados en su centímetro de sombra se levantaran para bailar al son de ‘Texas Sun’ o para cantar con él la emocionante balada ‘River’.
Ainhoa Laucirica
Después de Bridges, era el turno de Gracie Abrams en el otro escenario principal, aunque desgranado su set en Barcelona un día antes, optamos por una opción alternativa que resultó ser más adecuada, ya que no hubo ni apagones ni incidentes de ninguna clase. Geordie Greep tocaba en una de las carpas pequeñas y, ¡qué gran decisión por parte de la organización! No solo por poder refugiarse del calor, sino también porque fue el ambiente perfecto para disfrutar del proyecto en solitario del cantante de la ya extinta black midi. Greep iba vestido en traje con su habitual aspecto viejoven mientras que la mayoría de sus músicos salían sin camiseta. Acompañado de batería, bajo, chelo, guitarra, y teclado, el artista creó uno de esos conciertos mágicos donde daba la impresión de que el tiempo se detenía, transportándonos a un lugar muy lejano y abstracto casi sin que nos diéramos cuenta. No parecía que nos encontráramos en medio de un festival masificado, sino en un pequeño club de jazz underground. Las canciones mutaban unas en otras y fluían con ligereza mientras los músicos, poseídos por sus instrumentos, se dejaban llevar por completo. El público estaba o bien en trance o bien haciendo pogos (sobre todo en la espectacular ‘Holy, Holy’), formando una atmósfera única para el que fue el concierto más especial -y mejor- de toda la jornada.
Desde que existen las playlists de las plataformas de streaming, ya es un cliché decir que los discos recopilatorios de «grandes éxitos» no tienen sentido. «¡Ya haré yo mi propia playlist con las que me gustan!», responde el mundo inmediatamente cuando se anuncia un «greatest hits» sin una favorita particular o incluso un hit esencial. Björk, Oasis y Raphael fueron algunos de los artistas que publicaron «grandes éxitos» bastante caprichosos y extraños, ya antes de la moda Spotify.
El valor cultural que han tenido «grandes éxitos» como ‘Gold’ de ABBA, ‘The Immaculate Collection’ de Madonna o los discos rojo y azul de los Beatles hace tiempo que parece perdido. Por poner un ejemplo canónico, una persona con tantísimos hits como Rihanna jamás ha publicado un recopilatorio, ni siquiera 10 años después de su último disco. Sin embargo, aún hay artistas que insisten en publicarlos. Por ejemplo, The Weeknd, que no se apea de las listas con un ‘The Highlights’ que lanzó en 2021 y después amplió en 2024.
Otro de ellos son Hot Chip, que acaban de anunciar que ‘Joy In Repetition’ sale el 5 de septiembre. Incluye 15 canciones, sin orden cronológico, culminando con ‘I Feel Better’ y un tema nuevo llamado ‘Devotion’. Con su humor habitual, se define como «Beach Boys bebiendo Piña Colada con Hall & Oates». Entre las ausencias destacadas, ‘Shake a Fist’, pese a la sorpresa que supuso en su momento. O quizá por ello. Sí demostrarán que temas recientes como ‘Eleanor’, ‘Positive’ o ‘Melody of Love’ no pierden tanto junto a sus grandes clásicos.
Como curiosidad, la playlist que han montado por sí mismos es casi igual que el disco, solo que situando el nuevo single ‘Devotion’ en cabeza, en lugar de en último lugar. Cosas de la promoción.
1 Ready For The Floor
2 Boy From School
3 One Life Stand
4 Night And Day
5 Flutes
6 Hungry Child
7 Over And Over
8 Positive
9 Look At Where We Are
10 Need You Now
11 Eleanor
12 Huarache Lights
13 Melody of Love
14 I Feel Better
15 Devotion
Lo de Hot Chip es un «hit after hit», pero mucho más interesante es la propuesta de Fever Ray. ‘The Year of the Radical Romantics’, a la venta el 25 de julio, no va a ser exactamente un recopilatorio, sino que se presenta como «un disco en directo». Pero tampoco va a ser el típico disco en directo con regrabaciones en estudio, el sonido del público subido hasta lo paródico, ni en definitiva una sobreproducción que no viene a cuento.
Reuniendo temas de los tres discos de estudio de Fever Ray, presentará versiones avanzadas y diferentes de sus canciones, con sonido casi de estudio. Eso es lo que podemos concluir tras avances tan suculentos como ‘I’m Not Done (Therapy Session)’ y ‘Now’s the Only Time I Know (Therapy Session)’. Algunos lo entenderán más bien como un «anti-recopilatorio», pero avanzamos que se abrirá un debate sobre qué canciones han sido mejoradas respecto a las originales.
Además, PIAS informa de que la edición física viene con un libro diseñado y editado por Fever Ray que documenta el proceso creativo detrás del universo visual del proyecto. La publicación incluye bocetos, fotografías inéditas, ensayos gráficos y material exclusivo de backstage. Así, sí, ganas de tenerlo entre nuestras manos, lit.
01 I’m Not Done (Therapy Session)
02 Now’s the Only Time I Know (Therapy Session)
03 What They Call Us (Radical Romantics Session)
04 New Utensils (Radical Romantics Session)
05 When I Grow Up (Radical Romantics Session)
06 Mustn’t Hurry (Radical Romantics Session)
07 To the Moon and Back (Radical Romantics Session)
08 Shiver (Radical Romantics Session)
09 Kandy (Radical Romantics Session)
10 Even It Out (Radical Romantics Session)
11 I’m Not Done (Radical Romantics Session)
12 Carbon Dioxide (Radical Romantics Session)
13 Now’s the Only Time I Know (Radical Romantics Session)
14 If I Had a Heart (Radical Romantics Session)