«La pandemia es el gran trauma colectivo de nuestra era» es uno de los titulares que nos ha dejado la cantautora bilbaína Tulsa en el podcast de JENESAISPOP dedicado a la salud mental. Era inevitable que de esta herida compartida surgiesen decenas de obras de arte que o bien reflexionasen sobre la experiencia o bien buscasen arrojar algo de luz en la oscuridad, y esto último es exactamente lo que ha buscado hacer Joseph Mount en el nuevo disco de Metronomy.
Autor incansable, pues la tendencia de su carrera ha sido publicar disco cada dos años, sin fallo, Mount propone en ‘Small World’ un «regreso a los placeres simples» de la vida, en especial a la «naturaleza», y desde este lugar de confort reflexiona sobre temas que han invadido su mente durante la pandemia, como la vida, la muerte, la soledad o precisamente también la salud mental, eso sí, con la convicción de que «todo va a salir bien».
Un luminoso optimismo impregna casi todas las canciones de ‘Small World’ desde la misma pista inicial, una melancólica composición llamada ‘Life and Death’ que transmite cierta serenidad ante la idea de la muerte por su inevitabilidad. Las canciones suenan contentas, especialmente el simpático single de indie-pop ‘Things will be fine’, que trae a la mente a los Cure de ‘Head on the Door’, y cuando hablan de soledad, como ‘Loneliness on the run’, lo hacen para «tirar esa soledad por la ventana», a la vez que la composición pasa de la desazón de las estrofas (con esas baterías tan 90s) a un estribillo lleno de luz.
‘Small World’ es un disco optimista, que no un disco positivista. Mount sabe que sin tristeza no puede haber alegría, que sin tragedia no puede haber felicidad, y su nuevo disco habita este contraste desde el segundo cero. Incluso una canción llamada ‘Love Forever’ que habla sobre una fábrica del amor, con todos sus ecos de sunshine-pop, suena en realidad cargada de melancolía, y la graciosa ‘Right on time’ no es más que «otra canción absurdamente optimista sobre disfrutar del sol» que, no obstante, aún incluye referencias a un corazón roto, en medio de esa fantasía de cuerdecillas 60s que gustaría a los responsables del sello Elefant… y a su elenco de artistas.
El animado single principal ‘It’s good to be back‘ también trae un título positivo, pero la letra hace referencia a un amor que «se ha ido». Una canción en realidad dedicada a la niñez de Mount, en concreto a los tiempos en que escuchaba la música de sus padres en la parte trasera del coche, es la pieza más uptempo de un ‘Small World’ que se contenta con sonar maduro y meloso, sin distraerse en explorar cuantiosos estilos como en el disco anterior. ‘Small World’ es un disco pequeño, encerrado en su propio «mundo», que busca arropar en los momentos difíciles sin obligarte a sonreír cuando no lo deseas.
Funzo & Baby Loud firman el nuevo número 1 en la lista de álbumes española con ‘INMORTALES’. El dúo de Alicante formado por dos hermanos de 16 (Funzo) y 22 años (Baby Loud) consigue así el primer número 1 en álbumes de su carrera después de, en los últimos tiempos, haber triunfado con singles tan diferentes como ‘JOVEN PARA SIEMPRE’, ‘TO’ BUENA VIBRA’ o ‘INMORTALES’, que entre ellos suman estilos como el trap, el emo-rap o la EDM. Su EP de 2021 llegó a ser top 4.
En el 2 entra Vega con ‘Mirlo blanco’, un dato excelente que iguala el obtenido tanto por ‘La reina pez’ en 2018 -su último álbum hasta la fecha- como por ‘Wolverines’ en 2013, y todo desde la completa autoedición. Vega, una artista que cuida al detalle sus ediciones físicas, es de hecho número 1 en la lista de vinilos.
En el resto del top 10 aparecen entradas como las de ’20 Conmigo’ (sic) de Merche en el número 8 y la de ‘4’ de Slash, Myke Kennedy y los Conspirators en el número 10 (y 2 en vinilos), pero más interesantes son algunas de las entradas que aparecen en la parte media de la tabla.
Big Thief logran la primera entrada de su carrera en la lista de álbumes española con su excelente nuevo trabajo ‘Dragon New Warm Mountain I Believe You’, que aparece en el número 52, y buenas noticias llegan también para Spoon, que colocan ‘Lucifer on The Sofa’ en el número 74 (y 19 en vinilos) cuando su disco anterior, ‘Hot Thoughts’, apenas llegó al número 100, entrando en la lista por los pelos.
Peor suerte han tenido Alt-J, cuyo nuevo trabajo ‘The Dream‘ llega al número 59, un dato peor que los logrados por ‘Relaxer’ (43) y por ‘This is All Yours’ (36). En la tabla de vinilos llegan un poco más alto, al número 32.
Más contentos, eso sí, pueden estar Jay Wheeler, que ingresa en el número 36 con ‘El amor y yo’; o Eddie Vedder, que cuela su álbum en solitario ‘Earthling’ en el 37. Por último, la banda de metal finesa Amorphis alcanzan el número 41 con ‘Halo’.
Izal ha anunciado un «parón indefinido» de su carrera que comenzará tras la conclusión de su gira actual, que tendrá lugar en el WiZink Center de Madrid el próximo mes de octubre. En un comunicado publicado en sus redes, el grupo se despide de sus seguidores.
«Esta #GiraHogar va a ser muy especial por muchos motivos: por las ganas acumuladas tras casi dos años de pandemia, por la presentación de nuestro último álbum, por volver a tocar en grandes recintos los temas de siempre… y porque tras el último concierto de esta gira, en octubre, en el WiZink Center de Madrid, el grupo parará de forma indefinida».
Continúa el texto: «Han sido doce años de una enorme y maravillosa intensidad. Cinco álbumes y cientos de conciertos que nos han hecho vivir experiencias que jamás hubiéramos imaginado cuando en 2010 iniciamos esta aventura. Y todo os lo debemos a vosotr@s. Os vamos a echar de menos, pero hasta que eso ocurra, nos vemos en los conciertos. En unos conciertos inolvidables.
Gracias por habernos acompañado todo este tiempo».
Izal es uno de los grupos más exitosos del país especialmente desde la edición de sus discos ‘Copacabana‘ y ‘Autoterapia‘ en 2015 y 2018. Su último trabajo, ‘Hogar’, llegaba al top 2 de la lista de álbumes solo por contenido por Ed Sheeran, volviendo a dar buena cuenta de su repercusión.
En uno de los momentos más memorables de su carrera, Izal posaba feliz junto a los varios Discos de Oro y Platino obtenidos por sus singles más exitosos, un total de 7. Una imagen no tan habitual hoy en día en el mundo del pop, que solo Dios sabe cuándo volverá a repetirse en su caso.
Joe Crepúsculo no se detiene y ya tiene preparado un nuevo álbum que verá la luz el 1 de abril bajo el título de ‘Trovador tecno’. El disco llegará solo un año después de la publicación del excelente y variadísimo ‘Supercrepus II’.
El título de ‘Trovador tecno’ promete que Crepus pondrá su famosa «fábrica de baile» en marcha en este nuevo álbum, y eso es exactamente lo que sucede en los dos adelantos del disco publicados hasta ahora, tanto en el acid brutote de ‘Carreteras de pasión’, que transcurre por la «carretera» de la ruta del bakalao, como en el nuevo tema que se ha dado a conocer hoy.
De nuevo producido por Aaron Rux, quien de hecho se ha encargado de producir todo el disco, ‘Pensar el tiempo’ es la nueva apuesta llenapistas de Joe Crepúsculo, y llega con la compañía de Abel, integrante del trío canario de rock Los Vinagres.
‘Pensar el tiempo’ es uno de los temas más contundentes publicados en los últimos tiempos por Joe Crepúsculo, al optar por un sonido situado a medio camino entre el house-pop y el tecno-pop, también con las vistas puestas en finales de los 90 y principios de los 2000, mientras la presencia de autotune en la segunda estrofa confunde esa época con la actual.
El tema busca a todas luces un escape de la vida cotidiana al abogar por «no pensar» porque pensar «roba tiempo», y su base bailable persigue el escape hedonista por encima de todas las cosas, suponiendo un simpático adelanto para ese ‘Trovador tecno’ que en muy poco tiempo estará en nuestras manos.
Tras dos duros años de intentos fallidos por culpa de la pandemia, el festival Oh, See! Málaga vuelve, esta vez sí, el 20 y el 21 de mayo al Auditorio Municipal Cortijo de Torres. Todavía quedan entradas, y este año el cartel cuenta con artistas como Fangoria, Carolina Durante, Alizzz, Cupido, Zahara o Varry Brava, que actuarán a lo largo de los dos días en un solo escenario. El cartel también lo completan DJs que pincharán en el Oh, See! Club.
De hecho, la peculiaridad del festival es que todos los artistas actúan en el mismo escenario, por lo que los conciertos no se solapan y el espectador puede disfrutar de todos los artistas sin problema. Asimismo, han apostado por un aforo reducido que disminuye las colas y las aglomeraciones, es decir, priorizan la comodidad.
Además del propio Oh, See!, este año el festival cuenta con el Oh, Kids!, donde los padres y madres que vayan a ver los conciertos podrán dejar a sus hijos en compañía de monitores. Aquí realizarán actividades relacionadas con la música, la ciencia y el festival que durarán toda la tarde o unas pocas horas, lo que los padres deseen.
Por otro lado, este año el festival se extiende a todo Andalucía con Oh, See! LIVE, una serie de conciertos en distintos puntos de la comunidad autónoma de artistas que han pasado o pasarán por el festival malagueño, hasta el final de la primavera. En este momento Amatria tiene dos conciertos, uno en Granada y otro en Sevilla.
En definitiva, el Oh, See! es una oportunidad para escuchar en directo el futuro EP de Fangoria con ‘Mi Burbuja Vital’, algunos de los mejores discos del año como son los de Alizzz y Zahara o el ‘Raffaella’ de Varry Brava antes de que el verano inunde España de festivales.
Miguel Gallardo, esencial autor del cómic español, ha fallecido este 21 de febrero a causa de un cáncer que sufría desde hace años. El dibujante ha pasado los últimos instantes de su vida rodeado de los seres que más quería en Barcelona, tal y como ha comunicado su agente, siendo víctima de la enfermedad que con tanto humor relataba en ‘Algo extraño me pasó camino de casa’ (2020).
Gallardo, autor del mítico cómic Makoki de los 80 junto a Juanito Mediavilla, se caracterizaba por escribir sobre las vivencias que lo rodeaban. Obras como ‘Un largo silencio’ (2011) que trata de su padre como soldado republicano en la guerra civil o ‘El gran libro de los perros’, que todavía no se ha publicado y tiene como protagonista a su mascota, cuentan con genio el mundo que lo rodeaba.
Aunque popularmente su obra más reconocida sea Makoki, que inesperadamente marcó un antes y un después en el comic de la España postfranquista, la que le otorgaría la aclamación definitiva fue ‘María y yo’ (2007): una novela gráfica protagonizada por su hija autista de entonces 12 años y él. Este título fue un éxito en ventas que se editó en 10 idiomas y se adaptó al cine, concediéndole una nominación a los Goya. Asimismo, le propició el Premi Nacional de Còmic de Catalunya.
Además de sus propias obras, Gallardo también colaboró con distintos medios como The New Yorker, The New York Times o The Washington Post, soportes donde pocos dibujantes nacionales pueden presumir de haber puesto el pincel. Por suerte, la carrera de Miguel Gallardo ha sido reconocida en vida y ha podido disfrutar de los frutos de su arte, y a nosotros nos deja un repertorio digno de revisitar, lleno de escenas sencillas y cotidianas que enseñan a tomarse con humor todo lo que nos puede llegar a pasar.
Se pueden consultar los trabajos de Gallardo en su propia web.
Flores en el estiércol, la selección personal de canciones publicadas en las últimas semanas que han encandilado al firmante, cambia un poco su formato de presentación, que no su esencia: seguirá siendo la misma playlist con varias decenas de canciones, pero no se presentarán con un texto turronero que hacía equilibrios para desplegar todos los nombres en la misma, sino siendo más conciso y dando protagonismo a una de ellas como “Canción del Día”.
La décima edición de Flores incluye retazos de álbumes publicados en el último par de meses por nombres como Bill Callahan & Bonnie ‘Prince’ Billie (unión fantaseada durante décadas con forma de álbum de versiones sui géneris, de Billie Eilish a Silver Jews), Miles Kane, Joss Stone, Silvana Estrada, Broken Social Scene (disco de rarezas), Beirut (otro disco de rarezas), Angus Stone (bajo su alias Dope Lemon) o los incombustibles (je) Midnight Oil. Y, también, avances de obras inminentes (quizá ya aparecidas a la hora de leer esto) de Metronomy, Estrella Fugaz, Hatchie, Fontaines D.C., Daniel Rossen (Grizzly Bear), Marinita Precaria, Lucius, Jenny Hval, Polock, Holly Humberstone, Superchunk, Melody’s Echo Chamber, The Linda Lindas, Sondre Lerche (enamorando en plan Paddy McAloon en ‘Cut’) y un laaargo etcétera.
Entre estas, nos quedamos con una sorprendente canción que avanza el álbum que la sueca Tove Styrke ha anunciado para la segunda mitad de 2022. Se trata de ‘Show Me Love’, un tema que se aleja notablemente no sólo de su registro de pop contemporáneo más reconocible, sino también de recientes como el ochentero ‘Start Walking’ (igualmente fantástico). La autora de ‘Sway’ nos rompe los esquemas con un tema que se mira en las torch songs de los años 50, una melodía grandiosa, cantada con pasión y esbozada con una ronca guitarra eléctrica, a la que se van incorporando tenues coros y que sólo explota levemente en su recta final, con quedos arreglos que nunca disputan el protagonismo a Tove.
Producida por Elof Loelv (Rihanna), ‘Show Me Love’ es un oasis de clasicismo en la carrera de Styrke, quizá porque nunca la escribió con la idea de que viera la luz pública: se suponía que iba a ser sólo para una mejor-amiga de la que se enamoró perdidamente. Pero luego, le pareció tan buena, que tuvo que publicarla, por incómodo que fuera. Una incomodidad teórica que abandona en su vídeo oficial, en el que se abandona del todo a la sensualidad en un mar de cuerpos femeninos anónimos a su disposición, destacando la interpretación del sólo de guitarra como “una metáfora de masturbación”.
Nunca había ocurrido nada igual. Nunca en la historia de los Oscar un filme había estado nominado al mismo tiempo en las categorías de mejor película de animación, mejor documental y mejor película internacional. ‘Flee’ venía pisando fuerte en la temporada de premios. Tras ganar en Sundance a principios de 2021 (mejor documental internacional), no ha parado de recibir nominaciones. A veces como documental (ha ganado en los Gotham), otras como animación (la mayoría de las asociaciones de críticos estadounidenses la han premiado en esa categoría), otras veces en las dos (en los premios del Cine Europeo), y algunas, pocas, como filme extranjero (es donde menos posibilidades tiene).
En un principio, ‘Flee’ iba a ser un documental de imagen real. El director Jonas Poher Rasmussen es documentalista, no animador. Sin embargo, para contar la historia de su amigo Amin se encontró con un obstáculo. Amin (nombre ficticio) es un refugiado afgano que llegó a Dinamarca de adolescente huyendo del régimen talibán. Ha pasado su vida ocultándose: primero de los talibanes, luego de la policía rusa durante su estancia en el Moscú postsoviético, y más adelante del departamento de inmigración danés. También se ha ocultado sentimentalmente, ya que tuvo que esconder su homosexualidad para sobrevivir en una sociedad -la afgana y no digamos la talibán- profundamente homófoba.
Por todo ello, Amin no quería aparecer en un documental. Para proteger su identidad, el director recurrió a la animación. Siguiendo el camino abierto por la extraordinaria ‘Vals con Bashir’ (2008), ‘Flee’ recrea la biografía de Amin combinando las imágenes documentales de archivo, que ayudan a contextualizar históricamente el relato, con los dibujos animados. Estos a su vez se dividen en dos, según su estilo: una línea clara para narrar la vida del protagonista a través de sus testimonios (la voz que escuchamos es la suya) y otra más expresionista para reflejar sus sentimientos, su visión subjetiva del drama que vivió.
También son muy importantes las canciones. Del ‘Take On Me’ de A-ha que escucha el protagonista de niño en un walkman por las calles de Kabul, al ‘Joyride’ de Roxette cuando alberga esperanzas de huir a Suecia, pasando por el ‘Veridis Quo’ de Daft Punk cuando va por primera vez a un bar gay. Los temas que suenan en ‘Flee’ ayudan a situar cronológicamente la historia y a transmitir el estado de ánimo, la forma de ser e incluso la identidad sexual del protagonista.
El resultado de esta combinación de recursos estilísticos y narrativos es una visión del drama de los refugiados que huye de la sensiblería y los lugares comunes. ‘Flee’ abraza la experiencia íntima, el testimonio en primera persona, el viaje interior, como forma de expresar una realidad exterior, una enorme tragedia humana, a la vez que denunciar una vergonzosa injusticia social.
La pena es que Poher Rasmussen no lo consigue plenamente. Por culpa de algunos bajones de ritmo y un problema de guión, del orden en el que se proporciona cierta información (no voy a espoilear) al espectador, el drama del protagonista termina llegando al final algo atenuado, sin toda la fuerza emotiva que pretende el director, casi como un anticlímax, con la sensación de que no es para tanto.
Aun así, a pesar de ese desequilibrio, ‘Flee’ es una película notable. Un ejemplo más –‘La imagen perdida’ (Rithy Panh, 2013) sería otra muestra imprescindible-, de las posibilidades expresivas y dramáticas existentes en los documentales de animación.
Las rarezas de Sally Shapiro no terminaban con dedicarse al italo disco como si los años 90 y los 2000 nunca hubieran ocurrido. El dúo formado por la vocalista de nombre ficticio y el productor Johan Agebjörn no actúa en directo porque sólo le interesa la música de estudio y además tuvo la tonta idea de anunciar una separación, tan sólo para reunirse unos pocos años después como si nada hubiera ocurrido.
Cuentan ahora Sally y Johan en una amplia entrevista con Music Radar que en 2016 sentían que sus diferencias artísticas comenzaban a ser insalvables, pues ella seguía interesada en el mundo del pop, pero él ya solo escuchaba «música ambient, trance y experimental instrumental». Por suerte, con el tiempo han conseguido reencontrarse otra vez. ‘Sad Cities’, el cuarto disco de la banda y el primero en 9 años, que son los que han pasado desde ‘Somewhere Else‘, es fiel al espíritu original del dúo que conocimos con ‘Disco Romance’ (2006), aunque con novedades.
Entre los temas 100% Sally Shapiro, el primer adelanto ‘Forget About You’, con esos teclados tan identificativos, que sirve para abrir el álbum en lo que podríamos considerar un resquicio del pasado. Después de eso el álbum decide emprender un viaje hacia el ambient (‘Christmas Escape’ podría ser un tema de los Goldfrapp más atmosféricos), la canción melódica de los 70 (‘Dulcinea’ lo mismo nos recuerda a Jeanette que a sus paisanos de ABBA) o el house noventero (‘Million Ways’ ha sido creada con una 909 y un piano Korg populares en aquella década).
Y hay más sorpresas, siempre sin perder su esencia, su marca, lo cual no tendría sentido. Cuando en ‘Down This Road’ aparece la base italo que tanto asociamos al sello Italians Do It Better que ahora les acoge y con todo el sentido del mundo, también lo hace una guitarra eléctrica que ni Santana o Gary Moore. Al final, emerge un saxo. ‘Tell Me How’ tiene cierto poso acid. Y ‘Fading Away’ es bailable y fiestera con su base moroderiana, si bien mantiene un pesar con el que parecen estar musicando una catástrofe tamaño ‘Blade Runner’.
Es raro también el concepto de featurings de unos Sally Shapiro que se resisten a hacer música para las playlists de moda: ella ahora mismo lo que más escucha es a los Smiths, aunque no se note. A la hora de colaborar básicamente han llamado a amigos con los que han hecho remezclas, como Highway Superstar, Electric Youth o Tommy ’86, con quien compartieron la exitosa ‘Why Did I Say Goodbye’, el único tema de ambos que supera el millón de escuchas.
Sally Shapiro huyen del artificio en un álbum en el que además de su admiración por glorias olvidadas de los 80 como Valerie Dore, las suecas Lili & Susie y Katy Gray, mantienen su personal pose melancólica, hablando de inseguridad (‘Sad City’), el cansancio de vivir en la misma ciudad (misma pista), las apariencias (‘Down This Road’) y por supuesto viejos amores (‘Forget About You’). 15 años después, Sally Shapiro continúan siendo una cucada.
Camila Cabello ha anunciado que su nuevo single sale el 4 de marzo, dentro de dos semanas. El tema se titula ‘Bam Bam’ y cuenta con la colaboración de Ed Sheeran como artista invitado, quizá no como autor a pesar que Sheeran cuenta con un repertorio de canciones cedidas a otras personas.
Estos días, Camila ha publicado en su cuenta de TikTok un vídeo en el que se graba cantando un fragmento de otra canción llamada ‘Psychofreak’ que parecía iba a ser su nuevo single, pero cuyo lanzamiento tendrá que esperar, de la misma manera que seguimos sin noticias concretas de su álbum ‘Familia’.
Bam Bam. March 4th with @edsheeran, one of my favorite people and artists ever. Also my bday is the day before so triple win https://t.co/C19CZrfo8w
Ya hace medio año que Camila publicó su primer single ‘Don’t Go Yet’, y sus fans están empezando a preocuparse por el tercer álbum de la cantante, llegando a especular incluso con la posible cancelación del mismo. En los foros se habla del bajo rendimiento de este primer sencillo, pero en Spotify cuenta ya con más de 200 millones de reproducciones. Puede que los últimos acontecimientos como su ruptura con Shawn Mendes hayan influido en la realización o en los planes para la promoción de su futuro álbum.
Sin embargo, parece que esta incertidumbre llega a su fin con el adelanto de ‘Psychofreak’, que sorprende por no tener influencias latinas en el trozo que hemos podido escuchar. Este es un giro atrevido por parte de la cantante, ya que históricamente han sido las canciones con base o sonidos latinos las que mejor le han funcionado. De hecho, en su segundo álbum ‘Romance’, Camila tuvo que añadir en el último momento un nuevo single con ritmo latino (‘My Oh My’), seguramente por no cumplir las expectativas de ventas esperadas.
Camila Cabello shares a snippet of what appears to be ‘Psychofreak’ on her Tiktok:
Moby Dick, la conocida sala de conciertos de Madrid, cumple 30 años en 2022, y va a celebrar el aniversario con una programación de conciertos especial que se prolongará todo un mes.
El primer concierto tendrá lugar el 2 de marzo y contará con la actuación de The Loitte Band, que dará un concierto solidario contra la ELA, y la programación concluirá el 31 de marzo con el concierto del rapero asturiano Enol.
Entre los artistas que pasarán por Moby Dick durante la celebración de su trigésimo aniversario se encuentra el dúo argentino de coldwave Mueran Humanos, que has podido descubrir recientemente en el JNSP Song Contest aunque lleva ya cuatro álbumes publicados en 10 años, y que tocará el 5 de marzo, y Los Pilotos, el recomendable proyecto electrónico de Banin y Florent de Los Planetas, que presentará su nuevo disco el 18 de marzo.
El cartel de 30 aniversario de Moby Dick incluye también nombres tan interesantes como los de Asunción, el proyecto musical del actor Julián Villagrán (‘El Ministerio del Tiempo’) que fusiona sonidos de pop-rock con ritmos de breakbeat y garage, y que se subirá al escenario el día 11 de marzo; la también banda revelación Compro Oro, otro proyecto a tener en cuenta que recupera el folclore español desde una perspectiva contemporánea, y que actuará el 12 de marzo; y Los Rastreadores, el proyecto de «techno, rumba, rap y ritmos latinos» de ORTIGA y Grande Amore, que presentará su «concierto especial» el 25 de marzo.
A todos estos nombres hay que sumar de manera destacada la celebración en Moby Dick del Girrrls Fest, concierto especial que tendrá lugar en torno a el Día de la Mujer, el 6 de marzo, y que contará con la participación de Generador, Varonas y Juana Chicharro. El concierto es una «iniciativa de la sala para poner en valor la música hecha por mujeres» con la que busca «reivindicar la paridad escénica».
Moby Dick abrió sus puertas en marzo de 1992, y por su escenario han pasado artistas de la categoría de Chavela Vargas o Antonio Vega, además de decenas y decenas de grupos contemporáneos hoy tan aclamados como Beach House, The Horrors (que por poco se cargan la sala), The Libertines o unos OK Go que reprodujeron sobre el escenario la coreografía de su famoso videoclip para flipe absoluto de la audiencia. Dover tocaron para 50 personas en sus inicios. Ante la calidad de las propuestas que pasarán por el 30 aniversario de sala es posible que el próximo gran nombre del pop nacional se encuentre en el cartel.
Asori es el alias del cantante y compositor de Lérida Enric Ayguadé, i ‘Estavellar-se i tornar a la carretera’ («estamparse y volver a la carretera») su debut en solitario tras haber formado parte de las bandas Kids from the 90s y Palmira. Y lo que ofrece el disco es una colección de buenas canciones de pop-rock cantadas en catalán, que no le dan la espalda a diferentes influencias.
‘Vertígen’, la canción principal, has podido escucharla en Sesión de control y está dedicada a la ansiedad que provoca ser consciente del paso del tiempo y de la propia mortalidad, y es un estupendo ejemplo de composición de pop-rock basada en la contención, pues incluso sus guitarras presentan un comedido punto de distorsión. Con destellos incluso de country-rock la canción incluso encierra posibilidades comerciales, resultando bastante redonda.
Las texturas de guitarra distorsionada interesan a Asori, y él las trabaja con bastante mimo, como es evidente también en ‘La força’, otra de las pistas destacadas, que habla sobre el arte, o en la balada final ‘Tantes imatges’, la más brit-pop del lote, y el falsete de ‘Crisi de fe’ lleva directamente a los tiempos de ‘The Bends’ de Radiohead, también gracias a su enigmática melodía.
Como compositor, Asori persigue diversos caminos a lo largo del álbum, y si canta sus melodías con la confianza de quien lleva años en esto, el artista experimenta con diversos sonidos con la misma confianza: ‘Pau Vallvé’, que se titula como el cantautor, incorpora una intrigante melodía de teclado tipo banda sonora, ‘Apolo’ es un buen tema de synth-pop que recuerda los tiempos antes de la pandemia aunque ya «los presentíamos»; y ‘Torres de fum superenormes’ (titulazo) se acerca a la cumbia con bastante gusto.
Un tacto autoral impregna las composiciones de Asori, y aunque su voz recuerda a la de Pucho de Vetusta Morla o a la de Alfred García y su acento hace pensar en Joan Miquel Oliver, también aportan un sello personal a sus canciones, evidente en la extraña melodía de ‘No vull’. Con la ayuda en producción de Tomás Aristimuño y el apoyo de la comunidad Acqustic, Asori entrega un digno álbum de debut.
Beach House han publicado estos días la cuarta y última parte de ‘Once Twice Melody’, un nuevo disco doble que han ido desvelando poco a poco, en tandas, lo que significa que la edición física está también por fin en la calle. Será el Disco de la Semana en el site porque sí, Beach House lo han vuelto a hacer.
En ‘Once Twice Melody’, Beach House vuelven a reinventar su sonido dream-pop una vez más. En claro contraste con el sonido del disco anterior, ‘7’, ‘Once Twice Melody’ descarga peso y oscuridad y es, por tanto, un trabajo mucho más ligero y luminoso pese a su extensa duración, en el que Alex Scally y Victoria Legrand se acompañan, como novedad, por el sonido de una orquesta.
Todas las partes de ‘Once Twice Melody’ han dejado al menos una canción destacada, y hoy nos centramos en la tercera para ahondar en ‘Masquerade’, en realidad una composición bastante tenebrosa, en la que se suceden sonidos de campanas, ambientaciones góticas y elementos electrónicos y de percusión que, más que al dream-pop, nos llevan a los 80 de Depeche Mode y Cocteau Twins.
Es otra canción enormemente misteriosa de Beach House, por la que también asoman susurros y unas notas de piano que parecen venir de otro mundo, dos elementos con los que ‘Masquerade’ se posiciona directamente en el terreno de lo fantasmagórico.
Y fantasmal es también el personaje protagonista de ‘Masquerade’, una misteriosa mujer que llega a una fiesta «vestida de domingo, con perlas en el cuello, lencería y una cinta de terciopelo en la espalda», pero a la que nadie nunca verá jamás, salvo reflejada en un espejo.
Anoche arrancó la tercera temporada de ‘Lo de Évole’ en La Sexta con una entrevista al rapero Morad, que contó en primera persona cómo ha vivido y cómo ve el racismo en España desde los ojos de un chico con raíces marroquíes en un barrio desfavorecido de Hospitalet de Llobregat.
Morad es un artista urbano que empezó grabando canciones para compartirlas con sus amigos a los 14 años, pero aunque al principio creyese que nadie iba a querer escucharlo cantar, consiguió despegar a finales de 2019 gracias a la canción ‘M.D.L.R.’. Desde entonces el rapero se ha convertido en uno de los artistas más virales del país, obteniendo dos números uno hasta la fecha: ‘BZRP Music Sessions #47‘ junto Bizarrap y ‘Pelele‘.
El artista habló sin tapujos y dejó titulares que caen como jarros de agua fría como «Yo soy español y marroquí, pero no han querido verme español en ningún lado». Morad habló sin rencor de los ataques racistas que ha sufrido durante toda su vida y las situaciones que ha tenido que vivir su madre por ser inmigrante marroquí, y contestaba con sinceridad y picardía: «Si quieres ser racista apáñatelas tú solo, mátate tú solo con el espejo, a ver dónde llegas siendo racista en 2022», «Cuando se meten ahora con mi raza yo me río. ¿Cómo te va a molestar eso? ¡Vete a tu país! Vale, cuando tenga vacaciones iré a mi país, ¿cómo no voy a ir?».
En este programa, que contó también con la colaboración de C. Tangana, además de relatar su pasado marcado por las raíces marroquíes y discutir otros temas relacionados como el uso de la palabra “mena”, Morad contó cómo llegó adonde está ahora gracias a la música. El artista catalán agradece a la música que lo sacara de la mala vida, porque ahora gana mucho dinero y de manera legal. Él está orgulloso de poder pagar impuestos y contribuir en favor de los médicos públicos o los colegios públicos: “Es lo más bonito que he vivido».
Una vida marcada por elecciones y valores que lo han convertido en quien es, y que se puede revisitar en Atresplayer para los registrados en la web.
Rigoberta Bandini ha concedido una entrevista a Manuel Jabois, uno de los mejores columnistas de El País, en la que habla sobre la segunda posición de la cantante en Benidorm Fest y sobre los entresijos de ‘Ay mamá‘, cuya primera frase era originalmente “Tú que has sacado por tu coño mi cabeza / perdóname antes de empezar por ser grosera”. El tema no fue comprendido en principio por la propia madre de la artista, que también se dedica a la música, si bien después lo fue entendiendo. Explica por qué decidió cambiarlo: «No me apetece empezar una canción así; me apetece que sea una canción universal que puedan escuchar los niños, las madres y las abuelas, y si sale de inicio la palabra coño…”
Una de las partes más interesantes de la entrevista tiene lugar cuando cuenta los entresijos de las presentaciones en Benidorm Fest. En la semifinal, reconoce que empezó desafinada; y en la final, tuvo que disimular su cara de pánico cuando dejó de funcionar el in-ear. «Yo en la semifinal, al principio de la canción, me sentía muy desafinada. No era capaz de afinar bien. Por los nervios y porque me quedaba muy grave, y venía de una sinusitis muy heavy. Ya sé que no desafino en los conciertos, ya sé que puedo afinar perfecto, pero todo es nuevo».
Sobre la polémica de la victoria de Chanel, revela: «Fue muy impactante para mí y difícil de gestionar. En la gala había muchísimos eurofans que, cuando ganó Chanel, empezaron a corear “Rigoberta, Rigoberta”. Por un lado pensaba: “Guau, qué fuerte, toda esa gente está conmigo”, pero a la vez me sabía muy mal: era muy incómodo. El choque de esos dos mundos fue instantáneo; Twitter estaba allí, en persona, así que pensé: si estas 500 personas gritan “Rigoberta”… Y hubieran gritado Tanxugueiras de quedar ellas segundas. Porque el eurofan, que es un público muy potente, estaba muy dividido entre Tanxugueiras y nosotras». Preguntada sobre sus pensamientos, continúa: «Pensé que ni Chanel era culpable de esto ni nosotras. Se generó una cosa para mí muy agridulce, pero al salir de allí abrimos una botella de champán. Había mucho que celebrar: la canción había llegado, se había convertido poco a poco en una especie de himno».
En otros puntos de la entrevista habla sobre su fe en Dios, en relación a su experiencia con el ácido, el hecho de que su padre sea presidente de la Federación de Peñas Madridistas de Cataluña o sobre cómo Rigoberta «personaje» se ha comido a Paula Ribó, hasta el punto de que incluso sus amistades ya sólo le preguntan por Rigoberta.
Tras una primera edición que consiguió levantarnos del sofá todos los domingos aun teniendo que lidiar con la dificultad de la pandemia, vuelve Drag Race España este 27 de marzo a Atresplayer Premium. Así lo ha anunciado la productora junto al “Meet The Queens” de esta edición, para familiarizarnos con las 12 caras que competirán este año por relevar el puesto de Carmen Farala.
Sí, este año son 12 las aspirantes a ser la mejor drag del país, 2 más que el año pasado, y esta no es la única novedad de la edición. El plató en el que se graba el programa ha sufrido una remodelación y lucirá más grande y renovado en esta segunda entrega. Por otro lado, tanto la presentadora (Supremme de Luxe) como el jurado (Javier Calvo, Javier Ambrossi y Ana Locking) se mantienen en sus puestos un año más.
Pero la noticia del día es la presentación de cada una de las Drag Queens que lucharán por hacerse con el trono este año. El talento no va a faltar en la pantalla, con la experiencia de Ariel Rec, Drag Sethlas y Juriji Der Klee, el baile de Diamante Merybrown o la habilidad con la costura y la moda de Marisa Prisa y Venedita von Däsh, un arte muy valioso en este concurso. Tampoco faltarán la risa y el teatro con Estrella Xtravaganza, Marina y Samantha Ballentines, el folclore de Jota Carajota, las imitaciones de Sharonne o la fantasía alienígena de Onyx.
Madonna comenzaba 2022 muy bien, con su primer gran viral en TikTok, un remix de ‘Frozen’ que no es más que un rocambolesco bucle de 2 minutos ideado por Sickick, a la altura de la complejidad de la red social, que no obstante es ahora mismo su canción más escuchada en Spotify acercándose a los 30 millones de streamings. Ha gustado especialmente en los países más gélidos: Alemania, Finlandia, Noruega, Suecia, Lituania, etcétera. Curiosamente, ni rastro del remix en países cálidos o latinos, pero el caso es que el viral ha valido a Madonna volver al top 200 de artistas más escuchados en Spotify, cosa que no lograba desde ‘Rebel Heart’ (2015). Además, en los últimos días, también ‘Material Girl‘ está viralizándose en TikTok, habiendo sido utilizada en casi 1 millón de vídeos.
Sin embargo, Warner y Madonna aún no han terminado de mover ficha para tratar de capitalizar el éxito del remix de ‘Frozen’. La artista lleva casi 2 meses anunciando que nuevos remixes de ‘Frozen’ se estrenarán «pronto» sin concretar fecha ni detalles, aunque se supone que en uno de ellos aparecerá Swae Lee, con quién ya colaborara en ‘Crave’, y otro sería aquel en el que coge el micro el propio Sickick. Este último se subió a Youtube, pero nunca a Spoti. Lo que se recibía con excitación por parte de sus seguidores está comenzando a convertirse en aburrimiento, pues el momentum del remix de Sickick está empezando a pasar y ya pierde posiciones en las listas de los países señalados. Y lo mismo puede decirse de otro proyecto que Madonna lleva semanas y semanas anunciando en Instagram: una celebración de sus 50 números 1 en las listas dance americanas, que parece que va a consistir en una serie de remixes. Un listado de hits que excluiría a ‘La Isla Bonita’, que fue número 1 de las radios adultas, no las dance.
El último rumor es que Katy Perry estaría involucrada en esos remixes, aunque la fuente es The Sun, lo cual quiere decir que la noticia puede ser verdad o no. Madonna también anunciaba en agosto que Warner iba a reeditar todos sus discos, pero medio año después seguimos sin la menor noticia al respecto, por lo que se desconoce si Katy Perry estaría involucrada más bien en ese otro relanzamiento de algún disco en concreto de Madonna con alguna actualización de un viejo tema, o si hay relación entre unos remixes y otros. En resumen: no se sabe nada a ciencia cierta.
Y tampoco hay noticias serias sobre la película biográfica de Madonna que va a dirigir Madonna, aunque al menos se sabe que el cásting ha comenzado. La artista se preguntaba recientemente en Instagram por qué la gente podía ver series durante horas, pero no una película larga, jugando con la idea de hacer una serie en lugar de una película: parece que aún así de verde está el proyecto.
Por último, hace unos meses Madonna realizaba una actuación callejera de ‘Like a Prayer’ que partía de una actuación en un club de Nueva York donde había interpretado ‘Dark Ballet’ y ‘Crazy’. Corría el mes de octubre cuando Madonna prometía en Instagram que la actuación completa se subiría a la red, pero jamás llegó. Otro de sus «coming soon» que hace plantearse a sus seguidores si merece la pena hacer caso de lo que dice en Instagram.
Podcast: hitos de la Reina del Pop y supuesta decadencia
En los últimos tiempos en que tanto se está hablando al fin, incluso en prime-time, de salud mental, nos hacía especial ilusión invitar a nuestro podcast a Miren Iza «Tulsa», una artista cuyo talento admiramos por obras magnas como ‘Espera la pálida‘, ‘La calma chicha‘ o últimamente ‘Ese éxtasis‘, a sabiendas de que además de cantante, es doctora en Psiquiatría. Las numerosas obras de distintas disciplinas que nos están hablando de adicciones, como en la literatura ‘Yo, adicto’ de Javi Giner; en la televisión la serie ‘Cardo’; o en música pop el cómico single de Carolina Durante, ‘Granja Escuela‘, nos han llevado a intentar centrar el episodio de hoy en adicciones, la especialidad de Iza.
Siempre sin la voluntad de moralizar, hablamos con Miren sobre la banalización del consumo de alcohol y drogas en el mundo de la música, el consumo generalizado desde tiempos remotos (“el ser humano se ha drogado siempre, porque hay una angustia inherente al ser humano”), el uso recreativo o incluso creativo de las drogas, y la intencionalidad política de la prohibición del LSD en contraste con el visto bueno para el alcohol. Ahí está el caso de David Nutt, que afirmaba que el alcohol era la droga más peligrosa.
Miren Iza nos habla sobre diversos estudios que se han hecho, nos trae un pasaje de un libro de Jeff Tweedy cuando estuvo internado para desintoxicarse, además de la teoría de Jacques Lacan sobre la dependencia del otro. Y nos habla también de cómo está agravando ciertas cuestiones la pandemia. “La pandemia es el gran trauma colectivo de nuestra era, hay un antes y un después en Psicología”, nos indica, afirmando también que «estamos en la era de la ansiedad, absolutamente». Por último, quiere hacer hincapié en la falta de relación entre su labor como psiquiatra y su carrera como artista. «El artista no tiene que educar ni moralizar». Tulsa actúa el 18 de marzo en Madrid y el 19 de marzo en Granada. Entradas en WeGow.
Hikaru Utada es autore de exactamente los dos discos más vendidos de toda la historia de Japón, ‘First Love’ y ‘Distance’ (en la lista firma otros dos álbumes más), y su nombre no es tan extraño en Occidente como pueda parecer, pues elle en realidad nació en Estados Unidos, ha colaborado con gente tan dispar como Timbaland o The Mars Volta y a día de hoy reside en Londres. Para su último trabajo, publicado en enero, Utada ha dado un interesante paso en su carrera al colaborar con el maestro de PC Music, A.G. Cook, y con nada menos que Sam Shephard, el productor detrás de Floating Points, en varias pistas, además de con el productor japonés Nariaki Obukuro.
A.G. Cook co-produce junto a Utada el single más exitoso de ‘BADモード’ («bad mode»), ‘One Last Kiss’, que además es la canción principal de la película ‘Evangelion: 3.0 +1.0 Thrice Upon a Time’ (2021). Sus locuras con Charli XCX no han servido de inspiración, y el carácter doméstico de ‘BADモード’ (no hay más que ver la portada) queda muy reflejado en su sonido, que es de una suprema elegancia, especialmente en el modo en que la melodía de «can you give me one last kiss» emerge en los oídos y reconforta con la calidez de un abrazo. ‘One Last Kiss’ es una producción dance-pop reducida a la magia de la melodía y a una euforia imaginada. Es una canción de pop deslumbrante que ningún fan del pop se debería perder.
Cook aparece también en el single ‘君に夢中 (Kimini Muchuu)’, donde los sintetizadores típicos de PC Music suenan domados por la apacible personalidad y madurez de Utada, y también por una bonita melodía de piano. Pero curiosamente es Sam Shepherd quien acerca a Utada de manera más decidida a la pista de baile: la inicial ‘BADモード’ recurre a un ritmo de disco doméstico y ‘Somewhere in Marseilles’ nos lleva por un evocador viaje de ritmos Balearic que alcanza los 12 minutos de duración.
Pero ni siquiera los ritmos bailables de ‘BADモード’ buscan el hedonismo fácil. ‘BADモード’ es el primer disco que publica Hikaru Utada después de revelar que se identifica como persona no binaria, y las canciones transmiten una serenidad palpable, y reflexionan sobre la vida y el amor desde la comodidad de un pijama, el mismo que Utada y una amiga llevan puestos en la pista titular, Diazepam en mano por si fuera necesario; y el sutil house-pop de ‘Find Love’ sirve de vehículo para que Utada nos cuente que va a terapia, con la que está «comprometida» porque está aprendiendo a mostrarse «vulnerable».
Las historias de ‘BADモード’ hablan de auto-aceptación, de relaciones que «no encajan en el molde del amor romántico», de amigas que afrontan una enfermedad y a las que Utada tiende una mano porque el amor también es eso; de rechazar la soledad porque «quiero que me hagan daño por siempre», de «tener miedo al amor» pero aprender a afrontar ese miedo amándose a une misme primero. En ‘BADモード’ Utada desnuda su vida interior invitándonos precisamente a su casa. Lo escuchas y te sientes arropado, sin miedo a ser juzgado, porque sabes que eso es exactamente lo que Utada necesita.
El componente doméstico de ‘BADモード’ es perceptible en el templado sonido de las canciones, especialmente en las más uptempo, pero también en el resto. La serenidad campa a sus anchas en buena parte del álbum, como en el melancólico R&B-pop de ‘PINK BLOOD’, otra de las pistas destacadas, pero dejan cierta sensación de anacronismo los ecos new age del single ‘誰にも言わない’ («dare ni mo iwanai» se traduce como «no se lo digas a nadie»), los ritmos R&B dosmileros de ‘Time’ y las percusiones trip-hop de “気分じゃないの (Not in the Mood)”. Todas canciones dignas, no obstante, que llevan a Utada a crecerse definitivamente en su décimo álbum de estudio, un documento de su madurez como persona que tiene el poder de inspirar a mucha gente. El único traspiés se llama ‘Face My Fears’: ni Skrillex ni Poo Bear pintan mucho por aquí llevando el disco directamente a 2015.
‘Little Things’, ‘Change’, ‘Certainty’, ‘No Reason’, ‘Spud Infinity’… a finales de 2021 ya era muy evidente que Big Thief iban a entregarnos uno de los mejores discos de 2022, y así ha sido. A lo que han venido contribuyendo otras canciones nuevas como el que ha sido otro -otro más- de sus singles, ‘Simulation Swarm’, que es hoy nuestra «Canción del Día». Foto: Alexa Viscius.
‘Simulation Swarm’ se mueve cómodamente entre el folk clásico y aquella cosa que conocíamos como anti-folk, pues su melodía y su progresión de acordes están aquí claramente para quedarse décadas, pero su producción es muy cruda, deliberadamente feísta: no busca necesariamente el color más preciosista, sencillamente porque la vida no te ha ofrecido esa faz.
Los punteos se suceden a medida que se acumulan las numerosas estrofas, mientras nuevos detalles -como esas guitarras cada vez más incómodas- se van añadiendo sin que te des cuenta, torciendo el curso de la producción.
Como otras canciones de Big Thief, su texto es algo impenetrable desde el 31º piso de esta «simulación». Nada que Rolling Stone no pueda solucionar. Es en este medio donde Adrianne Lenker ha explicado que esta canción está inspirada por una serie de distintas experiencias intensas, cualquiera de las cuales podría haber llenado un álbum entero -bromea la revista americana-. Dos de las imágenes clave son el fluorescente, que parece referirse a la típica luz de hospital que viene y va; y el Andy del 5º verso, que no es otro que un hermano perdido al que pregunta si volverá.
Adrianne tuvo que ser hospitalizada en Brooklyn durante 4 días por agotamiento en 2020, tras 7 años girando sin descanso; también aparecen aquí la ruptura que inspiró su disco en solitario de 2020, su niñez desarrollada en una comunidad separatista del Medio Oeste, descrita como un «culto religioso»; y finalmente su continuo pensamiento en su hermano Andrew, al que nunca ha conocido, y al que ya dedicó ‘Mythological Beauty’ (2017). Explicaciones que nos harán adentrarnos aún más durante los próximos meses en esta pequeña delicia que en realidad ya calaba por su sonoridad desde la primera escucha. Os recordamos que estamos regalando copias de ‘Dragon New Warm Mountain I Believe In You‘, nuestro «Disco de la Semana».
En los últimos años encontramos muy pocas bandas que hayan gozado del prestigio de Big Thief. El grupo liderado por Adrianne Lenker ha presentado estos días su último disco, el inabarcable y bellísimo ‘Dragon New Warm Mountain I Believe In You’, que es nuestro Disco de la Semana, una obra mayor que los confirma como uno de los mejores grupos en activo. Tras cinco álbumes excelentes, conviene echar la vista atrás a su trayectoria, más concretamente a ‘Capacity’, su segundo largo, un proyecto que no solo subía un peldaño con respecto a ‘Masterpiece’, sino donde también se hallan algunas de sus composiciones más bellas y reconocibles.
Las letras de Lenker siempre se han caracterizado por ser crípticas y poéticas, creando múltiples capas durante sus canciones hasta que finalmente calan y uno se da cuenta de lo que realmente están contando. El disco se abre con un claro ejemplo de esto, con la enigmática y oscura ‘Pretty Things’, que pese a su melodía calmada se esconde una rabia soterrada que hace de su escucha una experiencia dura. La canción presenta una escena de sexo donde la mujer, víctima de la masculinidad tóxica y violenta, intenta hacerle comprender al hombre que lo masculino no está relacionado con lo violento y que lo femenino no lo está con lo débil: “Hay una mujer dentro de mí / hay otra dentro de ti también / y no hace siempre cosas bonitas”. Le sigue ‘Shark Smile’, la canción más exitosa de este disco (sobre todo en su versión recortada), retrata un accidente de tráfico donde una persona vive y la otra muere. Comienza con una amalgama de guitarras eléctricas y deriva en un gran número folk-rock que va ganando en su impacto emocional a medida que avanza.
Una característica común en las once pistas que forman ‘Capacity’ es la intimidad con la que el grupo va construyendo historias sobre traumas y situaciones emocionalmente complejas siempre desde la quietud. Big Thief nunca ha sido un grupo ostentoso ni pretencioso –aunque eso no quiere decir que no tengan ambición o que no hayan arriesgado a lo largo de su carrera- y aquí demuestran que desde la humildad y la calma de sus composiciones pueden llegar a lo más alto. ‘Watering’, sostenida por un ritmo de batería y un riff de guitarra que precede al estribillo, es especialmente espeluznante, y a un nivel narrativo, simplemente perfecta, donde se cuenta la historia de una mujer y su acosador, primero desde la perspectiva de ella, luego de la de él. ‘Comma’ se relaciona con esta, donde una mujer, víctima de abusos finge estar en coma para desconectar con el mundo.
Hacia la segunda mitad de ‘Capacity’, aparecen dos de las canciones más bellas del álbum. El núcleo emocional de este y el que fue el primer single, ‘Mythological Beauty’, dedicada a la madre de Lenker y comprendiendo que los errores que pudo cometer eran naturales (“Hay una niña dentro de ti/ que está intentando criar a la niña que soy”). La preciosa y única voz de la cantante se alza, llena de fuerza, cuando cuenta que su madre se quedó embarazada a los 17 y dio en adopción a su primer hijo: “Tengo un hermano mayor que no conozco / podría estar en cualquier sitio”. Otro de los grandes momentos aparece casi al final, en la penúltima canción, ‘Mary’, una preciosa balada dedicada a su mejor amiga en la que la que solo se necesita la delicada voz de Lenker y un piano para poner los pelos de punta.
‘Capacity’ es una fascinante colección de historias, de personajes heridos y de emociones desbordantes, donde Big Thief terminaron de consolidarse como una de las cosas más especiales que están pasando en la música actual. Un segundo disco que suena tan maduro y seguro de sí mismo y su sonido que podría ser la cumbre de muchos grupos pero que el cuarteto de Brooklyn ha ido incluso superando a base de arriesgar y experimentar con distintos géneros, siempre colaborando juntos con el mismo propósito: crear canciones inolvidables.
Cada domingo se repite el ritual: un nuevo episodio de ‘Euphoria’ llega a HBO para dar a la audiencia una nueva dosis de sufrimiento adolescente. No lo puedo negar: estoy enganchado a la serie como Rue a la cocaína, pero no puedo evitar ponerme en modo Sarah Jessica Parker y preguntarme: ¿es ‘Euphoria’ una buena serie o simplemente es… impactante?
Puede que la respuesta se encuentre en un punto medio. A favor de ‘Euphoria’ hay que decir que el reparto es estupendo, que especialmente Zendaya se crece en el papel protagonista cuando ya no nos acordamos de sus tiempos como cantante, que Hunter Schaffer es una estrella y que los diversos tipos de representación vistos en la serie están tan bien integrados que parece un delito comentarlos siquiera. No hace falta añadir que la serie visualmente es espectacular.
Luego está la trama, basada en un triángulo de sexo, drogas y violencia (bueno, y también en la serie original israelí) que el director Sam Levinson ha decidido intensificar al extremo en la segunda temporada. Hasta aquí todo OK pero… me asaltan las dudas como a Kat las voces de sus inseguridades. Cada capítulo nuevo de ‘Euphoria’ ha sido mejor que el anterior, pero también ha sido más chocante, y es en lo que se ha centrado la serie desde el comienzo, en el sensacionalismo.
Algunos ejemplos: la paliza de Fezco a Nate en el primer capítulo es brutal no, lo siguiente. Roza lo gore. También es larga, demasiado. No puedo ser el único que pensó que lo había matado. El sufrimiento extremo de Cassie por haber iniciado una relación con el ex novio de su mejor amiga Maddie (el mismo Nate) sugiere que en lugar de ‘Euphoria’ la serie debería llamarse «Histeria», el estado en el que vive Cassie cada segundo de su vida, sin descanso. El asalto de Nate a la habitación de Maddie pistola en mano es difícil de creer. Por supuesto, la adicción de Rue es el epicentro de la serie, pero su frenético consumo de drogas está obviamente sensacionalizado y el capítulo cinco es puro «trauma porn».
‘Euphoria’ da con algunas escenas brillantes en su misión constante por chocar al espectador: he de decir que no terminé de entrar en los dos primeros capítulos porque ver a un grupo de adolescentes privilegiados asistir al instituto o a fiestas vestidos como si fueran a la Met Gala no me parece interesante de por sí, pero el tercero empieza a dar ya muy buenos momentos: la escena en que Cassie echa la pota dentro del jacuzzi me parece sublime, la representación de la adicción de Rue, interpretativamente, es olímpica, y toda la subtrama de Cal, un hombre maduro trágicamente atrapado en una adolescencia perdida, está muy bien desarrollada: la escena del monólogo en el recibidor es tan surrealista que solo puede resultar verídica, porque muchas veces la realidad supera la ficción.
Aún así la serie parece dejarse algo por el camino. La parte estética es maravillosa, los títulos de los capítulos incluso añaden una dimensión culta, al inspirarse en obras del surrealismo francés, Bob Dylan o Lorca (el «martirio de Santa Eulalia»); incluso las habitaciones de los personajes están repletas de pósters de discos de M.I.A., Rihanna o Ariana Grande… pero los personajes no parecen tener más dimensiones más allá de la angustia que padecen en sus vidas. Quedan dos capítulos y la vida de Elliot sigue siendo un misterio. El personaje de Maddie no emite una sola palabra que me haga dejar de pensar que es insoportable. Y de repente los personajes de Jules o Kat parecen terciarios. Vale que la serie se centre en la adicción de Rue pero ¿es necesario llevar su trama al contexto de la prostitución y el tráfico sexual cuando la serie supuestamente no va sobre eso y además algunos personajes se están quedando colgados?
‘Euphoria’, como buena serie post-post-moderna, busca ser muchas cosas: es un drama adolescente, es un thriller de gánsters, es una sesión de fotos de Dave LaChapelle, es una película turbia de David Lynch, es una playlist de temazos de Orville Peck, Depeche Mode y Sinéad O’Connor. Pero sobre todo es una serie sensacionalista. Currada, pero sensacionalista. Una periodista recientemente ha explicado que, tras el visionado del quinto capítulo, su hermana sufrió un ataque de pánico. Y otro titular se pregunta si ‘Euphoria’ se está «preocupando lo suficiente por apoyar a los espectadores después de traumatizarlos». No sé si ‘Euphoria’ es TAN traumática pero después de seis capítulos sigo sin tener claro si es buena o simplemente debe todo al «shock value», y no creo que los dos capítulos que quedan vayan a resolverme las dudas. Eso sí, cada domingo, pegado a la pantalla.
Dallas Good, vocalista y guitarrista de la veterana banda de rock canadiense The Sadies, que en España hemos podido ver actuar en festivales como Monkey Week, ha fallecido a los 48 años de edad por «causas naturales» según el comunicado emitido por la banda. A Good (a la derecha en la foto) se le había diagnosticado una enfermedad coronaria la semana pasada.
The Sadies es desde hace varias décadas una banda muy querida en la escena de country alternativo canadiensel, que se encuentra «en shock» tras la prematura muerte de Good. En el comunicado, la banda se muestra también «sin palabras ante el shock que estamos sintiendo» y recuerda que Good fue «hijo, hermano, marido, amigo, compañero de banda, un líder y una fuerza de la naturaleza».
Conocidos su mezcla de rock, country, punk y Americana, y especialmente por canciones como ‘Hold On, Hold On’ o ‘The Most Despicable Man Alive’, The Sadies publicaron su primer disco en 1994 y han continuado lanzando trabajos hasta 2017. Además han colaborado con artistas como Neko Case, Neil Young, Kurt Vile o Buffy Sainte-Marie. El último single de The Sadies, ‘Message to Belial’, salió el mes pasado bajo la producción de Richard de Arcade Fire. El propio Good forjó una aclamada trayectoria al margen de su familia, pues su padre y tío fueron miembros de la legendaria banda de country canadiense, los Good Brothers.
Miss Caffeina, MissCa para lxs amigxs, son actualmente top 3 en España con su notable nuevo disco, ‘El año del tigre’, que han presentado a lo largo de casi toda la pandemia con temas como ‘Punto muerto’ con Ana Torroja, ‘Me voy’ o más recientemente ‘Por si’. El disco esconde igualmente algunas canciones que pueden crecerse con el paso de los meses, como ‘Las Vegas’, ‘Fuerte el aplauso’ o ‘Nadie bebe por el sabor’, como ya tendremos tiempo de comprobar en esa amplia gira en la que la banda va a embarcarse.
Siempre es un placer hablar con los miembros de Miss Caffeina, serviciales, humildes y dispuestos a echarse unas risas, en este caso los principales autores de la formación, Alberto Jiménez y Sergio Sastre, y Antonio Poza, que se encarga de bajo, sintetizadores y percusiones.
¿Cómo habéis llegado al sonido de este disco, que me parece de los más cohesionados de vuestra carrera?
Alberto: «Yo pensé que cada canción era de su padre y madre, y luego el resultado sí que es homogéneo. Max (Dingel, productor) tiene la capacidad de coger las canciones, verlas desde fuera y darles la unidad». ¿Cuáles te parecían las más extremadamente diferentes?
A: «Veo muy diferentes ‘Punto muerto’, que encajaría en el disco anterior, y ‘Me voy’, que a su vez no tiene nada que ver con ‘Fuerte el aplauso’, que es muy orgánica».
‘Me voy’ es como un reggaetón deconstruido pero creo que, como todas, está producida a vuestro estilo, que en este disco es una especie de synth-pop disco-funky.
A: «Puede ser. De la idea que yo tengo a lo que percibe luego la gente… Yo veía las estrofas más trap, el estribillo sí que es reggaetón. Hoy ya no me parece tan diferente o que sobresalga tanto, pero en un primer momento me daba ansiedad que no tuvieran nada que ver unas canciones con otras».
¿Cuál es el punto fuerte para vosotros si el disco no os parece cohesionado?
Sergio: «No nos parece homogéneo, pero sí que el estado de ánimo es constante, que tiene como un chorro de energía, un propósito de llevarte a un sitio más enérgico. No sé si funk porque no nos gustan las etiquetas, pero sí un lugar con ganas, que es lo que simboliza ‘El año del tigre'».
El disco sí tiene esas vibraciones de tirar para adelante, y contiene una frase muy significativa: «negarse a odiar es revolucionario».
S: «Sí, con varias pinceladas, pero sí. Incluso las relaciones personales, la manera de relacionarnos, nos lleva a ciertas dinámicas. Como lo que hablamos de Eurovisión: me niego a entrar en esa mierda. Es estúpido participar de algo que nos hace sentir mal».
A: «Nos dijeron en una entrevista que el disco es como abrazarse a uno mismo. Hay cosas de pareja por cómo hemos vivido estos dos años, pero también de cómo contribuir al mundo. Tú en el mundo, tú en una relación. Es de abrazarse a uno mismo. Todas las canciones son uptempo, como «he estado en esta mierda, pero vamos a otro sitio, por favor».
«El disco es como abrazarse a uno mismo»
¿Con todo esto os referís más a las redes, a la política…?
S: «Todo está incrustado, son dos caras de la misma moneda, el espacio social, el algoritmo que nos lleva a ver cosas crispadas y desagradables… La comunicación política no es ajena a eso, se mete en esos canales para lanzar y aprovechar ese tipo de mensajes».
No distingo las canciones que escribís Sergio y Alberto, tengo que mirarlo. Y Zahara me explicó una vez cómo las distinguía, ella lo tenía claro.
S: «Con Zahara he salido unos años, a Alberto lo conoce hace muchísimo tiempo… Ella tiene mucha información» (risas)
A: «En los primeros de Mecano no sabías quién componía cada cosa y eso los hacía más cohesivos que los últimos».
Toni: «Yo los calo súper bien. Las identifico muy bien, son muchos años ya».
‘Reina’ está claro que es de Alberto, pero en este disco, ¿cuál sería la más Sergio y la más Alberto?
T: «‘Las Vegas’ y ‘Autoayuda’ son muy de Alberto, además de ‘Punto muerto’ y ‘Me Voy’. Y de Sergio ‘Memoria Química’. Es muy…»
S: «¿Pesado?» (risas)
T: «Tiene ese fraseo más español».
A: «La influencia de una melodía rock» (canta una parte)
T: «Alberto es más melodía coplera».
¿Qué opinas como rockero de la colaboración con Ana Torroja, Sergio?
S: «Increíble, un sueño cumplido».
«Es estúpido participar de algo que nos hace sentir mal»
A ver, no me vas a decir ahora que fatal. ¿Pero verías a algún rockero colaborando en esta etapa de Miss Caffeina?
S: «Yo creo que no».
A: «Lo de hacer un tema con Ana Torroja se propuso con ‘Oh Sana’, cuando colaboramos con Iván Ferreiro. Y lo propuso Toni y pensamos que ella no iba a querer»
S: «Tú eres muy melómano, yo no me sé en qué mes de qué año salió tal single de Mecano. Pero cuando fuimos a ver a Ana, me di cuenta de que tiene un repertorio espectacular. Hay una ventana de heteros sin complejos también (risas)».
Cuando el grupo erais más rock, a mí no me gustaba tanto como ahora. Me pregunto qué os quedará de esas raíces rockeras.
S: «El rock en el grupo no me descuadra para nada».
T: «Sigue estando un poco ahí y es donde está nuestra seña de identidad. Cuando volvemos al rock como en este disco, se lleva muy bien con lo que nos ha llevado a este punto. Cuando Alberto canta algo del rock, le queda increíble».
«Venimos de dos años de mierda y queríamos representar el renacer con ‘El Año del Tigre'»
¿Cómo habéis llegado a esta estética oriental?
A: «Han pasado muchas casualidades. Cuando pusimos la fecha del álbum, nos dimos cuenta de que coincidía con el Año Chino. Habíamos decidido enfocar la estética a la China de Usera, no de Shangai, y nos dimos cuenta de que muchas letras hablaban de no encajar en situaciones, bien sean cotidianas, o en la industria, o en la escena musical. Nos han dado mucho, durante mucho tiempo, por no estar situados ni en un sitio ni en otro. Y dijimos de buscar un contraste visual. Hubo ideas: yo tuve la de Las Vegas, pero estaba muy vista, y decidimos llevar pieles a un supermercado chino de Usera. Es un ChinaTown que no tiene nada que ver con el mundo oriental. Y una vez que te metes ahí, hay un montón de imaginería en la que rebuscar. Con lo del Año Chino nos ha hecho el Ayuntamiento de Madrid toda la promo gratis (risas). Cuando nos enteramos de que el disco coincidía con el Año Chino, nos preguntamos qué año era. Y era el del Tigre. Pues perfecto, porque venimos de dos años de mierda y queríamos representar el renacer. Si nos hubiéramos callado hubiera sido guay, pero ha sido casualidad. El tigre significa valentía. No somos muy de decir «tienes que ser valiente», porque a veces no se puede ser valiente, pero sí que las canciones están hechas de ese querer ir de un sitio a otro».
Esa estética oriental, en cambio, luego no se corresponde con la música…
A: «Pero piensa en ‘Nothing Really Matters’ de Madonna, y enseguida piensas en la geisha, cuando no tenía nada que ver. Mola llevarlo a otro sitio. Y la gira será igual con todos los visuales».
¿De qué vídeo estáis más orgullosos esta vez?
A: «‘Por si’, me divertí muchísimo».
S: «Fue muy divertido hacerlo con los extras, le guardamos un cariño especial».
¿Este es un disco personal para vosotros?
A: «Sí… las canciones hablan de mi novio, de mi boda. De tu novia… (la de Sergio) Hay un tema más social como ‘No entiendo nada’, pero el resto es personal. Pero como nadie somos súper especiales, son cosas que le pasan a todo el mundo y ya no es tan personal».
No hay una canción sobre tu hija, que parece que eso solo se le pregunta a las mujeres.
A: «No ha llegado la canción a tiempo, pero la hay y saldrá».
Hay una canción llamada ‘Las Vegas’ y me recuerda un poco a los Killers ‘Nadie bebe por el sabor’…
S: «Alberto es igual de guapo que Brandon Flowers» (risas)
Es igual de guapo, pero Alberto todavía no es naranja. Todavía.
(risas).
Para vosotros Las Vegas es Céline Dion, pero Brandon Flowers suele dibujar un Las Vegas más desangelado. Yo no sé si os veis como los Killers españoles.
S: «La referencia que teníamos en esa canción era Katy Perry, pero como si le faltara la batería y hubiera que programar sus temas. Pero te puede sonar a The Killers, porque Max ha trabajado con ellos».
A: «Los primeros Killers nos gustan».
Bueno, a mí los últimos me gustan, aunque sea una opinión un poco viejuna.
S: «Los que menos nos gustan son los discos de en medio, pero el último ha sido una reconexión, y los que tiene Brandon en solitario».
A: «El primero que sacó solo».
Qué curioso lo que comentáis de Katy Perry, porque me ha recordado a ‘Roar’ ‘Fuerte el aplauso’.
S: «Para mí esa canción es Hanson».
A: «Nos han dicho Haim y eso sí que veo más influencia».
«Soy muy tímido y muchas veces lo paso mal. Hay momentos de disfrutar, y otros más down, y ‘Me voy’ salió de esto último, pero bueno, al día siguiente ya estaba bien»
¿Qué esperáis de esta era? Porque en ‘Me voy’ hay una despreocupación del éxito. Es como un retiro o «me da igual estar en la moda», o no petarlo como con ‘Mira como vuelo’.
A: «Si fuéramos híper famosos, sería como la canción después del estrellato, ese estrellato que no me está dejando disfrutar de las cosas y de mi gente. Cuando triunfas con la banda, eres un instrumento de la banda. Estás metido en una vorágine de gira y disco, y a lo mejor todo eso no va contigo tanto. Se crea un estrés, una especie de competencia, unos roles… y no me compensa decir que nos va muy bien y ganamos mucha pasta. ¿Compensa? Nos criticaban en Twitter porque ‘Me voy’ parecía una canción de ricos, pero no es de ricos. Es de haber dedicado 10 años a esto, que la gente opina todo el rato sobre ti y eso es algo que no va conmigo. Soy muy tímido y muchas veces lo paso mal. Hay momentos de disfrutar, y otros más down, y esta canción salió de esto último, pero bueno, al día siguiente ya estaba bien» (risas)
¿Qué opináis el resto?
S: «La carga cae sobre Alberto. Es la cara del grupo, yo no vivo esa dimensión…»
T: «Las giras suponen mucho estrés. Hay mucha gente opinando de todo y es difícil llevarlo a veces».
En producción, ‘Me voy’ es un tema diferente. ¿Nunca fue una opción llevar el disco a otro sitio?
A: «Es una decisión más orgánica».
S: «Me lo tendría que proponer a mí mismo, y por ahora prefiero hacer canciones con un propósito, sí, pero sin el propósito de encajar en un patrón. De forma natural no me sale. Para otros artistas sí».
¿Volver a trabajar con vuestro productor de siempre no era lo fácil?
A: «Trabajar con Max no era lo fácil, no es caer en lo fácil. Vive en Londres y para grabar con él hay procesos en el estudio, que lo hacen siempre un reto fuerte. Genera ciertos contextos para ser creativo. Y encima este año con la gira, la pandemia…»
Pero os conoce ya bien, podéis trabajar con cierta preproducción.
A: «Pero no solemos mandar preproducción. Con ‘Punto Muerto’ y ‘Me voy’ sí lo tuvimos que hacer así, pero las otras, con las demos, empezamos a hacer la producción desde el principio. Él se mete en un mundo de hacer un beat y puede tardar 6 horas. Tú le ves como 6 horas de reloj dándole a un «tin-tin-tin», preguntándote qué va a pasar, te quedas sin tiempo… (risas) pero luego nos encanta lo que nos enseña».
¿Con qué canción se ha tirado 6 horas para un beat?
Varios: «Replicantes», «Marzo», «Nadie bebe por el sabor», que la acabamos después de la grabación…
‘Nadie bebe por el sabor’, que es un varapalo para los enólogos.
(Alberto se ríe) S: «Nos pasó ya en el disco anterior. Con ‘Calambre’, no sabíamos qué estaba haciendo, se pasaba horas ahí sentado».
A: «Cada canción de cada disco es como trabajar con él por primera vez. Hemos trabajado de diferentes maneras, desde cambiar cosas pequeñas que ya llevábamos hechas, hasta empezar de cero, hacer una jam… En lo personal es guay, pero trabajar es siempre una aventura diferente».
He visto que habéis hecho campaña por Varry Brava, ¿pero cuál es vuestra otra favorita de Benidorm Fest, la que más habéis oído?
S: «La de Varry, es un temazo, la que más. Al tenerlos cerca entiendes cómo esa canción encaja en ese universo. Cero intención de engañar a nadie. Es una canción 100% ellos. Luego Tanxugueiras, que me recuerda a esas canciones que ganan por Finlandia. En la primera gala no hubo ni un desafine, 3 tías cantando súper bien».
A: «Todos cantaron mejor en la primera semifinal. Yo hice campaña con Varry, era mi favorita, pero tenía el corazón dividido entre ellos y Rigoberta, y le mandé un mensaje para explicárselo».